Capítulo 32 Consecuencias inesperadas. (nombre de publicación)

Tras escuchar la explosión, Kakuzu e Ino se dirigieron inmediatamente a ver que es lo que estaba pasando. La explosión y el ruido del choque del acero se escuchaba cada vez más nítido. Al llegar al lugar del enfrentamiento, justo al este de donde se encontraban ellos, observaron a un escuadrón de ninjas de la Arena que luchaban contra el propio Hidan.

- ¿Nos han descubierto? Si hemos cambiado al Kazekage… -dijo Ino sin comprender como los planes de Akatsuki habían podido fallar antes de empezar.

- No creo que sea tan simple como eso. Démonos prisa, ¡vamos! -dijo al mismo tiempo que salía corriendo en dirección a Hidan, seguido por Ino.

Hidan estaba rodeado por los ninjas de la Arena. Se podía observar que dos de ellos estaban muertos, probablemente engañados por la curiosa habilidad de su enemigo. No obstante, Hidan no era muy hábil, y una vez que descubrías su inmortalidad no tenía mayor complicación atraparle. Además, su ceremonia precisaba tener un compañero que le apoyara en el combate, pues, en solitario no podría usarla al tiempo que luchaba con un grupo de ninjas. Por suerte para él, antes de que le atacaran, uno de los guardias fue atravesado por el puño de Kakuzu. Este hizo que cayera al suelo y por un momento, llamó la atención de los ninjas. Estos se asustaron ante la facilidad con la que el akatsuki había acabado con su camarada y por el hecho de ver que en lugar de ser un único akatsuki, eran tres.

Sin embargo, ya era demasiado tarde para escapar, debían luchar. Además, ellos sabían lo suficiente sobre esa organización para saber que nunca dejaban supervivientes que pudieran identificarlos. Aunque murieran aquí, tendrían la oportunidad de llevarse al menos a uno por delante. Los preámbulos cesaron y dio comienzo la batalla.

Los ninjas de la Arena que aún seguían en pie eran cinco y Kakuzu calculó que no le llevaría mucho tiempo matarlos, pero debía acabar pronto. Debían regresar a la base y cuanto más se retrasarán, más posibilidades había de que la misión de ser discretos fracasara. Por tanto, Kakuzu se quitó la capa y sacó a dos de sus monstruos, concretamente los de fuego y viento, y atacó conjuntamente a tres de los ninjas, dejando uno a Hidan y otro a Ino. Por supuesto, Hidan tenía pensado utilizar su ceremonia con él, por lo que comenzó a atacarlo para conseguir una muestra de su sangre.

Ino quedó justo frente al único ninja que no estaba luchando y lo observó detenidamente. Era un hombre joven, bastante bajito, tosco, titubeante y no parecía excesivamente fuerte. Aun así, se abalanzó contra ella y comenzaron a pelear. La refriega estaba en auge, los Akatsuki y la villa de la Arena cuerpo a cuerpo, blandiendo el acero de sus armas, chocando sus puños y usando sus jutsus. Pocos minutos pasaron para que Hidan consiguiera algo de sangre de su oponente y para que Kakuzu matara a dos de los tres ninjas a los que atacó. Ino y el hombre aún seguían peleando, pero debía darse prisa. Ella no quería matarlo. Es cierto, que había matado anteriormente para Akatsuki, pero el hombre al que mató, era también un criminal. En cambio, era un ninja de la Arena que solo defendía su villa y su propia vida. Sin embargo, debía hacerlo, no solo porque debía mantener su papel como akatsuki para seguir espiando y porque su propia vida estaba en peligro, sino porque que el chico moriría igual. Hidan y Kakuzu, no permitirían que se escapara. Lo matarían ellos, y por la forma en la que los compañeros del chico estaban muriendo, su muerte sería bastante dolorosa.

Decidió pues llevar a cabo su ofensiva. Se lanzó contra el hombre con un kunai en la mano, parando la espada de este, manteniéndole inmóvil y forcejeando con él. Sin embargo, fue una copia de Ino la que paró la espada del de la Arena y ella saltó por encima de su multiplicación de cuerpo, quedando momentáneamente en el aire. Entonces, cogió tres kunais explosivos en una mano y los lanzó directamente al muchacho y su clon. La explosión formó una columna de humo y un ruido que atrajo la atención de Hidan y Kakuzu. Al disiparse el humo, Ino observó el efecto que había producido su ataque. Los kunai habían impactado muy cerca del chico y la explosión le había dado de lleno. El ninja yacía ahora en el suelo boca abajo, quemado e inmóvil. Se quedó mirando al muchacho y no pudo evitar sentirse como un monstruo, como una asesina, como una akatsuki. Sin embargo, no era tiempo de demostrarlo y sintiendo sobre su nuca las miradas de sus compañeros, cerró los ojos, tragó saliva y se giró:

- Ya he terminado. -dijo ella mirándolos a los dos.

- Nosotros tampoco tardaremos mucho – dijo Kakuzu dándose la vuelta mirando con desprecio al ninja que aún le plantaba cara. Hidan se limitó a sonreír y sacó su estaca.

Kakuzu, tras una serie de breves forcejeos consiguió atrapar al tercer ninja con sus hilos. El fin de los dos ninjas era inminente. Por un lado, Hidan estaba a punto de atravesarse el pecho con la estaca y Kakuzu, sujetaba al ninja con sus hilos y le apretaba del cuello cada vez más. Ino cerró los ojos. No quería ni podía ver como esos hombres agonizaban de esa manera. Como si de la tralla final de una macabra melodía se tratara, Ino escuchó un crujido y un silbido. El primero pertenecía al cuello roto del ninja que sujetaba Kakuzu y el segundo del acero de Hidan. El espectáculo acabó con el ruido de los cuerpos sin vida de ambos ninjas cayendo al suelo.

- Por fin he terminado -dijo Hidan mientras se masajeaba el cuello- ¡Jashin-sama estará contento! -se dio la vuelta dando un paso hacía Ino – Aunque no pensé que tú nos ganarías a Kakuzu y a mí en rapidez… -dijo señalando en cadáver que había detrás de ella, a lo que Ino no pudo evitar agachar la cabeza.

- Era él o ella… -dijo Kakuzu caminando hacia ella.

- Bueno…lo que yo no entiendo…es ¿Cómo diablos nos han descubierto? No se supone que habíais cumplido la misión sin contratiempos… mira que sois idiotas y eso que no me dejasteis ir -dijo el caminando hacia ellos y parándose a tres metros de los dos.

- Cierra la boca Hidan -dijo Kakuzu llegando donde estaba Ino, a tan solo un metro de ella. – A nosotros no nos descubrieron. Tengo entendido, por Pein, que las villas han estado moviendo escuadrones de aquí para allá últimamente para vigilar las fronteras. Seguramente, el Kazekage mandó a algunos de sus subordinados a vigilar las fronteras y este grupo en concreto volvía a la villa de la Arena. Estamos en un desierto y este es el único oasis que hay por esta zona. Eso provoca que todos los ninjas se aglomeren aquí, por lo que no es un buen lugar para pasar desapercibido.

- ¡Joder! ¡Pues menuda suerte la mía! Justo cuando había encontrado un buen lugar para bañarme… -dijo suspirando.

- Olvídalo Hidan, este oasis atraerá a más gente aquí y no nos conviene que vinculen a Akatsuki con estos muertos. Si nos quedamos corremos el riesgo de que nos descubran y nuestro objetivo de ser discretos se iría al traste. Seguiremos nuestro camino y pararemos esta noche, entonces podrás bañarte. -Hidan escupió un bufido y Kakuzu se dio la vuelta mirando a Ino con el rostro endurecido - ¡Vámonos! -en ese momento Kakuzu observó un pequeño destello detrás de Ino.

Agudizó rápidamente la vista y vio que el ninja que atacó a Ino aún no estaba muerto del todo. Quemado y malherido, había conseguido apoyarse en uno de sus brazos y con la otra mano sujetaba una pequeña cerbatana. El destello que percibió Kakuzu pertenecía al arma arrojadiza que brillaba dentro de dicho instrumento. En un rápido movimiento le quitó el kunai a Ino de la mano y la lanzó a un lado en un acto reflejo. La aguja iba a impactar contra él, pero desvió esta con el kunai. Después, casi inmediatamente acorazó su brazo y lo impacto contra la cabeza del chico, enviándolo definitivamente al otro mundo.

- ¡No lo habías matado, grandísima idiota! – dijo Kakuzu regañando a Ino.

- Yo creía que… -se quedó callada mirando el pecho de él - …Kakuzu… tienes… -dijo ella señalándose en la zona izquierda del pecho.

Kakuzu miró la zona donde la chica le había señalado. Tenía una aguja clavada en el pecho. Esta era muy fina, pero de una longitud bastante alta, que rozaba los 15 centímetros. Cogió la aguja y se la quitó.

- ¿No se supone que la habías desviado? -dijo Hidan

- Un mecanismo doble, pones dos agujas juntas de tal manera que una de ellas se desdoble en un momento dado del lanzamiento, así el enemigo no la ve… -dijo Ino sentándose en el suelo.

- Como si una simple aguja pudiera hacerme algo. Vámonos de una vez -dijo Kakuzu avanzando hasta donde había tirado su capa y poniéndosela.

Entonces Kakuzu fue dirigiéndose hacia el límite norte del oasis para retomar su camino. Sin embargo, Ino aún continuaba sentada en el suelo. Desde el momento en que Kakuzu cogió su capa de Akatsuki había notado algo raro en su forma de caminar. Cuando empezó a avanzar hacia el norte, sus andares comenzaron a volverse pesados y tambaleantes, y, unos segundos después el propio Kakuzu se desplomó en el suelo. Tanto Hidan como ella se sorprendieron. Ino corrió inmediatamente hacía él, seguida por Hidan. A duras penas dio la vuelta al pesado cuerpo de Kakuzu. Cuando lo hizo, miró lo que había hecho que se desplomara. Tenía fiebre y sus corazones palpitaban más deprisa de lo normal.

- ¿¡Qué diablos le pasa!? -dijo Hidan justo al lado de la rubia.

- Le han envenenado…

- ¿¡Qué!? ¿Cómo?

- La aguja… esa aguja tenía veneno.

- ¿Y qué vamos a hacer? -dijo Hidan con los ojos abiertos como platos.

- Aquí no podemos hacer nada. Podría intentar curarle, pero aquí no puedo. Carezco de los materiales necesarios. Hidan, ¿Akatsuki tiene alguna guarida cerca de aquí?

- Esta la subterránea a la que hemos ido…

- Esa está demasiado lejos y desconozco el tipo de veneno y sus efectos. Además, esa guarida está prácticamente abandonada. Tiene que ser un sitio en el que pueda atenderle. ¡Piensa Hidan!

- ¡Ya estoy pensado, maldita sea! -se hizó un pequeño silencio, en que Ino se puso a observar los síntomas de Kakuzu para intentar estabilizarlo. De repente Hidan habló - ¡Espera! Kakuzu y yo fuimos hace un año al país de los Ríos, por lo visto me dijo que tenía que cerrar la compra de un pequeño centro de operaciones de la organización, una especie de laboratorio o algo así.

- Bien, eso servirá. ¿Dónde estaba exactamente? -Ino hablaba mientras utilizaba sus jutsus médicos para estabilizarlo.

- Esta cerca de la frontera con el país del viento, a unos 70km más o menos.

- Entonces no tenemos tiempo que perder, carga a Kakuzu Hidan y vámonos, ¡deprisa! -dicho esto Hidan cargó a Kakuzu.

Ino le echó un último vistazo. Kakuzu tenía una expresión de intranquilidad y comenzaba a sudar y temblarle su habitual ceño fruncido. Antes de que Hidan lo cargara, lo estabilizó inyectándole una especie de suero, que, aunque no impidiera que el veneno se extendiera, si retrasaría en mucho su avance. Inmediatamente se pusieron en marcha, no pararían y más les valía que no se encontraran a nadie que los retrasara. Ino no estaba dispuesta a rendirse, no permitiría que Kakuzu muriese.

EN LA ALDEA DE LA ARENA…

Temari ya estaba preparada para partir como apoyo para la Hoja, en cuanto Gaara la llamara para dar su consentimiento y explicarle las casi seguras condiciones que los consejeros habrían puesto a su salida. Estaba preparando su bolsa ninja, una vez terminó, se acicaló para ir a ver a Gaara y sin más, abandono la sala. Recorrió los pasillos, pensando en lo raro que era que su hermano, con lo escrupulosamente responsable y puntual que era, se hubiera olvidado de su pequeña tertulia. Llamó a la puerta y tras escuchar la afirmación del dueño del despacho, entró.

- Gaara se supone que ibas a decirme lo que los consejeros habían decidido con eso de ir hasta la villa de la Hoja y mostrar apoyo a sus ninjas. Yo ya estoy lista y esperando confirmación, tal y como Kankuro.

- Lo siento Temari, pero esa misión no se llevará a cabo.

- ¿¡Qué!? ¿¡Pero tu dijiste…!?

- Las cosas han cambiado Temari, me temo que no será posible. No voy a dejar que Kankuro y tu corráis peligro, así que no ireís a la Hoja. Otros se encargarán de ello.

- Gaara, ¿Qué estás diciendo? ¿Dijiste que convencerías a los consejeros de que dirigiríamos el escuadrón? – dijo Temari alzando la voz.

- Se lo que dije, pero lo he pensado mejor y así se hará.

- ¡Pero, Gaara, no puedes...!

- Pero nada Temari, yo soy el Kazekage y lo mejor para la villa es no mezclarse con la villa de la Hoja. Es una orden, os quedareis aquí. ¿Lo has entendido? -dijo Gaara con las manos apoyadas en la mesa.

Temari lo miraba fijamente a los ojos sin entender como su hermano había cambiado de opinión tan rápidamente en tan solo un día. Decepcionada y frustrada, suspiró y miró a la mesa, sin embargo, su cara cambió al observar un pequeño matiz que presentaba Gaara.

- Claro Gaara, tu eres el Kazekage. Obedeceré tus órdenes. -le hizo una pequeña reverencia y salió del despacho a toda prisa – (Tengo que hablar con Kankuro…)

EN LA BASE DEL PAÍS DE LOS RÍOS…

Los akatsuki ya habían llegado hace escasos minutos a la base de la que había hablado Hidan. Este la había conducido al laboratorio con presteza, al mismo tiempo que cargaba con Kakuzu. La rubia se había dado cuenta que, durante todo el viaje, ambos habían utilizado su chakra para acelerar el paso y, además, Hidan había cargado a Kakuzu durante todo el tiempo, pues este era demasiado pesado para ella. Sin embargo, en ese momento, ambos sujetaban conjuntamente a Kakuzu para repartir el peso y lo llevaban entre los dos, con Hidan a la izquierda e Ino a la derecha. Una vez en el laboratorio, colocaron a Kakuzu en la camilla más cercana.

Ino observó los estragos que el envenenamiento había causado en Kakuzu. Su aspecto era mucho peor que antes. Su cara era ojerosa y pálida, estaba perlado en sudor y se convulsionaba de vez en cuando. Además, su fiebre iba en aumento. Ahora Ino se enfrentaba al obstáculo de llevar a cabo una operación de extracción y neutralización de un veneno. En primer lugar, debería sacarle el veneno, pero como ninja médico sabía que no podría sacarlo todo. Por ello, necesitaría un antídoto. Una vez sacada una muestra del veneno lo analizaría para sacar el antídoto. Ya se había enfrentado antes a este tipo de situación, la única diferencia es que ya no tenía a Sakura para ayudarla. La última vez, que hizo algo así, Sakura la asesoró, enseñándole los pasos necesarios para sacar el veneno y neutralizar los efectos del mismo. Pero ahora se enfrentaba a algo muy difícil, crear un antídoto. Al fin al cabo, fue Sakura quién averiguó la composición del veneno y su opuesto, y por supuesto, también tenía más experiencia que ella porque había tenido la oportunidad, entre otras, de sanar a Kankuro del veneno de Sasori. En otras operaciones, había estado con ella, pero como una simple aprendiz. Ahora debía dar un paso las allá y ser ella la responsable de la vida de Kakuzu. No permitiría que Kakuzu muriera, no de esa forma.

- ¡Hidan, necesito que me traigas cubos de agua y otro cubo vacío, rápido! – Hidan desapareció para volver a aparecer con lo que Ino le había pedido.

- Toma… - dijo al volver con dos cubos llenos de agua. Se dirigió a un armario cercano y sacó un tercero, poniéndolo a los pies de ella.

- Muy bien, tráeme suero agujas y vendas. También necesito una cuerda.

- ¿Cuerda? ¿Para qué? -preguntó intrigado.

- La extracción del veneno es un proceso muy doloroso y no puedo permitir que se mueva. Tengo que inmovilizarlo y con la fuerza que tiene no creo que puedas hacerlo tu solo -dijo ella tocándole la frente a Kakuzu con un paño húmedo intentando bajarle la fiebre.

- No entiendo porque te tomas tantas molestias…

- ¡Aunque Kakuzu tenga cinco corazones, no le servirá de nada contra el veneno! ¡Sus corazones están conectados entre ellos, mientras los tenga dentro, así que el veneno acabará paralizándolos uno a uno! -dijo sin mirarle.

- No me refería a eso… -ella lo miró momentáneamente entendiendo lo que quería decir, ambos se miraron en silencio durante unos segundos hasta que el propio Hidan rompió el silencio – Te traeré lo que me has pedido.

Ino se quedó entonces a solas con Kakuzu y no perdió el tiempo. Acercó rápidamente una mesa corredera y puso un cubo de agua y el vacío encima para tenerlos a mano. Después se dispuso a quitarle la capa y la camiseta a Kakuzu. Si mal no recordaba, la aguja envenenada le impacto en el pecho por lo que el foco del veneno estaría en esa zona. Por su puesto, Ino no se equivocó. La zona en la que había recibido el veneno estaba color morado oscuro, un color que Ino juzgó como un mal presagio. Pero no estaba dispuesta a dejarse llevar por esos funestos pensamientos. Se recogió el pelo en un moño para que no le molestara, al mismo tiempo que Hidan aparecía con la cuerda. Este paso rápidamente la cuerda al otro lado de la camilla y entre los dos, consiguieron atar a Kakuzu. Ya todo estaba listo, debía comenzar.

Sin mediar palabra, cogió un bisturí y le hizó una raja a Kakuzu en el pecho, para poder sacar el veneno por ahí. Después, metió su mano en el agua, haciendo que se le pegara parte de ella y la colocó justo encima del pecho de Kakuzu.

- Ahora sacaré el veneno que pueda. Estate atento, es posible que Kakuzu rompa alguna cuerda -Hidan se puso en guardia e Ino comenzó con la extracción.

Inmediatamente después, Kakuzu se convulsionó violentamente haciendo temblar la camilla entera. Hidan le sujetaba los brazos mientras que Ino seguía con su labor, de repente, comenzó a salir un líquido negro que flotaba en el agua que había en la mano de la chica.

- ¿Ese es el veneno? -preguntó Hidan a lo que Ino simplemente asintió.

Repitió la operación una y otra vez, hasta que el cubo vació acabó estando llenó de veneno y agua. En un momento Kakuzu rompió una de las cuerdas y estuvo a punto de golpearla inconscientemente, pero Hidan paró el golpe y siguió con su trabajo. Estaba cansada, muy pero que muy cansada. No solo había usado chakra para llegar a la cueva y estabilizar a Kakuzu durante el viaje, sino que ahora se estaba enfrentando a una operación de ese calibre en solitario. Aun así, no permitió que las fuerzas la abandonaran, siguió adelante hasta que paró de salir veneno del cuerpo de Kakuzu.

- ¿Ya está?

- No… le he quitado todo el veneno que he podido, pero parte de ese veneno ya está en su red sanguínea y eso no puedo extraerlo.

- ¿Entonces, se va a…?

- ¡No! ¡De eso nada! – Hidan miraba sorprendido la reacción de la muchacha y ella alzó la vista de Kakuzu hacia él – Voy a preparar el antídoto. Necesito que me ayudes -Hidan simplemente asintió.

Tras poner el suero a Kakuzu y dejarlo estabilizado y con la fiebre baja, se dispuso a coger una muestra del veneno y se puso a analizarla. Le dijo a Hidan que no la molestara por el momento, que podía irse a descansar. Ella tenía que averiguar la composición del veneno y determinar que sustancias necesitaría para el antídoto. Dijo que lo llamaría en cuanto lo necesitara y que no se fuera lejos.

Pasaron las horas, Ino no había dormido en toda la noche y ya estaba bien entrada la madrugada. Continuaba descifrando los parámetros del veneno y pensando en un antídoto. Ahora entendía el quebradero de cabeza que habría sentido Sakura cuando averiguó los componentes para contrarrestar el veneno de Sasori. Pero no estaba dispuesta a rendirse, no permitiría que Sakura la superara y tampoco estaba dispuesta a dejar que Kakuzu se fuera para el otro mundo. Aún debía disculparse con él, hacerle ver que no era como Harumi. Tras una hora más de arduo trabajo, consiguió dar con una composición detallada del veneno y también con un posible antídoto. Calibró todas las posibilidades de las sustancias que había en el laboratorio y podría usar de antídoto. Por suerte, los Akatsuki estaban muy bien equipados y tenían prácticamente de todo, así que no tuvo problemas para encontrar lo que buscaba. Llamó a Hidan que estaba en la habitación continua y sin dudarlo se puso a ayudarla, acatando sin reproches las indicaciones que ella le daba. Esta era la primera vez que se sentía a gusto con el jashinista y en cierta manera no lo veía con ese odio desmesurado que sentía habitualmente hacia él. Tras unas horas más, los primeros rayos de la mañana brillaban en el firmamento, eran las seis y el antídoto ya estaba listo.

- ¿Funcionará? -dijo Hidan mirando como Ino ponía el antídoto en una aguja y sacándole el aire.

- Solo hay una manera de averiguarlo… - dijo ella mientras le buscaba la vena del brazo a Kakuzu.

Le observó momentáneamente su aspecto seguía siendo tan grave como cuando le tumbó en la camilla, sus constantes vitales estaban desestabilizadas y por debajo de los valores normales. Finalmente inyectó el antídoto. Si este no era el correcto, provocaría una reacción que empeorara exponencialmente la gravedad de Kakuzu, pero si no, regularía sus constantes vitales y las llevaría a rangos normales. Sea cual fuera el resultado, lo sabrían en cuestión de minutos. Pasaron los minutos, en el que solo imperaba el silencio. Ino miraba fijamente a Kakuzu, al principio este se movía de un lado a otro como si estuviera soñando, pero de repente dejó de moverse. Ino se acercó a su rostro. Temía lo peor. Sin poder evitarlo, agarró fuertemente la mano de Kakuzu esperando una respuesta favorable, pero no se movía. Su aspecto era muy pálido, así parecía un muerto. En un intento desesperado de alejar esos pensamientos cerró los ojos fuertemente, esperando el desenlace.

- Ino mira… -dijo Hidan señalando la pantalla.

Cuando Ino miró la pantalla, no podía creer lo que estaba viendo. Las constantes vitales de Kakuzu, estaban subiendo. Su pulso era ahora más nítido y la máquina pegó un pitido característico cuando estas llegaron a valores saludables. Ino suspiró aliviada y sonrió. Lo había conseguido, había neutralizado el veneno.

- ¡Lo he conseguido, Hidan! ¡Está hecho! Jaja…ah -en ese instante Ino sintió que todo su cansancio la golpeaba de repente y se vio a sí misma cayendo al suelo. Después todo se volvió negro.

Ino abrió los ojos cansinamente. No sabía qué hora era, pero por la poca luz que entraba por la ventana dedujo que ya era de noche. Miró al techo intentando recordar lo que había pasado antes de que se desmayara. Lo último que recordó fue estar trabajando en el laboratorio para crear un antídoto para Kakuzu y después se desmayó a causa de su cansancio. Sin embargo, no estaba en el laboratorio. Estaba tumbada en una cama, en una de las habitaciones de la organización. Estaba claro que no había llegado sola allí, alguien la había llevado y dadas las circunstancias solo podía haber sido Hidan. Al levantarse sintió un agudo pinchazo en el estómago. Estaba hambrienta. Comería algo ahora mismo, pero antes quería ver qué tal se encontraba Kakuzu. Salió de la habitación y se encontró a Hidan por el pasillo.

- Veo que ya te has despertado -dijo Hidan parándose frente a ella.

- Si así es, ¿Dónde está Kakuzu? Quiero ver qué tal se encuentra, aunque estoy segura que habrá recobrado su mal humor.

- No lo creo… -dijo Hidan mirando al suelo.

- ¿Qué quieres decir con eso, Hidan? -preguntó Ino, pero él se quedó en silencio. Entonces Ino alzó la vista por encima de Hidan mirando la puerta del laboratorio y salió corriendo hacía allí.

Al llegar al sitio, Ino abrió la puerta y entró. Entonces vio porque Hidan había dicho eso. Kakuzu seguía tumbado en la camilla, en la misma posición en la que ella le dejó. Se acercó a él algo asustada pensando lo peor, pero los datos de la máquina y la respiración de Kakuzu le confirmaron que estaba vivo. En ese momento, entró Hidan.

- Ino… -dijo Hidan haciendo que Ino se diera la vuelta para mirarlo - … tenemos que hablar. Vamos a la cocina, debes tener hambre -no esperó una respuesta de ella simplemente emprendió el camino a la cocina y ella le siguió.

Una vez allí, Hidan e Ino pusieron la mesa para comenzar a cenar. Ino le preguntaba cosas sobre Kakuzu, pero Hidan se negaba a responder hasta que se pusieran a comer, por lo que estuvieron en silencio durante unos minutos. La cena era sencilla, una sopa caliente, arroz y pescado frito. Se sentaron uno frente al otro. Hidan cogió el tazón de sopa y se lo llevó a la boca, movimiento el cual Ino imitó.

- ¿Qué está pasando Hidan? -pregunto Ino con el tazón aún en la mano.

- Después de que le inyectaras a Kakuzu el antídoto, te desmayaste y te lleve a la habitación. Era obvio que necesitabas descansar. Necesitabas recuperar todo el chakra que perdiste curando a Kakuzu. Sin ir más lejos, eres la única de los dos que sabes algo de medicina. Desde entonces Kakuzu no ha despertado.

- Bueno las recuperaciones en estos casos son bastante lentas, se necesitan entre 12 y 24 horas para despertar, así que es normal…

- Ino, ¿sabes cuantos días llevas dormida?

- ¿Qué dices…?

- Llevas tres días durmiendo Ino y Kakuzu también.

- Estas diciendo que Kakuzu lleva más de 48 horas dormido… -dijo sorprendida.

- Si.

- Eso no es normal, ¿Por qué diablos Kakuzu…?

- No lo sé, esperaba que tú me lo dijeras.

- Iré inmediatamente a verlo -dijo levantándose de la silla como un resorte, pero fue retenida por el agarre de Hidan.

- No lo permitiré. No has comido nada apenas y llevas tres días durmiendo. En tu estado no podrás hacer nada por él y volverás a desmayarte. Además, tengo más cosas que decirte.

- De que se trata -dijo mientras se volvía a sentar.

- He informado a Pein de la situación de Kakuzu. Él nos ha ordenado que, si Kakuzu no despertaba en una semana, nos vayamos a la base del norte.

- ¿Qué? Hidan, no podemos hacer eso. Kakuzu aún no se ha recuperado del veneno, aunque su vida no corra peligro está en un estado crítico, si le dejamos aquí solo, morirá.

- Ya lo sé, pero sino despierta, no podemos llevárnoslo.

- Entonces sino despierta yo me quedaré aquí con él y tu irás a la base norte y…

- No puedo hacer eso.

- ¿Por qué no?

- Porque, aunque lleves la capa de Akatsuki sigues siendo una prisionera y él líder no se fía de que te quedes aquí -ella se quedó callada con los ojos abiertos.

- ¿Tu serías capaz de abandonarle aquí?

- No importa eso -dijo mirando a su plato y luego a ella – los dos sabemos que no podemos cargar con él todo el camino, no solo porque no está en condiciones de viajar sino porque con seguridad nos toparemos con alguien y tendremos que luchar, y él solo estorbaría -ella se quedó callada con la cabeza agachada – Si lo que quieres es ayudarle, aliméntate, mantente fuerte y cúrale -Hidan miró al reloj y vio que este marcaba las doce y un minuto – tienes tres días -se dirigió a la puerta y salió dejando a Ino sola.

Ino se quedó mirando a su plato durante un rato. No comprendía que estaba pasando. Porque un hombre fuerte y cabezota como Kakuzu podía soportar estar tumbado tanto tiempo. Cuando lo vio hace una hora, estaba claro que estaba vivo, entonces no tenía sentido que siguiera durmiendo, a menos que…

- (Esta en coma…) -Ino devoró rápidamente toda la comida que le quedaba en el plato y salió disparada para el laboratorio.

Una vez allí, se acercó al lugar donde estaba Kakuzu y le miró a la cara. Su rostro había vuelto a coger el color de un vivo y por su respiración pausada parecía que se iba a levantar en cualquier momento. Esto le recordó a la escena de unos días atrás, en la que Ino fue a pedirle disculpas y acabó tocándole las suturas. Entonces él se despertó y la reprendió. Movida por ese pensamiento, paso la mano por las suturas de su boca con la esperanza de que se despertara. Al no obtener respuesta alguna, se aventuró más allá y deslizó sus dedos por el cuello del hombre. Ese mismo hombre al que tanto había odiado en el pasado, ahora la deleitaba con la dureza de sus músculos y el tacto de sus suturas. Esa misma sensación electrizante que había experimentado cuando le tocó la última vez volvió a surgir y fue esa misma sensación lo que la hizó que lo mirara con determinación, mientras le hablaba.

- Te prometo que haré que despiertes Kakuzu. No pienso abandonarte aquí -dijo dirigiendo su mano hacía la melena negra de él y apartándole algunos cabellos del rostro – tenemos un asunto pendiente.

Por supuesto que tenían un asunto pendiente, debía pedirle disculpas, debía demostrar a ese hombre que estaba equivocado y que no era ni sería nunca como Harumi. Y, sobre todo, Ino debía responder a la pregunta que le rondaba la cabeza desde hace tiempo y que solo Kakuzu podía ayudarla a encontrar la respuesta.

¿Por qué me importa tanto?