Por unos segundos…

Temprano en la mañana, el Vizconde de Chagny comenzó a buscar a mademoiselle Daaé; en su corazón parecía una eternidad, aunque la realidad era que no la había visto desde ayer; primeramente pregunto al los administradores de la Opera Popular, los cuales no pudieron decirle ni una sola palabra acerca de Christine. En el mismo momento en el que dejaba el edificio, tropezó con mademoiselle Meg Giry quien le dijo – ¡Bonjour monsieur¿Esta buscando a Christine? Si es así, no la encontrara aquí, fue a visitar la tumba de su padre; acaba de dejar la Opera en un carruaje por la puerta de la Rue Scribe.-

El no se despidió y corrió hacia calle a la cual daba la puerta principal, allí llamo a su carruaje y un paje se dirigió con presteza a los establos de la Opera, pero se encontraba tan desesperado que tomo uno que pasaba en ese momento por frente a la puerta principal indicando al cochero- A la estación de tren, por favor!…Y deprisa!- muy pronto arribo a su destino, sin embargo, ya había perdido el tren a Perros-Girec.

Preocupado e inquieto, regreso a la taquilla y pregunto por el siguiente tren. El vendedor le dijo que habría otro mañana en la mañana. Sin la posibilidad de hacer otra cosa, reservo un boleto para el tren que saldría a la mañana siguiente y regresó a casa a preparar el equipaje. No pudo dormir en toda la noche y al amanecer, salto de la cama y se vistió apresuradamente; despertó a todos en la casa, y sin tomar el desayuno salio corriendo para la estación llegando dos horas antes de la salida del tren. Mientras tanto caminaba en círculos a lo largo de la plataforma hasta que el tren dejo Paris. Preocupado por una razón desconocida durante todo el trayecto hacia Perros- Girec; ocasionalmente pensaba en Christine y el porque no le diría que visitaría la tumba de su padre. No podía entender el porque no le había dicho nada al respecto.

Los segundos parecían horas y las horas días; por la tarde finalmente arribó a la estación de Perros-Girec. Salio del tren tan impacientemente que casi tira a una mujer de la puerta del vagón, pero afortunadamente pudo esquivarla. Corrió hasta la posada y se informo de donde podría estar Christine a lo que la hostelera respondió - Fue a la iglesia para la misa de su difunto padre, monsieur!- No termino de escuchar lo que le decía la mujer, corrió hacia los establos de la posada para conseguir un caballo y apresuradamente se dirigió rumbo al cementerio.

La noche comenzaba ya a caer cuando el se aproximaba al cementerio por la puerta del atrio; lentamente las estrellas empezaron a asomarse en el cielo; desmonto en la puerta, no atreviéndose a pasar con el sobre suelo consagrado. No había nadie dentro de la iglesia dentro de la cual brillaban algunas velas reflejando las paredes y bancas vacías, causando sombra en los nichos de los santos. Repentinamente escucho a alguien cantando en el cementerio; y poco a poco olvido la verdadera razón por la se encontraba allí.

Esa hermosa voz celestial que escuchaba lo trasporto mágicamente a otros tiempos, tiempos pasados en los que el era muy joven y no tenia mas cosas en que pensar mas que en ser feliz. Y allí recordó los días de verano en las costas de Bretaña cuando solía jugar con la Pequeña Lotte. Lentamente, llevado por el sonido de la voz y por el sentir de sus recuerdos se aproximo al sitio de donde el extraordinario sonido provenía y fue cuando vio a Christine subiendo las escaleras del mausoleo de su padre. Súbitamente recordó los motivos que lo habían llevado allí —¡Christine! NO!— grito al mismo tiempo que regresaba de golpe a la realidad. Corrió tras ella intentando detenerla antes de que traspusiera el umbral de la cripta. Un gran dolor se posiciono en su pecho, sin embargo corrió, no pareciendo avanzar ni un solo paso. Sentía como si el tiempo avanzara de una manera muy lenta; percibía el sudor en su frente y manos, grito nuevamente pero ella no parecía escucharlo; la llamo con todas sus fuerzas, y se detuvo por un instante en el umbral, corrió tras ella, había puesto un pie sobre las escaleras cuando las puertas comenzaron a cerrarse detrás de ella. Raoul se estrello contra las ambas hojas de hierro de las puertas y las golpeo con los puños mientras gritaba nuevamente —Christine!— era demasiado tarde….por unos segundos y la hubiera detenido. La puerta se cerro; envolviéndola en la oscuridad absoluta, mientras el estaba parado afuera rodeado por la noche estrellada. Ahora no podría saber que pasaría con ella. "Christine mi amor…."- pensó. Trato de abrir la puerta pero todos sus esfuerzos fueron en vano. Regreso lo más pronto que pudo la posada en busca de ayuda, cuando nuevamente vio a la hostelera que le dijo rápidamente antes de que el pudiera responder- Oh Monsieur Vicomte, quería decirle que Mademoiselle Daaé ordeno su equipaje inmediatamente después de que usted saliera a buscarla. Raoul se detuvo de repente - ¿Quién vino a recogerlo?- a lo que la mujer contesto- No estoy muy segura, creo que el muchacho que trabaja en la estación del tren… - no termino las ultimas palabras de la dama y tan deprisa como le daban sus piernas se dirigió a la estación sin saber que o a quien buscaba…

En la estación encontró a un niño en su camino de regreso a pueblo; corrió hacia el y le pregunto- ¿Conoces al chico que carga el equipaje en la posada?- y el chico contesto – Oui monsieur, soy yo. ¿Puedo ayudarlo con sus valijas? Raoul le dijo en un tono urgente-¿Tu recogiste el equipaje de Mademoiselle Daaé en la posada¿Quién te mando por el¿Fue Mademoiselle Daaé?- se encontraba tan desesperado que el chico sintió lastima por el y le contesto- No monsieur, mademoiselle se encontraba indispuesta y un caballero que la acompañaba me envió a la posada por ellas; me dijo donde recogerlo y me pago bien por ello; me dijo que tenia que traer las cosas de mademoiselle tan rápido como me fuera posible; porque debían tomar el tren y era muy importante que no lo perdieran.- Raoul penso- El tren…!- y pregunto inmediatamente- ¿A que hora sale el tren de la estación?- Tomo al muchacho de los hombros y los sacudió con desesperación, el desesperado muchacho murmuro- Sale a media noche!

El Vizconde dirigió su Mirada al reloj de la estación y casi se desmaya; eran las doce en punto. Libreo al muchacho y corrió hacia la plataforma, escuchando el silbato de la locomotora. No podía creerlo, perdía el tren de nuevo. Y de nuevo grito tratando de detener el tren, pero igual que antes, fue en vano.

------- Saguitaria: Disculpas por tardar en actualizar, pero me esta costando un poco la traducción, espero te guste...