No supo si fue suerte o coincidencia, pero estando corriendo a varios estados de distancia del taller de su amigo y hermano, vio a medio despegue la armada de Eggman, preparándose hacia un nuevo ataque. No era a gran escala como otros. Tal vez era un fin de semana de relajación para la maquiavélica mente del Doctor Eggman.

Temiendo que cualquier daño surgiera de su ataque, subió a la flota que se elevó inmediatamente y, esquivando las adversidades de uno que otro badnik, llegó hasta el centro de la estación y allí se presentó ante su enemigo mortal con su característica sonrisa. Eggman desde su vehículo volador no perdió tiempo y gritó con llamas ardiendo en los ojos:

— ¡Ahora, Metal! — Llamó con orgullo a su antigua creación.

Metal Sonic salió de uno de los cientos de pasillos de la nave y de inmediato escaneó cada parte del cuerpo de Sonic y, según ordenes de programación escritos en su código, siguió cada palabra de pies a cabeza. Amplió todo lo del Sonic actual. Absolutamente todo.

Se desplazó hacia su enemigo de carne y hueso. Voló hacia él con la única mentalidad de destruirlo y convertirse en el único y sinigual Sonic. Voló hacia el punto de una gran biga de la nave, chocándose. Su sistema de orientación falló.

¿Un fallo en él? ¡imposible! Recorrió este pensamiento en su mente digital. Voló de nuevo hacia su eterno enemigo señalado; y de nuevo este no tuvo que evadir ningún ataque porque Metal los fallaba todos descomunalmente. Caí, tropezaba; sus circuitos enloquecían: "¡Error! ¡Error! ¡Error! Las palabras aparecían en la pantalla que eran sus ojos.

— Pero, ¿Qué te pasa pedazo de chatarra? — Preguntó indignado ante la poca eficiencia de su creación autómata.

— Hizo una copia de mí. Hizo una copia de mi estado actual y aumentó todas las características.

— ¡¿Y eso qué?! — Indagó furioso, golpeando el panel de su vehículo volador personal.

— Eso incluye lo malo. — Exclamó Sonic.

Pasmado Eggman, el gran genio, no entendía que quería decirle. Sin un contexto claro, podía pensar mil repuesta a esa afirmación y ninguna le satisfacía.

— ¡Estoy muriendo! — Declaró molesto Sonic, borrando su sonrisa, ante la mirada de dudas del doctor.

— Tus estrategias para detenerme son más ridículas cada…

— ¡Maldita sea, cara de huevo! ¡Mi fin está cerca! — Informó molesto, sobándose la cabeza.

Nuevamente el dolor punzante del que le advirtieron volvía en el peor momento.

— Yo ya no estaré aquí pronto.

Silencio entre los dos. Los badniks a lo lejos apuntaban a Sonic, a la espera de una orden de su amo.

— No habrá nada que me detenga. Tendré vía libre, Pero, ¿qué sentido tienen ganar si no puedo echarlo en tu cara? — Dijo al fin Eggman al ir aceptando la declaración de su enemigo.

— Casi dominas el mundo con ese compañero Infinite. Y aun así eso no te bastó.

— Tú estabas en mi poder, ¿recuerdas? — Recalcó Eggman, creándose fugazmente en su mente las imágenes de aquel evento. — Día tras día me burlaba de tu ineficiencia ante mi última creación. Más te negabas a rendirte. Tu fe en tus amigos fue mayor que el mundo inclinándose a mis pies.

— Con o sin mí, ellos seguirán y nunca se rendirán. — Mirando hacia el cielo azul, Sonic Sonrió de nuevo. — Puede que el mundo parezca perdido, y la esperanza se desvanezca, pero ellos se alzaran y no dejaran que gane el mal.

Finalizando este discurso de confianza y fe, Sonic sabía que este mundo nunca peligraría. Siempre habría héroes que la iban a cuidar (y no solo sus amigos).

— Mírame a la cara y dime que no mientes.

Sonic hizo lo que él le pidió y lo vio a la cara, donde sus miradas chocaron.

— No te miento.

Basto oír estas palabras salidas de la boca del erizo cuyo tono de voz era desesperanzador para entender la cruda realidad que vendría después.

— Antes de tu llegada, yo no tenía un rumbo fijo. Me gustaba destruir aquí y allá, pero las fuerzas militares de cada país eran ineficientes. Ni G.U.N podía darme la talla. — Sonreía maliciosamente, recordando como nadie podía detenerlo cuando se convirtió en un ser conquistador.

El vehículo volador bajó a gran velocidad hasta el suelo metálico. Chocó dejando tras de sí un estridente sonido. Eggman salió ileso, pero parecía darle poca importancia a lo sucedido.

— Mas tú. Un tonto erizo, dañabas mis planes una y otra vez. Eso me dio la motivación de conquistar en base a tu intentes por detenerme. Siempre espero ganar, pero si falló ya pienso en como destruirte la próxima vez. Un círculo vicioso del que era adicto y me negaba a salir. Me niego a ello. ¡Me oyes! — Gritó con todas sus fuerzas frente a su rival. — ¡ME NIEGO A SALIR DE ESA VIDA!

Perdidas en el aire, sus palabras se apagaron. Solo le quedaba una cosa por expresar:

— Adiós, Sonic.

Tiró sus oscuras gafas al suelo. Vio a su eterno rival a la cara, desvalido, débil, inútil. Ya no era lo que una vez quiso enfrentar. Susurró algo para sus adentros (una disculpa, tal vez); caminó hasta el borde de la nave y solo se lanzó al vacío, extendiendo sus brazos como un avión o un pájaro. Sonic no corrió. Sonic, él héroe no pudo hacerlo. No pudo evitar la terminación propia de su más grande enemigo. Llevaba ciego por al menos dos minutos (no una ceguera total, solo una que difuminaba su contorno — a Eggman solo lo notaba como una mancha roja ovoide—).

— Adiós, Eggman. —Dijo Sonic a la nada, triste.

Arrodillado, rezó una plegaria pidiendo, suplicando volver a ver bien. No era su momento para morir. No hasta que todos aceptaran completamente si final cercano.

Si hubo o no una fuerza más allá de la vida, Sonic agradeció volver a ver con normalidad y correr a gran velocidad. El viento chocaba contra su cara, las púas se deslizaban en contra de esta fuerza que envolvía su cuerpo. En su mano derecha arrastraba con las pocas fuerzas que le quedaban a su copia mecánica. Su mente formulaba una idea, pero necesitaba estar seguro primero.

Detrás de él todo comenzó a explotar de pronto. Toda la creación que debió tomarle semanas (y cuyos materiales siempre eran una incógnita de su obtención) se volvía un montón de chatarra sin valor. Quizás un código de autodestrucción ligado a su vida. Orbot y Cubot volaban cerca de él, imitándolo, huyendo de la destrucción definitiva de la armada. Ellos, al no ser tan malvados por naturaleza, no se lo pensaron mucho al salvarlo a él y a su "hermano".

— Gracias. — Agradeció Sonic una vez en tierra.

— Creo que iremos por el mundo. Nunca teníamos la posibilidad de ver las cosas antes que el doctor las destruyera. — Exclamó Orbot.

— Sí, vamos de turismo. — El entusiasmo se notaba a leguas por parte de Cubot.

— Disfruten del mundo. Es bello cada rincón. — Avisó Sonic.

— Lo haremos. — Dijo Cubot. — Sentimos que llegue tu final tan pronto.

— Exacto. Creemos que, aunque eras nuestro objetivo a destruir, te merecías vivir más. — Recalcó Orbot.

— Les agradezco esas palabras, chicos.

Los dos se fueron, moviendo su vehículo de un lado hacia otro. Hasta que sus voces se apagaron, no paraban de discutir si ir al este o al oeste en esta época del año. Oírlos discutir sacó unas risas en el erizo.

— Volvamos con los demás. — Se dijo a sí mismo, tomando camino a la casa de Tails.


Había negación en el ambiente. Rouge no apartaba la mirada de la copia metálica del gran azulote (como ella le decía de cariño al erizo). Tanto enfrentamiento con él no dejaba dudas de que nada bueno podía salir de esto. Pero Sonic no creía esto. Veía esperanza y paz donde otros solo veían destrucción.

— Está listo. — Avisó Tails.

Desconectó de la cabeza del clon mecánico un cable que iba a su computadora.

— Seguro que al activarlo no tratará de destruirnos ¿No se transformará en un gigante monstruo y buscará devorarnos? — Indagó Rouge con una mirada de sospecha hacia Metal Sonic.

— Toda esa programación fue depurada de su sistema. Solo queda su código principal, junto con su libre albedrío.

Oprimiendo un botón, Metal Sonic se activó. Sus ojos cibernéticos escanearon el lugar. Vio la cara conocida de todos los presentes. Enfrentamientos pasados seguían guardados en su disco duro, pero ahora no tenía intención de atacar. No había que hacerlo. Los comandos que le obligaban a intentar destruirlos ya no estaban. Las líneas de códigos que eran parte de su esencia ya no estaban más.

Miró al ser del que se inspiró su apariencia. Lo miró y dijo con un tono de voz cibernético:

— Estás muriendo.

— Muy acertado. — Con tono de burla Sonic confirmó la declaración.

— ¿Dónde está el doctor? — Preguntó con tono inquisitivo.

— Ya no está. — Dijo Sonic, apartando la mirada con culpa.

Metal Sonic captó las señales gracias a sus datos sobre lectura corporal. Su creador estaba muerto, su vida había acabado.

— ¿Qué quieres de mí? — Preguntó.

Intentaba comprender la lógica del porqué fue encendido. ¿sin el doctor, él prácticamente no podía ser traído de vuelta a la "vida" y sería una amenaza menos para él mundo?

— Te pido que tomes mi lugar. — Expresó Sonic.

Todos los demás se sorprendieron al oír esta rara petición.

— Negativo. — Respondió tajante. — Solo puede haber un Sonic.

— Tu código aún te permite elegir el camino que quieras de aquí en adelante. — Trató de convencerlo. — Ya no tienes que recuperar quien eras antes. Ya no tienes que tratar de seguir los planes de nadie más. — Buscó apelar a su lado bueno (si lo tenía).

— Soy libre. — Exclamó Metal Sonic.

— Hay mucho bien que puedes hacer. Eres una parte de mí, teóricamente. — Soltó una leve risa. — Por eso te pido que continúes haciendo lo que yo hacía.

Metal procesó las palabras y, entre diagramas de flujo y graficas de probabilidades, se creaban múltiples opciones y resultados.

— Quieres que salve a otros, pero…— Se silenció y miró a todos los presentes. —… tomar el camino del mal nuevamente no me es difícil. Tomar ese camino sería fácil. Sin Eggman y sin ti, este mundo puede ser un mundo de acero y maquinas.

Todos se pusieron en posición de ataque. Aún desarmado a medias, seguía siendo una amenaza de nivel muy alto.

— ¿Realmente quieres eso? — Preguntó Sonic.

— No. — Respondió sin titubear, con un tono que se podía considerar cerca a la sinceridad.

Metal Sonic se paró y caminó hacia la puerta.

— No prometo ser un héroe. — Expresó. Giró la cabeza y miró a su antiguo enemigo. — Pero juro que no tengo interés en conquistar más este mundo.

— Metal, sé qué harás lo correcto.

No dijo nada ante las palabras de Sonic y, sin despedirse, salió y se fue volando sin rumbo fijo. Ahora su mente se hacía una pregunta de cuál será su devenir.


Luego de la salida de Metal Sonic, los amigos de Sonic prometieron guardar silencio acerca de la pronta defunción de su amigo. Todos dejaron las respectivas obligaciones de sus trabajos o misiones para estar con él; no para cuidarlo como enfermeras o doctores, sino para compartir los pocos momentos que quedaban.

Sin embargo, a pesar del silencio, Elise the Third, la joven princesa de Soleana, apareció pocos días después de la noticia para despedirse en persona. Cogió de improvisto a todos con su presencia en el taller de Tails. Nadie había dicho nada; ninguna palabra salió de sus bocas y temían las represalias o las acciones que muchos villanos considerarían si la noticia sobre la inminente muerte de Sonic se esparcía por todos lados.

Ella, sin perder la calma, informó que no tuvieran miedo. Estando en su hogar volvió a tener una visión. Esta le mostró la situación y sabiendo lo valioso del tiempo, voló al país de forma anónima para poder encontrase con ellos. Habló con él en privado. Fue una charla no muy larga, que no le tomó más de dos horas del día. Lamentaron ese triste destino irónico. Morir dos veces en dos líneas temporales distintas. Las Emeralds lo trajeron una vez, pero el costo pudo ser mayor del que tal vez imaginaban.

Elise se preparó para despedirse, dándole un beso. Un dulce, amoroso y suave beso en la frente, calmando casi mágica y temporalmente su dolor que poco a poco se volvía perpetuo en la cabeza del erizo.

— ¿Segura que no querías darme otro beso en los labios? — Bromeó recordando como ella aquella vez, después de recibir el impacto de Mephiles, ella suplicaba volver al mundo de los vivos.

— La Elise de ese tiempo vivió apartada de todos, encerrada en un hogar con la única idea de guiar a un pueblo. Cuando te vio, un espíritu libre, no pudo evitar enamorarse del deseo profundo de su corazón; enamorarse de la libertad. — Hizo una pausa, tomando aire. — La Elise, cuya llama de Solaris fue apagada, ahora vive sin la pérdida de su padre. Vive libre de un peso. Vive rodeada de amigos de su edad y hasta tiene un novio espectacular. — Informó, sonrojándose levemente las mejillas. — Te llevaré en mi corazón Sonic, pero como un gran amigo que estuvo ahí cuando yo más lo necesité.

Brotando de sus ojos, las lágrimas comenzaron a escurrirse, arruinando su lindo maquillaje. Parecía una época tan lejana que ella no pudiese llorar sin consecuencias desastrosas; y ahora no podía detener las gotas que demostraban el dolor que sufría.

— Elise, sonríe. — Dijo Sonic.

Como déjà vu, Elise sonrió, limpiando su cara con un pañuelo se quitó su maquillaje y rio un poco. Habló con los otros amigos brevemente y les dejó en sus manos el cuidado de Sonic. No quería estar ahí demasiado tiempo. Ya había presencia su muerte.

Dos la dejaría destruida.