Los segundos se volvieron minutos. Los minutos en horas; las horas en días y los días en semanas. Sonic necesitaba más medicamentos para soportar la presión que su cerebro ejercía en él por culpa del tumor. Perdía la fuerza en momentos. Agradecía que los cambios de humor, notable en muchos pacientes, no tenían aparición en él. Aborrecía la idea de tratar a sus amigos muy mal y que la imagen de loco o desquiciado fuera el ultimo recuerdo que tuvieran sobre él en sus memorias.

Aunque muchos le pedían no salir, él no podía evitar su naturaleza acelerada. Corrió y lo que en otro tiempo le hubiera tomado segundos en atravesar ciudades y condados del país, ahora le fueron minutos de agobiante cansancio tomando descansos prolongados entre kilómetro y kilómetro. Pero no se detuvo, continuó hasta llegar a un vasto campo de hierba verde y bella, donde se acostó y miró al cielo azul. Algunos pajaritos flicky que pasaban de casualidad lo miraron y, reconociendo a su héroe, volaron hacia a él, aterrizando y rodeándolo, abrigándolo con sus alas. No se sabría ciencia cierta si la carga que llevaba en sus hombros quebró al fin su conciencia, pero Sonic ya no pudo aguantar más sus sentimientos reprimidos. Lloró como nunca antes; lloró jadeante y descontroladamente, respirando muy deprisa y gimoteando. Entre sus lágrimas se escapaban las preguntas del porqué tenía que irse tan pronto. Entre esas gotas saladas que brotaban de sus lagrimales le dolía pensar en sus amigos; le dolía como él mundo que tanto salvó no podía hacer lo mismo por él. Quería maldecir al destino por esta mala jugada.

Más, aun dolido y quebrado, él nunca cambiaría la vida que tuvo. Tantas aventuras en tan poco tiempo. Tantos lazos de amistad forjados debido a las situaciones que tenía que vivir al límite. Todas las vidas que salvó directa o indirectamente cada vez que usaba las Emeralds. Ambos sentimientos chocaban, más sabía que siempre elegiría el bien común antes que su egoísta supervivencia.

— Sonic. — Oyó su nombre susurrado con un tono desgarrador.

Saliendo de sus pensamientos angustiosos, miró a Amy quien no paraba de llorar igual que él. ¿Cuánto tiempo estuvo ahí observándolo? Quién sabe.

Se levantó, haciendo que los pajaritos siguieran su vuelo. Corrió hacia ella y la abrazó fuertemente. Lloró sobre su hombro minutos eternos antes de poder decir:

— Perdóname. Perdóname por no ser alguien que exprese mis sentimientos. — Dijo, mientras acariciaba el rostro de la joven eriza.

Amy sonrió, limpiándose las lágrimas. Su sonrisa era una luz más grande que el sol que los iluminaba.

— Sonic. No tienes que pensar en eso. — Dijo ella, excusándolo. — Yo te amo tal como eres. Sé que el amor que te daba solo era en una dirección. Ahora veo que tal vez era yo la que no entendía que tú nunca podrías tener sentimientos hacia…

— Te equivocas. — Reaccionó sorprendida cuando este la contrarió sin siquiera dejarla terminar de hablar. — Yo quiero que sepas que sí sentía algo por ti. — Declaró, acariciando ahora la mejilla de ella. — Sí tenía, pero era difícil mostrarme de otra manera.

No pudo ocultar más y continuó declarando sus sentimientos.

— Cuando otros no nos ven tus llegas de la nada; me abrazas y besas mucho antes de yo poder escapar. Pero, realmente me gustaba sentir esas muestras de cariño. — Confesó, sonriendo. — Es hora que yo devuelva lo mismo que tú me diste tanto tiempo.

— Sonic…— la voz de Amy se quebraba al sentir un beso entre lo cálido y frio de su amado.

Oprimiendo unos botones en el brazalete comunicador (del que posiblemente usó ella para saber su ubicación) una tonada de radio se escuchaba.

— Amy Rose, me concede el honor de esta pieza.

Al ritmo lento de la melodía en la radio bailó junto con ella. Se abrazaron y se movieron por todo el basto campo. Era sorpresa para ella ver que Sonic supiera bailar; y lo hacía muy bien, como un profesional (no era en vano para él observar a otros mientras se recostaba en muchos festivales a través de su recorrido por el mundo. Su memoria muscular le avisaba como moverse).

Así estuvieron toda la tarde, deteniéndose de vez en vez para él recuperarse del dolor de su cabeza. Ella quiso detenerlo muchas veces; quiso que descansara, pero no. Él buscaba recompensarle todas las veces que buscó su amor y él solo huyó. Él le daría este gran regalo.

Al final, esa noche, ya de vuelta en el taller de Tails donde todos estaban encantados de verlo llegar y algo sorprendidos de estar tomados de la mano, fueron al cuarto especial hecho para sus necesidades y, allí los dos, se acurrucaron en la misma cama como pareja, Sonic le preguntó a ella como estuvo su día. Ella soltó carcajadas ante tal pregunta, expresando que pasó el día con un encantador erizo que la hizo sentir muy especial. Ambos rieron y, entre más charlas y preguntas triviales, se quedaron dormidos.

El subconsciente de Sonic se preguntaba si algún día ella lograría encontrar alguien más. Había odio decir por parte de ella una vez como un chico llamado Dexter intentaba con finales tristes cortejarla. Si él era real, ojalá ella le permitiera entrar en su corazón, como él lo hizo con ella. Deseaba que fuese feliz.


Ya no quedaba mucho. El lapso de tiempo ente pitido y pitido era mayor. Los datos reflejaban la condición casi terminal del gran héroe del planeta. Dormía la mayor parte del día para no sentir dolor. En este tiempo antes del final trató de buscar el significado de la vida entre libros que le traían para pasar el rato cuando quería un poco de tiempo a solas. Pudo comprender mucho y gracias a ello charló con tono filosófico con varios de sus amigos. Algunos podían replantearte argumento sobre el más allá; otros, por el contrario, solo se rascaban la cabeza. El tema de la muerte nunca hubiera pasado por sus cabezas si no fuese por este lamentable hecho que vivían y no sabían que contestar.

Pero ahora, ya no importaba. Ahora solo era quedaba una opción; solo quedaba despedirse.

Uno por uno se acercaron para dar su último adiós. Unos no dijeron nada, solo tomaron su mano y asintieron. Otros lo abrazaron y le prometían que nunca lo olvidarían. Era tiempo de

— Señor Sonic. Yo lo extrañaré mucho. Gracias a usted yo pude recuperar a mi mamá. — Dijo Cream, sin poder aguantar más las lágrimas.

— Sin ti. Mi pequeña hubiera crecido sin madre y padre. — Expresó la madre, también entre lágrimas de dolor.

— Grandes o pequeños, salvar a todos es mi misión. — Dijo sonriendo, buscando calmarla. — Sé una buena conejita y cuida a tu madre, ¿me lo prometes?

— Sí, señor Sonic. Lo prometo.

Cream y Vanilla se alejaron un poco, dejando paso a la joven princesa que se posó a un lado de la cama y tomó su mano.

— Sonic, sabes cómo era yo. Distante, alejada del mundo y de cualquiera que buscara entablar. — Expresó Blaze con los ojos llorosos. — Indirectamente me mostraste que abrirme a la amistad era un camino que yo tenía que aprender. Todos hablaban de ti como alguien increíble y asombroso. Sin ti, sin la gente que te conoce, yo aún estaría sola.

— Además, no podemos olvidar la gran batalla que me diste. Creí sentir que perdería. Qué bueno que gané al final.

— Que yo recuerde, fui yo la ganadora. — Refutó, confundida. Pensó Blaze un poco de esa ocasión hasta que pudo continuar. — ¿Cuantas batallas tuvimos ese día?

— Las suficientes. — Declaró, riendo.

Ella también rio un poco.

— Te extrañaré. — Terminño de decir, abrazándolo.

Silver se puso en el mismo lugar de Blaze. Había dolor y agonía en su mirada. Se notaba muy dolido, mirando al suelo con vergüenza.

— Aunque soy del futuro, nunca pensé en observar los registros sobre ti. De haberlo hecho, tu pudiste…

— No. No lo creo. — Sonic buscó calmar al alma atormentada del joven erizo gris plateado. — Tú mismo dijiste una vez que saber mucho del futuro era peligroso. Saber mucho, y usar esa información con fines egoístas, puede provocar más daño.

— Gracias por todo lo que has hecho. — Dijo Silver, llorando.

— Y yo a ti por todo el sacrificio que haces para proteger el futuro. — Le indicó Sonic, levantando con esfuerzo su brazo, cerrando el puño y mostrándole el pulgar levantado.

Silver necesitó la ayuda de Blaze para poder alejarse de la cama. En una esquina, lloró sobre el hombro de la felina lavanda.

Amy caminó hacia él con esfuerzo. Cada paso sus piernas se volvían gelatina, sin control. Llegar a su lado y despedirse lo volvía definitivo. Ya él no existiría más. Pensaba subconscientemente, pero la otra parte de ella le dio las fuerzas para no abandonarlo. Para decirle adiós.

— Ahora y siempre, nunca dejaré de amarte. — Dijo, acercándose a su rostro.

— Y yo tampoco dejaré de hacerlo. — Y allí, le dio el último beso de su vida. — Se feliz y encuentra a alguien y forma una familia. Vive lo mejor que puedas y permite que tu corazón vuelva a amar.

Ella asintió y sonrió. Su sonrisa le doy calidez a su frio cuerpo.

— Lo haré.

Prometiendo cumplir dicha promesa, Amy se unió junto a los demás en un coro de llantos que no podían retener.

Knuckles se acercó y sin titubeos dijo:

— Te vi como enemigo. Siempre pensaba que traías problemas a mi tranquila isla y lamento ser un tonto al dejarme engañar por Eggman tantas veces. — Su voz, aún firme parecía ceder a un incontrolable deseo de llorar. — Pero, aun así, disfruté de cada aventura. Me mostraste que lejos de mi hogar aún se encontraba un mundo inexplorable que podía divertirme.

— Oye, viviste tanto tiempo solo, apartado del mundo. Nadie puede juzgarte por esa inocencia en creer lo primero que te digan.

— En mi isla, un mural se levantará junto con la historia de mi gente y en ella tu estarás para que, cuando todos nos hallamos ido de este mundo, nunca olvide que estuviste aquí y fuiste un gran héroe y amigo.

— Gracias, Knuckles.

Knuckles fue con el resto y dejó de Rouge lo abrazara. El intento de Knuckles por no llorar falló al acompañar al resto de sus compañeros en lo mismo.

Ahora, solo quedaba uno por hablar. El más importante de todos: Tails.

—No podré seguir. — Indicó inmediatamente viéndolo a los ojos, secándose las lágrimas.

— Si lo harás. Maduraras y tendrás una larga vida. — Dijo Sonic. — Serás un increíble científico que ayudará al mundo con tus inventos.

— Hay mucho que debíamos hacer. Muchas cosas por disfrutar. ¡No es justo!

— La vida nunca es justa. Te pueda dar. Te puede quitar. — Dijo moviendo los dedos para que Tails se le acercara más. — Solo podemos decir: fue bueno mientras duró.

Tails aun en lágrimas miró a Sonic, lo abrazó con todas sus fuerzas y dijo.

— Te quiero, hermano.

— Yo también te quiero, hermanito. — Expresó con alegría.

Sonic miró con anhelo a través de la ventana. Miró a los flicky revoloteando y cantando con alegría.

— Tails, quiero correr una vez más. — Pidió Sonic, sonriendo.

— Hazlo, Tails. Es la hora. — Dijo Amy, sonriendo.

Tails tomó las manos de Sonic y las apretujó. Giró sus colas y, volando a través de la ventana abierta, salió a gran velocidad. Se acercó lo más que pudo a la tierra, permitiendo a la mente moribunda de su amigo sentir la velocidad que tanto amaba. ¿Era una ilusión lo de correr? Sí. ¿lo sabía Sonic, quien no dejaba de mover sus piernas imitando su característico trote? Sí. ¿Importaba acaso? No. Él disfrutaba de esto.

A su lado todos llegaron. Corrieron o volaron según sus capacidades. Blaze con su estela de fuego que se disipaba sin dejar rastro ni daño. Silver volando con sus poderes telequinesis, rodeándole su aura turquesa y llevando a Vector, Amy y Vanilla. Shadow, apareció de la nada con su Chaos control, deslizándose junto a la felina y a Espio que llegaba. Rouge, Cream y Charmy volaban cerca, pero con suficiente espacio para que Tails maniobrara son miedo a chocharse con los otros.

Todos corrían con él. Todos corrían junto a él. Todos eran él, feliz de estar aquí y disfrutar su más grande pasión: la velocidad.

— Los quiero. Los quiero muchísimo. — Dijo con tono suave, casi susurrando, entre lágrimas que flotaban en el aire y con la sonrisa más grande que podía darle su rostro.

Cabeceó suavemente, cerrando sus párpados y entrando en un sueño profundo del que nunca más volvería a despertar.

Todos siguieron corriendo. Ya sabían lo que pasaba. Ya sabían que el final de la corta pero no aburrida vida de su amigo terminó; pero corrieron. Corrieron hasta que el sol llegó al cenit. Corrieron cuando este se ocultó y dejó a la vista la noche estrellada más hermosa, cuyas estrellas brillaban con más intensidad de lo normal, diciendo: "esta noche tenemos a un nuevo compañero que siempre brillará para ustedes". Corrieron sobre el agua, sin permitir que las olas fuertes se interpusieran en su camino.

Corrieron cuando volvió a salir el sol y el bello amanecer reflejaba sus rayos sobre la bella isla de South Island y las praderas de Green Hill los esperaban.

EL FIN


Bueno, espero que les haya gustado la historia. No olviden dejar sus reviews y comentarles que tal les pareció.

Sin más que decir, tengan un fantástico día.