CAPITULO DOS

"Los niños que vivieron"

Hola a todos

Estoy de vuelta con el segundo capítulo, espero que les esté gustando la historia, igual sigo invitándolos a que se pasen por Wattpad si quieren conocer la historia antes de que la publique en este Leyendo los gemelos Potter.

A primera hora de la siguiente mañana todos ya se encontraban reunidos en la sala, que ahora estaba llena de sofás en color beis, donde ya estaban sentados todos los presentes. El desayuno lo habían tomado cada uno en sus habitaciones.

Pero como el día anterior, Walbura junto a los demás Black, Lucius y Severus se encontraban sentados un poco más alejados de los demás. Aunque parecían mucho más tranquilos que el día anterior, pero no muy contentos.

Los demás por otro lado, a pesar de lo que se fuera a leer, parecían un tanto emocionados ante la posibilidad de conocer el futuro.

— Bien — Dijo Dumbledore con serenidad — Creo que ahora que ya hemos desayunado podemos comenzar

— Profesor — Dijo Lily levantando la mano con un poco nerviosismo — No venían visitas del futuro

— Así es señorita Evans — Sonrió Dumbledore amablemente — Pero creo que podemos leer al menos un capitulo o dos antes de que comiencen a llegar las visitas. ¿Alguien quiere leer?

Todos intercambiaron miradas, por parte de los Slytherin, parecían tener suficiente con solo escuchar la lectura, así que tener que leer parecía peor aún. Por otro lado, los demás parecían un tanto nerviosos ante la idea de comenzar a leer el futuro.

— Lo hare yo — Dijo McGonagall desde el sofá en que estaba sentada

— Gracias — Sonrió Dumbledore a la vez que un pequeño atril se materializaba delante de la profesora, hasta donde el profesor levito el libro

— De acuerdo — Dijo la profesora McGonagall acomodándose los lentes — El capítulo se llama Los niños que vivieron

A pesar de todo, el título del capítulo no parecía especialmente reconfortante para los presentes, mucho menos para Lily y James, después de todo era su hijo el que relataba la historia.

El señor y la señora Dursley…,

— ¿Qué diablos tenemos nosotros que ver en todo esto? — Exclamo Petunia con una mueca de poco amigos

— Lo sabremos si permites a la profesora seguir leyendo — Dijo Esteban seriamente

que vivían en el número 4 de Privet Drive, estaban orgullosos de decir que eran muy normales.

— ¿Normales? — Cuestiono Sirius confundido

— Supongo que son muggles y como dice el texto están orgullosos de serlo — Respondió Remus con obviedad

Dursley, así que Petunia se va a casar con Vernon — Pensó Lily sorprendida, tampoco le tenía mucho apreció a Vernon

Por su parte, Vernon los seguía mirando con desagrado, mientras que Petunia parecía sentirse incomoda a pesar de toda su molestia, en cuanto había escuchado su nombre sintió una punzada de que algo iría mal en todo eso. Y sus padres no estaban mucho mejor, tanto el señor como la señora Evans parecían preocupados por leer todo aquello.

Afortunadamente. Eran las últimas personas que se esperaría encontrar relacionados con algo extraño o misterioso, porque no estaban para tales tonterías. El Señor Dursley era director de una empresa llamada Grunnings, que fabricaba taladros.

— ¿Qué son taladros? — Pregunto Frank, puesto que igual que los nacidos de magos estaba muy confundido en cuanto al mundo muggle

— Son unos artefactos que usan los muggles para hacer agujeros en las paredes — Explicó Sirius, para la sorpresa de muchos — ¿Qué? No me vean así, lo aprendí en "Estudios Muggles"

— Creí que no estudiabas — Susurró Sasha divertida

Y el oji-gris la vio llevándose una mano al pecho como si le hubiera dicho lo peor del mundo, divirtiendo a la mayoría de los presentes. Mientras que Walbura y Orión veían a su hijo mayor con odio a la vez que Regulus parecía tener una mezcla de sentimientos encontrados.

Era un hombre corpulento y rollizo, casi sin cuello, aunque con un bigote inmenso.

La mayoría intento ocultar sus risas con toses fingidas, pero hubo otros —Sirius principalmente— que no tuvieron tal consideración. Mientas Vernon y Petunia se volvieron rojos de furia, Claudia y Esteban solo les vieron con preocupación, ya que estaba más que claro que no les agradaba Vernon para su hija mayor.

La señora Dursley era delgada, rubia y tenía un cuello casi del doble de largo de lo habitual…,

— Mi mujer ideal — Susurró Gideón a su gemelo, ocultando una sonrisa, que Fabián no disimulo

lo que le resultaba muy útil, ya que pasaba la mayor parte del tiempo estirándolo por encima de la calla de los jardines para espiar a sus vecinos.

— Petunia, te he enseñado que eso está mal — Reclamo Claudia en tono severo

Pero esta solo la miro con furia, puesto que pensando que todo aquello venía del futuro aún no había hecho nada y aunando el hecho de no estar nada feliz en ese colegio de fenómenos como ella los llamaba, no mejoraba su humor.

Aunque igualmente no dejaba de preguntarse que tenía o tendría ella que ver en un futuro con el hijo de su hermana.

Los Dursley tenían un hijo pequeño llamado Dudley, y para ellos no había un niño mejor que él.

— Como para todos los padres — Comentó Andrómeda viendo con una sonrisa a Nymphadora

Los Dursley tenían todo lo que querían, pero también tenían un secreto, y su mayor temor era que lo descubrieran: no habrían soportado que se supiera lo de los Potter.

— ¡Hey, que James y Lily son mejores personas que ustedes! — Exclamo Sasha muy seriamente — Lamento que sea tu hermana Lis — Susurró a la peli-roja

— Descuida — Sonrió Lily al ver como su amiga la defendía, aunque también estaba algo dolida por saber que los problemas con su hermana no estaban solucionados

La señora Potter…

— Amo como suena eso — Le susurró James a Lily, mientras ella solo se sonrojaba

era la hermana de la señora Dursley, pero no se veían desde hacía años; tanto era así que la señora Dursley fingía que no tenía hermana…

En cuando escucho aquellas palabras Lily se puso muy triste, puesto que aun albergaba una pequeña esperanza de que con el paso de los años Petunia se olvidará de sus errores de pequeña y volvieran a ser las hermanas que eran antes.

James al darse cuenta de ello simplemente la abrazo por lo hombros, mientras los padres de ambos jóvenes sonreían, más por la actitud del azabache que por enterarse que ese rencor seguía vigente en su hija mayor.

porque su hermana y su marido, un completo inútil,…

— ¡Hey, que no soy inútil! — Exclamo James a la defensiva, mientras Sirius se carcajeo pero fue callado inmediatamente ante la amenazante mirada de mamá Euphenia

— Solo eres un poco revoltoso — Dijo Augusta, sin inmutarse siquiera

— La verdad, es cierto — Concedió Euphemia, que le sonrió a la matriarca de los Longbottom, quien le devolvió la sonrisa

— ¿De qué lado estás, mamá? — Pregunto James fingiendo ofenderse

— Aquí no hay lados — Dijo Fleamont con simpleza — Pero debes admitir que eres un tanto travieso

Ante eso James no pudo refutar nada, así que solo optó por encogerse de hombros y volvió la vista a la profesora para que continuara con la lectura.

eran lo más opuesto a los Dursley que se pudiera imaginar. Los Dursley se estremecían al pensar qué dirían los vecinos si los Potter apareciesen por la acera.

— Tendrían que hacerles una visita, no crees Cornamenta — Sonrió Sirius ampliamente

— Sería una muy buena idea Canuto — Sonrió James, con ese brillo característico en los ojos

Sabían también que los Potter tenían gemelos…

— ¿Gemelos? — Pregunto Lily sorprendida

— La maldición Potter continua — Sonrió Sirius victorioso

— ¿Qué es eso? — Preguntaron Claudia y Esteban confundidos

— Por alguna razón — Explico Remus con calma —, todos los Potter tienen gemelos, por ejemplo, papá Fleamont tuvo un gemelo, y su padre una gemela, ahora James tiene a Sasha y pues debemos suponer que, Harry, si es el nombre de alguno de ellos, tiene o un gemelo o una gemela

— Dos hijos — Sonrió Lily algo sonrojada

— ¡Sí! — Gritó James emocionado, saltando a abrazar a la peli-roja

— Oh Esteban — Dijo Claudia con los ojos acuosos — Tendremos tres nietos

— Lo sé cariño, lo sé — Dijo Esteban con una enorme sonrisa

— Sasha espero que tú también nos des un par de nietos — Sonrió Euphemia ampliamente

— ¡Por supuesto que no, será una niña! — Exclamo Fleamont rápidamente

— En ese tiempo ya será toda una mujer querido — Sonrió Euphemia ampliamente, mientras la mencionada se encogía de hombros ligeramente ruborizada y un oji-gris no dejaba de verla paulatinamente

— Por favor Minnie, sigue leyendo — Dijo Sirius dejando de ver a la peli-negra

— Deje de llamarme así, señor Black — Dijo McGonagall seriamente, a lo que solo consiguió una sonrisa por parte del mencionado, resignada continuó la lectura

, pero nunca los habían visto. Los niños eran otra buena razón para mantener alejados a los Potter, no querían que Dudley se juntara con un par de niños como aquellos.

— Si ellos son igual a sus padres van a ser un completo amor — Dijo Remus firmemente

— Espero ser el padrino Cornamenta — Reclamó Sirius seriamente

— Claro Chuco, ¿verdad Lils? — Le pregunto a su novia que seguía algo sonrojada, pues asimilar que tendía dos hijos era muchos

— Lo pensaré Sirius — Respondió la peli-roja muy seriamente

Sirius abrió y cerró la boca un par de veces, lo que hizo pensar a los presentes en un pez. Pero la peli-roja no pudo aguantar más y terminó riendo, lo que provocó más la sorpresa en el oji-gris.

— ¡Cornamenta! — Exclamo Sirius poniendo sus manos en los hombros del azabache, haciendo que este lo viera de frente — ¿Qué le has hecho a la peli-roja? ¡La has convertido en una merodeadora! — Exclamo moviendo al azabache adelante y atrás

— Eh, que Lily también puede hacer bromas sin necesidad de ustedes — Dijo Alice con una leve sonrisa

— No puedo creerlo — Dijo Sirius que veía a la peli-roja como si nunca la hubiera visto

— Ahora que lo pienso — Dijo Lily ignorando por completo la mirada del oji-gris — Si tendremos dos hijos, Remus puede ser padrino de uno de ellos

— Pero mi….

— Ya te lo dijimos — Suspiró James dándole palmaditas en la espalda al castaño — No nos importa tu P.P.P, así que mejor aceptas o Lils se encargara de eso

— Bien — Susurró Remus algo sonrojado, aunque no podía ocultar su sonrisa — Gracias

Nuestra historia comienza cuando el señor y la señora Dursley se despertaron un martes, con un cielo cubierto de nubes grises que amenazaban tormenta. Pero nada había en aquel nublado cielo que sugiriera los acontecimientos extraños y misteriosos que poco después tendrían lugar en toda la región.

— Magia — Susurraron Gideón y Fabián cruzando miradas

El señor Dursley canturreaba mientras se ponía su corbata más sosa para ir al trabajo, y la señora Dursley parloteaba alegremente mientras instalaba al ruidoso Dudley en la silla alta. Ninguno vio la gran lechuza parda que pasaba volando por la ventana.

— Pero que irresponsables — Se auto interrumpió la profesora McGonagall

— ¿Qué sucedió para que pasará eso? — Pregunto Andrómeda a nadie en específico

Pero todos compartían su inquietud, por más que pensarán en un motivo por el cual las personas resultaran tan descuidadas, les era imposible.

A las ocho y media, el señor Dursley cogió su maletín, beso a la señora Dursley en la mejilla y trato de despedirse de Dudley con un beso, aunque no pudo, ya que el niño tenía un berrinche y estaba arrojando los cereales contra las paredes.

— ¡¿Petunia cómo crías a tu hijo?! — Se sorprendió Claudia

— Imposible — Murmuró Molly viendo a sus tres hijos y pensando que si alguno de ellos hubiera hecho eso definitivamente habrían tenido una regañina que no olvidarían

Tunante, dijo entre dientes el señor Dursley mientras salía de la casa.

— Y encima lo alienta — Exclamo la señora Potter sorprendida

— Si sigue así, ese niño crecerá como una pesadilla — Exclamo Augusta muy seria

Se metió en su coche y se alejó del número 4. Al llegar a la esquina percibió el primer indicio de que sucedía algo raro: un gato estaba mirando un plano de la ciudad.

— Este tio está loco — Murmuró Regulus desde su lado de la sala

— Puede ser otra cosa — Comento James con sus amigos, pero no dijo más se dedicó a escuchar la lectura

Durante un segundo, el señor Dursley no se dio cuenta de lo que había visto, pero luego volvió la cabeza para mirar otra vez. Si había un gato atigrado en la esquina de Privet Drive, pero no vio ningún plano. ¿En que había estado pensando? Debía haber sido una ilusión óptica.

— De verdad que hacen todo por negar la magia — Negó Pandora moviendo la cabeza negativamente

— Pero inventas muchas cosas verdaderamente interesantes — Sonrió el señor Weasley con embelesamiento. La señora Weasley negó divertida.

El señor Dursley parpadeó y contempló al gato. Este le devolvió la mirada.

— ¿Es quien creo que es? — Pregunto divertido Sirius a sus amigos

— Yo digo que si — Sonrió James y todos ellos dirigieron sus mirada a la profesora preferida de todos

Mientras el señor Dursley daba la vuelta a la esquina y subía por la calle, observó al gato por el espejo retrovisor: en aquel momento el felino estaba leyendo el rótulo que decía Privet Drive, (no podía ser, los gatos no saben leer los rótulos ni los planos)

Algunos presentes rieron por aquello, pero los que más sonrieron fueron sin duda los merodeadores.

— Yo conozco a cierto gato que si sabe leer — Sonrió Sirius ganándose malas miradas de parte de su madre y la animaga

El señor Dursley maneó la cabeza y alejó al gato de sus pensamientos. Mientras iba a la ciudad en coche no pensó más que en los pedidos de taladros que esperaba conseguir aquel día. Pero en las afueras ocurrió algo apartó los taladros de su mente. Mientras esperaba en el habitual embotellamiento matutino, no pudo dejar de advertir una gran cantidad de gente vestida de forma extra. Individuos con capa…

— Las capas no son extrañas — Exclamó Walbura con cierto desagrado en la voz

— Supongo que para ellos lo son, no estan nada acostumbrados — Respondió Lily con amabilidad, pero solo gano una mirada fulminante de la matriarca de los Black

Y Sirius se la regreso con mucha más intensidad.

— Que irresponsable falta al Estatuto Nacional del Secreto — Exclamo Ojo loco, ajeno a la lucha de miradas entre los Black

— Será un milagro si no nos descubrieron ese día — Exclamo Hagrid negando con la cabeza

el señor Dursley no soportaba a la gente que llevaba ropa ridícula.

— Que mente más cerrada — Exclamó Xenoliphius seriamente

¡Ah, los conjuntos que llevaban los jóvenes! Supuso que debía de ser una moda nueva. Tamborileo con los dedos sobre el volante y su mirada se posó en unos extraños que estaban cerca de él. Cuchicheaban entre sí, muy excitados. El señor Dursley enfureció al darse cuenta de que dos de los desconocidos no eran jóvenes. Vamos, uno era incluso mayor que él, ¡y vestía una capa verde esmeralda! ¡Qué valor! Pero entonces se le ocurrió que debía ser alguna tontería publicitaria, era evidente que aquella gente hacia una colecta para algo. Si, tenía que ser eso.

— Si los muggles tuvieran más imaginación nos habrían descubierto desde hace mucho tiempo — Exclamo Teddy frunciendo ligeramente el ceño

El tráfico avanzó y, unos minutos más tarde, el señor Dursley llegó al aparcamiento de Grunnings, pensando nuevamente en los taladros. El señor Dursley siempre se sentaba de espaldas a la ventana, en su oficina del noveno piso. Si no lo hubiera hecho así, aquella mañana le habría costado concentrarse en los taladros. No vio las lechuzas que volaban en pleno día, aunque en la calle sí que las veían y las señalaban con la boca abierta, mientras las aves desfilaban una tras otra.

Muchos en la sala, sobre todo los adultos, se sorprendieron por escuchar aquello, ¿qué sucedió para que todos tuvieran actitudes tan descuidadas? ¿Era bueno o malo? Sabían que había sucedido una guerra, pero apenas era el primer libro, no podía haber sucedido gran cosa, ¿o sí? Solo quedaba esperar y ver qué es lo que se decía en los libros.

La mayoría de aquellas personas no habían visto una lechuza ni siquiera de noche. Sin embargo, el señor Dursley tuvo una mañana perfectamente normal, sin lechuzas. Gritó a cinco personas. Hizo llamas telefónicas importantes y volvió a gritar.

— Definitivamente no me agrada ese chico para mi hija — Susurró Esteban a su esposa que mataba con la mirada a su futuro "yerno"

— ¿Y eso es normal? — Cuestiono James sorprendido — ¿Qué tipo de persona le grita a sus empleados?

— Bien dicho — Dijo Arthur Weasley — Nadie tiene derecho de hacer eso

Estuvo de muy buen humor hasta la hora de la comida, cuando decidió estirar las piernas y dirigirse a la panadería que estaba en la acera de enfrente. Había olvidado a la gente con capa hasta que pasó cerca de un grupo que estaba al lado de la panadería. Al pasar los miró enfadado…

— ¿Qué diablos tiene con las capas? — Exclamo esta vez Orión, claramente ofendido

No sabía por qué, pero le ponía de los nervios…

— Claramente debe hacerlo, los magos debemos inspirar respeto no…lastima — Dijo Lucius viendo despectivamente a donde los Weasley, Potter y Tonks

— A…

— Déjalo Sirius — Dijo Euphemia poniendo su mano en el hombro del oji-gris antes de que se pusiera de pie

— Pero mamá….

— He dicho que no — Dijo Euphemia dándole una significativa mirada

Sirius bufó pero finalmente volvió a sentarse, aunque seguía diciendo algo en susurros a la matriarca de los Potter. Pero sin darse cuenta, Walbura no despegaba la vista de ambos —a pesar de que la lectura se hubiera retomado—, sabía que Sirius tenía una buena relación con los Potter —no por nada vivía ahora con ellos—, pero nunca imagino que podría llegar a tenerle tanto afecto a esa…mujer, como para llamarla madre.

Sin saber muy bien el motivo, sintió un pinchazo en el pecho. Decidió ignorarlo y mucho más molesta, volvió la vista a la profesora.

Aquel grupo también susurraba con agitación y no llevaba ni una hucha. Cuando regresaba con un donut gigante en una bolsa de papel, alcanzó a oír unas pocas palabras de su conversación.

Los Potter, eso es, eso es lo que he oído…

Si, sus hijos, Harry y Annette…

— Harry y Ann — Sonrió Lily ampliamente — Tendremos un niño y una niña

El señor Dursley se quedó petrificado. El temor lo invadió.

— Que dramático Vernon — Reclamó Claudia con cierta exasperación, sin recibir respuesta del mencionado

— ¿Qué tienen que ver nuestros hijos con todo esto? — Pregunto confundido James a su novia, mientras esta creaba ciertas teorías de lo sucedido

— Al menos sabemos que tuvieron una niña — Sonrió Sasha — Felicidades Remus, las niñas son mucho menos complicadas que los chicos, tú serás padrino de ella

Remus sonrió levemente, a pesar de todo y sus inseguridades con su P.P.P le hacían ilusión poder conocer a esos pequeños.

Se volvió hacia los que murmuraban, como si quisiera decirles algo, pero se contuvo. Se apresuró a cruzar la calle y echo a correr hasta su oficina. Dijo a gritos a su secretaria…

— Alguien debería ir a clases de modales — Dijo Sirius, mientras su amigo lo fulminaba con la mirada al igual que su novia

que no quería que le molestarán, cogió el teléfono y, cuando casi había terminado de marcar los numero de su casa, cambio de idea. Dejo el aparato y se atuso los bigotes mientras pensaba….No, se estaba comportando como un estúpido.

— Creo que ya lo es — Susurró Sirius para que solo sus dos hermanos lo escucharan, ellos soltaron pequeñas risas mientras la peli-roja y la azabache los miraban con una sonrisa

Potter no era un apellido tan especial.

— O sí que es muy especial, creo que James es el único con ese apellido, ¿o me equivoco? — Pregunto Sirius curioso

— Estas en lo correcto — Sonrió James de medio lado — Soy único

— Bájale a tus aires de grandeza — Sonrió Frank divertido

— Egocéntrico, engreído y mimado — Murmuraba Severus desde su lugar, viendo con molestia al azabache que reía con Lily

Estaba seguro de que había muchísimas personas que se llamaban Potter y que tenían un par de hijos llamados Harry y Annette. Y pensándolo mejor, ni siquiera estaba seguro de que sus sobrinos se llamarán así. Nunca los había visto. Podrían llamarse Harold y Arabella.

— No son malos nombres — Dijo Lily no muy convencida — Pero sin duda Harry y Annette suenan mucho mejor

— Tienes buen gusto en los nombres — Sonrió James pasándole el brazo por los hombros

No tenía sentido preocupar a la señora Dursley, siempre se trastornaba mucho ante cualquier mención de su hermana. Y no podía reprochárselo. ¡Si él hubiera tenido una hermana así…!

— Todos hubiéramos querido tener una hermana como Lily — Le Alice que estaba sentada al lado de Frank, a la vez que James atraía un poco más a Lily en el medio abrazo

Los padres de esta estaban maravillados con los buenos amigos y novio que consiguió su hija, en casa, además de Petunia no tenía muchos amigos pero aquí era definitivamente lo contrario, aunque eso provocando miradas acidas de Petunia hacia todos

— Gracias Alice — Sonrió Lily

Pero, de todos modos, aquella gente de la capa…

— Estúpido muggle — Murmuró Bellatrix lo suficientemente bajo como para que nadie la escuchara

Además de Orión y Walbura, era ella la que más molesta parecía de estar en aquel lugar, aunque sabía que si ellos habían decidido escuchar la lectura, no podía oponerse.

Aquella tarde le costó concentrarse en los taladros, y cuando dejo el edificio, a las cinco en punto, estaba todavía tan preocupado que, sin darse cuenta chocó con un hombre que estaba en la puerta.

Perdón — Gruño, mientras el diminuto viejo se tambaleaba y casi caía al suelo

Segundos después, el señor Dursley se dio cuenta de que el hombre llevaba una capa violeta. No parecía disgustado por el empujón. Al contrario, su rostro se ilumino con una amplia sonrisa, mientras decía con una voz tan chillona que llamaba la atención de los que pasaban:

— No debería estar tan feliz — Murmuro James preocupado —, se supone que Voldemort seguía en lo más alto

¡No se disculpe, mi querido señor, porque hoy nada puede molestarme! ¡Hay que alegrarse, porque Quien-usted-sabe finalmente se ha ido! ¡Hasta los muggles como usted deberían celebrar este feliz dia!

— ¡¿Se ha ido?!

Fue la pregunta colectica que se escuchó en el gran comedor, la mayoría, confundidos y a la vez felices de que al menos el libro comenzara bien, pero algunos cuantos alumnos, seguidores de los ideales del señor oscuro no parecían para nada contentos, por el contrario parecían molestos y confundidos hasta cierto punto.

Pero Dumbledore negaba con la cabeza, no creía que Tom fuera lo suficientemente humano como para morir, aun así continuo con la lectura.

Y el anciano abrazó al señor Dursley y se alejó. El señor Dursley se quedó completamente helado. Lo había abrazado un desconocido. Y por si fuera poco lo había llamado muggle, no importaba lo que eso fuera.

— El ministerio debe ser malo en el futuro — Comento Augusta seriamente — Aunque Quien-ustedes-saben haya desaparecido, no podía permitir tales descuidos

Los adultos le dieron la razón —o al menos la mayoría—, sin embargo, los jóvenes seguían formulando teorías sobre lo que pudo haber detenido a Voldemort.

Estaba desconcertado. Se apresuró a subir a su coche y a dirigirse hacia su casa deseando que todo fueran imaginaciones suyas (algo que nunca había deseado antes, porque no aprobaba la imaginación)

— ¿Qué significa eso? — Pregunto Xenoliphius sorprendido — ¿Cómo es que no soporta algo que es de lo más natural?

— Definitivamente tiene la menta muy cerrada — Respondió Pandora con el ceño fruncido

Cuando entro en el camino del número 4, lo primero que vio (y eso no mejoro su humor) fue el gato atigrado que se había encontrado por la mañana. En aquel momento estaba sentado en la pared de su jardín. Estaba seguro de que era el mismo, pues tendía unas líneas idénticas alrededor de los ojos.

¡Fuera! — Dijo el señor Dursley en voz alta

El gato no se movió. Solo le dirigió una mirada severa.

— Si definitivamente es Minnie — Sonrió Sirius

— Señor Black, ¿qué hablamos de los apodos? — Exclamo McGonagall interrumpiendo la lectura

— Vamos Minnie, nos amas — Sonrió Sirius aún más ampliamente que antes y pasó los brazos sobre los hombros de Remus y James

El señor Dursley se preguntó si aquella era una conducta normal de un gato. Trató de calmarse y entró en la casa. Todavía seguía decidido a no decirle nada a su esposa.

La señora Dursley había tenido un día bueno y normal. Mientras comían, le informo de los problemas de la señora Puerta Contigua con su hija, y le contó que Dudley había aprendido una nueva frase ( ¡No lo hare!)

— Que niño más mimado — Exclamo la señora Weasley, que al tener tres hijos aprendió como criarlos bien y definitivamente nunca hubiera permitido tal falta de respeto

El señor Dursley trato de comportarse con normalidad. Una vez que acostaron a Dudley, fue al salón a tiempo para ver el informe informativo de la noche.

Y por último, observadores de pájaros de todas partes han informado de que hoy las lechuzas de la nación han tenido una conducta poco habitual. Pese a que las lechuzas habitualmente cazan durante la noche y es muy difícil verlas a la luz del día, se han producido cientos de avisos sobre el vuelo de estas aves en todas direcciones, desde la salida del sol. Los expertos son incapaces de explicar la cusa por la que las lechuzas han cambiado sus horarios de sueño — El locutor se permitió una mueca irónica — Muy misterioso. Y ahora, de nuevo Jim McGuffin y el pronóstico del tiempo. ¿Habrá más lluvias de lechuzas esta noche, Jim?

— Es realmente increíble que no nos descubrieron — Dijo Remus perplejo

— Supongo que siempre intentan buscar una solución más lógica a todo lo extraño que pasa en el mundo — Comento la señora Potter frunciendo ligeramente el ceño

Bueno, Ted — Dijo el meteorólogo —, eso no lo sé, pero no sólo las lechuzas han tenido hoy una actitud extraña. Telespectadores de lugares tan apartados como Kent, Yorkshire y Dundee han telefoneado para decirme que en lugar de la lluvia que prometí ayer, ¡tuvieron un chaparrón de estrellas fugaces! Tal vez la gente ha comenzado a celebrar antes de tiempo la Noche de los Hogueras. ¡Es la semana que viene, señores! Pero puedo prometerles una noche lluviosa

— Si ese día no nos descubrieron fue pura suerte — Recalco Ojoloco

— Si fue la caída de Quien-tu-sabes es normal — Opinó el señor Weasley — Después de todo lo que hemos pasado

— Aun así — Dijo la señora Weasley — Pudieron meternos a todos en un buen lío

— Tienes razón — Dijo la señora Potter — Pero me gustaría saber quién lo hizo

— Creo que nunca lo sabremos — Sonrió Andrómeda de medio lado

— Perdón pero, ¿qué es lo malo de que conozcamos su existencia? — Pregunto la señora Evans con cautela, temiendo ofender a alguien con la pregunta

— Es una medida para mantener la paz entre ambos mundos — Explicó Dumbledore con tranquilidad — Algunos dicen que es para que los muggles no se aprovechen de nuestro poder, otro que es para que nosotros no lo hagamos. Personalmente creo que la magia debería ser para todos, pero igual es cierto que el poder corrompe a cualquiera, y mantener la paz es mucho más importante

Tanto Claudia, Esteban y Ted movieron la cabeza afirmativamente, Dumbledore tenía razón. Los motivos detrás del Estatuto del Secreto podrían ser tantos y muy variados, pero sin duda el principal era mantener una situación de paz.

El señor Dursley se quedó congelado en su sillón. ¿Estrellas fugaces por toda Gran Bretaña? ¿Lechuzas volando a la luz del día? Y aquel rumor, aquel cuchicheo sobre los Potter….

— Al fin se dio cuenta de que está pasando algo extraño — Bufó Gideón y algunos miraron burlones a Vernon que tenía la cara roja de molestia

La señora Dursley entró en el comedor con dos tazas de té. Aquello no iba bien. Tenía que decirle algo a su esposa. Se aclaró la garganta con nerviosismo.

Eh…Petunia, querida, ¿has sabido últimamente algo sobre tu hermana?

Como había esperado, la señora Dursley pareció molesta y enfadada. Después de todo, normalmente ellos fingían que ella no tenía hermana.

— ¿Hasta dónde vas a llegar con tu odio Petunia? — Le reclamó Lily con los ojos llorosos y sintiendo un nudo en el estomago

Sus padres tampoco tenían muy claro que decir, sabían qué hacía años que las cosas entre sus hijas no estaban bien, pero no esperaron que durará tanto.

No — Respondió en tono cortante — ¿Por qué?

Hay cosas muy extrañas en las noticias — Masculló el señor Dursley — Lechuzas…estrellas fugaces…y hoy había en la ciudad una cantidad de gente con aspecto raro…

¿Y qué? — Interrumpió bruscamente la señora Dursley

Bueno, pensé….quizá…que podría tener algo que ver con…ya sabes…su grupo

— ¡Hay por dios! ¡Habla de nosotros como si fuéramos una secta! — Se quejó Frank muy molesto, cosa que compartían los demás presentes

— Idiotas — Murmuro Narcisa, definitivamente esos Dursley no le estaban cayendo muy bien, incluso la chica Evans le parecía menos desagradable

La señora Dursley bebió su té con los labios fruncidos. El señor Dursley se preguntó si se atrevería a decirle que había odio el apellido Potter. No, no se atrevería. En lugar de eso, dijo, tratando de parecer despreocupado:

Sus hijos…deben tener la edad de Dudley, ¿no?

Eso creo — Respondió con rigidez la señora Dursley

¿Y cómo se llamaban? Howard, Aránea, ¿no?

Harry y Annette. Nombres vulgares y horribles, si quieres mi opinión

— Ni que tu hijo tuviera el nombre más original — Dijo entre dientes James al ver que su novia se ponía cada vez más triste

O si — Dijo el señor Dursley con espantosa sensación de abatimiento — Si, estoy de acuerdo

— Cómo no — Bufó Remus seriamente, Vernon definitivamente no le inspiraba confianza y que el libro hablara de él en sus primeros capítulos no le parecía un buen augurio

La duda del motivo que un libro sobre los hijos de sus amigos los mencionara antes incluso que a otros le despertaba sospechas, y aun sin saber el motivo de esto, no parecía nada emocionado de descubrir el motivo.

No dijo nada más sobre el tema, y subieron a acostarse. Mientras la señora Dursley estaba en el cuarto de baño, el señor Dursley se acercó lentamente hasta la ventana del dormitorio y escrudiño el jardín delantero. El gato todavía estaba allí

— Hay que admitir que tiene paciencia — Murmuró Sirius con una leve sonrisa

— Ya, pero no les preocupa por qué no se ha movido de ahí en todo el día — Dijo Sasha mordiéndose el labio inferior — Acaba de caer Voldemort y la profesora en lugar de estar celebrando, ha pasado el día entero observando a los Dursley

Aquello definitivamente sembró la duda en los que la escucharon. Pero no más que en James y Lily, que compartiendo miradas por breves momentos se tomaron de la mano para darse fuerza.

Miraba con atención hasta Privet Drive, como si estuviera esperando algo. ¿Se estaba imaginando cosas? ¿O podría todo aquello tener algo que ver con los Potter?

Todos escuchaban en silencio, preguntándose qué diablos tenían Lily y James que ver con la caída de Voldemort, porque si Vernon tenía razón en algo, era en que algo raro había pasado, pero más que eso, qué tenía que ver con Harry y Annete.

Si fuera así…si se descubría que ellos eran parientes de ellos…bueno, creía que no podría soportarlo.

Los Dursley se fueron a la cama. La señora Dursley se quedó dormida rápidamente, pero el señor Dursley permaneció despierto, con todo aquello dando vueltas por su mente. Su último y consolador pensamiento antes de quedarse dormido fue que, aunque los Potter estuvieran implicados en los sucesos, no había razón para que se acercaran a él y a la señora Dursley. Los Potter sabían muy bien lo que él y Petunia pensaban de ellos y de los de su clase…

— ¿Su clase? — Exclamo Alice escandalizada — Al menos nosotros tenemos decencia y no creemos que todos los muggles son tan…tan tú

Vernon estaba rojo de irá, sabía bien que decir algo, por mínimo que fuera le acarrearía problemas mucho más grandes.

No veía como a él y a Petunia podrían mezclarlos en algo que tuviera que ver (bostezó y se dio la vuelta)…No, no podría afectarlos a ellos… ¡Qué equivocado estaba!

— ¿Por qué? — Pregunto Lily con preocupación

Y era quizá lo mismo que pensaban todos, ¿cuál sería el motivo de que los Dursley se vieran envueltos en algo que definitivamente no les correspondía?

— Dejemos que siga leyendo — Susurró James dándole un apretón en la mano para hacerla sentir segura

El señor Dursley cayó en un sueño intranquilo, pero el gato que estaba sentado en la pared del jardín no mostraba señales de adormecerse. Estaba tan inmóvil como una estatua, con ojos fijos, sin pestañear, en la esquina de Privet Drive. Apenas tembló cuando se cerró la portezuela de un coche en la calle de al lado, ni cuando dos lechuzas volaron sobre sus cabezas. La verdad es que el gato no se movió hasta la media noche. Un hombre apareció en la esquina que el gato estaba observando, y lo hizo tan súbitamente y silenciosamente que se podría pensar que había surgido de la tierra. La cola del gato se agito y sus ojos se entornaron.

En Privet Drive nunca se había visto hombre así. Era alto, delgado y muy anciano, a juzgar por su pelo y barba plateados, tan largos que podría sujetarlos con el cinturón. Llevaba una túnica larga, una capa color purpura que barría el suelo y botas con tacón alto y hebillas. Sus ojos azules eran claros, brillantes y centellaban detrás de unas gafas de cristal de media luna. Tenía una nariz muy larga y torcida, como si se la hubiera fracturado alguna vez.

— Merlín — Dijo Pandora con una enorme sonrisa

— No creo que sea Merlín — Sonrió Alice dulcemente

— Yo diría que es el profesor Dumbledore — Opinó Augusta seriamente

— Pues se parecen — Sonrió Pandora volviendo la vista a la profesora

Nadie dijo nada, habían sido amigos de Pandora durante mucho tiempo como para sentir curiosidad de su extraña —pero agradable— forma de ver el mundo.

El nombre de aquel hombre era Albus Dumbledore. Albus Dumbledore no parecía darse cuenta de que había llegado a una calle en donde todo lo suyo, desde su nombre hasta sus botas, era mal recibido.

— ¿Por qué mal recibido? — Pregunto Sirius confundido

— Sirius — Llamó Sasha con paciencia —, es un barrio muggle donde no les agradan los magos o simplemente no les gustan las cosas "extrañas"

— Oh vaya — Dijo Sirius tras haber entendido

Estaba muy ocupado revolviendo en su capa, buscando algo, pero pareció darse cuenta de que lo observaban porque, de pronto, miro al gato, que todavía lo contemplaba con fijeza desde la otra punta de la calle. Por alguna razón, ver al gato pareció divertirlo. Rió entre dientes y murmuro:

Debería haberlo sabido

— ¿Cómo supo? — Pregunto Alice con curiosidad

— Después de años trabajando juntos, les aseguro que puedo reconocer a la profesora en cualquier sitio — Sonrió Dumbledore amablemente

Encontró en su bolsillo interior lo que estaba buscando. Parecía un encendedor de plata. Lo abrió, lo sostuvo alto en el aire y lo encendió. La luz más cercada de la calle se apagó con un leve estallido. Lo encendió otra vez y la siguiente lámpara quedo a oscuras. Doce veces hizo funcionar el Apagador, hasta qu las únicas luces que quedaron en toda la calle fueron dos alfileres lejanos: los ojos del gato que lo observaban.

— Increíble — Dijeron Gideón y Fabián con enormes sonrisas

— ¿Qué era eso profesor? — Pregunto Lily curiosa

— Es un desiluminador

— ¿Dónde lo consiguió? — Pregunto Sirius compartiendo una mirada con Remus y James, que claramente ponía en marcha sus mentes al imaginar todo lo que podrían hacer con ese objeto

— Lamento decirle que es único — Sonrió Dumbledore enigmáticamente

Los tres parecieron un poco desilusionados, pero no agregaron más, permitiendo así que la profesora continuara con la lectura.

Si alguien hubiera mirado por la ventana en aquel momento, aunque fuera la señora Dursley con sus ojos como cuentas, pequeños y brillantes, no habría podido ver lo que sucedía en la calle. Dumbledore volvió a guardar el Apagador dentro de su capa y fue hacia el número 4 de la calle, donde se sentó en la pared, cerca del gato. No lo miro, pero después de un momento le dirigió la palabra.

Me alegro de verla aquí, profesora McGonagall

— ¡Sí, lo sabía! — Grito Sirius emocionado

— Todos lo sabíamos Canuto — Le reclamo Remus por su actitud infantil, aunque sonreía levemente

Se volvió para sonreír al gato, pero este ya no estaba. En su lugar, le dirigía la sonsa a una mujer de aspecto severo que llevaba unas gafas de montura cuadrada, que recordaban las líneas que había alrededor de los ojos del gato. La mujer también llevaba una capa, de color esmeralda. Su cabello negro estaba recogido en un moño. Parecía claramente disgustada.

¿Cómo ha sabido que era yo? — Pregunto

Mi querida profesora, nunca he visto a un gato tan tieso

— Dumby tiene sentido del humor — Rió Sirius

— Sirius muestra un poco más de respeto — Le dijo Euphemia molesta — Lo siento mucho profesor

— No hay problema querida Euphenia — Le dijo Dumbledore con una pequeña risa, pero al ver la cara de la profesora McGonagall recupero la compostura

Usted también estaría tieso si llevara todo el dia sentado sobre una pared de ladrillo — Respondió la profesora McGonagall

¿Todo el día? ¿Cuándo podría haber estado de fiesta? Debo de haber pasado por una docena de celebraciones y fiestas en mi camino hacia aquí

— Cómo no habría fiesta — Murmuraron los merodeadores

La profesora McGonagall resopló enfadada.

— No es bueno disgustarla más — Murmuró Sirius con una expresión que podría pasar por una de terror

Oh, sí, todos estaban de fiesta, de acuerdo — Dijo con impaciencia — Yo creía que serían un poquito más prudentes, pero no… ¡Hasta los muggles se han dado cuenta de que algo sucede! Salió en las noticias — Terció la cabeza en dirección a la ventana del oscuro salón de los Dursley — Lo he oído. Bandas de lechuzas, estrellas fugaces…Bueno, no son totalmente estúpidos. Tenían que darse cuenta de algo. Estrellas fugaces cayendo e Kent…Seguro fue Dedalus Diggle.

— Ese Dedalus es tan irresponsable — Resopló la señora Weasley

— Aunque pudimos pensar que era solo un fenómeno más del que los científicos no pudieron dar fecha con anticipación — Comento Esteban encogiéndose de hombros

— Seguramente — Aceptó la señora Potter

Nunca tuvo mucho sentido común.

No puede reprochárselo — Dijo Dumbledore con tono afable — Hemos tenido tan poco que celebrar durante once años…

Ya lo sé — Respondió irritada la profesora McGonagall — Pero esa no es una razón para perder la cabeza. La gente se ha vuelto completamente descuidada, sale a las calles a plena luz del día, ni siquiera se pone la ropa de los muggles, intercambian rumores….

El silencio nuevamente cayó sobre todo el comedor, salía nuevamente el hecho de esos extraños rumores, el que se haya mencionado a los Potter, nada de eso tenía mucho de ser alentador.

La profesora siguió leyendo con la voz un tanto temblorosa, ella también había estado haciendo conexiones, pero deseaba internamente que ninguna de ellas se volviera realidad.

Lanzó una mirada constante y de soslayo hacia Dumbledore, como si esperara que este le contestará algo. Pero como no lo hizo, continuo hablando — Sería extraordinario que el mismo día en que Quien-usted-sabe parece haber desaparecido al fin, los muggles lo descubran todo sobre nosotros. Porque realmente se ha ido, ¿no, Dumbledore?

Es lo que parece — Dijo Dumbledore — Tenemos mucho que agradecer. ¿Le gustaría tomar un caramelo de limón?

¿Un qué?

Un caramelo de limón. Es una clase de dulces muggles que me gusta mucho

— Quiero un caramelo de limón — Exclamo Sirius, le encantaban los dulces muggles, pero nadie le hizo el menor caso

Soltó un suspiro, el mismo no tenía cabeza para caramelos, pero al menos intento hacer algún comentario para cambiar el ánimo de todos en la sala, cosa que no funciono.

No muchas gracias — Respondió con frialdad la profesora McGonagall, como si considerara que aquel no era un momento apropiado para caramelos — Como le decía, aunque Quien-usted-sabe se haya ido…

Mi querida profesora, estoy seguro de que una persona sensata como usted puede llamarlo por su nombre, ¿verdad? Toda esa tontería de Quien-usted-sabe….Durante once años intenté persuadir a la gente para que lo llamará por su verdadero nombre, Voldemort — La profesora McGonagall se echó hacia atrás con temor, pero Dumbledore, ocupado en desenvolver dos caramelos de limón pareció no darse cuenta — Todo se volverá muy confuso si seguimos diciendo Quien-usted-sabe. Nunca he encontrado ningún motivo para temer pronunciar el nombre de Voldemort

— Exactamente — Exclamo James seriamente — Llamarlo Quien-ustedes-saben solo ocasiona que se le muestre respeto, y eso es algo que nunca tendrá

La mayoría de las personas asintió con conformidad, a excepción claro de los Slytherin que lanzaron miradas mordaces al azabache, que ni se inmuto.

— Eso es lo que explicamos todas las veces a Peter, pero sigue diciéndole "Quien-tu-sabes" o a veces "Señor Tenebroso" es ridículo — Murmuró Remus lo suficientemente bajo como para que nadie lo escuchara — ¿Dónde estará Peter? — Se preguntó mentalmente, pues al ver un poco más a su alrededor, era el único que faltaba

Sé que usted no tiene es problema — Observó la profesora McGonagall, entre la exasperación y la admiración — Pero usted es diferente. Todos saben que usted es el único al que Quien-usted…Oh, bueno, Voldemort, tenía miedo

Me está halagando — Dijo con calma Dumbledore — Voldemort tenía poderes que yo nunca tuve

Sólo porque usted es demasiado…bueno…noble….para utilizarlos

Menos mal que esta oscuro. No me he ruborizado tanto desde que la señora Pomfrey me dijo que le gustaban mis nuevas orejeras

— Nosotros estuvimos ahí — Sonrió James con una mirada cómplice a su amigos

El profesor Dumbledore soltó una risa, pero se calló rápidamente al darse cuenta de la mira mirada severa que envió la animaga a su alumno.

La profesora McGonagall le lanzó una mirada dura, antes de hablar — Las lechuzas no son nada comparado con los rumores que corren por ahí. ¿Sabe lo que todos dicen sobre la forma en que desapareció? ¿Sobre lo que finalmente lo detuvo?

Parecía que la profesora McGonagall había llegado al punto que más deseosa estaba por discutir, la verdadera razón por la que había esperado todo el día en una fría pared pues, ni como gato ni como mujer, había mirado nunca a Dumbledore con tanta intensidad, como lo hacía en ese momento. Era evidente que, fuera lo que fuera aquello que todos decían, no lo iba a creer hasta que Dumbledore le dijera que era verdad. Dumbledore, sin embargo, estaba eligiendo otro caramelo y no le respondió.

Lo que están diciendo — Insistió —, es que la pasada noche Voldemort apareció en el Valle de Godric. Iba a buscar a los Potter…

— ¿Por qué nos buscaría? — Pregunto James con un escalofrió

Todos sus amigos y familia entonces fijaron su vista en el futuro matrimonio, temiendo lo que las siguientes líneas podrían revelar.

El rumor es que Lily y James Potter están…están…bueno, que están muertos.

La voz de la profesora McGonagall tembló ligeramente al leer aquello y todos sintieron como si les hubieran dado una bofetada.

Dumbledore inclinó la cabeza. La profesora McGonagall se quedó boquiabierta.

Lo mismo pasaba en la Sala de los Menesteres, todos permanecieron estáticos, sin saber que decir.

— ¡NO USTEDES NO PUEDEN ESTAR MUERTOS! — Pero ese silencio se vio interrumpido por el desgarrado grito de Sirius

Por primera vez, desde que lo conocían y sabiendo lo mal que le resultaban los temas relacionados con su familia, vieron al siempre alegre y risueño Sirius Orión Black llorando, totalmente roto ante esas simples líneas.

Remus estaba igual, pero a diferencia de Sirius este se agarró la cabeza en un intento de asimilar lo que acababa de escuchar y se veían lágrimas silenciosas rodar por sus mejillas, que habían quedado aún más pálidas que antes.

Sasha no estaba mucho mejor, lloraba abrazada de su padre, que no quitaba la vista de su hijo como si en cualquier momento este fuera a desaparecer.

Incluso Frank y Alice se vieron completamente aturdidos por aquello, y cuando parecieron haber asimilado la noticia, se abrazaron en un intento de encontrar consuelo, incluso Augusta, limpió un par de lágrimas silenciosas, conocía a James desde que él y su hijo se volvieron amigos, y Lily también era una gran chica, se preguntaba cómo es que dos personas tan buenas tuvieron un final tan terrible.

Los Prewett, y los Weasley estaban igual de aturdidos que los Tonks, no eran exactamente cercanos a los Potter, pero conocían a James de hace tiempo —sobre todo por la participación de sus padres fuera de la Orden—, pero era sin duda el dolor en aquellos más cercanos a él y Lily lo que les producía tanto dolor.

Pandora y Xenoliphius también estaban en shock, no lloraban pero era como si temieran que en cualquier momento sus amigos fueran a esfumarse.

Hagrid era otro que no dejaba de derramar lágrimas y lastimeros sollozos, mientras intentaba mitigarlos con un gran pañuelo. Ojo loco a pesar de todo, se mantuvo lo más sereno posible, no era cercano a ninguno en la sala, pero había pasado ya por tantas perdidas que entendía a la perfección el sentimiento.

Dumbledore solo bajo la cabeza y el brillo en sus ojos desapareció por completo, tenía los labios apretados, pensando en que tuvo que pasar para que Tom fuera en busca de dos de sus exalumnos.

Hasta Vernon supo que no debía decir nada, pues se mantuvo serio y en silencio. Petunia por otro lado, tomó la mano libre de su padre y mantuvo una postura seria, viendo como todos los amigos de su hermana lloraban su muerte, ella misma tenía enormes ganas de llorar, pero algo dentro le decía que no tenía derecho de hacerlo después de como la había tratado y entonces llegó a su mente como si recibiera una bofetada. Había alejado a su hermana hasta el punto de fingir que no existía, y ella había…muerto.

Tanto la señora Potter como la señora Evans se levantaron de un saltó y fueron a abrazar a sus hijos, con lágrimas corriendo por sus mejillas e intentando formular alguna palabra que les diera animo a sus hijos, aunque en realidad eran ellas las que las necesitaban.

La profesora McGonagall no estaba mucho mejor que los demás, sus ojos se enrojecieron levemente, todos en la sala sabían que ellos —junto a los demás merodeadores— eran sus alumnos favoritos por más bromas que hagan y aunque nunca lo admitiría en voz alta, así era. Tener que ser ella misma la que leyera lo que su futura yo temía, le hacía sentir una extraña opresión en el pecho.

Pero hubo otra persona que estaba igual de afectada aunque no lo demostrará, aunque no llorara y no expresará la menor señal de ello, Severus Snape, veía como los Gryffindor lloraban, no emitió sonido alguno pero sintió un nudo en el estómago, mucho peor de que si le hubieran dado un puñetazo, pero no le importaba Potter, no apartaba la vista de Lily, de la peli-roja.

Pero hasta Regulus sintió un leve deje de molestia, al ver a su hermano tan destrozado por la pérdida de Potter y Evans. Supo, desde el momento en que se fue de casa, que Potter y Lupin habían sido para él mucho más hermanos de lo que él había sido, aun así, no pudo evitar sentir algo de envidia por esa relación.

Pero los más sorprendidos, sin duda fueron Lily y James, que no parecían haber asimilado por completo las palabras de la profesora hasta que sus madres los abrazaron llorando. Entonces, pasaron la vista por la sala y se sorprendieron de ver como todos estaban llorando o bien en shock.

Cuando James pudo librarse de su madre, abrazó a Lily fuertemente, en ese momento no parecía pensar en lo que a él le había pasado, sino en lo que no pudo hacer para salvarla a ella. Y por la mente de ella pasaban ideas muy similares.

Finalmente, se volvieron a sus amigos, que de todos los presentes —excepto sus padres— parecían los más afectados.

— Tranquilo Canuto, Lu…

— ¡Cómo diablos quieres que me tranquilice si ese estúpido libro dice que tú y Lily estan muertos! — Exclamo Sirius totalmente fuera de sus casillas

— Yo sé lo que dice Sirius, pero por eso lo enviaron, para evitarlo, así que quita esas lágrimas sino seré mucho más guapo que tú — Le dijo medio en broma para aligerar las cosas y funciono

Sirius dejo de llorar y se secó las lágrimas, aunque no estaba muy animado. Por otro lado, vio como Lily se acercó para abrazar a Remus y Sasha que seguían llorando. El mismo tuvo que ir con Alice, Frank, Pandora y Xenoliphius para tranquilizarlos.

Después de unos minutos todos se encontraban mucho más tranquilos —no totalmente, pero al menos un poco mejor—, para poder continuar la lectura. Pero todos notaron como la voz de la profesora sonaba algo ahogada.

Lily y James…no puedo creerlo…No quiero creerlo…Oh, Albus…

— Sabía que éramos los preferidos de Minnie — James sonrió de medio lado lanzándole una mirada agradecida a la profesora

— Son un…montón de revoltosos, pero son de mi casa, claro que les he tomado cariño — Dijo la profesora con una muy leve sonrisa

Dumbledore se acercó y le dio una palmada en la espalda.

Lo sé…, lo sé…— Dijo con tristeza.

En el presente Dumbledore se había mantenido en total silencio, seguía pensando en que orillo a Tom a ir en contra de Lily y James.

La voz de la profesora McGonagall continuó temblando — Eso no es todo. Dicen que quiso matar a los hijos de los Potter, a Harry y Annette. Pero no pudo. No pudo matar a esos niños…

Lily ahogo un sollozo, "¿Por qué querría a mis hijos?"

Y los que seguían ensimismados pensando en la perdida de James y Lily volvieron a centrar toda su atención en la lectura, por un momento habían olvidado a los gemelos, que para el momento de que esa conversación tenía lugar, ya eran huérfanos, y fue ahí cuando el motivo de la aparición de los Dursley comenzaba a tener coherencia.

Nadie sabe por qué, ni cómo, pero dicen que como no pudo matarlos, el poder de Voldemort se rompió…y que esa es la razón por la que se ha ido

— Nuestros hijos son increíbles — Sonrió James tristemente, pasando su brazo por los hombros de Lily — Fueron ellos los que derrotaron a Voldemort

Walbura tuvo que hacer un esfuerzo por no ponerse de pie y soltar una sarta de improperios sobre los Potter al respecto de que un par de mestizos fueran los responsables de la caída del mago oscuro más poderoso.

Por otro lado, Dumbledore levanto la cabeza repasando las últimas líneas, el tampoco creía posible que un par de bebes derrotaran por sus propios medios a Tom, había algo más que en ese punto de la historia no sabían, tendría que esperar para poder comenzar y unir ideas.

Dumbledore asintió con la cabeza, apesumbrada.

¿Es…verdad? — Tartamudeo — Después de todo lo que hizo…de toda la gente que mano… ¿no pudo matar a unos niños? Es asombroso…entre todas las cosas que podrían detenerlo… Pero, ¿cómo sobrevivieron Harry y Annette en nombre del cielo?

— A mí también me gustaría saber eso — Dijo Lily recargada en el hombro de James

Solo podemos hacer conjeturas — Dijo Dumbledore — Tal vez nunca lo sepamos

— ¿Creen que lo sepamos? — Pregunto Ted con cautela

— Supongo que es lo más seguro — Respondió Alice con voz congestionada

La profesora McGonagall sacó un pañuelo de puntilla y se lo paso por los ojos, por detrás de las gafas. Dumbledore resopló mientras sacaba un reloj de oro del bolsillo y lo examinaba. Era un reloj muy raro. Tenía doce manecillas y ningún número: pequeños planetas se movían por el perímetro del círculo. Pero para Dumbledore debía de tener sentido, porque lo guardo y dijo:

Hagrid se retrasa. Imagino que fue el quien le dijo que yo estaría aquí, ¿no?

Si — Dijo la profesora McGonagall —. Y no me imagino que usted no me va a decir por qué, entre tantos lugares, tenía que venir precisamente aquí

He venido a entregar a Harry y Annette a su tía y tío. Son la única familia que les queda ahora.

— Pero, ¿por qué no nos lo quedamos nosotros? — Exclamo Sirius que ya estaba mucho más tranquilo, aunque ahora se veía claramente confundido —, obviamente yo soy el padrino de Harry y Remus de Annette, por lo tanto los tutores legales, podríamos cuidarlos, además, Sasha igual puede hacerlo

Pero ante aquellas palabras, Remus claramente pensó seriamente en aquella posibilidad, con su P.P.P no se creía capaz de cuidar de nadie, mucho menos a dos bebes.

— Aun no lo sabemos Sirius — Dijo Lily con el entrecejo fruncido —, realmente algo me da mala espina de que se quede con mi hermana

Petunia entonces sintió otra punzada de dolor, ya la habían descrito como una mala madre —sabía que su madre nunca le hubiera permitido un comportamiento como el de ella con su hijo— pero ahora, tener que cuidar de dos gemelos, los hijos de su hermana y lo único que quedaba de ella en este mundo, supo que si en aquel momento seguía con sus rencores, esos niños no tendrían nunca una familia en esa casa, mucho menos con Vernon ahí.

— Creo que cualquiera de nosotros pudo haber hecho un mejor papel que los Dursley para cuidar de Harry y Ann — Dijo Alice seriamente

— Totalmente de acuerdo — Dijo Pandora con una media sonrisa

Lily sonrió ampliamente, supo en ese momento, que aunque ella y James faltaran, y a pesar de todo lo que su hermana pudiera hacer, sus hijos tendrían una gran familia.

James por su lado, estaba preocupado por el futuro de sus amigos, si estaban bien, ¿por qué ellos no cuidaban de sus hijos? ¿Y qué hay de su hermana? Estaba convencido de que si llegaban a morir ellos los cuidarían como hijos propios.

¿Quiere decir…? ¡No puede referirse a la gente que vive aquí! — Grito la profesora, poniéndose de pie de un salto y señalando al número 4 — Dumbledore…no puede. Los he estado observando todo el día. No podría encontrar a gente más distinta de nosotros. Y ese hijo que tienen…Lo vi dándole patadas a su madre mientras subían por la escalera, pidiendo caramelos a gritos

— Hay Petunia, no sé cómo crías a tu hijo — Reprendió su madre con la voz congestionada, aun por la reciente información sobre el destino de su hija

Mientras Petunia veía sus temores tomar forma, definitivamente tendría que hacer algo, no podría soportar leer lo mala tutora que sería para esos pequeños, que nada tenían que ver con su rabia para con su hermana.

¡Harry y Annette Potter no pueden vivir ahí!

Es el mejor lugar para ellos — Dijo Dumbledore con firmeza —. Sus tíos podrán explicarles todo cuando sean mayores. Les escribí una carta

— ¡UNA CARTA! — Gritaron Gideón y Fabián, que habían estado muy callados

— ¿Cree que una carta basta para explicar todo lo que acaba de suceder? — Pregunto Molly a la vez que arrullaba al pequeño Percy

El profesor no respondió, supuso que su yo futuro tendría en cuenta la historia que había entre ambas hermanas, si Petunia Dursley sabía que habría otras personas que quisieran cuidar de los pequeños nunca los hubiera aceptado en casa, aunque aún no tenía totalmente claro el motivo de enviarlos ahí, pero una teoría ya se estaba formando.

¿Una carta? — Repitió la profesora McGonagall, comiendo a ver al profesor fijamente —, ¿de verdad crees que puede explicarlo todo en una carta? ¡Esa gente jamás comprenderá a Harry y Annette! ¡Serán famosos…una leyenda….no me sorprendería que el día de hoy fuera conocido en el futuro como el día de los gemelos Potter! Escribirán libros sobre ellos…todos los niños del mundo conocerán sus nombres

— Esperemos que no saquen el ego de James — Se burló Remus intentado aligerar el ambiente

— Pero es irónico — Dijo Pandora amablemente — Estamos leyendo libros sobre ellos

Todos sonrieron levemente ante la ironía del asunto. Aunque eso no quitaba que la situación fuera mucho menos dolorosa.

Exactamente — Dijo Dumbledore, con una mirada muy seria por encima de sus gafas —. Sería suficiente para marear a cualquier niño. ¡Famosos antes de saber hablar y andar! ¡Famosos por algo que ni siquiera recuerdan! ¿No se da cuenta de que será mucho mejor que crezcan lejos de todo, hasta que estén preparados para asimilarlo?

— En eso tiene razón — Dijo la señora Evans con voz congestionada

— Lo mejor para ellos era vivir lejos de eso — Aceptó la señora Potter — Pero aun creo que tuvo que haber más personas que pudieran cuidarlos

— Estoy seguro de que si — Dijo Dumbledore con amabilidad — Pero también creo que mi yo futuro sabía algo más que nosotros, y si decidió que lo más seguro para Harry y Ann era estar con sus tíos, un fuerte motivo tuvo que tener

Aunque no totalmente convencidos, aceptaron y siguieron con la lectura.

La profesora McGonagall abrió la boca, cambio de idea, trago y luego dijo: — Si…si, tiene razón, por supuesto. Pero ¿cómo van a llegar los niños hasta aquí, Dumbledore? — De pronto observó la capa del profesor, como si pensara que podía tener escondidos a los gemelos

Eso saco un par sonrisas en los presentes.

Hagrid los traerá

¿Le parece…sensato…confiar a Hagrid algo tan importante como eso?

— A Hagrid le confiaría mi vida — Respondieron los Merodeadores, más Lily y Sasha con enormes sonrisas, que hicieron sonrojar al guardabosque

A Hagrid, le confiaría mi vida — Dijo Dumbledore

Hagrid le agradeció al director con un movimiento de cabeza, recibiendo una sonrisa por respuesta.

No estoy diciendo que su corazón no esté donde debe estar — Dijo a regañadientes la profesora McGonagall —. Pero no me dirá que no es descuidado. Tiene la costumbre de… ¿Qué ha sido eso?

Un ruido sordo rompió el silencio que los rodeaba. Se fue haciendo más fuerte mientras ellos miraban a ambos lados de la calle, buscando laguna luz. Aumentó hasta ser un rugido mientras los dos miraban hacia el cielo, y entonces una pesada moto cayó el aire y aterrizo en el camino, frente a ellos. La moto era inmensa, pero si se la comparaba con el hombre que la conducía parecía un juguete.

Dentro de la sala a Sirius y Arthur se les iluminaron los ojos al escuchar sobre la moto, el primero porque siempre había deseado tener una y al segundo porque le encantaría ver cómo es que funcionaban.

Era dos veces más alto que un hombre normal y al menos cinco veces más ancho. Se podía decir que era demasiado grande para que lo aceptaran y además, tan desaliñado…Cabello negro, largo y revuelto, y una barba que le cabía casi toda la cara. Sus manos tenían el mismo tamaño que tapas del cubo de la basura y sus pies, calzados con dos botas de cuero, parecían crías de delfines.

Hagrid se sonrojo completamente, ante las sonrisas despectivas de los Slytherin, pero al ver las sonrisas sinceras de sus amigos decidió dejar de lado el asunto.

En sus enormes brazos musculosos sostenía dos pequeños bultos envueltos en mantas.

Todos se inclinaron hacia delante, sabiendo perfectamente que era lo que llevaba en brazos Hagrid.

Hagrid — Dijo aliviado Dumbledore —. Por fin, ¿y dónde conseguiste esa moto?

Me la han prestado; profesor Dumbledore — Contestó el gigante, bajando con cuidado del vehículo mientras hablaba —. El joven Sirius Black me la dejo…

— ¡Tengo una moto! — Canuto brincaba de la emoción a la vez que pasaba los brazos sobre Remus y James

— Esas cosas son peligrosas — Exclamo Euphemia con preocupación, aunque sonrió un poco al ver como el oji-gris recuperaba el ánimo

—…Los he traído señor

¿No ha habido problemas por allí?

No, señor. La casa estaba casi destruida, pero los saque antes de que los muggles comenzaran a aparecer. Se quedaron dormidos mientras volaban sobre Bristol

Dumbledore y la profesora McGonagall se inclinaron sobre las mantas. Entre ellas se veían dos pequeños, un niño pequeño, profundamente dormido, bajo una mata de pelo negro azabache…,

— ¡No! ¡Pobre niño, ha sacado el horrible pelo de James! — Exclamo Sirius dramatizando, llevándose las manos a la cabeza

— Cállate Sirius — Dijo James sonriendo burlescamente —, es marca Potter

— Solo espero que no saqué la arrogancia del padre — Murmuró Lily con una leve sonrisa

— Sabes que te encanta mi ego — Sonrió James en respuesta

— Ya, pero prefiero que mi hijo no tenga esa tentación tuya a ir por ahí detrás de cualquier cosa con falda — Murmuró Lily con el entrecejo fruncido ligeramente

— Pues ahora solo hay una cosa tras la que voy — Sonrió James abrazando a la peli-roja fuertemente

, sobre la frente, pudieron ver una cicatriz con forma curiosa, como un relámpago.

— Mi pobre bebé — Murmuró Lily abrazándose fuertemente a James

Mientras, la pequeña tenía una mata de cabellos peli-rojos…

— Esa si es suerte — Sonrió Sasha alegremente — Si tiene el cabello de Lily será guapísima, tiene el cabello espectacular

— Que envidia — Exclamo Alice, aunque sonreía

pero sobre su manita derecha, que sobre salía por entre las mantas pudieron observar otra cicatriz muy curiosa, en forma de luna menguante.

— Ambos tienen una cicatriz — Murmuró Remus, prestando atención a ese detalle, no creía que lo mencionaran solo porque sí

¿Fue allí…? — Susurró la profesora McGonagall

Sí — Respondió Dumbledore —. Tendrán esas cicatrices para siempre

¿No puede hacer nada, Dumbledore?

Aunque pudiera, no lo haría. Las cicatrices pueden ser útiles. Yo tengo una en la rodilla izquierda que es un diagrama perfecto del metro de Londres

— Mucha información — Exclamo Remus con una leve mueca

— Señor Black, tenga más respeto — Le reprendió la profesora McGonagall que realmente no pudo saber quién había sido

— Profesora yo no dije nada, fue Lunático — Exclamo Sirius alzando los brazos

— Todos creen que Lunático es un santito, pero es la mente malévola detrás de gran parte de nuestros planes — Exclamo James con determinación

— Sí, porque ningún plan que tú planees funciona, Cornamenta — Se burló Remus con una sonrisa que desenfoco un poco a algunos, pues creían que era Remus el más sensato de todos

Bueno, déjalos aquí, Hagrid, es mejor que terminemos con esto — Dumbledore se volvió hacia la casa de los Dursley

¿Puedo…puedo despedirme de ellos, señor? — Pregunto Hagrid. Inclinó la gran cabeza sobre Harry y le dio un beso, para después hacer lo mismo con Ann. Entonces, súbitamente, Hagrid dejó escapar un aullido como si fuera un perro herido

— ¿Qué tienen contra los perros? — Reclamó Sirius frunciendo ligeramente el ceño

Pero aparte de él nadie más dijo nada, Lily le sonrió al semigigante con honesto cariño y agradecimiento al preocuparse por sus pequeños.

¡Shhh! — Dijo la profesora McGonagall —. ¡Vas a despertar a los muggles!

Lo…siento — Lloriqueó Hagrid, y se limpió la cara con un gran paño — No puedo soportarlo…Lily y James muertos…y los pobrecitos de Harry y Ann tendrán que vivir con esos muggles…

— Recuérdenme enviarle un Whisky de Fuego a Hagrid — Dijo James por lo bajo a sus amigos

Sí, sí, es todo muy triste, pero domínate, Hagrid, o van a descubrirnos — Susurró la profesora McGonagall, dando una palmadita en un brazo de Hagrid, mientras Dumbledore pasaba sobre la verja del jardín e iba hasta la puerta que había enfrente

Dejo suavemente a Harry y Ann en el umbral…,

— En el umbral pudieron haberse resfriado y es muy peligroso — Le reclamo la señora Weasley

— Molly, seguro que mi yo futuro les puso hechizos para protegerlos — Respondió el director con calma

— Eso espero — Dijo Lily frunciendo ligeramente el ceño, desde el momento en que supo que sería madre, ese instinto maternal había comenzado a emerger en ella

, sacó la carta de su capa, la escondió entre las mantas de Harry y luego volvió con los otros. Durante un largo minuto los tres contemplaron el pequeño bulto.

Los hombros de Hagrid se estremecieron. La profesora McGonagall parpadeó furiosamente. La luz titilante que los ojos de Dumbledore irradiaban habitualmente parecía haberlos abandonado.

Bueno — Dijo finalmente Dumbledore —, ya está. No tenemos nada que hacer aquí. Será mejor que nos vayamos y nos unamos a las celebraciones

Ajá — Respondió Hagrid con voz ronca —. Voy a devolver la moto a Sirius…

— Siempre desee una moto — Susurró Sirius emocionado

— Si, una moto y un beso de m… — James no terminó la frase, puesto que Canuto se lanzó sobre el tapándole la boca

Causando risa entre los más cercanos.

Buenas noches, profesora McGonagall, profesor Dumbledore.

Hagrid se secó las lágrimas con la manga de la chaqueta, se subió a la moto y le dio una patada a la palanca para poner el motor en marcha. Con un estrépito se elevó en el aire y desapareció en la noche.

Nos veremos pronto, espero, profesora McGonagall — Dijo Dumbledore, saludándola con una inclinación de cabeza. La profesora McGonagall se sonó la nariz por toda respuesta

James sonrió de medio lado, sabía que para la profesora él y sus amigos eran dolores de cabeza, pero que igualmente les había tomado cariño, tanto como ellos.

Dumbledore se volvió y se marchó calle abajo. Se detuvo en la esquina y levantó el Apagador de plata. Lo hizo funcionar una vez y todas las luces de la calle se encendieron, de manera que Privet Drive se iluminó con un resplandor anaranjado, y pudo ver a un gato atigrado que se escabullía por una esquina, en el otro extremo de la calle. También pudo ver los dos bultitos de mantas de las escaleras de la casa número 4.

Buena suerte, Harry, Annette — Murmuró

— Yo creo que la necesitará — Murmuró James con preocupación

Dio media vuelta y, con un movimiento de su capa, desapareció. Una brisa agitó los pulcros setos de Privet Drive. La calle permanecía silenciosa bajo un cielo de color tinta. Aquél era el último lugar donde uno esperaría que ocurrieran cosas asombrosas.

Harry Potter se dio la vuelta entre las mantas, sin despertarse. Una mano pequeña se cerró sobre la carta y siguió durmiendo. Mientras que Annette Potter, que parecía un poco más espabilada que el azabache, alcanzo la mano libre de su hermano y se aferró fuertemente a ella, para dormir mucho mejor…,

Se escuchó un "Aww" por toda la sala.

pero sin saber que eran famosos, sin saber que en pocas horas les habría despertado el grito de la señora Dursley, cuando abriera la puerta principal para sacar las botellas de leche. Ni que iban a pasar las próximas semanas pinchados y pellizcados por su primo Dudley.

No podían saber tampoco que, en aquel mismo momento, las personas que se reunían en secreto por todo el país estaban levantando sus copas y diciendo, con voces quedadas: ¡Por Harry y Annette Potter….los niños que vivieron!

— Bien este es el final del primer capítulo — Dijo la profesora McGonagall

— Creo que podemos hacer un breve descanso — Dijo Dumbledore poniéndose de pie y tomando el libro — Este capítulo ha revelado mucha información

Todos estuvieron de acuerdo, después de todo, saber por medio de un libro que dos personas de las más buenas que conoces van a morir, no es algo fácil de digerir.

— Es hora — Dijo una peli-roja, que se encontraba frente al pequeño atrio de madera con el libro ahí — ¿Estas lista Hermione?

Hace aproximadamente una hora que habían enviado los siete libros junto a las cartas al futuro, y en ese tiempo todos los que viajarían habían aprovechado para poner en orden sus cosas, en el trabajo y demás. De modo que pudieran viajar sin dejar cabos sueltos.

Y tras una pequeña conversación, determinaron que lo mejor era que Hermione fuera la primera en viajar al pasado, después de todo los Slytherin no serían muy bien recibidos sin previa notificación y los Weasley sabían que tendrían que enfrentar a sus padres y contarles la verdad.

— Estoy lista — Dijo Hermione, que llevaba una pequeña bolsa de cuentas y su varita

— Bien, abriré el portal y lo único que debes hacer es caminar por el — Comenzó a explicar Ann con calma — Después, cuando veas una luz podrás detenerte

— De acuerdo — Dijo Hermione con determinación

— ¿Estas segura de esto Herms? — Pregunto Ron con preocupación — ¿Estas completamente segura de que es seguro viajar? — Pregunto dirigiéndose a la peli-roja

— Estoy totalmente segura — Sonrió Ann de medio lado

— Deja de preocuparte Ron — Sonrió Hermione dándole un casto beso y poniéndose en posición — Nos veremos ahí

— Cuando llegues lo más probable es que tengas muchas nauseas — Dijo Ann con una leve mueca — Así que puedes pensar inmediatamente en un cuarto de baño, si es que lo necesitas

— Gracias por la información — Dijo Hermione con una leve mueca

Ann comenzó a hacer movimientos complicados con la varita a la vez que recitaba palabras en latín antiguo, y en poco tiempo el portal se abrió justo en la pared al frente de la castaña, que sonrió a los presentes y despidiéndose con un movimiento de mano entró en el portal.

La peli-roja lo mantuvo un par de segundos más, y cuando dejo de recitar el encantamiento el portal se cerró, pero esta vez hubo un chisporroteo de luz roja y una honda de magia se extendió la sala.

— ¿Qué paso? — Pregunto Ron inmediatamente — ¿Por qué paso eso? ¿Hermione está bien?

— Tranquilo — Dijo Ann poniendo sus manos en los hombros del peli-rojo — Herms cruzó bien, aunque…creo que antes de que vaya cualquier otra persona tengo algo que consultar con Dumbledore

Esto es todo por hoy, nos vemos el siguiente domingo 28, les traeré el siguiente capitulo

Gracias por leer