La pelinegra sabía que el hanyou no estaría tan excitado y expectante como ella esperaba, y aunque el hecho de desabrocharle la camisa no significaba nada tan relevante como ella esperaba, cogió con sus cálidas manos las del hanyou.
Sintió com el se tensaba, ya que ella creía que el hanyou no quería tocarla de una manera tan íntima.
Cuando el hanyou sintió la mano de Kagome posarse encima la de él creyó que estaba pidiéndola que parará de tocarla, de besarla con ese ímpetu como lo estaba haciendo en esos momentos. Hasta que se dio cuenta de que ella dirigía su mano hacia uno de los pechos de la muchacha tapados por esa ropa tan fina.
…
…
Mientras besaba con ferocidad a Kagome y acariciaba por encima del sostén el pecho de ella, el hanyou se dio cuenta que seguir con ese juego estando en medio de un prado, apoyados en el pozo y a la vista de todo el mundo: era muy peligroso, y no deseaba tener que detenerse cuando sus compañeros o alguien más atacarán.
Las manos de ella se aferraban al pelo de él, acercando sus bocas una y otra vez, evitando cualquier separación. Inuyasha acariciaba la cintura de ella con una mano, y al oír un par de gemidos de satisfacción por parte de la pelinegra, decidió que era hora de cambiar de lugar si es que querían seguir con lo que estaban haciendo de manera más tranquila e íntima.
Así que sin dar explicación a Kagome, con mucha fuerza de voluntad dejó de besarla unos segundos, abrazándola fuertemente entre sus brazos y apoyando la cabeza de ella en su torso, le susurró un "no te caigas", se levantó del suelo, sintiendo como le flaqueaban las piernas, para girarse y saltar dentro del pozo.
Las luces de color violeta los rodearon, y al llegar al otro lado inspiró el mundo actual de la chica, que se aferraba dentro de sus brazos. Mientras dejaba a Kagome apoyar sus pies en el suelo del pozo comprobó que no hubiera nadie cerca husmeando el lugar, y por suerte se aseguró que estaban totalmente solos en todo el templo.
De repente el olor a excitación de Kagome le llegó hasta el fondo de la nariz, haciéndole perder un poco el sentido. Ella giró débilmente la cabeza hacía él para saber si seguirían o si paraban ya que él tal vez, estaba arrepentido.
Eso deprimió a la chica.
"¿Inuyasha?"
Nada más decir el nombre del hanyou, Kagome sintió como unas fuertes manos la cogían desde atrás por los pechos y los acariciaban lentamente por encima del sostén, mientras su espalda se apretaba contra el duro pecho del hanyou, dejándola sin respiración. Seguidamente oyó el desgarrar de sus sostenes y supo enseguida que Inuyasha había sido el culpable.
Las palmas calientes abarcaban todo el diámetro de sus pechos y Kagome sintió enseguida una gran ráfaga de fuego consumirla por dentro mientras la boca de Inuyasha, ayudada por su lengua, le daba unos suculentos besos y lamidas en su cuello. Las manos de ella se agarraron fuertemente de las de él que se movían con desdén por encima de su pecho, y sin pensar en lo que hacía se apretó sensualmente al hanyou, sintiendo por primera vez en su vida la prolongación dura del cuerpo de él.
Los sensuales labios del hanyou seguían abatiéndose sobre su nuca atormentándola sin compasión con dientes y lengua. Mientras la acariciaba con dedos inexpertos los pezones, y Kagome rebuscaba entre la espalda de él, el nudo de los pantalones.
Con tranquilidad la coloco enfrente de una de las paredes del pozo; sus manos duras bajaron rápidamente por su estómago hasta la falda arrugada de ella. Kagome no pudo más que apoyar las palmas de sus manos contra las paredes húmedas del pozo, y con el cuerpo de Inuyasha totalmente pegado a su espalda.
Gimió al sentir el tirón de la falda bajando por sus piernas; clamó al sentir como los dedos de ella encontraban por fin el cinturón del hanyou para deslizar los dedos entre el nudo y deshacerlo. Gritó cuando una de las manos masculinas se interno dentro de sus bragas mojadas de excitación mezclándose con los rizos apretados que ocultaban su feminidad.
'¿Dónde había aprendido eso Inuyasha?' Se preguntó la chica.
Evidentemente se aseguró de preguntárselo mas tarde, mientras sentía más profundamente la erección de Inuyasha apretándose en ella.
El hanyou no estaba acostumbrado a sentir el deseo llevarle el cuerpo, y no pensaba en lo que hacía. Actuaba atacando a los lugares que mas deseaba de Kagome tocar, besar, acariciar, calentar. Y ver ésa maldita caja tonta una noche cuando nadie estaba en casa, le habían dado un sinfín de ideas pecaminosas que nunca había imaginado, al sentir como los pantalones eran liberados del nudo, Inuyasha molesto no tardó en quitarse el hakama rojo que se le caía de los hombros, para volver a acercar sus manos al cuerpo de la humana que tenía delante de él.
Así que ahora cegado por la excitación y la ardua pasión de él y Kagome juntos, no podía dejar de desear todos ésos lugares que nunca había observado y que ahora solo ansiaba sentir contra su propia piel.
De forma brusca la volvió, inmovilizándola contra la pared. Las miradas llenos de deseo conectaron en dos segundos que los dos usaron para acercarse con mucha rapidez y darse un fuerte beso.
Antes de que Kagome pudiera reaccionar Inuyasha se hincó de rodillas enfrente de ella, sabía cual era el sabor de los labios de Kagome, pero de repente deseó hacer lo misma que en esa caja pervertida y conocer el sabor del tesoro de Kagome que antes había acariciado.
Con manos toscas le quitó el tanguita de color rojo hasta las rodillas y hundió su cabeza albina junto a sus orejitas blancas, entre las piernas de Kagome, absorbiendo con su boca los labios húmedos de su feminidad excitada. Ella no pudo más que apoyarse en la fría pared del pozo y gemir de sorpresa y placer.
Aun dentro de la marea roja de las sensaciones que estaba sintiendo en su cuerpo, Kagome sonrió, mientras movía sus caderas sobre la sensual boca del hanyou, pensando en lo útil que ésas plantas eran y lo atrevido que era el hanyou gracias a ellas.
Sentía la lengua pasearse tiernamente entre los pliegues de su cuerpo, entrando y saliendo, probando y catando su esencia. Sus fuertes manos se incrustaban en sus caderas cuidando de no herirle con las garras. Gemidos de placer salían de la garganta de Kagome, incontrolables porque la lengua del hanyou imprimía un fuerte y rápido movimiento dentro de su cuerpo. Pero ella no estaba segura de lo que estaba ocurriendo entre ellos, su placer era inigualable. Tiró de su pelo fuertemente atrayéndolo hacia arriba. Él levantó la cabeza, separándose escasos cm. del lugar que dos segundos antes lamía, y la miro a los ojos desde su posición aún arrodillado.
Brasas candentes de un dorado fundido como el mismo oro se clavaron en el alma de Kagome. Él sacó la lengua e ignoró el tirón, no podía no seguir chupándole, era algo que superaba su razón y el hanyou solo deseaba seguir sintiendo los gemidos de placer de Kagome, así que siguió su camino y le lamió ése botón húmedo, dándose cuenta que cuando más lo succionaba más aumentaba la excitación de Kagome.
Ella podía ver todo lo que Inuyasha hacia en su cuerpo. Los dientes blancos de él apresaron su centro de calor entre las dos hileras perfectas y blancas, verle los afilados colmillos enterrando entre su feminidad era algo fascinante. Con la lengua lo asaeto sin dejar de tenerlo entre los dientes.
Finalmente el medio demonio dejó de atormentarla y se irguió del todo; Kagome se sintió pequeñita ante el tamaño de él y expectante de lo siguiente que pasaría. Además sentía el cuerpo abrasándole cada uno de los puntos que entraba en contacto con el cuerpo del hanyou.
Le atrajo hacia sí por el cabello, demostrándole lo que ella estaba sintiendo: el deseo abrasador que corría por sus venas insatisfecho plenamente encendido. Kagome introdujo su lengua en la boca del hanyou. Recorrió sus dientes, sus colmillos que antes estaban ocupados en otro lugar secreto de ella y su paladar, absorbiendo con su boca la boca de él. Con un movimiento rotativo, sensual y cadente, recorrió el perímetro de la lengua de Inuyasha.
Quería marcarlo, poseerlo, tocarlo, tomarlo, dejar su huella, sin sospechar que ésas ideas también recorrían en la mente excitada del hanyou.
Marcar a Kagome como su hembra, para así poder poseerla cada noche. Cada mañana en cualquier lugar, teniendo el privilegio de tocar y tomar a una mujer que sería suya y que nadie más podría tocarla, porque sería suya y porque ella misma no desearía a nadie más que no fuera él.
Gimió fuertemente contra la boca masculina al sentir como las manos de Inuyasha bajaban al escote y tocaban sus pechos suavemente. De nuevo atormentándolos pero sin el estorbo de la tela. Él paseó los dedos por la aureola rosada de Kagome con suavidad extrema, para luego apretar el pecho con al ayuda de toda la mano, dejando el pezón entre sus dedos.
Con necesidad cegadora, Kagome apretó su cuerpo contra toda la envergadura caliente y dura del hanyou, sin ser conciente a causa de estar cegada por el placer. Sintiendo; palpando su dureza. Él levanto la cabeza con dificultad ya que la boca de Kagome no le dejaba ni un momento de descanso. Sorbiendo cada gemido; tomando la lengua en la ardua lucha de pasión e introduciendo su lengua casi hasta él limite. Ella siguió el movimiento de la boca de él con su lengua.
"Kagome..." dijo él con voz ronca mientras comenzaba a descender por el cuello de la pelinegra succionando la piel suave que encontraba a su paso y aspirando el olor de sakura y el de excitación de Kagome, turbándole la mente.
Durante unos segundos los dos se miraron, y luego el hanyou siguió descendiendo en dirección a los pechos de ella, los observó ensimismado, y antes que Kagome reaccionará sus fuertes labios se posaron sobre uno de los pezones lamiéndolo, devorándolo con su boca húmeda.
Rozó con sus dientes la tierna y sensible aureola, lo que hizo que Kagome sintiera una calurosa descarga en su feminidad, lo absorbió con fuerza para luego abandonarlo y soplar sobre él su cálido aliento, controlando las ganas que tenía de entrar en ella sintiendo el feroz ardor de su entrepierna.
"I-Inu…Yasha" consiguió decir ella con la cabeza hacia atrás apoyada contra la pared del pozo "Ahhhhhh..." Mordiéndose los labios a la vez que movía sus caderas contra el hanyou, contra las piernas de él.
De un solo movimiento Inuyasha rodeó las nalgas de Kagome y la levantó del suelo con sus fuertes brazos. Ella quiso librarse de él, avergonzada, como un tomate porque sabía que ninguno de los dos tenía experiencia, y eso le causaba miedo de que pasara algo que después se arrepintiera.
"¿Tranquila?" preguntó él sonriéndola a la cara, entendiendo. "Voy a ser muy cuidadoso… espero…" Enterró su cara entre los pechos de la chica antes que ella preguntará algo más, intentando que la tensión que había sentido segundos despareciera.
Kagome vio en sus ojos ahora oscuros de un dorado único que nunca antes le había visto, que podía confiar totalmente en él. Que su experiencia junta, aunque fuera por primera vez, sería inolvidable para ella.
Cerró los ojos quemándose de pasión con el calor de la hembra entre sus brazos y sintiendo su miembro duro dentro de los pantalones amplios, pero empapados del sudor, se los quitó rápidamente, bajando con ansia de sus piernas para crear una pequeña montaña de ropa a sus pies, junto a la vaina de la espada.
"Agárrate" dijo él levantando la cara de sus pechos.
Ella no pudo más que obedecerle, rodeando con sus brazos el cuello de Inuyasha. Él la aplastó contra la pared del pozo para que no se escurriese hasta el suelo. Kagome no pudo ni respirar pero eso no la importo en esos momentos, porque veía como Inuyasha rozaba su bajo vientre, su clítoris y el inicio de sus labios vaginales con su miembro erecto.
"Joder..." exclamó él apretando los dientes ante la tortura de prolongar el momento, mientras seguía rozando contra la feminidad húmeda de Kagome su miembro. Ella le rodeó la cintura con las piernas, sentía su piel ardiente quemarse mientras se apretaba contra ese cuerpo duro y excitado. Con impaciencia se contoneó un poco, aumentando el nerviosismo del hanyou.
"Espera..." intentó decir él, pero la boca de la hembra se lo impidió con un beso devorador, mordisqueando sus labios.
"Mmmm..." respondió la pelinegra entre sus labios.
Kagome abrió lo ojos gimiendo contra la boca del hanyou al notar la débil penetración del miembro de él dentro de su cavidad, la punta del miembro excitado se internaba lentamente entre sus muslos cerrados rozando su interior, dejando huella a su paso, marcándola.
Él la mantenía clavada en la pared sin moverse ni un milímetro, se miraron un par de segundos mientras sus labios se rozaban con infinita ternura, sin evitar mostrar sus sentimientos a través de la mirada. Con su mano izquierda levanto la pierna derecha de Kagome, doblándola por la rodilla para que esta le rodeara con su pierna.
La misma mano entre los dos cuerpos, rozaba la piel suave del vientre de la muchacha, mientras que habría con sus dedos largos los pliegues internos del centro de calor de Kagome, para terminar con la penetración. El hanyou pensó que así no le dolería tanto, por que no era para alardear, pero no creía que su masculinidad cupiera en esa cavidad a no ser que estuviera muy húmeda, que era lo que había hecho antes, o que el placer le hiciera olvidar el dolor.
Él retiro su erección unos segundos, para luego penetrarla con rapidez y dureza, levantándola, deslizándola por la pared hacia arriba. El gritito de Kagome le alertó y enseguida la abrazó rápidamente, internando su miembro aún más profundamente. Su lengua empezó a lamer el cuello de ella, para tranquilizarla hasta llegar a su oído y besar con convicción el lóbulo.
Los olores que sus cuerpos dejaban en el aire, se mezclaban en la cabeza de Inuyasha enloqueciéndolo tanto como el humo que le había 'ayudado' a empezar con esto.
"¿K-Kagome? Te dolió"
Ella volvió a contonearse, sintiendo el duro miembro dentro, escapó un gemido de sus labios y buscó los de Inuyasha para tranquilizarlo. Mientras le besaba con pasión pensaba que cuando se había imaginado su primera vez, la creía más dolorosa y que se sentiría con mucho pudor a causa de la desnudez. Pero ahora estaba con Inuyasha, le acaba de arrebatar su virginidad de una manera desesperada, a la manera Inuyasha, y en vez de dolerle o de sentirse humillada, el placer que llegaba en todo su cuerpo era inimaginable, inigualable.
"Estoy bien, no me dolió."
"¿S-seguro?"
"Seguro Inuyasha, sigue…"
Se miraron seguros de lo que pasaría y volvieron a besarse fuertemente, con cada acometida lenta, pausada, dura, él la levantaba de su posición sin dejarla perder contacto con la pared del pozo; en cada retroceso de su miembro, él la soltaba de su peso con lo cual, ella descendía por la pared, Kagome se dio cuenta que la camisa quedaría hecha un asco después de esto, pero por lo menos no le dolía la espalda…
Kagome no reparaba en el calor abrasador justo en el punto de unión de ambos cuerpos, el calor, que aumentaba más y más, de su espalda y trasero desnudo que rozaba la pared del pozo en cada penetración. Tampoco escuchaba el ruido sordo de las aves, y de la concurrida ciudad; ni incluso el vaivén, el retumbar de su camisa con cada bombardeo del cuerpo del hanyou contra ella. Solamente las respiraciones entrelazadas de los dos, al unísono mientras sus bocas se devoraban con hambre y pasión desnuda.
…
La mujer de fría mirada no se había ido del todo, no estaba a kilómetros de distancia. Sabía que con el deplorable estado del hanyou no sentiría el olor de ella, ni aunque estuviera un centímetro al lado de él, y simplemente no podía entender cual era la razón por la que de repente la había ignorado de una manera tan evidente.
Sólo porque su reencarnación sabía besar¿debía cambiarla por la otra?
Los odiaba. A él por no caer en la trampa y hacerle caer en le infierno, y a la chiquilla por quitarle el sacrificio que necesitaba para poder llegar al cielo, como la pura y virginal miko que era…
Sus pasos ni siquiera se podían oír, eran tan débiles como el aire que movía su pelo negro, pero percibía perfectamente el aura lleno de una turbadora excitación, donde se distinguía el de un medio demonio y el de la chiquilla mezclándose. Y no sólo parecían poseerse una a la otra, y a la inversa, sino que podía divisar como dentro de ésas auras sus cuerpos deberían estar tan juntas, que parecían un solo cuerpo; como pegados entre sí.
Pausadamente se acercó hacia el pozo donde los había dejado, no les podía oír ni tampoco ver; pero el aura de pasión de ellos se situaba dentro del pozo, sabía que aunque se acercará no vería nada, igualmente se acercó al pozo y se quedó mirando el fondo oscuro, esperando ver algo interesante
…
Ella le clavó las uñas entre los omoplatos mientras el fuego de la pasión la quemaba por dentro, se daba cuenta que ahora que Inuyasha le estaba haciendo el amor, su relación nunca volvería a ser igual, y aunque en un principio creyó que solo con una vez bastaría se dio cuenta que eso era imposible; Inuyasha no podía dejar de pensar en lo que Kagome le estaba entregando con tanto amor, se había entregado a él en cuerpo, alma y hasta le mismo corazón. Por muy imbécil que fuera no dejaría de negar ni un maldito minuto más que amaba a ésta muchacha de una manera desmesurada y totalmente platónica.
Amaba las sonrisas que hacía mientras dormía, con ésa tranquilidad durmiente, o las que asomaban por sus rosados labios cada vez que él hacía algo gracioso o causaba una pequeña broma; amaba sus ojos azules, casi grises, casi chocolates, demostrando amor en cada mirada cruzada con la dorada; amaba su pelo negro y azabache, y con ésos pequeños rizos que tenía siempre, que con cualquier contacto se ondulaban acariciando su dedo cuando de noche, y ella dormida, se pasaba horas contemplando su cara, paseando las garras en su pelo.
Como el que estaba ahora entre sus garras, medio húmedo por el placer, la miró un par de segundos con sus ojos dorados y oscuros por la pasión viendo como su sensual boca se abría y se cerraba escapando gemidos de placer, perlando su frente de un sudor caliente.
Hizo una promesa mucho más fuerte que las anteriores a sí mismo: estar y amar a Kagome para siempre, marcar a ésa hembra para poder estar unidos hasta el fin de sus días; ahora y siempre. De repente los ojos de ella, ahora azul mar se abrieron de deseo, mirándolo con ésa devoción con la que solamente Kagome puede mostrarle, los brazos de ella se aferraron fuertemente en los hombros de él, seguidos por sus piernas.
'Más... más... más...' Y él como si escuchara su voz interna empezó a penetrarla con más velocidad, con fiereza, con acometidas cortas, sin sacar del todo su miembro del cuerpo de la mujer, mientras sus ojos no dejaban de mirarse y sus bocas se besaban fiera y salvajemente.
'Más... más...más...'
Una, dos, tres..., ocho, diez... sin parar, sin querer parar.
'Más... más... más...'
Buscando la culminación total...
Kagome arqueó su espalda todo lo que pudo, arqueo su cabeza hacia atrás en su orgasmo desgarrador gimiendo. Sublime. Gimiendo descontroladamente el nombre de Inuyasha, segundos antes que lo hiciera él. Gritando en su liberación. Como si perdiera el mundo de vista se aferró fuertemente a Inuyasha, éste que había dejado de besarla porque no podía respirar descansaba sus labios calientes en el cuello húmedo de ella, Kagome sintió su piel romperse y como dos colmillos de hanyou se internaban en su piel.
Cerró los ojos intentando controlar su respiración dificultosa, intentando controlar su cuerpo tembloroso por el clímax febril que estaba sintiendo. Poco a poco Inuyasha la bajó hasta al suelo del pozo sin dejar de lamerle la herida, ni de abrazarla, ni tan siquiera pensar en el simiente que ahora se estaba adentrando en su cavidad.
Gracias al gran espacio del pozo, Inuyasha se estiró suavemente en el suelo, la espalda descansando encima de la ropa de los dos hecha una montaña en el suelo. Al abrir los ojos después de tan espectacular e inolvidable momento, los ojos chocolates de Kagome lo miraban desde su altura a horcajadas encima y alrededor de él.
Las manos del hanyou acariciaran unos segundos la cintura de ella, y una sonrisa arrogante apareció en sus labios masculinos. La hembra que tenía encima de él ahora era suya… ¡SUYA! Ya nadie ni nada podría separarla de él, ni a la inversa. Los ojos de la chica lo miraron con infinidad de preguntas y antes de nada decido aclarar un par de puntos, odiaba los malentendidos.
Los brazos masculinos abarcaban toda su pequeña cintura, y su piel ahora brillaba del sudor de haber estado haciendo el amor, sus mejillas se tiñeron de rojo enseguida. Tenía aun el miembro de Inuyasha dentro de su… su… ¡dentro de ella! Y él le sonreía como si fuera el macho más perfecto del mundo, pero se dio cuenta que en sus ojos dorados había un sentimiento diferente, como si estuviera pensando un plan perfecto.
El hanyou estaba perdido en las curvas de la chica situada encima de él, paseaba su vista maravillado por cada parte de ésa piel que segundos antes estaba rozando la suya; el cuello de ella tenía pequeñas marcas rojas de haberla besado, lamido y mordido con tanta pasión e incluso tenía varias situadas en el valle entre los pechos. Tragó nervioso mientras su vista se perdía en los senos de la chica, en esa piel blanca con las cumbres rosadas. El efecto de la camisa medio desgarrada le daba un toque salvaje. Supo que Kagome sentía la mirada de él en esa parte y sus pezones se pusieron erectos delante del asombro del hanyou. Pero no dejó de observar el cuerpo de ella y finalmente llegó a la valle de pelo negro y rizado que estaba dando calor a su miembro. Se fijó que aún emanaba sangre y su semilla, brotaba de ahí como si no quisiera hacerlo, entonces la mano que tenía en su cintura la llevó hasta ése lugar de seguro adolorido por Kagome. ¡Había tenido su lengua justo en ésos labios rosados escondidos por el pelo negro!
Volvió a colocar la mano con garras en al cintura de la mujer, intentando controlar lo que causaba el cuerpo desnudo de Kagome encima de él, y sus pensamientos de hanyou pervertido…
"¿En dónde aprendiste?"
Verdaderamente esperaba cualquier eso menos eso, pero supuso que en verdad para Kagome debería ser un misterio que un hanyou virginal como él fuera tan… ¿Bueno? Esperaba que fuera así.
"En ésa caja tonta… ¿Porqué?" contestó con un deje de burla, de arrogancia. Kagome no pudo evitar reír por la vanidad de su hanyou, en verdad no sabía lo que hacia, sólo repetía lo que había visto.
"Entiendo. Al menos fue útil para alguien." Sus ojos se encontraron aún llenos de pasión y de amor. La sonrisa del hanyou cambio rápidamente y volvió a mirar hasta el lugar donde sus cuerpos se unían.
"¿Te duele?" ella también miró abajo, y aunque sabía lo que se encontraría se sorprendió. El líquido blanco, parecía más denso de lo que se había imaginado, acercó su mano hacía su feminidad y con suavidad lo tocó. "¿Kagome?"
"¿Eh?" ella apartó la vista de su unión y volvió a mirar a Inuyasha a la cara, se había sonrojado y enseguida fue imitado por las mejillas de Kagome. Sonrió aún un poco avergonzada y negó con la cabeza.
"No Inuyasha, más bien fue… placentero." Sin evitarlo los dos apartaron la vista hacía las paredes húmedas de alrededor, y Kagome sintió como si algo latiera bajo de ella, recordó que aún tenia a Inuyasha dentro de ella, y que los dos estaban desnudos. "El problema va a venir ahora"
"¿Por qué?" ¿Es qué acaso pasaba algo malo? La miró con preocupación y con sus orbes doradas llenas de miedo.
"Tengo que… bueno tenemos que…es que… me gusta estar así contigo ¡de veras! pero… ¿No puedes por lo menos apoyarte a la pared y abrazarme o algo? Es muy desagradable que me dejes así, me siento abandonada."
Inuyasha tardó unos segundo para entender el problema del asunto y con cuidado se levantó, Kagome se abrazó a sus hombros y el hanyou colocó la mano en el trasero suave de la chica, luego poco a poco la pelinegra fue levantándose, mientras Inuyasha y Kagome a la vez sentían el abandono de ésa calor en sus partes sensibles.
Instantes después los dos estaban apoyados en la pared del pozo, con la parte superior de Inuyasha detrás de la espalda de él, y las grandes mangas alrededor de sus cuerpos, puesto que en pleno verano uno no tiene mucho calor.
"¿Desde cuando habías planeado esto?" preguntó finalmente el hanyou, Kagome sentía las manos calientes de Inuyasha abrazar su piel tibia, y mientas lamía el cuello de ella, oyó su pregunta.
"Yo solamente quería que me besarás, no que llegáramos tan lejos…" Inuyasha abandonado al cuello de Kagome, no hizo señal alguna de haberla oído y prosiguió. "Pero no me arrepiento Inuyasha, te amo, y eso no va a cambiarlo nada."
Enseguida Inuyasha besó a Kagome vigorosamente, en un beso ávido. Los labios del hanyou poseían a los de Kagome como si el mañana no existiera, deslizando su lengua en ésa suave boca femenina, probando el sabor sensual de la boca de su mujer. Cuando tuvieron que apartarse por la falta de aire, Inuyasha la abrazó más fuerte y escondió la cabeza con sus orejitas en el cuello de ella.
"Baka. A buena hora lo dices."
"No digas eso¡no se te acude nada más romántico!" ella intento apartarse de él, pero Inuyasha la abrazó de una manera más posesiva. "¡Si ésta es tu manera de rechazarme, que sepas que también llegas un poco tarde!"
"No, maldita sea Kagome. No es eso."
Siguió forzando a separarse de él y al final sus manos quedaron cogidas por las de Inuyasha al nivel de sus cabezas y sus labios medio rozándose. "¡Estate quieta¡Maldita sea mujer!"
La empujó hacia el suelo y se colocó encima de él. "Mírame" le gritó porque ella empezaba a sollozar. "Kagome, por favor no llores…Mírame preciosa" Kagome reaccionó ante ese apelativo y los labios del hanyou besaron los ojos y mejillas húmedas por las lágrimas, para susurrarle todo lo que hasta ahora no se atrevía.
"No te he hecho mi mujer a causa de unas hiervas, he estado consciente desde que empezaste a besarme. Y nada de lo que ha pasado ha sido una equivocación, sólo has adelantado un poco las cosas, porque te juró que ya no podría haber seguido así ni un maldito mes más Kagome."
Finalmente ella dejo de huir de sus brazos e Inuyasha la miró directamente a los ojos.
"¿A-ahora soy t-tu mujer?" preguntó Kagome aún un poco llorosa, pero a la vez feliz y con una infinidad de ternura en sus ojos. Aunque sobretodo se la veía muy impresionada.
"Si Kagome te he hecho mi mujer. Ahora eres mía y de nadie más y siempre vamos a estar juntos."
"Pero yo soy mortal Inuyasha. No tengo sangre demoníaca, me haré vieja mucho antes que tú" él la miró desconcertada, mientras volvían a brotar lágrimas saldas de los ojos de Kagome.
"¿Tú no sabes nada sobre los youkais o los hanyou verdad?" Kagome se ruborizó, no verdaderamente no sabía nada sobre sus rituales de apareación ni nada por el estilo. "Así que tampoco sabrás que cuando un hanyou o youkai toma a una mujer con gran poder espiritual como su hembra, ésta asume una parte demoníaca de su pareja y así los dos pueden vivir los mismos años."
"N-no"
"Lo suponía. Ahora ya lo sabes, no debes preocuparte Kagome, no te harás vieja antes que yo. Sino que te harás vieja conmigo. Jeje"
Ella lo miró a los ojos con ternura pero aún sumamente preocupada, Inuyasha enseguida se dio cuenta en lo que pensaba.
"Yo también te amo preciosa."
Y sin esperar más se lo demostró otra vez.
…
