2. VIDAS ROTAS

Llovía. Las gruesas gotas de lluvia mojaban su pelo y resbalaban por su cara, confundiéndose con las lagrimas derramadas. La noche había caído sobre la ciudad y el conocido cantante de pelo marrón podía mezclarse ahora con la multitud sin levantar comentarios. Las calles centrales estaban inundadas de ruido y música, los adornos navideños colgaban de las farolas y balcones. Levantó la vista para mirarlos, de nuevo sus ojos se inundaban de lágrimas al recordar la promesa que le había hecho a su amigo Ryotsu de ir a verlos juntos.

-Ryotsu... ahora ya... no podrás verlos jamás... – Se cubrió la cara con las manos, completamente desolado. ¿Cómo podía decirle a la dulce madre de su amigo que no podría celebrar nunca más la navidad con su hijo? No podría superarlo, seguramente se hundiría. Pero tarde o temprano lo descubriría, alguien encontraría el cadáver arrojado al río que habían tirado Shuichi y el. Al final se comportaron como unos cobardes, no tuvieron consideración por Ryotsu, comportándose como malditos asesinos.

Alguien que venía corriendo lo empujó y lo tiró al suelo mojado sin ni siquiera girarse a ayudarlo, echando a perder una cara chaqueta. Se quedó ahí, sentado, apoyado en la pared, viendo a los transeúntes pasar con los paraguas, alegres a pesar de el cielo gris que les rodeaba, completamente indiferentes al sufrimiento que estaba soportando.

Parecía que el cielo estaba llorando por el, no, por el no, por el pobre desgraciado que había muerto por su estupidez. Esa falsa apariencia de inocencia que se había recreado el mismo le había costado muy caro. Seguramente algún día acabaría con el. Sabía muy bien que jamás lograría superar lo que había pasado hacía tan solo unas horas, a partir de entonces, cada vez que se mirara al espejo vería a ese detestable criminal. Ryuichi Sakuma se había ido, para no volver jamás.

Pensó que no habían conseguido nada, al final los cogerían, por deducciones, o por pruebas, los cogerían. Pero nada le importaba ahora a Ryuichi. La lluvia seguía azotando la ciudad, limpiando de alguna manera la suciedad de esta. Pero nunca lograría limpiar los pecados de su alma. Finalmente comprendía lo que era el infierno. No era un lugar determinado, ni tampoco una cosa. El infierno era el dolor y el sufrimiento eternos, la gente condenada a recordar sus más terribles pesadillas, sin poder olvidarlas jamás.

Recordó algo ocurrido hacía ya muchos años. Algo que le marcó. La razón por la que había adoptado esa falsa máscara. Al final no había servido de nada, solo le había ido robando el cuerpo y la personalidad. La familiar música de la feria del circo que creía haber olvidado ya, volvió a resonar en su cabeza. Los dolorosos recuerdos se agolparon en su mente como lo hicieron años atrás. Recuerdos que estuvieron a punto de volverle loco anteriormente, torturándolo día a día, sin dejarlo descansar. Pareciese que después de tanto tiempo, quisieran volver para castigarlo.

Ojalá viniese alguien y lo matara en ese mismo momento. Ojalá pudiera librarse de ese dolor que le oprimía el pecho y no le dejaba respirar. Ojalá nada de esto hubiese ocurrido. Parecía que todos los que se le acercaban acabasen heridos de alguna forma.

Se levantó, caminando sin rumbo fijo, notando que la lluvia se acentuaba cada vez más. Impotente al querer escapar de su destino, sabiendo que era imposible hacerlo.

Después de horas caminando, de alguna manera llegó a su casa. Entró sin preocuparse siquiera de cerrar la puerta o de encender la luz, y se tiró al sofá, intentando no pensar en nada, entre la relajante y a la vez deprimente oscuridad.

-Me voy a volver loco. –se dijo.- Y no creo que lo haga solo...

La puerta del apartamento se abrió, dejando paso libre a un Shuichi destrozado. Que la cerró sin siquiera percatarse. Oyó el teclear de Yuki en su despacho. No se sentía con fuerzas ni siquiera para fingir. El remordimiento, la culpa, el dolor y el sufrimiento se le clavaban una y otra vez, y la imagen de Ryotsu disparándose a la cabeza que no lograba hacer desaparecer no dejaban de torturarle. Se dejó resbalar hasta quedar sentado en el suelo de la entrada, apoyado en la puerta sin mirar en ningún punto fijo. Se encontraba mal, muy mal. Además tenía miedo, miedo de que los descubrieran, algo que sabía que iba a pasar. Miedo de lo que podría pensar la gente, en especial Yuki, cuando lo supiera. Miedo a quedarse solo, y miedo a seguir viviendo en esa pesadilla eterna.

Todo se había desmoronado tan rápidamente... tan de golpe, que le asustaba. Su vida, su futuro... un solo hecho había hecho que todo se modificara para el. se sentía tan aturdido, que ahora todo carecía de sentido. No podría. No podría convivir con ese capítulo de su vida. Era demasiado terrible. Los remordimientos no lo dejarian vivir.

-¿Se puede saber que haces ahí sentado baka?- la voz de Yuki llegó a sus oídos, sus mirada se encontraron, y en ese momento Yuki supo que algo no andaba bien con Shuichi.

-Yo... –El nudo que tenía en la garganta y el estomago le impedía hablar. El hecho de pronunciar unas palabras le parecía imposible en ese momento. Se levantó para dirigirse a la cama, ya que no podía hacer más.

-Oye baka ¿Se puede saber que ocurre...?- le dijo cogiéndole del brazo. Iba a decir algo más pero vaciló al ver una mirada de miedo y a la vez desolación en Shuichi. ¿Qué había ocurrido que el cantante no le quería decir? Le daba la sensación de que debía de ser algo terrible.

Me voy a la cama. –Logró articular. Y dicho esto se encerró en la habitación. Dejando a un Yuki muy confuso.

Holas, aquí estoy otra vez. Siento haber tardado tanto... No es que haya pasado una eternidad pero es que este fic ya lo tengo escrito... U no entero, pero bastantes capítulos jejeje Pero es que no pude y además me daba flojera xD Gomen gomen, no lo volveré a hacer ... :P ahora actualizaré lo más seguido que pueda prometido.

Muchas gracias Issichan! Tu review me alegró el dia aunque sea solo uno yo ya soy feliz.

Nos vemos! Reviews please! Un kiss