DECISIÓN.
Fue el momento justo en que se enteró de esa terrible noticia, el momento en que la decisión estuvo tomada, todas las posibilidades pasaron por su cabeza y todo llevaba a lo mismo. No había mas remedio.
Cómo él, atado a una armadura vacía y sin su ayuda podría recuperar su vida. Quedaría solo en el mundo cuando él no estuviera, y todo por su desgraciada culpa. Por tentar al destino y los designios de dios el que pagó la peor parte era quien mas merecía vivir, pero no así, como un objeto, algo inhumano a los ojos de la demás gente. Ahora que no estuviera, cuando se fuera de su lado por la misma causa que habían quedado huérfanos de madre.
La decisión estaba tomada.
El día, nublado, presagioso, no podía describir el terrible tormento del alma predestinada. Fue en ese día.
Estaban los dos solos en el pequeño cuarto que tenían asignado en el cuartel, donde el silencio imperaba con el aroma de tierra suelta, alborotada por las primeras señales de la tormenta acompañados de sus divinas huestes arrojadas por las manos de zeus.
-Alphonse- finalmente las palabras rompieron el silencio
-si, nii-san
-pronto moriré- aquel leve susurro parecía la voz salida de lo profundo de la tumba
-Nii-san, porqué…- parecía haberse perdido el alma dentro de aquella cascara metálica-desde cuándo tu…
Ed solo hizo un gentil gesto con la mano para que guardara silencio, luego le tendió los brazos pidiéndole que lo abrazara.
Los dos hermanos se abrazaron y ninguno dijo palabra, solo se escuchaban sus sollozos y las lágrimas de Ed escurrían sobre el frío metal mientras que Al, aun sin poder derramar lágrimas, se veía terriblemente abrumado.
-No me odies- Fue lo último que dijo Ed en tanto un sonido chirriante pareció invadir la habitación y, cuando cesó, regresó el silencio.
-Nii-san…-desde el exterior de la habitación se aprecio un resplandor, solo emitido por una transmutación. Adentro, solo un gemido ahogado se escuchó y después, el chasquido de una tiza que había caído y rodado de las manos de Ed hasta el suelo. Pronto el cuerpo blanco de la tiza que do cubierto de un rojo y espeso líquido.
Pasaron horas hasta que alguien, extrañado de no saber nada de los Elric, se asomó a su habitación y pegó un grito al ver, una armadura inerte aparentemente abrazada del cuerpo de un muchacho, y al muchacho, atravesado por una punta de metal salida del mismo cuerpo de la armadura.
Ed, lo había decidido, no dejaría solo a su hermano en este mundo al que ya no pertenecía, ya que sin el nadie mas podría recuperar su cuerpo. Así lo había decidido, que sin darse cuenta su hermano, y aprovechando del hecho que este no podía sentir nada físicamente, iba a destruir el círculo que unía el alma al objeto, pero tampoco podía ver como su hermano moría frente a sus ojos y en el mismo acto usó aquel cuerpo de metal para acabar con su propia vida.
