Capítulo 3: Aquello a lo que nos aferramos.
El soldado recorría las ardientes ruinas de una instalación recién liberada de los demonios, esta era la cuarta vez que los demonios trataban de tomarla, y la quinta vez que a él le toco despedazarlos, no era como si se quejase, matar demonios era su trabajo, pero que joda eran los engendros del infierno, ¿Qué rayos había en estas instalaciones para que tratasen de apoderarse con tantas ganas?
Los demonios eran más testarudos que de costumbre, era casi como si algo los estuviese empujando a tratar de mantener esta instalación, lo cual en si no era malo. Si había algo que el soldado odiase más que los demonios, eso era que los demonios corriesen. Por lo que tenerlos esforzándose por proteger una instalación en específico no era tan malo, aunque si era muy repetitivo.
Fue entonces que noto un grito sobre su cabeza, ese grito no podía pertenecer a un demonio inferior, claramente un oponente poderoso había decidido hacer acto de presencia. Al parecer los demonios estaban particularmente interesados en lo que fuese que hubiese en estas instalaciones.
El soldado levanto la cabeza, y observo a una especie de agila humanoide de dos cabezas, era la cosa más amorfa que había visto en mucho tiempo.
El extraño demonio parecía estar tratando de comunicarse, lo escucho gritar lo que el asumía eran amenazas u ofertas, realmente esperaba que fuesen lo primero, el soldado odiaba tratar con aquellos que se creían con el poder de tentarlo. Al final del largo discurso el demonio lanzo una especie de rayo de colores extravagantes, el cual le impacto de lleno, aunque su efecto dejaba mucho que desear, el espectáculo de colores fue genial.
Ya que obviamente no podían comunicarse el soldado decidió llamarlo "My Little Pony" ¿Por qué ese nombre? Ni idea. El soldado solo sentía que le quedaba, algo en lo profundo de su alma se reía cuando miraba a My Little Pony volar y lanzar esos rayos psicodélicos, ¿Un recuerdo, un fragmento no consumido de su alma? Quien sabia, el soldado no tenía el tiempo o las ganas de examinar las razones detrás de nombrar al demonio "My Little Pony".
Los gritos histéricos del demonio de dos cabezas continuaron por algún tiempo, mientras el soldado se reía internamente, pero al final el soldado levanto su arma y comenzó el ataque, era hora de enseñarle a esta cosa rara que el solo hablaría con los demonios a través del cañón de su arma. Aquí fue cuando las cosas tomaron un giro inesperado, sus balas en vez de impactar y atravesar la carne del demonio, se transformaban en burbujas o mariposas.
Eso realmente era algo raro, transformar el plomo y metralla en popas de jabón, My Little Pony era realmente divertido.
"¡Es hora de probar un enfoque distinto!"
Salto a una especie de torre de comunicaciones semidestruida, y luego salto sobre el demonio con su motosierra encendida. ¿El demonio podía convertir a su quería betsy de la misma forma que lo hacía con sus balas, o esta esparcirá sus órganos en el piso? Era una apuesta interesante. Una apuesta que solo podía tener un ganador.
El demonio lanzo más rayos de colores, varios de estos se estrellaron contra su armadura, antes de desaparecer en el aire como si se tratasen de fragmentos de luz sólida. Sin duda este demonio sería un gran espectáculo en las fiestas, pero, este era el campo de batalla.
Su quería motosierra atravesó la carne del demonio, My Little Pony grito, y trato de alejarse volando de su atacante, pero ya era tarde, el soldado lo agarro de una pierna, y con un movimiento de sus manos le corto una de las alas al demonio, el soldado no estaba en posición como para poder decapitar al demonio en medio del aire, por lo que llevaría la pelea a un terreno más favorable. ¡Tierra firme!
El aterrizaje pudo haber sido mejor, en su desesperación el demonio había hecho varias maromas para tratar de quitarse a su atacante de encima, y aunque no había podido evitar caer al suelo, si aporreo varias veces al soldado contra las construcciones en su caída.
El soldado se levantó con algo de cuidado, el descenso había sido en extremo complicado, y aun sentía como su cabeza daba vueltas, le tomo algunos segundos poder identificar donde estaba el inmenso demonio de dos cabezas, resulta que la criatura se había arrastrado varios metros.
- ¿Tratando de huir de tu destino?
Comento el soldado entre molesto y divertido, My Little Pony era por mucho la cosa más ridícula que se había topado desde que despertó, ¿Quién había creado semejante adefesio? ¿Y cuál podía ser su función? ¿Desconcertar a sus atacantes con luces bonitas? No, no podía ser eso, sería ridículo.
-Mi destino es gobernar sobre todo este universo. No me subestimes maldito mortal.
El soldado realmente no se esperó una respuesta, ¿El demonio había aprendido su lenguaje con solo escucharle decir unas palabras? Interesante. Levanto su motosierra, listo para rebanar la cabeza del demonio, cuando escucho un ensordecedor chillido sobre su cabeza. Aparentemente My Little Pony no había venido solo, había una veintena de demonios graznando sobre su cabeza.
Sin dejarse intimidar el soldado dejo caer su motosierra sobre la espalda de My Little Pony, luego la movió, cortando el cuerpo del demonio en dos mitades, ahora cada cabeza tenia medio cuerpo. Curiosamente ambas partes parecían aun poder moverse
¿Necesitaba dividirlo en cuartos? Pero antes de que pudiese considerarlo.
Los demonios cuervos levantaron sus manos, y varios rayos de colores iluminaron el cielo, parecían estar invocando algo. Segundos después, un inmenso demonio cayo cual meteorito sobre las maltratadas instalaciones que había estado liberando de demonios hasta hace unos minutos. Bueno, al menos eso solucionaba el problema de tener que luchar por esa pila de metal fundido, esto ya se podía considerar una mejora de su situación actual.
El inmenso demonio rojo era una cosa que el soldado nunca antes había visto. Tenía dos inmensas alas hechas girones, su rostro parecía estar marcado por profundas cicatrices, además de tener sus cuatro cuernos rotos, pero todo eso era opacado por esas inmensas hachas de guerra, las cuales claramente eran empuñadas por manos expertas, además de poseer una inmensa aura demoniaca, una que no se podía comparar a nada que él se hubiese enfrentado desde su despertar.
Este sin duda iba a ser el enfrentamiento más difícil que el soldado tuviese que superar desde su despertar. El inmenso demonio salto rápidamente contra el soldado, dándole apenas el tiempo suficiente de esquivar su primer ataque. Ambas hachas gemelas se movieron con tanta ferocidad que la armadura verde del soldado fue marcada, pese a haber esquivado el ataque.
Los gritos del demonio eran un arma en sí misma. El soldado se encontró perdido en la rabia del demonio, era casi como si la rabia que ardía en el interior de su alma se volviese en su contra cada vez que el demonio gritaba. Era molesto, y preocupante, sin la ira para alimentarse, el soldado era poco más que un mortal ordinario.
La batalla continuo durante varias horas. El soldado se encontraba en una situación delicada, sin el control de su propia ira, se encontró perdiendo terreno rápidamente, además, el demonio era muy rápido, y sus armas muy poderosas.
Por si la situación no fuese mala de por sí, los demonios emplumados precian estar apoyando al inmenso demonio rojo con sus extraños rayos de colores, ya que cada proyectil que el lanzaba era convertido en espuma o confeti antes de impactar. ¿Lo cual le molestaba y le causaba risa a partes iguales?
El soldado no tenía una forma de atacar a distancia, y sus ataques cuerpo a cuerpo lo dejaban presa del efecto poco grato de los gritos del inmenso demonio rojo.
Por unos segundos el soldado lamento no tener su siempre confiable espada crisol consigo, su cuchilla debería seguir clavada en la cabeza del icono del pecado, no, talvez era su culpa ¿Por qué no había reparado su espada después de clavársela a ese maldito titán?
El demonio volvió a gritar, el soldado se apretó la cabeza con dolor, salto hacia atrás, esquivando apenas el ataque de una de las hachas, y luego saco su rifle de plasma. Descargo su arma sobre el demonio, al parecer los demonios emplumados no podían convertir sus proyectiles en confeti, si los proyectiles estaban hechos de energía y plasma fundido, era bueno saberlo, porque cuando terminase con este demonio, iría por ellos.
El fuego rápido del fusil de plasma permitió al soldado tomar un muy necesario respiro, se alejó varios metros, y trato de pensar en un plan, la munición de su fusil no duraría mucho más, y lamentablemente el inmenso demonio rojo no parecía estar recibiendo daño por parte de la munición de plasma.
Pero sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando el demonio dejo caer una de sus hachas de batalla, y la reemplazo con un inmenso látigo, látigo que uso para agarrar una de sus piernas, y luego lanzarlo varios cientos de metros en el aire.
La caída fue aparatosa y muy dolorosa, pero el demonio no había terminado con él, usando de nuevo su látigo comenzó a zarandear al soldado contra las destruidas ruinas de metal sobre las cuales estaban peleando. Más o menos por la mitad de su castigo, el soldado perdió el conocimiento.
Cuando abrió los ojos, no se encontró con los cielos rojos, tan característicos de un mundo asolado por una invasión infernal, en su lugar era un azul claro, con nubes esponjas y blancas. El suelo bajo sus pies tenia césped, un cortado y cuidado pasto cubría el piso, y el verde se extendía hasta donde alcanzaba la vista. Era hermoso.
El soldado se levantó, las heridas que se supone debería tener no estaban allí, además, no se sentía cansado en absoluto. Su armadura tampoco estaba, en su lugar vestía un traje de marine espacial, con su mismo viejo casco. Era casi como si los últimos meses de batallas sin fin no fuesen más que un mal sueño.
El soldado camino un poco, tratando de averiguar dónde estaba, pero a cada paso su urgencia por encontrar respuestas disminuía. Estaba cansado de pelear, más de lo que se puede describir con palabras. Estaba harto del interminable enfrentamiento contra las hordas de demonios, que tenía que lugar cada día de su vida. Deseaba encontrar paz, deseaba que todo terminase, deseaba parar.
Por unos segundos la idea de rendirse martillo con fuerza su voluntad, nadie había peleado tanto como el, nadie había sufrido tanto como el ¿Acaso no se merecía un descanso? Estaba harto.
Sus pasos finalmente le llevaron a un lugar que solo podía visitar en sueños, una pequeña casa, en medio de la interminable pradera verde. Allí sobre una reja de madera lo esperaba un vario pinto grupo de personas, cuyos nombres ya no podía recordar, se acercó, trato de correr, pero sus pasos no parecían poder llevarlo más rápido a donde quería ir.
Grito, tratando de llamar la atención de las personas, movió sus brazos desesperadamente. Pero al llegar el horror fue lo único que le esperaba, en el piso, una mujer había sido violada y despedazada, mientras abrazaba a una niña, también violada y mutilada, un chico parecía haber tratado de defender a las mujeres, tomo un arma, y los demonios no se lo tomaron bien, en sus ojos podía ver el horror en carne viva, había sido el último en morir, había visto el final de su familia de principio a fin, no habían palabras para describir el dolor que tuvo que pasar antes de que finalmente la llama de la vida escapase de su cuerpo.
Con miedo recorrió las demás habitaciones de la casa, a cada puerta que habría un nuevo horror. Al final llego a una habitación cuya puerta parecía haber sido arrancada desde adentro. El soldado no sabía que había dentro, o mejor dicho no recordaba, no quería recordar, pero, no pudo resistir la curiosidad. Con manos temblorosas movió lo que quedaba de puerta.
El horror que allí vio se quedó gravado en sus ojos. La cabeza de Daisy colgaba de una estaca.
¡¿Cómo había olvidado a Daisy?!
Todo a su alrededor comenzó a arder, el piso, las paredes, los cadáveres mismos, todo ardió, todo, menos el soldado quien gritaba con horror y furia descontrolada. Luego las cenizas volaron, bailando en el viento, pero el soldado seguía allí, rodeado por los fragmentos calcinados de lo que en algún momento fue su hogar, levanto la cabeza, y el cielo se tiñe con un color rojo sangre, ¡La invasión demoniaca ha comenzado!
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Hay una historia entre los demonios, una que todos los demonios luchan por olvidar. Un miedo tan antiguo que solo los demonios más viejos son capases de comprender. Una leyenda tan prohibida, que incluso aquellos que se llaman a sí mismos dioses ruegan jamás tener que tocar.
El primer contacto que Ahriman tuvo con esta antigua leyenda fue en la treceava invasión a Cadia por parte de Abaddon el Saqueador, allí, mientras el mundo colapsaba sobre sí mismo, una única runa cayo en sus manos, runa que ningún demonio se atrevía a mirar siquiera. Ahriman torturo a un sinfín de demonios menores en búsqueda de respuestas, pero lamentablemente ningún demonio pudo explicar el miedo que sentía por esta roca tallada, era como si fuese algo genético, algo gravado en el subconsciente de cada demonio, un miedo primitivo.
Tras cocerles la boca y asegurarse que ninguno de los interrogados hablase de su interrogatorio, Ahriman compartió sus descubrimientos con su padre genético Magnus el rojo, quien leyó los fluctuantes hilos del destino, tratando de adivinar más sobre la extraña roca tallada. Pero los resultados fueron claros en absoluto. Un inmenso vacío rodea la runa, y todo lo relacionado con ella, era casi como si al sostenerla, la disformidad misma perdiese poder sobre su poseedor.
¡Era hora de un experimento!
Las funestas energías que emanan del Planeta de los Hechiceros se entremezclan con las de innumerables tormentas de disformidad liberadas por la cicatriz maledictum, extinguiendo brevemente la luz Astronomicón. Y ni así, la runa revelo sus secretos.
¿De qué rayos estaba hecha la runa? El mundo a su alrededor arde, pero no hay una solo marca en la roca tallada.
Sus orígenes o usos serian desconocidos, pero en un golpe de suerte Ahriman logra descubrir una pista sobre una runa similar, descubierta recientemente por el imperio en el sector Styguis. Magnus el Rojo lidero un devastador asalto sobre el Sector, aislados del Astronomicón, los defensores imperiales cayeron rápidamente. Su premio, una antiquísima reliquia, la cual el imperio había comenzado a traducir.
Con los datos del imperio y su incalculable conocimiento, la reliquia finalmente revelo sus secretos, resulta que es un registro, llamado el testamento del asesino.
"En la Primera Era, en la primera batalla, la primera vez que las sombras se alargaron, alguien resistió. Consumido por las ascuas del Armagedón, su alma ardió en los fuegos del Infierno y, demasiado corrupto para la ascensión, escogió la senda del tormento perpetuo. No halló la paz en su voraz odio y, con su sangre hirviendo, recorrió las llanuras del Umbral para vengarse de los señores oscuros que tanto daño le habían hecho. Portaba la corona de los Centinelas de la Noche, y los que probaron su espada le llamaron... Asesino de la Muerte."
Con solo escuchar la primera parte del registro padre e hijo comprenden la gravedad de su descubrimiento. Ante sus ojos, está un registro de la edad perdida, un tiempo el cual los demonios consideran prohibido, un tiempo el cual los propios dioses se niegan a recordar. Ambos siervos de Tzeentch, mueven sus manos con codicia, por fin. Tras tantos años de búsqueda, tienen ante ellos algo que su dios no puede controlar.
Un llamado psicopático recorre la gran espiral, convocando a todas las fuerzas leales a los mil hijos al planeta hechicero. Mientras Magnus espera la llagada de sus hijos, no deja de darle la vuelta a los rumores que existen entorno a Ahriman, se dice por allí que, si su hijo lograse entrar en la Biblioteca Negra, podría utilizar la información contenida en ella para convertirse en un nuevo y poderoso Dios del Caos en la Disformidad.
Tal vez sea hora de ponerle fin a la búsqueda de conocimientos de su descarriado hijo. No, aun no, aún tenía muchas preguntas que hacerle, pero, pronto, pronto tendría que deshacerse de su hijo.
De igual forma que Magnus planeaba la inminente destrucción de su hijo. Ahriman se había dado cuenta, que el tiempo que tenía que pasar junto a su padre genético estaba llegando a su final, pronto, uno se alzaría, y uno lo perdería todo.
Pronto habría que decidir, quien era el legítimo gobernante del planeta hechicero.
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Tzeentch supo que se había equivocado, un pedazo de un oscuro y casi olvidado pasado había encontrado su camino al presente. No sabía cuándo o como semejante reliquia cayó en manos de sus súbditos, pero sabía que ya no podía confiar en la lealtad de los mil hijos, sospechas que se vieron incrementadas cuando el depredador desencadenado hizo su reaparición en el plano real.
No creía que alguno de los miembros de los mil hijos tuviese el poder como para convocar semejante monstruosidad, pero a ratos, un simple toque podía desgarrar el delicado equilibrio que existía entre las fuerzas que sostenían esta galaxia.
Debía mover sus fichas antes de que alguno de sus hermanos notase que nuevamente el Slayer caminaba entre los vivos. Pero decirlo, y hacerlo son dos cosas distintas. A diferencia de su hermano Khorne, el no posee guerreros veteranos versados en millones de combates. Su fortaleza es el engaño y manipulación, bueno, eso no es del todo cierto, el ciertamente cuenta con alguno de los más poderosos guerreros que la gran espirar al visto.
Skarbrand El Exiliado, el antiguo campeón favorito de su hermano Khorne, se cuenta entre los peones que él puede disponer, terco y lleno de odio hacia su persona, es posiblemente uno de los más poderosos guerreros que puede manipular para que luchen por él.
Convencerlo no debería ser difícil, el demonio devorador de almas penaba interminablemente entre los reinos mortales, siempre buscando el perdón de su dios.
Le dolía un poco a Tzeentch ofrecerle a alguien una solución a un problema que el mismo paso tanto tiempo causando, pero no se podía hacer nada. El necesitaba un guerrero capaz de enfrentar a alguien que había hecho retroceder al abismo, y ni siquiera su hermano Khorne sería tan cabezota como para rechazar semejante regalo.
Por supuesto que no todo era tan simple, el Slayer tenía fama de invencible, por lo que el necesitaba un seguro. Con una de sus manos reunió a todos los escribas azules, aunque le dolía en el alma enviarlos a una misión posiblemente mortal, no se arrepintió, necesitaba terminar con este problema lo antes posible, antes de que el molesto dios cadáver se diese cuenta que el Slayer estaba de nuevo entre los vivos.
Sus fuerzas serian dirigidas por Kairos Tejedestinos.
Ahora solo necesitaba, encontrar el momento y lugar oportuno.
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Kairos Tejedestinos no estaban muy convencido acerca de esta cruzada que su dios había comenzado, si bien el soldado vestido de verde era un oponente impresionante, le resultaba difícil comprender el exagerado despliegue que su dios había iniciado.
La totalidad de los escribas azules y casi todos los señores de la transformación, habían sido convocados e informados del plan de boca del mismísimo dios del cambio Tzeentch, eso sin contar con los interminables horrores, incineradores, aulladores, y un sinfín de aberraciones menores, que serían la vanguardia.
Kairos Tejedestinos no creía que hubiese habido alguna ocasión en el pasado donde su dios desplegase tantos activos para alguna causa. Aun así, la parte más extraña era la más simple.
En ninguno de los futuros que el predijo el llamado Slayer se presentó, era casi como si no existiese, o pudiese llegar a existir, un inmenso velo de oscuridad y vacío absoluto se envolvía alrededor del llamado Slayer. Y eso era posiblemente lo que más molestaba a su dios, su dios no aceptaría semejante desafío a su intelecto.
Los primeros pasos del plan de su dios no fueron difíciles de completar. Skarbrand El Exiliado estaba tan desesperado por conseguir el perdón de su dios como Tzeentch había dicho, por lo que llegar a un acuerdo mutuamente beneficioso fue relativamente sencillo y barato.
Luego estaba atraer al llamado Slayer, esta parte fue más complicada, el humano no aparecía en los futuros que él podía predecir, en ninguno, por unos momentos se sintió tentado a compararlo con aquellas creaciones del falso emperador que estaban huecas por dentro, pero hacerlo podría llegar a ser un gran error.
El Slayer era un guerrero nato, pese a haber examinado sus métodos de batalla y sus tácticas en tres ocasiones distintas, el Slayer claramente no estaba mostrando todo lo que podía hacer, razón por la cual el plan tuvo que ser retrasado. Solo un necio enfrente a un oponente del que no sabe nada.
La nueva fecha para la ejecución del plan fue planificada cuidadosamente, y todos los detalles afinados en la medida de lo posible. Además, mientras esperaban examinaron cuidadosamente el armamento y tácticas del Slayer, e inventaron contramedidas a cada posible eventualidad.
Finalmente llego el día pactado, Tzeentch comenzaba a impacientarse, tanto, que envió a un señor del cambio que el propio Kairos Tejedestinos jamás había visto, este nuevo aditamento seria usado como señuelo, mientras él y toda la corte de escribas azules preparaban la invocación de Skarbrand El Exiliado, el cual estaba tan impaciente que había comenzado a matar a los señores del cambio que Kairos había dejado para cuidarlo.
Una nueva emboscada fue preparada, Kairos se preparó lo mejor que pudo, y el plan fue efectuado a la perfección. Mientras el señor del cambio desconocido distraía al Slayer, el junto a todos los escribas azules comenzaron con el ritual de invocación, el rito en sí no fue muy largo, pero debido a los cambios que su dios había ordenado se hicieran el rito termino tardando mucho más de lo esperado, cosa que causo que el señor del cambio que estaba haciendo de señuelo fuese cortado en dos. No sin antes haber soltado una pequeña frase en un idioma que Kairos no había escuchado nunca.
Para Kairos Tejedestinos era una afrenta terrible que un mero señor del cambio tuviese el conocimiento sobre una lengua que él, con todo su poder para ver el pasado, fuese incapaz de encontrar. ¿Quién había sido este señor del cambio sin nombre? Bueno, eso ya importaba poco, ya estaba partido en dos partes.
En si el resto del plan fue más o menos como fue planeado, el Slayer peleo contra Skarbrand, mientras Kairos Tejedestinos fortalecía al exiliado siervo de Khorne, con todos los hechizos que él podía. A la par todos los escribas azules comenzaron un complicado ritual que tenía como único fin debilitar al Slayer, aunque era difícil decir si el ritual estaba teniendo algún efecto en el Slayer, la pelea se inclinaba lentamente a su favor.
O al menos eso creía, con forme Skarbrand hacia retroceder al Slayer, a Kairos se le hacía más difícil vislumbrar el futuro. Al principio no entendió que estaba pasando, pero final mente llego a la conclusión de que esta pelea se estaba precipitante hacia un desastroso desenlace.
Kairon agito sus alas, tratando de detener el rito que los escribas azules estaban realizando, pero ya era demasiado tarde. Una explosión agito el núcleo mismo del planeta, mientras por un momento lo único que todos y cada uno de los siervos de Tzeentch pudieron observar, fue el inmenso abismo, donde incontables demonios sufrían eternamente, alimentando la indescriptible llama del odio que aullaba dentro de lo más profundo del alma del Slayer.
-Retirada, ¡Retirada!
Grito Kairon Tejedestinos, debía informar de sus visiones a su dios Tzeentch, no podía permitirse morir aquí, y dejar a su dios en la ignorancia de los horribles hechos que el había logrado vislumbrar.
Si te gusta esta historia, por favor comenta, y no te olvides checar mis otros trabajos, también fecha una vuelta por el foro de mi compañero kaiser.
