Capítulo 4: Desencadenado.

Para cuando la mente del soldado regreso al campo de batalla, su ira estallo con una fuerza que no se había visto en milenios. Fuego empírico exploto desde lo profundo de su corazón, envolviéndole, fortaleciéndole, y empujándole a la batalla con renovada voluntad.

El soldado escucho como el inmenso demonio rojo rugía, el soldado rugió en desafío también. Ya no sentía el molesto efecto del rugido del demonio, el soldado había recuperado el control sobre la ira que consumía su alma. Lo cual nivelaba inmensamente el campo de batalla.

La lucha se reanudo, ambos contrincantes volvieron a chocar, pero ahora con mucho más poder. Los golpes hacían temblar toda la estructura sobre la cual estaban parados, pero ninguno de los adversarios retrocedió.

A su alrededor, los demonios alados parecían estar lanzando una serie de hechizos para reforzar al demonio rojo, estaban curándole más rápido de lo que él podía herirlo, esto realmente molesto al soldado. En un instante saco su siempre confiable escopeta de doble cañón, y con su gancho atrapo a uno de los alados demonios.

Los demonios con alas gritaron al ver como el soldado los había marcado como objetivo a batir. Entre los demonios alados, uno con dos cabezas parecía estar gritando ordenes, pero el soldado lo ignoro, ya le llegaría el momento.

Con un movimiento rápido uso la cuchilla de su mano derecha, para cortarle el cuello al demonio que había logrado enganchar. Luego disparo con su fiel escopeta una ráfaga de metralla sobre un segundo demonio alado, en esta ocasión el plomo hirviente perforo y rompió la piel y los huesos de los demonios alados. Pareciese que esa extraña habilidad que los demonios emplumados tenían para protegerse de los proyectiles ya no les servía. Mejor para él.

El demonio rojo grito, molesto por haber sido dejado de lado en esta pelea. Pero el soldado no tenía intenciones de tratar con él en este momento. Enfrentarse a ese inmenso demonio rojo mientras los demonios alados curaban y fortalecían al primero, no era fácil. Mejor sería desgarrar a los demonios alados primero, ya después se tomaría su tiempo para despellejar el demonio gritón.

Lamentablemente no pudo concentrarse en matar a los demonios alados, el demonio rojo, uso su látigo para atarlo y apartarlo de sus presas. Eso fue muy molesto, sería difícil tratar con ellos, pero el demonio rojo no lo dejaba en paz.

El soldado pateo la cara del demonio y se alejó, cuando estuvo a una distancia segura, uso el lanzacohetes para descargar muerte y fuego sobre el demonio, el demonio rojo resistió el castigo, aunque tuvo que cubrirse, sin los demonios alados para fortalecerlo, el demonio rojo no tenía la fuerza para soportar el castigo de sus armas.

Cuando los cohetes se le acabaron al soldado, el demonio seguía en pie, es más, algunos demonios alados parecían seguir curándolo. Con molestia decidio que necesitaba priorizar a los demonios alados, por lo que lanzó una granada congelante al demonio rojo, el cual quedó reducido a una pila de hielo, al menos por el momento.

Con su campeón encerrado en hielo, los demonios alados vieron como la muerte se les aproximaba.

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VEGA estaba repasando los datos que le debía transmitir a Celestine, era claro que la llamada santa no confiaba en él, pero no tenía el poder para oponérsele, lo cual dejaba la alianza en una situación mediocre. Una situación que debía remediar si quería avanzar.

Lamentablemente, VEGA no sabía cómo hacerlo, si bien había examinado la cultura y cualquier dato que pudiese recolectar, aún le faltaba algo, algún dato se le estaba escapando, sin importar que tratase, aun le faltaba ese algo que le permitiese ganarse la confianza de la santa Celestine.

Por unos segundos barajo todas las posibles opciones que tenía, pero ninguna parecía llevarle al destino deceado. Fue entonces cuando toda la fortaleza del destino fue golpeada por una ola de energía empírica.

VEGA tuvo que dejar sus deliberaciones sobre Celestine, y concentrarse en el control de la inmensa fortaleza planetaria. Pero antes de que pudiese completar los cálculos para devolver la fortaleza a su órbita pre establecida, una llamada llego, una que había estado esperando desde hace mucho.

- ¡¿Qué demonios ha sido eso?!

Fue el grito con el que la santa Celestine comenzó la transición.

- Pareciese que mi compañero ha comenzado una batalla sin cuartel.

- ¡¿Pero …?! ¡¿Qué?!

Era obvio que Celestine no podía dar crédito a sus palabras, y honestamente VEGA no la podía culpar, para cualquier humano mortal, el Slayer era prácticamente un dios, cuyos gritos podían ser escuchados a mundos de distancia, y su sed de sangre era algo casi sólido.

-Creo haberte dicho que mi compañero había hecho el juramento de matar hasta el último demonio.

VEGA monitorizo todas las señales de la armadura de Celestine, esperando encontrar una oportunidad de usar este evento para ganarse su confianza.

-i..Im….Imposible. na…nada es tan fuerte.

Logro exclamar Celestine, mientras trataba de ubicar el origen del grito psionico, más cuando uno de los satélites que se dedicaban a monitorear los movimientos del Slayer en el sistema solar lo encontró, sus dudas ya no significaban nada.

VEGA también uso sus propios medios para verificar el estado del Slayer, y rápidamente llego a la conclusión de que podía usar este evento para ganarse la confianza total de la santa. Solo debía pronunciar las palabras adecuadas.

-No esperes que este guerrero se rinda sin dar una batalla que hará temblar al infierno mismo. Ante ti tienes al Slayer, el arma definitiva de la humanidad en contra de las infinitas hordas de demonios que corrompen en universo.

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Celestine se quedó sin palabras. El Slayer estaba envuelto en fuego empírico, luchando contra el demonio más poderoso que la santa hubiese visto en su vida. Y estaba ganando.

-Santa, creo que ha llegado el momento de que le hable acerca de mi propósito al venir a este extremo de la galaxia.

Celestine solo asintió, aun incapaz de asimilar lo que estaba viendo en su monitor, es más, casi podía escuchar los gritos de esa batalla, pese a estar sucediendo en un mundo distinto al que ella se encontraba.

"Pues entonces que comience una batalla sin cuartel, que los héroes de la tierra sepan que tiene que hacer, que las armas en tus manos te vayan a obedecer"

Celestine levanto la vista cuando sintió que una luz azul la envolvía, la estaban tele transportando, pero sus piernas no le respondían, eran prácticamente gelatina en estos momentos.

Cuando la luz se alejó, Celestine estaba parada en una especie de plataforma.

-Por favor sígame santa.

Celestine regreso a ver a un pequeño robot, el cual intuía seria su guía. Pese a su renuencia en confiar en el misterioso VEGA, sus pasos siguieron al pequeño robot que flotaba a poco más de un metro del suelo.

- ¿Dónde estoy?

-En la cólera del emperador.

Celestine levanto una ceja.

- ¿Dónde?

-Esta nave fue construida en los tiempos de la herejía. El emperador la creo para enfrentarse a su hijo, lejos de Terra.

Celestine no daba crédito a sus palabras, ¿Por qué ella no sabía nada de esta nave? No, eso, ella no entendía nada de lo que estaba pasando.

-Es natural que no entienda mis palabras, esta nave famas llego a cumplir su propósito, ya que le fue entregada a Alfarios.

-Traidor.

-Si, en honor a la verdad, dudo que el emperador estuviese consiente de la traición de otro de sus hijos en el momento que entrego el mando de la nave a su hijo.

Celestine camino lentamente, siguiendo al pequeño robot, pese a que no entendía casi nada de la historia detrás de esta nave, la santa podía sentir la majestuosidad y el poder, que la nave desprendía. El robot que actuaba de guía se dio la vuelta y le mostro un holograma de la nave.

-Es inmensa.

-Fue diseñada para proteger a la humanidad en su hora más oscura.

Celestine sentía como sus palabras.

- ¿Por qué me muestras esto?

-Porque ya no puedo cumplir mis órdenes. Veras santa, esta nave se creía perdida desde hace milenios, pero hace dos siglos logramos detectar un radio faro de emergencia. Se envió una flota para comprobar la naturaleza de esta señal, pero la flota fue destruida, por lo que nos enviaron con la misión de recuperar si era posible, o destruir si llegase a ser necesario. Lamentablemente la galaxia se partió en dos antes de que pudiésemos reportar nuestros descubrimientos.

Celestine levanto la cabeza, era Obvio que VEGA le estaba dando tiempo para asimilar la historia que le estaba contando. Tiempo que ella claramente necesitaba, cuando hubieron pasado algunos minutos ella asintió, y VEGA continuo su relato.

-En un principio nuestro plan era llevar esta nave de regreso a Terra, pero con la galaxia como esta, eso sería imposible para nosotros. Por lo que me gustaría que usted completase nuestra misión.

Celestine movió la cabeza, varias ideas chocaban dentro, pero ninguna tenía sentido, tras largos segundos, una pregunta surgió.

-Con tu poder y el de tu compañero esta guerra que ha tomado más de 10 000 años podría haber llegado a su fin, si realmente eres un siervo del emperador ¡¿Por qué has tardado tanto en responder a su llamado?!

Celestine estaba ansiosa, y casi sentía que las lágrimas se le escapaban de sus ojos, se sentía traicionada.

-Lamentablemente no tengo respuesta para eso santa.

- ¡Como que no tienes respuesta!

-Según el pacto que se hizo debimos haber sido llamados a servir a la humanidad en la herejía, pero es hasta ahora que nos llaman, desconocemos las razones, y creme cuando te digo que el emperador tendrá que darnos una respuesta por eso, pero de momento lo único que importa es salvar a la humanidad. Santa Celestine, sé que tiene sus dudas, pero por favor, se lo ruego, ayúdeme a llevar esperanza a la humanidad en este momento de oscuridad.

Celestine se limpió rápidamente las lágrimas que sentía caer de sus ojos. Mientras en su interior una fuerza que no había sentido en siglos resurgía, renovando su destruido espíritu.

- ¿Qué tengo que hacer?

- Las reparaciones de esta nave me tomaran unos nueve meses más, necesito que prepare sus fuerzas en ese tiempo, tratare de darle los recursos, pero él hora de que la humanidad se prepare. Pues es hora de que comience una batalla sin cuartel, que los héroes de la tierra sepan que tiene que hacer, que las armas en tus manos te vayan a obedecer.

Celestine sintió que esas palabras las había escuchado antes en alguna parte, aun así, no lo menciono, el propósito de su misión no había cambiado, pero, los medios que disponía para cumplirla sí. Ahora tenía más de lo que nunca había tenido.

-Yo, no le fallare al emperador.

-Ni yo abandonare a la humanidad.

Celestine asintió, se acercó al holograma que el robot le mostraba, y comenzó a examinar lo que sería su futura base de operaciones.

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VEGA corto la comunicación con Celestine cuando este se sintió absorbida por el propósito. Realmente no le gustaba mentir, pero como Samuel le había contado en su momento; a los humanos no les importa la verdad, ellos solo buscan un propósito, incluso si este es horrible.

Confiaba en que esta mentira limaría las asperezas que había entre la delicada alianza que mantenía, y les permitiese trabajar juntos, sin mirarse por encima del hombro todo el tiempo.

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El soldado salto, hacia el demonio de color rojo, usando la cuchilla de su brazo para bloquear la inmensa hacha de este. El metal chillo, pero no cedió. Sin los demonios alados, las fuerzas del soldado y el inmenso demonio rojo estaban muy igualadas.

El soldado lamentaba haber permitido que más de la mitad de los demonios alados escapasen, pero la granada congelante no le había dado suficiente tiempo para cazar a cada uno de esos molestos seres. No importaba, ya los cazaría después.

Los furiosos choques de fuerzas continuaron, el terreno debajo de sus pies temblaba con cada impacto, mientras chispas brillaban cada vez que el metal chocaba. Los gritos se extendían por todo el campo de batalla, pero ninguno de los contrincantes parecía rendirse.

Luz y fuego chocaban en batalla sin cuartel, fuerza y metal trataban de imponerse sobre su oponente, en un torbellino de furia que consumía la existencia de todo lo que alcanzaba.

El inmenso demonio logro atrapar la pierna del soldado con su látigo. Este grito creyendo que había logrado ganar este complicado encuentro, levanto su hacha y lanzo un golpe que esperaba fuese definitivo. Pero el soldado corto el latido con un disparo de su escopeta, y bloqueo con su cuchilla el ataque, lamentablemente en esta ocasión la cuchilla de su brazo no pudo resistir el choque, y quedo destruida.

El soldado tuvo que rodar para escapar del demonio, sin su cuchilla es soldado estaba en inferioridad. Nuevamente maldijo su confianza, debería haber preparado mejor su equipamiento. ¿Por qué no había reformado su espada crisol?

El demonio lanzo nuevamente un grito, creyéndose ganador de este encuentro, pero el soldado no se había rendido, esquivo el ataque de esa inmensa hacha, rodo por el piso, y recogió la mitad del látigo demoniaco que había cortado en el choque anterior.

De nuevo de pie, uso la mitad del arma enemiga, para arrancarle un ojo al demonio, el cual estaba tan asombrado que no pudo evitar el ataque. Luego trato de rematarle usando su escopeta, pero el hacha del demonio lo golpeo, destruyendo su amada arma.

El demonio se levantó de nuevo, mientras el soldado dejaba caer los restos de su escopeta de dos cañones.

Ambos oponentes gruñeron con odio antes de envestir. El choque dejo un claro ganador, el soldado no podía esperar ganarle al demonio en fuerza pura, por lo que tuvo que esquivar el ataque del hacha. Rodando por el piso.

Mientras esquivaba lo incansable ataques del hacha, logro encontrar su destruida cuchilla, la sujeto con fuerza, y en un descuido de su oponente, clavo la destruida hoja en el brazo del demonio, el cual grito al perder su brazo dominante.

Ahora con ambos oponentes desármanos, la batalla regresaba al principio. Ambos oponentes estaban muy igualados.

Pero el soldado aún tenía un truco más. Cuando el demonio rugió nuevamente, el soldado uso su lanzador múltiple para lanzar todas las granadas restantes a la boca del demonio, luego uso sus propias manos para cerrarle las inmensas mandíbulas al demonio. Los 3 segundos que tuvo que esperar antes de que estas explotasen fueron los más largos de su vida.

Por fortuna, el demonio no se volvió a levantar, con su cabeza destruida de adentro hacia afuera, la victoria por fin era del soldado.

El soldado cayó al suelo, la batalla había sido demasiada dura, necesitaría reparar y mejorar su arsenal, o no podría enfrentar a los demonios de forma adecuada.

Bueno, eso ya no importaba, el soldado sonrió, y se permitió un pequeño descanso, se lo había ganado.

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Roboute Guilliman sabía que algo había cambiado, los demonios parecían estar afectador por algo, era como si tuviesen miedo. Roboute Guilliman no creía que estos seres pudiesen llegar a sentir algo que no fuese sed de sangre, pero recientes reportes señalaban lo contrario.

Los demonios no parecían atacar solos, huían despavoridos cuando estaban en inferioridad numérica, además de siempre estar viendo hacia atrás, casi como si algo los estuviese persiguiendo. Claro que este comportamiento no parecía afectar directamente a los marines traidores, pero igualmente les afectaba, ya había provocado más de un ridículo evento, donde los marines traidores fueron atropellador por una manada de demonios que simplemente había decidido huir del campo de batalla.

Roboute Guilliman había logrado importantes victorias cuando logro identificar los nuevos hábitos de los demonios, y corrigió sus tácticas en consecuencia. Aunque estaba claro que esto no significaba nada mientras él no pudiese identificar la causa de este nuevo comportamiento.

Algo había cambiado en la gran espiral, y Roboute Guilliman solo podía rogar porque este cambio fuese uno que beneficiase a la humanidad, el imperio estaba demasiado golpeado, necesitaban encontrar una ventaja sobre sus enemigos, o serian superados a base de fuerza bruta.

Roboute Guilliman levanto la vista al cielo, cansado como estaba observo la gran cicatriz maledictum, en su momento había sido de un rojo sangre, pero ahora tenía toques de azul.

-Mi señor, necesita descansar, no ha dormido en semanas.

Roboute Guilliman asintió, se levantó y sin decir palabras se dirigió a su recamara, lo que sea que estuviese pasando en la disformidad podía esperar unas horas, o al menos eso esperaba. Sin embargo, justo cuando estaba a punto de salir, algo llamo su atención.

- ¿Nuestro navegante ha encontrado alguna discrepancia en la disformidad?

-No mi señor, la disformidad esta calmada, al menos de momento.

-Bien, cuando terminemos aquí, partimos al mundo natal de Sanguinius, si queremos ganar esta guerra necesitamos que los ángeles sangrientos acepten a los marines primaris.

-Así se hará mi señor.

Roboute Guilliman salió del centro de mando, pero antes de que llegase a su destino pudo escuchar un grito, un grito lleno de rabia e ira. No escuchar no era la palabra que estaba buscando, era imposible escuchar en el vacío del espacio, un término más exacto seria sentir. Roboute Guilliman pudo sentir como un grito de rabia atravesaba su cuerpo. Pero lo más raro vino después, en lugar de sentirse intranquilo o cansado por ese grito, el sentía como se llenada de fuerza y determinación.

-Santa Celestine, imploro a mi padre porque este bien, y hayas logrado cumplir tu misión, iré en tu búsqueda apenas entregue el mando de los nuevos marines primaris a Dante.


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