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Capítulo 8: Al caos con el caos.

Tzeentch gruño con molestia, después de revisar los entreverados caminos del destino, llego a la peor conclusión posible. Su hermano Slaanesh había logrado influenciar lo suficiente a sus otros hermanos como para que estos comenzasen a considerar realmente aliarse en su contra. Esto era muy malo.

Pero sin duda lo que mas le molestaba al dios del cambio era que él no sabía de qué forma Slaanesh había influenciado a sus hermanos, por lo que no podía organizar una estrategia en su contra.

Maldijo nuevamente su descuido, había movido demasías tropas para enfrentar al Slayer, por lo que había terminado descuidando la vigilancia sobre sus hermanos, bueno, en honor a la verdad él no había esperado que el príncipe de los excesos estuviese tan enterado sobre los movimientos de sus agentes. Eso definitivamente era un trago muy amargo.

Aun así, no era algo que no pudiese manejar.

Khorne aunque impaciente, no era un dios que estuviese muy dispuesto a hacer las cosas por el mismo, así que no era como si se fuese a levantar de su trono de esqueletos, al menos no en el futuro previsible.

Luego estaba Nurgle, si bien su conflicto eterno lo convertía en el principal candidato para oponérsele, confiaba en que el señor de la podredumbre se distrajese con alguna nueva creación, y no lo atacase pronto.

Esto dejaba a Slaanesh la tarea de encabezar el primer ataque, cosa que no haría, su hermano era un cobarde arrogante, por lo que no se metería de cabeza en una pelea que no fuese de su completo agrado.

Bueno, en si la situación entre los dioses del caos no había cambiado mucho en la disformidad, pero la amenaza seguía latente, y con sus fuerzas debilitadas por el pasado enfrentamiento, no podía o quería arriesgarse. Necesitaba encontrar una forma de deshacer el pacto que Khorne y Nurgle habían hecho con Slaanesh, pero ¿Cómo?

Tzeentch gruño, mientras tramaba y conspiraba, lamentablemente no se le ocurría ninguna forma de estafar a sus hermanos, en especial ahora que su poder era claramente inferior.

Suspiro con resignación, levanto una mano y agarro el destino de un mortal, lo retorció por puro placer, luego agarro otro, y otro. Tzeentch no tenía intenciones de usar a estos mortales, solo estaba retorciendo sus destinos para liberar stress.

Finalmente llego a uno que se resistió. Eso llamo poderosamente la atención de Tzeentch, examinó de nuevo el mortal con el que se había topado, no era la gran cosa, de hecho, era un ser por mucho por debajo de los estándares, y aun así ¿El maldito mortal se le había resistido?

Sujeto nuevamente su destino, ahora con más furia, podría haber perdido un contingente importante de sus acólitos, pero no por eso era más débil, ¡Ningún mortal podía oponérsele!

Pero fallo de nuevo.

Esto era el colmo. Si su destino no podía ser cambiado, ¡Seria terminado!

Sujeto el destino de los mortales que lo rodeaban y torció sus destinos, estos se torcieron a su voluntad, apenas si tuvo que esforzarse, pero cuando el mortal que se le había opuesto murió, Tzeentch no se sintió satisfecho.

Había matado al mortal ¡Si!, pero incluso con su último aliento este mortal se le había negado. Esto era un ultraje del más alto…. no, esto era la solución a su problema.

Con burla cogió el destino inconcluso del mortal, tanta pureza era digna de elogio. Su alma ahora vagaba por el inmaterium, su destino había sido trucado, pero incluso así, él se negaba a someterse a la voluntad del caos.

Talvez era hora de probar cuan puro era realmente su corazón, y que mejores jueces que sus hermanos.

Tzeentch sonrió al ver cuál era la solución al problema. Slaanesh había logrado armarse una tambaleante alianza con los demás dioses del caos, pero esta alianza era únicamente un pacto unido con babas, era hora de demostrarle a su malcriado hermano quien era el dios de los engaños y las tretas.

Tzeentch se hundió en la disformidad, con un objetivo claro en mente, recuperaría el alma del mortal que se le opuso con tanto valor, y con él, comenzaría un juego, un juego conde cada uno de los restantes dioses del caos tendrían que tentarlo de la forma que mejor pudiesen.

El ganador obtendría un alma que el mismo Tzeentch no pudo obtener, mientras los perdedores, solo podrían apretar los dientes con furia.

Tzeentch sonrió triunfante, ganase quien ganase no le importaba, el pacto que Slaanesh había creado con tanto cuidado estaba apunto de romperse. Ninguno de los dioses del caos podía negarse a una oportunidad de humillar a sus hermanos, y los rencores entre los dioses del caos que se generaban al perder cualquier juego ¡Eran eternos!

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El príncipe de los excesos Slaanesh, se revolcaba en su lecho, aun sentía los agradables espasmos de su ultima orgia, era un agradable sentimiento, el cual le tranquilizaba y alegraba. ¿Por qué los mortales escogían negarlo? El realmente no lo entendía. Todos los que habían escogido seguirlo gozaban de formas en que la mente apenas puede comprender.

Slaanesh estaba tan absorta en sus placeres, que no presto atención a un marine espacial, el cual parecía estar tratando de llamarlo desde hace algún tiempo. Finalmente se dio la vuelta, aunque mas que nada era para ordenar silencio.

Allí en medio de cientos de cuerpos, se encontraba un único marine espacial, al cual el príncipe de los excesos no recodaba haber conocido nunca.

-Mi señora, dueña de todos los placeres le ruego que me conceda una audiencia.

Slaanesh frunció el ceño, estaba listo para forzar su miembro a través de cualquier agujero posible del inmundo ser que estaba interfiriendo su placer. Cuando una revelación lo golpeo, los Elgar eran los únicos que solían referirse a él como un ella. ¿Por qué este humano lo estaba haciendo? Eso llamo su atención, escucharía lo que tenia que decir el humano, pero si no le gustaba, crearía cientos de agujeros en su cuerpo, los cuales llenaría de leche.

-Habla sucio mortal, pero no esperes indulgencia, estas interrumpiendo un momento privado.

El marine se inclinó, y agradeció la oportunidad dada.

-Mi señora, e descubierto una posible manera para convertir al pueblo Aeldari y Drukhari a su causa.

Esa declaración llamo la atención de Slaanesh, él ya había tratado de corromperlos durante mucho tiempo, pero sin éxito. Y ahora llegaba un humano con una teoría de cómo podría hacerlo. ¡Que chiste de mal gusto!

-Estas sugiriendo que tú puedes realizar, algo que yo mismo, e sido incapaz de lograr. Incluso la idiotez debe tener límites…corre lindo humano, te daré un poco de ventaja antes de que envié a mis diablillas por tu carne.

-Mi señora, se lo aseguro, e descubierto una manera de conseguir que los Aeldari y Drukhari la adoren como su diosa, si me presta atención, podríamos lograr que su marca adorne cada uno de sus mundos astronave.

Slaanesh levanto una mano, y todas las diablillas que estaban listas para cortarle la cabeza al humano volvieron a acostarse. La confianza que expresaba este humano eran inquietante, era casi como si tuviese en su poder un secreto celosamente guardado.

-Discúlpame que lo pregunte, pero ¿Por qué no lo has hecho ya?

-Si eres bueno en algo, nunca lo hagas gratis.

Slaanesh asintió, este humano claramente estaba buscando su favor, debería ignorarlo y volver a su orgia, pero la idea de poder someter a esos molestos seres a su causa era un sebo muy atrayente.

- ¿Y cuál es tu precio?

-Sus bendiciones por supuesto, yo traeré a los Aeldari y Drukhari a sus pies, y a cambio usted me llenara de todas sus bendiciones, quiero reemplazar a Fulgrim como su favorito.

-Ciertamente esa es una inmensa ambición, generalmente no estoy en contra de eso, pero creo que te estas quedando un poco corto con lo que pides, ¿Realmente te crees merecedor de tantas de mis atenciones?

-Entonces puedo asumir que no le interesa traer a su gloria al pueblo que la vio nacer. Si ese es el caso, me retiro, perdón por las molestias.

- ¡Espera!

-Mi señora, ¿Quiere negociar?

Slaanesh gruño molesto, no había esperado que su voz le fallase en un momento tan importante, pero la simple idea de tener el control sobre los Eldars restantes, era tan candente, que ya se estaba mojando. Normalmente hubiese llamado a Fulgrim para que lo penetrase, pero de momento lo mejor parecía ser no llamarlo, esta discusión apuntaba a que el primarca perdería su favor.

-Muy bien, lo considerare, si tu puedes traerme a los Eldar, yo te daré todas las bendiciones que pidas, te ahogaras en placeres tan intensos y depravados que e propio Fulgrim se pondrá verde de envidia.

-Entonces tenemos un trato, prometo traer a los Eldar a sus pies en menos de un sigo solar, pero hay algo que me gustaría pedirle.

-No te daré nada, hasta que me traigas lo que prometes, pero si quieres motivación, puedo enviar a mis diabillas a hacerte compañía, esta esta casi rota, por lo que ya no me sirve.

- ¡No! no necesito nada de sus acólitos, lo que necesito es algo que usted mantiene en su estómago. Me gustaría que me diese el alma de un Elgar.

Slaanesh no sabia si estaba molesta por tan descarada petición, o asombrado por el valor de este débil humano, al final la curiosidad gano.

- ¿Por qué deseas tal cosa?

-Para negocias obviamente.

- ¿Piensas negociar, con una de las almas que he consumido?

-Mi señora, he observado a los Aeldari y Drukhari por siglos, he notado que para ellos las almas de sus familiares, de hecho, su apego es tal que no les importaría hacer cualquier cosa con tal de poder recuperarlos.

- ¿Qué es Familiares?

Slaanesh ciertamente desconocía completamente este sentido de familia, más o menos entendía que los demás dioses del caos eran sus hermanos, pero su relación se limitaba a intentar matarse por todos los medios. La idea de que alguien estuviese dispuesto a sacrificarse por un familiar era ciertamente un conocimiento que él podría explotar a futuro. Asumiendo que fuese verdad, claro está.

El príncipe de los excesos se quedo callado, analizando las posibles implicaciones, el realmente no quería separarse de una de las deliciosas almas que había devorado, por otro lado, la idea de este humano era muy llamativa. Tener a los Eldar en su bando podría inclinar la balanza, tanto que puede no necesitase aliarse con Khorne o Nurgle.

Finalmente se dio.

-Está bien, un alma, no te daré más, si no logras que al menos un Eldar me jure lealtad, oooooo, los tormentos y torturas que derramare sobre ti, serán algo hermoso.

-Un alma es todo lo que necesito mi señora.

- ¿A quién deseas?

-…

Slaanesh abrió la boca, y busco, dentro de su estómago, fue inesperadamente difícil, cientos de almas parecían tener el mismo nombre, y no era como si alguna de estas almas fuese a admitir quien era a quien buscaba. Al final saco el alma y se la entrego al marine espacial, este saco una piedra espiritual, y la uso para guardar el alma. ¿De dónde había sacado eso?

-Muchas gracias mi señora, con esto, ya podemos comenzar su nuevo culto.

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Khorne estaba teniendo lo que bien podría ser el peor día de su vida, Malal encontraba frente a él. El dios de la sangre y la matanza no estaba seguro de cómo era esto posible, pero sabía que la impotente figura que se levantaba frente a él no podía ser una ilusión.

- ¿Estas asustado Khorne?

Pregunto la inmensa figura, mientras Khorne seguía sentado en su trono.

-Esto es imposible, incluso si realmente estuvieses aquí, no hay forma en que tu poder hubiese crecido en forma tan desmedida.

-Yo soy el final de las cosas Khorne, y estamos en el final, la ultima ronda de cartas a sido repartidas, por lo que todo lo que queda ahora, soy yo.

El dios de la sangre trago sonoramente, mientras sujetaba su espada, la figura de Malal era inmensa, descomunal. Tranquilamente era unas diez veces su tamaño original.

- ¡Te expulsamos! Fuiste derrotado.

-Y aun así estoy aquí, o pequeño crédulo, ¿Realmente creíste que un cobarde como tu podría convertirse en el dios de la sangre?

Khorne no iba a dejar pasar esa ofensa pasar, por lo que se levantó de su trono, listo para usar su espada, pero al hacerlo solo quedo en evidencia la desmedida diferencia que había entre ambos.

-Todo tiene un final, y el tuyo está cerca, hermanito.

La figura de Malal comenzó a desvanecerse, y Khorne pudo soltar un suspiro de alivio.

-Nos volveremos a encontrar Khorne, y la próxima vez espero estés listo para el enfrentamiento final.

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Nurgle miro como Isha se retorcía en su celda, de alguna forma insatisfecho, algo estaba pasando en el plano material, pero no podía saber que era. Todos los niños que había enviado a averiguar qué pasaba, habían desaparecido, y ya no podía sentir sus almas.

Esto molestaba al dios de las plagas, era muy molesto perder a sus niños, los había cuidado tan cuidadosamente como podía, y ahora estaban desapareciendo. El, el debeia….

-Nurgle deseo hacer una petición.

El dios de las plagas se sorprendió, esta era la primera vez que Isha comenzaba una conversación, mas aun, pareciese estar pidiéndole algo.

- ¿Como puedo complacer a mi amada diosa?

-El mundo llamado Macrage, a mancillado mi honor, envía tus ejércitos.

Nurgle realmente se sintió algo desconectado, por un lado, podía negarse, pero por otro lado esta era una rara oportunidad de complacer a la diosa, que era el objetivo de su eterna adoración.

Ideas contradictorias cruzaron por su cabeza, hasta que finalmente llego a la única conclusión posible. El consumiría el mundo que había mancillado el honor de su amada, no había otro curso posible a sus futuras acciones.

-Enviare a mis hijos, ese mundo caerá.

Nurgle se froto la baba, le hubiese gustado poder enviar a Thypus como su heraldo en esta tan importante tarea, pero seguía desaparecido, por lo que tendría que enviar al cascarrabias de Mortarion en su lugar.


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