Lucharé a tu lado
Género: T
Advertencia:
Este fic es un Harry/Draco, shonen-ai, slash, yaoi... chico-chico,
vamos. Si no te gusta, no lo leas.
Disclaimer:
Harry Potter no me pertenece. Si Harry Potter me perteneciera,
primero yo estaría nadando en dinero, y segundo Cho Chang no
existiría.
Capítulo 4: Sangre de dragón
A la mañana siguiente, Harry
despertó de un extraordinario buen humor. Ni siquiera el hecho
de que Ron le hubiera zarandeado suavemente para conseguir que se
levantara consiguió estropearlo. En lugar de enfadarse o
protestar, como habitualmente hacía, Harry obsequió al
desconcertado Weasley con una sonrisa soñadora.
Draco le
correspondía. El rubio, inteligente, guapo, atractivo,
irresistible Slytherin le quería. El chico más deseado
del colegio (al menos, según la opinión del propio
Harry) le amaba. ¿Se podía ser más feliz?
Se
duchó, vistió y bajó las escaleras sin apenas
ser consciente de lo que hacía. Se sentía como en una
nube. Respondió con monosílabos a las preguntas de Ron,
insertando un "ya hablaremos luego" cuando su mejor amigo le
preguntó que qué quería Draco de él. Le
parecía mucho más interesante seguir pensando en Malfoy
que hablar con Ron. Al fin y al cabo, estaba en plena edad del pavo,
lo que le otorgaba el innegable derecho a sonreír como un
idiota mientras soñaba despierto con su novio. Ni siquiera el
recuerdo de Voldemort y la amenaza que pendía sobre le cuello
de Draco empañaban su felicidad. Nunca se había sentido
más seguro de poder derrotar al Señor Tenebroso.
Ron
no consiguió sacarle una palabra. Y, francamente, la expresión
de Harry (el pequeño de los Weasley no le había visto
poner una igual desde que Sirius le regalara aquella Saeta de Fuego)
le daba muy mala espina, sobre todo teniendo en cuenta que lo último
que había hecho antes de acostarse había sido hablar
con Malfoy.
Harry entró en el comedor, y sus ojos buscaron
instintivamente una cabeza rubia entre la masa de alumnos de
Slytherin. Y, para su sorpresa, cuando la encontró, descubrió
que Draco también le estaba mirando a él.
Su corazón
se aceleró al tiempo que ambos compartían una sonrisa
fugaz, muy fugaz. Después, Draco se inclinó hacia
Parkinson, simulando estar repentinamente interesado en la cháchara
que ella y Millicent Bulstrode mantenían. Harry giró la
cabeza y descubrió que Hermione les esperaba en la mesa de
Gryffindor, observándole atentamente.
Cuando se sentó
a su lado, casi podría jurar que la joven estaba ocultando una
sonrisa. Ron, en cambio, parecía malhumorado mientras se
dejaba caer al otro lado de Hermione.
- ¿Y bien? –preguntó,
mirándole desafiante- ¿Vas a contarnos ya qué
pasó ayer¿Para qué te quería el
hurón?
La expresión de Harry se endureció
repentinamente, y abrió la boca con la intención de
advertir a Ron que no volviese a referirse a Draco en esos
términos... Afortunadamente, algo les interrumpió antes
de que Harry pudiera ponerse en evidencia delante de toda la mesa de
Gryffindor.
- ¡Vaya vaya, el trío maravilla aparece
por fin¿Qué os pasa, se os han pegado las
sábanas?
Instantáneamente la expresión
curiosa de Ron cambió por otra de odio. El corazón de
Harry, sin embargo, empezó a latir aceleradamente al reconocer
aquella voz, la voz con la que llevaba toda la noche soñando.
Los tres se dieron la vuelta en sus bancos.
Draco Malfoy estaba
allí, flanqueado por sus guardaespaldas particulares, Crabbe y
Goyle.
Cruzaron las miradas. ¿Era su imaginación, o
algo más que la burla brillaba en los ojos grises de Malfoy? Y
su sonrisa¿era menos desagradable que de costumbre?
-
Piérdete, Malfoy –replicó Harry en el mismo
tono.
Crabbe y Goyle flexionaron los músculos.
-
Prefiero no hacerlo, Potter. Me privaría del tremendo placer
de verte cada día y... –Draco hizo una pausa muy
significativa- seguir atormentándote.
Crabbe y Goyle
soltaron una risilla. Harry se sintió internamente complacido,
pues él era el único que había comprendido el
verdadero significado de las palabras de Draco. Las orejas de Ron
enrojecieron peligrosamente.
- Pensándolo bien, tienes
razón –replicó Harry, imperturbable-. Los partidos de
quidditch contra Slytherin no serían tan satisfactorios si no
pudiera arrebatarte la snitch delante de tus narices.
La mitad de
la mesa de Gryffindor subrayó las palabras de su buscador con
enormes risotadas. Draco simuló estar enfadado, apretando los
puños.
- Eso me lo dirás en el próximo
partido, Potter. ¿Has superado ya tu miedo a los dementores o
Angelina Johnson ha tenido que incluir en las sesiones de
entrenamiento el encantamiento patronus?
Harry hizo una
mueca. Touché. Sin embargo, estaba más bien
divertido por la situación.
Pero no era ése el caso
de Ron. Hizo amago de ponerse de pie, y sólo Hermione pudo
detenerlo.
- ¡Deja ya en paz a Harry! –exclamó,
furioso- ¿También le estuviste insultando ayer por
la...¡Ay!
Ron gritó cuando Hermione le propinó
un pisotón en el pie. Una mirada de la chica fue suficiente
para advertir al pelirrojo de que no siguiera por ahí.
Draco
tuvo que hacer verdaderos esfuerzos para seguir manteniendo su
máscara de desprecio. Decidió que ya era hora de irse:
Fred y George le observaban de forma nada amistosa, y sus dos perros
guardianes, Crabbe y Goyle, parecían a punto de morderles.
-
Nos veremos, Potter –amenazó Malfoy, iniciando la retirada-.
Y será mejor para ti que no te pille haciendo nada malo,
porque si no...
- ¿Si no qué, Malfoy? –le provocó
Harry, riendo en su fuero interno- ¿Me castigarás?
Esta
vez, Draco no pudo contener una sonrisa. Afortunadamente, Crabbe y
Goyle quedaban a sus espaldas, y la mayoría de alumnos de
Gryffindor, acostumbrados a las continuas disputas Malfoy vs.
Potter, seguían desayunando tranquilamente.
- Puedes
apostar por ello, Potter –replicó Draco antes de darse media
vuelta y encaminarse hacia el vestíbulo.
Harry volvió
a girarse en su banco. Ron miró a Hermione, furioso.
- ¿Por
qué has hecho eso?
- Te lo explicaré más
tarde –respondió tranquilamente su amiga, untando de
mantequilla una tostada.
- ¿Qué¿Harry?
–miró a su mejor amigo, buscando una explicación.
-
Más tarde, Ron –repitió Harry.
- ¿Cuándo?
-
Esta noche. En la Sala Común –decidió Harry, mirando
a Hermione para asegurarse su conformidad.
Hermione sintió
una punzada de decepción. La curiosidad la mataba, pero su
sentido de la responsabilidad y la preocupación que sentía
hacia su amigo se impusieron. Asintió.
- No entiendo qué
te dijo el hurón para que vayas con tanto secretismo –gruñó
Ron entre sorbo y sorbo de zumo de calabaza.
A su lado, Hermione
le dirigió una mirada de reproche, pero el pelirrojo no lo
advirtió. Fulminaba a Harry con sus ojos azules. Era evidente
que sospechaba algo.
- Escucha... –murmuró Harry,
inclinándose sobre su mejor amigo-. Tengo que contaros algo
muy importante... algo que ninguno de los dos podríais
imaginar siquiera –remarcó el "ninguno de los dos", y
Hermione levantó las cejas, dirigiéndole una discreta
mirada de sorpresa-. Pero no puedo hacerlo aquí. Podrían
oírnos... tenemos que estar los tres a solas... ¿Entendéis?
-
Claro que sí, Harry –se apresuró a contestar
Hermione.
Tras un momento de silencio, dio un codazo a Ron, quien
a punto estuvo de atragantarse.
- Sí, supongo que sí,
Harry –admitió, al fin-. Pero de esta noche no pasa¿de
acuerdo?
Harry asintió, satisfecho. Lo cierto es que ni
siquiera Hermione podría imaginar lo que Harry iba a
contarle... y él prefería no imaginar la reacción
que iban a tener sus mejores amigos cuando supieran que él,
Harry Potter, el niño que vivió, estaba saliendo con un
mortífago.
Por la tarde tuvo entrenamiento de
quidditch. Todos se sorprendieron cuando Harry, sin ni siquiera
cambiarse de túnica, declaró que prefería
ducharse en la Torre de Gryffindor. Ron estaba ya medio desvestido
así que no pudo seguirlo. Rápidamente, Harry se dirigió
al castillo.
Caminó rápidamente hasta que llegó
a un pasillo estrecho y oscuro. Era un corredor normal y corriente
que sólo tenía una cosa de especial: no tenía
ningún cuadro, ningún retrato, ninguna estatua. Libre
de miradas indiscretas.
Tal y como esperaba, Draco Malfoy estaba
caminando por el pasillo con expresión ausente. Así
como el Gryffindor aún llevaba la túnica escarlata
manchada de barro, el Slytherin iba embutido en su uniforme verde y
sujetaba su escoba con una mano.
¿Quién hubiera
imaginado la cantidad de tiempo que se podían ahorrar con el
simple gesto de cambiarse de túnica en sus respectivas
habitaciones?
Draco levantó la cabeza y sonrió.
-
Y aquí viene mi príncipe azul, limpito y aseado –se
burló al tiempo que Harry se acercaba a él.
Sin
embargo, cuando Harry, sin mediar palabra, le cogió por los
hombros y le besó apasionadamente, Draco no opuso resistencia.
- Veo que te alegras de verme –observó el Slytherin,
apartando el pelo revuelto y húmedo del otro buscador de su
frente.
- Bastante –corroboró Harry, abrazando con fuerza
a Draco.
- Harry, vas a mancharme de barro –comentó
divertido el Slytherin, devolviéndole el abrazo.
- ¿Y?
-
Pues que tendré que explicarle a Montague cómo he
podido ensuciarme incluso antes de saltar al campo de quidditch.
-
Estoy seguro de que se te ocurrirá algo –repuso Harry con
tranquilidad.
- Hum... probablemente sí.
Permanecieron
unos segundos en silencio, disfrutando de su mutua compañía.
El cariño que se transmitían con un simple abrazo
ejerció un efecto balsámico sobre ambos, después
de haber tenido que fingir, un día más, que se odiaban
a muerte.
- ¿Qué tal Weasley y Granger? –preguntó
Draco, sin poder contener su curiosidad.
- Hermione se lo imagina.
Ron... no quiero ni pensar qué dirá cuando se lo
cuente.
- ¿Cuándo piensas hacerlo? –preguntó
Draco, adivinando los pensamientos de su pareja.
- Esta
noche.
Ambos se miraron durante unos segundos, leyéndose la
mente.
- ¿También vas a decirles que yo...?
Harry
asintió. Draco suspiró, resignado.
- Draco,
necesitaré su ayuda. Aún no sé cómo voy a
librarte de esta...
- Si tú confías en ellos...
–repuso Draco, encogiéndose de hombros.
- Confío
en ellos plenamente –aseguró Harry con vehemencia.
- Y yo
confío en tú –añadió Draco en el mismo
tono.
Harry volvió a besarle, mientras sus manos se
deslizaban por la cintura de Draco. Después de unos momentos,
ambos buscadores se separaron.
Draco consultó su reloj. El
entrenamiento de quidditch de Slytherin empezaba unos diez minutos
después de que acabara el de Gryffindor. Aunque habían
ahorrado tiempo evitando cambiarse en los vestuarios, Draco tenía
que apresurarse para llegar temprano al entrenamiento.
Habían
acordado verse en aquél pasillo, punto intermedio entre las
mazmorras de Slytherin y la Torre de Gryffindor. Si alguien les
pillaba, podían fingir que se habían encontrado
casualmente y que estaban discutiendo. Cualquier cosa, incluso un
castigo de Snape o McGonagall, era preferible a que los compañeros
Slytherins de Draco (muchos de ellos hijos de mortífagos)
supieran que su adorado líder mantenía una relación
con el archifamoso Harry Potter.
Haciendo gala de su autocontrol,
Malfoy murmuró unas palabras de despedida, se separó de
Harry y se fue rumbo a las escaleras que llevaban al vestíbulo.
El
joven Potter contempló cómo Draco se alejaba. Después,
con un suspiro de tristeza, tomó la dirección
contraria, directo a la Torre de Gryffindor.
Durante todo el día, Hermione
había reprimido las ganas de hablar con Harry. El brillo
especial en los ojos verdes de su mejor amigo le indicaba que las
cosas no le habían ido del todo mal con Malfoy, pero quería
escucharlo de su viva voz. No obstante, la presencia de Ron, y el
hecho de que no tuvieran ni un minuto de descanso, la obligaron a
esperar hasta la noche para hablar con él.
Ron, sin
embargo, aunque no sospechaba el interés especial que Harry
tenía en Draco, aprovechaba cualquier momento libre para
atosigar al primero e interrogarle sobre todos los detalles de lo
ocurrido el día anterior.
Ahora, por fin, estaban a solas
en la Sala Común de Gryffindor, en su rincón favorito.
El hecho de que Hermione y Ron fueran prefectos les garantizaba
cierta privacidad, pues la mayoría de alumnos de cursos
inferiores prefería salir discretamente de su campo de
visión.
- ¿Y bien, Harry? –preguntó Ron-
¿Vas a contarnos por fin qué hiciste ayer con Malfoy?
-
Bueno, no es fácil –reconoció Harry, mirándolos
alternativamente a ambos- pero lo intentaré. Gracias a Merlín,
estáis los dos sentados –murmuró entre dientes.
Ron
frunció el ceño.
- Habla ya, Harry –apremió-.
Me estás poniendo nervioso.
Harry sonrió.
- Bien.
Ayer Draco y yo mantuvimos una interesante charla...
- ¿Draco!
–le interrumpió Ron, con los ojos como platos- ¿Desde
cuándo le llamas Draco?
Harry le miró por debajo de
su flequillo negro, evaluando la actitud de su amigo. Al fin, decidió
que el momento había llegado.
- Desde que es mi novio,
Ron.
Durante un momento, pensó que Ron Weasley no le había
entendido. El pelirrojo se limitó a mirarle desde su mullido
sillón, con expresión absolutamente indescifrable.
-
¿Qué has dicho, Harry? –preguntó al fin, en
tono sorprendentemente suave, ausente, parecido al que utilizaba para
hablar Luna Lovegood.
- Que soy homosexual, Ron –repitió
Harry pausadamente- y estoy saliendo con Draco Malfoy.
Esta vez
sí, Harry deseó tener una cámara a mano para
hacer una foto a Ron. El pelirrojo abrió la boca, observando a
Harry como si lo viera por primera vez.
Miró a Hermione,
como intentando compartir su sorpresa con ella. Pero Hermione
mostraba una enigmática sonrisa en el rostro.
- Así
que él te corresponde¿eh, Harry? –observó
Hermione en tono no demasiado inocente.
- Bueno... sí...
–respondió Harry sonrojándose ligeramente.
- ¿Tú
lo sabías! –exclamó Ron, mirando a Hermione.
Después, dirigió una mirada de reproche a Harry- ¿Se
lo contaste a ella y a mí no?
- Incorrecto, Ronald, Harry
no me lo contó –replicó Hermione, poniendo los ojos
en blanco.
- ¿Entonces?
- Soy una chica, Ron. Eso
significa que mi cerebro aún no ha sido totalmente absorbido
por el quidditch, lo que me deja tiempo para observar, escuchar y
razonar.
Ron frunció el ceño pero su expresión
se suavizó ligeramente.
- Harry¿no has pensado que
podría estar jugando contigo¿estás totalmente
seguro acerca de lo que el hur... perdón, Malfoy, siente por
ti?
Harry le dirigió una penetrante mirada.
- Totalmente
seguro, Ron.
El pelirrojo soltó un bufido.
- ¡Lo
que me faltaba, mi mejor amigo saliendo con Malfoy! En serio, no me
importa que seas gay, Harry¿pero no había otro chico
en Hogwarts merecedor de tu atención? –preguntó Ron
con expresión resignada- ¿tuviste que ir a fijarte
precisamente en ese maldito Slytherin?
Ron dibujó una mueca
de exasperación en su rostro, pero ya no parecía
enfadado. Compartió una mirada llena de curiosidad con
Hermione, y la joven se encogió de hombros.
- ¿Significa
eso que me aceptas? –preguntó Harry tras observar a sus
amigos durante unos segundos.
Ron le dirigió una mirada
inquisitiva.
- ¿Aceptarte¿Acaso yo tengo que
aceptar algo¿No eres tú su novio, Harry? –se
inclinó hacia el frente, taladrando a Harry con sus ojos
azules- ¿O creías que iba a denegarte el saludo sólo
porque estuvieras saliendo con Malfoy?
Harry asintió,
incómodo.
- Reconozco que tuve mis miedos.
Ron esbozó
su habitual sonrisa franca.
- Pues no tengas tanto miedo. Te
apoyaré en lo que haga falta... pero si Draco te hace daño,
tan sólo dímelo y yo le ajustaré las cuentas al
hurón –dijo, muy serio.
Harry le devolvió la
sonrisa.
- Gracias, Ron. Para mí es muy importante... os
agradezco que lo hayáis tomado tan bien, porque...
Harry
hizo una pausa. Hermione y Ron volvieron a mirarse con complicidad.
-
...porque hay algo más que debéis saber –completó,
esta vez en tono inseguro.
- No sé de qué te
preocupas, Harry. Francamente, no creo que nada me sorprenda más
que esto –observó Ron.
- Créeme, te sorprenderá
–repuso Harry con tranquilidad.
Hermione había abandonado
su actitud risueña y se inclinaba ligeramente hacia delante,
ansiosa. La actitud de Harry le daba mala espina.
Ron alzó
las cejas y se cruzó de brazos, desafiando a su amigo.
-
Está bien, Harry. Sorpréndeme.
Harry tomó
aire.
- Draco Malfoy es un mortífago.
Draco despertó al día
siguiente con una sonrisa en los labios. Zabini, Crabbe y Goyle le
dirigieron una mirada inquisitiva cuando entró en la Sala
Común, pero él los ignoró.
Tenía
razones para ser feliz. El miedo que le había dominado desde
que su padre le obligara a tomar la Marca Tenebrosa se había
evaporado, nunca mejor dicho, como por arte de magia.
Harry
Potter había jurado protegerle. Harry, su Harry.
Pensar así del Gryffindor le producía una secreta
satisfacción. Saber que Harry daría su vida por él
sin dudarlo le llenaba de orgullo. Y recordar el cálido tacto
de su piel, la tierna humedad de sus labios, el amor que sentían
el uno por el otro circulando por sus cuerpos como una benigna
corriente eléctrica, le hacía estremecerse hasta la
última fibra de su cuerpo.
No, ya no temía a
Voldemort. Porque Harry le había jurado que algún día
le libraría de la Marca. Y, a ojos de Draco, Harry era el
mejor mago que jamás vería su generación. Para
él, la palabra de Harry era la ley, y sus promesas eran
inquebrantables.
Intercambió algunas palabras con Blaise
mientras esperaban a Pansy para dirigirse al Gran Comedor. Oyeron
unas alegres carcajadas provenientes de los dormitorios, y Montague y
Pucey aparecieron, bromeando alegremente sobre la derrota que
inflingirían a Gryffindor en el próximo partido de
quidditch.
- ¡Ahí está nuestro buscador!
–exclamó el robusto Montague, palmeando alegremente la
espalda de Draco. Éste contuvo una mueca de dolor, ante un
divertido Blaise- ¡Ayer volaste estupendamente, Draco!
-
Gracias, Graham –contestó Draco con una débil
sonrisa.
Montague y Pucey salieron de la Sala Común rumbo
al Gran Comedor. Blaise observó a su rubio amigo.
- ¿Así
que volaste especialmente bien ayer, eh Draco?
Por alguna razón,
Draco se sintió incómodo bajo la mirada de Zabini.
-
Sí... bueno, desde que comenzó el curso he tenido
algunos...eh... problemas.
- ¿Problemas con la escoba?
–inquirió Zabini en tono escéptico. Draco era
especialmente bueno volando.
- No. Problemas de otro tipo... que
afectaban mi forma de volar... –murmuró Draco en tono
evasivo.
- Ya. ¿Y esos problemas milagrosamente se
solucionaron ayer?
Algo en el tono de Blaise hizo que Draco se
girara bruscamente para mirarlo. Afortunadamente, en aquel momento
hizo acto de presencia Pansy. La vivaracha Slytherin a punto estuvo
de tirar al suelo a sus dos amigos con su efusivo abrazo de buenos
días.
- ¡Blaise, Draco¿Qué hacemos
todavía aquí¡Es hora de desayunar!
- ¡Te
esperábamos a ti! –exclamó Draco.
- ¡Llegaremos
tarde a clase de Herbología si no os dais prisa! –continuó
Pansy, al parecer sin escuchar las protestas de Draco-. Y ya sabéis
que la profesora Sprout no tiene mucho aprecio a los Slytherin.
Pansy
vio a Millicent y se separó de ambos chicos para sumergirse en
una animada charla acerca del último ligue de una chica de
Ravenclaw a quien Draco no conocía.
Blaise le miró
con una extraña sonrisa.
- ¡Mujeres¿Eh,
Draco? Dentro de unos años no habrá quien las
aguante... claro que tú no tendrás ese problema.
La
sonrisa de Draco se congeló en su rostro, al tiempo que sus
ojos se abrían desorbitadamente.
Blaise, que había
observado atentamente la reacción de su amigo, soltó
una carcajada. Después, se alejó del rubio y se plantó
en dos zancadas junto a Pansy y Millicent.
- ¡Zabini! –aulló
Draco cuando se recuperó de la conmoción, llegando
junto a él. Pero Parkinson y Bulstrode le miraban con
curiosidad, así que se mordió la lengua.
- No te
preocupes, Draco –Blaise le habló en tono tranquilizador,
pero sus ojos chispeaban, divertidos-. Somos muy discretos... al
menos más discretos que tú, que ya es algo.
Más
pálido de lo normal, Draco miró a las chicas. El duro
rostro de Millicent estaba tan confuso y perplejo como el suyo, pero
Parkinson sonreía de la misma manera que Blaise.
- ¿Cómo?
–susurró Draco, mirando de reojo a Millicent.
Blaise puso
los ojos en blanco.
- Hablas en sueños, Draco.
- Oh...
–Draco encajó el golpe, sonrojándose ligeramente.
Después lanzó una mirada amenazadora a Parkinson-. Ya
hablaremos luego. Tengo que ir a buscar a Crabbe y Goyle.
- Nos
vemos, Draco –se despidió Pansy.
Draco adelantó
rápidamente a sus compañeros y se dirigió al
Gran Comedor. Así que hablaba en sueños... Bien, menos
mal que las habitaciones de Slytherin eran dobles, y él
compartía la suya con Zabini.
No quería ni pensar
qué hubiera pasado si su compañero de habitación
hubiera sido Goyle o Crabbe...
Al fin, llegó al Gran
Comedor, y traspasó las puertas. Sus ojos se dirigieron
inmediatamente a la mesa de Gryffindor... pero Harry no estaba allí.
Tampoco Weasley o Granger. Era evidente que el trío maravilla
aún no había bajado.
Crabbe y Goyle sí
estaban en la mesa de Slytherin, y le miraban. Draco se apresuró
a sentarse entre ambos.
Se sirvió zumo de calabaza y empezó
a comer, aparentemente pendiente de la conversación que
mantenían Crabbe y Goyle (algo sobre cómo golpear una
bludger para que alcanzara de lleno a Potter), pero sin dejar de
observar la puerta del Gran Comedor con el rabillo del ojo.
Hasta
que al fin, le vio. Sus manos, que estaban cortando un trozo de pan,
se quedaron quietas.
Harry entró en el comedor, acompañado
por Ron y Hermione.
Malfoy se dispuso a dirigirle una de sus
disimuladas sonrisas, pero de inmediato advirtió que algo iba
mal.
Porque el trío no se dirigía a la mesa de
Gryffindor, sino que iban derechos a la de Slytherin. Y le miraban a
él, Draco Malfoy, con no muy buenos ojos.
Draco se encogió
en su asiento. ¿Estaría Harry representando otra
pantomina para hacer creer a los demás que su odio por él
seguía aún vigente? Pero¿a santo de qué
se acercaba a su mesa? Normalmente eran los Slytherin los que se
acercaban a provocar a los leones, no al revés.
Además,
la mirada de odio de Harry parecía real, absolutamente real. Y
en ella, Draco captó algo que no esperaba.
Dolor.
El
Slytherin empezó a sudar en frío cuando se dio cuenta
de que algo había pasado entre él y Harry, algo de lo
que él no tenía ni la más remota idea.
- ¡Harry¿Qué
vas a hacer? –le había preguntado Hermione, asustada por la
ira que reflejaba el rostro de su amigo.
- ¿Que qué
voy a hacer? –repitió Harry, en tono decidido-. ¡Voy a
matarle! Cuando termine con él, no hará falta que
Voldemort se preocupe por Draco Malfoy...
A su lado, Ron subrayó
sus palabras con un ronco gruñido.
Había dicho todo
eso, sí, pero ahora que estaba frente a Draco, ahora que había
sacado su varita y le apuntaba con ella (muy convenientemente, los
profesores ya habían desayunado), ahora que todo el Gran
Comedor les miraba con la boca abierta, sintió su decisión
evaporarse. Miró a Draco, miró esos ojos grises en los
que alguna vez había creído ver amor, y comprendió
que le quería demasiado para hacerle daño... aunque él
le hubiera engañado.
Hermione y Ron dieron un salto
en sus sillones al escuchar las palabras de Harry. Inmediatamente,
Ron abrió la boca para quejarse, pero, para sorpresa de los
tres, Hermione se adelantó. Poniéndose de pie, se
acercó a la butaca de Harry.
- Harry, tienes que
dejar de ver a Malfoy inmediatamente. Es peligroso –dijo, con el
tono lleno de urgencia.
Harry suspiró. Ya sabía
que eso iba a pasar.
- Hermione, Draco me...
En
ese momento, se escuchó un bullicio al otro lado de la puerta.
George y Fred aparecieron en la sala común, rodeados de varios
amigos suyos.
- ¡Hola, hermanito! –saludó
George (¿o era Fred?) entre risas.
- Mirad el
nuevo caramelo que hemos inventado –dijo su hermano señalando
a uno de sus amigos.
Lee Jordan se destacó de
entre el grupo. Su cabello oscuro y con rastas aparecía ahora
rubio platino e increíblemente lacio. Sus amigos
rieron.
Hermione se sentó, contrariada por la
interrupción, pero ni siquiera eso iba a impedir que
advirtiera a Harry del peligro.
- Harry... –empezó, en
un susurro.
- Escucha, Hermione, tú sabías
lo que yo sentía y no me dijiste nada... –le cortó su
amigo- así que, si ahora tienes alguna pega...
-
Pero Harry¡yo no sabía que Malfoy era un mortífago!
-
¡Baja la voz! –le espetó Harry, mirando por encima de
su hombro. Afortunadamente, el jaleo que armaban los gemelos Weasley
era suficiente para eclipsar todas las demás conversaciones-
¿y qué tiene que ver eso? Ya te he dicho que él
no quiere...
- Harry, hay algo que tú no sabes y a
lo que yo no le di suficiente importancia en su momento... –se
apresuró a explicar Hermione, autoflagelándose
mentalmente. ¡Qué estúpida había
sido!
Harry levantó las cejas.
- ¿Ah,
sí? –preguntó con incredulidad.
- Sí
–replicó Hermione sin amedrentarse. A su lado, Ron se bebía
sus palabras, tan preocupado como ella- Escucha... cuando Malfoy me
abordó... creo que nos estuvo siguiendo durante un buen
rato... escuchó parte de nuestra conversación, como
mínimo.
- ¿Y?
- ¿Y!
–exclamó Hermione, para sorpresa de ambos, horrorizada- ¿No
te das cuenta de lo que eso significa, Harry¿No te acuerdas
de lo que estuvimos hablando?
- Me dijiste que sabías
que yo era... –miró de reojo a los de sexto-
ya-sabes-qué.
Hermione asintió
enérgicamente.
- Cuando fuiste a hablar con Cho,
apareció Draco. Sin saber que era mortífago,
simplemente pensé que Malfoy habría escuchado mi
conversación contigo... y se había decidido a
intentarlo.
Harry la miró. Sabía lo que
Hermione iba a decirle... y no le gustaba en absoluto.
-
Pero ahora que sé lo que es... –continuó la chica-
pienso otra cosa.
- Que Malfoy, al ser mortífago...
nos escuchó, y decidió que la forma más fácil
de atraparme era fingir para estar cerca de mí y tener la
ocasión de matarme.
Hermione y Ron se miraron y
asintieron.
- Así es.
Harry meditó
durante unos segundos, perplejo. Entonces, sintió que se le
nublaba la vista al comprender que todo encajaba. El corazón
se le encogió en su pecho... Las palabras de Draco¿habían
sido un engaño? Sus besos¿habían sido una
farsa? La forma en la que le miraba... ¿se podía fingir
tan bien?
De repente comprendió que Draco era un
Slytherin. Aquello formaba parte de su naturaleza. El fin justificaba
los medios.
Apartó una lágrima que se
deslizaba por su rostro. Hermione le abrazó, mientras que Ron
se quedó mirándole, violento e incómodo. Pero
Harry no lo advirtió.
Malfoy iba a pagarlo caro.
Oh, sí, muy caro.
- Sabía que eras un mentiroso
despreciable, pero jamás pensé que llegarías a
esos extremos, Malfoy.
Draco sintió un pinchazo en el
corazón. Tuvo que esforzarse mucho para mantener su expresión
imperturbable. A su lado, Crabbe y Goyle parecían tan atónitos
por el atrevimiento de los Gryffindor que ni siquiera reaccionaron.
Blaise y Pansy se miraron.
- ¿Qué problema tienes,
Potter? –consiguió decir, intentando trasmitir a Harry con
la mirada lo que no podía hacer con las palabras.
- Lo del
otro día... nunca creí que fueras capaz de utilizarme
de ese modo... –replicó Harry en tono brusco.
¿Utilizarle?
- No sé de qué me hablas –respondió, y la
voz le tembló. No le importó, a pesar de que Crabbe y
Goyle le dirigieron una mirada sorprendida.
- Lo sabes
perfectamente, Malfoy –replicó Harry, pronunciando
pausadamente las palabras, y subrayando su apellido con retintín.-
Eres un ser despreciable, un digno sucesor de tu padre... Voldemort
estará muy orgulloso de ti.
La mitad del colegio parpadeó.
¿Harry estaba insinuando que Draco...?
Harry dejó de
apuntarle con la varita y dio media vuelta. Cuando llegó junto
a Ron y Hermione, que se mantenían a una prudente distancia,
volvió a girarse parcialmente.
- Por cierto, Malfoy, algún
día me las pagarás... ¡aunque sea lo último
que haga, acabaré contigo, maldito mortífago!
A su
alrededor, surgieron las exclamaciones de sorpresa. Unas mesas más
allá, Draco escuchó romperse un plato, y comprendió
que todo el comedor debía de haberlos escuchado... Varios
estudiantes se pusieron de pie... Algunos alumnos de primero gritaron
aterrados... pero no le importó.
Todo lo que le importaba
era Harry, que se alejaba rápidamente con Ron y Hermione. Con
el rostro desencajado, Draco se puso en pie y le siguió,
aparentemente sin advertir que los alumnos de las otras casas se
apartaban de él a su paso, como si el contacto con el
Slytherin fuera a acarrearles una muerte instantánea.
Salió
apresuradamente del Gran Comedor, y la puerta se cerró a sus
espaldas. Quedó a solas con Harry, Ron y Hermione en el
vestíbulo.
- ¡Harry! –exclamó, angustiado-
¿Qué te he hecho?
Harry giró en redondo y se
acercó a él, mirándole con furia.
- No
disimules, Malfoy. Nos seguiste, escuchaste nuestra conversación,
averiguaste mis sentimientos y... te aprovechaste de ellos...
-
No... –murmuró Draco, moviendo la cabeza-. No fue así,
Harry. Tienes que creerme...
- No mientas, Malfoy. En el fondo, la
culpa fue mía. Debí haberlo esperado de
ti.
Bruscamente, Harry le cogió del brazo y le subió
la manga de la túnica, dejando a la vista la Marca Tenebrosa.
A pesar de que ya lo sabían, Ron y Hermione no pudieron
evitar dar un paso hacia atrás con aprensión. Mas Harry
no mostró ningún miedo.
- Al fin y al cabo –continuó
Harry en voz baja- ¿qué se puede esperar de un
mortífago?
Draco se quedó paralizado. Dando media
vuelta, Harry se perdió rápidamente escaleras arriba.
Furiosos, se encararon con el rubio Slytherin, que seguía
con la mirada a Harry.
- Tú, Malfoy... –empezó a
decir Ron.
Pero se detuvo.
Incrédulo, miró a
Hermione, quien también parecía sorprendida.
Porque
Draco Malfoy parecía la viva imagen de la desdicha. El dolor
más profundo consumía su rostro. Su cuerpo temblaba
incontroladamente. La angustia se reflejaba en sus ojos, mientras
apretaba con su mano derecha el lugar donde estaba la Marca
Tenebrosa. Ron y Hermione advirtieron, alarmados, que en la mano
izquierda aún sostenía el afilado cuchillo con el que
había estado desayunando.
Se enjugó torpemente una
atrevida lágrima, mientras un profundo suspiro de tristeza
escapaba de sus labios.
Entonces, los miró. Y ni Ron ni
Hermione pudieron evitar retroceder, asustados.
- ¿Por qué,
Granger? –murmuró. Hermione se preguntó si la
atacaría, pero el Slytherin no parecía violento, sólo
inmensamente triste- ¿por qué no me dijiste que sabías
que os había seguido? Te habría explicado que
simplemente buscaba la ocasión para hablar con él a
solas...
- Malfoy... –murmuró Hermione.
- No escuché
apenas nada, Granger, lo juro –siguió Draco en tono
monocorde-. Tan sólo que él estaba fingiendo lo suyo
con Chang y algunas palabras sueltas. Estabais hablando en
susurros...
De repente, Hermione cayó en la cuenta de que
Malfoy tenía razón. Harry y ella habían estado
hablando en voz baja todo el rato. Miró a Ron, y comprendió
que ambos estaban pensando lo mismo. O Draco decía la verdad,
o era el mejor actor que jamás habían visto.
- Él
cree que quiero matarle...pero yo nunca haría eso –murmuró-
antes me mataría a mí mismo.
Entonces, escuchó
un grito a sus espaldas.
- ¡Harry tenía razón¡Malfoy es un mortífago!
Un grupo de Ravenclaws
había salido del gran comedor y, a pesar de que Malfoy estaba
de espaldas, habían visto su antebrazo desnudo y... la Marca
Tenebrosa.
Draco tembló. Ahora, no sólo Harry le
odiaba, sino que el colegio entero se enteraría en pocos
minutos de que él era un mortífago... con las
predecibles consecuencias que ello supondría.
Cerró
los ojos. En pocos minutos, Dumbledore se presentaría, y le
entregaría a Fudge, quien a su vez lo arrojaría ante
los dementores de Azkaban...
Y éstos le darían el
beso instantáneamente, pues seguían siendo leales a
Voldemort, y sin duda el Señor Tenebroso estaría
furioso al escuchar cómo Draco casi se había
autodescubierto.
Rodeado de gente, pero sintiéndose más
solo que nunca, Draco Malfoy comprendió que estaba acabado.
De
repente, una idea cruzó su cabeza y la atrapó al vuelo,
con desesperación. Ya que iba a morir, mejor hacerlo sin
sufrir demasiado.
Sin pensarlo mucho, echó a correr. Casi
derribó a Weasley y a Granger, subió las escaleras, y
se dirigió al baño de las chicas. Escuchó
algunos gritos en el piso de abajo, pero afortunadamente nadie le
siguió.
Por supuesto, el baño estaba vacío.
Draco se metió en un cubículo, y se sentó en la
tapadera del inodoro.
No escuchó los sollozos de Myrtle la
Llorona, ni cómo ésta se interrumpía al escuchar
pasos en el normalmente desierto cuarto de baño. Tampoco la
vio flotar por encima de su cabeza.
Curiosa, Myrtle vio cómo
Draco miraba su antebrazo. Contuvo un grito al ver la Marca
Tenebrosa.
Entonces, vio que en la otra mano del chico Slytherin
resplandecía algo plateado.
Un cuchillo.
Cuando
comprendió lo que Draco Malfoy iba a hacer, ya era
tarde.
Gritó, casi al mismo tiempo que el cuchillo
descendía y se hendía con facilidad en la suave piel
del antebrazo de Malfoy, justo en el lugar donde estaba grabada la
Marca Tenebrosa.
Nota: Sí, soy consciente de que soy muy cruel con el pobre Draco, pero el argumento lo requiere. Admiradoras de nuestro Slytherin preferido, no me matéis xD Sailor Earth, muchas gracias por el ofrecimiento y te consultaré si finalmente decido hacer alguna parte lemon, pero la verdad es que de momento no me apetece demasiado incluir lemon en este fic, si eso alguna insinuación :P Gracias a ti y a todos los que me habéis dejado una review, me encanta leerlas.
Ah, a partir de este capítulo ya habréis notado como algunos acontecimientos cambian de orden, entre otras cosas voy a retrasar el partido de Slytherin contra Gryffindor. Por cierto, el nombre de Montague (Graham) que no se menciona (creo) en ninguno de los libros, lo he sacado del videojuego Quidditch World Cup, por si a alguien le interesa :P
Nos leemos y gracias por vuestra paciencia y vuestros comentarios.
