Lucharé a tu lado
Género: T
Advertencia:
Este fic es un Harry/Draco, shonen-ai, slash, yaoi... chico-chico,
vamos. Si no te gusta, no lo leas.
Disclaimer:
Harry Potter no me pertenece. Si Harry Potter me perteneciera,
primero yo estaría nadando en dinero, y segundo Cho Chang no
existiría.
Capítulo 6: Sacrificio por amor
Rigurosamente escoltados por la
encargada de la enfermería, Draco y Harry acabaron en el
despacho de Dumbledore. Allí, para su sorpresa, no sólo
les esperaba el director del colegio. Sentado a pocos metros, el
rostro afilado de Severus Snape parecía más contrariado
que nunca.
- ¡Draco! –exclamó, poniéndose en
pie, cuando el Slytherin entró en el despacho.
Se acercó
a ellos en un par de fluidas y sigilosas zancadas. Harry,
sorprendido, vio que Snape lo ignoraba, dirigiéndose a Draco;
en realidad, había esperado que la furia del jefe de Slytherin
recayera sobre él, que al fin y al cabo era el alumno al que
más odiaba.
Draco agachó la cabeza. Snape le examinó
intensamente con sus ojos pequeños y oscuros. Harry quiso
intervenir, pero una mirada de Dumbledore le disuadió.
-
Dime que no es verdad... –rompió el silencio Snape,
susurrando en un tono tan bajo que Harry, que estaba a su lado, tuvo
que contener la respiración para escucharle.
Draco miró
al jefe de su casa, y Harry pensó que jamás le había
visto mostrar tanto respeto por nadie.
- Es verdad, Severus. La
tengo.
Severus Snape exhaló de golpe todo el aire que había
estado conteniendo en sus pulmones. Y se transformó. La
máscara hierática de su rostro dejó paso a la
preocupación. Y, cuando se inclinó ligeramente para
mirar a los ojos de Draco, Harry hubiera jurado incluso que en su
mirada brillaba una chispa de cariño.
- ¿Cuándo,
Draco? –preguntó suavemente.
- Este verano.
Entonces,
atónito, Harry contempló cómo Severus Snape
abrazaba a Draco Malfoy. Fue un contacto algo superficial, quizá
apenas se limitó a rodear con sus brazos los hombros de su
alumno, pero era la primera vez que Harry le veía prodigar
semejante muestra de cariño, por lo que no pudo evitar
quedarse mirando al dúo Slytherin con la boca abierta.
Además,
Draco no sólo aceptó el abrazo, sino que lo
correspondió con más fuerza que su profesor. Cuando se
separaron, segundos después, los ojos negros se posaron en
Harry.
- ¿Qué es lo que mira, señor Potter?
–espetó Snape, adoptando de nuevo su habitual tono gélido.
-
Eh... –la mirada de Harry iba de Draco a Snape, y de Snape a Draco-
este... yo...
Los dos Slytherin se miraron y compartieron una
sonrisa irónica.
- Veo que vuestra relación aún
no ha progresado lo suficiente como para que hayas decidido
presentarle a la familia, Draco –comentó Snape en tono
burlón mientras volvía a tomar asiento.
- ¿La
familia? –repitió Harry, mirando a Snape con los ojos muy
abiertos.
Pero no fue su profesor de Pociones, sino la profunda
voz de Dumbledore, la que aclaró sus dudas.
- Severus Snape
no sólo es un viejo amigo de la familia Malfoy, Harry. También
es, además, el padrino de Draco.
- ¿Qué!
–exclamó Harry, mirando atónito al rubio- ¿Es
eso cierto?
Draco abrió la boca, pero Snape les
interrumpió, mirando a Dumbledore.
- Permíteme
puntualizar, Albus, que soy un viejo amigo de Narcissa Black. No
quiero tener nada que ver con el cerdo de su marido –miró a
Draco- y más después de lo que el muy canalla ha sido
capaz de hacer eso con su hijo.
Draco miró hacia otro lado,
ligeramente incómodo, pero Snape no pareció
advertirlo.
- Su único hijo –masculló, con la voz
cargada de desprecio-. Su único hijo, y no se le ocurre otra
cosa que entregárselo a Voldemort.
- Para él es un
honor –replicó Draco.
- ¡Por supuesto que es un
honor! –exclamó Snape, mordaz- ¿Y para ti, Draco¿Alguien te preguntó si deseabas ostentar tal honor¡Porque él y yo entramos voluntariamente a las órdenes
del Señor Tenebroso, Draco, pero nadie se paró a pensar
jamás si tú querrías seguir nuestros pasos!
Algo
amedrentado por la furia de su padrino, Draco se acercó
inconscientemente a Harry. Éste cogió su mano, y Snape
levantó una ceja y los miró con expresión
indescifrable.
- Severus –volvió a interrumpir
Dumbledore, mirando al jefe de Slytherin por encima de sus gafas de
media luna- si no te importa, tenemos poco tiempo.
- Lo siento,
Albus –murmuró.
Dumbledore miró a los dos
jóvenes.
- Sentaos –invitó amablemente, haciendo
aparecer otro par de cómodas butacas frente a su
escritorio.
Sin romper el contacto ni durante un segundo, Draco y
Harry tomaron asiento el uno al lado del otro. Dumbledore y Snape les
contemplaron en silencio, ante el desasosiego de ambos. ¿La
compasión se reflejaba en los dos serios semblantes, o era su
imaginación?
- Bien, Draco, Harry –empezó
Dumbledore, reclinándose en su sillón de director. Con
alivio ambos se dieron cuenta de que poderoso mago había
decidido prescindir de formalismos-. Siento haberos tenido que llamar
tan urgentemente, cuando ni siquiera habéis podido descansar,
pero coincidiréis conmigo en que éste es un asunto que
requiere la máxima urgencia... y la máxima
discreción.
Fawkes emitió un ligero graznido, como
queriendo subrayar las palabras de su amo.
- Desde lo que ocurrió
en el Gran Comedor, han pasado por mi despacho una media docena de
estudiantes que afirman que vieron la Marca Tenebrosa grabada en el
antebrazo izquierdo de Draco. Y más de la mitad del colegio
escuchó cómo Harry le gritaba que era un
mortífago.
Snape dirigió a Harry una mirada
colérica, pero mantuvo la boca cerrada. Dumbledore se inclinó
sobre su mesa, mirando directamente a Draco.
- En este momento, mi
querido niño, me planteo seriamente qué hacer
contigo.
Draco se encogió en su asiento.
- Pero, señor
director, usted dijo que no me entregaría a los dementores.
-
¡Y no te entregará a los dementores! –interrumpieron
Snape y Harry al unísono.
Asombrados, se miraron. Por
primera vez, sintieron que una ligera corriente de simpatía
les unía... Dumbledore contuvo una sonrisa y siguió
hablando.
- Con semejantes guardianes, me costaría bastante
hacerlo, la verdad. Pero no es ésa mi intención, Draco.
Harry y Severus creen en ti, así que el dilema no está
en si confiar o no en tu palabra... sino en qué hacer para
protegerte de Lord Voldemort.
Snape y Draco esbozaron una mueca de
disgusto al escuchar el nombre. Dumbledore no pareció
advertirlo.
- ¿Quiere decir que no sabe cómo
protegerme de él? –preguntó Draco- Creí que
usted era el único a quien el Señor Tenebroso temía.
-
Exacto –replicó tranquilamente Dumbledore-. Yo podría
protegerte. En realidad, sería bastante sencillo: tan sólo
me bastaría con retenerte en Hogwarts hasta que Lord Voldemort
cayera. Aquí estarías seguro. Por supuesto, habría
que alejarte de tus compañeros de Slytherin, que sin duda
intentarían tomar represalias por orden de sus padres, y tener
cuidado con Lucius. También tendríamos que convencer al
resto de alumnos y padres de que eres un mortífago renegado,
pero con tomar veritaserum en público bastaría.
En realidad, Draco, ésa es la opción fácil.
Por
un momento, Draco visualizó las palabras de su director. Se
vio tranquilo y seguro en Hogwarts, a la sombra de Dumbledore...
...
y también vio a Harry, que mientras estaría luchando
con todas sus fuerzas contra el Señor Tenebroso. Se imaginó
a sí mismo leyendo tranquilamente en su mazmorra, mientras
Harry dirigía la lucha contra Voldemort. Pudo sentir su
impotencia, su rabia, su frustración.
Movió la
cabeza.
- Lo siento, señor director, pero me temo que yo no
podría hacer eso. Pero, por lo que usted dice, parece que hay
otra opción.
Una débil sonrisa apareció en el
rostro de Snape. Una sonrisa que mostraba el orgullo que sentía
por su ahijado Draco.
Dumbledore asintió gravemente.
- Y
en efecto la hay, Draco. Debes saber que no eres el primer mortífago
que se revuelve contra Voldemort. Tenéis que recordar que, al
principio, Lord Voldemort no parecía tan peligroso. Muchas
familias de sangre limpia se adhirieron a su causa, pensando que era
un extremista, sí, quizá un poco violento, pero sin
poder siquiera imaginar el demonio en el que se convertiría.
Harry
observó que Snape se revolvía inquieto en su asiento.
-
Cuando el reinado de terror de Voldemort alcanzó su apogeo,
muchos magos, horrorizados, abandonaron su causa. He de decir...
–hizo una pequeña pausa- que la mayoría murieron a
manos de los mortífagos.
Un escalofrío recorrió
el cuerpo del joven Malfoy.
- Pero otros sobrevivieron –continuó
rápidamente Dumbledore- y algunos de ellos decidieron no
quedarse con las manos cruzadas, y luchar activamente contra
Voldemort.
- Pero¿qué puedo hacer? –preguntó
Draco, impaciente-. En cuanto reniegue de Quien-usted-ya-sabe, seré
presa fácil de cualquiera en cuanto salga de Hogwarts.
-
Bueno, Draco, eso mismo me planteé yo hace muchos años
–reconoció Dumbledore-. Pero uno de los mortífagos
renegados encontró la solución. Se trataba de un
estudiante ejemplar, pero que había sido seducido por las
artes oscuras. No era malvado. Simplemente, se equivocó de
camino.
Harry giró el cuello bruscamente para mirar a
Snape. El profesor de Pociones le devolvió la mirada.
-
Efectivamente, Harry, estoy hablando de Severus Snape.
Draco imitó
a Harry y miró a su padrino, sorprendido.
- En efecto
–admitió éste tras unos segundos- yo fui el creador y
el cabecilla de un grupo de mortífagos que sirvieron a la
buena causa sin dejar de aparentar que eran fieles al Señor
Tenebroso. Los infiltrados.
- ¿Infiltrados?
- Un
infiltrado, Harry, es un mortífago renegado que aprovecha su
filiación tenebrosa para pasar información a la Orden
del Fénix –explicó Dumbledore.
- ¿Y
usted...? –preguntó Harry, mirando a Snape.
-
Efectivamente, señor Potter –replicó Snape,
cruzándose de brazos-. Actualmente me encuentro dentro del
círculo más allegado al Señor Tenebroso.
-
Pero usted trabaja en Hogwarts...
- Oh, sí –sonrió
Snape- y quizá por ello le resulto tan útil. Él
cree que espío a Dumbledore. Además, favorezco a los
alumnos hijos de mortífagos de la casa de Slytherin.
Harry
frunció el ceño y miró a Snape con profunda
desconfianza.
- Y lo que te estás preguntando ahora, Harry
–intervino agudamente Dumbledore- es cómo sé que
Severus Snape me es fiel a mí y no a Lord Voldemort.
Harry
no contestó, y aguantó impertérrito la mirada de
reproche de Draco.
- Muchas veces me han advertido, y yo me he
limitado a decir lo siguiente...
- Confío plenamente en
Severus Snape –parafraseó Harry, quien había
escuchado esas palabras decenas de veces.
Dumbledore sonrió.
-
Efectivamente, Harry. Confío plenamente en Severus Snape. ¿Y
sabes por qué? Porque alguien que dio su sangre por nuestra
causa también confió en él. Alguien le respaldó
y le permitió ser uno más en la Orden. Alguien le avaló
con su propia vida. Por eso sé, Harry, que Severus nos es
completamente fiel. Y que, cuando llegue la lucha final, se pondrá
de nuestro lado.
Draco arrugó el entrecejo, pensativo.
Empezaba a comprender adónde quería ir a parar
Dumbledore...
- Es imposible imaginar la esencia de un agente
infiltrado sin alguien que le otorgue su más absoluta
confianza. Alguien con quien mantenga un estrecho vínculo
afectivo, y en quien confíe con su propia vida. No sólo
por nuestro bien, sino por el suyo propio. El trabajo de un mortífago
renegado es duro, muy duro. No sólo tiene que fingir seguir
creyendo fervientemente en Voldemort... también tiene que
demostrarlo de forma fehaciente. Con todas las consecuencias que ello
supone.
Harry se estremeció. Sin duda, Snape habría
tenido que torturar y matar junto a los otros mortífagos para
satisfacer la confianza de Voldemort...
- Sin la presencia y la
ayuda de una mano amiga en el otro bando, en nuestro bando, que le
recuerde por qué lucha y cuánto valen sus esfuerzos, el
infiltrado podría abandonar, regresar a los brazos de
Voldemort o volverse completamente loco. No es fácil ser un
mortífago, especialmente cuando ya no te sientes como
tal.
Draco suspiró, impaciente, interrumpiendo al
director.
- Usted quiere que me convierta en uno de sus
infiltrados –dijo, observándole tranquilamente desde su
butaca.
Dumbledore mantuvo la mirada gris del Slytherin.
- Sólo
si tú quieres, Draco.
- ¿Querer? Yo lo que realmente
quiero es decirle a todo el mundo que abomino del Señor
Tenebroso. Quiero decirles a todos que sus ideas son despreciables y
sus métodos aún más... Luchar delante de todo el
mundo, junto a Harry –bajó la voz-. Pero sé que eso
es imposible, así que, si quiero aportar mi granito de arena
para vencer a Quien-usted-ya-sabe, supongo que no me queda más
remedio que hacer lo que usted dice.
- ¿Qué? –le
interrumpió Harry-. Pero... ¡pero eso significa
que...!
- Significa que Draco tendría que seguir haciendo
lo que ha hecho durante toda su vida –replicó fríamente
Snape-. Fingir que apoya al Señor Tenebroso.
- ¡No
sólo eso! –explotó Harry, mirando a Snape- ¡Voldemort
ya le ha encargado una misión!
- ¿En serio? –se
sorprendió el jefe de Slytherin, mirando a Draco.
El rubio
asintió, algo cohibido.
- Me ha encargado que... que mate a
Harry.
Durante unos segundos nadie habló. Dumbledore se
mesaba pensativamente la barba. Snape observaba con detenimiento a
los dos chicos. A pesar del encargo de Voldemort a Draco, parecían
confiar plenamente el uno en el otro.
- Por supuesto no pienso
hacerlo –añadió bruscamente segundos más
tarde, como si pensase que alguien pudiese ponerlo en duda.
- Eso
es evidente –susurró Harry.
Draco le miró. Y
Dumbledore se sorprendió al ver el intenso cariño que
desprendían los ojos grises, habitualmente burlones, de Malfoy
al mirar al Gryffindor...
¿Sería realmente él
de quien hablaba la profecía¿El verdadero amor de
Harry Potter, que sería fundamental en la derrota de
Voldemort?
- Draco –retomó la conversación
Dumbledore- antes de pedirte que decidas, te explicaré lo que
haremos contigo.
Draco asintió enérgicamente.
-
Mi plan es el siguiente. Primero, modificaré la memoria de los
Ravenclaws que vieron la Marca en tu brazo. Después, les daré
veritaserum. Confirmarán ante todo el mundo que no vieron la
Marca Tenebrosa.
- Y eso¿para qué?
- Para minar
su credibilidad. Entonces, yo intentaré echarte del colegio.
-
¿Qué! –exclamó Harry.
- Cállese,
Potter –gruñó Snape.
- Harry –dijo el director,
dirigiéndose a su alumno predilecto- si algo debe de haberte
quedado claro este año es la tremenda fuerza que medios como
El Profeta tienen en las convicciones de la gente.
Harry
asintió a regañadientes.
- ¿Y qué
tiene que ver eso con Draco?
- Muy fácil. A estas horas,
cientos de padres tienen que estar enterados de que acusaste a Draco
de ser un mortífago. La historia es tan confusa que todavía
no he recibido ninguna lechuza, pero pronto el Ministerio querrá
tomar cartas en el asunto...
Draco palideció. No había
pensado en eso, y la imagen de Fudge presentándose en en
Hogwarts para adivinar si él era o no un mortífago se
le antojó espantosamente real.
- Tenemos que conseguir que
crean que tú le acusaste tan sólo para desacreditarlo,
Draco. Y la forma más fácil de hacerlo es,
precisamente, que tú reiteres tu convicción de que
Draco Malfoy es un mortífago, y que yo, simulando creerte,
intente expulsarle de Hogwarts.
- Pero no me expulsará¿verdad?
- No, Draco. Tu padre irá a ver a Fudge, y
éste hablará con Umbrigde... Después miraremos
tu brazo, y te daremos veritaserum.
- Pero... ¡pero
descubrirán la Marca¡Y el veritaserum...!
Snape
soltó una carcajada. Su ahijado le miró.
- Draco, en
el fondo eres tan inocente como Narcissa. ¿Cuántas
veces crees que el Señor Tenebroso me ha sometido a mí
a la prueba del veritaserum¿Crees que ahora estaría
vivo si no hubiera podido burlarla?
Draco se quedó mirando
a su padrino con la boca abierta de la impresión.
- En
cuanto a la Marca, los mortífagos tenemos... tienen un método
para esconderla temporalmente –continuó Snape- será
suficiente para demostrar tu supuesta inocencia.
- Después,
Fudge se irá tranquilo, Umbridge se sentirá satisfecha,
El Profeta publicará una historia en la que hablará
del trastorno mental de Albus Dumbledore y del deseo de Harry Potter
de ser protagonista a toda costa, incluso acusando a sus propios
compañeros de colegio... –continuó Dumbledore con una
sonrisa- y miles de padres respirarán aliviados.
- ¿Y
los alumnos¿Y los mortífagos? –preguntó
Draco, ansioso.
- Los alumnos creerán lo que crean sus
padres, excepto el pequeño grupo que siempre es leal a
Harry... e, incluso éste, lo hará con reservas, dada la
enorme rivalidad que siempre ha habido entre ambos. En cuanto a los
mortífagos, te verán como a un héroe por haber
conseguido engañarme.
- Tu padre estará más
orgulloso que nunca –masculló entre dientes
Snape.
Dumbledore asintió.
- Pero ahora viene la parte
más dura, Draco. Tendrás que simular que odias a
Harry...
Los dos jóvenes intercambiaron una sonrisa.
-
Llevo años haciéndolo...
- No trivialices lo que
Albus te está diciendo, Draco –le cortó bruscamente
Snape, poniéndose en pie.
Sorprendidos, los dos alumnos
miraron al jefe de Slytherin. Por alguna razón, éste
parecía particularmente molesto.
- ¿Creéis
que será divertido, verdad? Fingir que os odiáis y
después desahogaros en algún rincón oscuro...
Bien, pues dejadme deciros una cosa: no será en absoluto
divertido.
La sonrisa se borró de los rostros de Draco y
Harry mientras Snape se cruzaba de brazos y seguía hablando.
-
Draco, seguirás estando en el punto de mira a pesar de
aparentar haber engañado a Dumbledore. Los mortífagos
ordenarán a sus hijos que te vigilen, y no me sorprendería
que a estas alturas Crabbe y Goyle hubieran recibido alguna lechuza
al respecto... Por lo que no tendrás que conformarte con
atosigar a Potter como lo has hecho hasta ahora...
Snape se
inclinó hasta que su nariz ganchuda estuvo a pocos centímetros
del rostro de su ahijado. Éste pudo ver la amargura que
anidaba en sus ojos.
- Tendrás que hacerle la vida
imposible, Draco. Tendrás que ser despreciable, ruin,
insoportablemente molesto. Después del episodio que Albus ha
planeado, fingirás odiar a Harry Potter todo lo que un humano
puede odiar a otro. Piensa que él ha estado a punto de
desenmascarar tu verdadero rostro, a punto de hacer que te enviaran a
Azkaban. Cualquiera tendrá que comprender eso y pensar de ti
que serías capaz de matarle a la más mínima
oportunidad.
- Estoy dispuesto a soportarlo –intervino Harry,
dirigiendo una mirada feroz a su profesor de Pociones.
Snape se
enderezó, clavando su mirada en Potter.
- Eso espero.
Porque, créeme, después de todo lo que Draco tendrá
que hacerte, desearás odiarle, Potter. Te cuestionarás
el amor que mi ahijado siente por ti. Llegarás a dudar de él,
eso te lo aseguro.
Harry le mantuvo la mirada.
- Se equivoca,
señor –dijo tranquilamente-. Porque, en ese caso, sólo
tendría que recordar las cicatrices que Draco tiene en su
brazo izquierdo para despejar toda duda que pudiera sentir hacia
él.
Snape soltó un bufido. Pero, cuando volvió
a mirar a Harry, a éste le pareció que su expresión
se había suavizado.
- Eso espero, señor Potter.
Espero que recuerde que muchos de los que decimos odiarle en realidad
lo hacemos por su propio bien.
Esta vez sí logró
sorprenderle, y los ojos de Harry se abrieron desmesuradamente al
comprender las implicaciones de las palabras de Snape. Éste
contuvo una sonrisa, dio media vuelta y volvió a sentarse.
-
Draco –continuó Dumbledore- además de eso tendrás
que hacer varias cosas. Severus te enseñará a burlar el
veritaserum, pero hay más formas de saber lo que
piensa verdaderamente alguien.
- Legeremancia.
- Exacto.
Tendrás que aprender Oclumancia, al igual que Harry. Y tendrás
que aprenderlo rápido, porque, cuando acabe el curso,
probablemente tendrás que rendir cuentas ante Lord
Voldemort.
Draco asintió, casi temblando ante la
perspectiva. Pero se sobrepuso.
- ¿Y qué hay de la
misión que Voldemort me ha encargado, señor?
-
Bueno, cuando Harry empiece a acusarte y yo intente echarte, podrás
justificarte diciendo a Voldemort que te está resultando del
todo imposible acercarte a Harry ahora que las sospechas recaen sobre
ti. Incluso puedes inventarte una historia cerca de cómo le
atacaste, y hacerle creer que las marcas de tu brazo de las hizo él
al defenderse. Después de que te conviertas en el orgullo de
los mortífagos al salir airoso frente a Harry y frente a mí,
no creo que tome represalias contra ti.
Draco asintió. Miró
de reojo a Harry; el Gryffindor parecía enormemente
preocupado.
Dumbledore compartió una larga mirada con
Snape. Después, se inclinó hacia delante para volver a
mirar a los ojos a Malfoy.
- Y ahora, Draco, es hora de saber qué
camino escoges.
Todas las miradas se clavaron en el Slytherin. Se
hizo un breve silencio, roto por las respiraciones de los cuatro.
-
Evidentemente, me pondré a sus órdenes –dijo
lentamente Draco, mirando a Dumbledore-. Si Harry acepta, claro
está.
- ¿Y qué tengo que ver yo en todo esto?
–replicó el Gryffindor con aspereza.
Snape soltó
un bufido de impaciencia.
- Draco¿no podías
haberte enamorado de otro? –masculló- Incluso un Hufflepuff
sería más inteligente...
Harry enrojeció y
abrió la boca para contestar al ofensivo comentario de Snape.
Pero Draco se le adelantó. Dirigiendo una breve mirada de
reproche a su padrino, colocó una mano en el hombro de Harry,
quien le miró, sorprendido.
- Harry¿no te das
cuenta? Si yo me convierto en un infiltrado, tú tienes que ser
quien me avale.
Harry parpadeó, sorprendido.
- ¿Yo?
-
¿Quién puede tener más credibilidad que tú,
Harry? –sonrió Draco- ¿Quién puede confiar en
mí más que tú?
Harry desvió la mirada.
Aún así, Draco vio que la preocupación se
reflejaba en sus ojos verdes.
- Pero será peligroso,
Draco... –protestó.
- ¡Mira quién habla!
–replicó el Slytherin, imperturbable- ¿Crees que lo
que voy a hacer yo será más peligroso que lo que vas a
hacer tú?
Harry soltó un gruñido. Draco
suspiró.
- Harry –le llamó, cogiéndole de
los hombros y obligando al Gryffindor a mirarle-. No sé cuándo
conseguirás derrotar a Quien-tú-ya-sabes, pero, hasta
entonces, no quiero tener que pasarme los años encerrado en
Hogwarts sin poder apartarme de Dumbledore. Me resultará duro
volver con los mortífagos... Pero lo haré por una buena
causa. Esta mañana te dije que lucharía junto a ti, y
eso es precisamente lo que quiero hacer. Por favor, Harry –suplicó
Draco- déjame ayudarte a acabar con Voldemort.
Harry no
supo que le había impresionado más, si el hecho de que
Draco pronunciara por primera vez el nombre de Voldemort, o el ansia
de luchar que se vislumbraba en sus ojos. Le miró, y fue
incapaz de decirle que no.
- ¿Y bien, Harry? –interrumpió
Dumbledore- ¿qué me dices?
Harry suspiró y
miró al director.
- Le digo que confío plenamente en
Draco Malfoy, señor.
Cinco minutos después, Harry
y Draco salieron discretamente del despacho de Dumbledore. El
director y Snape les siguieron con la mirada hasta que la puerta se
cerró a sus espaldas.
En cuanto su ahijado hubo traspasado
el umbral del despacho y desaparecido, junto con el Gryffindor, rumbo
a las entrañas de Hogwarts, Snape se derrumbó en su
silla, tapándose la cara con las manos.
Albus Dumbledore se
puso en pie. Sigilosamente, llegó junto a Snape y apoyó
una huesuda mano en su hombro.
- Severus...
- Albus. ¿Por
qué él¿Por qué Draco?
Dumbledore no
contestó.
- Es un buen chico, Albus...
- Lo sé,
Severus.
- ...tenía la esperanza de que su padre esperara
un poco más... ¡Oh, si sólo me hubiera enterado
antes...!
- Tú no podías hacer nada, Severus. Desde
el instante en el que Lucius se lo entregó a Voldemort, nadie
podía hacer nada sin correr un riesgo mortal.
Severus se
apartó el pelo negro de la cara y miró al director de
Hogwarts.
- Tú también crees que esa maldita
profecía se refiere a Draco¿verdad? –preguntó
con el rostro lleno de temor.
Albus Dumbledore no contestó,
pero sus ojos le dieron la respuesta que buscaba.
Severus Snape
suspiró, los hombros hundidos en un gesto de infinita
tristeza. Dumbledore se separó de él y se acercó
a uno de los armarios que se levantaban en su despacho.
Lo abrió.
Y sacó un objeto parecido a una vasija, en el que flotaba una
sustancia que no era ni líquida ni gaseosa.
El
pensadero.
Snape le contempló en silencio, mientras
Dumbledore tocaba con su varita la superficie del pensadero. La
extraña sustancia empezó a girar, cada vez más
rápido, más rápido...
Entonces, una pequeña
figura surgió de la superficie, girando sobre sí misma.
Snape la reconoció al instante, aunque Albus jamás le
había mostrado directamente aquella profecía.
Era la
profesora Trelawney.
De repente, empezó a hablar.
-
Aquél que debe derrotar al Señor Tenebroso acabará
con él cuando apenas haya alcanzado la plenitud de sus
poderes. Si su madre murió para permitirle seguir con vida,
otro sacrificio por amor le hará más fuerte que el
mismísimo Merlín. Los poderes del Señor
Tenebroso palidecerán comparados con los suyos, y el brujo que
un día fue conocido como Tom Ryddle será erradicado
para siempre de la faz de la tierra.
Dumbledore tocó
suavemente con su varita la figura de la profesora Trelawney, y ésta
desapareció en la masa de pensamientos. Después, miró
a Snape.
- Un sacrificio por amor... –masculló Snape.
-
¿Crees que será Draco, Severus? –preguntó
Dumbledore.
El jefe de Slytherin le miró, contrariado.
-
Por raro que me resulte, Albus, parece que mi ahijado está
enamorado de Potter. Si hizo lo que hizo por él... ¿qué
más no será capaz de hacer en un futuro?
Dumbledore
asintió, pensativamente.
- Aún así,
Severus...
- Ya lo sé, Albus –le cortó bruscamente
Snape poniéndose en pie-. Yo acepté la profecía
cuando imaginaba que sería alguna chica Gryffindor, o quizá
esa tal Cho Chang, la que daría alegremente su vida por Potter
y salvaría al mundo. Ahora parece que ese honor lo ocupará
mi ahijado –masculló en tono irónico-. Pero no me
interpondré en su camino.
Albus Dumbledore no dijo nada.
En silencio, observó a su viejo amigo, su viejo protegido,
quien apenas conseguía disimular su preocupación. Era
lógico: Draco Malfoy era como un hijo para Severus Snape,
quien siempre había repudiado en secreto a su padre, Lucius,
por reservar tan tenebroso destino a su único hijo.
- Tú
estás dispuesto a sacrificar tu vida por esta causa –continuó,
al fin, Snape tras unos segundos de silencio-. Potter también.
No voy a ser tan egoísta como para querer guardar a Draco bien
protegido en Hogwarts mientras todos luchan contra el Señor
Tenebroso. Si su sacrificio nos librará a todos de esta carga
–suspiró- que así sea, Albus.
Tras esto, el
acongojado padrino abandonó el despacho de Dumbledore. El
director de Hogwarts se giró hacia su pensadero. Meditabundo,
volvió a hacer aparecer la figura de la profesora Trelawney.
Y, hasta bien tarde, las palabras de la profesora de Adivinación
resonaron, no sólo en el estrambótico despacho, sino
también en la mente de Albus Dumbledore.
"...otro sacrificio por amor le hará más fuerte que el mismísimo Merlín"
Nota: Bien, lo primero me gustaría pediros perdón por no haber actualizado antes, he querido dejar pasar unos cuántos días para "reposar" un poco las ideas. Bueno, una cosa que quería aclarar es que el hecho de haber introducido otra profecía no anula la otra profecía que se escucha al final del quinto libro. Son complementarias, por así decirlo.
Ahora voy a contestar a un par de reviews (generalmente no lo hago por pura pereza, para qué nos vamos a engañar xD) ya que tengo que aclarar unos cuántos puntos.
Michelle: gracias por tus palabras y por publicar mi fic. También me gustaría que me dieras la url de ese grupo, me hace ilusión verlo publicado en otro sitio xDDD ¡Un saludo y gracias!
Alguien (?): ya había escuchado hablar de esos masoquistas que se meten en fics yaoi sin gustarles el género, pero es la primera vez que tengo el dudoso honor de recibir review de uno. Así que esto va por ti y por todos los masocas que puedan pulular por aquí. A ver, si mi fic está en la categoría Romance, Harry/Draco, y tiene una advertencia bien explícita al inicio de cada capítulo... ¿tardaste cuatro capítulos en darte cuenta de que Harry y Draco son gays? Tampoco pareces comprender qué es un fanfiction. Te explico: fanfiction ficción de fans. NO tengo por qué seguir la historia de Rowling y NO pienso hacerlo, porque para eso ya están los libros que escribe ella, que por cierto lo hace muchísimo mejor que yo :) Ah, y el fin de cualquier escritor es crear y entretener, así que mientras yo haya conseguido entretener a una sola persona con mi fic, el tiempo que le he dedicado no habrá sido en vano. Si pierdes el tiempo leyendo algo que sabes que no te va a gustar, no es mi problema :P
Y cómo no, gracias por vuestros comentarios a los que lleváis escribiendo desde el primer día: Sailor Earth, Sara, Samsahara-chan y Zepphi-kun, Tamy-Chan, Haruko FLCL, Silvia, DN Angel Girl, belial16 (gracias por no matarme xD), Unika Olimpia, gata89... y espero no haberme dejado a nadie.
Nos vemos en el próximo capítulo: Enemigos íntimos.
Fdo: Wakatta (wakarimasenga(arroba)gmail(punto)com)
