Lucharé a tu lado

Género: T
Advertencia: Este fic es un Harry/Draco, shonen-ai, slash, yaoi... chico-chico, vamos. Si no te gusta, no lo leas.
Disclaimer: Harry Potter no me pertenece. Si Harry Potter me perteneciera, primero yo estaría nadando en dinero, y segundo Cho Chang no existiría.


Capítulo 6: Sacrificio por amor

Rigurosamente escoltados por la encargada de la enfermería, Draco y Harry acabaron en el despacho de Dumbledore. Allí, para su sorpresa, no sólo les esperaba el director del colegio. Sentado a pocos metros, el rostro afilado de Severus Snape parecía más contrariado que nunca.
- ¡Draco! –exclamó, poniéndose en pie, cuando el Slytherin entró en el despacho.
Se acercó a ellos en un par de fluidas y sigilosas zancadas. Harry, sorprendido, vio que Snape lo ignoraba, dirigiéndose a Draco; en realidad, había esperado que la furia del jefe de Slytherin recayera sobre él, que al fin y al cabo era el alumno al que más odiaba.
Draco agachó la cabeza. Snape le examinó intensamente con sus ojos pequeños y oscuros. Harry quiso intervenir, pero una mirada de Dumbledore le disuadió.
- Dime que no es verdad... –rompió el silencio Snape, susurrando en un tono tan bajo que Harry, que estaba a su lado, tuvo que contener la respiración para escucharle.
Draco miró al jefe de su casa, y Harry pensó que jamás le había visto mostrar tanto respeto por nadie.
- Es verdad, Severus. La tengo.
Severus Snape exhaló de golpe todo el aire que había estado conteniendo en sus pulmones. Y se transformó. La máscara hierática de su rostro dejó paso a la preocupación. Y, cuando se inclinó ligeramente para mirar a los ojos de Draco, Harry hubiera jurado incluso que en su mirada brillaba una chispa de cariño.
- ¿Cuándo, Draco? –preguntó suavemente.
- Este verano.
Entonces, atónito, Harry contempló cómo Severus Snape abrazaba a Draco Malfoy. Fue un contacto algo superficial, quizá apenas se limitó a rodear con sus brazos los hombros de su alumno, pero era la primera vez que Harry le veía prodigar semejante muestra de cariño, por lo que no pudo evitar quedarse mirando al dúo Slytherin con la boca abierta.
Además, Draco no sólo aceptó el abrazo, sino que lo correspondió con más fuerza que su profesor. Cuando se separaron, segundos después, los ojos negros se posaron en Harry.
- ¿Qué es lo que mira, señor Potter? –espetó Snape, adoptando de nuevo su habitual tono gélido.
- Eh... –la mirada de Harry iba de Draco a Snape, y de Snape a Draco- este... yo...
Los dos Slytherin se miraron y compartieron una sonrisa irónica.
- Veo que vuestra relación aún no ha progresado lo suficiente como para que hayas decidido presentarle a la familia, Draco –comentó Snape en tono burlón mientras volvía a tomar asiento.
- ¿La familia? –repitió Harry, mirando a Snape con los ojos muy abiertos.
Pero no fue su profesor de Pociones, sino la profunda voz de Dumbledore, la que aclaró sus dudas.
- Severus Snape no sólo es un viejo amigo de la familia Malfoy, Harry. También es, además, el padrino de Draco.
- ¿Qué! –exclamó Harry, mirando atónito al rubio- ¿Es eso cierto?
Draco abrió la boca, pero Snape les interrumpió, mirando a Dumbledore.
- Permíteme puntualizar, Albus, que soy un viejo amigo de Narcissa Black. No quiero tener nada que ver con el cerdo de su marido –miró a Draco- y más después de lo que el muy canalla ha sido capaz de hacer eso con su hijo.
Draco miró hacia otro lado, ligeramente incómodo, pero Snape no pareció advertirlo.
- Su único hijo –masculló, con la voz cargada de desprecio-. Su único hijo, y no se le ocurre otra cosa que entregárselo a Voldemort.
- Para él es un honor –replicó Draco.
- ¡Por supuesto que es un honor! –exclamó Snape, mordaz- ¿Y para ti, Draco¿Alguien te preguntó si deseabas ostentar tal honor¡Porque él y yo entramos voluntariamente a las órdenes del Señor Tenebroso, Draco, pero nadie se paró a pensar jamás si tú querrías seguir nuestros pasos!
Algo amedrentado por la furia de su padrino, Draco se acercó inconscientemente a Harry. Éste cogió su mano, y Snape levantó una ceja y los miró con expresión indescifrable.
- Severus –volvió a interrumpir Dumbledore, mirando al jefe de Slytherin por encima de sus gafas de media luna- si no te importa, tenemos poco tiempo.
- Lo siento, Albus –murmuró.
Dumbledore miró a los dos jóvenes.
- Sentaos –invitó amablemente, haciendo aparecer otro par de cómodas butacas frente a su escritorio.
Sin romper el contacto ni durante un segundo, Draco y Harry tomaron asiento el uno al lado del otro. Dumbledore y Snape les contemplaron en silencio, ante el desasosiego de ambos. ¿La compasión se reflejaba en los dos serios semblantes, o era su imaginación?
- Bien, Draco, Harry –empezó Dumbledore, reclinándose en su sillón de director. Con alivio ambos se dieron cuenta de que poderoso mago había decidido prescindir de formalismos-. Siento haberos tenido que llamar tan urgentemente, cuando ni siquiera habéis podido descansar, pero coincidiréis conmigo en que éste es un asunto que requiere la máxima urgencia... y la máxima discreción.
Fawkes emitió un ligero graznido, como queriendo subrayar las palabras de su amo.
- Desde lo que ocurrió en el Gran Comedor, han pasado por mi despacho una media docena de estudiantes que afirman que vieron la Marca Tenebrosa grabada en el antebrazo izquierdo de Draco. Y más de la mitad del colegio escuchó cómo Harry le gritaba que era un mortífago.
Snape dirigió a Harry una mirada colérica, pero mantuvo la boca cerrada. Dumbledore se inclinó sobre su mesa, mirando directamente a Draco.
- En este momento, mi querido niño, me planteo seriamente qué hacer contigo.
Draco se encogió en su asiento.
- Pero, señor director, usted dijo que no me entregaría a los dementores.
- ¡Y no te entregará a los dementores! –interrumpieron Snape y Harry al unísono.
Asombrados, se miraron. Por primera vez, sintieron que una ligera corriente de simpatía les unía... Dumbledore contuvo una sonrisa y siguió hablando.
- Con semejantes guardianes, me costaría bastante hacerlo, la verdad. Pero no es ésa mi intención, Draco. Harry y Severus creen en ti, así que el dilema no está en si confiar o no en tu palabra... sino en qué hacer para protegerte de Lord Voldemort.
Snape y Draco esbozaron una mueca de disgusto al escuchar el nombre. Dumbledore no pareció advertirlo.
- ¿Quiere decir que no sabe cómo protegerme de él? –preguntó Draco- Creí que usted era el único a quien el Señor Tenebroso temía.
- Exacto –replicó tranquilamente Dumbledore-. Yo podría protegerte. En realidad, sería bastante sencillo: tan sólo me bastaría con retenerte en Hogwarts hasta que Lord Voldemort cayera. Aquí estarías seguro. Por supuesto, habría que alejarte de tus compañeros de Slytherin, que sin duda intentarían tomar represalias por orden de sus padres, y tener cuidado con Lucius. También tendríamos que convencer al resto de alumnos y padres de que eres un mortífago renegado, pero con tomar veritaserum en público bastaría. En realidad, Draco, ésa es la opción fácil.
Por un momento, Draco visualizó las palabras de su director. Se vio tranquilo y seguro en Hogwarts, a la sombra de Dumbledore...
... y también vio a Harry, que mientras estaría luchando con todas sus fuerzas contra el Señor Tenebroso. Se imaginó a sí mismo leyendo tranquilamente en su mazmorra, mientras Harry dirigía la lucha contra Voldemort. Pudo sentir su impotencia, su rabia, su frustración.
Movió la cabeza.
- Lo siento, señor director, pero me temo que yo no podría hacer eso. Pero, por lo que usted dice, parece que hay otra opción.
Una débil sonrisa apareció en el rostro de Snape. Una sonrisa que mostraba el orgullo que sentía por su ahijado Draco.
Dumbledore asintió gravemente.
- Y en efecto la hay, Draco. Debes saber que no eres el primer mortífago que se revuelve contra Voldemort. Tenéis que recordar que, al principio, Lord Voldemort no parecía tan peligroso. Muchas familias de sangre limpia se adhirieron a su causa, pensando que era un extremista, sí, quizá un poco violento, pero sin poder siquiera imaginar el demonio en el que se convertiría.
Harry observó que Snape se revolvía inquieto en su asiento.
- Cuando el reinado de terror de Voldemort alcanzó su apogeo, muchos magos, horrorizados, abandonaron su causa. He de decir... –hizo una pequeña pausa- que la mayoría murieron a manos de los mortífagos.
Un escalofrío recorrió el cuerpo del joven Malfoy.
- Pero otros sobrevivieron –continuó rápidamente Dumbledore- y algunos de ellos decidieron no quedarse con las manos cruzadas, y luchar activamente contra Voldemort.
- Pero¿qué puedo hacer? –preguntó Draco, impaciente-. En cuanto reniegue de Quien-usted-ya-sabe, seré presa fácil de cualquiera en cuanto salga de Hogwarts.
- Bueno, Draco, eso mismo me planteé yo hace muchos años –reconoció Dumbledore-. Pero uno de los mortífagos renegados encontró la solución. Se trataba de un estudiante ejemplar, pero que había sido seducido por las artes oscuras. No era malvado. Simplemente, se equivocó de camino.
Harry giró el cuello bruscamente para mirar a Snape. El profesor de Pociones le devolvió la mirada.
- Efectivamente, Harry, estoy hablando de Severus Snape.
Draco imitó a Harry y miró a su padrino, sorprendido.
- En efecto –admitió éste tras unos segundos- yo fui el creador y el cabecilla de un grupo de mortífagos que sirvieron a la buena causa sin dejar de aparentar que eran fieles al Señor Tenebroso. Los infiltrados.
- ¿Infiltrados?
- Un infiltrado, Harry, es un mortífago renegado que aprovecha su filiación tenebrosa para pasar información a la Orden del Fénix –explicó Dumbledore.
- ¿Y usted...? –preguntó Harry, mirando a Snape.
- Efectivamente, señor Potter –replicó Snape, cruzándose de brazos-. Actualmente me encuentro dentro del círculo más allegado al Señor Tenebroso.
- Pero usted trabaja en Hogwarts...
- Oh, sí –sonrió Snape- y quizá por ello le resulto tan útil. Él cree que espío a Dumbledore. Además, favorezco a los alumnos hijos de mortífagos de la casa de Slytherin.
Harry frunció el ceño y miró a Snape con profunda desconfianza.
- Y lo que te estás preguntando ahora, Harry –intervino agudamente Dumbledore- es cómo sé que Severus Snape me es fiel a mí y no a Lord Voldemort.
Harry no contestó, y aguantó impertérrito la mirada de reproche de Draco.
- Muchas veces me han advertido, y yo me he limitado a decir lo siguiente...
- Confío plenamente en Severus Snape –parafraseó Harry, quien había escuchado esas palabras decenas de veces.
Dumbledore sonrió.
- Efectivamente, Harry. Confío plenamente en Severus Snape. ¿Y sabes por qué? Porque alguien que dio su sangre por nuestra causa también confió en él. Alguien le respaldó y le permitió ser uno más en la Orden. Alguien le avaló con su propia vida. Por eso sé, Harry, que Severus nos es completamente fiel. Y que, cuando llegue la lucha final, se pondrá de nuestro lado.
Draco arrugó el entrecejo, pensativo. Empezaba a comprender adónde quería ir a parar Dumbledore...
- Es imposible imaginar la esencia de un agente infiltrado sin alguien que le otorgue su más absoluta confianza. Alguien con quien mantenga un estrecho vínculo afectivo, y en quien confíe con su propia vida. No sólo por nuestro bien, sino por el suyo propio. El trabajo de un mortífago renegado es duro, muy duro. No sólo tiene que fingir seguir creyendo fervientemente en Voldemort... también tiene que demostrarlo de forma fehaciente. Con todas las consecuencias que ello supone.
Harry se estremeció. Sin duda, Snape habría tenido que torturar y matar junto a los otros mortífagos para satisfacer la confianza de Voldemort...
- Sin la presencia y la ayuda de una mano amiga en el otro bando, en nuestro bando, que le recuerde por qué lucha y cuánto valen sus esfuerzos, el infiltrado podría abandonar, regresar a los brazos de Voldemort o volverse completamente loco. No es fácil ser un mortífago, especialmente cuando ya no te sientes como tal.
Draco suspiró, impaciente, interrumpiendo al director.
- Usted quiere que me convierta en uno de sus infiltrados –dijo, observándole tranquilamente desde su butaca.
Dumbledore mantuvo la mirada gris del Slytherin.
- Sólo si tú quieres, Draco.
- ¿Querer? Yo lo que realmente quiero es decirle a todo el mundo que abomino del Señor Tenebroso. Quiero decirles a todos que sus ideas son despreciables y sus métodos aún más... Luchar delante de todo el mundo, junto a Harry –bajó la voz-. Pero sé que eso es imposible, así que, si quiero aportar mi granito de arena para vencer a Quien-usted-ya-sabe, supongo que no me queda más remedio que hacer lo que usted dice.
- ¿Qué? –le interrumpió Harry-. Pero... ¡pero eso significa que...!
- Significa que Draco tendría que seguir haciendo lo que ha hecho durante toda su vida –replicó fríamente Snape-. Fingir que apoya al Señor Tenebroso.
- ¡No sólo eso! –explotó Harry, mirando a Snape- ¡Voldemort ya le ha encargado una misión!
- ¿En serio? –se sorprendió el jefe de Slytherin, mirando a Draco.
El rubio asintió, algo cohibido.
- Me ha encargado que... que mate a Harry.
Durante unos segundos nadie habló. Dumbledore se mesaba pensativamente la barba. Snape observaba con detenimiento a los dos chicos. A pesar del encargo de Voldemort a Draco, parecían confiar plenamente el uno en el otro.
- Por supuesto no pienso hacerlo –añadió bruscamente segundos más tarde, como si pensase que alguien pudiese ponerlo en duda.
- Eso es evidente –susurró Harry.
Draco le miró. Y Dumbledore se sorprendió al ver el intenso cariño que desprendían los ojos grises, habitualmente burlones, de Malfoy al mirar al Gryffindor...
¿Sería realmente él de quien hablaba la profecía¿El verdadero amor de Harry Potter, que sería fundamental en la derrota de Voldemort?
- Draco –retomó la conversación Dumbledore- antes de pedirte que decidas, te explicaré lo que haremos contigo.
Draco asintió enérgicamente.
- Mi plan es el siguiente. Primero, modificaré la memoria de los Ravenclaws que vieron la Marca en tu brazo. Después, les daré veritaserum. Confirmarán ante todo el mundo que no vieron la Marca Tenebrosa.
- Y eso¿para qué?
- Para minar su credibilidad. Entonces, yo intentaré echarte del colegio.
- ¿Qué! –exclamó Harry.
- Cállese, Potter –gruñó Snape.
- Harry –dijo el director, dirigiéndose a su alumno predilecto- si algo debe de haberte quedado claro este año es la tremenda fuerza que medios como El Profeta tienen en las convicciones de la gente.
Harry asintió a regañadientes.
- ¿Y qué tiene que ver eso con Draco?
- Muy fácil. A estas horas, cientos de padres tienen que estar enterados de que acusaste a Draco de ser un mortífago. La historia es tan confusa que todavía no he recibido ninguna lechuza, pero pronto el Ministerio querrá tomar cartas en el asunto...
Draco palideció. No había pensado en eso, y la imagen de Fudge presentándose en en Hogwarts para adivinar si él era o no un mortífago se le antojó espantosamente real.
- Tenemos que conseguir que crean que tú le acusaste tan sólo para desacreditarlo, Draco. Y la forma más fácil de hacerlo es, precisamente, que tú reiteres tu convicción de que Draco Malfoy es un mortífago, y que yo, simulando creerte, intente expulsarle de Hogwarts.
- Pero no me expulsará¿verdad?
- No, Draco. Tu padre irá a ver a Fudge, y éste hablará con Umbrigde... Después miraremos tu brazo, y te daremos veritaserum.
- Pero... ¡pero descubrirán la Marca¡Y el veritaserum...!
Snape soltó una carcajada. Su ahijado le miró.
- Draco, en el fondo eres tan inocente como Narcissa. ¿Cuántas veces crees que el Señor Tenebroso me ha sometido a mí a la prueba del veritaserum¿Crees que ahora estaría vivo si no hubiera podido burlarla?
Draco se quedó mirando a su padrino con la boca abierta de la impresión.
- En cuanto a la Marca, los mortífagos tenemos... tienen un método para esconderla temporalmente –continuó Snape- será suficiente para demostrar tu supuesta inocencia.
- Después, Fudge se irá tranquilo, Umbridge se sentirá satisfecha, El Profeta publicará una historia en la que hablará del trastorno mental de Albus Dumbledore y del deseo de Harry Potter de ser protagonista a toda costa, incluso acusando a sus propios compañeros de colegio... –continuó Dumbledore con una sonrisa- y miles de padres respirarán aliviados.
- ¿Y los alumnos¿Y los mortífagos? –preguntó Draco, ansioso.
- Los alumnos creerán lo que crean sus padres, excepto el pequeño grupo que siempre es leal a Harry... e, incluso éste, lo hará con reservas, dada la enorme rivalidad que siempre ha habido entre ambos. En cuanto a los mortífagos, te verán como a un héroe por haber conseguido engañarme.
- Tu padre estará más orgulloso que nunca –masculló entre dientes Snape.
Dumbledore asintió.
- Pero ahora viene la parte más dura, Draco. Tendrás que simular que odias a Harry...
Los dos jóvenes intercambiaron una sonrisa.
- Llevo años haciéndolo...
- No trivialices lo que Albus te está diciendo, Draco –le cortó bruscamente Snape, poniéndose en pie.
Sorprendidos, los dos alumnos miraron al jefe de Slytherin. Por alguna razón, éste parecía particularmente molesto.
- ¿Creéis que será divertido, verdad? Fingir que os odiáis y después desahogaros en algún rincón oscuro... Bien, pues dejadme deciros una cosa: no será en absoluto divertido.
La sonrisa se borró de los rostros de Draco y Harry mientras Snape se cruzaba de brazos y seguía hablando.
- Draco, seguirás estando en el punto de mira a pesar de aparentar haber engañado a Dumbledore. Los mortífagos ordenarán a sus hijos que te vigilen, y no me sorprendería que a estas alturas Crabbe y Goyle hubieran recibido alguna lechuza al respecto... Por lo que no tendrás que conformarte con atosigar a Potter como lo has hecho hasta ahora...
Snape se inclinó hasta que su nariz ganchuda estuvo a pocos centímetros del rostro de su ahijado. Éste pudo ver la amargura que anidaba en sus ojos.
- Tendrás que hacerle la vida imposible, Draco. Tendrás que ser despreciable, ruin, insoportablemente molesto. Después del episodio que Albus ha planeado, fingirás odiar a Harry Potter todo lo que un humano puede odiar a otro. Piensa que él ha estado a punto de desenmascarar tu verdadero rostro, a punto de hacer que te enviaran a Azkaban. Cualquiera tendrá que comprender eso y pensar de ti que serías capaz de matarle a la más mínima oportunidad.
- Estoy dispuesto a soportarlo –intervino Harry, dirigiendo una mirada feroz a su profesor de Pociones.
Snape se enderezó, clavando su mirada en Potter.
- Eso espero. Porque, créeme, después de todo lo que Draco tendrá que hacerte, desearás odiarle, Potter. Te cuestionarás el amor que mi ahijado siente por ti. Llegarás a dudar de él, eso te lo aseguro.
Harry le mantuvo la mirada.
- Se equivoca, señor –dijo tranquilamente-. Porque, en ese caso, sólo tendría que recordar las cicatrices que Draco tiene en su brazo izquierdo para despejar toda duda que pudiera sentir hacia él.
Snape soltó un bufido. Pero, cuando volvió a mirar a Harry, a éste le pareció que su expresión se había suavizado.
- Eso espero, señor Potter. Espero que recuerde que muchos de los que decimos odiarle en realidad lo hacemos por su propio bien.
Esta vez sí logró sorprenderle, y los ojos de Harry se abrieron desmesuradamente al comprender las implicaciones de las palabras de Snape. Éste contuvo una sonrisa, dio media vuelta y volvió a sentarse.
- Draco –continuó Dumbledore- además de eso tendrás que hacer varias cosas. Severus te enseñará a burlar el veritaserum, pero hay más formas de saber lo que piensa verdaderamente alguien.
- Legeremancia.
- Exacto. Tendrás que aprender Oclumancia, al igual que Harry. Y tendrás que aprenderlo rápido, porque, cuando acabe el curso, probablemente tendrás que rendir cuentas ante Lord Voldemort.
Draco asintió, casi temblando ante la perspectiva. Pero se sobrepuso.
- ¿Y qué hay de la misión que Voldemort me ha encargado, señor?
- Bueno, cuando Harry empiece a acusarte y yo intente echarte, podrás justificarte diciendo a Voldemort que te está resultando del todo imposible acercarte a Harry ahora que las sospechas recaen sobre ti. Incluso puedes inventarte una historia cerca de cómo le atacaste, y hacerle creer que las marcas de tu brazo de las hizo él al defenderse. Después de que te conviertas en el orgullo de los mortífagos al salir airoso frente a Harry y frente a mí, no creo que tome represalias contra ti.
Draco asintió. Miró de reojo a Harry; el Gryffindor parecía enormemente preocupado.
Dumbledore compartió una larga mirada con Snape. Después, se inclinó hacia delante para volver a mirar a los ojos a Malfoy.
- Y ahora, Draco, es hora de saber qué camino escoges.
Todas las miradas se clavaron en el Slytherin. Se hizo un breve silencio, roto por las respiraciones de los cuatro.
- Evidentemente, me pondré a sus órdenes –dijo lentamente Draco, mirando a Dumbledore-. Si Harry acepta, claro está.
- ¿Y qué tengo que ver yo en todo esto? –replicó el Gryffindor con aspereza.
Snape soltó un bufido de impaciencia.
- Draco¿no podías haberte enamorado de otro? –masculló- Incluso un Hufflepuff sería más inteligente...
Harry enrojeció y abrió la boca para contestar al ofensivo comentario de Snape. Pero Draco se le adelantó. Dirigiendo una breve mirada de reproche a su padrino, colocó una mano en el hombro de Harry, quien le miró, sorprendido.
- Harry¿no te das cuenta? Si yo me convierto en un infiltrado, tú tienes que ser quien me avale.
Harry parpadeó, sorprendido.
- ¿Yo?
- ¿Quién puede tener más credibilidad que tú, Harry? –sonrió Draco- ¿Quién puede confiar en mí más que tú?
Harry desvió la mirada. Aún así, Draco vio que la preocupación se reflejaba en sus ojos verdes.
- Pero será peligroso, Draco... –protestó.
- ¡Mira quién habla! –replicó el Slytherin, imperturbable- ¿Crees que lo que voy a hacer yo será más peligroso que lo que vas a hacer tú?
Harry soltó un gruñido. Draco suspiró.
- Harry –le llamó, cogiéndole de los hombros y obligando al Gryffindor a mirarle-. No sé cuándo conseguirás derrotar a Quien-tú-ya-sabes, pero, hasta entonces, no quiero tener que pasarme los años encerrado en Hogwarts sin poder apartarme de Dumbledore. Me resultará duro volver con los mortífagos... Pero lo haré por una buena causa. Esta mañana te dije que lucharía junto a ti, y eso es precisamente lo que quiero hacer. Por favor, Harry –suplicó Draco- déjame ayudarte a acabar con Voldemort.
Harry no supo que le había impresionado más, si el hecho de que Draco pronunciara por primera vez el nombre de Voldemort, o el ansia de luchar que se vislumbraba en sus ojos. Le miró, y fue incapaz de decirle que no.
- ¿Y bien, Harry? –interrumpió Dumbledore- ¿qué me dices?
Harry suspiró y miró al director.
- Le digo que confío plenamente en Draco Malfoy, señor.

Cinco minutos después, Harry y Draco salieron discretamente del despacho de Dumbledore. El director y Snape les siguieron con la mirada hasta que la puerta se cerró a sus espaldas.
En cuanto su ahijado hubo traspasado el umbral del despacho y desaparecido, junto con el Gryffindor, rumbo a las entrañas de Hogwarts, Snape se derrumbó en su silla, tapándose la cara con las manos.
Albus Dumbledore se puso en pie. Sigilosamente, llegó junto a Snape y apoyó una huesuda mano en su hombro.
- Severus...
- Albus. ¿Por qué él¿Por qué Draco?
Dumbledore no contestó.
- Es un buen chico, Albus...
- Lo sé, Severus.
- ...tenía la esperanza de que su padre esperara un poco más... ¡Oh, si sólo me hubiera enterado antes...!
- Tú no podías hacer nada, Severus. Desde el instante en el que Lucius se lo entregó a Voldemort, nadie podía hacer nada sin correr un riesgo mortal.
Severus se apartó el pelo negro de la cara y miró al director de Hogwarts.
- Tú también crees que esa maldita profecía se refiere a Draco¿verdad? –preguntó con el rostro lleno de temor.
Albus Dumbledore no contestó, pero sus ojos le dieron la respuesta que buscaba.
Severus Snape suspiró, los hombros hundidos en un gesto de infinita tristeza. Dumbledore se separó de él y se acercó a uno de los armarios que se levantaban en su despacho.
Lo abrió. Y sacó un objeto parecido a una vasija, en el que flotaba una sustancia que no era ni líquida ni gaseosa.
El pensadero.
Snape le contempló en silencio, mientras Dumbledore tocaba con su varita la superficie del pensadero. La extraña sustancia empezó a girar, cada vez más rápido, más rápido...
Entonces, una pequeña figura surgió de la superficie, girando sobre sí misma. Snape la reconoció al instante, aunque Albus jamás le había mostrado directamente aquella profecía.
Era la profesora Trelawney.
De repente, empezó a hablar.
- Aquél que debe derrotar al Señor Tenebroso acabará con él cuando apenas haya alcanzado la plenitud de sus poderes. Si su madre murió para permitirle seguir con vida, otro sacrificio por amor le hará más fuerte que el mismísimo Merlín. Los poderes del Señor Tenebroso palidecerán comparados con los suyos, y el brujo que un día fue conocido como Tom Ryddle será erradicado para siempre de la faz de la tierra.
Dumbledore tocó suavemente con su varita la figura de la profesora Trelawney, y ésta desapareció en la masa de pensamientos. Después, miró a Snape.
- Un sacrificio por amor... –masculló Snape.
- ¿Crees que será Draco, Severus? –preguntó Dumbledore.
El jefe de Slytherin le miró, contrariado.
- Por raro que me resulte, Albus, parece que mi ahijado está enamorado de Potter. Si hizo lo que hizo por él... ¿qué más no será capaz de hacer en un futuro?
Dumbledore asintió, pensativamente.
- Aún así, Severus...
- Ya lo sé, Albus –le cortó bruscamente Snape poniéndose en pie-. Yo acepté la profecía cuando imaginaba que sería alguna chica Gryffindor, o quizá esa tal Cho Chang, la que daría alegremente su vida por Potter y salvaría al mundo. Ahora parece que ese honor lo ocupará mi ahijado –masculló en tono irónico-. Pero no me interpondré en su camino.
Albus Dumbledore no dijo nada. En silencio, observó a su viejo amigo, su viejo protegido, quien apenas conseguía disimular su preocupación. Era lógico: Draco Malfoy era como un hijo para Severus Snape, quien siempre había repudiado en secreto a su padre, Lucius, por reservar tan tenebroso destino a su único hijo.
- Tú estás dispuesto a sacrificar tu vida por esta causa –continuó, al fin, Snape tras unos segundos de silencio-. Potter también. No voy a ser tan egoísta como para querer guardar a Draco bien protegido en Hogwarts mientras todos luchan contra el Señor Tenebroso. Si su sacrificio nos librará a todos de esta carga –suspiró- que así sea, Albus.
Tras esto, el acongojado padrino abandonó el despacho de Dumbledore. El director de Hogwarts se giró hacia su pensadero. Meditabundo, volvió a hacer aparecer la figura de la profesora Trelawney.
Y, hasta bien tarde, las palabras de la profesora de Adivinación resonaron, no sólo en el estrambótico despacho, sino también en la mente de Albus Dumbledore.

"...otro sacrificio por amor le hará más fuerte que el mismísimo Merlín"


Nota: Bien, lo primero me gustaría pediros perdón por no haber actualizado antes, he querido dejar pasar unos cuántos días para "reposar" un poco las ideas. Bueno, una cosa que quería aclarar es que el hecho de haber introducido otra profecía no anula la otra profecía que se escucha al final del quinto libro. Son complementarias, por así decirlo.

Ahora voy a contestar a un par de reviews (generalmente no lo hago por pura pereza, para qué nos vamos a engañar xD) ya que tengo que aclarar unos cuántos puntos.

Michelle: gracias por tus palabras y por publicar mi fic. También me gustaría que me dieras la url de ese grupo, me hace ilusión verlo publicado en otro sitio xDDD ¡Un saludo y gracias!

Alguien (?): ya había escuchado hablar de esos masoquistas que se meten en fics yaoi sin gustarles el género, pero es la primera vez que tengo el dudoso honor de recibir review de uno. Así que esto va por ti y por todos los masocas que puedan pulular por aquí. A ver, si mi fic está en la categoría Romance, Harry/Draco, y tiene una advertencia bien explícita al inicio de cada capítulo... ¿tardaste cuatro capítulos en darte cuenta de que Harry y Draco son gays? Tampoco pareces comprender qué es un fanfiction. Te explico: fanfiction ficción de fans. NO tengo por qué seguir la historia de Rowling y NO pienso hacerlo, porque para eso ya están los libros que escribe ella, que por cierto lo hace muchísimo mejor que yo :) Ah, y el fin de cualquier escritor es crear y entretener, así que mientras yo haya conseguido entretener a una sola persona con mi fic, el tiempo que le he dedicado no habrá sido en vano. Si pierdes el tiempo leyendo algo que sabes que no te va a gustar, no es mi problema :P

Y cómo no, gracias por vuestros comentarios a los que lleváis escribiendo desde el primer día: Sailor Earth, Sara, Samsahara-chan y Zepphi-kun, Tamy-Chan, Haruko FLCL, Silvia, DN Angel Girl, belial16 (gracias por no matarme xD), Unika Olimpia, gata89... y espero no haberme dejado a nadie.

Nos vemos en el próximo capítulo: Enemigos íntimos.

Fdo: Wakatta (wakarimasenga(arroba)gmail(punto)com)