Lucharé a tu lado
Género: T.
Advertencia:
Este fic es un Harry/Draco, shonen-ai, slash, yaoi... chico-chico,
vamos. Si no te gusta, no lo leas.
Disclaimer:
Harry Potter no me pertenece. Si Harry Potter me perteneciera,
primero yo estaría nadando en dinero, y segundo Cho Chang no
existiría.
Capítulo 15: Siempre adelante
- No sabes lo contento que estoy de poder
compartir este momento contigo, hijo.
Lucius Malfoy bajó
ligeramente la cabeza (era unos centímetros más alto
que Draco) y miró a su hijo con una sonrisa de orgullo y
satisfacción en el rostro. Sorprendido, Draco alzó
imperceptiblemente una ceja. Las ocasionales manifestaciones de
orgullo paternal de su padre solían ser mucho más
sutiles, menos expresivas.
- Yo también estoy feliz de
poder estar aquí, a tu lado –respondió Draco casi
mecánicamente, imprimiendo a su voz el matiz exacto de respeto
y admiración que supuestamente sentía hacia su
progenitor.
La sonrisa de Lucius se ensanchó. Y una mano
llena de suntuosos anillos se dirigió, algo titubeante, a la
cabeza de Draco, acariciando torpemente a su primogénito.
El
gesto asombró tanto al joven mortífago que, por primera
vez, su máscara de indiferencia se rompió. Petrificado,
miró a su padre, quien retiró con brusquedad una mano
que estaba más acostumbrada a golpear que a acariciar.
Por
fortuna, Lucius Malfoy interpretó a su manera la expresión
en el rostro de su hijo. Riendo entre dientes, se acomodó la
túnica negra, como queriendo recuperar la compostura después
de aquél gesto tan insólito e impropio de él.
-
¿Qué pasa, Draco, acaso no tengo derecho a demostrar a
mi único hijo cuánto le quiero?
El aludido se
recuperó rápidamente.
- Sí... es sólo
que... padre... –balbuceó Draco, incapaz de encontrar las
palabras exactas que encajaran en aquella situación.
- Sé
que nunca he sido muy cariñoso contigo –le interrumpió
Lucius, alzando orgullosamente la barbilla- pero tienes que
comprender que temía que te estropearas.
- Es algo por lo
que siempre te estaré agradecido, padre –respondió
Draco, bajando la cabeza, más para ocultar el destello de
desprecio que había aparecido en sus ojos que por respeto al
cabeza de familia.
- Tienes que comprender... –volvió a
repetir Lucius, mirando al vacío- cuando eras pequeño,
Draco, a veces llegué a temer lo peor. La influencia de tu
madre... –ladeó la cabeza con indignación- en
ocasiones creí que ya estabas totalmente echado a perder por
su culpa. Por más que se lo repetí, una y otra vez,
ella jamás supo cómo había que educar
correctamente a un Malfoy.
Draco no contestó, apretando las
mandíbulas. Porque, si abría la boca, lo más
probable es que acabara preguntándole a su padre si el método
pedagógico de los Malfoy, a base de odio, desprecio y alguna
que otra paliza, encajaba en su ideal de "educar correctamente".
Afortunadamente, consiguió dominarse.
"Un día"
pensó, intentando encontrar alivio en ese pensamiento "me
queda menos de un día".
- No tienes ni idea de lo
orgulloso que estoy de saber que hoy servirás con tu propia
vida al Amo –continuó Lucius Malfoy, que no se había
dado cuenta de la indignación que sacudía a su
heredero.
Al escuchar mencionar a Voldemort, Draco se obligó
a sí mismo a serenarse. Si el Innombrable aparecía por
allí estando él en semejante estado, conseguiría
entrar en su mente. Rememoró las enseñanzas de Snape,
indicándole lo que tenía que hacer, y, rápidamente,
puso la mente en blanco y se relajó.
Mucho mejor.
- El
orgullo es mío, padre –respondió, dominados ya sus
sentimientos, dirigiendo a Lucius una mirada de devoción- y
todo te lo debo a ti.
- No te pongas sentimental... –regañó
suavemente Lucius, aunque en sus ojos se leía lo complacido
que se sentía- ...eres un Malfoy, y un Malfoy...
- ...no se
entrega a sentimentalismos. Perdón, padre –contestó
sumisamente Draco, bajando los ojos.
Lucius tosió, aclarándose la
garganta.
- ¿Sabes? Ahora me alegro... de todas las cosas
desagradables que he tenido que hacer... de todos los sacrificios que
he tenido que llevar a cabo, por tu educación...
Algo en el
tono de voz de su padre hizo que el Slytherin alzara bruscamente la
cabeza. ¿Era su imaginación, o sus ojos tenían
la mirada perdida, evocando algún acontecimiento del pasado¿Por qué, al escuchar la palabra "sacrificio" una
alarma se había encendido en su mente?
Súbitamente
Lucius Malfoy esbozó una sonrisa y miró a su hijo. Y
éste disimuló el escalofrío que recorrió
su cuerpo al comprender, mientras miraba la sonrisa demoníaca
de su padre, que estaba loco. Completamente loco.
- Lucius, Draco
–siseó una voz conocida junto a ellos.
La reacción
de ambos Malfoy fue instantánea. Maldiciéndose por no
haber visto acercarse a Voldemort, se giraron hacia él e
inclinaron levemente la cabeza. Draco vació de nuevo su mente,
y, cuando se incorporó, miró al ser a los
ojos.
Voldemort sonreía. A Draco le llevó unos
instantes asimilar el hecho. El repugnante ser sonreía, y no
era una de sus sonrisas malvadas o sádicas, sino la sonrisa de
un niño pequeño en la mañana del seis de
enero.
Controló otro escalofrío. Si su padre estaba
loco, su señor no le iba a la zaga. Con toda probabilidad,
Voldemort habría soñado toda la noche con la
posibilidad de tener entre sus garras a un derrotado Harry Potter.
No
tendría ese gusto.
- La Orden del Fénix está
al llegar –informó el Innombrable- muchos de ellos están
ya fuera... apenas son lo que queda del grupo al que exterminamos
hace casi dos décadas.
Lucius soltó una risa, y
Voldemort mostró de nuevo sus dientes puntiagudos, podridos y
desiguales. Draco contuvo las náuseas.
- Me han dicho que
uno puñado de amigos de ese Potter se han unido a ellos...
–dejó caer Voldemort, clavando sus ojos en Draco.
El
joven mortífago contuvo una sonrisa. ¿Un puñado?
Voldemort iba a llevarse una sorpresa.
- Sin duda serán los
restos del autonombrado Ejército de Dumbledore –respondió
Draco con desprecio.
- ¿Crees que serán muchos?
-
No –mintió flagrantemente Draco, disfrutando de
ello.
Voldemort asintió.
- Esperaré a Potter en
el interior, justo después de la zona del atrio donde está
la Fuente de los Hermanos Mágicos. Lucius y mi círculo
cercano de fieles mortífagos me rodearán.
- ¿Y
los demás, señor? –preguntó Draco. Sabía
que el grupo de los más fieles apenas estaba integrado por una
docena de mortífagos.
- Los demás esperarán
justo en la entrada –contestó secamente Voldemort- pero para
vosotros, los jóvenes, tengo un plan muy especial.
Voldemort
levantó una de sus espantosas manos. Draco y Lucius alzaron la
cabeza a la vez, y descubrieron la galería del primer piso del
Ministerio de Magia, que rodeaba todo el atrio. Una escalera de
piedra bajaba también desde allí.
- Los jóvenes
esperaréis en la galería –ordenó Voldemort-
cuando los de la Orden lleguen hasta aquí, si es que llegan,
después de haberse tenido que abrir paso entre mis mortífagos,
imaginando haber superado ya todos los obstáculos, vosotros
caeréis sobre ellos y les exterminaréis.
Draco
asintió.
- ¿Y Harry Potter, señor?
Voldemort
deslizó su mirada de serpiente hacia él, y Draco temió
haber cometido algún error.
- ¿A qué te
refieres, Draco? –murmuró su señor, y los dos Malfoy
percibieron la amenaza implícita en su voz.
- Señor,
llevas diecisiete años esperando el momento para vencer a
Harry Potter –se explicó Draco con calma, mirando al
repugnante ser a los ojos- supongo que no querrás que una
maldición le acierte antes de tiempo.
Lucius miró
asombrado a su hijo ante el temple del que éste hacía
gala. Voldemort también le examinó de arriba a abajo y
después, para su sorpresa, estalló en carcajadas.
-
¿Una maldición, joven Malfoy¿Acaso no conoces
la profecía? –le miró, exultante- ¡Sólo
yo puedo vencer a Harry Potter!
Draco inclinó
inmediatamente la cabeza.
- Perdón, señor. Yo
sólo...
- Agradezco tu preocupación, pero es
innecesaria. Harry no caerá –Voldemort convirtió su
voz en un murmullo, mientras hacía una mueca- llegará
hasta aquí, llevándose por delante a todo el que ose
enfrentársele. Si acaso, Draco, procura no entrometerte
en su camino. No quiero perder a un elemento tan valioso como tú.
Pero es el único al que debes dejar pasar –advirtió-
no quiero que nadie más quede vivo.
Draco asintió de
nuevo.
- Los jóvenes mortífagos son muchos –dijo
tras unos segundos de silencio el Señor Tenebroso, recorriendo
al grupo, que se mantenía apartado, con la mirada-. Prescinde
de unos cuantos, y envíalos a la entrada junto con los
demás.
Draco se sintió internamente aliviado. Sin
saberlo, Voldemort acababa de resolver su principal problema: separar
a los leales de los traidores.
Inclinando de nuevo la cabeza,
Draco se dirigió hacia su grupo. Voldemort entró en el
Ministerio, y Lucius fue a reunirse con Avery, Macnair y los
Lestrange.
- Muy bien chicos, ha llegado el momento –dijo,
sabiendo que sus palabras adquirían otro significado para más
de la mitad de los mortífagos que le estaban mirando. Señaló
el primer piso- esperaremos allí hasta que la Orden alcance
este patio.
- ¿No vamos a luchar en la vanguardia? –exclamó
Nott, entrecerrando los ojos con disgusto.
Draco vio el cielo
abierto.
- Nosotros no. Tú sí, Nott. El Amo ha
pedido que unos cuántos de nosotros vayan junto con los
mortífagos más mayores. Y acabo de decidir que tú
serás uno de ellos, ya que parece que tanto deseas enfrentar a
la Orden en la puerta del Ministerio.
Nott frunció el ceño.
Pese a que era lo que quería, durante unos segundos le había
parecido ver cruzar un destello de alivio en los ojos de Malfoy...
segundos después, el jefe de los jóvenes mortífagos
recorrió el grupo con su mirada, y pronunció al menos
una docena de nombres más. Supuestamente, los estaba eligiendo
aleatoriamente: en realidad, escogía a los que no formaban
parte del Ejército de Potter. Cuando llegó al último
(Crabbe) éste negó con la cabeza.
- Yo no puedo ir
–manifestó Vincent, cruzándose de brazos.
- ¿Ah,
sí? –replicó Draco, dirigiéndole una de sus
más fulminantes miradas- ¿y por qué no?
Pero
Vincent Crabbe no pareció intimidado.
- El Amo en persona
me ordenó que permaneciera a tu lado en la batalla.
La
garganta de Draco se secó. ¿Que Voldemort le había
ordenado qué¿Acaso su señor desconfiaba de
él?
Pero no tenía tiempo para pensar. Aceptó
en silencio las palabras de Crabbe, y se giró hacia el
resto.
- Los demás podéis ir ya a reuniros con el
resto –ordenó secamente.
Después, en tono más
familiar, se acercó a Goyle. Éste le sonrió.
Para Goyle, Malfoy seguía siendo el fanático de antaño,
su viejo amigo durante siete años.
- Cuídate,
Gregory –dijo Draco, palmeando afectuosamente el musculoso brazo de
Goyle.
- Tú también, Draco –replicó Goyle
con sinceridad.
Draco sintió una punzada de culpabilidad.
Gregory Goyle podía ser cruel, ruin y un mortífago
sincero y leal, pero también era el chico al que había
conocido cuando tenía nueve años, el que llevaba toda
su vida en Hogwarts protegiéndole, guardándole las
espaldas y partiéndose la cara por él si era necesario.
A pesar de que la suya había sido una relación impuesta
por las circunstancias, tanto él como Crabbe habían
sido amigos sinceros, y, a pesar de su estupidez, habrían dado
la vida por él sin dudarlo.
Sintió un nudo en la
garganta. Probablemente jamás volvería a ver vivo a
Gregory. Pero la suerte estaba echada: sabía que no había
forma de que sus dos viejos perros guardianes dejaran de servir a
Voldemort, por lo que no le quedaba más remedio que despedirse
para siempre de ellos.
Pensó en Harry, e, inmediatamente,
sintió que la seguridad volvía a fluir por su cuerpo.
Asintió en dirección a Goyle, y, con una última
palmada, le dejó marchar.
- Cuídate tú
también, Theodore –dijo, sin poder evitar que la ironía
impregnara la frase.
Theodore le sonrió sarcásticamente.
-
Y tú, Draco. No quiero perder a mi adorado jefe.
Draco se
cruzó de brazos, consciente de que Theodore probablemente
rezaba por verle muerto. Con tranquilidad les vio marchar hasta que
abandonaron el patio.
Después, se giró hacia su fiel
tropa. Le habría gustado hablarles con normalidad, contarles
sus verdaderos planes, pero Crabbe estaba entre ellos, ignorante de
que era el único de los presentes que, bajo la túnica
negra de mortífago, no llevaba el uniforme de Slytherin. De
que era el único leal a Voldemort que quedaba en ese grupo.
-
Vamos arriba –ordenó Draco con un ademán.
Se
sintió reconfortado cuando sintió a Pansy y a Blaise
flanqueándole. En silencio, todos subieron al primer piso.
Y
esperaron.
El primer choque fue brutal.
En cuanto los
primeros miembros de la Orden del Fénix pusieron un pie en el
Ministerio, los mortífagos se les echaron encima.
Afortunadamente, los aurores se habían quedado allí,
por lo que Lupin, Tonks y compañía se vieron protegidos
en los primeros instantes de desventaja numérica por una
barrera de aurores que empezó a ser rápidamente
diezmada por las fuerzas tenebrosas.
Gracias a Merlín, a
los pocos segundos aparecieron Harry y sus acólitos. La
entrada del Ministerio se llenó de túnicas de Hogwarts
y los Hufflepuffs, Gryffindors y Ravenclaws empezaron a hacer volar
por los aires a un mortífago detrás de otro. Durante un
momento, Lupin, Diggle, y Kingsley miraron con asombro cómo,
con contundencia y rapidez, los miembros más jóvenes de
la Orden se enfrentaban con soltura a magos el doble de
experimentados que ellos y, en la mayoría de los casos les
derrotaban.
- Increíble... –masculló el
licántropo.
- No cantes victoria tan pronto, Remus –le
advirtió Tonks, llegando junto a él-. Estos son los
peores luchadores con los que cuenta Voldemort, por no hablar de que
con la llegada de Harry y los suyos estamos en aplastante ventaja
numérica...
- Pero no por mucho tiempo –añadió
Charlie Weasley, apareciendo por un costado apartándose un
mechón pelirrojo del rostro- ¡Harry, avanza ya!
El
aludido, que consiguió escuchar la voz recia de Charlie a
pesar del fragor de la batalla, comprendió que tenía
razón. Él y los suyos se estaban entreteniendo
demasiado luchando en aquél vestíbulo. Pero no quería
dejar solos a Lupin y los demás... por un instante, le asaltó
una oleada de pánico cuando la posibilidad de que el
licántropo, Tonks o los señores Weasley cayeran en la
lucha cruzó su mente.
- ¡Ernie! –ordenó
secamente, abriéndose paso hacia el Hufflepuff. Ernie se secó
el sudor de la frente y le miró, sus ojos, totalmente
transfigurados por la lucha, convertidos en dos puntos inexpresivos-
¡Quedaos aquí hasta que acabéis más o
menos con la mitad de los mortífagos¡Después,
seguidnos!
Ernie asintió y se giró para impartir un
par de bruscas órdenes a los suyos. Harry disparó unas
cuántas maldiciones para deshacerse de los mortífagos
que se habían agrupado en torno a él, y buscó a
Luna con los ojos.
- ¡Luna, nos vamos! –gritó.
Luna
Lovegood, que se estaba batiendo con un mortífago al menos
veinte años mayor que ella, ni siquiera le miró. Pero
el mortífago sí lo hizo, y en ese momento la Ravenclaw
le mandó un Avada Kedavra que acabó
inmediatamente con su vida.
Después, asintió en
dirección a Harry se giró hacia los suyos, una marea de
túnicas azules que peleaba astutamente con una masa de túnicas
negras.
- ¡Ravenclaws, seguid avanzando, no os quedéis
parados!
Varios miembros de su casa levantaron la cabeza, y
quedaron sorprendidos al ver la expresión de fría
determinación que iluminaba el rostro normalmente distraído
de Luna. Anthony y Roger retrocedieron, y empezaron a ayudar a los
más jóvenes a librarse de sus oponentes.
Los
Gryffindors, que habían sido los últimos en entrar,
todavía estaban cerca de la puerta del Ministerio, batiéndose
con la valentía que les caracterizaba. Alarmado, Harry se dio
cuenta de que, en cuanto los Ravenclaws salieran de allí, los
mortífagos que se estaban enfrentando a ellos se dirigirían
hacia los de su casa y les rodearían. Comprendió que
tenía que sacar a sus compañeros del atolladero en el
que, sin darse cuenta, se habían metido.
Se dirigió
hacia allí, intentando no descuidar ni uno sólo de sus
flancos. Los Ravenclaws empezaron a alcanzar el otro extremo del
vestíbulo, y, cuando se agruparon y dirigieron sus
varitas a la multitud, la mayoría de mortífagos decidió
que era mejor no seguirles.
- ¡Ron, Hermione¡Salid
de ahí! –ordenó Harry, que de repente se vio frenado
por un grupo de mortífagos contra el cuál luchaban
Ojoloco, Lupin, Kingsley y un grueso séquito de aurores.
Impotente, contempló cómo Ron alzaba la cabeza y se
encontraba rodeado de mortífagos. Entonces vio que Hannah,
Susan y un buen puñado de Hufflepuffs llegaba a su altura, y
con inmensa gratitud comprendió que ellos también se
habían percatado de la delicada situación en la que se
encontraban sus compañeros. Susan le gritó algo a
Neviille, algo inaudible para Harry, pero Longbottom si debió
escucharlo, porque, sin mediar palabra, empujó a Ron hacia
adelante y empezó a abrirse paso hacia donde se encontraba
Harry, mientras los Hufflepuffs cubrían su huída.
Harry suspiró aliviado cuando los Gryffindors empezaron a
llegar junto a él. Alguien le tocó en el hombro. Se
giró, y descubrió a Ernie, cuyo rostro estaba
oscurecido por un reguero de sangre que bajaba de su cabeza.
-
¿Qué te ha pasado? –exclamó Harry.
- ¿Qué
importa eso ahora? –replicó Ernie con rudeza- ¿A
qué estáis esperando para iros, Harry¡Nosotros
os cubriremos!
Harry asintió y dio media vuelta. Escuchó
una voz a su lado, que lanzaba maldiciones a toda velocidad, y no
tuvo que mirar para saber que era Ginny. La pelirroja y Neville
encabezaban al grupo. Ron parecía algo asustado, pero
igualmente entregado a la lucha, y Hermione, con su prodigioso
dominio de los hechizos, mantenía varios escudos protectores
sobre sus compañeros.
Sin más percances lograron
alcanzar a Luna y los suyos. Caminó con rapidez para ponerse a
la cabeza del grupo, pero Anthony le detuvo bruscamente agarrándole
del brazo.
- Déjanos a nosotros primero –ordenó
más que pidió, indicando a los Ravenclaws que marcharan
delante.
- ¿Por qué? –exclamó Harry
indignado.
- Porque tú eres el único imprescindible
aquí –repuso con tranquilidad Luna.
Harry abrió la
boca para contestar, furioso, pero al instante se dio cuenta de que,
en el fondo, tenía razón. Y también se percató
de que los Gryffindors habían formado un muro protector en
torno a su líder. Hermione y Ron le flanqueaban, Neville
avanzaba decidido delante de él, y Ginny y Seamus le cubrían
las espaldas. Fred y George, más altos que el resto,
permanecían atentos a cualquier tipo de peligro.
Atravesaron
el vestíbulo, y sin previo aviso se vieron rodeados por otro
grupo de mortífagos. A pesar de las circunstancias, pudieron
darse cuenta de que la graduación había subido, y ahora
estaban ante algunos de los más leales seguidores de
Voldemort.
Ninguno llevaba máscara, y a Harry no le costó
reconocer al hombre que parecía dirigir al grupo.
-
Lestrange –casi escupió.
Neville se estremeció
visiblemente cuando Rodolphus, el marido de Bellatrix, les regaló
una de sus más crueles sonrisas.
- Potter –murmuró
Rodolphus, levantando la varita.
- ¡Avada Kedavra!
Un
rayo verde salió despedido del séquito que rodeaba a
Harry, e impactó de lleno en el pecho de Rodolphus. El
mortífago abrió mucho los ojos, sin duda sorprendido
por un rápido ataque que no esperaba, y cayó al suelo
sembrando confusión entre los suyos.
Harry no tuvo tiempo
de mirar atónito a Neville, que era quien le había
matado. Porque rápidamente los mortífagos atacaron con
una auténtica oleada de maldiciones. Harry sintió cómo
dos cuerpos se echaban encima suya para protegerlo, y escuchó
con impotencia los gritos de dolor de los compañeros que
habían sido impactados de lleno por las maldiciones. Un
segundo después, Hermione convocaba otro potente escudo,
Neville y Ron dejaron de cubrir a Harry y se lanzaron al frente, y
éste tuvo la oportunidad de desahogarse derribando a cuatro
mortífagos con una rapidez que le sorprendió a sí
mismo.
Apenas tuvo tiempo de darse cuenta de que, cuando más
se enfurecía, más aumentaba su poder. A su lado había
un cuerpo, un cuerpo de hombros anchos al que algunas veces había
contemplado con respeto y muchas veces con aburrimiento.
-
Oliver... –murmuró, angustiado, mirando al inmóvil
ex-capitán del equipo de quidditch.
Al escucharlo, muchos
se giraron. Entre ellos, Katie, que se inclinó sobre el
cazador.
- Wood... –murmuró, zarandeando sus anchos
hombros- ¡Wood!
Con brusquedad, Angelina se abrió
paso y la obligó a ponerse en pie. Los gemelos, por su parte,
agarraron a Harry del brazo y le obligaron a seguir avanzando. No
había tiempo para pararse a llorar a los muertos, sólo
podían continuar.
Adelante, siempre hacia adelante.
Los
pocos mortífagos que aún quedaban fueron rápidamente
exterminados. Con un vistazo, Harry comprobó aliviado que sus
amigos seguían en pie.
- Me pregunto qué pretende
Voldemort haciendo que sus mortífagos salgan a recibirnos en
grupos tan pequeños... –masculló en voz
baja.
Hermione, que volvía a estar junto a él, le
miró.
- Técnicamente, los mortífagos son
menos que nosotros –respondió pensativa- así que lo
más idóneo sería que se enfrentaran contra
nosotros todos a la vez, lo contrario es casi suicida. A no ser
que...
Ginny, Ron y Seamus se giraron hacia ella bruscamente.
Hermione se había detenido, y miraba a su alrededor con
desconfianza.
- ¿A no ser qué, Hermione? –la
apremió Ginny, apuntando al frente con su varita.
Hermione
frunció el ceño.
- A no ser que Voldemort nos tenga
preparada alguna sorpresa.
Miró a Harry. Y éste
comprendió. Sabía que Draco no había informado
de ninguna emboscada, lo que indicaba que, de producirse, el joven
Malfoy no se habría enterado hasta ese mismo día. Draco
tendría que apañárselas para conseguir salvar a
Harry y los suyos de los mortífagos. Harry sabía que el
Slytherin contaba con la ayuda de algunos de sus compañeros,
pero desconocía si estarían solos o acompañados
de mortífagos más mayores.
Comprendió que,
irónicamente, ahora estaban todos en manos de Draco. Contuvo
una sonrisa al imaginar la cara que pondrían sus compañeros
si les dijera que sus vidas estaban en las manos de Draco
Malfoy.
Pero Harry, que confiaba plenamente en la astucia y la
inteligencia de su novio, siguió avanzando sin temor
alguno.
Adelante, siempre adelante.
Nota de la autora: Pues nada, aquí va el capítulo de hoy. Puede que os parezca corto y/o aburrido, en ese caso os pido perdón pero no os preocupéis que a partir de mañana la historia volverá adonde la dejamos en el Prólogo y se pondrá más interesante. Como tras leer y releer la Orden del Fénix no termino de aclararme con la estructura del Ministerio, me la he inventado xD Digamos que hay varios patios interiores hasta llegar al lugar donde está Voldy, en uno esperan Draco y los suyos y en el otro está Lucius. Bueno mañana oficialmente sale "El misterio del Príncipe" (más popularmente aclamado como "El Príncipe Mestizo") en España, así que entre lecturas, re-lecturas y un breve intervalo de tiempo para acordarse de la familia de los traductores (porque la traducción es mala... y no me preguntéis cómo lo sé ;) ) comprenderé que no tengáis tiempo de leer fanfictions, de todas formas colgaré un nuevo capítulo para quien se sepa ya el libro de memoria. ¡Hasta mañana!
