Lucharé a tu lado

Género: T.
Advertencia: Este fic es un Harry/Draco, shonen-ai, slash, yaoi... chico-chico, vamos. Si no te gusta, no lo leas.
Disclaimer: Harry Potter no me pertenece. Si Harry Potter me perteneciera, primero yo estaría nadando en dinero, y segundo Cho Chang no existiría.


Capítulo 15: Siempre adelante

- No sabes lo contento que estoy de poder compartir este momento contigo, hijo.
Lucius Malfoy bajó ligeramente la cabeza (era unos centímetros más alto que Draco) y miró a su hijo con una sonrisa de orgullo y satisfacción en el rostro. Sorprendido, Draco alzó imperceptiblemente una ceja. Las ocasionales manifestaciones de orgullo paternal de su padre solían ser mucho más sutiles, menos expresivas.
- Yo también estoy feliz de poder estar aquí, a tu lado –respondió Draco casi mecánicamente, imprimiendo a su voz el matiz exacto de respeto y admiración que supuestamente sentía hacia su progenitor.
La sonrisa de Lucius se ensanchó. Y una mano llena de suntuosos anillos se dirigió, algo titubeante, a la cabeza de Draco, acariciando torpemente a su primogénito.
El gesto asombró tanto al joven mortífago que, por primera vez, su máscara de indiferencia se rompió. Petrificado, miró a su padre, quien retiró con brusquedad una mano que estaba más acostumbrada a golpear que a acariciar.
Por fortuna, Lucius Malfoy interpretó a su manera la expresión en el rostro de su hijo. Riendo entre dientes, se acomodó la túnica negra, como queriendo recuperar la compostura después de aquél gesto tan insólito e impropio de él.
- ¿Qué pasa, Draco, acaso no tengo derecho a demostrar a mi único hijo cuánto le quiero?
El aludido se recuperó rápidamente.
- Sí... es sólo que... padre... –balbuceó Draco, incapaz de encontrar las palabras exactas que encajaran en aquella situación.
- Sé que nunca he sido muy cariñoso contigo –le interrumpió Lucius, alzando orgullosamente la barbilla- pero tienes que comprender que temía que te estropearas.
- Es algo por lo que siempre te estaré agradecido, padre –respondió Draco, bajando la cabeza, más para ocultar el destello de desprecio que había aparecido en sus ojos que por respeto al cabeza de familia.
- Tienes que comprender... –volvió a repetir Lucius, mirando al vacío- cuando eras pequeño, Draco, a veces llegué a temer lo peor. La influencia de tu madre... –ladeó la cabeza con indignación- en ocasiones creí que ya estabas totalmente echado a perder por su culpa. Por más que se lo repetí, una y otra vez, ella jamás supo cómo había que educar correctamente a un Malfoy.
Draco no contestó, apretando las mandíbulas. Porque, si abría la boca, lo más probable es que acabara preguntándole a su padre si el método pedagógico de los Malfoy, a base de odio, desprecio y alguna que otra paliza, encajaba en su ideal de "educar correctamente". Afortunadamente, consiguió dominarse.
"Un día" pensó, intentando encontrar alivio en ese pensamiento "me queda menos de un día".
- No tienes ni idea de lo orgulloso que estoy de saber que hoy servirás con tu propia vida al Amo –continuó Lucius Malfoy, que no se había dado cuenta de la indignación que sacudía a su heredero.
Al escuchar mencionar a Voldemort, Draco se obligó a sí mismo a serenarse. Si el Innombrable aparecía por allí estando él en semejante estado, conseguiría entrar en su mente. Rememoró las enseñanzas de Snape, indicándole lo que tenía que hacer, y, rápidamente, puso la mente en blanco y se relajó.
Mucho mejor.
- El orgullo es mío, padre –respondió, dominados ya sus sentimientos, dirigiendo a Lucius una mirada de devoción- y todo te lo debo a ti.
- No te pongas sentimental... –regañó suavemente Lucius, aunque en sus ojos se leía lo complacido que se sentía- ...eres un Malfoy, y un Malfoy...
- ...no se entrega a sentimentalismos. Perdón, padre –contestó sumisamente Draco, bajando los ojos.

Lucius tosió, aclarándose la garganta.
- ¿Sabes? Ahora me alegro... de todas las cosas desagradables que he tenido que hacer... de todos los sacrificios que he tenido que llevar a cabo, por tu educación...
Algo en el tono de voz de su padre hizo que el Slytherin alzara bruscamente la cabeza. ¿Era su imaginación, o sus ojos tenían la mirada perdida, evocando algún acontecimiento del pasado¿Por qué, al escuchar la palabra "sacrificio" una alarma se había encendido en su mente?
Súbitamente Lucius Malfoy esbozó una sonrisa y miró a su hijo. Y éste disimuló el escalofrío que recorrió su cuerpo al comprender, mientras miraba la sonrisa demoníaca de su padre, que estaba loco. Completamente loco.
- Lucius, Draco –siseó una voz conocida junto a ellos.
La reacción de ambos Malfoy fue instantánea. Maldiciéndose por no haber visto acercarse a Voldemort, se giraron hacia él e inclinaron levemente la cabeza. Draco vació de nuevo su mente, y, cuando se incorporó, miró al ser a los ojos.
Voldemort sonreía. A Draco le llevó unos instantes asimilar el hecho. El repugnante ser sonreía, y no era una de sus sonrisas malvadas o sádicas, sino la sonrisa de un niño pequeño en la mañana del seis de enero.
Controló otro escalofrío. Si su padre estaba loco, su señor no le iba a la zaga. Con toda probabilidad, Voldemort habría soñado toda la noche con la posibilidad de tener entre sus garras a un derrotado Harry Potter.
No tendría ese gusto.
- La Orden del Fénix está al llegar –informó el Innombrable- muchos de ellos están ya fuera... apenas son lo que queda del grupo al que exterminamos hace casi dos décadas.
Lucius soltó una risa, y Voldemort mostró de nuevo sus dientes puntiagudos, podridos y desiguales. Draco contuvo las náuseas.
- Me han dicho que uno puñado de amigos de ese Potter se han unido a ellos... –dejó caer Voldemort, clavando sus ojos en Draco.
El joven mortífago contuvo una sonrisa. ¿Un puñado? Voldemort iba a llevarse una sorpresa.
- Sin duda serán los restos del autonombrado Ejército de Dumbledore –respondió Draco con desprecio.
- ¿Crees que serán muchos?
- No –mintió flagrantemente Draco, disfrutando de ello.
Voldemort asintió.
- Esperaré a Potter en el interior, justo después de la zona del atrio donde está la Fuente de los Hermanos Mágicos. Lucius y mi círculo cercano de fieles mortífagos me rodearán.
- ¿Y los demás, señor? –preguntó Draco. Sabía que el grupo de los más fieles apenas estaba integrado por una docena de mortífagos.
- Los demás esperarán justo en la entrada –contestó secamente Voldemort- pero para vosotros, los jóvenes, tengo un plan muy especial.
Voldemort levantó una de sus espantosas manos. Draco y Lucius alzaron la cabeza a la vez, y descubrieron la galería del primer piso del Ministerio de Magia, que rodeaba todo el atrio. Una escalera de piedra bajaba también desde allí.
- Los jóvenes esperaréis en la galería –ordenó Voldemort- cuando los de la Orden lleguen hasta aquí, si es que llegan, después de haberse tenido que abrir paso entre mis mortífagos, imaginando haber superado ya todos los obstáculos, vosotros caeréis sobre ellos y les exterminaréis.
Draco asintió.
- ¿Y Harry Potter, señor?
Voldemort deslizó su mirada de serpiente hacia él, y Draco temió haber cometido algún error.
- ¿A qué te refieres, Draco? –murmuró su señor, y los dos Malfoy percibieron la amenaza implícita en su voz.
- Señor, llevas diecisiete años esperando el momento para vencer a Harry Potter –se explicó Draco con calma, mirando al repugnante ser a los ojos- supongo que no querrás que una maldición le acierte antes de tiempo.
Lucius miró asombrado a su hijo ante el temple del que éste hacía gala. Voldemort también le examinó de arriba a abajo y después, para su sorpresa, estalló en carcajadas.
- ¿Una maldición, joven Malfoy¿Acaso no conoces la profecía? –le miró, exultante- ¡Sólo yo puedo vencer a Harry Potter!
Draco inclinó inmediatamente la cabeza.
- Perdón, señor. Yo sólo...
- Agradezco tu preocupación, pero es innecesaria. Harry no caerá –Voldemort convirtió su voz en un murmullo, mientras hacía una mueca- llegará hasta aquí, llevándose por delante a todo el que ose enfrentársele. Si acaso, Draco, procura no entrometerte en su camino. No quiero perder a un elemento tan valioso como tú. Pero es el único al que debes dejar pasar –advirtió- no quiero que nadie más quede vivo.
Draco asintió de nuevo.
- Los jóvenes mortífagos son muchos –dijo tras unos segundos de silencio el Señor Tenebroso, recorriendo al grupo, que se mantenía apartado, con la mirada-. Prescinde de unos cuantos, y envíalos a la entrada junto con los demás.
Draco se sintió internamente aliviado. Sin saberlo, Voldemort acababa de resolver su principal problema: separar a los leales de los traidores.
Inclinando de nuevo la cabeza, Draco se dirigió hacia su grupo. Voldemort entró en el Ministerio, y Lucius fue a reunirse con Avery, Macnair y los Lestrange.
- Muy bien chicos, ha llegado el momento –dijo, sabiendo que sus palabras adquirían otro significado para más de la mitad de los mortífagos que le estaban mirando. Señaló el primer piso- esperaremos allí hasta que la Orden alcance este patio.
- ¿No vamos a luchar en la vanguardia? –exclamó Nott, entrecerrando los ojos con disgusto.
Draco vio el cielo abierto.
- Nosotros no. Tú sí, Nott. El Amo ha pedido que unos cuántos de nosotros vayan junto con los mortífagos más mayores. Y acabo de decidir que tú serás uno de ellos, ya que parece que tanto deseas enfrentar a la Orden en la puerta del Ministerio.
Nott frunció el ceño. Pese a que era lo que quería, durante unos segundos le había parecido ver cruzar un destello de alivio en los ojos de Malfoy... segundos después, el jefe de los jóvenes mortífagos recorrió el grupo con su mirada, y pronunció al menos una docena de nombres más. Supuestamente, los estaba eligiendo aleatoriamente: en realidad, escogía a los que no formaban parte del Ejército de Potter. Cuando llegó al último (Crabbe) éste negó con la cabeza.
- Yo no puedo ir –manifestó Vincent, cruzándose de brazos.
- ¿Ah, sí? –replicó Draco, dirigiéndole una de sus más fulminantes miradas- ¿y por qué no?
Pero Vincent Crabbe no pareció intimidado.
- El Amo en persona me ordenó que permaneciera a tu lado en la batalla.
La garganta de Draco se secó. ¿Que Voldemort le había ordenado qué¿Acaso su señor desconfiaba de él?
Pero no tenía tiempo para pensar. Aceptó en silencio las palabras de Crabbe, y se giró hacia el resto.
- Los demás podéis ir ya a reuniros con el resto –ordenó secamente.
Después, en tono más familiar, se acercó a Goyle. Éste le sonrió. Para Goyle, Malfoy seguía siendo el fanático de antaño, su viejo amigo durante siete años.
- Cuídate, Gregory –dijo Draco, palmeando afectuosamente el musculoso brazo de Goyle.
- Tú también, Draco –replicó Goyle con sinceridad.
Draco sintió una punzada de culpabilidad. Gregory Goyle podía ser cruel, ruin y un mortífago sincero y leal, pero también era el chico al que había conocido cuando tenía nueve años, el que llevaba toda su vida en Hogwarts protegiéndole, guardándole las espaldas y partiéndose la cara por él si era necesario. A pesar de que la suya había sido una relación impuesta por las circunstancias, tanto él como Crabbe habían sido amigos sinceros, y, a pesar de su estupidez, habrían dado la vida por él sin dudarlo.
Sintió un nudo en la garganta. Probablemente jamás volvería a ver vivo a Gregory. Pero la suerte estaba echada: sabía que no había forma de que sus dos viejos perros guardianes dejaran de servir a Voldemort, por lo que no le quedaba más remedio que despedirse para siempre de ellos.
Pensó en Harry, e, inmediatamente, sintió que la seguridad volvía a fluir por su cuerpo. Asintió en dirección a Goyle, y, con una última palmada, le dejó marchar.
- Cuídate tú también, Theodore –dijo, sin poder evitar que la ironía impregnara la frase.
Theodore le sonrió sarcásticamente.
- Y tú, Draco. No quiero perder a mi adorado jefe.
Draco se cruzó de brazos, consciente de que Theodore probablemente rezaba por verle muerto. Con tranquilidad les vio marchar hasta que abandonaron el patio.
Después, se giró hacia su fiel tropa. Le habría gustado hablarles con normalidad, contarles sus verdaderos planes, pero Crabbe estaba entre ellos, ignorante de que era el único de los presentes que, bajo la túnica negra de mortífago, no llevaba el uniforme de Slytherin. De que era el único leal a Voldemort que quedaba en ese grupo.
- Vamos arriba –ordenó Draco con un ademán.
Se sintió reconfortado cuando sintió a Pansy y a Blaise flanqueándole. En silencio, todos subieron al primer piso.
Y esperaron.

El primer choque fue brutal.
En cuanto los primeros miembros de la Orden del Fénix pusieron un pie en el Ministerio, los mortífagos se les echaron encima. Afortunadamente, los aurores se habían quedado allí, por lo que Lupin, Tonks y compañía se vieron protegidos en los primeros instantes de desventaja numérica por una barrera de aurores que empezó a ser rápidamente diezmada por las fuerzas tenebrosas.
Gracias a Merlín, a los pocos segundos aparecieron Harry y sus acólitos. La entrada del Ministerio se llenó de túnicas de Hogwarts y los Hufflepuffs, Gryffindors y Ravenclaws empezaron a hacer volar por los aires a un mortífago detrás de otro. Durante un momento, Lupin, Diggle, y Kingsley miraron con asombro cómo, con contundencia y rapidez, los miembros más jóvenes de la Orden se enfrentaban con soltura a magos el doble de experimentados que ellos y, en la mayoría de los casos les derrotaban.
- Increíble... –masculló el licántropo.
- No cantes victoria tan pronto, Remus –le advirtió Tonks, llegando junto a él-. Estos son los peores luchadores con los que cuenta Voldemort, por no hablar de que con la llegada de Harry y los suyos estamos en aplastante ventaja numérica...
- Pero no por mucho tiempo –añadió Charlie Weasley, apareciendo por un costado apartándose un mechón pelirrojo del rostro- ¡Harry, avanza ya!
El aludido, que consiguió escuchar la voz recia de Charlie a pesar del fragor de la batalla, comprendió que tenía razón. Él y los suyos se estaban entreteniendo demasiado luchando en aquél vestíbulo. Pero no quería dejar solos a Lupin y los demás... por un instante, le asaltó una oleada de pánico cuando la posibilidad de que el licántropo, Tonks o los señores Weasley cayeran en la lucha cruzó su mente.
- ¡Ernie! –ordenó secamente, abriéndose paso hacia el Hufflepuff. Ernie se secó el sudor de la frente y le miró, sus ojos, totalmente transfigurados por la lucha, convertidos en dos puntos inexpresivos- ¡Quedaos aquí hasta que acabéis más o menos con la mitad de los mortífagos¡Después, seguidnos!
Ernie asintió y se giró para impartir un par de bruscas órdenes a los suyos. Harry disparó unas cuántas maldiciones para deshacerse de los mortífagos que se habían agrupado en torno a él, y buscó a Luna con los ojos.
- ¡Luna, nos vamos! –gritó.
Luna Lovegood, que se estaba batiendo con un mortífago al menos veinte años mayor que ella, ni siquiera le miró. Pero el mortífago sí lo hizo, y en ese momento la Ravenclaw le mandó un Avada Kedavra que acabó inmediatamente con su vida.
Después, asintió en dirección a Harry se giró hacia los suyos, una marea de túnicas azules que peleaba astutamente con una masa de túnicas negras.
- ¡Ravenclaws, seguid avanzando, no os quedéis parados!
Varios miembros de su casa levantaron la cabeza, y quedaron sorprendidos al ver la expresión de fría determinación que iluminaba el rostro normalmente distraído de Luna. Anthony y Roger retrocedieron, y empezaron a ayudar a los más jóvenes a librarse de sus oponentes.
Los Gryffindors, que habían sido los últimos en entrar, todavía estaban cerca de la puerta del Ministerio, batiéndose con la valentía que les caracterizaba. Alarmado, Harry se dio cuenta de que, en cuanto los Ravenclaws salieran de allí, los mortífagos que se estaban enfrentando a ellos se dirigirían hacia los de su casa y les rodearían. Comprendió que tenía que sacar a sus compañeros del atolladero en el que, sin darse cuenta, se habían metido.
Se dirigió hacia allí, intentando no descuidar ni uno sólo de sus flancos. Los Ravenclaws empezaron a alcanzar el otro extremo del vestíbulo, y, cuando se agruparon y dirigieron sus varitas a la multitud, la mayoría de mortífagos decidió que era mejor no seguirles.
- ¡Ron, Hermione¡Salid de ahí! –ordenó Harry, que de repente se vio frenado por un grupo de mortífagos contra el cuál luchaban Ojoloco, Lupin, Kingsley y un grueso séquito de aurores.
Impotente, contempló cómo Ron alzaba la cabeza y se encontraba rodeado de mortífagos. Entonces vio que Hannah, Susan y un buen puñado de Hufflepuffs llegaba a su altura, y con inmensa gratitud comprendió que ellos también se habían percatado de la delicada situación en la que se encontraban sus compañeros. Susan le gritó algo a Neviille, algo inaudible para Harry, pero Longbottom si debió escucharlo, porque, sin mediar palabra, empujó a Ron hacia adelante y empezó a abrirse paso hacia donde se encontraba Harry, mientras los Hufflepuffs cubrían su huída.
Harry suspiró aliviado cuando los Gryffindors empezaron a llegar junto a él. Alguien le tocó en el hombro. Se giró, y descubrió a Ernie, cuyo rostro estaba oscurecido por un reguero de sangre que bajaba de su cabeza.
- ¿Qué te ha pasado? –exclamó Harry.
- ¿Qué importa eso ahora? –replicó Ernie con rudeza- ¿A qué estáis esperando para iros, Harry¡Nosotros os cubriremos!
Harry asintió y dio media vuelta. Escuchó una voz a su lado, que lanzaba maldiciones a toda velocidad, y no tuvo que mirar para saber que era Ginny. La pelirroja y Neville encabezaban al grupo. Ron parecía algo asustado, pero igualmente entregado a la lucha, y Hermione, con su prodigioso dominio de los hechizos, mantenía varios escudos protectores sobre sus compañeros.
Sin más percances lograron alcanzar a Luna y los suyos. Caminó con rapidez para ponerse a la cabeza del grupo, pero Anthony le detuvo bruscamente agarrándole del brazo.
- Déjanos a nosotros primero –ordenó más que pidió, indicando a los Ravenclaws que marcharan delante.
- ¿Por qué? –exclamó Harry indignado.
- Porque tú eres el único imprescindible aquí –repuso con tranquilidad Luna.
Harry abrió la boca para contestar, furioso, pero al instante se dio cuenta de que, en el fondo, tenía razón. Y también se percató de que los Gryffindors habían formado un muro protector en torno a su líder. Hermione y Ron le flanqueaban, Neville avanzaba decidido delante de él, y Ginny y Seamus le cubrían las espaldas. Fred y George, más altos que el resto, permanecían atentos a cualquier tipo de peligro.
Atravesaron el vestíbulo, y sin previo aviso se vieron rodeados por otro grupo de mortífagos. A pesar de las circunstancias, pudieron darse cuenta de que la graduación había subido, y ahora estaban ante algunos de los más leales seguidores de Voldemort.
Ninguno llevaba máscara, y a Harry no le costó reconocer al hombre que parecía dirigir al grupo.
- Lestrange –casi escupió.
Neville se estremeció visiblemente cuando Rodolphus, el marido de Bellatrix, les regaló una de sus más crueles sonrisas.
- Potter –murmuró Rodolphus, levantando la varita.
- ¡Avada Kedavra!
Un rayo verde salió despedido del séquito que rodeaba a Harry, e impactó de lleno en el pecho de Rodolphus. El mortífago abrió mucho los ojos, sin duda sorprendido por un rápido ataque que no esperaba, y cayó al suelo sembrando confusión entre los suyos.
Harry no tuvo tiempo de mirar atónito a Neville, que era quien le había matado. Porque rápidamente los mortífagos atacaron con una auténtica oleada de maldiciones. Harry sintió cómo dos cuerpos se echaban encima suya para protegerlo, y escuchó con impotencia los gritos de dolor de los compañeros que habían sido impactados de lleno por las maldiciones. Un segundo después, Hermione convocaba otro potente escudo, Neville y Ron dejaron de cubrir a Harry y se lanzaron al frente, y éste tuvo la oportunidad de desahogarse derribando a cuatro mortífagos con una rapidez que le sorprendió a sí mismo.
Apenas tuvo tiempo de darse cuenta de que, cuando más se enfurecía, más aumentaba su poder. A su lado había un cuerpo, un cuerpo de hombros anchos al que algunas veces había contemplado con respeto y muchas veces con aburrimiento.
- Oliver... –murmuró, angustiado, mirando al inmóvil ex-capitán del equipo de quidditch.
Al escucharlo, muchos se giraron. Entre ellos, Katie, que se inclinó sobre el cazador.
- Wood... –murmuró, zarandeando sus anchos hombros- ¡Wood!
Con brusquedad, Angelina se abrió paso y la obligó a ponerse en pie. Los gemelos, por su parte, agarraron a Harry del brazo y le obligaron a seguir avanzando. No había tiempo para pararse a llorar a los muertos, sólo podían continuar.
Adelante, siempre hacia adelante.
Los pocos mortífagos que aún quedaban fueron rápidamente exterminados. Con un vistazo, Harry comprobó aliviado que sus amigos seguían en pie.
- Me pregunto qué pretende Voldemort haciendo que sus mortífagos salgan a recibirnos en grupos tan pequeños... –masculló en voz baja.
Hermione, que volvía a estar junto a él, le miró.
- Técnicamente, los mortífagos son menos que nosotros –respondió pensativa- así que lo más idóneo sería que se enfrentaran contra nosotros todos a la vez, lo contrario es casi suicida. A no ser que...
Ginny, Ron y Seamus se giraron hacia ella bruscamente. Hermione se había detenido, y miraba a su alrededor con desconfianza.
- ¿A no ser qué, Hermione? –la apremió Ginny, apuntando al frente con su varita.
Hermione frunció el ceño.
- A no ser que Voldemort nos tenga preparada alguna sorpresa.
Miró a Harry. Y éste comprendió. Sabía que Draco no había informado de ninguna emboscada, lo que indicaba que, de producirse, el joven Malfoy no se habría enterado hasta ese mismo día. Draco tendría que apañárselas para conseguir salvar a Harry y los suyos de los mortífagos. Harry sabía que el Slytherin contaba con la ayuda de algunos de sus compañeros, pero desconocía si estarían solos o acompañados de mortífagos más mayores.
Comprendió que, irónicamente, ahora estaban todos en manos de Draco. Contuvo una sonrisa al imaginar la cara que pondrían sus compañeros si les dijera que sus vidas estaban en las manos de Draco Malfoy.
Pero Harry, que confiaba plenamente en la astucia y la inteligencia de su novio, siguió avanzando sin temor alguno.
Adelante, siempre adelante.


Nota de la autora: Pues nada, aquí va el capítulo de hoy. Puede que os parezca corto y/o aburrido, en ese caso os pido perdón pero no os preocupéis que a partir de mañana la historia volverá adonde la dejamos en el Prólogo y se pondrá más interesante. Como tras leer y releer la Orden del Fénix no termino de aclararme con la estructura del Ministerio, me la he inventado xD Digamos que hay varios patios interiores hasta llegar al lugar donde está Voldy, en uno esperan Draco y los suyos y en el otro está Lucius. Bueno mañana oficialmente sale "El misterio del Príncipe" (más popularmente aclamado como "El Príncipe Mestizo") en España, así que entre lecturas, re-lecturas y un breve intervalo de tiempo para acordarse de la familia de los traductores (porque la traducción es mala... y no me preguntéis cómo lo sé ;) ) comprenderé que no tengáis tiempo de leer fanfictions, de todas formas colgaré un nuevo capítulo para quien se sepa ya el libro de memoria. ¡Hasta mañana!