Después del accidente de auto, Takuto había quedado en silla de ruedas. La impotencia de Kouji por ver a su novio venirse abajo era enorme. Quería matar a Akihito y a toda la familia Nanjo. De no ser porque iba a dejar a Takuto mucho más sólo y preocupado porque él estaría en silla de ruedas y Kouji en la cárcel, lo habría hecho.

Pero se le acababan las opciones. Takuto se la pasaba llorando. Su sueño de convertirse en jugador de futbol de manera profesional finalmente había quedado destruido. Si bien, él soñó muchas veces en mantenerlo atado al suelo, cerca de él, pero jamás de esa manera. Todo había cambiado de manera tan brusca, tan sádica que no tenían tiempo de adaptarse a ello. Y si había algo a lo que no quería adaptarse era a ver a Takuto destruido. No, Kouji lo quería como siempre, con la mirada feroz, mostrando las uñas y los dientes, como perro asustado, listo para atacar a cualquiera que se le atravesara en el camino, incluso a él.

Shibuya había conseguido un buen medico para la rehabilitación, pero Takuto no tenía ninguna posibilidad de volver a caminar y él mismo se derrumbaba por eso.

Cuando estaban en la cama, se volvía loco porque no sentía las piernas, las manos de Kouji acariciándolo o porque no podían hacer el amor como lo hacían antes. El sexo estaba acabado con su nuevo estado y aunque Kouji estaba más preocupado por él, la forma en que reaccionó Takuto cuando lo intentaron, fue brutal. Había perdido una parte de él con el accidente y Kouji veía morir lentamente a su novio.

Por un chisme después de un concierto, había escuchado sobre aquel lugar, así que Kouji tenía un plan para salvar al único que le importaba salvar: Izumi Takuto.

Esperó al fin de semana y cargó a Takuto en su Jeep. Recordaba lo feliz que se había puesto cuando lo vio y pensó que al menos, iba a poder tener una pisca de alegría en ese momento. Pero la expresión de Izumi no cambió ni un poco, por el contrario, le dijo que sólo iba a retrasarlo, que era mejor quedarse en la casa donde no estorbara.

—Jamás serás un estorbo —Kouji le besó la frente y cerró la puerta del auto. La silla de ruedas estaba acomodada en la parte trasera, aunque si todo salía bien, no iba a necesitarla.

Él, manejó toda una hora para llegar al cruce de la muerte. No le contó qué es lo que planeaba, pero le dijo que iba a volver más feliz a la casa, que iba a recuperar la razón para vivir.

Takuto se rio sarcástico. No creía que eso fuera posible, sin importar lo mucho que se esforzara Takuto. Sin embargo, sintió curiosidad cuando se pararon en aquel lugar, en medio de la nada. Él esperaba ver casas, departamentos, algún hotel o algo similar, sin embargo, sólo había una señal a medio pintar por el paso del tiempo y el camino marcado por los autos al pasar. Nada más.

Kouji se bajó del jeep y le pidió que lo esperara. Mientras, buscó algo en el asiento trasero, él no llegó a ver la caja que Kouji llevaba en mano, pero se quedó expectante mirando por el vidrio.

Él, llegó al punto donde los caminos se cruzaban, se inclinó en el suelo y cavó con las manos un pequeño pozo donde entraba la caja a la perfección. Luego, sacó una caja de fósforos y lo prendió fuego. Se paró viéndolo arder mientras metía la mano en el bolsillo, esperando ansioso que algo sucediera. No quería creer que era sólo un rumor ¡necesitaba que fuera verdad! Quería ver a Takuto sonreír una vez más; que siguiera con su vida; ¡Que fuera la estrella del futbol que siempre había deseado ser! Y por su culpa, le había sido arrebatado.

Kouji contuvo el aire, desilusionado. Era un estúpido cuento chino en el que había caído de lleno. Dio la vuelta, decepcionado, intentando tomar aire y hacer un gesto más alegre: Takuto no podía verlo así.

—¿Qué es lo que deseas?

La voz de una mujer se escuchó detrás de él y entonces, Kouji volteó emocionado. Ahí estaba la que iba a cumplir su deseo.

Takuto, que veía todo desde el auto, notó que la mujer había aparecido de la nada.

—¿Qué mierda? —masculló abriendo la puerta. No tenía de donde sujetarse, así que apenas hizo por salir, cayó al suelo, arrastrando las piernas— ¡Kouji, sal de ahí! —gritó. Pero el cantante no lo escuchó.

—Sé que debo darte mi vida a cambio, pero quisiera pedirte que cuando le devuelvas sus piernas a Takuto, me dejes verlo de pie. Aunque sea unos minutos —pidió Kouji. Era su último deseo egoísta.

—¿Sabes? Estoy de buen humor —la sonrisa en el rostro de la mujer se amplió y miró el cielo— hay media hora hasta la media noche. Entonces, me llevaré tu alma.

—Es suficiente —era mentira, pero era mejor media hora que nada. Al menos, tendría tiempo de despedirse de Takuto y ver que caminaba de nuevo, corría por el campo lejos tras el balón, alzando sus alas hacia el cielo como el ángel que era.

La mujer chasqueó los dedos y Kouji volteó lleno de incertidumbre y expectativa. Takuto llamaba su nombre, le pedía que fuera con él, pero el cantante se quedó en su lugar, esperando que diera resultado.

Tras un momento de verlo arrastrarse hacia él, se detuvo. La expresión de Takuto había cambiado por completo. Con los ojos llenos de lágrimas, movió sus piernas y se puso de pie. Sin poder creerlo, él se tocó las piernas, palpó su cuerpo ¡podía sentir las piernas!

El rostro de Kouji se llenó de emoción: era cierto. Takuto podía caminar y podría cumplir su sueño. Él cerró los ojos y sonrió con calidez. A su cuerpo le faltó fuerza para mantenerse de pie y entonces, se desplomó en el suelo.

Al verlo, Takuto corrió lo más rápido que pudo con Kouji.

—¿Qué carajos hiciste? —preguntó entre sorprendido y horrorizado. Él recuperaba sus piernas, pero Kouji había caído frente a sus ojos como peso muerto.

—Te dí lo que más querías en la vida —le dijo él con una sonrisa, cerrando los ojos con placidez.

Las lágrimas de Takuto cayeron sore el rostro de Kouji mientras sus manos lo agarraban tan fuerte de los hombros que le dolía.

—Maldito bastardo —apretó los dientes— yo no quería esto así.

—Está bien —estiró su mano y acarició su mejilla. La palidez de Kouji contrastaba con la piel morena de él, siempre había amado esa piel brillante, de color caramelo, mucho más cuando era cubierta por el sudor y la pasión, entonces, Kouji quería encerrarlo para siempre en un sitio donde sólo él lo encontrara. Se impulsó con su brazo y alcanzó los labios de él. Takuto lo mordió, tal y como lo hacía cuando se enojaba. El sabor de la sangre le trajo buenos recuerdos. Lamió sus labios y volvió a sonreírle— te amo.

—No me digas estupideces —lo negó Takuto hecho un mar de lágrimas. Se frotó los ojos con el brazo intentando parar su llanto, pero no lo logró.

—Siempre te voy a amar —repitió con más fuerza, aunque le costó mucho más que antes. De pronto, se sintió cansado, le costaba seguir mirando a Takuto, mucho más cuando no había podido verlo sonreír ni siquiera una vez— sé que serás feliz jugando al futbol de nuevo —dijo con un hilo de voz, apenas audible. Quiso agarrar la mano de él, pero le faltaron fuerzas. Takuto intentó hacerlo hablar, pero era imposible: Kouji había muerto.

Lo golpeó, sacudió su cuerpo y finalmente, lo abrazó y lloró encima de él. Siempre la vida era una mierda y él se las ingeniaba para hacerla un poquito peor ¿qué haría ahora sin Kouji? Prefería estar sin sus piernas… al menos, estaba él, con sus ojos de cachorro mirándolo y pidiéndole que no lo dejara, sabiendo que jamás lo abandonaría… hasta ahora.


¡Hola, gente linda! ¿Cómo están? Espero que de maravillas. Al fin vengo con el día cuatro, que estoy super atrasada con esto. Enseguida subiré el cinco así voy al día con el seis.

Este prompt es una mezcla de Zetsuai y Supernatural, que la parte de los tratos es todo de ellos. Pero me encanta, tenía que agregarlo porque Kouji sería capaz de eso por Takuto.

Día cuatro: Intercambio - B hace un intercambio por la vida de A. / A: «¿Qué hiciste? -pregunta horrorizado»

¡Un abrazo!