DISCLAIMER: Los personajes de Fire Emblem no me pertenecen. Este One-Shot si es de mi invención, basado en la cronología del juego.
AVISO: Esta historia contiene spoilers de Fire Emblem Three Houses, si no os habéis pasado el juego y no queréis haceros spoiler, no lo leáis. Sin embargo, no menciono ningún final específico de ninguna ruta, así que, sea cual sea la que hayáis escogido, podéis leerlo sin problemas.
Hermanos
-Flayn, ten cuidado con la nueva profesora. No sé en lo que estaba pensando Rhea, pero no me fío de ella - le dijo Seteth, apartándola detrás de una columna.
-Ya hablé con ella, hermano - le contestó Flayn, acostumbrada a esas escenas. -Byleth me pareció muy agradable, me contó anécdotas de las batallas con su padre cuando se lo pedí.
-¡Flayn! ¡No sabemos nada de su vida! ¡No vuelvas a acercarte a ella! - le reprendió Seteth, horrorizado.
-Padre - le dijo Flayn bajando la voz y mirando a su alrededor. -No podemos desconfiar de todo el mundo. Preveo que será una persona importante en nuestras vidas, dadle un voto de confianza. Su mirada no transmite maldad.
-Cethleann... por favor, ten mucho cuidado con ella - le contestó el hombre, abrazándola. -No podría perdonarme que te volviesen a herir.
Flayn le devolvió el abrazo, sabiendo que, a pesar de todo lo que pudiese decir, su padre no cambiaría de parecer.
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-Es fría e inmutable. Podría decirle que su padre ha muerto, y no derramaría ni una lágrima - comentó Seteth tras un largo silencio.
Flayn dejó la taza en el plato, tranquila. Estaban en la oficina de su padre, con la puerta bien cerrada. Tras una extraña charla sobre la nueva promoción de alumnos (o, más específicamente, sobre la parte masculina), Seteth se había callado y Flayn le había dejado en paz. Su padre era muy dado a los silencios pensativos, y, con el paso de los años, había comprendido que solo se lo permitía cuando ella estaba presente. Así pues, todas las semanas tomaba té con él al menos una vez, y dejaba que descargase su mente.
Recordando el comentario que había hecho su padre, solo pudo sonreír. Sabía perfectamente a quien se refería, pero era el momento de devolverle a su padre los malos tragos que le hacía pasar.
-Supongo que os referís a Edelgard - dijo con indiferencia.
-¿Edelgard? ¿Qué tiene que ver Edelgard con esto? Me refiero a Byleth, por supuesto. Guía a sus alumnos en el campo de batalla con implacabilidad, como si no le importase nada que vivan o que mueran.
-Y, sin embargo, ninguno ha muerto - le contestó Flayn. -Y, en mi opinión, aunque es fría, también es considerada. No le importa quedarse más tiempo entrenando a los alumnos, nunca los expone a nada que no se exponga ella misma, y siempre se fija en los platos que más le gustan a cada uno. Y la profesora Manuela dice que siempre ayuda en la enfermería.
-Mmmm...nos ha invitado a comer mañana con ella - le anunció Seteth, acordándose de repente.
-Ohhh... ¡fantástico! ¿Creéis que habrá pescado? - exclamó Flayn.
-Seguro que si... - suspiró Seteth. -Es bien conocido tu gusto por todo tipo de pescados. No dudo que lo tendrá en cuenta.
Al ver la sonrisa entusiasmada de su hija, Cichol suspiró con pesadez. Había perdido frente a un plato de pescado.
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-Es buena guerrera, y siempre le estaré eternamente agradecido por haberte salvado de ese horrible caballero.
Nuevamente, se encontraban en el despacho de Seteth.
-Y el nuevo color de pelo le favorece mucho - intervino Flayn, sonriendo.
-Solo nosotros y nuestros descendientes tenemos el pelo verde, Flaynn. Es símbolo de divinidad.
-¿Y...? Claramente es familiar de Rhea, tiene todo el derecho. Pero no me habéis respondido... ¿no es cierto que le favorece mucho? - presionó Flayn.
-Le favorece más la sonrisa que tiene cuando está con vosotros - comentó Seteth, a regañadientes. -Ahora no parece tan fría.
- Y es valiente en grado sumo, hermano. Acordaos de cómo defendió vuestro santuario en Rhodos, a pesar de que no tenía por qué.
-Lo recuerdo. Y tengo que lamentar ahora las palabras que dije sobre ella. Claramente amaba a Jeralt.
-Por supuesto que sí - dijo Flayn, ofendida. -Solo vos dudabais de eso.
Seteth se rio entre dientes, divertido ante la indignación de Flayn, y tomó un sorbo de té.
-En realidad, es bastante cariñosa, a su manera fría y distante - comentó Seteth, pensativo. -Me duele ver cómo se pasea como alma en pena por el monasterio, intentando huir de los pésames, haciendo como que no ha pasado nada. Temo que la venganza sea su nuevo objetivo, y no pueda sacarla de ese agujero.
-¿Puedas? - interrumpió Flayn, con una sonrisa pícara. -¿No creeis que es más lógico que lo intentemos sus alumnos, o lady Rhea?
Seteth enrojeció profundamente, desviando la vista. Flayn se rio, ya sin disimulo. Su padre era sumamente serio, pero su manera de amar era tan pura...
Respiró profundamente, preparándose para lo que quería decir.
-Hace mucho tiempo que madre murió - dijo, cuidadosamente.
-Así es - le contestó su padre, melancólico.
-Ella no habría querido que pasásemos toda la vida, que en nuestro caso ha sido larguísima, echándola de menos. Creo que deberíais admitir lo que sentís por Byleth, padre - le dijo, convencida.
-¡Cethleann! ¡No siento nada por ella! ¡Ni siquiera la conocemos! - exclamo él, sulfurado.
-¿En serio, padre? - le preguntó Flayn, tranquila. -Enrojecéis cada vez que se acerca, os encanta comer con ella, y también enseñarle. La seguís con los ojos allá donde va, y os preocupáis muchísimo por ella.
-Es profesora del monasterio, por supuesto que me preocupo por ella - le interrumpió Seteth.
-No os veo hacer lo mismo con la profesora Manuela - dijo Flayn.
-Manuela es una profesora de experiencia probada - dijo Seteth. -Lleva muchos años en el monasterio.
-No creo que sea por eso - dijo Flayn. -Pero dejadme que os diga una cosa más, padre, y dejaré el tema. Quizás sea eso que decís, o yo tenga razón. Pero la profesora no le es indiferente al resto del monasterio. ¿Creéis que los herederos de las grandes casas no se han fijado en ella? En estos tiempos se valoran la fuerza y los emblemas, y ella tiene ambas cosas. Son todavía jóvenes, pero en poco tiempo le empezarán a llegar propuestas de matrimonio. Intentad no arrepentiros de callar ahora.
Seteth enmudeció, mirando a su hija. En su interior sabía que ella tenía razón. Byleth le había atraído desde el primer momento, aunque solo fuese como un misterio o un problema que vigilar. Pero conforme ella se había ido abriendo a los habitantes del monasterio... y conforme se habían ido viendo retazos de su personalidad... él había ido confiando más y más en la extraña mercenaria. Y al dejar de verla como a una intrusa o una posible traidora, había pasado a sentir algo por ella. Sabía que, en un futuro, eso desembocaría en un deseo de unir sus vidas.
Con un suspiro cansado, Seteth dijo, rotundo:
-Acaba de perder a su padre. No haré ninguna insinuación ahora, no lo merece. Además, tu madre todavía está demasiado presente en mí... tengo tiempo hasta el final del curso para comprender lo que siento, y que ella se reponga.
-Tened cuidado, se avecinan grandes cambios - fue lo único que le dijo Flayn, antes de cambiar de tema.
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-No se que quieres que te diga, Flayn - le dijo Seteth, cansado.
-Byleth y lady Rhea desaparecieron hace tres años. En mi interior, sé que están vivas, pero los caballeros se impacientan. ¿Qué razones vais a dar para seguir buscándolas? - le preguntó Flayn, preocupada.
-Servimos a Rhea, es nuestro deber buscarla hasta que la encontremos, o sepamos que está muerta. Y Rhea declaró que Byleth era su sucesora, si algo le ocurría. Yo también siento que están vivas, seguiremos buscando, no pierdas la esperanza. - le respondió, acariciando al dragón junto a él.
- ¿Os arrepentís, padre? - le preguntó Flayn en voz baja. -¿De no haberos confesado a Byleth antes de que todo se arruinase?
-Todos los días y a todas horas - susurró Seteth, dolido. -Y te puedo prometer una cosa, hija mía: aunque los caballeros se vayan y pasen siglos, seguiré buscándolas.
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-Y aquí estamos de nuevo - comentó Flayn, tomando su taza de té. -¿Vais a dudar otra vez?
-Ha vuelto, y eso es un milagro que debemos agradecerle a la diosa - le contestó Seteth, mirando por la ventana de sus oficinas. Abajo, en el patio, Byleth animaba a sus alumnos, como había hecho hacía tanto tiempo. No se apreciaba el paso del tiempo en ella, lo que solo confirmaba las sospechas de Seteth: esa mujer estaba tan relacionada con la Diosa como ellos.
Con una mueca, vio como uno de sus antiguos alumnos le acercaba una toalla con una sonrisa gentil. Para su alegría (aunque no lo reconocería nunca en voz alta), Byleth rechazó la toalla y siguió entrenando.
-Hermano, no seáis obtuso - se desesperó Flayn. Seteth se volvió hacia ella, sonriendo. Desde que Byleth había vuelto y todos se habían establecido en el monasterio, sabía que su hermana no dejaría pasar el tema. Afortunadamente, había tenido tiempo de pensar y de saber qué contestar.
-Flayn, estamos en guerra. Rhea está desaparecida. En cualquier momento podemos morir, nadie está a salvo. Todo nuestro esfuerzo debe estar en conseguir nuestros objetivos. Pero te prometo algo, Flayn. Si todo sale bien y seguimos vivos cuando la guerra termine, intentaré unir nuestros destinos.
-Eso espero, padre - contestó Flayn, mirándolo con desconfianza. -Aunque solo sea porque dejeis de meteros en mis asuntos.
-Hablando de eso... he visto que algunos de los jóvenes andan tras de ti... ¿estás segura de que no te incomodan? Al igual que Byleth, eres una mujer joven, bella y con un emblema poco común. Es de esperar que te hagan proposiciones inadecuadas...
-¡Hermano! - gimió Flayn, desesperada.
Seteth sonrió. Al menos había conseguido que Flayn se preocupase por otra cosa.
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La gente celebraba la victoria sobre el Imperio de Adrestia. Nobles y plebeyos, con y sin emblema, todos compartían la misma alegría por el fin de esa guerra sin sentido. Por supuesto, ahora llegaba el desafío de reconstruir Fodlan, pero Seteth tenía la esperanza de que todos colaborasen como lo habían hecho en la guerra. Una nueva era comenzaba, y Seteth tenía la intención de que Flayn y él la disfrutasen al máximo. Pero antes, tenía una promesa que cumplir.
Con el corazón latiéndole salvajemente, más incluso que en medio de una batalla, Seteth llegó a los pies de la torre principal de Garreg Mach. Miró hacia arriba, y vio la silueta de Byleth entre las almenas. Respiró profundamente, y se encaminó a las escaleras.
Escondida entre las sombras, Flayn sonrió. Amaba a su padre profundamente, y no dudaba de su futura felicidad. Para ella, que su padre pudiese ser otra vez feliz, libre además del yugo de Rhea y amando a Byleth, era casi tan milagroso como haber ganado la guerra.
Juntó las manos y elevó un agradecimiento a la diosa. Tras eso, se dirigió a la fiesta. Su padre había encontrado a Byleth, ahora le tocaba a ella.
N.A.: Siempre me ha llamado la atención que en este Fire Emblem específico, solo puedas emparejarte al final del juego. Así que supongo que los personajes pasan por todo un dilema moral antes de declararse... ¿Os ha gustado? ¡Se agradecen las reviews!
