Desclaimer: Aprovecharía mejor este hueco pidiendo disculpas por tardar tanto…¡¡¡4 MESES! Así que, espero que no me hayan olvidado y que este capítulo les guste. Igual los personajes no son míos, son de J.K, a la que adoro tanto como su sexto libro…(soy sarcástica, no se sí se notó)

Les dejo con el capítulo 13…¡disfrútenlo!

Cuando cambias la vida

¿Qué nos queda?

Bajo la débil luz de las varitas, Ron y Draco corrían con una rapidez inusual, sobretodo el primero. El rubio le seguía, algo fatigado pero disimulándolo. Ron estaba como loco, murmurando palabras sin sentido y maldiciendo a su compañero de equipo.

-¡Más despacio, Weasley!-ordenó Malfoy, aminorando el paso. El pelirrojo se dio la vuelta, frustrado. Había llegado a un pasillo sin salida, solo regresando atrás. Suspiró y se revolvió el cabello con desesperación.

-¿¡Ves a lo que nos lleva tu incapacidad para controlar las emociones?-apuntó con brusquedad el rubio, señalando la pared de piedra delante suyo. Ron le miró molesto y se acercó a él, apuntándole con el dedo índice.

-Hace cinco minutos la mujer que quiero, mi futura esposa embarazada de dos meses, ha gritado, lo más seguro es porque algo ha pasado…¿quieres que la busque andando y relajado o dando saltitos de alegría, Malfoy? Una cosa es saber controlar tus emociones y otra es que una de las personas que más quieres en el mundo se encuentre en peligro mortal y tú vayas hacia ella como si fueras dando un paseo…

-Te recuerdo que hace una media hora encontré el cadáver de mi padre, helado como el hielo, y no me desmoroné si no que pensé con frialdad y rapidez-dijo Malfoy, temblando levemente. Ron alzó una ceja y decidió no decir nada, tampoco encontraba algo que decirle. Se dio la vuelta y comenzó a caminar a paso rápido hacia la inmensa negrura. Draco suspiró abatido y se dispuso a seguirle. Sabían a la perfección que no era bueno que discutieran, pero el odio mutuo que ambos se dirigían era demasiado. Entonces, ¿que haría cuando se enterará de que su hermanita pequeña salía con el ser que él consideraba más despreciable del mundo?

-"Seguramente nos matará a ambos"-pensó amargamente el rubio, y en ese momento, la imagen de Ginny, sola por los fríos pasillos y gritando socorro con desesperación le inquietó. No sabía como estaba ella. Considerando que se habían separado en un cruce con tres salidas, seguro que estaría con alguien. Se sacudió la cabeza, giró a la derecha y se decidió a no pensar en que corría un inevitable peligro.

Mientras, un grupo numeroso de mortífagos recorrían los pasillos, olfateando el aire intentando encontrar el aroma de los aurores. Pegaban los oídos a las paredes y escrutaban cada rincón. No encendían las antorchas por si delataban su posición y la oscuridad era algo molesta para buscarlos. Menos mal que el absoluto silencio y el conocer el cuartel a la perfección jugaba a su favor, pudiendo escuchar pasos a metros de distancia, más si los individuos corrían y pudiendo saber de antemano si iban hacia un callejón sin salida, o si podían coger un atajo para alcanzarles.

Acababan de escuchar un grito agudo, de una mujer, y lo más seguro que auror también. Pero no podían apresurarse. Estaban seguros que no habían entrado solo esos seis al cuartel y tenían que aniquilar a todo el que estuviera por aquellos corredores. De repente los pasos del grupo se detuvieron y una figura se antepuso a los demás. Catherine Hakons se bajó la capucha, dejando que su pelo negro reluciera a la luz de los lumos´ de su equipo. Mandó callar con un gesto y todos pudieron escuchar con total nitidez el golpe seco que producían los pasos de alguien. Al fondo del corredor, dos figuras se materializaron con un sigilo asombroso, saliendo de repente de la oscuridad. Sus miradas, verde y marrón, se cruzaron durante un instante con las negras pupilas de Cat y pronto se perdieron en línea recta, empezando a correr. La mortífaga profirió un grito feroz y los mortífagos se dispusieron a seguir a los dos jóvenes.

Más adelante, Harry y Hermione corrían. Seguían el eco del grito de su amiga, que se había quedado grabado en su mente. Parecía que la cabeza les iba a estallar. La preocupación por como estuviera Luna se juntaba por la desesperación de que tenían a unos 10 mortífagos siguiéndoles, deslizándose por aquellas mazmorras con una sutileza y rapidez increíble, mucho más que la suya. Ellos podían saber perfectamente si iban hacia un callejón sin salida. Entonces, en otro de los muchos cruces de pasillos, otras dos figuras se aparecieron, chocando de frente con ellos. Sus respiraciones agitadas se mezclaron con el aire. Los dos aurores se levantaron rápidamente y sacaron sus varitas.

-¡No!-gritaron Harry y Hermione. Ella cogió a Draco y Ron por la manga de la túnica y les arrastró mientras escuchaba los pasos ágiles del grupo de mortífagos cada vez más cerca. Harry les siguió.

-¡Harry, Hermione…!-dijeron Draco y Ron, parándose. Hermione tiró más fuerte de Ron y Harry cogió al rubio y le arrastró.

-¡Nos persiguen!-volvieron a gritar los dos amigos. El rubio y el pelirrojo les miraron. Ron Weasley y Draco Malfoy empezaron a correr inmediatamente, pasando a Harry y Hermione. Los cuatro recorrieron corredores, fieles al rastro del grito de Luna y con Catherine y su grupo pisándoles los talones.

-Creo que ya estamos cerca-dijo Ron, con su corazón latiendo a mil por hora. Hermione, que ya no escuchaba a los mortífagos, aminoró el paso y sus amigos la imitaron.

-Deberíamos intentar que Robert, Ginny y Luna nos localizaran, para encontrarles. Esto es gigante-.

-Pero Herms, nos delataríamos-contestó Harry, mirando a su amiga.

-Da igual-interrumpió Malfoy-encontrarnos lo harán igual, lo primero es encontrarles a ellos-.

-Por primera vez creo que Malfoy lleva razón-dijo Ronald. Todos asintieron y Hermione no pudo evitar sonreír levemente. Siguieron corriendo, y se pararon en otro corredor vacío, levemente iluminado. No había salida. De repente, Ron miró al suelo, donde un reluciente y pequeño pendiente brillaba en la oscuridad. No tardó en reconocerlo. Ese pendiente pertenecía a su hermana. Los cuatro se miraron y asintieron a la vez.

-¡Robert!-gritó Harry-.

-¡Luna!-gritaron Ron y Hermione a la vez.

-¡Gin!-gritó Draco-¡Luna, Robert, Ginny!-volvieron a gritar los cuatro. Pasaron unos segundos en completo silencio. Adelante, a su izquierda, observaron como las rocas de la pared giraban y una pelirroja confundida salía de ellas.

-¡¡¡Ginny!-gritaron todos, y se abalanzaron contra ella. Draco tuvo que aguantar el impulso de abrazarla en ese instante, besarla con todas sus fuerzas y ahogar una exclamación desesperada en su hombro. De repente, la joven Weasley abrió mucho los ojos, clavándolos en algún punto por encima del hombro de su novio. El ruido que salía de la sala (hechizos, maldiciones y gritos) les había distraído.

-¡Corred adentro!-gritó desesperada. Sus amigos miraron hacia atrás, donde a unos 50 metros avanzaban con pavorosa velocidad, como si flotaran, el grupo de una decena de mortífagos que les llevaban persiguiendo casi todo el rato. La voz de Cat resonó en los pasillos y el hechizo verde brillante se estrelló contra las paredes, pasando cerca de Harry. Los siete corrieron al interior de la sala y cerraron la puerta de rocas lo más rápido que pudieron.

-Innaportus -.La puerta desprendió un resplandor rojo y quedó potentemente sellada. Todos suspiraron, algo aliviados, y miraron a sus pies. Estaban en lo alto de unas anchas escaleras, que bajaban hacia un corral circular, rodeado de altas vayas metálicas. En el centro había una gran jaula, y dentro cuatro mortífagos atados y desmayados. Robert estaba terminando de cerrar con llave la celda y apenas les dirigió un movimiento de cabeza cuando les escuchó entrar. Y al lado de la jaula, tendida en el suelo, estaba Luna.

-Luna…-susurró Ron, y bajó apresuradamente los escalones. Tropezó y cayó rodando hasta el suelo.

-¡Ron!-gritó Harry y corrió hacia él. Los otros tres le siguieron. El pelirrojo, ayudado por su mejor amigo, llegó hasta su prometida. Cogió su mano. Estaba fría como el hielo.

-Luna, respóndeme amor, responde…-Ron le dio unos leves golpecitos en las mejillas pero la chica no respondió. Robert se unió al grupo con gesto preocupado-Luna, por favor…-.

-Ronald…-interrumpió Hermione, acercándose a su amigo pelirrojo y cogiendo la mano de su amiga rubia. Pasaron interminables segundos de silencio. Todas las miradas se dirigieron a la apacible imagen de Luna en esos instantes, blanca como un copo de nieve, con un cabello rubio platino que brillaba bajo la suave luz de las antorchas azuladas

-Respira…-anunció Hermione, con lágrimas de felicidad y acariciando con ternura el cabello de su amiga. Inmediatamente todos sonrieron, calmados y abatidos. Ron la cogió entre sus brazos y empezó a sollozar como un niño. Sintió el calor de su cuerpo y como unas manos se aferraron a su cuello. Cuando separó la cabeza de su cabello, Luna le sonreía, como si acabara de despertar de un gran sueño.

-El delantal me salvó-dijo simplemente, con voz queda, perdiéndose en el mar azul que eran los ojos de Ron. Él la miró aliviado, con una ternura sobrenatural. Pero la escena era demasiado prefecta. Se escuchó un golpe sordo, y en pocos segundos la sala se llenó de hechizos lanzados para matar, de rayos multicolores y de gritos constantes. Los aurores se escondieron detrás de la jaula y arrastraron (literalmente) a Luna consigo.

-¿Cuál es el plan?-preguntó Ginny. Los seis amigos se miraron entre sí-.

-No hay ningún plan-dijo Draco, mirándola fijamente. Ginny alzó una ceja y rió levemente, una risita nerviosa.

-Muy bien, pues a la de tres salimos-ordenó la pelirroja. La miraron durante unos cortos instantes y al final todos asintieron a la vez que la jaula se estremecía por el golpe de los hechizos.

-Una…-. Hermione le dio a Harry un leve apretón en la mano.

-Dos…-. Ron intentó que Luna se quedara tumbada, pero la rubia no se dejó ceder y se levantó, con la varita en mano y sin muestras de flaqueza.

-Y…¡TRES!-.

-¡DESMAIUS!-gritaron los siete en dirección a algunos mortífagos. Dos de los hechizos dieron en su objetivo, pero los otros cinco chocaron contra las paredes. Las manos de Harry y Hermione se entrelazaron, y el moreno la arrastró hasta detrás de una columna. Ron protegió a Luna, y ambos corrieron hacia la dirección contraria, con varios hechizos pasándoles cerca. Draco, Ginny y Robert fueron hacia una tarima que había detrás de la jaula, y se escondieron allí. Se había creado una gran confusión con la salida de los aurores que no se sabía donde estaban. Cada uno se agazapó en su escondite, respirando con más tranquilidad, pensando como salir de esa situación cuando los mortífagos eran más.

-Hermione…-susurró Harry a su oído. La chica giró la cabeza-Hermione…quédate aquí-dijo. Hermione le miró con sus dos orbes brillantes y justo cuando iba a salir hacia donde estaba su amigo Ron, Hermione le cogió del brazo y le miró suplicante.

-P-ero…Pero…-.

-Pero nada, Hermione…-.

-¡Sí, Harry!-exclamó la joven en un susurro-No irás solo yo…yo te acompañaré-afirmó. De repente se escuchó un fuerte estruendo y un grito. En el centro de la sala la jaula se abrió y los mortífagos de su interior salieron. Entonces, la puerta de rocas de entrada al lugar también se abrió, y todos los aurores de la misión entraron por ella. Harry, sin dejar de mirar a su "amiga", no pudo reprimir una leve sonrisa. En igualdad de condiciones, su victoria era más segura. Y más con el apoyo de esa personita sentada frente a él, sonriendo con igualdad, firmeza y seguridad. El moreno asintió, le dio a Hermione un leve beso en la frente y se levantó con la varita en alto. Segundos después, perdió a su amiga por entre las peleas.

Avada keda…!-.

Expelliarmus!- la varita del mortífago voló unos cuantos metros a su derecha y cayó justo a los pies de Robert, que terminó de tumbar a su contrario. Cogió la varita y la rompió, tirándola hacia un lado.

Desmaius!-dijo Harry. El mortífago cayó al suelo al instante. Harry le guiñó un ojo a Robert, y poco después se perdieron de vista. Cada vez había más mortífagos por el suelo y por desgracia, la mayoría de los aurores y compañeros que estaban tendidos en el suelo estaban muertos, rígidos como una tabla y blancos como la cera, un blanco con matices verdes. Repugnante. Harry avanzó con sigilo por la sala. Entonces, dos mortífagos empezaron a perseguirlo.

Mientras Luna y Ginny luchaban juntas contra Avery, Hermione ayudaba a Taylor Smith, agazapados y escondidos en un pequeño y oscuro rincón. Su mujer, Audrey Smith, acababa de morir a manos de Catherine.

-Quédate aquí y no te muevas-ordenó Hermione al hombre desolado, que sollozaba sin hacer apenas ruido. Ya era suficiente, Cat tenía que ser parada.

De repente, un alarido partió la lucha. Avery cayó abatido al suelo, retorciéndose como una serpiente. Ginny y Luna se miraron triunfantes, aunque el hechizo utilizado hubiera sido tan cruel. Hermione las sonrió con tranquilidad desde la distancia.

En unos instantes, todo pasó tan rápido.

Se escuchó con total nitidez la voz de Harry y Ron. Dos hechizos rojos impactaron en dos cuerpos distintos y ambos cayeron al suelo con un golpe seco. El ambiente se congeló y todos los aurores supervivientes se miraron entre sí. Eran pocos, quizá no más de 10.

Pero había una veintena de mortífagos en el suelo, la mayoría desmayados e inconscientes. Avery no tenía fuerzas para levantarse, y unos pocos estaban muertos. Los aurores se miraron entre sí, con los ojos brillantes. Muchos empezaron a derramar lágrimas de tristeza al ver a sus amigos tendidos en el suelo, la mayoría muertos. Ginny, Luna y Marian, una auror excelente, empezaron a buscar supervivientes entre los cuerpos caídos en combate, tanto de mortífagos, que eran mayoría, hasta de los suyos. Apartaban a los mortífagos vivos y los amordazaban y ataban con gruesas cuerdas, antes de que despertaran. Los que tenían heridas graves eran curados y dejados inconscientes. Draco, Ron, Harry y algunos más eran los que se encargaban de atar a los mortífagos. El resto de aurores lloraba tendidos en el suelo la muerte de algún amigo.

-¡Harry!-gritó de repente Hermione, mirando a los cuerpos de los mortífagos. El moreno dejo a John Lewis amordazando a uno y alzó la cabeza para mirarla. Verde y marrón se juntaron en una conexión infinita, y lo que portaba la mirada canela de Hermione hizo que Harry se preocupara de verdad. Parecía angustiada, preocupada, dolida…

Harry se acercó a ella y se plantó delante suyo, mientras los ojos de Hermione comenzaban a brillar.

-No está…-dijo en un susurro. Su amigo la miró, desconcertado, y después se dio la vuelta. Ambos volvieron a revisar a los mortífagos, pero efectivamente, era inútil. Catherine no estaba entre ellos.

Y como si de una premonición se tratara, una figura femenina se deslizo con delicadeza por las escaleras de los laterales, oculta entre las hileras de columnas de piedra. Sus ojos oscuros brillaron con maldad desde la oscuridad de su escondite, mientras la venganza residía en ellos.

-Si logro crear la barrera…todo será muy fácil-se dijo a sí misma.

Bajó hasta la tarima donde se encontraban los aurores, y susurró un hechizo. Maggie Simons cayó al suelo al instante, mientras Ginny corría hacia ella. Observó como Ginny, Luna y otra mujer más ayudaban a los heridos, y como los restantes, menos dos aurores bastante afectados, se ocupaban de su familia, de sus súbditos, de su ejército. La ira creció en su interior, a la vez que la rabia se instalaba en su pecho, quemándola por dentro. Remojó sus secos labios en saliva, mientras escrutaba cada movimiento.

Y allí los vio.

Harry junto a la estúpida castaña, rebuscando entre los cuerpos. Sentía una repulsión enorme hacia aquella pareja, una repulsión infinita. Debían morir, pero él, el causante de todo, debía hacerlo antes.

Se deslizó en círculo por la sala, escondida todavía, para acercarse lo suficiente a Harry.

Y salió de la nada. A penas dio tiempo para que rodos volvieran la cabeza hacia ella, para que pudiera reflejar la imagen de la sorpresa en los ojos del moreno. Un haz de luz blanca salió de la punta de su varita, envolviendo a ambos. Hermione, que se encontraba muy cerca de su mejor amigo, fue bruscamente rechazada por aquella fuerza blanca, y fue expulsada contra la columna más cercana, cayendo al suelo inconsciente. A penas se escuchó el desgarrador grito de Ginny cuando su amiga cayó, mientras intentaba avanzar a ciegas. El resplandor también cegó a los que se encontraban a su alrededor durante unos instantes. Los mortífagos desmayados se despertaron de golpe, y los que no estaban todavía atados aprovecharon para intentar escapar, mientras la luz iba perdiendo efecto. Los aurores comenzaron una lucha con apenas cuatro mortífagos, mientras la esfera brillante cada vez perdía más brillo.

La lucha acabó dos minutos más tarde, con el resonar del último cuerpo chocando contra el suelo.

Y después solo quedó admirar la medio esfera que rodeaba a Harry y Catherine. Solo quedaba esperar, pues ningún hechizo podía penetrar en ella.

Y en su interior, Harry empezó a toser con brusquedad, como si hubiera recuperado el aire de repente. Abrió los ojos, y la cortina de humo se disipó al instante. Solo pudo observar la figura de Cat en frente suyo, jugando con su varita en su mano derecha y silbando alguna melodía desconocida. Sonrió cuando le vio levantarse. Sus piernas parecían de gelatina, y el esfuerzo que le mantenía en pie le dejaba agotado. Pero no iba a enfrentarla sentado o de rodillas.

-El "rey" durmiente despertó-dijo con sorna, y fijó sus profundos y fríos ojos en él, sin parpadear ni una sola vez. Harry se estremeció levemente y sintió como un potente aire frío se colaba por el pecho y le impedía respirar con normalidad. Cuando miró su pecho, no pudo más que recitar algunas palabras de asombro, mientras al fondo, la sonrisa de la mortífaga se ensanchaba con malicia.

Harry le dirigió una mirada de incertidumbre, y Cat rió. Se acercó a él con parsimonia, y poso sus dos manos en su torso desnudo.

El contacto hizo que a Harry se le helara la sangre. La quiso apartar, pero la marca brillante que había en su pecho parecía no dejarle. Ahora desprendía una luz sobrenatural. Cerró los ojos, e inspiró descontroladamente. Luego, Cat cayó al suelo de un empujón, a la vez que el brillo de la marca desaparecía hasta volverse débil, y a la vez que u respiración volvía a ser algo forzada. La morena de apartó sus largos y lisos mechones del rostro y se levantó mientras unos cuentos hechizos potentes chocaban contra las paredes de su celda brillante, pero no lograban ni que el brillo se apagara, ni que la cúpula temblara. Solo lograban que allí dentro se formara un espectáculo de color, que en otra ocasión hubiera sido perfecto.

Pero ahora no era ni el momento, ni el lugar. Eso lo tenía el moreno muy claro, y ella también.

De repente, se encontró con Cat a pocos metros suyos, apuntándole con la varita directamente al pecho. Ahora volvían a caerle pelo por la cara, pero no lo quería evitar. Solo su mirada se salvaba, y eso no podía tranquilizar. Sus ojos eran temor y rabia.

Harry se apresuró a sacar su varita también, mientras el dolor en su pecho arremetía con fuerza, y creía que podría dejarle sin consciencia de un momento a otro. Ella no pareció inmutarse por eso, aunque Harry daba por seguro que ya lo sabría.

Estuvieron largos minutos observándose, apuntándose con sus varitas. El festival de haces de luz de colores todavía perduraba, y la insistencia de los aurores llenaba a Harry de orgullo.

Finalmente, Catherine se echó su larga melena hacia atrás, y lo que mostró no dejó al moreno tranquilo.

Su expresión de total repugnancia era total, y sus ojos brillaban de rabia e ira. Daba escalofrío mirarla, porque realmente parecía más furiosa que nunca. La vena de su cuello latía con violencia, y el joven estaba seguro de que le mataría en cuanto abriera la boca, pero no fue así.

-Da igual lo que hagas, Harry Potter…da igual. Esa herida profunda en tu pecho te marca. Y quizá quieras saber de que se trata el precioso hechizo que inventó mi señor, Lord Voldemort, aunque yo le ayudé mucho-. Dijo todo esto sin que ni un amago de sonrisa maléfica o de burla cruzara su rostro. Seguía con su expresión firme, y con la vena de la sien desbordada. Harry sintió como un escalofrío le recorría la columna vertebral, pero no demostró flaqueza.

-Dímelo, si tan importante era para Voldemort-dijo él, sonando despreocupado. Esta vez, una leve curvatura surgió entre sus labios, pero era una sonrisa de descontrolada maldad. Harry creyó que se pondría a reír en cualquier instante, con esa risa profunda que hacía a la gente encogerse cuando la escuchaba, o al menos su corazón lo hacia, turbado por algo tan frágil y a la vez potente, que hería sin saberlo.

-¿Sabes que si yo ahora mismo te lanzo cualquier hechizo a esa marca morirás? Aunque sea un débil Wingardium Leviosa, que nada te haría en otras cirscunstancias. Esa marca hace que seas impune a cualquier tipo de hechizo, incluso para intentar curarla. Así que pide a Dios o a quien sea, que cuando salgas de esta, si aún sigues vivo, a ninguno de tus queridos y patéticos amiguitos se les ocurra intentar curarte esa herida con un hechizo. Este conjuro es desconocido, y lo llevamos aquí investigando desde que Voldemort se alzó. Poco después de que tú lo matarás, yo pude conseguir llevarlo a cabo gracias a todo lo que mi señor había conseguido hasta entonces. Por supuesto, no se lo conté a nadie. Habria sido absurdo. Ahora yo solo se este secreto, y nadie lo sabrás jamás-. El chico la miró, intentando que el temor no se instalara en su verde intenso. Si era verdad lo que decía, estaba marcado, y no se podría evitar. ¿Qué tenía que hacer ahora?

-Creo que ha llegado tu hora-añadió ella, borrando el amago de sonrisa de su rostro, y poniéndose tensa. Él irguió aún más el brazo, reprimiendo las lágrimas por el pinchazo de la marca.

Pasaron interminables segundos, en los que los dos se estudiaban.

-Ya es tarde…-se dijo para sí. No había marcha atrás.

Los dos se miraron por última vez.

Los dos se observaron, se estudiaron.

Los dos dejaron a sus pulmones recoger todo el aire posible.

-¡Avada Kedavra!-gritaron los dos con violencia. El hechizo de Harry surcó la distancia más deprisa, y ambos se encontraron a pocos centímetros de Catherine. La muchacha miró los rayos de luz sin comprender. Harry pudo observar durante una milésima de segundo el terror en sus ojos, pero no servía de nada.

Y después solo quedó verde. La explosión ocupó toda la esfera. Al moreno solo le dio tiempo a cerrar los ojos antes de sentir como le ardía el cuerpo. Cayó de bruces contra el suelo, y sintió como se desvanecía de ese mundo, como su alma volaba en dirección a otro lugar.

Fuera, los hechizo habían parado bruscamente. La explosión verde dentro de la cúpula brillante les dejaba a todos sin saber que hacer. De repente, se vieron sorprendidos por una ola de aire caliente, y no pudieron evitar caer hacia atrás. Se levantaron con el cuerpo dolorido, y no podían ver nada.

Había una densa nube de polvo. Empezaron a toser violentamente y su mirada se llenó de lágrimas.

Cuando el polvo se disipó, gracias a unos cuantos hechizos lanzados con precaución, se quedaron sin palabras. El cuerpo de Catherine estaba tendido a unos metros de Ron, que la miró con desagrado. Estaba muerta. Y, aunque nunca se lo hubiera imaginado, no pudo evitar sonreír levemente. Harry lo había conseguido.

Pero vio que los demás no sonreían. Vio que al otro lado Luna derramaba una lágrima tras otra, y los ojos de su hermana lo harían en breve. En su regazo, una Hermione dolorida miraba fijamente a unos metros delante suyo.

Lo que vio le dejó sin habla.

-Harry…-susurró, y empezó a sollozar como un niño chico, mientras Robert se acercaba a él y lo abrazaba, también soltando algunas lágrimas. El resto de aurores también empezaron a llorar, compungidos por la imagen del auror. Malfoy se acercó afectado a su novia y la envolvió también en un abrazo, besando con delicadeza su pelo.

Sin embargo, alguien no lloraba. Hermione miraba el cuerpo de Harry. Casi sin fuerzas, empezó a deslizarse por el suelo para llegar a él, y Luna no pudo persuadirla a tiempo. El tiempo se congeló cuando llego a su lado. Todos los aurores la miraron, sin saber que hacer o pensar.

Y finalmente, Hermione le acunó en sus brazos, escondiendo la cabeza en su melena indomable. Oliendo cada ápice de su pelo moreno, y besándolo con delicadeza, sin decir nada más, sin hacer nada.

Pero todos vieron como una marca en su pecho relucía de nuevo, una marca que había perdido todo su brillo y que ahora brillaba con intensidad. La castaña separó el rostro de su pelo. Observó sin entender su torso desnudo, mientras una sola lágrima rodaba por su mejilla. Sus manos dejaron de abrazarlo, y lo depositaron con suavidad en su regazo. Instantes después, se posaron sobre la marca brillante.

Y lo que sintió después la dejó mareada. Un cúmulo de sensaciones, de historias y de recuerdos. Sintió vida y muerte, esperanza y añoranza, pena y gloria. Sintió tristeza y alegría, sintió amor…

Amor…

Y tan de repente como todos esos sentimientos y sensaciones la rodearon, se disiparon como el humo, devolviéndola a la realidad. Su maldita e indeseable realidad, donde una decena de rostros la miraban, donde se sentía sola y perdida. Separó las manos con lentitud de él, sintiendo como su vida se apagaba, y otra lágrima más surcó su mejilla.

Volvió a acunarle en su pecho, como a un niño pequeño, empezando a llorar.

-Mis lágrimas nunca curaran tus heridas…-murmuró con desaliento. A su alrededor, la esperanza se difuminó, dando paso a su contrario, y un sentimiento embargó a todos los presentes, una tristeza tan grande que no existía hasta ese mismo instante. Ella oía rescoldos lamentos y sollozos a su alrededor, pero no los escuchaba.

No aguantó más. Su corazón pareció detenerse, mientras la rabia se instalaba en su pecho. No había desahogo, ya todo estaba dicho.

-¡Harry!-. Su grito desgarrado llegó a todos los oídos, y acrecentó los sollozos. Mientras ella perdía su vida a cachitos.

No quedaba nada…

¡¡¡No puede ser! ¡¡¡Terminé el capítulo!

¿Cuánto tiempo pasó, mis queridos lectores? Creo que las disculpas no son suficientes, pero es lo único que tengo. Siento enormemente la tardanza, y sé que a muchos les prometí ponerlo antes, pero se me estropeó el PC justo cuando iba a subirlo, y el virus me borró todo el documento, por ello lo volví a escribir, y al volverlo a escribir se me ocurrieron nuevas cosas, y por ello tardé otras dos semanas o tres…u.u Lo vuelvo a decir, lo siento muchísimo.

Este es el penúltimo capítulo, luego viene el último. No se si haré un epílogo…creo que no, porque la verdad no se como…pero si lo hago se lo diré en el próximo.

No llevo escudos anti tomatazos, así que ruego que al menos no me tiren tomates muy grandes anda jeje.

Por algo que leí en las nuevas reglas (de hace tiempo ya que son nuevas xD) no puedo contestar reviews…perdonenme por ello, pero no quiero arriesgarme…de todas formas, muchas gracias a mi querida eni (enigranger) por estar ahí aguantándome mucho tiempo, mi querida Francis, a la que aprecio mucho, mi Tohko, que es una gran persona y a Ladyamatista, que hace poquito que se unió a mi fictie…MUCHAS GRACIAS A TODOS! Me hacen tan feliz : )

Muchas gracias de antemano también a los que leen y no me dejan reviews.

Y dejen reviews a esta pobre joven adolescente si pueden.

Con un cariño infinito:

Elen