Cachorros.

By Tenshi Lain

Notas en negativo:

-Los personajes de YU-GI-OH! son propiedad de Kazuki Takashi, solo los utilizo porque ADORO el SetoXJoey.

-Esta Historia contiene Shonen Ai, si no te gusta, ya sabes donde está el botón para salir, si te gusta ¡disfrútalo!

Cap. 4

Kaiba salió de su habitación y bajó hacia la planta baja. Eran las siete y cinco de la mañana. Hoy no tenía juntas hasta las ocho, así que se había dado el lujo de dormir hasta las siete. Aunque como su cuerpo estaba acostumbrado a levantarse a las seis, se había pasado la última hora tumbado en la cama leyendo un libro que hacía siglos que había empezado. Lo leía por puro ocio, así que no tenía prisa en acabarlo.

Al llegar a la cocina se sorprendió al ver a Kari junto a Hana frente a los fogones.

- Y ahora le damos la vuelta...

- ¡yo, yo, yo! - pidió la niña emocionada.

- Vale, pero con cuidado.

Kari acercó el taburete hasta quedar cerca de la sartén. Cogió la espátula que le daba la cocinera y con cuidado volteó la tortilla.

- ¡Mira, no la he roto! - dijo la pequeña orgullosa.

- Ya lo veo, lo has hecho muy bien ¿quieres hacer tú el zumo?

- Si - dijo la pequeña sonriendo y bajando de un salto del taburete.

Fue entonces cuando se percató de la presencia del moreno.

- ¡Seto, buenos días! - la pequeña le dio un fuerte abrazo - Estamos preparándote el desayuno, pero aun falta un poco. Creí que dormirías más hoy que puedes...

- Estoy despierto desde las seis, mi cuerpo no admite las horas de más.

- Ojalá te pasara eso con el trabajo - dijo Kari con el ceño fruncido y los brazos en jarras.

- ¿Quieres dejar de repetir lo que dice tu padre? - dijo Kaiba levantándola en alto y haciéndole cosquillas en la barriga.

- Jajajajaja... pero... jajajaja... pero si es... jajajajaja... verdad jajajaja...

Kaiba la dejó en el suelo cuando vio que las lágrimas ya rodaban por sus mejillas. La pequeña siguió riendo mientras intentaba recuperar el aliento.

En pocos minutos el desayuno estuvo servido. Kari parloteaba alegremente sobre el nuevo juguete que Yugi les había enseñado el día anterior.

- Y entonces a los tres golpes, sale una bolita de metal que baja por la rampa al llegar a las teclas de colores suena Do, re mi, fa, sol, la, si, do y la puertecita se abre y sale una bailarina muy bonita...

- Es un juguete muy arcaico - comentó bebiendo su café.

- ¿Arc... qué?

- Arcaico. Quiere decir muy antiguo. Ese mecanismo parece más propio de un reloj de Cucút que de cualquier otra cosa. Como esos muñequitos de cuerda que te regalaron Yugi y Yami por Navidad.

- Pues a mi me gustan esos juguetes - dijo dando un mordisco a su tostada.

- Ya lo sé, pero aun no entiendo como puede gustarte más esos juguetes que los míos - dijo con intención.

- Claro que me gustan los tuyos, pero no todo son hologramas en la vida... - dijo algo borde.

Seto no le contestó, pero le dedicó una leve sonrisa. Siguieron desayunando tranquilamente. Kari parloteaba sobre lo que iban a hacer en el colegio ese día y sobre la última ocurrencia de Mamoru: carreras de escarabajos.

"¿Es que ese niño no tiene buenas ideas?" Pensó el CEO mientras le dejaba bien claro a su ahijada que no iba a permitirle que trajera bichos de esos a casa.

Después los dos se despidieron de Hana y subieron al coche. Normalmente Joey llevaba a Kari al colegio, pero cundo este estaba ausente, como era el caso ahora, Seto se encargaba de llevarla (Siempre que no tuviera alguna junta o reunión muy temprano).

- ¿Sabes? - dijo Kari en tono casual mientras esperaban que el semáforo cambiara de color - Mika-chan va sola al colegio todas la mañanas.

- Mmh...

- Y Chiho regresa sola - continuó la pequeña mirando de reojo al mayor.

- Ellas viven a dos calles del colegio - contestó Seto sabiendo de sobras a donde quería llegar la pequeña -, la mansión queda bastante más lejos.

- Mamoru coge el autobús...

- Mamoru va con el grupo de su barrio y su hermana mayor - recordó Seto -. Ya hemos discutido esto hasta la saciedad Kari. Eres demasiado pequeña para ir sola al colegio.

- Tengo siete años y medio - dijo con tono orgulloso como si con aquella edad ya fuera muy mayor.

- Demasiado pequeña - insistió Seto. Kari se cruzó de brazos y clavó la mirada en el otro lado de la calle.

- Se cuidarme sola.

- Pero no sabes cuidarte de los demás - añadió Seto casi en un susurro.

Kari lo miró extrañada, sin acabar de comprender sus palabras. Pero antes de poder preguntar que había querido decir, el mayor dijo.

- Ya hemos llegado, que tengas un buen día.

- Igualmente - dijo Kari cogiendo su mochila y abriendo la puerta.

Kaiba pensaba que seguía enfadada y por eso se sorprendió al sentir el beso de despedida en su mejilla.

- Hasta luego Seto - dijo antes de cerrar la puerta.

Kaiba la vio atravesar la verja de hierro del patio y correr hacia un corrillo de niñas que la recibieron con una salva de buenos días y sonrisas. Después todas entraron en el edificio.

Una vez estuvo seguro de que su pequeña cachorra estaba en el colegio, arrancó el coche y se fue. De camino a la empresa no pudo evitar recordar la conversación que habían tenido.

- He hecho lo correcto - se dijo a si mismo.

Lo cierto es que desde que había empezado el curso, que Kari no hacía más que decir que quería ir ella sola al colegio, obteniendo siempre la misma negativa como respuesta tanto por parte de su padre como por la de Seto.

No era que no confiaran en la pequeña, pero en su día ya se llevaron un buen susto y no estaban dispuestos a repetir la experiencia.

FlashBack +

Kari acababa de cumplir los cuatro años, aunque ya era muy despierta para su edad. En la guardería siempre le decían a Joey lo lista que era su hija y que estaba muy adelantada en comparación al nivel de sus compañeros. Estos halagos hinchaban a Joey como a un pavo.

El rubio seguía trabajando en la empresa, aunque su trabajo como fotógrafo independiente cada vez tomaba más vuelo y se hacía más conocido. La empresa de Kaiba iba viento en popa, siendo cada nuevo proyecto un éxitos rotundos. Cualquiera diría que todo era perfecto. Sin embargo había algo que al presidente de Kaiba Corp le traía mosqueado.

- ¿Y por qué no? - preguntó el CEO por... ya había perdido la cuenta de las veces que se lo había preguntado. Demasiadas.

- Pues porque no - replicó el rubio pasándose el jersey por la cabeza.

- No entiendo por que eres tan terco - dijo Kaiba exasperado mirando hacia el ventanal.

Eran como las cinco de la mañana, después de una ardiente noche compartida, Joey se disponía a marcharse a casa. Quería llegar antes de que su hija se despertara y así poder desayunar con ella y su hermana (que se había quedado de canguro). Ya estaba casi listo para marcharse, mientras que Seto seguía tumbado en la cama, tan solo cubierto con las sábanas de cintura para abajo. Joey suspiró y se sentó a su lado.

- Seto - le llamó con tono suave, pero el moreno se limitó a ignorarle -. Seto por favor escúchame... - pero al ver que el otro seguía ignorándole se enfadó -. Deja de comportarte como un niño caprichoso y escúchame.

Kaiba le miró molesto por la comparación. Él nunca había sido caprichoso, nunca había pedido nada por el solo hecho de pedir. Cuando había querido algo era porque en verdad lo deseaba y siempre se había esforzado para merecerlo. Pero al parecer, en este caso, no se había esforzado bastante.

- ¿Por qué no quieres venir a vivir conmigo? - le preguntó Kaiba antes de que Joey pudiera decir nada.

- Ya te lo he dicho - replicó Joey pidiendo paciencia interiormente -. No quiero complicar más las cosas. Además así estamos bien ¿por qué tanta insistencia de repente?

- "De repente" nada, te los llevo proponiendo desde hace más de seis meses - dijo el CEO sentándose en la cama y mirándolo fijamente a los ojos -. Llevamos más de tres años juntos, no veo porque no quieres venir a vivir conmigo. Otras parejas se van a vivir juntos incluso antes.

- Pero nosotros no somos como otras parejas - dijo Joey -, además Kari...

- Sabes de sobras que adoro a Kari, no la pongas como excusa para escurrir el bulto.

- Yo no la pongo como excusa - protestó Joey dolido por las palabras del hombre al que le había dado su corazón -. Simplemente no se si es correcto que crezca en este ambiente...

- ¿Y es correcto que su padre venga a acostarse conmigo y después se marche como si hubiera pasado la noche con una puta a la que no tiene que volver a ver?

En cuanto Kaiba pronunció la última palabra, se arrepintió de lo que acababa de decir. Había sido un arrebato causado por la frustración que le causaba la situación. Siempre había conseguido lo que se proponía y no conseguirlo ahora... era una situación extraña para él.

Joey por su parte le dedicó la mirada de desprecio más fría que jamás le había visto. Ni siquiera en su época de estudiantes, cuando se pasaban el día discutiendo e insultándose, le había mirado nunca así.

- Si eso fuera cierto - dijo Joey con la voz cargada de veneno -, haría mucho que no nos veríamos.

Tras decir eso Joey recogió su cazadora de encima de un silla y salió dando un portazo.

- Joey - Kaiba se levantó dispuesto a seguirle y explicarse, pero entonces recordó su desnudez. Cogió un pantalón cualquiera y estaba a punto de salir, cuando escuchó el coche de Joey alejándose. Se sentó en el borde de la cama y se retiró el flequillo de su rostro con frustración -. Maldita sea...

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En los días siguientes, Joey no apareció por Kaiba Corp, aunque en realidad hacía semanas que Joey había pedido un permiso para poder ir a realizar un reportaje a Osaka. Lo que Kaiba no sabía era si después de su permiso, regresaría a la empresa.

Le había llamado varias veces, pero no había podido contactar con él. Un día se atrevió a llamar a Serenity para interesarse por la pequeña y de paso intentar obtener noticias de su rubio dolor de cabeza. La chica le dijo que los dos estaban bien, tras unos segundos de silencio Serenity se atrevió a preguntar si pasaba algo, que su hermano había estado muy raro antes de marcharse, serio y taciturno, incluso un poco triste. Kaiba se sintió mal al escuchar aquellas palabras, pero antes le dijo a su "cuñada" que no tenía que preocuparse.

Estaba arrepentido de lo que le había dicho, quería disculparse, pero el rubio no se lo estaba poniendo fácil.

- Si esperas que venga él a buscarte, puedes esperar sentado - dijo una voz sacándolo de su ensimismamiento.

- Mokuba - dijo el CEO al ver a su hermano mirándolo desde la puerta del despacho de su casa. Estaba tan perdido en su mundo que ni siquiera se había dado cuenta de su llegada -. Llegas temprano...

- ¿Temprano? - repitió Mokuba alzando una ceja con una sonrisa - Seto pasan de las nueve de la noche.

- ¿Ya? - se extrañó el empresario moviendo el ratón del ordenador para quitar el salvapantallas y poder ver la hora en la pantalla - He perdido la noción del tiempo - dijo poniéndose en pie tras apagar el ordenador.

- Ya se ve... ¿Quieres hablar?

- La verdad es que no - dijo dejándose caer en uno de los sillones del despacho. Mokuba se sentó a su lado.

- Guardártelo dentro no te sentará bien. Escupe.

Seto ladeó la cabeza sobre el respaldo del sofá y observó a su pequeño hermano, aunque en realidad lo de "pequeño" ya sobraba. Mokuba era un chico de 17 años, que no tardaría en alcanzar la estatura de Seto si seguía creciendo a aquel ritmo. Su cabello azabache continuaba rebelde, pero el chico había logrado encontrar la manera de que aquella cascada de cabellos negros que caían sobre sus hombros, acrecentaran su atractivo físico. Para Seto no era ningún secreto que su hermano contaba con un numeroso club de fans y algún que otro corazón roto. Era un buen estudiante, siempre sacaba buenas notas. Sería un buen hombre.

- ¿Y que quieres que te diga? - dijo en voz baja dirigiendo su mirada hacia el techo - Ya te lo conté: tuve una pelea con Joey, se enfadó conmigo y no he vuelto a saber de él. Eso es todo.

- ¿Y por que no vas a buscarle y hablas con él? - dijo Mokuba como si fuera lo más obvio del mundo.

- No es tan fácil...

- ¿Dónde ves la parte complicada? Vas, hablas con él y aclaráis las cosas. Listo.

Cerró los ojos y sonrió. Mokuba siempre le había respaldado en todas sus decisiones a lo largo de los años. La relación con Joey no fue una excepción. Es más, el muchacho se alegró tanto que se puso a gritar y dar saltos por la habitación cuando se lo explicó. Dijo que estaba encantado, aunque le riñó un poco por haber tardado tanto en decidirse.

- No es solo por la discusión - siguió Kaiba -. Cada vez que le pido que venga a vivir aquí me da largas. Empiezo a pensar que tal vez se halla cansado de estar conmigo.

- Claro que no - dijo Mokuba rotundo -, lo que ocurre es que tiene miedo de que la convivencia no funcione.

- ¿Tú como sabes eso? - preguntó Kaiba con el ceño fruncido.

- Porque Joey habla con Serenity y ella conmigo - confesó Mokuba con una media sonrisa -. Le prometí no decir nada, pero esto es por el bien de los dos. Ya sabes como era la situación familiar de Joey: su madre se fue con su hermana y con su padre nunca se llevó bien. Su adolescencia no fue una buena época (como seguro recuerdas). Pero ahora está muy a gusto. Durante este tiempo habéis estado muy bien. Aunque solo os vierais algunas horas al día, pero ¿y si cuando conviváis la cosa no funciona? Joey teme que lo que vivió con su padre casi toda su vida pueda repetirse. No quiere eso para su hija.

- Será estúpido - masculló Kaiba al saber como pensaba su cachorro - ¿y como puede saber que la cosa no irá bien si no lo probamos?

- Eso deberías preguntárselo a él - Mokuba se encogió de hombros y le dedicó una reconfortante sonrisa -. Hablad, poned las cosas claras y decidid.

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Eran las once de la mañana y Seto se encontraba ante la puerta del edificio del rubio. Después de hablar con Mokuba se había decidido a seguir su consejo: aclararía las cosas con Joey. No pensaba irse hasta obtener una respuesta por su parte (y a poder ser afirmativa). Joey debía de haber regresado de su viaje a Osaka el día anterior, así que debía de estar en casa descansando.

Se encaminó hacia la entrada del edificio, pero de pronto la puerta se abrió y alguien salió corriendo chocando contra él.

- Perdón - murmuró dispuesto a seguir con su carrera.

- Joey ¿se puede saber a que viene tanta prisa? - preguntó Kaiba sin soltarle los brazos para que no saliera por piernas.

- ¡Seto! - dijo sorprendido abriendo mucho los ojos, pero entonces pareció recordar algo e intentó soltarse - Déjame, tengo que irme.

- No hasta que me digas que ocurre - insistió el empresario con el presentimiento de que algo no iba bien. La mirada desespera que le dirigió el rubio no pudo más que preocuparle.

- Me acaban de llamar de la guardería. Kari ha desaparecido.

- ¿Cómo?

- No lo sé, por eso tengo que ir... - se dio vuelta intentando echar a correr, pero Kaiba no le soltaba.

- Espera yo te llevo, así llegamos antes.

Los dos se subieron en el coche del moreno y partieron calle arriba. La guardería estaba a unas calles, al otro lado del parque. Durante el trayecto, Seto miraba de reojo a Joey. Estaba sumamente nerviosos, no hacía más que retorcerse las manos y mirar por la ventanilla como si esperara ver a Kari en cualquier momento.

Seto se limitaba a conducir en silencio echándole furtivas miradas, no sabía si preguntar al rubio que había pasado, porque en el estado en el que se encontraba era capaz de tener una crisis nerviosa.

De pronto Joey dio un golpe contra su rodilla en una clara muestra de frustración y masculló un par de insultos.

- ¿Qué te han dicho exactamente? - preguntó Seto en el tono de voz más sereno que pudo encontrar.

- Me llamó la profesora encargada y me dijo que Kari había desaparecido del patio. Que un momento antes de apartar la vista estaba jugando con los otros niños y al siguiente ya no estaba.

Seto no dijo nada, simplemente analizó la información recibida como lo hacía cuando se encontraba ante un proyecto importante. Su mente racional tomaba el mando y alejaba las emociones para que no interfirieran. Aquel asunto era muy serio y grave, cualquier descuido podría ser fatal.

Llegaron ante la puerta de la guardería que estaba adornada con patitos amarillos y globos de colores. En la misma entrada un par de coches patrulla aparcados y algunos agentes rondando por el lugar.

Joey bajó del coche y corrió hacia la entrada en la que se encontraba una muy nerviosa profesora hablando con un agente que tomaba notas.

- Señor Wheeler... - dijo la mujer cuando el rubio llegó a su lado.

- ¿Qué ha pasado? - le cortó, la educación sobraba en esos momentos.

- Yo... yo no... - tartamudeó la mujer.

- ¿Es usted el padre de la niña? - intervino el agente.

- Si lo soy ¿Dónde está Kari?

- Por lo visto alguien se llevó a la niña mientras los cuidadores no miraban.

- ¡Eso ya lo sé! - explotó Joey exasperado, en sus ojos podía apreciarse una profunda angustia - Lo que quiero saber es donde está ahora.

- Estamos interrogando a los posibles testigos y buscando pistas en el patio pero aun no...

- ¡Detective Niwa! - llamó uno de los agentes de uniforme - un vecino dice que ha visto a un hombre sospechoso merodeando por la zona. Poco antes de que la niña desapareciera.

- ¿Tiene descripción? - interrogó el detective.

- Si, un hombre de unos cuarenta o cincuenta años, cabello entrecano y corto, robusto y con los carrillos marcados, abrigo marrón y pantalones azules.

- ¿Nada más? - insistió el detective.

- Si, el hombre dice que creyó distinguir una especie de lunar en la sien izquierda del hombre.

- No puede ser... - murmuró entonces Joey espantado.

- ¿Tiene idea de quien puede ser señor Wheeler?

- Tal vez - dijo Joey en un tono esquivo que desconcertó tanto a los dos policías como a Seto.

- Señor Wheeler, si sabe algo... - empezó a decir el detective Niwa, pero se cayó al ver la mirada que le dirigía el CEO.

Sabía de sobras quien era aquel joven de gélidos ojos azules, uno tenía que vivir bajo tierra para no saber quien era. En verdad que le había sorprendido verlo aparecer con el padre de la niña, pero había preferido no decir nada. No sabía de que se conocían aquel par, pero algo le decía que dejara hacer.

Seto cogió a Joey de un brazo y se alejó de los dos policías para poder hablar con algo de intimidad.

- ¿Sabes quien es? - más parecía una afirmación que una pregunta.

- No estoy seguro - dijo Joey sin mirarlo a los ojos y con el corazón oprimido.

- Joey por favor - Kaiba puso sus manos en los hombros el rubio para que lo mirara a los ojos -, esto es muy grave no te puedes guardar nada que pueda ayudarnos a encontrarla y mucho menos para ir tu solo a por ella.

La pequeña vacilación en los ojos de Joey le hizo ver que había acertado de lleno en su afirmación. Joey permaneció unos instantes en silencio mientras se mordía el labio inferior, como pensando en que debía hacer. Finalmente suspiró y habló.

- El hombre del lunar probablemente sea Saito Negishi...

- ¿Tu antiguo jefe? - dijo algo sorprendido Kaiba.

Recordaba a aquel despreciable sujeto para el que Joey había trabajado al poco tiempo de regresar a Dominó. En aquel entonces, le había mandado investigar debido a los comentarios que hacían los amigos de Joey y su hermano de lo tirano que era el hombre, y lo que había descubierto no le gustó nada. Esa fue una de las razones por las que contrató a Joey en su empresa. Alejarlo del peligro.

- Si, la descripción coincide, además...

- ¿Qué? - insistió Kaiba ante el silencio del rubio. Joey simplemente desvió la mirada con algo de vergüenza. Una leve idea cruzó la mente del moreno por una fracción de segundo - ¿Te hizo algo? - susurró.

- Lo intentó - admitió el rubio sin mirarle a los ojos y con una pequeña sonrisa cansada en los labios.

- ¿Qué te hizo? - insistió Kaiba sintiendo como la ira crecía en su interior. Cuando atrapara a aquel tipo...

- ¿Recuerdas el día que viniste a proponerme que me uniera a tu empresa? - Kaiba asintió con la cabeza - Bien, esa misma mañana tenía que ir según él a hacer el inventario con el otro chico que trabajaba allí. Pero cuando llegué todo estaba a oscuras. Solo estabamos él y yo - tomó aire y luego dijo de forma mecánica y rápida -. Intentó propasarse conmigo, pero yo le partí el mango de una escoba que había allí en la cabeza. No me quedé a ver si le había hecho daño de verdad o no. Simplemente salí por piernas como un perro cobarde.

- Eso no es propio de ti - dijo Seto mientras por su mente pasaban mil y una maneras de destruir a aquel repugnante ser.

- Lo se, en otras circunstancias lo hubiera molido a golpes, pero las cosas son distintas. Si hacía eso él podía tomar represalias. Tenía que pensar en Kari, no podía arriesgarme a que me la quitaran. Por eso lo dejé correr. No le denuncié y él pareció que tampoco quería volver a saber de mí. Esa misma tarde llamaste a mi puerta ofreciéndome una alternativa. Fue como una señal del destino, como suele decir Yami.

- ¿Desde entonces no habías vuelto a saber de él?

- No - confirmó Joey agachando la cabeza y apretando los dientes - ¿Qué quiere a estas alturas¿Ahora le entran las ganas de vengarse después de tanto tiempo?

Las lágrimas, que en escasas ocasiones se dejaban ver en Joey, hicieron actos de presencia. A Seto se le partía el corazón al verlo así, pero no era momento de mostrarse débil. Rodeó los hombros de Joey con sus brazos y lo atrajo hacia si sintiendo el temblor en el cuerpo del rubio.

- No lo sé Joey - dijo con voz suave -. Pero esto no quedará así.

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La policía había investigado todo lo referente al señor Negishi en los tres años que Joey no había sabido de él. Al parecer, en ese tiempo su negocio se había hundido y se había visto forzado a inmiscuirse en distintos trabajos ilegales para poder cubrir sus deudas. Su nombre aparecía en la lista de sospechosos de varios de los casos de la policía, pero nunca se había podido demostrar nada en su contra.

La policía también había ido a su casa, pero al parecer hacía un par de días que no iba por allí. Los vecinos decían que era un tipo muy extraño de oscuro destino. Nadie hablaba con él más de lo necesario intentando mantener las distancias debido a la reputación de aquel sujeto.

La policía había puesto en marcha a varios operativos que preguntaban a sus informadores en las calles buscando cualquier pista. Por su parte, Kaiba también había usado todos los contactos e influencias que tenía. Aunque por el momento nada parecía tener ningún éxito.

Se encontraban en la comisaria. Joey permanecía sentado en una banca en la sala de espera con la mirada perdida y totalmente destrozado por los nervios, mientras Seto hablaba por su teléfono móvil con tono autoritario.

- ¡Joey! - llamó una voz y cuando el rubio se dio la vuelta se encontró con su hermana, Yugi y Yami. La chica lo abrazó fuertemente.

- ¿Alguna novedad? - preguntó Yami muy serio. Joey solo atinó a negar con la cabeza.

- No tienes buen aspecto - comentó Yugi observando el rostro extremadamente pálido de su amigo y compañero de juegos -. Deberías irte a casa a descansar un poco...

- NO - dijo de forma rotunda Joey -, no me moveré de aquí hasta que encontremos a Kari.

Yugi solo suspiró, su amigo seguía tan cabezota como siempre. En aquel momento Kaiba se les acercó mientras guardaba su móvil en el bolsillo. Los ojos de Joey lo miraron expectantes, pero el solo atinó a negar con la cabeza. Serenity entrelazó sus dedos y dio un leve apretón en su mano para infundirle ánimos.

- ¡MALDITA SEA! - bramó Joey dando un fuerte puñetazo en la pared.

La tensión lo estaba desbordando. Sentía que caía en un profundo abismo, todo el mundo le caía encima. Siguió dando golpes hasta que le pareció que sus manos no aguantarían más, pero entonces unos fuertes brazos lo rodearon y lo inmovilizaron.

- Quebrándote los nudillos no conseguirás nada - dijo Seto en su oído con tono frío pero cargado de sentimiento -. Contrólate. Por tu bien y el de tu hija. Si te desmoronas ahora Kari no tendrá posibilidades.

- Si... - musitó débilmente Joey con la cabeza gacha.

Seto siguió abrazándolo por la espalda intentando reconfortarlo con su presencia. Los demás simplemente observaban sin decir nada. Todos sabían de su relación, pero era la primera vez que los veían así, demostrando en público su vínculo.

- ¡Inspector¡inspector! - llamaba uno de los agentes mientras subía deprisa las escaleras con unos documentos en las manos - ¡Tenemos noticias del caso Kudo!

El grupo siguió con la vista al recién llegado hasta el interior de la sala en las que se encontraban reunidos los escritorios de los policías.

- ¿Qué tienes? - preguntó el hombre que se encargaba del caso.

- Hemos recibido esta información de uno de nuestro chivatos en la zona baja. Al aparecer se rumorea que alguien va a efectuar algún tipo de trato importante con un extranjero cerca del polígono 6.

El inspector frunció el ceño y ojeó el informe que traía el agente.

- Podría ser... pero el lugar es distinto al de los otros.

- ¿Qué otros? - los dos policías se fijaron entonces que la puerta estaba abierta y al parecer Seto Kaiba lo había oído todo.

- No puede entrar aquí... - empezó a decir el agente pero se calló al ver la mirada que le echaba el moreno.

- ¿Qué otros? - insistió sin apartar los ojos del inspector. El hombre le sostuvo la mirada unos instantes y finalmente habló.

- En los últimos meses hemos tenido varias desapariciones de niños. La mayoría tenían entre uno y cinco años. Creemos que los responsables son un grupo de mafiosos que se dedican a la adopción ilegal de niños. Los secuestran aquí y los venden a familias extranjeras que no pueden tener hijos.

- Entonces Kari... - dijo Joey muy pálido.

- Creemos que si - afirmó el inspector -. Aunque es la primera vez que el secuestro tiene lugar en una guardería. Los otros casos siempre son en parque públicos o calles peatonales con mucha gente que no ve nunca nada. No entiendo ese cambio de método.

- Tal vez necesitaban a una niña en particular - apuntó Kaiba -, una niña con determinadas características.

- Es una posibilidad - admitió el inspector -. De todas formas iremos a ese almacén a investigar.

- Yo también voy - dijo Joey con determinación.

- Señor Wheeler - dijo el agente - este es un trabajo de la policía. No pueden interferir civiles.

- ¡Es mi hija!

- Y este es nuestro trabajo - le interrumpió el inspector mientras se ponía en pie -. Su presencia allí solo sería un obstáculo para nosotros.

- Pero yo...

- Joey - llamó Seto.

El rubio lo miró a los ojos buscando un apoyo, como pidiendo que entendieran su posición y lo dejaran ir. Pero al mirar aquellas profundas orbes azules, comprendió que Seto pensaba igual que el inspector. Algo dolido y desilusionado con la actitud del CEO salió del despacho sin decir nada.

Con una rápida mirada hacia el ex faraón, Kaiba le indicó que lo vigilara porque no se acababa de fiar del impulsivo rubio. Yami asintió comprendiendo y siguió a sus amigos.

Una vez que solo quedaron los dos policías y el CEO, este último habló.

- ¿A que hora será la "transacción"?

- Señor Kaiba - dijo el policía - le digo lo mismo que al señor Wheeler. No pueden interferir...

- Yo no soy un civil cualquiera - le cortó con mirada fría -, tengo medios suficientes como para poder resorber esta situación más eficazmente que la policía.

- Pero también tiene motivos personales que le impulsan a entrometerse ¿me equivoco? - dijo el inspector con voz calmada. Era obvio que al presidente de Kaiba Corp aquello le afectaba de forma muy personal (aunque al inspector no le interesaba saber en que sentido) - Se necesita ser totalmente objetivo para tratar una situación así y usted está demasiado implicado emocionalmente.

- Precisamente por eso no me voy a hacer a un lado. Nadie se mete con lo mío.

El agente miró a su superior como esperando ordenes. El inspector parecía meditar una respuesta, finalmente suspiró y dijo:

- Esta tarde a las ocho y media.

CONTINUARÁ...

Se que alguien querrá pegarme por dejar así el capítulo, pero es que sino iba a quedar muy largo ¡Y si me hacéis algo no podré terminar ninguno de mis fics! XD

Agradezco los reviws de: BaLucita, Katrina Le Fay, BlackLady-AoD, Lunaire, Miguel, remi, Rei Dark Angel, Eiri Saiyuki, AGUILA FANEL yLuna Locatis Lunática. Arigato gozaimasu!

JA NE!