Cachorros.

By Tenshi Lain

Notas en negativo:

-Los personajes de YU-GI-OH! son propiedad de Kazuki Takashi, solo los utilizo porque ADORO el SetoXJoey.

-Esta Historia contiene Shonen Ai, si no te gusta, ya sabes donde está el botón para salir, si te gusta ¡disfrútalo!

Cap. 16

La nieve caía lentamente formando un manto de blanco impoluto que se extendía hasta los altos muros de piedra. Los pasos lentos de aquel acongojado corazón reverberaban en el silencio mortecino del cementerio mientras silenciosas lágrimas recorrían su camino hasta el suelo.

Pasó de largo las interminables filas de fría piedra, únicos recordatorios de gente ya desaparecida y olvidada. Detrás de cada lápida había una historia, una vida que nadie conocía... pero esas no le interesaban. Tan solo una historia era importante para él... tan solo un nombre no moriría porque estaba marcado a fuego en su memoria.

Tropezó a pocos metros de su destino y calló de bruces contra la fría nieve... tan fría y muerta como su propio corazón. Sollozó con fuerza lanzando al viento todo su dolor en un desgarrador grito. Dolía tanto su ausencia...

Con los ojos nublados por las lágrimas interminables de su corazón, observó el sencillo monumento que recordaba al ser que más amó en su vida. Estiró una mano y con temblorosos dedos acarició la fría superficie del mármol blanco, aquel destinados a los seres puros... como lo era ella...

Más lágrimas amargas escaparon cortando la piel de su rostro a causa del intenso frío. Pero no le importaba el dolor físico... era nimio en comparación al de su alma. A aquel desgarrador dolor que cada día le quitaba un poco más de vida.

Se acercó de rodillas, como haciendo penitencia e inclinó la cabeza hasta que sus labios dejaron un beso sobre el nombre tallado en la piedra. Se acurrucó contra la dura superficie y acarició con ternura el nombre de la criatura que más amo en su vida, de aquella que llevaba consigo parte de su sangre y su alma.

El frío ya ni siquiera le afectaba, el viento no le molestaba y la nieve seguía cayendo cubriendo el Camposanto y a él mismo con su frío manto. Acunándolo en su último sueño. Un sueño del cual, al despertar, deseaba encontrar frente a él a su ser más amado...

Fin.

.-.

Un tenso silencio inundó el lugar y después un escalofrío recorrió el grácil cuerpo que descansaba contra el suyo.

- Mamoru tus historias cada vez son más extrañas.

- Pero mis historias extrañas han ganado dos segundos premios y tres primeros en el concurso local de redacción ¿no?

Kari ríe divertida y le regala un beso a su novio. Después vuelve a recostar la cabeza en su hombro y contempla el mar.

La pareja está sentada en el balancín del porche de la casa de la playa. La misma en la que habían compartido tantos veranos, vacaciones y cumpleaños. A esas alturas del otoño el calor del verano parecía no querer irse dejando cálidos días y templadas noches. Un respiro antes de empezar el último trimestre de su vida como estudiantes de instituto. La siguiente primavera, Mamoru entraría en la universidad de Tokyo para estudiar Magisterio y Kari veterinaria, su sueño desde muy niña.

- Ey ¿no os da calor estar tan pegados? - dice una voz divertida desde la puerta corrediza que da a la sala.

- Para nada tío Mokuba - afirmó Kari pasando un brazo por la cintura de Mamoru a la vez que cerraba los ojos y sonreía.

- Ay, que tiernos... - se burló Mokuba recibiendo un cojinazo en toda la cara por parte de su 'sobrina'.

En aquel momento vieron acercarse un coche negro muy elegante por el camino que conectaba la carretera con la parte delantera de la casa. Mamou se tensó intentando separarse un poco de Kari, pero la chica no le dejó.

- Después de tanto tiempo ¿aun haces eso? - le replicó la chica entre molesta y divertida.

- Dejaré de hacerlo cuando él deje de acuchillarme con la mirada.

- Exagerado...

- ¿Qué no? Vale - dijo Mamoru asintiendo con la cabeza y abrazándola de nuevo -, ahora veremos.

El coche se estacionó junto a la casa y de ella bajaron dos hombres muy atractivos de unos 40 años. Uno con el cabello dorado y el otro con el cabello castaño. Ambos se acercaron al porche con una sonrisa, aunque la del moreno desapareció en cuanto vio a la pareja tan pegada.

- ¿No tenéis calor? - preguntó imitando la pregunta de su hermano, pero más que con guasa lo hizo con desagrado. Las dagas azules que tenía por ojos se clavaron en el chico moreno prometiendo una muerte lenta y dolorosa.

- Te lo dije - susurró Mamoru en el oído de su novia. Kari rió y se levantó para ir a saludar a los recién llegados.

- Hola papá - dijo dándole un abrazo a Joey - hola Seto. Llegáis pronto ¿No ibais a venir a la noche?

- Terminamos la reunión antes de lo planeado - contestó Seto separándose de su ahijada.

Parecía mentira que hubiera crecido tanto. No dejaba de sorprenderle lo rápido que cambiaban los niños. Ya con Mokuba se había dado cuenta, pero con Kari aun más.

Parecía tan lejano aquel tiempo en el que había estado ingresada en el hospital al borde de la muerte... El transplante de médula había sido un éxito y tras poco más de un mes, le habían dado el alta. Durante los cuatro años siguiente había tenido que asistir a revisiones periódicas por si el cáncer reaparecía, pero finalmente le dieron el alta definitiva.

Ahora era una jovencita de 18 años a punto de empezar la carrera de Veterinaria en la universidad, enérgica, alegre y vivaz como lo había sido siempre... y con un novio al que aun no tragaba.

No era que Mamoru fuera un mal chico, le caía bien en el fondo (aunque eso era algo que jamás admitiría ante nadie) y a medida que había crecido se había serenado su carácter gamberro. La sensatez parecía haberlo alcanzado al fin, hasta el punto de que quería ser maestro de primaria. A Seto no le cabía en la cabeza por que el chico quería estar todo el día rodeado de delincuentes en potencia, pero bueno... ¿quien mejor que un gamberro para controlar a otro?

- Por cierto Kari - dijo Joey sacándolo de su ensimismamiento -, ha llegado esta carta justo esta mañana.

- A ver... - la chica la cogió y miró el remite. Una amplia sonrisa agració su rostro - ¡Es de Eric!

Kari se sentó de nuevo en el balancín con su novio y empezó a abrirla. De ella sacó un par de folios escritos en boli azul y una foto. Se quedó mirando esta última junto con Mamoru. Ambos rieron y se la pasaron a los mayores. Joey la sujetó y se la mostró a su pareja.

En ella aparecía el matrimonio Regan al completo: Nicolas, June, Eric y la pequeña Helen (la cual, al igual que su hermano, también había heredado los ojos de su madre y el cabello de su padre). Estaban los cuatro sentados en un sillón en lo que parecía ser la sala de estar de su casa de San Francisco. Una estampa muy típica, aunque los dos más pequeños de la familia llevaban en la cabeza lo que parecían antenas alienígenas fluorescentes de las que brillaban en la oscuridad.

- Parece que Helen también se ha hecho fan de 'Renmei y los invasores del espacio' - sonrió Mokuba.

- ¿Qué noticias cuentan? - preguntó Joey sentándose en una de las sillas que rodeaban la pequeña mesa del porche.

- Pues... nos mandan saludos para todos... - decía Kari mientras leía la carta - También dice que ha conseguido aprobar el semestre con matrícula... y que están deseando venir a visitarnos... que tal vez por Navidad hagan un viaje para acá.

- Eso estaría bien - sonrió Mokuba sentado en los escalones del porche.

- Ya lo creo, me muero por ver a mi hermano de médula - sonrió Kari.

Joey sonrió ante el apodo que el mismo Eric se había puesto poco después de la operación. En aquel momento no se atrevieron a comunicarles su verdadero parentesco, aunque a veces pensaban que era innecesario, los dos se trataban como verdaderos hermanos. Se escribían a menudo por e-mail contándose las últimas novedades en su respectivas vidas y se aconsejaban y motivaban mutuamente.

Sin embargo los secretos no son eternos y al final los chicos lo descubrieron. Fue de la forma más tonta.

Joey y Kari habían ido de viaje a Estados Unidos por un trabajo del fotógrafo. A Joey le habían encargado un reportaje sobre los lugares más emblemáticos de San Francisco y como Kari tenía las vacaciones de primavera, juntos saltaron el charco.

Y mientras caminaban por la ciudad buscando las mejores estampas para retratar, tropezaron (literalmente) con June y la pequeña Helen. La morena los invitó a su casa a comer y fue allí donde todo se descubrió.

Mientras los mayores charlaban después de comer ante unas tazas de café, los pequeños se fueron de exploración al desván de la casa.

Entre viejas maletas, muebles antiguos y cajas de cartón encontraron el diario que June había estado escribiendo durante su adolescencia y sus primeros años de universidad.

Los chicos se divirtieron leyendo algunas partes, pero su risa se borró cuando llegaron a las páginas finales del cuaderno. En ellas se hablaba de la discusión que tuvo con Nicolas y de que por eso se iba a casa de su prima para serenarse, de la fiesta en la que conoció a Joey, del 'incidente' (aunque sin entrar en detalles) y en la última anotación, June explicaba que el médico le había confirmado su embarazo y que iba a partir de inmediato a buscar a Joey.

Un rápido cálculo de fechas fue suficiente para que Kari y Eric comprendieran las implicaciones de todo aquello (Helen solo tenía tres años y no alcanzaba a comprender las complicaciones de todo aquello).

Fueron sorprendidos por Nicolas, que había ido a buscarlos y bastó una sola ojeada para comprender que lo habían descubierto todo.

Aquella tarde tuvo lugar una difícil charla. June y Joey explicar los motivos que los habían llevado a actuar como lo hicieron. A los niños les costó comprender, pero finalmente lo hicieron.

Ahora eran un familia curiosa, tal vez los vínculos sanguíneos no fueran verdaderos y unilaterales, pero eran más fuertes que los de cualquier otra familia.

Joey sintió como Seto le daba un leve apretón en la mano por encima de la mesa y le sonrió con profundo amor. Habían pasado por tanto juntos... habían compartido buenos y malos momentos, encuentros y despedidas... Tanto...

- Bueno - dijo Mokuba poniéndose en pie - ¿vamos a comer? Me muero de hambre...

- Secundo la moción - dijeron Joey y Mamoru a la vez. Ambos rieron y junto a Mokuba entraron en la casa.

- Solo piensan en comer... - dijo con reproche Seto, aunque una sonrisa se deslizó por sus labios.

- Oh, venga padrino - dijo Kari cogiéndolo del brazo -, no seas así. Además seguro que tú también tienes hambre - Seto le sonrió con cariño y acarició su mejilla.

- Está bien. Vamos antes de que arrasen con todo.

Y entre risas y bromas toda la familia se reunió alrededor de la mesa para compartir una velada más. Compartiendo el calor familiar.

FIN.

¡Y se acabó! Oooooooooh...

Jejeje... ¿alguien se asustó con el principio del capi -? Espero que sí, pero ya veis que al final acaba bien. Con todos felices y contentos.

Muchas gracias a:

Nos leeremos en mis otros (y futuros) fics. Muchas gracias por vuestro apoyo y paciencia.

Matta ne!