Hola mis queridas lectoras, aquí ando con un mini fic son solo 4 capítulos y pue con motivo de la Navidad. Es una dinámica para la página "Mundo Fanfiction Inuyasha y Ranma"
Los Tres Espíritus de la Navidad
Capítulo 1
El Viaje
Faltaban un día Navidad, y a pesar de que aún no tenía planes ya sabían cuales iban a ser, pasarla en Francia con su prometida, pero solo había un pequeño detalle y de suma importancia. Su todavía esposa aun no firmaba los papeles del divorcio. Por más que se empeñara en enviarle a sus abogados para que tuviera la iniciativa de hacerlo, siempre terminaban regresando con los papeles en blanco, alegando que, si él estaba interesado en que su firma estuviera estampada ahí, debía pedírselo personalmente él.
Habían llevado estado juntos más de diez años y sin contar que se conocían desde la niñez. Por lo que sabía perfectamente que, cuando ella decía algo, mantenía su palabra al tope.
Llamaron a la puerta y al ver a su abogado, le indicó que pasara. Pero al ver su semblante, supo en ese instante que de nueva cuenta su mujer lo había regresado con los papeles en blanco.
¡Maldita mujer!
¿Por qué se empeñaba en continuar esto? Era ridículo y absurdo.
- ¿Y ahora que pasó esta vez? – preguntó furioso y con el cejo fruncido - ¿Estaba en la peluquería? O ¿Poniéndose uñas en las uñas?
-Su es..- iba a pronunciar la palabra esposa, pero sabía que su jefe no le agradaba mucho ese término – La señora salió de viaje. Lamentablemente no pude alcanzarla.
- ¿De viaje? – se levantó de su silla de golpe ante la sorpresiva noticia – Esos papeles debieron estar firmados a principios de este mes. No, más bien hace ya dos meses– lo miró impaciente, por saber a dónde carajo se había largado esa mujer - ¿No averiguaste a donde se fue?
-Me dijo su empleada que fue de viaje a Chicago.
- ¿A Chicago? – repitió de manera curiosa.
¿A que iba allá?
-Así es señor – asintió nervioso el abogado – Y al parecer la señora Kagome planea unas largas vacaciones, ya que dejó a su a amiga a cargo de la florería.
-Está bien – asintió – Ya no me es de utilidad. Váyase.
-Señor, yo…
- ¡Que se largue! ¿No escuchó?
Estaba furioso y ese enfado no le permitía pensar con claridad como le haría llegar esos condenados papeles a esa mujer. Porque era evidentemente que su abogado había sido más que un inútil.
Pero, si las cosas querían que salieran como uno deseaba a veces era necesario hacerlas uno mismo. Estaba en puerta su próxima boda a finales de año, no debía darse el lujo de esperar un puto día más.
Así que él mismo tendría que ir a Chicago, buscar a su mujer y pedirle con toda amabilidad posible que firmara los malditos papeles de divorcio.
Exactamente como ella se lo había estado pidiendo. No era por cobarde o por temor de verla las cosas entre ellos dos irían a cambiar, no. Su relación estaba más que fría.
Justo cuando el abogado se retiraba, entró como si nada su prometida.
-Hola mi cielo – le dio un beso en la mejilla - ¿Cómo está el novio más lindo del mundo? – preguntó con voz melosa.
Él esbozo una sonrisa – Mas vale que sea el único novio en tu vida.
-Por supuesto señor Taisho, es el único hombre en mi vida -tomó asiento entre sus piernas y comenzó a juguetear con su cabello - Dime ¿Ya firmó el divorcio?
Una fina línea que pareció no mucho a una sonrisa se vio reflejada en su rostro.
-No- respondió secamente –Ella se acaba de ir a Chicago y al parecer debo ir yo personalmente a obligarla a fírmalos, ya que el inepto de mi abogado no es capaz de lograr eso.
- ¿Por qué tú? – protestó, como si fuese una niña pequeña- ¿Por qué no mandas a alguien más? – desató su corbata y desabrochó los dos primeros botones de su camisa – Así, mientras tanto… tú y yo estamos en un jacuzzi en Francia y disfrutamos de una noche intensa – le guiñó el ojo.
-Eri, Eri – suspiró – Nada me agradaría más que estar en ese jacuzzi a tu lado. Pero si no voy a verla a que me firme el divorcio tú y yo no estaríamos casados al finalizar el mes.
Había conocido a Eri en una reunión de trabajo. Era mucho más joven que Kagome y, sobre todo, era una chica muy vivaz, tal vez por eso y por su ardiente forma de tener sexo, fue lo que le provocó engañar a su esposa con ella.
-Bueno – dijo resignada - ¿Cuándo te vas? – se acorrucó en su pecho.
-Cuanto antes mejor. Tiene que ser esta misma noche – respondió – Para estar a tiempo en Francia.
Ella hizo una carita triste a lo que Inuyasha le acarició la mejilla.
- ¿Ahora que tienes?
-Nada, que te voy a extrañar.
-Sabes que yo más, así que espérame en Francia en ese jacuzzi completamente desnuda para mí.
-Señor Taisho, no es correcto que hable así en su oficina delante de una dama.
Sin decirle nada la besó apasionadamente mientras la sentaba en su escritorio y la hacía suya ahí mismo.
XXX
Sin decirle nada nadie solo a su empleada y amiga Sango, había decidió pasar sus vacaciones en Chicago. Ese lugar le había traído muchos recuerdos, ahí conoció a su mejor amigo de toda la vida y el que después se convertiría en su esposo.
Aun no sabía por qué le daba tantas vueltas al asunto en cuanto al divorcio se refería. Tal vez en el fondo de ella sentía o más bien tenía la ligera esperanza de que él tarde o temprano recapacitara y la buscara para una reconciliación, y efectivamente, ella lo perdonaría.
Pero nada, al parecer él estaba rehaciendo su vida a lado de otra mujer al tal grado de solo mandarle a alguien a que firmara esos papeles.
Sango le había aconsejado una y otra vez que lo mejor era firmarlos de una buena vez y buscar a alguien quien de verdad la valoraba y la amara, no necesitaba de un hombre como Inuyasha Taisho, vanidoso y arrogante.
Tal vez tenía razón, lo que realmente necesitaba era un verdadero hombre que la valorara por lo que era y para cuando se volviera a casar reservaría un banco en la iglesia e invitaría a Inuyasha, para que la viera caminar hacia el altar del brazo de otro hombre para que se diera cuenta lo que había dejado ir.
Pero esos pensamientos fueron interrumpidos, ya que se acordó que nunca firmó los papeles del divorcio y sobre todo necesitaban ser firmados antes del 24 ya que Inuyasha ya tenía fecha para casarse. Si, había dicho que nunca se los iba a firmar hasta que él apareciera en la puerta de su casa o de la florería. Nunca lo hizo, así que tampoco era justo dejarlo con esos papeles en blanco.
No le gustaba usar el teléfono móvil cuando viajaba en avión, así que en cuanto llegara a Chicago le marcaría a Sango para que le dejara un mensaje a Inuyasha.
XXX
-El vuelo 3257 con destino a Chicago partirá en veinte minutos.
-Ese es mi vuelo – le dio un abrazo a su a Eri y ella se aferró a él y no lo quiso soltar – Tengo que irme.
-Es que no te quiero dejar ir, siento que en este viaje te voy a perder.
-No seas mensa – acarició su pelo – Solo voy a que me firme los papeles y me voy directo a Francia para la boda.
- ¿Lo prometes?
-Te lo prometo – le dio un beso y se fue a abordar el avión que lo llevaría a Chicago.
XXX
El viaje fue todo un éxito, había llegado a la casa donde prácticamente pasó toda su infancia, su etapa de adolescente y sobre todo en este mismo lugar se había casado con el amor de su vida.
No quería entrar, ya sabía perfectamente que eso solo le traería recuerdos, sus padres habían muerto en un accidente hace años. Y al ser hija única le fue heredada.
Una vecina al verla, la reconoció y caminó hacía ella.
-Kagome.
Era una chica pelirroja, de ojos verdes, un poco más bajita que ella, pero al verla ambas no pudieron contener el deseo de darse un abrazo.
-Ayame que gusto verte de nuevo.
-Que sorpresa. ¿Qué haces por aquí?
No sabía que responder a esa pregunta, así que dio una un poco más creíble.
-Viene a descansar un poco. He tenido mucho trabajo últimamente. – sí, sonó creíble.
Pero algo noto Kagome en Ayame, la miró de pies a cabeza y pudo observaba su vientre abultado. Estaba embarazada de uno meses y sintió un poquito de envidia, pero de la buena por ella. Kagome nunca logró embarazarse de Inuyasha. Quizá por eso su matrimonio se fue en picada.
-Por lo que veo a ti te ha ido muy bien.
La pelirroja acarició su pancita y esbozó una sonrisa.
-Bueno – dijo Ayame feliz – Me casé con Koga y vamos a esperar a nuestro segundo hijo – lo decía emocionada.
- ¡Felicidades! – la volvió abrazar.
- ¿Y cómo esta Inuyasha?
Kagome borró su sonrisa de los labios cuando Ayame pronunciara ese nombre. La pelirroja sabía la condición por la que estaba pasando la pareja a la madre de Inuyasha.
-Una disculpa, no debí preguntarte por él. Ha sido….– se vio obligada a callar debido a que seguía metiendo la pata, después con otra postura, posó una mano en su hombro y cambió de tema – Si necesitas ayuda con la casa no dudes en llamarme.
-Gracias – asintió
Entraron juntas a la casa, Kagome dejó las maletas en un rincón del recibidor. Por dentro se podía apreciar un aroma agradable a lavanda, era como si la hubiesen limpiado recientemente. Claro, no por algo había contratado servicio de limpieza que le diera mantenimiento una vez al mes. Solo quien supervisaba todo era su suegra, bueno, futura exsuegra.
Tal parecía que los años no habían pasado por ahí y que todo estaba con forme lo había dejado. Ayame contemplaba los muebles y se detuvo justo en medio de la sala, giró sobre sus talones y con una sonrisa, preguntó:
- ¿Qué planes tienes está noche?
Bueno, al decir verdad no lo había pensado. Tal vez se tiraría en la cama a llorar por su triste fracaso en el matrimonio mientras veía películas cursis de navidad.
-Al decir verdad – se encogió de hombros – No sé.
Entonces la pelirroja esbozó una sonrisa, Kagome habría jurado que si no fuese por el embarazo hubiera dado saltos de alegría.
-Ven a cenar esta noche con nosotros – se acercó a ella lentamente.
-Yo… – se iba a negar, pero Ayame se lo impidió.
-Ah no – la interrumpió justo en ese momento y tomándola de las manos la miró fijamente - Te dije que no aceptaré negativas. A Koga le dará mucho verte, dale esa sorpresa – la soltó por un momento y junto las palmas de sus manos y en tono de súplica dijo: - Por favor.
Kagome al verse acorralada contra lo que parecía la pared y una pancita de embarazada, no tuvo más remedio que aceptar la invitación de su amiga. En cuanto escuchó el sí, Ayame se despidió, alegando que tenía que arreglar todo para la cena.
Habían pasado cinco minutos desde que se fue Ayame y ya comenzaba a arrepentirse de haber aceptado la invitación. Tal vez si le un mensaje, diciéndole que no podía ir porque se sentía mal, pero sabía cómo lo tomaría, así que si, iría.
Kagome al verse acorralada contra lo que parecía la pared y una pancita de embarazada, no tuvo más remedio que aceptar la invitación de su amiga. En cuanto escuchó el sí, Ayame se despidió diciéndole que tenía que arreglar todo para la cena.
Lo que probablemente necesitaría serían provisiones, si quería pasar toda una semana escondida ahí, debía asegurarse si funcionaba todo, y por lo visto, había servicio eléctrico y de agua. Tal vez iría al super a comprar algunas que le hicieran falta.
Pero el sonido de la puerta resonó en todos los muros de la casa. hizo una mueca, esperaba que no fuese Ayame o algún conocido. Conociéndola seguramente había alertado a todos de su presencia y era lo menos que deseaba.
Así que, con pasos pesados fue hasta la puerta, la abrió y su sonrisa fingida se borró de los labios al ver a la persona menos esperada.
-Tú….
