Hola mis queridas lectoras, aquí ando con un mini fic son solo 5 capítulos y pues con motivo de la Navidad. Es una dinámica para la página "Mundo Fanfiction Inuyasha y Ranma"
Capítulo 4
Soy Miroku:
El Espíritu de la navidad Presente
Despertó y era como si hubiera sido un sueño, que loco, un espíritu que le mostraba su pasado. Deicidio no hacerles caso a esas tonterías y se volvió a dormir.
9:00 PM
De nuevo escucho ruidos, pero esta vez provenían de abajo, tal vez era Kagome que había llegado de la fiesta de Ayame. Pero ¿Y si no era ella?, más vale prevenir que lamentar, con pereza se levantó de la cama, bajo las escaleras y se llevó una sorpresa al ver a su amigo Miroku sentado en el sillón viendo la TV.
-Miroku ¿Qué haces aquí? ¿Kagome te dejó entrar? – preguntó.
Miroku al darse cuenta de la presencia de su amigo apagó la TV, se levantó del sillón y caminó hacia él.
-Inuyasha, soy tu espíritu de la navidad presente. Tú padre me contrató por esta noche. Dice que recibiré una buena comisión en la eternidad si hago buen trabajo. Así que no me pude negar a aceptar su petición – dijo con una sonrisa.
- ¡Ya basta! – gritó Inuyasha – Dile a Kagome que esos efectos especiales no funcionan en mi ¿De acuerdo?
-Se ve que el pequeñín del pasado no pudo hacerte entrar en razón –esbozó una media sonrisa – Pero yo te haré entender Inuyasha Taisho.
Y como efecto de agua todo se borró y aparecieron justamente en la cena a la que había sido invitada Kagome.
- ¿Esta vez donde estamos? – preguntó incomodo.
-Estamos en la cena en la que Ayame invitó a Kagome
Ahí en la sala estaba Koga, sentado a un lado de su esposa. Mientras que charlaban animadamente con Kagome. Había unas cuantas botellas de vino sobre la mesita y un refrigerio. La cena parecía que aun no iniciaba. Era como si estuviesen esperando a alguien especial, porque la pareja intercambiaba miradas de complicidad que iban dirigidas hacía Kagome.
- ¿Qué es eso? – preguntó Inuyasha a Miroku – Parece como si esos dos tuvieran algo entre manos.
-Paciencia, lo veras dentro de….- Miroku miró su reloj – Justo ahora.
De pronto timbre de la casa se escuchó y Koga fue abrir la puerta, era Bankotsu con una botella del mejor vino. Al entrar saludó primero a la anfitrión y se entretuvo jugueteando con la pancita de Ayame. Después, al darse cuenta de la presencia de Kagome, este se deshizo en halagos y abrazo.
O más bien para Inuyasha, no fue una reacción de sorpresa, podría apostar que el muy cretino sabía que ella se encontraba en esa dichosa cena. Apretó los puños con fuerza al ver como abrazaba a su esposa con tanto ímpetu.
-Me entere que la mujer más linda regresó a tomarse unas vacaciones – tomó la mano de Kagome y la besó gentilmente – Bienvenida de nuevo preciosa.
-Gracias Bankotsu – ella, en lugar de retirar la mano, la dejó ahí.
Pero apretó aún más sus nudillos cuando vio como Bankotsu le daba un suave beso en mejilla. Kagome sonrió y cerró los ojos al contacto de sus labios contra su piel.
- ¡Ese idiota de nuevo! – gruñó Inuyasha, si celoso, furioso – Siempre ha estado enamorado de Kagome. Pero sé bien que ella nunca le hará el menor caso. – como si este fuera su premio de consolación.
-No te confíes Inuyasha, Bankotsu no se ha casado y al ver que Kagome está a punto de divorciarse puede que luche esta vez por ella. – señaló Miroku – Es un hombre decidido. Cualquier persona en su sano juicio lucharía por el amor de su vida a pesar de haber pasado mucho tiempo. Y por lo que veo, él sigue teniendo sentimientos hacía Kagome.
-Jamás – lo miró con furia - Él no es el tipo que Kagome busca en un hombre.
- ¿Y tú como sabes? Por qué según yo pensé que eras el tipo de Kagome y mira, la abandonaste por una z…. por otra mujer mucho más joven y egocéntrica.
Bankotsu tomó asiento a lado de Kagome, le sirvió un poco de vino en una copa y se la entrego.
-Gracias – dijo Kagome mientras esbozaba una sonrisa.
-No hay de que, y dime Kagome ¿Cuánto tiempo planeas quedarte aquí?
-Aún no lo sé. Tenía pensado quedarme varios días y disfrutar de mis vacaciones, pero…
Ayame y Koga habían salido sigilosamente de la sala para darles espacio. Inuyasha al ver esto, se interpuso entre ellos dos.
-Pero…
- ¡Que te importa idiota! – dijo Inuyasha, molesto y celoso.
-Uy parece que alguien esta celoso – comentó Miroku divertido, agarrando un pequeño aperitivo de la mesa.
-Mira – lo señaló– Como la ve, esa mirada es de un depravado sexual – se quejó. - Se nota que se la quiere llevar a la cama.
-Inuyasha, Bankotsu la mira de la misma forma que lo ha hecho siempre, con ojos de enamorado. Y podría hasta jurar que si se lo propone terminaría por conquistarla, solo mirarlo – lo señaló – Ojos azules, cabello negro, barbita de candado. El chico es todo un galán. Ah y sin olvidar que es de buenos sentimientos. Es básicamente todo lo que una mujer sueña de un hombre.
- ¿Te vas a poner a mi favor o a mi contra? – preguntó con el cejo fruncido.
-Solo estoy siendo objetivo, te estoy mostrando el presente – dijo él – Me gustaría mostrarte un poco tu futuro. Pero eso sería darte un spoiler y el espíritu del futuro no es muy amigable que digamos. Es bella, si, pero no amigable. No vas a querer que venga a buscarte, créeme.
Inuyasha frunció el cejo y miró a su amigo.
- ¿Y dónde estás tú ahora?
-Sabes que estoy con una mujer – le guiñó el ojo – Y muy bella, por cierto.
- ¿Sango?
-Así es- asintió Miroku.
Volvió a concentrarse en la pareja que estaba en frente de él.
-Es una larga historia – Kagome no quiso revelar los motivos por los cuales no iba a disfrutar de su estancia en Chicago.
-No los disfrutara por que Inuyasha…- Ayame iba a revelar que Inuyasha estaba en la casa de Kagome, pero luego se quedó callado.
- ¿Se atrevió a venir? – le preguntó Bankotsu.
-En realidad…- suspiró Kagome – Esta aquí, pero mañana se irá para ya nunca verlo.
-Me alegra escuchar eso – Bankotsu le sonrió.
-Maldito – se volvió a quejar Inuyasha.
Pero no pudo seguir viendo más ya que Miroku lo regresó a la casa de Kagome.
- ¿Por qué me regresaste? – le preguntó aún más enojado.
-Solo te iba a mostrar ese pequeño fragmento del presente, no se me permite mostrarte más como ya te había dicho.
Inuyasha no le hizo caso, subió las escaleras y se puso unos jeans, tomó una chaqueta y caminó hacia la puerta, pero Miroku lo detuvo.
- ¿A dónde vas? - preguntó su amigo de la navidad presente.
-Tengo que ponerle un alto a ese depravado – respondió.
Miroku suspiró, sabía que no había hecho bien su trabajo así que solo desapareció en el viento, ya se lo dejaría al fantasma del pasado.
Inuyasha caminó dos casas y mientras lo hacía murmuraba cosas como "maldito" "no te dejaré que la conquistes" "ella es mía" etc. Al parecer ese momento tan familiar lo había hecho enfadar y más la manera en cómo Bankotsu le lanzaba miradas de seducción a Kagome.
Tocó el timbre de la casa y esta vez quien abrió era Ayame, quien al verlo se alegró, lo invitó a pasar y lo condujo hacia la mesa.
-Miren quien se nos unió – Ayame estaba emocionada.
-Inuyasha – susurró Kagome.
-Buenas noches –saludó.
Koga se levantó de la silla y lo saludó, ambos se dieron un abrazo y se dieron un golpecito en el hombro, después saludo de mano a Bankotsu quienes apretaron la mano al mismo tiempo.
- ¿Te quedas a cenar? – pregunto Koga.
-Por supuesto, será todo un placer– asintió Inuyasha, sonriendo – Solo que, recórrete un lugar Bankotsu ya que el mío es estar al lado de mi esposa.
-Falta ver si Kagome quiere – lo retó Bankotsu.
-Lo mejor será que le sedas el lugar a Inuyasha Bankotsu – los interrumpió Ayame.
Bankotsu tuvo deseos de romperle la cara en ese mismo momento, pero sabía que no era el lugar adecuado para hacerlo, así que tuvo que resignarse y recorrerse un lugar más.
Inuyasha tomó asiento a lado de aun esposa, paso una mano por el hombro de ella y la abrazó. Esa velada pasó rápido para todos, habían cenado en plena tranquilidad y ahora se encontraban platicando en la sala, mientras que Ayame y Kagome servían un poco de café.
Y en cada momento Inuyasha se comportaba tierno con ella, solo para darle coraje al imbécil de Bankotsu y vaya que, si lo lograba, por que pudo comprobar como apretaba los nudillos de sus dedos, él solo esbozaba una sonrisa de victoria.
Kagome tomó la mano de Inuyasha y se disculpó con todos, diciéndoles que ya era tarde y que debía descansar y se despidieron de todos, en cuanto llegaron a la casa, ella pudo explotar y sacar todo lo que se estaba guardando durante la cena.
- ¿Se puede saber que fueron esas escenitas?
- ¿Cuáles escenitas? – preguntó inocente.
-No te hagas, la forma en que te mostraste cariñoso y atento conmigo solo para poner celoso a Bankotsu.
-Ah eso – asintió – Bueno, es para que sepa que aun eres una mujer casada y que sepa que aun eres mi esposa.
-De verdad que eres cínico – se cruzó de brazos – Aun estamos casados y tú te exhibes ante todos con tu nueva novia. Al grado de anunciar tu boda.
-Es diferente, yo soy hombre
-Por favor Inuyasha, es lo mismo. Ambos tenemos derecho de rehacer nuestras vidas, y si Bankotsu aún no se ha casado es un milagro porque eso me puede dar la oportunidad de intentarlo con él – le dio la espalda y subió las escaleras – Jamás me debí haber fijado en ti.
Pero Inuyasha la alcanzó a mediación y la recargo contra la pared y su cuerpo.
- ¿Estas segura de lo que dices? – le susurró al oído – Porque yo no creo.
El corazón de Kagome comenzó a latir fuertemente mientras que su respiración se agitaba al mismo tiempo.
-Completamente segura – contestó Kagome.
-No sé por qué, pero siento que mientes.
-Me da igual lo que pienses – logró apartarse de él y retomó su camino.
Inuyasha la vio subirse a las escaleras y no quiso quedarse adentro de la casa, así que salió a fumar un poco afuera, la nieve comenzaba a caer, una inmensa paz lo comenzó a rodear y de pronto se preguntó ¿Por qué había dejado a Kagome? ¿Por qué no luchó por su perdón? Se comportó como un cobarde el haberla dejado de esa manera y sin darle ninguna explicación.
-Sabía que ibas a estar a fuera
Una voz masculina interrumpió sus pensamientos y cuando alzo la vista para ver de quien era, hay estaba el causante de haberse comportado como un esposo celoso.
-Bankotsu ¿Qué haces aquí?
Bankotsu se acercó a Inuyasha hasta estar frente a frente
-Vine a decirte que ahora que sé que Kagome y tú se están divorciando no me rendiré hasta luchar por ella.
- ¿Qué te hace pensar que dejaré a Kagome?
-Por favor Inuyasha, tú mismo te encargaste de apartarla de tu lado en el instante que la engañaste con otra. Así haznos un favor a todos y termina de apartarte para que yo pueda entrar a su vida de manera definitiva.
-No – negó con la cabeza – El que debe apartarse serás tú.
-Haz lo que quieras en ese caso, pero una vez que ella firme esos papeles de divorcio haré todo lo posible para enamorarla y yo si le daré todo lo que ella se merece.
- ¿Terminaste con tu discurso?
-Si
-De acuerdo, en ese caso solo te deseo buena suerte – le dio la espalda y entró a la casa.
Cerró la puerta y al subir por las escaleras pasó por la habitación de Kagome. Por un momento se detuvo, pensando en si debía entrar o no, pero seguramente ella lo mandaría al diablo.
Así que pasó de largo y fue directo a su habitación. Ya mañana sería otro día.
