Hola mis queridas lectoras, aquí ando con un mini fic son solo 6 capítulos y pues con motivo de la Navidad. Es una dinámica para la página "Mundo Fanfiction Inuyasha y Ranma"

Capítulo 6 + Epílogo

Noche buena

Fue el primero en despertarse, el aroma de Kagome lo envolvió y esbozó una estúpida sonrisa al verla dormir a su lado. Pero, primero debía solucionar algunas cuantas cosas si deseaba que a partir de ahora las cosas entre ellos fuesen diferentes.

Lo primero que hizo fue ir hasta la cocina, preparó un poco de café y le habló a su mejor amigo. Miroku.

- ¿Diga?

Se escuchaba adormilado, era raro hablar con él de manera normal luego de que se presentara como uno de esos espíritus. Si alguien le habría dicho que iba a tener ese tipo de apariciones, seguramente lo tacharían de loco y lo encerrarían en un manicomio.

- ¿Estas despierto? – preguntó animado, mientras se sentaba en la encimera de la cocina.

-Ahora si – escuchó que bostezaba - ¿Qué quieres y porqué me mercas tan temprano?

-Ocupo un favor. Revisa la reservación que hice en Francia, habla con el gerente del hotel y dile que te pasé los videos de seguridad. Todos donde aparezca Eri.

- ¿Y eso como para qué?

-Quiero saber algo.

-Inuyasha ¿Estas consciente que hoy es noche buena y que…?

-Tú solo hazlo. Espero noticias en una hora.

Escuchó del otro lado la voz de Sango, si, tal y como le había dicho la noche anterior. Él estaba con la amiga de Kagome.

Los movimientos de Kagome provenientes de arriba lo hicieron ponerse en alerta, seguramente se había levantado. Y de pronto la idea de preparar el desayuno le tentó. Solo que había un problema, no tenía suficientes provisiones y lo único que pudo encontrar había sido café, por lo que debía hacer compras. Al cabo del super no estaba muy lejos.

Kagome bajó a la planta baja pero ahí no había nadie, se desconcertó al no verlo en la habitación. Tal vez pensaba que haber dormido con ella había sido un error. Lo que debía a ver era firmar de una vez esos papeles para que él terminara por irse.

xxx

Mientras pasaba por los pasillos, buscando que llevar y abastecerse por ese día y por lo que decidieran quedarse, pasó por un pasillo repleto de golosinas y esbozó una sonrisa al ver las gomitas que comían desde niños. No lo pensó ni dos veces, agarró un puño y los metió al carrito.

Su móvil sonó, esperaba que fuera Kagome, pero no, no era ella, era Miroku.

- ¿Qué me tienes?

-No fue fácil – explicó –Me compartió pantalla de su computadora para tener acceso a los videos y…. – carraspeó.

- ¿Y? Suéltalo.

Miroku no sabía como explicarle a su amigo, que, junto con Sango habían visto los videos del hotel Imperial donde se hospedaba Eri. Ambos habían visto a la joven salir y entrar de una habitación acompañada de un chico alto y de escultural cuerpo. Desde luego, él le pidió discreción y que no le comentara nada a Kagome cuando esto estuviera resuelto.

Con una exhalación, tomó aire y le relato todo lo que había visto en aquellos videos, incluso le mandó fotografías a su WhatsApp para que las usara como evidencia contra ella.

- ¿Y ahora qué vas a hacer? – preguntó Miroku, esperando alguna reacción por parte de su amigo. Pero parecía haberlo tomado de manera tranquila – Una vez te dije que Eri era una zorra y no quisiste creer. De hecho, todos te hicimos ver eso y que estabas en un error en dejar a Kagome por esa puta.

-Y no sabes cuan arrepentido estoy por eso.

Lo que más le ardía en esos momentos es que estaba utilizando una tarjeta con crédito ilimitado y la muy maldita lo gastaba con otro ser.

- ¿Piensas terminar con ella?

-Pienso acabarla.

En cuanto terminó la llamada con Miroku, lo primero que hizo fue cancelar todas las cuentas que Eri tenía. Si quería darse la vida de lujos, tendría que solventarlo con sus recursos y no los de él y si, esperaba que le marcara para reclamarle por lo que había hecho.

Estaba indeciso el pasillo de lácteos cuando su móvil sonó.

Que rápida era Eri.

Pero no era ella, sino Kagome, su esposa y al ver su nombre en la pantalla su corazón se brincó varios latidos. Se apresuró a contestar.

-O…

No la dejó hablar, sabía que, si lo hacía, llegarían a un punto muerto de la conversación y no podía permitirse eso. Debía recuperar a esa mujer a como diera lugar.

-No tenías provisiones, así que vine al super ¿Quieres algo?

Kagome apartó el teléfono de su oído y lo miró confusa. Cuando estaban juntos ni siquiera le preguntaba que se le ofrecía. Primero, le pedía dormir juntos, no de esa manera, si no de otra forma, y ahora, hacía compras y le preguntaba su parecer.

Sin duda algo le había picado.

-Si – asintió – Unos pastelillos rellenos de crema de fresa. Hace mucho no como de esos.

Él esbozó una sonrisa al escucharla, sabía que estaba sonriendo y que sus ojos brillaban al hablar de comida. Mientras subía las cosas al auto que había alquilado, su madre también le había marcado. Para saber dónde iba a pasar ese día, así que juntos acordaron en pasarla en la casa de los padres de Kagome, algo que sin duda sorprendió a su madre.

Ahora que ponía en marcha el auto, volvió a recibir de nueva cuenta una llamada. Esta vez sabía de quien se trataba, así que frunciendo el cejo tuvo que hacer acopio de todo su esfuerzo para contestar esa llamada.

-Holi corazón.

Sabía para que le había marcado, podría preguntarle en primer instancia si Kagome había firmado los papeles de divorcio, cosa que esa ya no era su intención. Y, en segundo lugar, preguntarle porque su tarjeta había sido declinada.

-Dime – dijo tajante.

-Estaba de compras y…

Si, no se había equivocado, le hablaba exclusivamente para eso.

-La tarjeta esta declinada.

-Es una pena, Eri – dijo, mientras daba vuelta en u - ¿No tienes otro método de pago?

-No – la escuchó hacer un puchero – Lo único que tengo es la tarjeta que me diste.

Ya no resistía más, no podía seguir controlando ese impulso de decirle que sabía del chico con quien estaba.

- ¿El chico que te acompaña, no tiene?

El silencio que hubo le confirmó todo lo que ya sabía. Que Eri le había estado engañando. No podía creerlo, él, que había destruido su matrimonio con la más extraordinaria mujer, había estado a punto de cambiarla por una zorra como esa.

- ¿Hasta qué punto pensabas engañarme? – preguntó, al ver que no tenía respuesta.

No tuvo que esperar mucho para que su respuesta llegara automáticamente. Una risa sonora y sínica fue su única respuesta. Era tan repugnante que tuvo que apartar el teléfono de la oreja.

Se detuvo en semáforo rojo.

-Casi te engaño. Estuve así de cerca de engañarte y dejarte por completo en la ruina. Pero tenías que echar todo a perder.

-Es bueno que seas sincera a estas alturas.

-Además – la escuchó suspirar – Nunca la olvidaste. La nombrabas incluso dormido.

Se estaba refiriendo a Kagome.

-Sea como sea – continuó Eri - Estuviste a punto de casarte conmigo. ¿Crees que tu esposa te acepte de nuevo? - volvió a reír – Yo no lo creo, pero, aun así, buena suerte querido. – estaba por colgar la llamada – Ah y que sepas que no eres bueno en la cama.

-Cuidado Eri. Será mejor que salgas de mi radar porque de lo contrario pienso destruiste.

xxx

Kagome frunció el cejo cuando escuchó el timbre de la casa. No esperaba a nadie, tal vez era Ayame o Bankotsu para preguntarle como se encontraba luego de la cena, donde Inuyasha se presentó.

Pero se quedó sorprendida al ver a su todavía suegra. Esta le sonrió y entró con una enrome bolsa en la mano. Kagome la ayudó y juntas la llevaron hasta la cocina.

-¿Qué hace aquí?

Izayoi sonrió, se recargó en la barra de la mesa e hizo como que se abanicaba. Pero antes de que pudiera responder, la puerta se abrió e Inuyasha entraba con enorme árbol de navidad. Kagome al verlo frunció el cejo, normalmente ella era siempre la que adornaba todo.

Estaba actuando demasiado raro, primero su encuentro en la cena, su petición a que durmiera con él y ahora esto. Izayoi, como no quería ser victima de sus constantes preguntas, fue en búsqueda de su hijo para ayudarle a colocar el pino en un rincón.

-Hay mucho que hacer – dijo él, mostrándole una caja de adornos.

- ¿Podemos hablar cinco minutos?

-Claro.

Ambos se encerraron en la cocina, Kagome se cruzó de brazos con el leve cejo fruncido. Trataba de analizar su expresión corporal, ese no era el Inuyasha que conocía. Normalmente él insistiría en que le firmara los papeles del divorcio, pero aun ni siquiera había tocado ese tema.

¿Debía hacerlo?

Si lo hacía, era probable que ese momento terminara.

-Muy bien ¿Qué traes entre manos? Porque déjame decirte que si es una mañana para que firme el….

Pero se cayó cuando él en dos zancadas se acercaba a ella, la rodeaba con una mano la cintura y la atraía hacia él. Toda su seguridad se había ido en picada al estar cerca de él. Kagome apoyó las palmas de sus manos en el pecho de Inuyasha para evitar que éste se acercara a ella y así, evitar que su corazón saliera afectado una vez más.

-Si quieres que te firme los papeles firmados, solo tienes que dármelos.

Inuyasha colocó su frente en la de ella, aspiró su aroma y negó.

-Ya no los necesito.

Esa respuesta hizo que se le paralizara todo. ¿Qué había dicho? Había jurado que no quería eso. Temía que fuera un producto de su imaginación, soñaba con ese momento varias veces que no le parecía real.

-Esto no es un juego Inuyasha – dijo, mientras lo miraba a los ojos.

Inuyasha colocó una mano por debajo de su mentón y la acercó a sus labios. Le dio un suabe y tierno beso.

-No lo quiero, Kagome. No lo necesito – la apretó contra su cuerpo – He tardado mucho en darme cuenta de que eres la única mujer que no podre sacar de mi vida.

Necesitaba soltar todo, necesitaba ser sincero con ella. Recuperar l confianza que había perdido. Le iba a costar, pero confiaba en que tarde o temprano así iba a ser.

-Perdona por todo el mal que nos hice a los dos.

Una lagrima resbaló por su mejilla. Estaba escuchando las palabras que siempre había soñado, o más bien, tenía el momento que siempre deseó. Que él fuera un día y le pidiera perdón para retomar las cosas.

-Sé que perdí tu confianza. Pero – le dio un beso en la punta de la nariz – Si me das una oportunidad más, veras que no solo volveré a ganármela. Sino que cumpliré todas las promesas que nos hicimos en el pasado….

xxx

Izayoi tocó el hombro de Bankotsu, él se había presentado con un ramo de flores y una caja de chocolates para Kagome. Pero cuando le dijo la madre de Inuyasha en donde se encontraba, no le quedó otro remedio que ir y escuchar la conversación. De hecho, ambos lo habían estado.

Ella estaba feliz porque por fin esos dos habían solucionado todo y triste a la vez por el pobre hombre que tenía frente a ella.

-Creo que estoy de más – dijo mientras dejaba las flores sobre la mesa de noche.

-Lo siento hijo, uno no decide de quien se enamora. Pero te puedo presentar a una sobrina. Es encantadora, su nombre es Kagura y ...

-Gracias señora. Por favor, dígale a Inuyasha que esta vez sí haga feliz a Kagome, de lo contrario vendré y se lo haré pagar caro.

xxx

Kagome interrumpió el beso y se apartó de él. No estaba dispuesta a seguir que le hiciera haciendo daño.

- ¿Y qué hay de tu prometida? ¿Ya se te olvidó el amor que le profesabas? Porqué ahora, justo cuando soy yo la que ahora quiere firmarte el divorcio.

No, no iba a permitir que eso pasara y que el futuro de ambos fuera estando separados. Ahora había abierto los ojos, se estaba dando cuenta del incalculable tesoro que era Kagome y de esas promesas que nunca iba a cumplir.

-Por qué fui un tonto – no tuvo más remedio que hincarse de rodillas ante la única mujer que siempre le fue incondicional.

-No hagas eso.

-Tengo que hacerlo – la miró a los ojos – Dame una oportunidad de redimir todo lo que he hecho.

- ¿Quién me asegura que no serás capaz de hacer lo mismo? – lo miró fijamente desde la altura donde estaba – Si aparece otra mujer joven, bonita ¿Quién me asegura que no me engañaras con ella?

Inuyasha se apresuró a ponerse de pie. Debía convencerla, debía decirle que estaba ciego, que en realidad ella era su único amor.

-Por qué esta vez todo será diferente – la obligó a que lo mirara cuando ella desvió los ojos – Me esforzaré por ser aquel hombre que una vez prometió amarte hasta el final.

-Te va a costar mucho – respondió entre sollozos – No te lo voy a dejar nada fácil.

Sabía que había logrado entrar una vez más en lo profundo de esa mujer. Pero esta vez, las cosas no iban a ser iguales a las del pasado. Luchara, amaría y moriría solo por ella.

-Y estoy preparado para eso.

Epilogo

Y en la siguiente navidad…

Tal y como lo había visto en la visión que le mostró hace un año el espíritu del futuro. Veía a Kagome mirarse en el espejo, se miraba de perfil, luego de frente. Llevaba la argolla que hace tiempo le colocó, mientras le juraba amor eterno.

Si, había sido al principio ganarse su confianza y poco a poco fue cumpliendo cada una de sus promesas. Incluso la casa que compartieron de casados terminó por venderla con todo y muebles e iniciar una nueva vida en otro hogar distinto.

Kagome se miró por ultima vez al espejo. Llevaba un suéter en tonos verdes y rojos, el adornó que había en el centro de éste era un reno. Casi sentía que no podía entrar, de hecho, se sentía muy pesada en este ultimo mes.

- ¡Estoy gorda! – exclamó.

Trataba de respirar y tomar todo el aire posible, ese bebé crecía de manera acelerada y se movía muy rápido. Aunque ambos no querían saber el sexo hasta esperar en nacimiento, por eso habían comprado colores neutros.

-Yo pienso que estas hermosa.

Bueno, tenía que robar esa frase de alguna parte.

-No te estes burlando de mi Taisho. Porque te recuerdo que esto – señaló su pancita – Es tu obra de arte.

Inuyasha sonrió, avanzó hacia ella y la abrazó por detrás. Recargando sus manos en la pancita de Kagome. Al hacerlo sintió una patadita del bebé y Kagome tuvo que inhalar.

Apoyó su cabeza en el hombro de ella y asintió.

-Si, es mi obra de arte en ti. Si quieres descansar, le canceló a mamá. No quiero arriesgarlos. Además, estas en el ultimo mes. Podrías tener al bebé en cualquier momento.

Kagome negó, giró sobre sus talones y se puso de puntillas para darle un beso a Inuyasha.

-No, tu madre se enfadaría mucho. Así que vámonos.

Xxx

Como cada año, su suegra organizaba una reunión con motivo a la noche buena. Había bebido mucho jugo de arándano y, sobre todo, comido más de la cuenta. Cuando delante de sus ojos vio a un niño. Era pequeño, de cabello rojizo y ojos verdes. Llevaba unos pantalones en color beige y una camisa en color azul cielo. Éste le sonrió y le saludó.

- ¿A quién saludas?

-A ese niño – señaló con la vista – Es agradable.

Pero Inuyasha frunció el cejo, ahí no había ningún niño. De hecho, en toda la reunión el único niño que estaba era el de Ayame y Koga.

-Amor, ahí no hay ningún niño.

-Claro que si – dijo segura de lo que veía – ¿No estás viendo a ese niño de cabello rojizo y camisa azul cielo?

Esa descripción coincidía con el pequeño Shippo, el espíritu de las navidades pasadas. Tal vez lo había ido a visitar para saber si cumplió con sus promesas.

-Ah, si – fingió verlo, mientras lo saludaba – Ese niño habla mucho.

Pero Kagome no solo vio a ese niño, sino a una mujer vestida de blanco. Ella le sonrió mientras le guiñaba un ojo y, junto al niño desaparecían delante de sus ojos.

Kagome parpadeó varias veces, para ver si lo que había visto no era producto de su imaginación. Tal vez tanto jugo de arándano ya le había afectado. Cuando estuvo a punto de decir algo, sintió un ligero tirón en su parte interna. Inuyasha se alarmó al sentir como le apretaba el antebrazo.

- ¿Estas bien? -le preguntó preocupado, tomando el vaso que tenía en su mano y dejarlo en la repisa de la chimenea.

-No – Kagome negó – Parece que ya llegó el momento.

-Está bien.

Ella frunció el cejo, era evidente que Inuyasha no había entendido esa directa.

-Quise decir que ya llegó la hora de que el bebé nazca.

xxx

Llegar al hospital había sido una travesía. Primero porque había mucho trafico y en segundo lugar por que la recepción estaba vacía. Al parecer el personal medico estaba brindando.

- ¿No hay nadie que atienda aquí?

Como si hubiese sido escuchado por los ángeles, apareció una chica de cabello negro y ojos del mismo color. Inuyasha frunció el cejo al reconocer a esa mujer, Kagome la miraba de la misma forma que él. Parecía la chica que hace unos minutos había desaparecido delante de sus ojos.

En su gafete de podía leer el nombre de "Kikyo".

-Ella va a tener un bebé – dijo Inuyasha, quien tenía cargada a Kagome.

Inmediatamente la mujer hizo llamar a alguien y de una puerta salió una enfermera con una silla de ruedas. Inuyasha depositó con cuidado a Kagome. Pero cuando estuvo a punto de seguirla lo retuvo la mujer de nombre Kikyo.

-Necesito que se quede a llenarme los datos de la paciente. Una vez hecho, alguien lo llevara a la sala de partos.

Una mujer le entregó un formulario y éste comenzó a llenarlo rápidamente, angustiado, mientras miraba de vez en cuando la dirección por donde se habían llevado a Kagome.

Cuando terminó de llenar el formulario, fue guiado por un enfermero. Primero se detuvieron para que él se cambiara de ropa por una bata de enfermero. Luego lo guio a la sala de partos donde estaba su esposa. Al entrar, la vio como el personal medico preparaba a su esposa para el parto. La doctora al verlo le indicó que se pusiera de lado de la madre para ofrecerle apoyo.

-Cuando diga que pujes lo haces ¿Me escuchó?

Ante esa pregunta Kagome asintió y se agarró de la mano de Inuyasha. Siguiendo las instrucciones de la doctora.

-Bien, una última vez. Ya casi viene tu bebé.

Kagome siguió la indicación de la doctora, estaba tan cansada cuando escuchó a lo lejos el llanto de un bebé. Alcanzó a ver como la doctora se lo pasaba al pediatra para su valoración. Inuyasha en todo momento permaneció a lado de ella, quería que ambos lo vieran juntos y saber que sexo tenía.

Luego de examinar al bebé, lo envolvieron en una toalla azul, ahora era una enfermera que se acercaba a ellos con ese pequeño bulto entre sus brazos. Se lo puso en el pecho de Kagome y ella lo recibió entre sus brazos.

-Felicidades, es una niña.

En ese momento Inuyasha contempló tanto a la madre como a su hija. La felicidad que lo envolvió era inmensa, se sentía pleno, lleno y que nada le faltaba en el mundo. Y pensar que, por poco y perdía un futuro a lado de ellas dos.

-Es muy hermosa – dijo mientras le acariciaba con cuidado la cabecita.

-Si – Kagome asintió, viendo las pequeñas manitas de su hija – Se parece a mí.

Ambos rieron y él le dio un beso en la frente.

-Feliz navidad.

-Feliz navidad.

Con un fugas beso y contemplando a su hija, fue que el amor entre ellos se hizo más fuertes.

Pero a lo lejos de ahí, a las alturas de un edificio, un espíritu contemplaba la escena, mientras que, con una sonrisa, desaparecía en mitad de la noche. Su trajo aquí, había terminado. Solo le faltaba uno más a quien enderezar.

Fin

Hola!

Reto concluido, espero les haya gustado este mini fic que saque de los olvidados y que además, es para la dinámica de la pagina "Mundo Fanfiction Inuyasha y Ranma" (A las cuales me andan metiendo varias lectoras jaja, gracias, se los agradezco infinitamente). También a los administradores de la pagina, muchas gracias chicas (os) por darnos la oportunidad de explayarnos con lo que más nos gusta. Y pues bueno, a ver en que otras dinámicas más entramos.

Gracias totales!