Ni en sus más profundos y detallados deseos Philip pudo recrear lo que estaba viendo. Era como estar en el hogar de los Dioses, en el paraíso. Tanta elegancia, tanta belleza, tanta magnificencia. Esto es justo lo que él merecía.
—Albedo-sama, ¿me permite saber dónde nos encontramos? Esto es muy hermoso, me gustaría saber quiénes han sido los creadores de tan fantástico lugar.
—Esta es La Gran Tumba Subterránea de Nazarick, fue modificada y enbellecida por los cuarenta y un seres supremos cuando lo conquistaron hace ya muchos años.
—Oh, ya veo. ¿Ellos aún se encontrarán vivos? Me gustaría poder contratarlos para que construyan un lugar parecido, me encanta la arquitectura y los diseños que han creado aquí.
Un aire tan frío que le horrorizó hasta el alma le quitó su sonrisa presumida, buscó con la mirada temblorosa el origen pero nunca lo encontró.
—¿Sucede algo malo Philip? —Tan concentrado asustado que ni notó la falta de honorífico. Oh, como lo iba a disfrutar Albedo, este insensato sería un muñeco de anti-estrés perfecto.
—N-no... Sólo sentí un poco de frío por un segundo... ¿Contestaría mi pregunta Albedo-sama?
—Kukuku, mis disculpas. Claro que si; los cuarenta y un seres supremos tienen una vida muy, muy larga que podría estar paralela a su poderío. Hasta podría asegurar que son inmortales. Ellos también se encuentran en este Mundo, al menos, la mitad.
—... Me gustaría saber más sobre ellos, a pesar de haber leído cientos de libros nunca he encontrado nada relacionado o una mención sobre sus creaciones tan bellas.
—Veo que no ha entendido la indirecta que dije... para ponerlo más simple, ellos son los amos y señores verdaderos de los mundos conocidos y desconocidos. Todos con un gran poder que trasciende los límites de las débiles y pequeñas mentes de seres inferiores.
Philip quien sin dejar de verla un segundo sintió una mirada detallada cuando Albedo dijo lo último. Su mente sesgada por un tonto y ridículo amor le hizo pensar que sabía y opinaba lo mismo sobre los subordinados incompetentes.
—Como mencioné, son cuarenta y uno; todos con el título Supremo, y su líder es nadie más que Su Majestad el Rey Hechicero Ainz Ooal Gown-sama.
—¿El no-muerto? ¿él construyó algo tan excepcional como esto? Es difícil de creer, es sólo huesos, ¿cómo podría?
Esta vez, el aura helada que sintió antes volvió incluso con más fuerza y por ello pudo ubicar el origen. Gotas de sudor producidas por el instinto del miedo primitivo cayeron como cascadas de su rostro contraído por un dolor invisible.
—... Maldito insecto, ¿cómo te atreves siquiera a decir semejantes blasfemias del amo y señor que amo con cada fibra de mi ser? ¿eres tan idiota que no te das cuenta de que cada estúpida palabra que sale de tu asquerosa boca te hunde más?
De pronto, algo detuvo a la Supervisora Guardiana, el sonido de agua cayendo y luego un olor desagradable casi logró deshacer su personalidad por completo. Si no tuviera el suficiente autocontrol ya lo hubiera despedazado en diferentes partes mientras lo mantenía con vida, la magia curativa estaría en constante uso por una eternidad.
—¡Pedazo de basura! ¿cómo te atreves a ensuciar este sagrado lugar?
Palabras incomprensibles salían sin parar de Philip, quien en estado de shock cayó de rodillas temblando al ver el cambio drástico que tuvo la mujer de sus más húmedos sueños. No, decir cambio estaría mal. Este era el verdadero rostro de la Primer Ministro del Reino Hechicero.
Con un rostro retorcido moderadamente por el enojo, Albedo sujetó del cuello a Philip para llevarlo al lugar donde su amado Ainz haría el juicio. Montserrat al notar el movimiento comenzó a retorcer su cuerpo buscando una forma de liberarse y escapar lo más lejos que pueda.
Tales acciones aumentaron la fuerza de agarre hasta casi sentir su cuello a punto de romperse, comprendiendo a la mala, su ineficaz intento de liberación se detuvo segundos después.
—D-duele... due-le... du-
—Deja de quejarte, he estado soportando estar rodeada de seres inferiores e idiotas como tú sólo para seguir el gran plan de Ainz-sama. No es que me queje, pero me hubiera gustado quedarme a su lado y atenderlo personalmente todos los días... ¿Por qué tuvieron que llegar esos bastardos? Si tan sólo lo hubiera prevenido...
—... d-du-...le
La mano de Albedo se suavizó un poco, una gran bocanada de aire fresco inundó los pulmones de Philip. La falta de oxígeno le privó del tiempo, así que cuando ingresó a una habitación no lo notó hasta que lo soltaron para caer de cara contra la lujosa y suave alfombra roja.
—Levántate. Ainz-sama pronto llegará.
Su delgado y débil cuerpo temblaba sin control, no era de frío, pero tampoco se podría decir que era de puro miedo. Simplemente era como una reacción fisiológica a lo que estaba por enfrentar.
—Escucha humano, si tú no te comportas bien y educado frente al maravilloso hombre que amo, tu tortura será mucho peor de lo que te puedas imaginar.
Esas palabras tocaron un nervio y contra todo pronóstico se levantó como pudo manteniendo la cabeza cohibida. También aguantó con la poca fuerza que tenía la bilis combinada con bebidas y comida que subía lentamente por su garganta.
Un par de minutos llenos de un silencio incómodo para Albedo y terrorífico para Philip, se escuchó un sonido de vórtice al otro lado de la puerta. Ambos supieron exactamente quien había llegado.
—Ainz-sama, aquí está el humano que hizo todo lo posible. Robó los granos y creó una disfunción interna en el Reino de Re-Estize dándonos una oportunidad extra de obtener al Reino como súbdito aunque ahora sea inútil con tanta corrupción que hay.
—... Tu nombre es Philip, ¿correcto? Has hecho un buen trabajo aunque no estabas enterado de mi plan.
—N-no hice na-da malo... no h-hice nada ma-lo...
—Y según tú, ¿qué hiciste entonces?
Él siguió tartamudeando, su vista ida y el cuerpo con leves espasmos le dio pistas a Ainz sobre lo que estaba pasando por dentro.
—[Persona Encantada] Philip, ¿puedes decirme que es lo que pensabas hacer si todo salía como habrías predicho? Soy tu amigo, ¿puedes contarme eso?
—O-oh, uhm... Esto es... —Albedo no soportó la idiotez que demostraba e interrumpió con una corta oración contenida.
—Ainz-sama te está hablando, contesta.
Philip se sobresalto un poco al escucharla pero supo contestar a su amigo sin dejar de mirar la oficina en la que estaba.
—Sí, sí. Etto... El grano robado iba a dividirlo para ser usado y vendido, quería aumentar mis ganancias y expandir territorio... No sé si debería decirte lo siguiente, mi plan te había incluido cuando escuché la noticia pero luego lo descarté.
—Adelante, no tengo ningún problema con lo que sea que dirás. —Una mano de huesos se levantó y detuvo a Albedo que dio un paso con intención molesta.
—Ah, en ese caso, iba a utilizar tu supuesta muerte para intentar conquistar el Reino Hechicero. Por supuesto... También me hubiera gustado pedir de manera privada la mano de Albedo-sama y convertirla en mi Reina. Tomaría a la princesa Renner como concubina y a otras mujeres hermosas pero eso sería después.
Tan encantado estaba con su alrededor que nunca notó el aura negra que envolvió a la Supervisora por unos segundos. De igual manera Ainz tuvo una pequeña aura oscura pero rápidamente se calmó gracias a su pasivo que actuó instantáneamente.
—Este lugar es muy hermoso. No puedo ni imaginarme cuánto habrá costado o tomado tiempo para terminarla pero sin importar esos inconveniente menores me gustaría tener algo similar.
—Oh, puedo darte un lugar aquí en mi hogar de manera permanente si así lo quieres, incluso tendrías comida y bebidas gratis.
—Eso sería maravilloso, ¿estás seguro?
—Por supuesto. Sólo hay un inconveniente, tendría que hablar con mis amigos y presentarte ante ellos. Son de la raza heteromorfa, espero que no te asustes cuando los veas en persona.
—Jaja, qué cosas tan graciosas dices, ¿yo? ¿asustarme? Soy el gran Philip Dayton L'Eyre Montserrat, graba ese nombre mi amigo, porque estoy muy seguro que llegaré lejos y seré recordado aunque pasen cientos o miles de años.
—Ya veo. Tienes razón, también creo que serás una persona muy importante en la historia del Mundo. Creo que es momento de despejar el hechizo, ¿no crees?
Toda la arrogancia y valentía que Philip demostró antes desaparecieron como una llamarada siendo apagada por una fuerte nevada. Ahora, todo lo que quedaba era un muñeco cuyos hilos estaban destrozados, casi inexistentes.
—Hmpf... No creo que se mueva de donde está. Puedes volver a tus deberes de administración Albedo.
Ainz río de manera siniestra en su mente, por primera vez desde que llegó, él iba a disfrutar de la tortura que iría a sufrír este pobre desgraciado.
—P-pero Ainz-sama, ¿no sería mejor que lo acompañe hasta ir al Reino y ser una testigo del documento de vasallaje?
—... ¿Estás evadiendo una orden mía, Albedo?
—¡Jamás! Disculpe mi atrevimiento, se hará como usted diga Ainz-sama.
—Bien, puedes irte a tu propia oficina. Mis camaradas llegarán en unos momentos para que vean a este humano y después volveré al Reino.
—... Entendido.
Ella salió con la cabeza un poco inclina para abajo. Su porte sin embargo estaba derecho demostrando seguridad y liderazgo, algo que muchos líderes desearían tener.
—Ahora que ella se ha ido, [Mensaje] {Touch-san, sé que les dije podrían tener su tiempo libre pero... necesito de su presencia en algo}
El cambio de personalidad y tono de voz tuvo un cambio drástico, Philip quedó en shock pero escuchó atentamente. Si se presentaba una oportunidad de ser útil él haría todo lo posible para tenerla y ser libre de esta pesadilla viviente.
—{¿Es malo? ¿una emergencia?}
—{No, no. Es sólo que un humano ingenuo del Reino, el que dio la razón para la guerra, está aquí en mi oficina. Creo que como de nuevo somos un gremio de muchos miembros, todos deberíamos estar informados de lo que se hará en un futuro... ¿Touch-san? ¿escuchaste lo que dije?}
—{Sí, claro-...} —La voz de su amigo se interpuso con otra y hasta escuchó cierta interferencia como lo haría un teléfono en su mundo de origen.
—{¿E-estás bien? ¿Interrumpo algo?}
Pasos, puertas abiertas y cerradas, más pasos rápidos, el sonido de la respiración, otras voces susurrando cerca. Todo eso oyó Ainz al no tener una respuesta. Casi corta el hechizo pero la puerta de su oficina se abrió interrumpiendo su acción.
—No, aquí estoy, disculpa la demora.
Philip miró por el rabillo de su ojo al escuchar la nueva voz que no logró entender por completo. Una armadura plateada de paladín se presentó. Su boca se abría intentado decir alguna palabra de ayuda pero toda su esperanza se quebró cuando este sin mirarlo caminó hasta el no-muerto de manera casual.
—¿Estaban todos juntos?
—Me encontré con Ulbert-san en pleno camino, él se está encargando de llamar a los otros. No deben de tardar... ¿Este es el humano? Huele... mal. —Un sonido de chasquido parecido al que hace Cocytus se escuchó debajo del yelmo.
—¿Lo hace? No he notado nada desde que entré.
—De seguro es por tu rasgo de no-muerto, tienes suerte.
Ambos rieron suavemente antes de que un nuevo individuo ingresara por las puertas semi-abiertas.
—En unos minutos llegan los demás, los que han terminado su jornada laboral también están de camino... Uh, ¿qué es esa peste? —Una de sus manos enguantadas tapó con delicadeza su nariz sensible— No, no, puedo adivinar, es este humano. Estoy seguro.
—¿Debería de llamar a una sirviente para que limpie? Los otros podrían estar incómodos.
—No hace falta. —Dijo Touch-me. Abrió su inventario y sacó un pañuelo blanco, luego lanzó hasta Philip mientras activaba el hechizo— [Limpieza total]
El pañuelo brilló y luego se deshizo en miles de moléculas; el mal olor, el líquido, todo lo sucio, desapareció, a cambio se veía ropa y alfombra limpia.
—Ese ítem... ¿es de Yggdrasil dos? Su función es asombrosa.
—Lo es Momonga-san, tengo varios de ellos ya que los gané al probar la nueva gacha. Si lo deseas, puedo darte un conjunto al terminar esto.
—Yo también tengo de esos, por si quieres. —Agregó Ulbert— Incluso tengo algunos Ítems raros repetitivos. Sé lo mucho que te gusta coleccionar así que los guardé.
Sonidos de pasos se escucharon cerca, un par de sombras fueron visibles casi al instante.
—Les agradezco. Si no es molestia, lo aceptaré gustoso.
Era tiempo del juicio. Con la llegada de trece camaradas Ainz dio el inicio con un breve resumen de lo que Philip hizo y algunos Demonios Sombra encontraron en el lugar del robo, como la bandera pisoteada por ejemplo.
—¿Cuál es el veredicto?
—Culpable. —Respondieron todos con una firme convicción.
—Culpable.—Sentenció Ainz— Conde Philip Dayton L'Eyre Montserrat, por la presente serás condenado a una tortura por la eternidad. Tus cómplices, quienes en realidad te usaron, también compartirán la sentencia. Supervisora Guardiana de Nazarick, Albedo, será la encargada.
—¡N-no! ¡I-ino-cente! ¡So-soy ino-cente!
—¿Todavía tienes el descaro de decir eso? ¿Acaso no sabes quién soy yo? Soy el maldito creador de Albedo y sus dos hermanas, el Ser Supremo Tabula Smaragdina; el padre de ellas por si ni eso logras entender. Tocarle el hombro y tener asquerosas fantasías sobre ella; si a mi hija no le importa compartir, juro que te usaré para diferentes experimentos que he querido hacer desde que llegué.
—Es una pérdida de tiempo Tabula-san, no hace falta que te rebajes intentando hacerle entender. —Calmó Genjiro— Su destino está sellado.
—Me preguntó que le hará Albedo. —Amanomahitotsu, como Herrero de profesión, sintió ganas de crear instrumentos de tortura para usos futuros.
—Tiene un karma negativo, él deseará querer morir para liberarse de lo que viene. Incluso el infierno del que tanto hablaban asustados los antiguos humanos será como un jardín de niños. —Aclaró Ainz divertido. Él también quería ser parte del terror que vivirá Philip pero mejor era mantener su figura de gobernante.
—[Crear Subordinado: Asistente Primario] —Un ser humanoide vestido por completo en mameluco impermeable de color negro con franjas blancas en los brazos se inclinó en saludo a Tabula y esperó su orden— Lleva a este humano a una celda del Quinto Piso y da la siguiente orden a un guardia: nada de comida, agua o comodidades hasta que la Supervisora Guardiana decida lo contrario. [Puerta]
