El sol estaba en su punto más alto, el mediodía, cuando un fuerte estruendo confundió y asustó a muchos de los ciudadanos que paseaban cerca y dentro de la plaza principal.

La capital de la Teocracia Slane, Kami Miyako, entró en alerta al instante.

Los pocos y más cercanos guardias que patrullaban corrieron hasta el lugar sin miedo y formaron una barrera para proteger o atacar si el o los enemigos eran débiles. Pero, eso no era todo, los guardias eran una mera distracción hasta la llegada de los verdaderos defensores, las Escrituras.

Aquellos humanos que habían superado al promedio y servían fielmente a los Seis Grandes Dioses protegiendo la Nación que ellos mismos fundaron. Eran el orgullo de la Teocracia y portaban el título de ser los defensores de la humanidad.

Ahora, lo más importante era evacuar a los ciudadanos rezagados del lugar cubierto por una cortina de polvo.

—¿Dónde...? ¡Aléjate de mi! —Gritó una voz sombría y siniestra, luego de eso, hubo una onda de choque que apartó todo el polvo.

Ahí, en medio de un pequeño cráter, habían cuatro seres. Dos de ellos parecían ser humanos, uno en armadura plateada y el otro en ropa de ninja-asesino; de los otros dos restantes, uno era un Balfolk, y el último parecía ser una especie de no-muerto negro pero con un halo de ángel.

—¡¿Qué es lo que te pasa?! —Esta voz parecía provenir del caballero, y aunque tenía forma de humano, se escuchó rasgada y potente. Este estaba un poco más apartado del grupo.

—¿Pueden callarse ambos? —Interrumpió el ninja que de un momento a otro ya se había levantado dejando ver bien su figura delgada y su altura de casi dos metros— Ya hemos llegado.

Hubo otro sonido, como el de una risa baja pero malévola. Era el extraño no-muerto quien con una de sus manos tapaba delicadamente su boca. Su rostro era como una máscara dorada pero pronto el término 'máscara' se deshizo en pedazos ya que parpadeó y al quitar su mano su labios se contrajeron hasta formar una sonrisa antes de hablar.

—Además —Dijo— Tenemos un pequeño público.

La pequeña interacción del Caballero y el Balfolk se detuvo de golpe. Un ligero temor recorrió a los guardias que recibieron la mirada directamente. No entendían pero sus instintos les gritaban correr si se volvían molestos para estos seres de equipamiento sorprendente, casi divino.

—Hmpf, ¿humanos? ¿en serio? Que patética raza nos da la bienvenida a este Mundo. ¿Por qué mejor no fuimos a esas grandes montañas? Habían Dragones, podríamos haberlos domado para que sirvan de montura ¿pero estos?... Son simples montones de carne que caminan.

—Cállate Ulbert. Establecimos varias reglas antes de venir a este Mundo. —Nuevamente el Caballero le habló al Balfolk, se notaba fastidiado y nisiquiera le dio una mirada— ¿Acaso ya los has olvidado debido a tu edad?

—... ¿Me acabas de llamar anciano? ¿Tú? —Un aura tan negra como la noche sin estrellas explotó desde la espalda del llamado Ulbert. Hubo ráfagas de aire que empujó a los guardias muchos centímetros para atrás.

Siendo indiferente a la situación pero aún tomándolo con gracia, el de la túnica blanca con halo de ángel dio un par de pasos entre ellos y levantó las manos como si de una marioneta se tratase.

—Los dos, ni adultos ni ancianos, parecen niños en plena pelea sin sentido. ¿Pueden, no sé, cerrar la boca por unos momentos? ¿Acaso han olvidado el motivo por el cual hemos recorrido tantas galaxias y mundos? Diablos, y a mi me dicen infantil~ jajaja.

El hombre de ropajes oscuras y de apariencia ninja negó con la cabeza ante las palabras de su compañero. Luego miró a todos los guardias como si estuviera buscando algo o alguien.

—Humanos, mi nombre es Nishikienrai y soy un Ser Supremo al igual que mis compañeros aquí presentes. Deseo hablar con su mayor al mando, de ser posible, el que gobierna esta... ciudad.

"¿Por qué esa Escritura está tardando? Ellos no son humanos, son unos asquerosos semi-humanos y un heteromorfo raro" Pensó amargado el General antes de dar un paso al frente y hablar.

—... Yo soy el encargado de esta unidad. ¿Quiénes son ustedes y cuáles son sus razones para que estén aquí? Esta es la capital de la Teocracia Slane, la Nación fundada por los Seis Grandes Dioses.

—Oh vaya... —Comentó sin ganas el Balfolk, Ulbert.

—Bueno, bueno. ¿Seis Dioses dices? —El del halo nuevamente habló, su voz animada contenía ahora un ligero cambio demostrando su interés— ¿quiénes son? ¿siguen vivos? Me gustaría hablar un poco con ellos~.

—Lucifer, no es momento para esto. —Reprochó el de la Armadura Plateada.

(Se pronuncia sin la estrella: Lucifer*)

—Cierto. Continúen~.

El ser llamado Nishikienrai que se había distraído un poco volvió a mirar al General y contestó.

—Respondiendo a tus dudas, humano, nosotros somos Seres Supremos, aquellos que estamos por encima de las diferentes categorías de Dioses. Y la razón de nuestra llegada, es porque estamos buscando a la persona más importante de todo lo conocido, nuestro líder. Si fueras tan amable como lo hemos sido nosotros, responde esta pregunta: ¿Dónde se encuentra esta Nación y cuáles son las circulantes?

"Palabrerías, puras palabrerías. Que seres tan repugnantes y arrogantes al pensar ser superiores que los Grandes Dioses." Pensó de nuevo el General. Su rostro hizo una mueca de disgusto y superioridad a la vez.

—... ¿Por qué motivo tendría que responder a alguien que no es humano y peor aún, no es de nuestra Nación?

La sonrisa orgullosa que se quería formar en las últimas palabras se cancelaron en su lugar cuando una intención asesina se dirigió hacia él con tanta fuerza que cayó de espalda, sudando, orinado y babeando de absoluto horror.

—Este maldito insecto. ¿Cómo te atreves a faltarnos el respeto de tal manera? Si nosotros queremos, podríamos destruir este patético mundo en un abrir y cerrar de ojos. Tienes suerte de que nuestro líder se encuentra aquí y no tenemos su aprobación. De lo contrario...

Un manto de fuego negro comenzó a cubrir al Balfolk, no, ese no era un semi-humano, era un demonio. El calor que provenía de él comenzó a derretir parte del pavimento debajo de esos cuatro seres en unos instantes.

El del halo, llamado LuciFer, comenzó a flotar y sacudir los pies como niño, parecía que sólo lo hizo para cuidar de su túnica y parte de los diseños que colgaban. Él miraba divertido entre el suelo y sus compañeros sin dejar de sonreír.

—Retén tu aura Ulbert, podrías matarlos si no tienes cuidado.

—No me digas que hacer, Touch me. —Contestó brusco pero hizo lo pedido.

"¡¿Dónde está la Escritura de la Luz Solar?!" El pánico se asomó por instantes en el rostro de todos los guardias, incluido el General que intentaba ponerse de pie para huir. Lo bueno era que los ciudadanos ya se habían retirado; lo malo, que se podría iniciar una matanza si no mataban a estos extraños.

De pronto, un nuevo grupo de humanos apareció encima de un tejado cercano, estos tenían una mejor apariencia que los guardias y también tenían mejores armas. Eran una de las Escrituras; sin embargo, no era la Luz Solar.

—Guardias, retírense. —Ordenó un hombre adulto antes de sacar su arma y avanzar hasta los enemigos. Los otros miembros de la Escritura le siguieron sin tardar.

Los guardias se ayudaron entre si para alejarse, eran ciudadanos pero aún así habían entrenado para todo tipo de situaciones. Con algo de esfuerzo movieron a su General a una zona más alejada pero con vista hacia la futura pelea.

—¿Quiénes son ustedes? Han estado ahí segundos después de nuestra llegada. —Preguntó Nishikienrai, para él y sus compañeros fue demasiado fácil detectarlos. Casi al igual que otro grupo que estaba mejor oculto— ¿Responderán la única pregunta que hicimos?

—... Formación de ataque. —Comenzó diciendo el líder sin dejar de mirarlos y cambiando de posición con un colega— ¡Adelante!

Uno, dos, tres, cuatro, fueron los pasos que pudieron dar antes de que una onda invisible cortara horizontalmente por la mitad a todos los miembros de la Escritura del Agua Clara. Todos cayeron muertos con una mirada atónita.

—¿Oh? ¿Por qué lo hiciste Touch me-san? —Preguntó confundido LuciFer— Quería verlos entrar en acción y probar sus niveles.

—Alzaron sus armas contra nosotros sin ninguna justificación. —Declaró Touch-me guardando lentamente su espada— No era mi intención matarlos con ese ataque tan débil, lo digo de verdad.

—... Y todavía tienes el descaro al decir que me contenga para no matarlos. Al final, fuiste tú quien lo hizo. Si que eres egoísta.

—Ulbert-san, no empieces, fue un accidente. —Calmó Nishikienrai ya que LuciFer estaba bien metido en su roll de ser indiferente, sonreír y bromear— Ahora entonces... Este no es el lugar, acabo de localizar una gran fuente de poder que probablemente sea el líder. Se encuentra en el norte, a muchos kilómetros.

La sonrisa del ser que portaba una túnica y que parecía un no-muerto negro vaciló un poco. Su actitud alegre y relajada cambió un poco, esta vez se dirigió con genuina curiosidad a los guardias asustados que aún miraban los cuerpos inertes de los miembros de una Escritura.

—Humanos... cualquiera de ustedes servirá. Alguno tiene que contestar esta pregunta o yo mismo mataré a un par de ustedes por cada segundo que no respondan. ¿Cuáles son las Naciones circulantes? Especialmente quiero el nombre de la Nación que se encuentra en el Norte... ¿Bien? ¿Nadie?

Dos guardias cayeron de rodillas y luego golpearon sus caras contra el pavimento sin mostrar dolor. No se movieron mas generando pánico en los vivos. Un segundo después, cayeron dos más, después otros, otros y otros. Un guardia de por sí aterrorizado por lo que veía, gritó para detenerlo.

—¿Contestarás mi pregunta, humano? —LuciFer detuvo sus constantes hechizos de [Sueño Profundo]. Se estaba divirtiendo con todas las caras de horror que hacían los guardias.

—... P-promete que ya n-no matarás a nadie más... ¿por f-favor?

Hubo diferentes tipos de miradas hacia el guardia. De gratitud, por ser valiente al hablar y detener las muertes; de odio, por dirigirse a unos herejes y suplicar; de confusión; de esperanza; de miedo.

—¡Por supuesto! Tienes mi palabra~ —"Aunque no he matado a nadie jaja" Pensó.

—Al norte se encuentra el Reino Hechicero, que es gobernado por un No-Muerto poderoso. Al este de ese Reino se encuentra el Imperio Baharuth que ahora es su Vasallo. Al oeste, el Reino de Re-Estize... de ese país no sé mucho. También está el Reino Santo, el Reino Dracónico, el Estado de Consejo Argland y la Alianza de Ciudades Estado... E-eso es todo.

—Ya veo, gracias por la información humano, cumpliré mi promesa y no mataré a nadie más. ¡Mejor aún! Los voy a revivir como muestra de gratitud~

—Eres tan suave LuciFer... —Comentó Ulbert sin dejar de mirar a los guardias con una sonrisa mostrando sus afilados dientes— Al menos cuando estás de buen humor.

El disipar hechizo hizo efecto. Los guardias caídos se levantaron con dolor en la cabeza, algunos golpes o heridas pero nada grave. Sus compañeros cercanos lo vieron con los ojos abiertos.

—Bueno, tú eres un demonio Ulbert-san, siempre quieres matar cosas~. En cambio Touch-san las protege si están necesitando ayuda y son buenas. Digamos que yo soy como ambos, algo neutro~.

—Y es por eso que puedo soportar tu presencia, no eres un desquiciado que ama matar, ver sufrir o causar un derramamiento de sangre en exceso. —El paladín miró al demonio Ulbert, parecía que estaba molesto. En cambio su rival parecía reírse de él.

—Supongo que gracias jaja. —Interrumpió el del halo— Ahora Nishiki-san, hay un No-Muerto que bien podría ser el líder. Vayamos para allá, a esa dirección que dijiste inicialmente.

—Sí, es lo mejor.

A unos pasos cerca de ellos un Portal se abrió en el espacio. Algunos guardias tragaron saliva. Ellos habían escuchado el rumor de que el Rey Hechicero Ainz Ooal Gown utilizaba este tipo de teletrasporte...

—Nos vemos, humanos de la Teocracia Slane. Si encontramos a nuestro líder le diremos que nos ayudaron cuando llegamos. —Se despidió el Ninja en nombre de sus otros amigos y desaparecieron tras cruzar el portal.

Pasaron un par de segundo y apareció un hombre de la nada. Este miró a todos los miembros muertos de la Escritura Agua Clara e hizo una mueca incómoda. Luego se giró hasta los guardias y conectó su mirada con algunos de ellos, se veían rotos.

Después, un grupo más llegó, agarraron los cuerpos de la Escritura y se lo llevaron segundos después. El líder también se fue, sólo que había mirado el lugar donde antes estaban esos cuatro seres poderosos.

La Escritura de la Amapola, que se había ocultado con sus mejores técnicas para no ser descubiertos como los de la Escritura del Agua Clara, tenía que reportar sobre esto a los Cardenales y el Pontífice Máximo.