Capitulo 8: El tiempo necesario para rectificar una situación es inversamente proporcional al tiempo que se tardó en crearla
La semana santa llegó en, como dicen los magos, un aliento de dragón. Es decir, que antes de darse cuenta, los alumnos tenían una semana entera para intentar terminar una montaña de deberes impuestos por sus profesores.
Pero nadie tenía tanta presión como los alumnos de quinto y séptimo, cuyos TIMOs y EXTASIS, respectivamente, les mantenían encadenados a los libros día y noche.
No ayudaba demasiado que la final de quidditch estuviera a la vuelta de la esquina, y que los gryffindor estuvieran obsesionados por ganar.
Oliver Wood conseguía que todo su equipo llegara arrastrándose como babosas hasta sus habitaciones después de los entrenamientos.
Aun así, las chicas de quinto curso de Gryffindor encontraban tiempo para preocuparse por su amiga.
Irene Brennan, cuya pasión por su profesor de DCAO la había llevado a realizar actos inimaginables anteriormente, parecía tan muerta como el interior de los frascos del aula de pociones.
Sonsacándole como pudieron (y valiéndose de todo tipo de tácticas) las chicas descubrieron que su amiga había renunciado al hombre de su vida, por que él no la veía más que como una alumna.
> Pero ¿estás segura?- había insistido Katie.
> Si hacerme esperar dos horas, sola, después de que un troll hubiera intentado aplastarme la cabeza te parece que es como para no estar segura…
Katie suspiró, si Lupin no hubiera sido su profesor, ya le habría lanzado alguna maldición por ser tan insensible.
Pero la joven bruja no parecía afectada por aquel detalle, lo que resultaba realmente grave. No había gritado, ni llorado, ni se había puesto furiosa. Pero a cambio llevaba dos meses paseándose por el castillo sin otro objetivo que devorar libros, comer poco y estar ausente de cualquier cosa que pudiera resultar divertida. Solo conseguían sacarle un amago de sonrisa.
Si el profesor Lupin había notado el cambio, ellas no lo sabían, pues corrían tras su amiga cuando ésta le daba esquinazo al profesor, lo cual, sucedía constantemente.
Al menos esperaban que la final de quidditch le levantara los ánimos.
> Muchas gracias por tu ayuda, Irene.
La joven bruja forzó una sonrisa al gran hombre que se sacudía la espesa barba negra con la mano.
> No ha sido nada, Hagrid.
> Bien, ya se que los gusarajos no son muy interesantes, pero…
> Me gustan todas las criaturas mágicas, ya lo sabes.- respondió ella, intentando animarle.
Hagrid asintió, últimamente parecía alicaído, y la chica sospechaba que el asunto del hipogrifo Buckbeak preocupaba mucho a su profesor. Quizás por ello, las ultimas semanas, Irene se ofrecía a ayudarlo con las criaturas que manejaba para las lecciones.
> Realmente tienes buena mano- dijo Hagrid, viendo como Fang, su perro jabalinero, se acercaba hasta ellos y comenzaba frotar su gran cabeza en la túnica de la chica.
> Gracias, lo cierto es que me gustaría continuar estudiando las criaturas mágicas cuando termine el colegio.- respondió acariciando la cabeza del perro en un gesto distraído.
> ¿Nunca has pensado entrar en el Ministerio?- inquirió él - Hace falta gente buena que comprenda a las criaturas.
Ella parpadeó, ligeramente sorprendida. Realmente no se lo había planteado.
> No sé Hagrid, quiero decir, se exigen notas muy altas para entrar en el Ministerio…
> ¡Y tu puedes conseguirlas!- exclamó él, hinchando el pecho y pareciendo aun más alto.
Irene sonrió con sinceridad por primera vez en mucho tiempo.
> ¿Lo dices de verdad?
> ¡Claro! Yo siempre tengo buen ojo para estas cosas.
> Si lo intento ¿me ayudará, profesor?
> ¡Por supuesto!- dijo Hagrid, dándole una palmada en la espalda que la hizo tambalearse- mereces ese puesto mucho más que otros…
Ella notó el resentimiento en su voz, y supo enseguida que debía haber tenido más de un roce con el Ministerio de Magia.
> Ahora debo irme, Hagrid, estaré en la torre Gryffindor si necesitas algo…
> Claro, gracias por tu ayuda.
La chica asintió y tras darle un par de palmadas suaves a Fang se dirigió al castillo.
Al ascender por las escaleras hacia el primer piso, Irene se detuvo, con la respiración entrecortada. Tomó asiento en uno de los escalones para descansar, ya que últimamente su cuerpo no aguantaba demasiado ejercicio o esfuerzo. Sus compañeras de habitación decían que era por comer tan poco y ella no se molestaba en negarlo.
Clavó la vista en sus zapatos mientras recobrara el aliento, y quizás se habría perdido en sus pensamientos si algo extraño no hubiera llamado su atención entre los pliegues de su túnica. Alargó la mano, curiosa, y al agarrarlo sintió una punzada y soltó un grito.
> ¡Estúpido gusarajo!- le increpó a la criatura que se hallaba prendida de su túnica.- ¿Ya no distingues entre hojas de lechuga y dedos de persona!
Irene se sujetaba la mano derecha, con el ceño fruncido. Aquella pequeña criatura le había mordido un dedo y un pequeño hilo de sangre se deslizaba por su índice. ¿Cómo era posible si no tenían dientes? No lo sabía, y el gusarajo continuaba allí, agarrado a su túnica sin inmutarse.
> Irene ¿se encuentra bien?- preguntó repentinamente una voz a su lado.
Ella levantó la cabeza y se encontró con la mirada preocupada del profesor Lupin. A pocos metros le seguía el rostro desconcertado de Harry Potter. Al parecer, ambos habían salido a investigar el por qué de aquel sonoro grito en el silencioso corredor.
La bruja se sintió avergonzada por haber chillado solo por que un gusarajo le había mordido, y eso lo reflejó haciendo que sus mejillas se sonrojaran.
> Estoy…bien…perdón por el grito.
> ¿Qué le ha pasado?
> Nada…solo, que el gusarajo me mordió y bueno…- señaló ella a la criatura.
Lupin miró al animalillo y alargando el brazo lo cogió, obligándolo a desprenderse de la túnica de la muchacha.
> ¿Profesor? – interrumpió el chico que permanecía en pie un metro más atrás.
> Harry ¿te importaría hacerme un favor?- dijo Lupin.
> ¿Cuál?
> ¿Puedes llevarle este gusarajo a Hagrid? Seguro que lo echa en falta.
> Claro…- respondió Harry- pero profesor ¿qué hay de la clase?
> Continuaremos la próxima semana- sonrió Lupin.
> Por mi no se preocupe- dijo Irene, con voz apagada- puede continuar su clase con Harry, yo llevaré al gusarajo.
> No – respondió el profesor, con voz calma pero que no admitía replica- por favor Harry, ve.
El muchacho asintió con un gesto de cabeza y tomando a la criatura, bajó por las escaleras hasta desaparecer.
La bruja observaba a su profesor con curiosidad, el cual, le ofrecía ahora una mano para ayudarla a incorporarse. Dudando, ella aceptó el apoyo y se levantó.
> ¿Está bien?- preguntó Lupin con semblante serio.
> Sí, no se preocupe.- replicó con un suspiro cansado.
> Irene, sé que los alumnos deberían discutir sus problemas con sus jefes de casa pero realmente siento curiosidad por saber lo que le sucede.
La chica se quedó de piedra. Él, no solo había notado que ella no estaba igual que siempre, si no que además le interesaba saber el por qué. ¿En qué momento se habían abierto los cielos y había sucedido aquel milagro?
> Yo…a mi… no me pasa nada…- respondió intentando sonar convincente, aunque falló estrepitosamente.
El profesor frunció ligeramente el entrecejo.
> Irene, reconozco una enfermedad cuando la veo- replicó él- si no se encuentra bien debería pedir ayuda. No es nada vergonzoso estar enfermo, créame, sé de lo que hablo.
> Pero yo no estoy enferma- dijo ella, mordiéndose el labio.
> No todas las enfermedades son como los resfriados- sonrió Lupin- algunas salen de dentro.
La joven bruja soltó un largo y profundo suspiro.
> ¿Por qué se preocupa tanto? Solo soy su alumna.
El profesor levantó ambas cejas, en un gesto que indicaba sorpresa.
> Me preocupo por todos mis alumnos, aunque debo decir que a veces tengo cierta tendencia a sobreproteger a algunos de ellos…- sonrió, provocando que la muchacha se sonrojara – nadie es perfecto.
> ¿Cómo con Harry?- inquirió ella, tímidamente.
> Sí, como con Harry y con usted señorita Brennan.- asintió con una sonrisa tranquila.
Irene sintió como su corazón empezaba a latir con demasiada rapidez. El recuerdo de lo sucedido hacía dos meses no se había borrado, pero al menos ahora tenía la certeza que significaba algo más que una cara en el aula.
Sonrió, pensando que si tenía la misma importancia a sus ojos que el niño que vivió, podía sentirse afortunada, y por ahora podía conformarse con eso. Pero solo por ahora... pues no se daría por vencida otra vez.
Las princesas no dejan escapar a los caballeros de brillante armadura por muchos dragones que haya en su camino.
ooo
La mañana amaneció clara y limpia el día de la final de quidditch. Cuando el equipo de gryffindor bajó al gran comedor, todas las mesas, excepto la de slytherin, prorrumpieron en aplausos.
Irene, muy emocionada por el inminente partido se dejaba las palmas intentando animar a sus compañeras, que ahora que su amiga se encontraba en perfecto estado, podían preocuparse de sí mismas y los nervios se hacían notar en sus caras.
> Seguro que lo hacéis muy bien- exclamó la joven bruja, mientras Patricia asentía vigorosamente a su lado.
> Sí….- respondió Alicia, poniendo una mueca resultado de su nerviosismo.
> Os animaremos como nunca ¿a que sí, Patricia? – dijo Irene- incluso os hemos hecho una pancarta especial.
Las dos chicas desplegaron sobre la mesa una gran cartel rojo donde podía leerse 'Ánimo leones' para luego cambiar y mostrar con letras doradas 'con las bludgers donde más les duela'.
Alicia soltó una risita mientras Fred y George prometían hacer todo lo posible para cumplir los deseos de sus mejores fans, es decir, darles a los slytherin con las bludgers donde más les doliera.
Cuando alcanzaron el campo de quidditch, las tres cuartas partes del estudiantado, vestía ya de escarlata y dorado, y las gradas estaban a rebosar.
Irene y Patricia, más nerviosas que en ningún otro partido de su vida, se abrieron paso y tomaron asiento como era habitual, muy cerca de Lee Jordan y McGonagall, aunque aquella vez se vieron rodeadas por varios de los profesores que, por qué no admitirlo, estaban deseando que gryffindor ganara.
> ¿Os importa si me siento con vosotras, chicas?
Ambas muchachas levantaron la cabeza para mirar al profesor de DCAO, que sonreía a pesar de las marcadas ojeras de su cara.
> Adelante - exclamó Patricia, apretándose junto a una muchacha de ravenclaw, y dejando que Lupin tomara asiento entre Irene y el profesor Flitwick.
La joven se habría mostrado nerviosa por aquel detalle, si no fuera por que ya tenía los nervios a flor de piel. Ella, al igual que sus compañeras, adoraba el quidditch, aunque no tuviera talento para jugar, y que su equipo ganara la copa la haría la persona más feliz de la tierra.
> ¡Y aquí llegan los de Gryffindor! - exclamó Lee Jordan con el megáfono mágico, provocando que todos volvieran sus miradas hacia el campo.
> Seguro que ganamos ¡seguro!- decía Patricia, mientras agitaba su pancarta de un lado a otro.
El profesor de Defensa sonreía divertido mientras leía el cartel que la chica sostenía sobre su cabeza, e Irene intentaba mantenerse en su asiento, reprimiendo las ganas que tenía de saltar y gritar.
Y pronto, las escobas estuvieron en el aire.
> Gryffindor tiene el quaffle, no, lo tiene Slytherin.- exclamaba Lee, dando saltos en su asiento - ¡No¡Gryffindor vuelve a tenerlo, y es Katie Bell, Katie Bell lleva el quaffle! Va rápida como un rayo... ¡ESO HA SIDO INTENCIONADO!
Irene se levantó de su asiento y empezó a gritar insultos al cazador de Slytherin que acababa de coger la cabeza de Katie, provocando que ella diera una voltereta en el aire.
Poco le importaba ya que tuviera a dos profesores al lado que podían escucharla, pues, ella no era la única que soltaba pestes del juego de los slytherin.
Los espectadores gritaban tanto que pronto sus voces empezaron a sonar roncas por el esfuerzo. Patricia e Irene brincaban al unísono gritando y agitando su pancarta, como si les hubieran echado un encantamiento estimulante.
> ¡Mira, Harry ha visto la snitch!- exclamó de pronto Patricia.
> ¡Mafloy ha cogido la escoba de Harry!- gritó Irene, horrorizada por las tácticas del slytherin que habían evitado que el buscador de gryffindor atrapara la snitch.
Lee Jordan soltaba improperios bastante atrevidos, pero nadie le reprendía por ello, el juego sucio se abría paso por momentos en el campo.
> HIJO DE UNA BANSHEE!…– exclamó Irene, mirando de reojo a los dos profesores, que parecían encontrar muy curiosos sus insultos a los slytherin.
> ¡La snitch, la snitch! - gritó alguien desde los asientos de la izquierda.
Todos fijaron la mirada en Malfoy que bajaba en picado hacia la snitch, seguido por Harry que se le acercaba peligrosamente.
> ¡TU PUEDES HARRY, VAMOS COGELA, COGELA!
Irene y Patricia se habían subido a la valla de seguridad del graderío y si no hubiera sido por Flitwick, que agitaba su varita para mantenerlas en equilibrio, ambas habrían caído al campo.
El buscador de gryffindor descendió a toda velocidad, alcanzando al slytherin, separó las manos de la escoba ante el grito ahogado de todos los presentes y con un manotazo apartó a Malfoy, atrapando la pequeña esfera dorada con la otra mano.
Y el estadio estalló en gritos ensordecedores.
> ¿Hemos ganado?- dijo Irene, dudando un segundo- ¡POR MERLIN, HEMOS GANADO!
La joven bruja empezó a dar saltos de alegría, abrazando y besando a todos los que tenía a su alrededor, ello incluía a Patricia, un pequeño Hufflepuff de primer año, dos chicas de Ravenclaw…y al profesor Lupin.
No fue consciente de lo que hacía hasta que fue demasiado tarde y aun entonces, estaba demasiado emocionada como para darle la importancia que en otras circunstancias le habría dado.
Sin embargo, su profesor parecía contrariado con aquella muestra de afecto hacia su persona, aun cuando fuera producto de la euforia del momento. Irene, junto con Patricia, continuaba brincando como si no acabara de abrazar y besar al hombre por el que perdía la cabeza.
Mientras los gritos de alegría sacudían sus oídos y la copa de quidditch era entregada al equipo de gryffindor, la joven bruja se deshizo en lágrimas al igual que casi todos los de su casa, y aquella noche, después de una fiesta que pareció interminable, se durmió con una sonrisa en los labios.
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Bueno, como prometí aquí esta el capi, que aunque resuelve la situación deja la cosa confusa, o no? XD
Aunque hay algo que me tiene un poco…perpleja (que elegante palabra verdad :P) y es que me sorprende que la gente que lo lee lo encuentra gracioso, incluso hay quien se ríe! Será que no me doy cuenta cuando escribo algo gracioso? debe ser, por que a veces lo veo tan aburrido XD
Por eso por fi por fi sigan dejandome reviews diciendo lo que les parece! Quiero saber en que punto empiezo a decaer :P
