Jircniv había esperado ansioso desde la mañana. Un mensaje había llegado para él de parte del Rey Hechicero Ainz Ooal Gown ayer por entrada la noche, ahí se avisaba que pronto, posiblemente hoy, iban a llegar seres tan poderosos como Ainz y su Capital podría ser uno de los puntos de llegada; además, de que eran también sus amigos más cercanos.
—¿Alguna noticia? —Preguntó al hombre que estaba parado detrás suyo. Era su secretario Loune Vermillion.
—Todavía no Su Alteza... —Estaba cansado, desde ayer no había dormido bien ya que estuvo en alerta por orden del Emperador— ¿Usted cree que llegarán hoy mismo? Ya es mediodía, ¿no debería de almorzar primero?
La Capital estaba tan tranquila como antes, los tres Caballeros Imperiales entrenaban en el espacio abierto dentro del Palacio, donde aquella vez aterrizó un gran dragón y dos jóvenes elfos oscuros subordinados de Ainz.
—No hay tiempo para eso. Seres poderosos a la par que Ainz Ooal Gown-dono están por llegar y yo tengo que estar alerta para ello... Tengo que dar una buena impresión del Imperio, caer en el lado bueno y no generar ningún tipo de disgusto...
La precaución del Emperador era correcta. Estos no eran simples funcionarios o representantes importantes de una Nación vecina o amiga.
—Ya que se dice son los amigos de Su Majestad el Rey Hechicero, ¿cómo cree que serán?
—Monstruos, todos ellos. —Respondió de inmediato— Rezo a los Dioses para que ninguno de los que lleguen tengan solicitudes desquiciadas como darse un aperitivo con humanos antes de ir al Reino Hechicero.
—N-no creo que-
Golpe seco y la puerta de la habitación fue abierta. Un guardia de armadura dorada ingresó sin presentarse hasta su Emperador, se arrodilló y habló con tono firme pero nervioso. Había escuchado por parte de otros compañeros de la gran matanza que Ainz había hecho en las Planicies Katze, pensar que seres de igual poder iban a venir hoy día...
—¡Su Alteza! Disculpe mi falta respero y de etiqueta, pero tengo un mensaje importante para usted. Un grupo de cuatro seres que se encuentran volando encima de este lugar han enviado una hada y un hombre cubierto de negro como medio de comunicación. Ellos se encuentran en su espera.
Por un momento, Jircniv se quedó helado, pensó que los había convocado o algo así pero lo descartó rápidamente. De un salto se levantó y al siguiente estaba corriendo con dirección al balcón, donde daba directo hacia el gran espacio.
Efectivamente, ahí había una pequeña hada de color verde con toques celestes en lo que sería su diminuto vestido. También, había un ser delgado de ropaje holgado a su lado, casi como su guardaespaldas.
—Este es la capital Arwintar del Imperio de Baharuth, vasallo del Reino Hechicero. Soy el Emperador Jircniv Rune Farlord El Nix, díganme, estimados enviados, ¿a qué le debo tal honor y cuál es su razón de llegada?
—Humano Emperador, esta es una invocación del Supremo Blue Planet-sama. Y mi compañero aquí es una invocación del Supremo Flatfoot-sama. Ambos hemos venido con el fin de hacer unas preguntas en el nombre de nuestros señores y los otros Supremos Coup The Corâce-sama y Nuuboo-sama.
—Por supuesto, adelante con sus preguntas, contestaré lo mejor que pueda. —"Son ellos. De verdad, son ellos." Pensó Jircniv mientras miraba de reojo a los cuatro seres encapuchados que flotaban en lo muy alto.
La Guardia Área Imperial se mantenía a distancia de los cuatro seres, ya sea por respeto, por miedo o por una fuerza invisible. Ellos sabían su identidad y no se atrevían acercarse a menos que fuese una orden directa del Emperador.
—La pregunta principal sería: ¿está usted consciente de que hay un gran y poderoso ser no-muerto en tierras cercanas?
—Sí, lo hago. Ese poderoso ser no-muerto que conozco es el Rey Hechicero Ainz Ooal Gown, del cuál el Imperio es su Vasallo. ¿Es él por quien preguntan? Porque ayer por la noche un mensaje por su parte me fue enviado hablando de la llegada de algunos de sus amigos.
—¡Sí! ¡Es él! Aquél que está por encima de todos los Seres Supremos, el líder de todos ellos, el Gobernante Absoluto de la Gran Tumba Subterránea de Nazarick. Compañero-san, por favor avise a nuestros señores de esto.
El humanoide delgado y oculto en un traje de asesino asintió con la cabeza, bajó la postura hasta que sus manos tocasen el suelo, y saltó disparado hacia el cielo a una gran velocidad. Su silueta viajó con suma facilidad hasta sus amos, casi como una flecha siendo lanzada por el mejor arquero del mundo.
Una vez allí, cerca de sus amos, el asesino contra todo pronóstico se mantuvo en el aire y comenzó a relatar lo que había escuchado a la perfección. Mientras tanto, abajo se seguía conversando.
—Como le decía, el Imperio Baharuth es ahora su Vasallo. El Reino Hechicero se encuentra en el oeste, pasando las Planicies Katze que es como un gran desierto donde se generan diferentes tipos de no-muertos.
—¿Qué hay de las Naciones circulantes? ¿Hay alguna otra que sea Vasallo? —De la nada, un papel blanco y decorado con bordes de oro apareció junto a una pluma de escribir en el aire. Jircniv se sorprendió por la magia tan casual usada por esta hada pero prosiguió su explicación.
—Al sur del Reino Hechicero se encuentra la Teocracia Slane. Al oeste, el Reino de Re-Estize, que creo actualmente acaba de firmar para convertirse en Vasallo. Más al oeste se encuentra el Reino Santo, al cuál el mismo Ainz Ooal Gown-dono ayudó y mató al Demonio Emperador Jaldabaoth, un ser que causó muchas muertes y destrucción a su paso.
Todo lo que había dicho había sido grabado en escrito en el papel. Ya que estaba cerca, Jircniv pudo ver la excelente caligrafía con que se había escrito aunque, aquél idioma, nunca antes lo vio o escuchó de él. Sólo un vago rumor del que Fluder en su infancia le había dicho floreció en su mente. La escritura e idioma de los Dioses.
—Ya veo, ¿qué hay del norte? ¿hay algún otro vasallo por allí? —Habló la pequeña hada para llamar su atención.
—Sobre eso... no estoy seguro, pero si hay una relación amistosa y comercial con el Reino Enano. Lejano a eso, están la Alianza de Ciudades Estado y el Estado de Consejo Argland. También, al sur de este Imperio se encuentra el Reino Draconico y el Reino Élfico. Eso es todo en ni conocimiento, espero haber sido de ayuda.
—Se le agradece Emperador Humano Jircniv Rune Farlord El Nix. Los Supremos sólo querían saber sobre esto. Me despido y que tenga un buen día.
La hoja se dobló en un pergamino y la pluma desapareció en polvos de colores. La hada se inclinó como la etiqueta lo sugería y alzó un poco el vuelo. Sin embargo, se detuvo casi al instante y luego nuevamente se inclinó, esta vez con más reverencia y respeto.
Jircniv quiso preguntar el porqué lo hizo pero una voz a su costado lo detuvo en seco. Parecía un susurro, aunque no lo era; se escuchaba con letargo pero de manera digna; contenía fuerza y poderío, también como sabiduría y peligro. El Emperador giró un poco y encaró al Ser que se encontraba a su lado.
—Saludos, Emperador Jircniv. Mi nombre es Flatfoot, uno de los cuarenta y un Seres Supremos. En nombre de mis tres colegas presentes y el mío, le agradecemos por su amabilidad y ayuda ofrecida.
La definición personificada de un asesino, eso era. La ropa, el porte, las armas cortas y penetrantes que colgaban medio camufladas en su cadera. Con sólo ver su silueta, con sólo estar a su lado, Jircniv sintió un peligro tan intenso que rivalizaba con el mismo Ainz.
Jamás, ni estando rodeado de los mejores asesinos o mercenarios del Imperio él había sentido esta clase de poder que se infiltraba por sus venas y aplastada su corazón. Al igual que la pequeña hada, Jircniv hizo una reverencia sin dejar de tocar su ítem de inmunidad al control mental o sentimientos como el miedo.
—El placer ha sido todo mío, Flatfoot-dono. Ayudar a los amigos de Ainz Ooal Gown-dono es uno de mis nuevos deberes del cuál me muestro orgulloso y agradecido.
—¿Ainz...? —Contestó confuso pero al instante pareció entender algo del cual Jircniv no tenía idea— Ya veo. En ese caso, cuando encontremos a nuestro líder le diremos de su amabilidad al instruirnos de este... continente. Nos vemos.
Hubo un destello, tan rápido como los primero rayos de la luz del sol cuando se filtran en las calles en pleno alba. El niño bonito, llamado de esa forma por Ainz, miró hacia los lados antes de alzar la vista hacia el cielo. El hada y el humanoide con vestimentas negras desaparecieron de tal manera que pareciera nunca haber existido.
Los cuatro seres, Flatfoot, Blue Planet, Coup The Corâce y Nuuboo, parecían conversar por unos segundos. Luego de eso, una Puerta fue abierta en pleno cielo y pasaron a través de ella. Los Guardias Reales que se encontraban cerca, así como los Guardias Aéreos, miraban sus horizontes confundidos.
—Pueden volver a sus puestos, los Supremos ya se han ido con la información que necesitaban.
Sin esperar respuesta o verlo cumplir con su orden, Jircniv regresó a su habitación y tomó asiento en su cómodo sillón. Roune Vermillion lo había estado esperando y viendo desde allí sin moverse.
—... Tenía razón, son unos monstruos. Sin embargo, quiero agradecerles por no haber matado o devorado a nadie. Me pregunto... cuál será ahora el destino de la humanidad, no, del mundo con todos esos seres poderosos que acaban de llegar.
El abuelo, Fluder Paradyne, había tenido mucho suerte al doblegarse de inmediato ante Ainz Ooal Gown. Pero, ahora cuando analizaba bien su traición, se dio cuenta de que si él se entregaba, Jircniv mismo podría aumentar su valor y conocimiento sin su presencia.
—El Imperio es un estado Vasallo, no deberíamos de preocuparnos por ello Su Alteza. Si el Rey Hechicero Ainz Ooal Gown hubiera querido conquistar el mundo a la fuerza ya podría haberlo hecho.
—Hmpf, tienes razón. Puedes tomar la tarde libre Roune, gracias por tu arduo trabajo.
—Le agradezco mucho mi señor.
Pronto Jircniv se quedó solo en su habitación. Bien podría llamar a un par de concubinas para pasar el rato pero la mera idea de divertirse un poco después de lo que había pasado le dio un ligero dolor de estómago. Era tiempo de descansar también.
—¡Su Santa Majestad! —Gritó el paladín una vez ingresó y se arrodilló para dar el mensaje.
—¿Qué es este escándalo? —Preguntó Caspond confundido por la interrupción en sus deberes de administración— Levántate, ¿qué ha sucedido?
—Mi Señor. —Al ponerse de pie dio una corta reverencia y habló— Han llegado cinco seres heteromórfos de gran poder que desean hablar con usted en persona. Ellos tienen algunas preguntas.
El Doppel-Caspond quiso contestar instantáneamente pero el sonido de una espada siendo desenfundada lo alertó y giró la mirada hasta el origen del sonido. El hombre que se encontraba a su lado, Gustav Montagnés, le hizo frenar antes de que salga corriendo.
—Remedios, cálmate. Estábamos hablando sobre tu comportamiento y racionalidad.
—¡Pero son monstruos! —Respondió en tono alto asustando al paladín— ¡ellos podrían haber mentido con el fin de asesinarnos a todos! ¡especialmente a Su Majestad! Tengo que ir y-
—Has silencio y baja el arma Remedios. —Interrumpió el Rey Santo— Los seres que me esperan son los que Ainz Ooal Gown-dono me avisó por medio de aquella carta de ayer. ¿Vas a desobedecer la orden luego de haber jurado fidelidad a mi persona?
Eso pareció alterar a la antigua Capitana de los Paladines. Con vergüenza bajó la cabeza y enfundó su arma.
—... No Caspond-sama. Honraré mi juramento hasta mi muerte definitiva.
—Eso espero. —Le respondió y giró hasta el paladín que había retrocedido un par de pasos— Llévanos hasta donde se encuentran. Mientras tanto, ¿qué están haciendo los otros paladines? espero que hayan sabido comportarse con la llegada de tan estimados seres.
Los cuatro pronto abandonaron la habitación a pasos apresurados. Los paladines que cuidaban la entrada al ver que se movían decidieron seguir al Rey Santo para protección.
—Sí. Hemos ofrecido aperitivos y preparado un pequeño lugar rápidamente para su estancia. Actualmente se encuentran degustando de los postres y admirando la belleza de los alrededores reconstruidos.
—¿Qué hay de la Predicadora "Sin Rostro" Neia Baraja? —Preguntó Gustav— Ella se encuentra viviendo en la finca de sus padres aquí en Hoburns y estoy casi seguro de que Su Majestad el Rey Hechicero le pudo haber avisado también.
—Oh, me disculpo Capitán Montagnés. Nadie ha recibido noticias suyas desde hace un par de días. Por lo que se sabe, ella se encuentra administrando la reconstrucción de varios lugares y pueblos cercanos a esta ciudad.
—Eso es inesperado, pensé que vendría... —Un leve dolor se instaló en su estómago, estaba acostumbrado por lo tanto no lo tomó tanta importancia y siguió caminado a paso rápido.
—En todo caso, ¿cuál es la apariencia de esos cinco seres poderosos? ¿tenemos un registro o algo que nos ayude a identificarlos o relacionarnos con otras razas?
—Me disculpo Su Santa Majestad, pero sólo uno de ellos es similar a una raza marítima ya conocida, es como un... hombre-pulpo; me disculpo de nuevo, el nombre de aquella raza no lo he estudiado con anterioridad y por lo tanto no soy consciente de ello.
—Hm, está bien. Sigue hablando. —Giraron un pasillo y ahora era todo de frente hasta salir al patio principal.
—Sí. Uno de ellos tiene múltiples bocas y su color de piel es algo rojiza, posee cuatro o seis brazos. Otro es parecido a una especie de lobo pero... combinado con otras especies más aterradoras. Los dos restantes lamentablemente están cubiertos por una gran túnica que inclusive tapan su rostro. Todos ellos son grandes, casi de dos metros de altura o un poco más.
—Bien. Gracias por el informe.
Caspond ignoró las palabras que decía el guardia y los susurros de disgusto e incomodidad que Remedios trataba de ocultar. Se concentró en la información recibida y rápidamente identificó a los tres Supremos descritos. Tabula Smaragdina-sama, Bellriver-sama y Beast King Mekongawa-sama.
Cuando el Guardián Demiurge le dijo a través de [Mensaje] que varios Seres Supremos habían vuelto a Nazarick se alegró mucho a pesar de no ser un nacido de la Tumba. Pero, la alegría no terminó ahí, le fue encomendada una pequeña misión en la cual podría entablar conversación con algunos Supremos.
—Remedios Custodio. Una vez lleguemos ahí quiero que mantengas la boca cerrada y no generes ningún tipo de malestar a los invitados. Ellos son seres igual de poderosos que Su Majestad el Rey Hechicero, pero al contrario de él, ellos no dudarán en destruir este Reino si son ofendidos.
—... Entendido. —Fue lo único que dijo en respuesta. Gustav sólo la miró de reojo, él se encargaría de detenerla si todavía después de recibir la orden del Rey cometiera una estupidez.
Caspond estaba preocupado internamente, lo que había dicho era cierto, si algo disgustada u ofendía a los Seres Supremos no sólo el Reino sería destruido, él estaría atado a una tortura infinita por no haber cuidado de los subordinados que estaban bajo su control.
—Esto no tomará mucho tiempo. —Le habló de nuevo Caspond al paladín que los seguía, los otros dos de atrás prestaron atención también— Ustedes tres ordenen a los demás paladines retirarse. Sólo Gustav, Remedios y yo estaremos con ellos.
—¡Como usted ordene Su Santa Majestad!
Al salir del largo pasillo que ya mantenían ambas puertas abiertas, tanto el Doppel-Caspond como Gustav Montagnés y Remedios Custodio vieron a los cinco seres sentados alrededor de una mesa blanca con una gran sombrilla. Esos seres degustaban tranquilamente sus postres sin prestarles la mínima atención.
El paladín que había recibido la orden se alejó un poco del Rey Santo y con cuidado de hacer ruido le habló a sus compañeros que pronto asintieron y se alejaron. Era tiempo de tener tan esperada charla.
