Capitulo 9: La naturaleza siempre está de parte de la imperfección oculta.

Poco después de la final de quidditch, las salas comunes de las cuatro casas se llenaron de folletos de mil y un colores para los alumnos de quinto curso, que les animaban a decantarse por una profesión.

Algunos como los gemelos Weasley tenían bien claro que su futuro era la venta de sus creaciones, aunque nadie se atrevía a interesarse demasiado por ellas. Otros, como en el caso de Irene, aun dudaban de su elección, y era por ello por lo que los jefes de casa concertaban entrevistas con sus alumnos, para ayudarles en su orientación.

> Buenas tardes profesora- saludó la joven bruja, cuando abrió la puerta de la oficina.

La profesora McGonagall, sentada tras su larga mesa, le hizo un gesto con la mano invitándola a sentarse en la butaca vacía.

> Buenos días señorita Brennan.- sonrió amablemente.- Supongo que ya sabe por qué está aquí.

Irene asintió con la cabeza.

> ¿Y bien¿Tiene alguna idea sobre lo que va a hacer después de Hogwarts?

La joven bruja puso gesto pensativo.

> No estoy muy segura…- confesó – pero realmente me gustaría seguir estudiando las criaturas mágicas.

> Bien¿alguna en particular?

> No, no tengo interés en alguna en particular… lo cierto es que la idea de Hagrid aun me ronda la cabeza…

> ¿La idea de Hagrid?- repitió la profesora, mirándola por encima de sus gafas, con curiosidad.

> Sí- sonrió ella, ligeramente avergonzada- Hagrid cree que tengo talento suficiente para entrar en el ministerio, en el departamento de regulación y control de criaturas mágicas.

McGonagall se echó hacia detrás, en lo que parecía un gesto de impresión.

> ¿De verdad? Me sorprende que Hagrid diga algo como eso…aunque apuesto a que tiene razón.

Irene le dedicó una sonrisa, acompañada de una mirada curiosa.

> ¿Lo cree?

> Bueno, tus notas han mejorado últimamente, no veo por que no habrías de conseguirlo. Aunque tendrás que aplicarte más si aspiras al ministerio, para los EXTASIS es necesario que consigas al menos un Excede Expectativas.

Ella asintió con fuerza.

> En cuanto a las asignaturas que deberías cursar- continuó la profesora - te recomendaría por supuesto cuidado de criaturas mágicas, también pociones y defensa contra las artes oscuras, así como encantamientos y transformaciones.

Irene volvió a asentir con la cabeza, ya se lo había imaginado.

> ¿Alguna pregunta más señorita Brennan?

> ¿Es necesario algún examen adicional para entrar en el ministerio?- inquirió ella.

> No siempre, depende del departamento generalmente, pero en el departamento al que usted aspira suelen poner a los recién llegados un periodo de prueba, para ver que tal se desenvuelven en el trabajo.

> Ya veo.

> ¿Algo más?

La joven negó con la cabeza.

> Bien, si eso es todo…

Irene se levantó de la butaca pero la profesora la detuvo con un gesto de la mano.

> Señorita Brennan, si se dirige a la torre gryffindor ¿podría pedirle un favor?

> Por supuesto, profesora.

> ¿Podría llevarle estos pergaminos al profesor Lupin? Estará en su oficina.

> Claro profesora, se los llevaré.- asintió la joven, tomando los pergaminos que le tendía y acercándose a la puerta.

> Le deseo suerte señorita Brennan, seguro que lo hará bien.

Irene sonrió a McGonagall aunque no estaba segura de a qué se refería.

> Gracias.

Y sin demorarse demasiado, la joven bruja abandonó la oficina, preguntándose si había elegido correctamente su camino en la vida.

ooo

Anduvo deprisa, intentando contener la emoción de un encuentro "justificado" con su profesor de DCAO. Se detuvo ante la puerta del despacho y aspiró profundamente, para luego llamar suavemente a la puerta.

La joven bruja aun se sentía un poco violenta por haber abrazado y dado un beso en la mejilla a su profesor el día de la final de quidditch, aunque él parecía haberle quitado importancia al asunto y la trataba con igual deferencia.

Pero para su regocijo, ella recordaba perfectamente la cara que el mago había puesto cuando sucedió, y por su expresión no podía negar que al menos le había agradado.

El profesor Lupin se encontraba en pie, vistiendo su habitual túnica remendada, mientras tomaba algunos libros de una estantería cercana. Le sonrió levemente y la invitó a entrar con un gesto de la mano.

Irene permaneció de pie, junto al escritorio, donde descansaban algunos pergaminos y una copa llena de poción humeante. Mientras Lupin terminaba de revisar los libros, ella observó la copa con detenimiento.

> Es para el resfriado- dijo el profesor, respondiendo a la pregunta que se formaba en la cara de la muchacha.

Ella levantó la mirada de la poción y miró al mago con suspicacia.

Irene sabía, como estudiante aplicada en pociones, que los remedios para el resfriado eran siempre de color verde, por la gran cantidad de hierbas que éstas llevan en sus ingredientes. Pero aquella poción era roja, y aspirando levemente apreció el olor dulce y a la vez punzante de la esencia de belladona; si era un remedio para el resfriado tendría que haber tenido un aroma mentolado.

¿Por qué le mentiría de un modo tan descarado?

> La profesora McGonagall me ha pedido que le traiga estos pergaminos.- dijo ella, poniendo sobre la mesa los papeles.

> Gracias, Irene.

La joven bruja habría comenzado una conversación para no tener que marcharse tan deprisa, pero su atención estaba clavada en la poción y no podía concentrarse en nada más.

Al percatarse que él la miraba con curiosidad, ella sonrió ligeramente avergonzada por haberse quedado allí de pie, tan solo mirando la copa.

> Bien, si me disculpa, vuelvo a la torre.- dijo Irene torpemente, antes de salir apresuradamente del despacho.

Estaba segura de haber visto aquella poción en alguna parte, pero ¿dónde? y ¿por qué le había mentido¿qué intentaba ocultar su profesor? Tenía un mal presentimiento al respecto.

En su camino hacia la torre Gryffindor, se detuvo en la cuarta planta para dirigirse a la biblioteca. La curiosidad la estaba matando.

Tomó asiento en un lugar apartado, aunque la biblioteca se encontraba prácticamente vacía. Paseó entre las estanterías y extrajo varios volúmenes sobre pociones avanzadas, pues estaba segura que aquella poción que había visto sobre la mesa del profesor no era algo que ella hubiera estudiado.

Una vez tuvo seis gruesos y polvorientos libros sobre la mesa, comenzó a revisarlos lentamente, mientras comía disimuladamente algunos caramelos (pues no estaba permitido comer en la biblioteca).

Y cuando dos horas más tarde, y habiéndose perdido ya la cena, soltó un suspiro largo y profundo, pasando la página del grueso volumen de 'Pociones para todas las ocasiones' encontró lo que buscaba.

Una larga lista de ingredientes auguraba una poción de gran complejidad. El color, la textura, e incluso el olor que se describían eran exactos a lo que ella había visto en aquella copa hacía unas horas.

Y sin embargo no sintió alegría alguna al dar con ella. Por que se trataba de la poción Matalobos.

Durante algunos minutos meditó, y no tardó demasiado en atar cabos. No había sido casualidad que aquella poción estuviera allí. Aquello terminaba de explicar el complejo puzzle de las misteriosas ausencias de su profesor de DCAO, así como su estado de salud.

Irene apretó los dientes hasta que sintió una punzada, no sabía qué debía sentir ¿dolor¿ira¿miedo? No le cabía en la cabeza, era tan simple como eso.

> Enamorada de hombre lobo- susurró, sosteniéndose la cabeza entre las manos.

Dio un manotazo a la pila de libros que se estamparon contra la pared antes de caer en el suelo. Algunos alumnos la miraron pero ella no les prestó atención.

La señora Pince, se acercó a la joven con la cara fruncida en un terrible gesto de ira. Le gritó pero Irene ni siquiera escuchó lo que la bibliotecaria le decía, la miró como si viera más allá de su cara similar a una urraca, y se levantó de su asiento.

Con la biblioteca sumida en un silencio sepulcral, la joven bruja salió con paso pausado, mientras la señora Pince la miraba con estupefacción. Los pocos alumnos prorrumpieron en susurros cuando ella desapareció tras el umbral de la puerta, y la bibliotecaria aun con un gesto indignado en la cara recogió los volúmenes con un gesto de varita.

ooo

Irene se acurrucó en el hueco de la ventana, observando el cielo y la luna llena que ascendía lentamente. La habitación se encontraba vacía, excepto por Katie, que después de un pequeño incidente durante el entrenamiento, reposaba tumbada en su cama con la muñeca vendada.

Había estado merodeando por el castillo durante toda la tarde, rumiando aquellas ideas absurdas sobre ir a pedir explicaciones, o intentando no estallar en lágrimas por que no sabía a qué atenerse ni lo que hacer. No sabía si había llegado la hora de abandonar todos sus intentos.

> La melancolía no es buena.

La joven bruja miró a su amiga que sin perder su posición de descanso, la miraba con una sonrisa tranquila.

> Si pudiera me desharía de ella, créeme- respondió Irene, dando un suspiro lleno de amargura.

> ¿Te hace falta consejo? Ya sabes que al menos eso, se me da bien.

Ella le dedicó una mirada curiosa, y a punto estuvo de opinar sobre los consejos que daba la cazadora, pero al final le sonrió levemente.

> Dime Katie ¿qué haces cuando descubres que tu príncipe azul se convierte en rana?

> ¿A Lupin lo han convertido en rana?- exclamó la chica arqueando las cejas exageradamente.

> No digas chorradas, hablo metafóricamente.

> Tu siempre tan intelectual…

Irene suspiró, por mucho que quisiera no podía contarle nada a Katie, aquella no era su decisión. Aunque tampoco podía ocultar que el asunto de estar enamorada de un licántropo la traía algo más que preocupada.

> Bueno, yo realmente no le veo el problema- dijo su amiga, con un gesto de la mano.

> ¿No se lo ves?- exclamó la bruja, asombrada con la declaración.

> Estas cosas solo tienen la importancia que quieras darle.

> No sé, Katie…

> Bueno, a menos que a él le guste transformarse en rana y lo haga voluntariamente, no veo donde está el drama del asunto.- sonrió ella, divertida.

> Pero ¿y si…- Irene calló, a punto de decir '¿y si se desboca y me hace daño?'

Katie frunció el ceño ligeramente.

> Además, tú eres a la que le gustan las criaturas mágicas¡tienes una gran oportunidad! Estudios de primera mano sobre ranas mágicas!

> Que bruta eres- murmuró en respuesta, pero divertida por la frase.

> En serio, Irene, no creo que sea tan grave. – sonrió, incorporándose para quedar sentada.- ¿Crees que, por lo que quiera que le pase, ya no vale la pena?

La bruja sacudió la cabeza.

> Él valdría la pena aunque se convirtiera en un troll de seis cabezas.- proclamó, asombrándose incluso a sí misma.

> ¡Perfecto entonces! Aunque por tu bien espero que no se convierta en un sapo, o Snape lo destripará para meterlo en sus pociones…porque ganas no le faltan.

Irene y Katie estallaron en carcajadas.

En ese momento Angelina, seguida de Alicia, entró en la habitación explicando, junto con una cara de pánico que no le habían visto hasta entonces, que los horarios para examinarse de los TIMOs estaban ya en el tablón de anuncios.

Irene soltó un grito ahogado, siendo consciente de lo cerca que estaban ya los exámenes ¡no podía volver a entretenerse con tonterías! Se disculpó en silencio con el profesor Lupin, pues por ahora, su devoción debía quedar relegada al segundo puesto, al menos, hasta que hubiera conseguido los TIMOs necesarios para cumplir otro de sus sueños.

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Bien, me ha salido cortito pero, les ha gustado? Si? No? Pido el comodín del publico:P

Muchísimas gracias por los reviews, me hacen tan feliz sniff sniff aunque tengo que avisar que aunque el año escolar se acabe pronto, el fic aun continuará, no digo mucho más por que si no se estropean las futuras sorpresas :P asi que no hay preocuparse que estupideces mías hay para rato jejeje

Y en un acto de autopromoción (egocentrica que es una) les invito a leer mi otro mini fic de hp, que de serio tiene bien poco. XD Gracias!