En una pequeña sala blanca con decoraciones doradas en las paredes y pilares, se encontraba una niña vestida con ropa tan fina y de buena calidad que dejaría en vergüenza a cualquier princesa o Reina de otras naciones. Esta era Draudillon Oriculus, la Reina del Reino Dracónico.

Tal vez su Primer Ministro no se encontraba a su lado debido a su propia orden de hace ya varios minutos, pero eso no significaba que estaba sola sentada en su trono. Frente a ella, un grupo de cuatro seres heteromórfos estaban cómodamente descansando en bellos y exóticos muebles hechos de raíces, tallos, hojas y flores. El responsable de crearlos era uno de ellos, Punitto Moe.

—¿Debemos de repetir nuestra pregunta, pequeña Reina?

—No hace falta Ankoro Mochi Mochi-dono, la he escuchado perfectamente y aunque me gustaría decirles dónde se encuentra su líder no podría, mi Reino se encuentra en constante ataque por los asquerosos y repugnantes hombres bestias, que gracias a ellos, nuestra red de inteligencia externa ha tenido que volver por precaución.

—¿Por qué tanto odio a esos semi-humanos? —Preguntó interesado Garnet— ¿Qué han hecho?

—¡Ellos matan, desgarran y comen vivos a mis ciudadanos indefensos por diversión! —Exclamó con fuerza perdiendo por un momento su fachada de niña— Ya van tres ciudades que han conquistado, los pocos soldados y ciudadanos que han podido escapar con anterioridad se han resguardado aquí en la capital pero, ¿cuánto les tomaría a ellos superar nuestras defensas y masacrar a todos, incluyéndome?

Cuando lo ponía de esta forma era entendible. Warrior Takemikazuchi hizo una mueca de disgusto ante las barbaridades que cometían estos hombres bestias.

—Eso es horrible. —Punitto Moe al igual que el resto de sus amigos estaba un poco indignado pero no por eso se atrevían a levantar un solo dedo para apoyar al Reino atacado— ¿Las otras Naciones no piensan ayudarles como vecinos? ¿se llevan mal con ellos?

—Antes teníamos el apoyo de la Teocracia Slane por una buena suma de dinero, apostamos por ellos ya que son la Nación humana más fuerte del continente. Sin embargo, sucedió algo improvisto hace ya un año y su refuerzo no ha llegado desde ese momento, creo que han dejado de ayudarnos. Las otras Naciones no son de integrarse en guerras indiferentes a las suyas.

Por supuesto, ¿qué clase de Rey ayudaría a un Reino atacado si el suyo tenía ya otros problemas de mayor atención? No es que fuera imposible la existencia de tal Rey, pero era algo fuera de lugar y por lo tanto sólo habría uno en cientos, quizás miles.

—Ya veo... —Comentó Ankoro en un falso tono de desinterés— Bueno, ya que no tiene la información que nosotros necesitamos, no tenemos más opción que irnos y buscar en otro lugar. Nos vemos Reina Draudillon, esperamos que encuentren apoyo pronto.

Los cuatro seres se levantaron de su asiento como uno solo, el gran mueble se deshizo y casi le dan la espalda a la niña sentada en el trono para irse.

—¡P-por favor esperen! Yo... Todavía no he revisado los actuales informes de las Naciones circulantes, pero creo haber sido informada de un nuevo Reino que ha surgido, quizás allí es donde está su líder. Les podría dar el documento detallado si ustedes ayudan a mi Reino.

Si hubieran llegado realmente en este lugar sin comunicación con los demás de sus amigos, Nazarick o Momonga, bien podrían haber puesto atención a la propuesta... O quizás hubieran usado su poderío superior para obtener la información por cualquier medio.

—¿Acaso nos está chantajeando? —"Uwah... Está muy desesperada" Pensó Warrior Takemikazuchi mientras le daba una expresión algo enojada y de burla, también liberó un poco de intención asesina— ¿Se da cuenta de lo que intenta hacer? Nosotros somos Supremos, seres poderosos que no necesitamos de otros para obtener lo que queremos.

Los ojos de la Draudillon se agrandaron de temor, levantó ambas manos y las agitó frenéticamente para negar su error. A los Supremos presentes le hubiera causado lástima de asustar a una niña, solo que ella no era una niña, sino una mujer adulta que se hacía pasar por una.

—¡Lo siento por mis palabras! Pero, por favor, ayúdenos. ¡Si nadie nos ayuda para hacer frente a los hombres bestias mi Reino caerá ante ellos! ¡No puedo permitir eso!

—Contrate fuerzas militares de otra Nación entonces. ¿O acaso no tiene la economía necesaria? —Presionó Garnet.

—Lamentablemente toda la producción se ha detenido, los ingresos y el poco dinero que queda en el Palacio no es suficiente para el contrato de otras ayudas.

—... Chicos, hablemos un momento.

Ignorando a la pequeña Reina que soltaba lágrimas de impotencia, Punitto Moe activó un ítem de silencio. La cúpula transparente se creó de manera instantánea y los cuatro Supremos sintieron la libertad de hablar pero no de expresarse.

—Uff, esto está un poco intenso, ¿no lo creen?

—Correcto Takemikazuchi-san. ¿Pero para qué estamos haciendo esta sección de privacidad? ¿estás planeando algo Punitto Moe-san?

—¡Sí! —Le respondió con una creciente alegría a Ankoro Mochi Mochi pero sin dejar que su cuerpo lo exprese para que Draudillon no sospeche— Verán, podemos aprovechar esto y hacer que la Reina, no, todo el Reino Dracónico nos deba un gran favor. De tal manera en el futuro podremos cobrarlo y ayudar a Momonga-san en su conquista mundial.

—Veo por donde estás yendo. —Garnet asintió un par de veces en aprobación— En ese caso ¿qué se utilizará para repeler a esos semi-humanos? ¿invocaciones? ¿o ejércitos convocados por Ítems?

—Para nada. Quien se encargará de eliminar a esa amenaza va a ser Takemikazuchi-san.

—¿Eh? ¿Por qué yo?

—Porque así demostraremos nuestra fuerza y nos tendrán más respeto a todos que prácticamente tenemos el 'título' de Supremos. Además, lo harás en menos tiempo que cualquier invocación o convocatoria.

—Bueno... tienes razón. Con destruir un par de avanzadas o un ejército grande estaría bien, ¿cierto? Entonces, volvamos a la conversación y sugiere esto.

Punitto Moe asintió a las palabras de su amigo Nephilim y el domo de privacidad se deshizo en polvos brillantes.

—Reina Draudillon, ¿qué estaría dispuesta de dar a cambio de nuestra ayuda? Conteste rápido porque estamos corto de tiempo.

—¿Qué es lo que quieren? ¿dinero? ¿información? ¿influencia? ¿expansión de sus nombres? ¿secretos de mi Nación? ¿ubicación de ciudades, ruinas y cuevas jamás exploradas por el miedo que generan? Díganme su deseo y si está en mi posición haré todo lo posible para dárselos.

—Respuesta rápida y pagos tentadores, realmente tentadores. Sin embargo... uhm, sí, ¿qué tal un par de pagos menores a futuro? Nosotros le ayudaremos con esta invasión y a cambio usted responderá cuando necesitamos de su conocimiento o cosas similares. ¿Qué le parece?

—... Cuando dicen que ayudarán a detener la invasión ¿a qué exactamente se refieren? —Ya que el ser heteromórfo hecho de flora no le intimidaba sino le daba paz y seguridad se atrevió a preguntarle, lamentablemente quien le respondió no fue él, sino el horrible ser gigante con armadura extraña.

Warrior Takemikazuchi resopló y miró el techo por unos segundos antes de enfocar sus seis ojos en ella.

—Destrucción completa de las tres avanzadas más cercanas o bien la muerte del treinta por ciento de su civilización total. Lo que encuentre primero, supongo.

—¡De acuerdo! ¡Acepto! Yo, Draudillon Oriculus, Reina del Reino Dracónico y bisnieta del Verdadero Lord Dragón de la Brillantez, juro por mi nombre y Reino que cumpliré fielmente a mi palabra.

"Vaya juramento que ha dado allí, me pregunto si Momonga-san ha hecho algo parecido en el pasado" Se preguntó Ankoro sonriendo.

—Entonces, andando, vayamos a buscar en este mismo instante a esos semi-humanos. Takemikazuchi-san se encargará personalmente de la reducción de números, nosotros solo lo veremos desde el cielo.

—¿A-ahora? Entonces... ¿me permiten avisar a mi primer ministro que saldré? No quiero hacerle preocupar y que genere una búsqueda en mi nombre al no encontrarme.

—Adelante, le estaremos esperando en el balcón que se encuentra fuera de esta sala.

—¡Sí! No tardaré Ankoro Mochi Mochi-sama y resto de Supremos.

La Reina descendió de su trono y rápidamente corrió en dirección a una puerta cercana, cuando lo cruzó y su pequeña figura desapareció de la vista, los Supremos dieron un suspiro y bajaron un poco su postura imponente.

—Andando muchachos~ —Dijo Ankoro emocionada caminado y siendo seguida— Demos un vistazo a los ciudadanos antes de irnos.

—¿Qué tan fuertes creen que serán los hombres bestias? —Preguntó al aire Garnet y Punitto Moe le respondió.

—Menor al nivel cuarenta, te lo aseguro. Si hay excepciones, deben de ser los líderes o generales, pero ellos... sí, no creo que superen el nivel cincuenta.

—Estoy de acuerdo. ¿A cuántos crees poder matar en un minuto Takemikazuchi-san?

—Uhm... quizás unos cien o más, no lo sé Ankoro-chan. Aunque, ya que el líder quiere hacer una utopía, lo mejor sería que mate sólo a los guerreros y no a las madre o niños. A ellos se les podría vasallar y mover a otro área para que no haya roces.

Los Supremos caminaron relajados hasta su destino y esperaron allí por unos minutos. Los ciudadanos se veían tristes, decaídos y asustados. Fue una vista lamentable para cualquier extranjero o los mismos líderes.

—¡Supremos! Perdóneme la demora pero ya estoy lista, podemos irnos cuando ustedes deseen. —Exclamó Draudillon sin dejar de correr moderadamente hacia ellos, la charla con su ministro fue muy corta.

—Espero tengas equilibrio al volar Draudillon-dono. —Garnet estiró su mano y de su inventario sacó una vara hecha de madera, la movió un poco y activó el hechizo contenido— [Vuelo Masivo].

La pequeña hizo una ligera mueca confusa y luego, una expresión de completa sorpresa cuando sus pies despegaron del balcón sin su consentimiento. Ella se balanceó y por si fuera poco comenzó a girar en su lugar a tal punto de querer caer de frente.

—Vaya... y yo pensé que por ser pariente de un Dragón sabrías volar o al menos flotar. Déjame ayudarte. —El Supremo de la raza Enredadera de la Muerte estiró su brazo derecho que era mas una enredadera larga y gruesa se extendió hasta sujetar de la cintura a la Reina. Esta dio un respingo pero se acostumbró rápido mientras su estabilidad regresaba.

—M-muchas gracias Punitto Moe-dono. La razón por la que no puedo mantenerme en aire es porque nunca he tenido la oportunidad de volar por mi cuenta... Siempre fue por ayuda de alguien.

—Deberías de practicar entonces. No puedes esperar a que todos te den una mano.

—Sí...

Cuando Punitto vio que la Reina podía mantenerse por su cuenta soltó su agarre con cuidado y la observó por seguridad a pesar de que el hechizo no dejaría que ella cayera o se dirigiera a otro lado. Ankoro Mochi Mochi también vio la escena y cuando se formó un poco de silencio hizo su pregunta para poder moverse.

—Reina Draudillon, ¿cuál es lugar más cercano donde los hombres bestias han atacado? ¿o sabe dónde se encuentra la avanzada?

—Según los informes esta por allá, al este, a ocho o nueve kilómetros desde la muralla defensiva de la capital.

—Hm... nos tomará tiempo ir y venir a dejarla si sólo usamos vuelo... [Puerta] Crucemos, esto conecta a la distancia que ha dicho Draudillon.

Los Supremos cruzaron sin pestañear o esperar una palabra de la loli que miraba boquiabierta el portal. Una vez del otro lado solo bastó volar un par de metros más para ver un gran campamento de diversos hombres bestias.

La mayoría de ellos sólo llevaba taparrabos hecho de pieles humanas con algunas partes de armadura en los hombros. Huesos pequeños adornaban su cintura o cuello, casi como si se tratase de una moda.

En el centro de todo el campamento se apreciaban muchas fogata apagadas y celdas hechas de madera que contenían prisioneros desnudos de diversas edades. En algunos casos, a estos prisioneros les hacía falta una que otra extremidad.

—E-Esos... mis ciudadanos...

Observando todo desde el cielo, Draudillon y los Supremos miraron la gran cantidad de hombres bestias que festejaban o preparaban sus pocas armas. Parecía que se estaban alistando para atacar.

—Takemikazuchi-san, es tu turno.

El gran Nephilim descendió a velocidad con ayuda de la gravedad cuando Garnet desactivó el hechizo para él. Al tocar el suelo, el samurái llamó inmediatamente la atención de todos los presentes. Hubo confusión, pero no duró mucho ya que portando la mejor arma que hizo Takemikazuchi atacó con velocidad y precisión a los más cercanos.

Los hombres bestias más alejados alertaron a sus demás compañeros y juntos portando sus armas se acercaron mientras activaba las pocas artes marciales que aprendieron. Eso, sin embargo, no fue suficiente para asestar un solo rasguño en su atacante.

Era una matanza, no, una masacre en todo su esplendor. Draudillon se asombró, sonrió y asustó cuando Warrior Takemikazuchi con su grande katana cortaba en partes iguales a los enemigos que tanto su gente temía.

Ellos se dieron cuenta de la Reina y los seres heteromórfos que la acompañaban, también entendieron que este era su fin y nada ni nadie podría detener a la máquina de matar que rápidamente como la luz se les cercaba para quitarle la vida. De algún modo, aunque asustados del monstruo gigante y llenos de ira hacia Draudillon, los hombres bestias supieron que esto era el llamado karma.

No pasó ni diez minutos cuando el campamento, que estaba albergando cerca de cuatro mil hombres bestias bien entrenados y armados, quedó en completo silencio.

Los prisioneros estaban temerosos y por tal motivo ninguno hizo sonido para no llamar la atención del Nephilim en armadura roja con detalles dorados, rezaban a cualquier deidad para que sean ignorados. Sentían que si eso ponía su mirada en ellos, tendrían una muerte rápida pero llena de terror.

Lamentablemente todas sus plegarias fueron ignoradas con éxito. Warrior Takemikazuchi giró hacia a ellos pero antes guardó su katana, levantó ambas manos en son de paz y con la voz más suave y calmada que pudo producir les habló.

—Debo de suponer son ciudadanos del Reino Dracónico. No teman, humanos; su Reina Draudillon Oriculus ha hecho un acuerdo con nosotros los Seres Supremos para salvarlos y desterrar a los hombres bestias de su Reino.

Respaldando a sus palabras, los Supremos restantes y la Reina bajaron hasta donde estaba. Takemikazuchi mientras tanto rompió todas la cerraduras y cadenas para que sean libres.

—Queridos ciudadanos, lo que dice Warrior Takemikazuchi-dono es cierto, ellos, que ostentan el título de Seres Supremos ayudarán a nuestra Nación contra nuestros enemigos. No teman más, ahora están a salvo.

Punitto Moe levantó el bastó que llevaba y un círculo de magia se materializó si tardar. Cuando desapareció, las heridas se dañaron y las extremidades faltantes volvieron aparecer. Tanto los prisioneros como Draudillon se asombrados y agradecieron en susurros.

[Puerta] —Entonó Ankoro con una voz dulce— Crucen por aquí, esto les llevará directamente a la plaza central de la capital.

A pesar de la ayuda recibida el temor todavía estaba instalado en ellos como acero fundido.

—Háganlo, en varios minutos iré con ustedes. —La pequeña Reina les dio confianza—Todavía hay muchos a quienes rescatar.

Fueron pasos cautelosos pero finalmente todos cruzaron, el portal de cerró y Draudillon se limpió las lágrimas que luchaban por caer en sus tiernas mejillas.

—Mi visión no es como la de Peroroncino-san pero mientras caía he visto otro campamento por allá. —Anunció Takemikazuchi. Bajó su postura y con un ligero impulso ahora estaba varios metros lejos— ¡Tardaré unos minutos, si quieren pueden esperar aquí o seguirme desde arriba!

Arriba, de nuevo volaron y lo siguieron. Garnet no perdió tiempo y ubicó otro de los campamentos grandes.

—¡Intenta tardar menos de cinco minutos esta vez Takemikazuchi-san! —Habló con algo de fuerza Ankoro pero Takemikazuchi la escuchó como si estuviera a su lado— ¡Todavía falta un campamento más, ese se encuentra al sur, cerca!

—¡Vale!

La misma situación se repitió en ambos campamentos restantes. Al final, más de trece mil hombres bestias fueron eliminados en menos de veinte minutos. Draudillon no podía estar más feliz y agradecida con los Supremos, la muerte de los seres que amenazaban su Reino... le dio paz.

Cuando regresaron al Palacio, Draudillon los condujo hasta su oficina personal y buscó el documento negociado sin hacer caso a su ministro que los veía extrañado y temeroso. Al encontrarlo lo entregó rápido a Punitto Moe e hizo una ligera reverencia.

—Ahora entonces Reina Draudillon, estos informes si hablan sobre nuestro líder, nunca podríamos olvidar o equivocarnos en su descripción.

—Ya veo, me alegra poder ayudarlos. Y por favor, no duden en venir a visitar el Reino Dracónico en cualquier momento, las puertas de mi Nación siempre estarán abierta para ustedes y el resto de los Supremos.

—... Antes de irnos me gustaría hacerle una pregunta, siéntase libre de responder o no, después de todo será personal.

Luego de recibir la afirmación, Punitto Moe continuó.

—Esa no es tu verdadera forma ¿correcto? En realidad eres una mujer ya adulta que bordea la apariencia de un humano en sus 30 años... Oh, si se pregunta cómo lo sé es porque soy el Supremo de la Vida y Naturaleza.

—Es como usted dice, uso esta forma para generar simpatía y... para que los soldados de mi Nación sientan el deber de protegerme. Esto funciona más en Cerebrate, un aventurero de rango Adamantita que reside aquí.

—¿Un lolicon? —Exclamó bajo e indignada Ankoro aunque fue escuchada— Vaya degenerado, sentirse atraído hacia niñas pequeñas...

Draudillon hizo una mueca de comprensión, ella más que nadie repudiaba eso ya que era el centro de atención para ese aventurero que cada que podía la acosaba y mandaba indirectas de acostarse.

—Si quiere un consejo Reina Draudillon —Interrumpió Garnet sin verla, su atención estaba centrada en los prisioneros que estaban reunidos con sus familias— Creo que sería mejor si usted muestra su verdadera apariencia y con ello fortalece la lealtad de su gente, no hará falta usar una máscara de ser así.

"Tal vez sea tiempo, si dejamos de ser amenazados constantemente... sí, podría hacerlo" Pensó en respuesta. El ministro contuvo sus palabras lo mejor que pudo, más tarde, cuando los Supremos se vayan, tendría una charla larga con su Reina.

—De todos modos, ya nos vamos. —Punitto Moe abrió su inventario y sacó dos Ítems— Tenga este pergamino y este ramo de flores. El primero es para que se contacte conmigo en caso de que los hombres bestias tomen represalias en unas semanas o meses, los segundo... bueno, eso es para usted por habernos ayudado. [Puerta]

La mano a la contraria de la enredadera de Punitto se deslizó y estiró con facilidad hasta acariciar suavemente la cabeza de la Reina, unas palmaditas suaves fueron la despedida antes de retirarse por completo.

Los Supremos hicieron una leve reverencia, dieron la vuelta y se fueron. Draudillon solo se quedó allí, quieta, con un pergamino en una mano y gran ramo de flores hermosas en la otra, un sonrojo muy fuerte adornaba su rostro.