Capitulo 12: No le cuentes tus secretos a tu perro, podría aprender a hablar.

El cielo era claro aquella tarde de diciembre, aunque el viento arrastraba consigo una desagradable humedad. En los terrenos del colegio, Irene sonreía ampliamente ante el nuevo trabajo que Hagrid le había pedido que hiciera para mejorar sus notas en Cuidado de Criaturas Mágicas.

Un unicornio, más específicamente una cría, se paseaba alrededor de la joven al tiempo que ésta le ofrecía terrones de azúcar. Hagrid parecía no encontrar especialmente fascinantes a estas criaturas, pero ella estaba más que encantada, al fin y al cabo, seguía siendo una chica.

> Voy a echar un vistazo a los escregutos- anunció el profesor- ¿podrás vigilarlo tú sola un momento, Irene?

> Claro Hagrid, además solo es un potrillo…- se guardó los comentarios sobre lo adorable que le parecía el unicornio, y sonrió.

Él asintió con un gesto de cabeza y comenzó a alejarse hacia el huerto de calabazas donde había dejado algunas cajas que sufrían explosiones internas.

Ella tomó asiento sobre un tronco hueco y acarició el morro dorado del potro como si fuera un preciado jarrón.

> Muy bonito.

Irene giró la cabeza hacía aquella voz que había surgido inesperadamente a sus espaldas.

> Oh, hola Henry- saludó al reconocerle.

Un muchacho de su misma edad sonreía al otro lado de la cerca, se trataba de Henry Verney, un ravenclaw con el que compartía clase de pociones y a menudo se sentaba a su lado.

> Si buscas a Hagrid volverá enseguida- dijo la joven, señalando hacia el huerto lejano.

> En realidad no…

Irene le dedicó una mirada curiosa.

> ¿Entonces? No me digas que te gustan los unicornios- sonrió divertida, no parecía que aquel chico en particular sintiera gran afición por las criaturas mágicas.

> No, en realidad quería hablar contigo un momento.

> Claro ¿qué pasa?- respondió ella, levantándose de su asiento y acercándose.

El chico pasó los dedos por su pelo castaño, no sabía si acomodándolo o en un gesto nervioso.

> Irene…ya se que te parecerá un poco raro pero ¿querrías ir conmigo al baile de navidad?- preguntó, con sonrisa insegura.

La joven parpadeó sorprendida.

> Bueno…- dudó unos segundos- supongo que estará bien…

Henry sonrió ampliamente y le guiñó un ojo.

> Perfecto entonces, hasta luego.

El muchacho se alejó rápidamente antes que Irene pudiera replicar.

> No me lo habría esperado de él- dijo para sí, aun extrañada por lo que acababa de suceder.

Aunque más le sorprendía haber aceptado casi sin pensar.

Levantó entonces la cabeza, ante la repentina llegada de una pequeña lechuza parda, que ululando contenta se posó sobre la cerca y estiró la pata mostrando un pergamino. Irene lo tomó curiosa, para que la lechuza, luego de ulular otra vez, alzara el vuelo en dirección a la lechucería.

> No puedo creerlo…- murmuró- es del profesor Lupin.

Desplegó rápidamente la misiva y leyó ávidamente. Pero tras unos minutos su cara que reflejaba profunda felicidad, se tornó en una mueca.

> No dice nada especial- suspiró- bueno, al menos se alegra de que le escriba- se dijo, intentando animarse a sí misma.

La carta no era demasiado extensa y estaba tratada con total formalidad, aunque dejaba claro que al mago le agradaba la correspondencia por su parte. Agradeció que no mencionara específicamente a Harry, pero la instaba a contarle todo lo que sucediera en el torneo. Lo cual no la sorprendía del todo, aunque se maldecía por tener falsas esperanzas creyendo que al mago podría interesarle simplemente ella.

Irene se guardó el pergamino en la túnica y en aquel momento pensó en Henry y su proposición de ir al baile. ¿Estaría siendo cruel al aceptar la invitación estando enamorada de otra persona?

Bueno, nadie más me iba a invitar ¿verdad?- le dijo al unicornio que ahora se había acercado a ella e intentaba encontrar los terrones de azúcar que guardaba en el bolsillo de la túnica.

Suspiró, al menos trataría de pasarlo bien en el baile.

ooo

Al pie de una colina alejada de Hogsmeade, un mago de aspecto cansado y túnica remendada se dejaba caer sobre la hierba, mientras a su lado, un gran perro negro lo imitaba, recostándose al débil sol del invierno y dejando caer a un lado un viejo periódico.

> Sirius, me parece que no deberías arriesgarte tanto…

A su lado, el perro levantó la cabeza, y tras mirar a ambos lados, sonrió. Ahora no como perro, si no como un hombre de largo pelo oscuro y desaliñado.

> Te preocupas demasiado Remus, además me gusta estar cerca de Hogwarts, ya sabes…por si acaso.

El mago asintió, comprendiendo bien a qué se refería.

> ¿Cómo te va Sirius¿Necesitas algo?

Su amigo negó repetidamente con la cabeza.

> Aunque si en tu próxima visita me traes algo de comer te lo agradecería- sonrió.

Remus Lupin se obligó a sonreír en respuesta. No le gustaba nada la actual situación, aunque poco pudiera hacer al respecto.

> Claro, cuenta con ello.

> ¿Y a ti que tal te va?

El mago ladeó la cabeza.

> Bien…- mintió perfectamente.

No quería aburrir a su compañero con sus problemas.

> Sí, estoy seguro de eso…- sonrió Sirius Black, con malicia.

> ¿Qué quieres decir¿A qué viene esa cara?- replicó su amigo arqueando las cejas.

> Oh, nada, es que me he enterado de algunas cosas muy interesantes en el pueblo.

Lupin se dio cuenta que su amigo intentaba contener una carcajada. Le asombraba verlo tan alegre, aunque tenía la impresión de que en realidad se reía de él.

> ¿Y qué has escuchado?

> Solo un par de cosas curiosas.

> Desembucha ya, Sirius…

Mi buen amigo, tengo que admitir que bien escondido lo tenías, pero realmente no me sorprende, habiendo compartido tu tiempo conmigo es natural que hayas aprendido tanto…

> No entiendo nada- exclamó Lupin.

> Me refiero a las jovencitas que vas conquistando- replicó él, dándole un codazo amistoso- incluso como profesor eres todo un rompecorazones.

El mago abrió la boca, esta vez asombrado.

> ¿Te has golpeado la cabeza, Sirius?

> ¿Yo? – rió él- ¡Vamos Moony! Tengo muy buen oído, y sé bien lo que escucho. No hace ni un par de días que escuché a un grupito de simpáticas estudiantes hablando de tus encantos.

> No digas bobadas- exclamó Lupin, aunque se le notaba ligeramente avergonzado.

Sirius prorrumpió en una sonora carcajada, ante la atónita mirada de su amigo, al cual le parecía haber retrocedido doce años en el tiempo.

> Esas cosas no tienen gracia.

Por supuesto que la tienen- continuó entre risas- tendrías que haberte visto la cara. Pero no creas que te he mentido, tan cierto como que me llamo Sirius Black, que hay una estudiante de Hogwarts, muy amable por si te interesa mi opinión, a la que has conquistado.

> Que ridiculez.

> ¿Y por qué no¡Mírate! Estás hecho todo un sex symbol a tus treinta y cuatro. Ya me gustaría a mí. ¿Has visto que feo estoy? Por eso no hago apariciones públicas ya... Perjudican mi imagen.

Remus contuvo una carcajada, le encantaba ver bromear así a su amigo.

> ¿Y quien es esa chica? Ya que tan seguro estás.

> Esta vez, el mago sonrió con malicia.

> No te lo puedo decir. Eso sería injusto para con ella, además…no recuerdo exactamente su nombre.

Lupin soltó un suspiro lleno de resignación, y su amigo le dio una fraternal palmada en la espalda.

> Bueno, para tu información he de decir- se interrumpió para acercarse en tono confidente – que la chica no está nada mal.

> ¡Sirius!- protestó entre indignado y avergonzado

Y el susodicho estalló en carcajadas de nuevo.

ooo

El día de navidad amaneció con aquella atmósfera tan habitual que proporcionaba el calor de las chimeneas, con el agradable sonido de las exclamaciones y los papeles de colores que eran despedazados para desvelar los regalos de los estudiantes.

Luego de pasar la mañana disfrutando de sus nuevos presentes, las chicas de sexto curso de Gryffindor bajaron a los terrenos del colegio a divertirse con una vigorizante guerra de bolas de nieve.

> Entonces al final ¿lo enviaste?- preguntó Katie, esquivando una bola que era lanzada por Patricia.

> Sí- sonrió Irene, algo avergonzada.

> ¿Y qué era?

> Un libro.

> Muy apropiado- rió ella, con burla.

Un poco de nieve aterrizó sobre la cabeza de Katie, la cual se volvió rápidamente y disparó en dirección a Angelina que esquivó el proyectil pero tropezó y cayó llevándose consigo a una desprevenida Alicia. Katie rió con orgullo.

> Bueno, espero que Lupin al menos sepa ser agradecido- continuó hablando- seguro que ese libro no fue muy barato…

> No fue para tanto- replicó Irene, apretando alrededor de su cuello la bufanda que Alicia le había regalado - solo fue un detalle por navidad, no hagas una película de esto.

> ¿Una qué?

> Una cosa muggle que…da igual, olvídalo.

> ¿Y qué tal se lo ha tomado Henry? - inquirió Katie, arrastrando la ultima palabra.- Se habrá puesto enfermo de celos

> A mi no me gusta Henry, no seas pesada, solo me invitó al baile.

> Eso no significa que tu no le gustes- apuntó la chica con un ademán de la mano.

Irene tenía que admitir que desde que había aceptado la invitación del joven ravenclaw, éste se había vuelto muy atento hacia ella, incluso algo sobreprotector. No era que le molestara, en realidad se sentía bien al saberse apreciada, pero no le gustaban las insinuaciones sobre que ellos formaran pareja.

> ¿Y qué? – replicó, frunciendo ligeramente el ceño.

> Yo no soy quien para opinar pero…

> Habla claro ya.

> Creo que Henry te gusta, aunque solo sea un poco, y estás tan dolida con la indiferencia del profesor Lupin que buscas consuelo en ese chico.

Ella abrió la boca varias veces, pero ninguna palabra le salió.

> Pero no creas, te entiendo, yo haría igual- sonrió Katie levemente- sé que no es justo para él, pero no quiero que ese chico se confíe y se pase de listo.

> Lo mantendré a raya, lo prometo.- respondió con una sonrisa tranquila.

Sabía que su amiga solo estaba preocupada por ella, y le agradecía el detalle.

> ¡Ahí va!- exclamó la potente voz de Angelina.

Y ambas chicas recibieron sendas bolas de nieve en la cara, y apenas tardaron dos segundos en responder lanzando toda la nieve que podían sostener en las manos.

Después de una hora de intensa batalla, llegaron a sus habitaciones heladas y con las caras sonrojadas por el esfuerzo.

> Nunca había asistido a un baile así…

Patricia intentaba alisar los pliegues de su brillante túnica rosada con las manos, al tiempo que se observaba en el gran espejo que las chicas habían trasladado al centro de la habitación.

> No son algo muy común en Hogwarts ¿verdad?- replicó Alicia, mientras ayudaba a Angelina con una cinta dorada que trenzaba en su pelo.

> A mi me parece divertido- sonrió Katie- solo espero que los de Beauxbatons no se estén quejando de todo esta noche.

> Llega a resultar irritante escucharlos murmurar sobre su majestuoso castillo francés todo el tiempo- musitó Irene, mientras se ajustaba su vaporosa túnica azul noche.

> Ya te recojo yo el pelo - dijo Katie, tomando el largo pelo oscuro de la chica al tiempo que ésta tomaba asiento.

> Si no les gusta estar aquí ya pueden marcharse- continuó Angelina con la conversación- además algunos de esos chicos son muy raros.

> Pues a mi me gustan- replicó Patricia- menos ese chico Krum, su cara da miedo.

Sus compañeras rieron divertidas.

> Me pregunto cual de sus fans irá con él al baile- dijo Alicia, pensativamente.

> Alguna que no se le desmaye por el camino- respondió Angelina.

Las cinco volvieron a reír.

> No seamos crueles- dijo Irene, admirando su ahora pelo recogido en graciosos bucles con hilo plateado – a lo mejor Krum es un buen chico…

Sus compañeras la miraron incrédulas.

> Bueno, podría pasar ¿o no?- replicó, y sus amigas volvieron a reír.

> No me digas que vas a adoptar a Krum como haces con los animales vagabundos.

> Ja ja, que graciosas- murmuró Irene con sarcasmo.

> Dudo que se dejara – opinó Katie- pero quien sabe, a lo mejor nos sorprende y de repente se convierte en un escreguto de cola explosiva.

> Entonces sería Hagrid quien lo adoptara- apostilló Patricia.

Y todas rieron ante la escena que se aparecía en su imaginación.

> Bien chicas ¿hemos terminado? – dijo Angelina poniéndose en pie de un salto- entonces vamos allá. ¡Ha divertirse!

> Tanta emoción por ir a bailar con Fred- exclamó Alicia con mirada suspicaz- ¿te sientes bien, Angie?

La chica no respondió y salió por la puerta con aire ofendido mientras las demás la seguían escaleras abajo, riendo entre dientes.

El Gran Comedor se hallaba magnifico aquella noche, cubierto con es­carcha que lanzaba destellos de plata, y cientos de guirnaldas de muérdago y hiedra que cruzaban el techo negro lleno de estre­llas. En lugar de las habituales mesas de las casas había un centenar de mesas más pequeñas y redondas, alumbradas con faroli­llos dorados entre las que se paseaban los estudiantes vestidos con sus mejores túnicas.

> ¿Vamos?

Irene miró a Henry, que le ofrecía cortésmente un brazo.

> Claro - aceptó agarrándose a él, algo avergonzada.

Los cuatro campeones abrieron el baile y muy pronto otras tantas parejas les siguieron. Irene aceptó la invitación a bailar una alegre melodía que tocaban las Brujas de Macbeth, tenía que admitir que Henry estaba muy atractivo aquella noche con su túnica gris, aunque la incomodaba que siempre colara su mano sobre su cintura, aun cuando no bailaban, como si temiera que se le fuera a escapar.

Angelina y Katie la salvaron un par de veces de su sobreprotector acompañante, incluso George bailó con ella para evitar unos minutos a su pareja, pero finalmente la joven había terminado por resignarse mientras Henry se afanaba en presentarle a todos sus compañeros de casa.

En las ultimas horas se había dado cuenta que lo que antes le había parecido un gesto encantador de atención, resultaba ahora nada menos que una sensación de acoso.

> Voy a por un poco de bebida…

> Tranquila, ya voy yo- interrumpió Henry.

Irene suspiró, todas las veces que intentaba escabullirse el chico se lo impedía. No sabía como explicarle que había tenido suficiente de su compañía por hoy.

> No, lo cierto es que estoy un poco sofocada y creo que debería salir a que me diera el aire…

> Te acompañaré entonces- se ofreció enseguida.

> Pero tus amigos…- dijo señalando a una pareja de ravenclaw que estaban charlando muy cerca.

> No importa, vamos- y sin dejarla responder la arrastró hasta el vestíbulo.

Desde las escaleras de piedra podía observarse el exterior donde los rosales quedaban tenuemente iluminados. En los bancos de piedra, las parejas charlaban en tono confidente intentando que Snape, que parecía vigilar el lugar con especial dedicación, no los viera haciéndose arrumacos.

Irene sintió nauseas, sin saber exactamente el por qué.

> ¿Te sientes bien?- preguntó Henry, mientras se dirigían a los jardines.

> Sí, perfectamente- mintió ella con una sonrisa.

> Sabes, esta noche estás preciosa- comentó el chico, con tono suave.

La joven bruja no pudo evitar sonrojarse, pues no estaba acostumbrada a los piropos.

Se lamentó en silencio de su propia desgracia ¿por qué no podría haberse enamorado de alguien como Henry? Al menos el chico era amable, bien parecido, y lo más importante, parecía estar interesado en ella. Suspiró suavemente y se dejó caer en uno de los bancos de piedra.

Henry la imitó, y pasó su brazo sobre los hombros de ésta.

> ¿Seguro que te encuentras bien?- preguntó.

> Sí, creo que solo estoy cansada- dijo ella, soltando otro suspiro.

Entonces el chico sonrió, parecía aliviado, como si comprendiera el motivo de todos sus actos. Irene le dedicó una mirada curiosa ¿por qué la estaba observando de aquella manera?

Pero cuando abrió la boca para preguntar, Henry se lo impidió, interponiendo sus labios con los suyos. Ella abrió los ojos, sorprendida, mientras él continuaba agarrándola fuertemente y la besaba.

> Diez puntos menos para Ravenclaw, Verney y…

Pero Snape, que había hecho su oportuna aparición para rebajar puntos, no tuvo tiempo a quitar puntos a gryffindor, pues, sin ni siquiera intentar separar al joven de ella, Irene le cruzó la cara a su acompañante de un bofetón.

Henry le dedicó una mirada entre sorprendida y ofendida.

> ¿Se puede saber qué haces! – exclamó.

Irene se miró la mano, sin creer del todo que le hubiera abofeteado.

> ¡Eso debería decirlo yo! - respondió ella.- ¿Quién te ha dado permiso para tocarme?

> ¡Pero si llevas toda la noche insinuándote¿O acaso me pediste salir a los jardines solo para admirar el paisaje?

> ¿Qué me he insinuado!- bramó Irene, poniéndose en pie de un salto – si no has dejado de meterme mano!

> Pues no te he oído quejarte- observó él.

> ¡Eres un…

Snape continuaba observando la escena a una distancia prudencial, y parecía curioso por el desenlace. Irene roja de furia, empujó a Henry descargando parte de su rabia en él y huyó rápidamente hacia el vestíbulo.

> Bien, serán veinte puntos menos para Ravenclaw, Verney- replicó Snape, continuando su camino con sonrisa maliciosa y dejando atrás a un atónito muchacho.

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Vaya, casi se me olvida poner el capitulo :P tengo la mente en otro sitio, igual que el dia que escribí esto…si es que se me ocurre cada cosa…

Bueno, ya saben, espero reviews, y gracias por seguir dejandolos! Y agradezco las frases raras y curiosas que me dais! Quizas tome alguna prestada pa algun capi XD