Capitulo 14: Quien borracho se acuesta, con dos hombres se levanta.
El reloj dio una suave campanada cuando las manecillas anunciaron que había comenzado a amanecer. Desde el sofá, a medias oculta entre la manta a cuadros escoceses, Irene abrió un ojo y observó los alrededores.
Reconoció los muebles y los cuadros de las paredes, y poco a poco recordó lo sucedido la noche anterior…bueno, tenía que admitir que había algunas lagunas en su memoria, pero esperaba que no fuera nada importante.
Vio al profesor Lupin que dormía placidamente en un sofá tapizado en verde, el que solía ocupar su abuelo cuando aun vivía. Era una extraña sensación. Se preguntó por qué se había quedado en la casa, cuidándola durante la noche.
Sonrió, le agradaba verlo allí durmiendo, en la casa donde ella había pasado gran parte de su niñez, y nada podría hacerla mas feliz en aquel momento.
Se incorporó levemente, llevándose una mano a la cabeza, y buscó con la mirada algún signo del perro lanudo y negro al cual había arrastrado la noche anterior hasta la taberna. Pero de pronto, algo llamó su atención.
La joven se levantó sin hacer ruido y se acercó a la chimenea de la que solo quedaban un par de ascuas dando calor, allí sobre la gruesa alfombra persa, había una capa oscura que parecía ocultar un cuerpo humano.
Irene dudó un segundo, pero finalmente alargó la mano, pues si había alguien en aquella casa ella tenía derecho a saberlo, en esos momentos era la responsable de todo lo que ocurriera allí dentro.
Levantó la capa lentamente y se encontró con sorpresa con un mago de aspecto desaliñado y sucio, que dormía tan placidamente como Lupin.
> ¿Será amigo del profesor?- se preguntó en silencio, no recordaba haber invitado a entrar a aquel individuo.
Se fijó en sus rasgos y su pelo oscuro, le resultaba extrañamente familiar. Se acercó a mirarlo aun más de cerca, pero en aquel instante, el mago abrió los ojos rápidamente.
Y la joven bruja dio tal grito que todas las paredes de la casa temblaron.
> Es…es….es….es…
Irene le señalaba, temblando, sin perder de vista la mirada gris del mago que se había incorporado de un salto. Ahora que él la observaba, le había reconocido.
> ¿Qué¿qué pasa?- preguntó desde su lugar, Lupin, aun somnoliento.
> Tranquila Irene, no tienes qué tener mie…
> ¿Cómo sabe mi nombre!- gritó ella, pálida de la impresión.
> Eh…tú me lo dijiste…
> Creo que recordaría si le hubiera dado mi nombre A SIRIUS BLACK!
> Yo de ti no estaría tan segura después de lo que bebiste ayer.
> ¿Cómo sabe qué…¡ay Merlin¡ay Merlin!- gritó ella, al borde de la histeria- ¿qué he hecho¡he metido en mi casa a Sirius Black estando borracha!
> Pero…
> ¡Ay Merlin¿qué habré hecho¡no recuerdo nada¿qué le habré dejado hacer!
> Irene por favor…
> ¡De esta si que no salgo¿Por qué tengo yo, Merlin, tan mala suerte?- lloriqueó.
> Por favor Irene, cálmate- habló esta vez Lupin, que con aquel griterío parecía haber despertado del todo.
> Pro…profesor…usted sabe que…él…- exclamó aspirando ruidosamente, para evitar llorar.
> Si me dejas te explicaré todo- dijo con un suspiro.
> ¡Pero es que es Sirius Black!- protestó ella.
> Creo que nos habíamos dado cuenta- sonrió el susodicho con una mueca divertida.
> Por que no te sientas e intentas tranquilizarte, vamos…
> Pero…pero…
> Sí, ya sé, es Sirius Black- sonrió él, amablemente.
> Si es que todas entran en shock al conocerme en persona. Que agotador es ser irresistible…
Lupin puso los ojos en blanco, y la joven bruja si no fuera por que estaba terriblemente confundida, se habría echado a reír.
Irene tomó asiento aun temblorosa muy cerca de su antiguo profesor, lanzando miradas dudosas al otro mago que sonreía levemente.
> Escucha Irene, sé que te será difícil creer lo que te voy a contar, pero te prometo que todo es cierto ¿puedes confiar en mi palabra?
Ella asintió levemente.
> Eso, tú quédate tranquila, durante las navidades no ejerzo de asesino en masa, me tomo unas vacaciones…
> ¡Sirius por Merlín deja ya las bromas!
> Pero ya era demasiado tarde, la chica se había quedado tan pálida y quieta que casi parecía un cadáver.
> ¿Irene¿Irene¿Estás bien?
La joven tardó unos segundos en parpadear y mirar a ambos magos, luego que Lupin apoyara la mano en su hombro. Parecía estar recuperándose de una fuerte impresión.
> Era una broma ¿verdad?- susurró, intentando dominar el pánico.
> Claro que era una broma- dijo Lupin, mirando acusadoramente a su compañero – Sirius se comporta a menudo como un payaso…
> ¡Eh!- protestó el mago.
> ¿Son amigos?- tanteó ella- eso parecen…
> Lo somos, pero antes de que saques conclusiones precipitadas has de saber que Sirius Black, aquí presente, jamás en su vida ha matado a nadie…- alzó la mano cuando la joven abrió la boca para preguntar- todo fue una trampa planeada por un viejo compañero…y hasta hoy solo unos pocos conocen la verdad.
> Pero ¿cómo es posible?
> Esa sucia rata…-masculló Sirius.
Lupin suspiró - Es una historia larga, que si en verdad deseas conocer, te narraré más tarde…
Irene notó el resentimiento en su voz, y sin saber por qué, y aunque su cerebro le decía que era absurdo, le creyó. Creyó en todas y cada una de sus palabras.
> Sé que es difícil, pero te juro que ninguno de nosotros te haría daño jamás- sonrió levemente.- Sirius es una persona honorable y jamás ha sido un mortifago.
La joven asintió despacio, indicando que les creía, y ambos magos ampliaron sus sonrisas. El prófugo parecía especialmente contento y se acercó algunos pasos, a lo que ella le respondió con una sonrisa tímida.
> En verdad soy un buen tipo ¿sabes? no tanto como Remsie claro…- Irene rió suavemente ante el mote- se tiene que ser muy bueno para aguantarme a mi y a mis tonterías…Pero claro, un poco de chocolate y ya se sabe…es un buen chantaje para cuando se enfada…
> Sirius, déjalo ya, no le hace falta saber eso- replicó Lupin, ligeramente avergonzado.
> Es usted muy simpático- habló Irene, a lo que ambos magos le dedicaron miradas curiosas- oh, lo siento, no quería…
> ¡No te disculpes!- exclamó él- es el mejor piropo que me han echado en mucho tiempo. Aunque claro, con esta pinta…
Ella volvió a reír.
> Además ¿no soy un encanto como perro? Detrás de un buen perro siempre se esconde un buen tipo.
> ¿Perro¿Cuál perro? - Irene abrió los ojos como platos- no me diga que usted era…era…¿el perro de ayer!
> Eh….
> Tu y tu bocaza, Sirius- suspiró Lupin
> ¿Pero cómo¿Es un animago!
> Bueno, técnicamente sí.
> ¿Técnicamente?- repitió el licántropo con sorna.
La joven lo observó un segundo, aun sin creer todo lo que escuchaba, estaba allí con el único mago del mundo que se había escapado de Azkaban, que además de ser inocente era animago, por no decir que era buen amigo de su antiguo profesor. Decir que estaba asombrada era quedarse corto.
Pero de repente cayó en la cuenta de algo, olvidándose momentáneamente de toda la nueva información que estaba recibiendo.
> Si usted era el perro, entonces…
Miró primero a Sirius y luego a Lupin, para luego devolver la mirada al primero, ahora estaba roja como un tomate maduro. Ambos magos intercambiaron miradas curiosas.
> ¿Qué sucede?- inquirió el licántropo.
> Esto…yo…usted…sabe que…yo…
Sirius entonces le dedicó una mirada cómplice a la chica y respondió a la pregunta que la pobrecilla no sabía cómo formular.
> No te preocupes por eso- le dijo- los perros son como los elfos domésticos, no desvelan tus secretos.
Irene se sonrojó aun más si es que eso era posible, pero terminó por asentir y suspirar con alivio. Lupin los miraba alternativamente sin comprender.
> Irene, no me gusta sonar aprovechado pero ¿te importa si hacemos algo de té?- exclamó Sirius, para evitar que su amigo hiciera preguntas comprometedoras.
> Cla…claro, deberíamos desayunar- respondió sorprendida por la petición- iré a la cocina…
> Tranquila, ya lo hacemos nosotros ¿verdad Remsie?
> Sirius, ahórrate los nombrecitos ridículos.
> Bien, bien, la cocina queda por aquí ¿verdad? Vamos, vamos, tú tranquila Irene, descansa un poco.
La joven bruja abrió la boca pero no le salieron las palabras, estaba simplemente alucinada. Mientras los magos desaparecían tras la puerta de la cocina, ella se dejó caer en el sofá, mientras su cerebro empezaba a reestructurar todo su sistema.
> ¿Estaré soñando?- se preguntó por un momento, para luego pellizcarse un brazo y suspirar- pues no.
Bueno, aunque fuera un tanto surrealista, la situación no le parecía desagradable, y tenía que admitir que el señor Black era una persona muy curiosa aunque simpático, igual que el perro por el que se había hecho pasar.
Rezó en silencio esperando que lo que le había dicho hacía un momento fuera cierto y que no le hubiera dicho nada a Lupin sobre sus conversaciones que lo tenían a él como tema central. ¿Qué dirían sus amigas si la vieran¿Y sus padres?
De pronto se levantó de un salto.
> La abuela puede llegar en cualquier momento- exclamó horrorizada- si me encuentra aquí sola con DOS HOMBRES (un licántropo y un asesino prófugo para más señas) por Merlín que se muere del disgusto y luego resucita para matarme!
Irene corrió al piso superior mientras intentaba encontrar una buena excusa para mantener a su abuela en casa de sus padres durante al menos un día. Y tendría que avisar a Dumbledore que iba a regresar algo más tarde al colegio, por que no pensaba marcharse hasta que le hubieran contado la verdadera historia de Sirius Black.
Y mientras ella se afanaba en encontrar los polvos flu y una chimenea con la que poder comunicarse, en la cocina tenía lugar una conversación.
> ¿A qué ha venido eso?
> ¿A qué ha venido qué, Remus?
> ¿De qué estabas hablando cuando dijiste eso de los perros y los elfos domésticos?
Sirius sonrió levemente- Eso me temo, es confidencial…no pongas esa cara, no es nada importante.
Lupin suspiró y colocó la tetera sobre un fogón.
> ¿Por qué no te quedaste con tu aspecto de perro?
> Lo hice, pero quizás mientras dormía volví a adoptar mi forma humana. A veces estas cosas pueden escapar de tu control ¿sabes?
> ¿Y por qué le dijiste todo eso¿Crees que sea prudente que ella sepa que eres un animago?- le dijo, mostrando su preocupación.
> Tranquilo, confío en la muchacha tanto como tú.
> ¿Qué quieres decir?
> Vamos, Moony, cuando se despertó esta mañana y me vio, podrías simplemente haberle lanzado un hechizo desmemorizador y todo arreglado. Sin embargo te detuviste a calmarla y a explicarle para que confiara en nosotros, y lo conseguiste.
> ¿Y qué?
> Que no lo habrías hecho sino confiaras en ella- sonrió él, con picardía- y si no pensaras que vale la pena que la muchacha lo sepa.
> No sé a donde quieres llegar Sirius.
> Claro, claro - replicó él con ligera burla, sacando algunas tazas de la alacena- ¿piensas contarle toda la historia? Por que dudo que se contente con lo poco que le hemos dicho.
> ¿Crees que deberíamos?
> Hum, bien, no sé hasta que punto quieres omitir los detalles escabrosos- sonrió levemente- pero quizás deberíamos dejar a un lado lo que tenga que ver con Harry, él ya tiene bastante con que Ron y Hermione lo sepan.
> Tienes razón, no debemos arriesgarnos demasiado.
> Pero es una buena chica, y sé que no dirá nada.
> Lo sé- sonrió el.
> ¿Sabias que le encantan las criaturas mágicas? No me extraña nada que me llevara consigo siendo un perro- comentó Sirius divertido- imagínate que tiene de mascota un escarbato…
> ¿Un escarbato?
> Sí, y tiene un nombre muy curioso…Ups, se suponía que no debía haberte contado nada…bueno, supongo que no se enfadará por que te lo haya dicho.
Lupin encarnó ambas cejas en un gesto lleno de curiosidad ¿qué más sabría su amigo que la chica no quería que difundiera?
La tetera empezó a silbar y los magos repartieron en las tazas el té.
> ¿Si pido algo de comer pareceré muy egoísta?- dijo Sirius, mirando las tazas humeantes.
> Lo mejor será aguantar hasta que nos marchemos- sonrió su amigo- pues al fin y al cabo nadie nos ha invitado.
> Por Merlín, no diga eso.
Ambos se giraron hacia la puerta donde Irene había hecho aparición, aun con su arrugada túnica de gala, ahora llena de hollín en los hombros.
> Después de ayudarme anoche, que menos que invitarles a un buen desayuno- continuó ella, sacando su varita y murmurando un par de hechizos.- Lamento que hayan tenido que ver ese comportamiento mío de ayer.
> Tranquila.- sonrió levemente Lupin.
Los objetos de la cocina parecieron cobrar vida y bandejas y platos empezaron a volar a su alrededor. Los magos miraban a su alrededor, curiosos.
Al parecer aquella cocina lo hacía casi todo sola a falta de tener un elfo domestico en la casa.
> Les aconsejo salir de aquí- dijo Irene- la cocina de mi abuela es muy temperamental. Pero hace unas comidas estupendas.
> Esta casa ¿es de tu abuela?- preguntó Lupin, saliendo del lugar esquivando un par de cucharas que cruzaron junto a su cabeza.
> Sí, pero no se preocupe, ella no regresará hasta el próximo domingo.
> ¿Pasa mucho tiempo fuera? – inquirió Sirius.
> En realidad no pero…
> ¿Pero?- interrogó Lupin, arqueando una ceja.
> Lo cierto es que he hablado con ella hace un momento- dijo, sacudiéndose el hollín que se amontonaba sobre su túnica- y cree que, bueno, que tiene una plaga de doxies en la casa.
> ¿Doxies?- repitió Sirius, divertido.
> Mi abuela no soporta los doxies, siempre huye de la casa cuando encuentra alguno en el jardín.- sonrió ella, levemente- por eso le he dicho que yo me haría cargo, así que estará de vuelta en una semana, quiere asegurarse que me de tiempo a librarme de todos.
> No deberías haberle dicho eso- replicó Lupin, en lo que parecía una regañina propia de un profesor- nosotros nos habríamos marchado enseguida.
> Vamos Remus, solo se preocupa por nosotros - intercedió Sirius girándose hacia ella- muchas gracias Irene.
La joven sonrió algo avergonzada, pero Lupin no parecía del todo de acuerdo.
> Esto…el desayuno aun tardará- dijo ella- iré al piso de arriba…si necesitan algo…
> Claro, no te preocupes- sonrió Sirius- esperaremos aquí sin romper nada.
Irene le dedicó una sonrisa divertida y tras un ligero asentimiento desapareció por las escaleras.
> No tienes que ponerte gruñón con ella- dijo el mago a su amigo, dejándose caer sobre el sofá.- que no hayas desayunado chocolate no es motivo para ponerte así.
> La estamos forzando a mentir por nosotros, Sirius- respondió el licántropo- no debemos mezclarla en nuestros problemas. Puede meterse en un lío por esto.
> Comprendo que te preocupe – asintió él- pero son sus decisiones, y créeme si te digo que estoy seguro que ella estará más que contenta por ayudarte.
Lupin levantó ambas cejas en un gesto lleno de curiosidad.
> Creo que no debería haber dicho eso…
> Llevas todo el día hablando en clave- suspiró - ¿vas a desembuchar ya?
> En realidad no – sonrió Sirius.
Escucharon el tintinear de una campanilla y apenas unos segundos más tarde, unos pasos apresurados que descendían por la escalera.
Irene volvió a emerger ahora con otra túnica azul más informal y mejor aspecto del que les había ofrecido la noche anterior.
> El desayuno ya está listo- dijo, acercándose a la cocina de la que ya se desprendía un agradable aroma.
> Estupendo, me muero de hambre- exclamó Sirius, a lo que ella sonrió divertida.
Lupin suspiró de nuevo y su amigo le dio una palmada afectuosa en la espalda.
> Venga Remus- continuó él- seguro que Irene está deseando que le contemos la fascinante historia del bueno de Sirius Black.
Ella asintió intentando que no se le escapara una carcajada.
> Sí, aunque también me gustaría hacerle una proposición, si no le importa señor Black.
> ¿Una proposición?
Lupin y Sirius intercambiaron miradas curiosas antes de seguir a la bruja en dirección a la cocina.
ooooooooooooooooooooooooooooo
Pues aqui otro capitulo, muchas gracias a todos por los reviews, me hacen feliz! y gracias a nariko otra vez por su ayuda con las frases made-in-sirius XD
Bueno, tengo que decir que la proxima semana empieza la carrera de haber quien sobrevive al estres de los examenes XD asi que no se si tendre tiempo de seguir subiendo los capitulos como hasta ahora, aunque lo intentare, asi que si no los subo pido paciencia, he sido bastante regular hasta ahora ¿no? no se pueden quejar XP
asi que bueno, hasta pronto y no se olviden de los bien queridos reviews!
