Capitulo 15: No creas todo lo que oigas y digas

Los platos tintinearon ahora que el almuerzo era servido, Sirius Black observaba el interior de los platos como si no hubiera comido en años, y la improvisada cocinera sonreía divertida, pues nunca tenía oportunidad de cocinar ni de que alguien le diera méritos por ello.

> No sabes como te lo agradezco, Irene- sonrió el mago, llevándose un panecillo a la boca- la comida que me trae Remus no se puede comparar con esto.

> Pues entonces la próxima vez tendrás que conformarte con las ratas- respondió Lupin, frunciendo ligeramente el ceño.

Irene le dedicó una sonrisa.

> Temo que solo será por esta semana, lamento no poder hacer más señor Black.

> Es más que suficiente y generoso por tu parte, y deja ya de decir señor Black, me haces sentir mayor.

Ella asintió y volvió la mirada hacia su almuerzo.

> ¿De verdad no te importa aguantar a dos viejos magos esta semana?

> Por supuesto que no- rió ella- y cualquiera diría que tienen cien años! Además no se lo habría ofrecido si no quisiera que se quedaran.

> Siempre generosa- sonrió Sirius- pero creo que a Remus no le hace ninguna gracia que haya aceptado tu oferta, en confidencia- le susurró- creo que se queda para vigilarme.

La joven soltó una risita.- ¿No se fía?

> Eso me temo, supongo que piensa que puedo ser una mala influencia para ti.

> Bueno¿está en lo cierto?

> Hum, es posible, es posible.

Ella volvió a reír y Lupin, que había escuchado perfectamente la conversación, suspiró. Hacía tan solo unas horas, la joven bruja le había propuesto al prófugo hospedarse en aquella casa hasta el regreso de su abuela, pues realmente se sentía mal al ver todas las penurias por las que se veía obligado a pasar.

Al principio, éste se había negado, pero ella insistió hasta que terminó aceptando, y por supuesto, hizo extensiva la invitación a su antiguo profesor, el cual, acabó por aceptar igualmente tras prometer repetidamente que intentarían molestar lo menos posible.

Para ella era un sueño hecho realidad.

> Espero que Buckbeak no se sienta solo.- dijo Sirius, cogiendo otro panecillo y devorándolo rápidamente.

> ¿Buckbeak¿El hipogrifo de Hagrid? – exclamó Irene, asombrada.

> ¿Lo conoces?

> ¡Sí claro! Cuantas veces le habré dado ratones para comer- comentó con una mueca- pero creía que se había escapado.

> Sí, lo cierto es que se escapó…conmigo.

> Oh, vaya, eso tiene sentido- sonrió- pues espero que Buckbeak esté bien, Hagrid lo adoraba y si le pasara algo...

> Está bien- respondió Lupin, interrumpiendo- los hipogrifos saben cuidar de sí mismos.

> ¿Podría ir a verlo?- preguntó a su antiguo profesor- por favor…

> No creo que sea prudente- respondió él pero al ver la desilusión en la cara de la muchacha terminó por suspirar y asentir- pero supongo que podríamos acercarnos cualquier día de estos.

> ¡Estupendo!- exclamó ella.

Realmente la chica estaba deseando llevarle noticias del hipogrifo a su profesor de Cuidado de Criaturas Mágicas, pero sobre todo, quería que Lupin la acompañara. Ahora que iba a gozar de su compañía durante toda una semana, esperaba disfrutar al máximo para soportar la lejanía a la que se verían sometidos una vez tuviera que volver a Hogwarts…aunque dudaba que el mago pensara igual.

> Irene, hay algo que me gustaría preguntarte.- susurró Sirius, para que su compañero no pudiera escucharles.

> Claro, señor Bla…Sirius – dijo con sonrisa fugaz.

> ¿Qué sucedió para que bebieras hasta casi desmayarte? Sé que no tengo derecho a preguntar, pero Remus estaba preocupado y ayer murmuraste muchas cosas…

La joven se puso rígida y miró alarmada al hombre que tenía a su lado.

> ¿Qué…qué dije?- tartamudeó.

> Algo sobre un beso en el jardín y Snape…

Ella se puso aun más pálida, tanto, que Lupin se percató.

> ¿Estás bien, Irene?- inquirió.

> Sí, sí, bien- dijo con fingida sonrisa, y sin responder a la pregunta que le había hecho Sirius, comió a toda velocidad para desaparecer luego en la cocina.

> Así que era cierto…- murmuró el mago, con gesto disgustado.

> ¿Le dijiste algo, Sirius? No parecía encontrarse bien.

> Tranquilo Remus, que de esto me encargo yo.

Lupin le dedicó una mirada curiosa, pero su amigo no dio más explicaciones.

ooo

En las mazmorras del colegio Hogwarts, era habitual que en los meses de invierno pudieras ver tu aliento debido al frío. Pero eso al profesor Snape le traía sin cuidado, ya que llevaba demasiados años trabajando allí abajo para darle importancia.

Ensimismado en revisar las pociones de sus alumnos de sexto curso, soltó un gruñido molesto cuando fue interrumpido.

En la ventana, una lechuza parda picoteaba el cristal para indicarle que tenía una misiva.

Snape se levantó de su asiento, y abrió la ventana para que el animal entrara y dejara su mensaje sobre el escritorio. El mago esperó a que la lechuza desapareciera para echar un vistazo al pergamino, pero antes siquiera de tomarlo en sus manos se quedó mirándolo, asombrado. ¿Eso era lo que él creía que era?

> Severus podrías…- la voz del director se hizo eco tras abrir la puerta, pero se interrumpió nada más ver al profesor de pociones, allí en pie con la mirada perdida en su mesa.- ¿Severus?

> ¿Desea algo señor?- inquirió el mago, levantando la vista.

Dumbledore miró la mesa y lo que descansaba sobre ella, por un momento se mostró sorprendido pero terminó por sonreír levemente.

> Oh. No es importante, cuando termines aquí ¿podrías subir a mi despacho Severus? No hay prisa…

> Sí, señor.

El director hizo un gesto de asentimiento, y cerró la puerta justo en aquel momento en que, luego de un susurro de papel siendo rasgado, una potente voz masculina salía de la mazmorra.

> TUUUUU, INMUNDO PELO GRASIENTO¡ASALTACUNAS! COMO TE ATREVES A PONER TUS SUCIAS MANOS SOBRE UNA INDEFENSA ESTUDIANTE! SI LAS MUJERES NO TE QUIEREN BUSCATE UN MONO QUE TE HAGA COMPAÑÍA PERO NO TE VUELVAS A APROVECHAR DE LA INOCENCIA DE TUS ALUMNAS! COMO VUELVAS A TOCAR A UNA SOLA DE ELLAS ME ENCARGARÉ PERSONALMENTE DE QUE NO TE QUEDE NADA DE LA HOMBRIA DE LA QUE PRESUMES!

Y SI ESTAS TAN DESESPERADO POR QUE NO LIGAS QUIZAS DEBERIAS EMPEZAR POR LAVARTE EL PELO, ASQUEROSO!

Y tras aquella declaración, Snape cayó sobre su asiento, con la mirada perdida y la boca abierta, preguntándose quien demonios le habría enviado aquel vociferador (howler)

ooo

> ¿Qué has hecho QUE !

> Solo le he enviado una advertencia, anónima por supuesto, al viejo Snape.

> ¿Tu has perdido la cabeza¿Por qué has hecho eso!

> Es evidente, no podemos arriesgarnos a que lo que le sucedió a Irene vuelva a pasar.

> ¿Pero tu le has preguntado a ella lo que realmente pasó?

> Por supuesto…

> ¿Y te contestó a la pregunta?- inquirió, arqueando una ceja.

> Hum, bien, no directamente pero por su reacción era evidente que yo tenía razón.

Remus Lupin, se golpeó en la sien con un gesto exasperado, a veces dudaba que su amigo tuviera cerebro.

> Es lo menos que podemos hacer por ella, no sabría protegerse de esos aprovechados.- continuó Sirius, frunciendo el ceño.

> Pero por Merlín¿tú te escuchas cuando hablas?

> Vamos Moony, hablas como si le hubiera lanzado una maldición, aunque ganas no me han faltado, y ha sido por una buena causa.

> Buena causa o no, esperemos que Irene no se entere de esto…

> ¿Crees que se enfadaría?

> ¡Me sorprendería que no lo hiciera!

> ¡Pero es que Snape la besó!

> ¿Snape besó a quien?

Ambos magos giraron las cabezas al unísono al escuchar aquella voz, para mirar a la joven bruja que cargando una cesta se había detenido en el umbral de la puerta.

> Mmmm ¿a ti?- tanteó Sirius, ante la pregunta de la muchacha.

Para sorpresa de los dos hombres, ella se echó a reír.

> Que gracia ¿Snape? Ni en mis pesadillas más terroríficas- rió divertida- ahora en serio ¿a quién besó el profesor Snape?

El prófugo dejó escapar un ligero ¡ups! y su amigo le dedico una mirada de "ya te lo dije".

> A nadie Irene, solo comentábamos algunas anécdotas de nuestros años escolares- respondió Lupin, hábilmente.

> Oh, vaya…bueno, voy a salir al jardín a recoger unas hierbas.

> ¡Te acompaño!- exclamó rápidamente Sirius, corriendo al lado de la joven.

Lupin le lanzó una mirada que indicaba que su paciencia se estaba acabando, e Irene no pudo evitar sonreír.

Apenas llevaba dos días acompañada por aquellos magos, y ya los conocía realmente bien…o al menos, eso creía. Se había dado cuenta que la calma tan propia de la que gozaba Lupin podía fácilmente esfumarse si su buen amigo Sirius Black entraba de por medio con sus ocurrencias.

Por su parte el prófugo aparte de tener una curiosa filosofía personal, gustaba mucho de la compañía, cuanto más acompañado se encontraba más feliz y charlatán se volvía, aunque habiendo pasado tantos años en Azkaban no le resultaba extraño.

Resultaban una curiosa pareja pero se apreciaba enseguida la fuerte amistad que los unía, a Irene lo que más le gustaba era que parecían haberla adoptado como a una buena amiga y la trataban con total confianza…aunque en realidad solo era Sirius quien la trataba así… bien, eso tampoco llegaba a importarle del todo.

> ¿No estará todo nevado?

Irene asintió con un gesto de cabeza, cuando ambos salieron al jardín.

> Habrá que desenterrar algunas- explicó- pero aun servirán para dar un buen sabor a la comida.

> Vaya, creo que nunca fui demasiado atento con esto de la cocina y los condimentos.- comentó Sirius, con una mueca.

Ella rió suavemente, al tiempo que alcanzaban el pequeño huerto que había bajo un alero de la casa.

> Veamos, aquí debe estar- dijo arrodillándose y empezando a apartar la nieve con las manos enguantadas.

> Esto…Irene¿puedo hacerte una pregunta?

> Claro.

> ¿De verdad no prefieres estar en Hogwarts? Quiero decir, allí estarán tus amigos y eso, y dudo que dos magos aburridos sean una buena compañía…

La joven parpadeó un segundo, y entonces le dedicó una sonrisa, sabía lo que el mago estaba tratando de sonsacarle, pues ya lo había intentado con indirectas y elegantes rodeos en alguna ocasión.

> ¿En realidad quieres preguntarme eso?

> No, pero soy un tipo educado y no voy por ahí preguntando a las jovencitas si están enamoradas de sus profesores.

Ella se rió, desde luego no parecía que fuera a rendirse hasta que le confesara que estaba enamorada de Lupin.

Sirius lo sabía, por supuesto, pero parecía buscar una confirmación a su yo-no-perruno. Quizás se sintiera culpable por haber escuchado todas aquellas conversaciones que ella había mantenido con sus amigas.

> Me gusta estar aquí¿qué puede haber más excitante que pasar unos días con un preso fugado y un licántropo?- dijo respondiendo a su anterior pregunta, con sonrisa divertida.

Sirius arqueó las cejas en un gesto de incredulidad, hasta entonces no le había escuchado una sola broma, y no lo había esperado de ella.

> Además, creo que es más seguro quedarse aquí unos días…- continuó Irene, con gesto pensativo.

> ¿Por qué?

> Oh, los gemelos Weasley parecían estar preparando algo gordo para las vacaciones- sonrió- es mejor no estar en el camino cuando se preparan para hacer alguna de sus bromas.

Sirius soltó una carcajada.

> Bien, en ese caso, no insistiré más, me alegro que estés contenta…pero sabes, me gustaría hacerte un regalo por navidad.

> ¿A mi? Pero la navidad ya ha pasado.

> ¡No importa! Has sido muy buena conmigo, así que, que menos que un regalo de agradecimiento.

> No es necesario…

> Oh, vamos, déjame que te regale algo.

> Pero…

Irene no sabía como rechazar la oferta, por Merlín, era un preso fugado ¿qué podía regalarle a ella? No quería que se arriesgara a hacer alguna tontería por complacerla.

Lupin ya la había advertido "Sirius es muy impulsivo" le dijo cierta vez "por hacer feliz a otros sería capaz de bailar desnudo ante los dementores"

Aquella frase le había hecho bastante gracia, pero comprendía bien lo que significaba.

> Te conseguiré algo que seguro que te gusta- continuó el mago, con una sonrisa- y así le haré un regalo también a Remus, seguro que sigue enfadado por esa tontería de Snape…

> ¿Qué cosa de Snape?

> Oh, nada, nada, no me hagas caso…

Irene suspiró y volvió su atención a las plantas que había desenterrado de entre la nieve, y que ahora sacaba de la tierra para meterlas en la cesta. Esperaba que el mago se lo pensara dos veces antes de hacer alguna locura.

ooo

> Escuchadme bien por que tengo algo para vosotros.

Irene levantó la cabeza del guiso que había en su plato y miró a al mago que tenía enfrente, al mismo tiempo que Lupin la imitaba.

Era la hora del almuerzo y desde hacía unas horas, Sirius Black había estado actuando de forma extraña, entrando y saliendo de la casa (en su forma animal por supuesto), y ahora que con una sonrisa amplia informaba de alguna sorpresa, aquellos dos que compartían su mesa se temían lo peor.

> No me miréis así, no es tan malo, de hecho, es un regalo.

> ¿Un regalo?- repitió Lupin.

> Así es, Remus, voy a invitaros a los dos al mejor restaurante de Hogsmeade.- exclamó con orgullo- Pago yo por supuesto.

Irene abrió la boca pero no le salieron las palabras, y el otro mago parecía igualmente asombrado.

> ¿Por qué?

> ¿Por qué? Por ser buenos amigos ¿no es esa razón suficiente?- exclamó Sirius.

Lupin miró a su amigo con disimulada incredulidad.

> Pero…

> Ya, ya, Irene, de verdad, os voy a invitar queráis o no, así que vosotros decidís si será por las buenas o por las malas.

La joven bruja suspiró y terminó por asentir.

> ¿A dónde iremos?- se interesó Lupin.

> Eso es una sorpresa- sonrió su amigo.

> Espero que hayas comprobado que dejan entrar a los perros.

Sirius parpadeó un segundo, con gesto de no comprender, y entonces rió.

> ¡Pero si yo no voy a ir!- exclamó con naturalidad.

> ¿Qué!- dijo Irene, en un tono quizás demasiado alto.

> Por supuesto- replicó Sirius, aun sonriendo- no están permitidos los animales en los buenos restaurantes y personalmente no me van las sobras…

> Pero…

Irene iba a protestar, no es que le desagradara la idea de cenar con Lupin a solas, pero era muy vergonzoso. Incluso sus mejillas se empezaban a revelar, sonrojándose.

> Seguro que lo pasareis bien sin mí, no os preocupéis tanto.

> Pero no podemos dejarte aquí.

> No voy a romper nada, lo prometo.- sonrió él, guiñando un ojo a la bruja.- Id y pasadlo bien, o tendré que obligaros y no os gustarán nada mis métodos…

Lupin suspiró, dándose por vencido.

> De acuerdo, como quieras Sirius.

La bruja miró a su antiguo profesor, alarmada ¿Acababa de aceptar una cita con ella?

> Espero que no te importe compartir una cena conmigo- sonrió él, afable.

Irene negó con la cabeza violentamente y sonrojándose aun más, Sirius aguantó una risita que amenazaba con escapársele.

> Perfecto entonces- exclamó el mago- y poneos bien elegantes ¿eh?

La joven bruja se admiró en el gran espejo del dormitorio, luego de limpiar y planchar la túnica de gala que se había puesto el día de navidad, ahora ofrecía un aspecto mucho más elegante.

Decir que estaba nerviosa, era quizás, quedarse corto. Las manos le temblaban y las mejillas le brillaban, por que aquella noche iba a compartir una agradable cena con el hombre del que estaba enamorada…por supuesto, él seguía sin saber lo que ella sentía, pero eso era un detalle sin importancia.

Se cepilló el pelo casi compulsivamente, mientras rezaba en silencio por que todo saliera bien. Quería soltar un grito para descargar toda la tensión que se le acumulaba, pero no quería que los dos magos que se encontraban en el piso inferior la escucharan. Desde luego, el regalo con que le había obsequiado el prófugo era el mejor que había tenido nunca.

Por su parte, Sirius Black, que se había auto asignado como celestino con aquella pareja (y sin que ninguno de los implicados lo supiera), se encontraba descansando en una butaca del salón, ya imaginando los buenos resultados que iba a dar su perfecto plan. Sabía que una cena a la luz de las velas podía obrar milagros, y aunque su amigo no quisiera verlo, él sabía que esa chica era un buen partido.

> Un pequeño empujoncito y todo perfecto- murmuró para sí, sonriendo.

Escuchó los pasos que descendían por la escalera y se levantó de un brinco.

> Vaya, vaya- exclamó luego de un silbido de admiración.

Irene se sonrojó avergonzada.

> Ya vale, si me he pasado dímelo claramente.- protestó, refiriéndose a su vestuario.

> No, no- sonrió Sirius- estas perfecta, quizás demasiado guapa, vas a atraer a todos los magos en veinte kilómetros a la redonda.

Ella se sonrojó aun más e hizo varios gestos con las manos, a modo de protesta por la burla.

> Sirius, de verdad tengo que…

Lupin, que salía de uno de los dormitorios acomodándose una elegante túnica negra, se interrumpió a mitad de la frase, y se quedó mirando a la joven entre curioso y asombrado.

> Ya te lo dije- exclamó Sirius, volviéndose hacia la chica- aunque quizás sean treinta kilómetros.

Irene se sonrojó más exageradamente, si es que eso era posible.

> Moony, deja de mirarla así que la vas a gastar- continuó Sirius, a lo que su amigo respondió con una desafiante mirada.- ten, esta es la dirección.

Lupin tomó el pedazo de pergamino que el mago le tendía y observó lo que había escrito en él.

> Me resulta familiar- murmuró.

> Venga, venga, marchaos ya que si no llegarais tarde.

Rápidamente los empujó a ambos hasta la puerta, les puso las capas por encima apresuradamente, y prácticamente los lanzó a la nieve del exterior.

> ¡Pasadlo bien!- exclamó como despedida.

> Perdona sus modales- comentó Lupin, mientras descendían por los escalones de la entrada.

> No es nada- sonrió ella fugazmente, mientras observaba con preocupación las placas de hielo del suelo.

Por eso nunca le habían terminado de gustar las túnicas de gala, con sus elegantes zapatos y el largo vestido o se los manchaba de barro, o podía resbalar y sufrir una torpe caída por intentar mantenerlos limpios. Meditó unos segundos en silencio, quizás fuera preferible algo de suciedad en el vestido que una pierna rota.

Lupin pareció percibir su debate interno, pues cuando la joven quiso darse cuenta, él ya le ofrecía su brazo.

> Puedes apoyarte en mí- dijo, amablemente- hay que tener cuidado con el hielo.

Irene se sonrojó pero asintió con la cabeza, descansando sus manos sobre el brazo del mago.

Caminaron varios metros, y la joven bruja no podía despegar la mirada de sus zapatos, aun agarrada a él, se preguntaba en que estaría pensando Lupin en aquellos instantes ¿estaría contento¿enfadado¿desilusionado¿o simplemente todo aquello le era indiferente?

Suspiró suavemente, meditando si quizás guardar tantas esperanzas no sería un error, al fin y al cabo, en ningún momento su ex-profesor parecía haber mostrado el más mínimo interés en el terreno amoroso hacia ella. Aunque Sirius parecía haber suplido el hueco a ese respecto, no por que estuviera interesado en ella, si no por que parecía querer que al menos, pasaran algo de tiempo a solas. A Irene aquello le hacía gracia, jamás le habría imaginado como casamentero.

> Espero que Sirius no te haya dicho nada desagradable- comentó Lupin, repentinamente- a veces puede ser un poco bruto.

Ella levantó la mirada, curiosa.

> Me refiero a antes de que yo entrara en el salón- aclaró, al apreciar la incomprensión de la chica.

> Oh, no, solo me dijo un piropo…o eso creo.- respondió con una débil mueca.

> Fuera lo que fuera, no le hagas mucho caso, por que estás preciosa.

Si hubiera sido posible, a Irene la habría salido humo por las orejas, cuando se ruborizó. No podía creer lo que había escuchado, por un segundo estuvo tentada de pedirle que repitiera lo que acababa de decir.

¿Él creía que ella estaba preciosa¿Creía que era mínimamente atractiva¡Merlín, aquello era un milagro! Quizás no estuviera todo perdido.

> Ya estamos muy cerca- anunció el mago, señalando una estrecha calle en la que se vislumbraban unas luces débiles junto a una puerta.

Se acercaron despacio hasta aquella entrada en la que un viejo letrero anunciaba con letras azules El hipogrifo feliz que era probablemente el nombre del local.

> Esto era un restaurante ¿verdad?- comentó Irene, mirando con desconfianza.

> Eso creo…- murmuró Lupin- pero me resulta familiar este lugar.

> ¿Entramos entonces?

> Sí, vamos, no puede ser tan malo.

Lupin empujó la chirriante puerta de madera oscura y dejó a Irene pasar en primer lugar, con caballerosidad. Pero al ver que la chica se detenía en el umbral, él ladeó la cabeza y observó el interior y sin poder evitar una mueca de asombro, exclamó.

> Retiro lo dicho, sí puede ser tan malo.

ooooooo

Bueno, en principio no iba a poner el capitulo, por que tengo bastante por hacer, pero teneis suerte que me haya puesto enferma y no me pueda concentrar en nada...joe, si que veo yo el lado bueno de las cosas...

bueno, espero que el capitulo haya gustao y que DEJEIS REVIEWS (es solo una peticion/ruego/suplica) que me haria mu feliz XD

asi que gracias y ala, hasta la proxima!