Capitulo 16: No existe adversidad que por sinecura no se trueque

El local tenía un alto techo del que pendía una gran lámpara de araña con cristales pero que en realidad no iluminaba nada en absoluto.

Las mesas redondas que salpicaban el interior se encontraban iluminadas por pequeñas lámparas de aceite todas ellas cubiertas por brillantes telas rojas, y los manteles de puntillas blancas ocultaban a medias las sillas de madera tapizadas con falsas pieles de leopardo y cebra.

En las esquinas se amontonaban cojines de colores bajo tapices mohosos (y con escenas no aptas para menores) ocultos en las sombras, y un par de angelitos dorados flanqueaban la entrada para dar la bienvenida a los clientes con un par de desafinadas trompetillas. Una suave melodía surgía de algún rincón oscuro, mientras los camareros, algunos magos vestidos con túnicas de seda negra y rosada, se paseaban de un lado a otro con las sonrisas plantadas en sus caras.

> ¿Qué es este sitio?- murmuró Irene, sin salir de su asombro.

> ¿Me creerías si te dijera que no lo sé? - respondió Lupin con total sinceridad.

> ¡Ah! Nuevos clientes- exclamó una aguda voz masculina.

Se trataba de uno de los camareros, o al menos eso parecía por su túnica, con su gran sonrisa mostraba todos sus dientes y llevaba el pelo recogido de forma meticulosa, como si quisiera que todo el mundo fuera consciente de sus finos rasgos.

> Deben ser la pareja que hizo la reserva ¿verdad?- continuó hablando sin esperar respuesta- Que encantadores, síganme por aquí, les hemos preparado un lugar especial…

Irene apretó los dientes, esperando que aquel lugar "especial" fuera algo discreto, por que no parecía poder librarse de aquel mago estrafalario que los empujaba.

> Mi nombre es Greg, para lo que necesiten…Están de suerte, por que hoy mismo cumplimos treinta años, el local por supuesto, yo soy aun joven- rió el camarero en su incesable parloteo, mientras les guiaba al final del local- y por ello hemos hecho un menú muy especial, seguro que les gusta, fue muy popular hace unos años ¡incluso los alumnos de Hogwarts venían en cuanto podían! Que recuerdos aquellos…Aquí está su mesa…

Lupin dejó escapar un suspiro exasperado e Irene se golpeó la sien, sin poder creer lo que veían sus ojos.

La mesa que tenían ante sí era igual a la demás, pero el blanco mantel había sido sustituido por una suave tela de raso fucsia sobre la que descansaban los platos blancos y dorados. La lámpara de aceite estaba decorada con flores de plástico de tonalidades rojizas, quien sabe de qué mercado muggle las habrían sacado, haciendo brillar las copas de cristal tintado en azul y profusamente decoradas con conchas marinas.

Un triste candelabro retorcido se sostenía sobre sus cabezas, impidiendo que se quedaran ciegos cuando intentaran leer el menú (de elaborado diseño rococó) o tomar los extravagantes cubiertos de plata.

> Enseguida les traeremos el vino, pidan cuanto gusten- sonrió por ultima vez el camarero, tras guiñar un ojo descaradamente a Lupin y antes de desaparecer.

Irene se dejó caer sobre la silla tapizada en falsa piel con un suspiro largo y profundo. Sabía que había muy poco sentido del ridículo en el mundo de los magos (especialmente en lo referente al vestuario) pero aquello era exagerado.

> Voy a matar a Sirius- exclamó el mago en un murmullo perfectamente audible.

La joven bruja sonrió con una mueca.

> Quizás me equivoque pero este lugar parece el sitio perfecto al que traer a tus ligues de fin de semana o algo parecido…- comentó, omitiendo el detalle de que en realidad aquello le parecía cualquier cosa menos un restaurante.

Lupin la miró un instante para luego asentir lentamente con la cabeza.

> Sí, no lo había recordado hasta que el camarero empezó a hablar, Sirius venía aquí a menudo en sus tiempos de estudiante con sus emmm "amigas"…pero el sitio ya no es igual desde luego.

> Quince años no pasan en balde- comentó ella, esperando que realmente Sirius no frecuentara ese tipo de lugares en su juventud- imagino que no se preocupó en averiguar como había quedado por dentro luego de tantos años.

> Supongo que no- suspiró él.

> Lo hacía con su mejor intención…

> Siempre lo hace- sonrió.

> Es muy…kitsch.

> ¿Muy qué?

> Es una palabra que usan los muggles, para definir cosas como esta- explicó ella, agitando la servilleta fucsia de puntillas doradas.

Lupin sonrió divertido.- Creía que decir hortera con pretensiones resultaba bastante explicito.

> Bien, sí, eso también.- sonrió echando un vistazo al menú.

A pesar de que el lugar fuera un tanto…"particular", la joven bruja se sentía feliz, no solo por la compañía, si no por que conseguía hablar con naturalidad sin sonrojarse ni decir demasiadas estupideces.

Lupin la observaba con lo que parecía una constante mirada de disculpa por la ocurrencia de Sirius, pero ella no tenía nada que reprochar al prófugo, le había conseguido una cena en compañía del licántropo ¿qué más podía pedir?

> ¿Profesor?

Él levantó la mirada y sonrió.

> Ya no soy tu profesor, Irene.

La joven arqueó una ceja, curiosa, hasta ese momento nunca le había pedido que lo llamara de alguna otra manera.

> ¿Lupin?- tanteó entonces.

> Remus si no te importa- respondió el mago- no me gusta que Sirius me lleve ventaja ¿sabes?

Irene se sonrojó levemente, aunque al principio le había costado, ella trataba a Sirius Black con total confianza omitiendo las formas respetuosas que utilizaba con su ex profesor.

> Bien, mmm, Remus- dijo ella, notando lo extraño que sonaba aquel nombre en sus labios- ¿podrías por favor interpretar el menú? Las runas antiguas no es lo mío…

Lupin posó la vista en el papel que ofertaba los diferentes menús y rió suavemente, apreciando el chiste. Allí podían leerse extrañas combinaciones con nombres ridículos que parecían cualquier cosa menos comida, nombres como Alitas de hipogrifo con zumo de canela o Crujientes babosas al flu flu resultaban de lo más naturales comparados con el resto.

> Creo que deberíamos arriesgarnos con el plato del día o algo así.- comentó él, mientras intentaba adivinar de qué se componían los Sándwiches élficos con salsa de mandrágora.

> Sirius tendría que haber incluido con la dirección un manual de instrucciones- comentó ella, mordiéndose luego la lengua para dejar de soltar tonterías.

Pero para su sorpresa, Lupin rió y asintió con un gesto de cabeza. Irene no podía creerlo, estaba allí, hablando y riendo con él como si fuera uno más de sus amigos, soltando tonterías para pasar un buen rato, y apreciando lo fácil que era hablar con el mago cuando tus notas no dependían de su criterio.

> ¿Ya han decidido?- exclamó de pronto una chirriante voz.

Ambos se giraron sobresaltados hacia el joven de túnica negra que estaba apostado a un lado de la mesa, ni siquiera le habían visto llegar.

Mientras Lupin hablaba sobre la comida con el camarero, Irene miró hacia las demás mesas donde personajes de todo tipo se encontraban disfrutando de la cena. La joven había notado que al servirles los platos, los clientes se quedaban mirando el interior con curiosidad y luego de reír unos segundos agarraban los cubiertos y se disponían a comer. ¿Qué sería lo que les hacía gracia en la comida?

Pero de pronto, una pareja de magos llamó su atención, estaban muy acaramelados y parecían disfrutar de su cena en una mesa cercana, y eso no habría sido de mayor importancia si una idea no se hubiera prendido en su cabeza.

> ¿Y si…

> ¿Ocurre algo?

> No, no, nada- respondió ella sonriendo.

Irene le lanzó una mirada fugaz mientras comenzaba a dar vueltas a otra de aquellas ideas que a menudo la llenaban, aunque esta contaba con un factor nuevo de preocupaciones que anteriormente no se había planteado.

¿Y si tiene ya una pareja? Exclamaba su cerebro ¿Y si está casado o tiene una amante o algo así? No se le había ocurrido tal posibilidad hasta entonces, pero no era algo que se pudiera descartar así por las buenas.

Meditó unos segundos en silencio, intentando averiguar si sería correcto preguntar algo así, no quería que el mago se enfadara y se sintiera molesto por una cuestión como esa, pero…

> ¿Qué sucede?

Irene miró a Lupin que la observaba ahora con curiosidad. Ella se removió incómoda, la incertidumbre la estaba matando. Tenía que preguntar o explotaría.

> Esto…- tomó aire profundamente y fingiendo bromear exclamó- ¿no se ofenderá tu novia por que cenes conmigo en un lugar así?

El rostro de su antiguo profesor reflejó sorpresa, para luego sonreír levemente.

> Lo mismo digo.

La joven abrió la boca, no se había esperado esa respuesta, bien, técnicamente no era una respuesta siquiera.

> No, que va- respondió ella simulando una sonrisa – si tuviera un novio no me pasarían las cosas que me pasan…- concluyó en un murmullo.

Era evidente que Lupin no comprendió del todo el comentario pero no preguntó al respecto, simplemente se limitó a asentir con la cabeza y responder.

> Igualmente.

Antes de que Irene se preguntara qué había querido decir con eso, el camarero apareció llevándoles los platos, con una pomposa cubierta que ocultaba el contenido.

> Aquí tienen el plato especial para enamorados, si necesitan algo más, solo llamen.- exclamó guiñando un ojo, algo que parecía ser una muestra de cortesía popular en ese local.

La joven bruja se sintió avergonzada por que les llevaran "un plato especial para enamorados"

> Irene, hay algo que me gustaría preguntarte, si no te importa.

Ella se olvidó momentáneamente de la comida, y tras murmurar un "claro" le prestó toda su atención.

> La noche de…bueno, la noche que nos encontramos en Las Tres Escobas dijiste algo que nos dejó preocupados…

> ¿Qué cosa?- dijo la joven, temiendo haber dicho alguna gran estupidez, ya que estaba demasiado borracha para recordarlo.

> Me preguntaste si me iba a aprovechar de ti…y que si lo hacía no sería el primero.

La bruja palideció, sin creer que ella hubiera dicho tal cosa alguna vez en su vida.

> No…no…no estaba muy lúcida en ese momento, de verdad no hay que preocuparse por todas las tonterías que dije…

> Irene, si alguien te ha hecho algo…

> ¡No! De verdad, no sé de donde pude sacar algo así pero nadie me ha hecho nada- se forzó a sonreír- estoy perfectamente…mejor que nunca.

Lupin le mostró lo que parecía una sonrisa de alivio.

> Me alegra saberlo…

La bruja que ahora estaba sonrojada quiso sumergirse rápidamente en la comida mientras su acompañante servía el vino que les habían traído. Empezaba a sentirse violenta estando allí, sin duda por culpa de aquella extraña conversación mantenida.

Levantó la cubierta del plato y clavó la vista en sus Trufas encantadas de calabaza, al principio ni siquiera se fijó en los detalles, pero cuando lo hizo y su mente comprendió exactamente lo que había en su plato, su reacción fue inmediata.

> ¡Joder!- exclamó levantándose bruscamente de la silla.

Lupin se quedó mirándola, aun con la copa en la mano, pues no era muy común escuchar ese tipo de expresiones en boca de una bruja.

> ¿Qué sucede?- inquirió preocupado.

> ¡Pero ¿qué es esto! - volvió a exclamar ella, lanzando miradas fugaces al plato de la mesa.

El mago se levantó de la silla y miró la comida que acababan de servirle a la joven, y sin poder ocultar su sorpresa, dejó caer la mandíbula sin que pudiera expresarse claramente con palabras.

Inmediatamente levantó la cubierta de su propio plato para descubrir una escena muy similar con su Faisán Lhardy.

> Voy a matar a Sirius…

Y ella asintió sin poder estar más de acuerdo.

> Esto ya es pasarse. Larguémonos ahora mismo- exclamó Lupin.

Y sin esperar respuesta, agarró a la bruja del brazo y salieron escopetados del restaurante sin despedirse siquiera.

Irene aun sentía herida la retina de sus ojos con aquella ultima imagen de su plato, quizás la comida estuviera buena al fin y al cabo, pero ella era incapaz de llevarse a la boca nada que hiciera que en comparación, el Kamasutra pareciera un cuento para niños.

Si los dueños del restaurante encontraban divertido representar escenas con su comida¡pues perfecto! A ella le importaba bien poco si los espaguetis que servían se parecían a la Gioconda, pero todo tenía un límite…al menos, para su moral.

Se alegraba que Lupin fuera tan anticuado como ella en ese aspecto…o eso es lo que parecía, si no, no la habría sacado de allí a una velocidad tan vertiginosa.

> Paremos un segundo- exclamó la joven cuando alcanzaron el centro de Hogsmeade, asfixiada por la carrera, aunque ni siquiera sabía a qué venían tantas prisas.

> Lo siento mucho Irene.

> Tranquilo, solo me falta un poco el aire.- dijo ella, tomando asiento en una gran piedra abandonada a un lado del camino.

> Me refiero a lo del restaurante, por Merlín que no sabía nada de esto, Sirius se ha vuelto más inconsciente con los años…siento que hayas tenido que ver "eso".

> He visto cosas peores- intentó tranquilizarle- aunque desde luego no con la intención de comérmelo.

Lupin parecía seriamente afectado por lo sucedido, aunque más en su preocupación por ella que por él mismo. Irene, luego de unos segundos, lo miró en aquel estado mezcla de confusión y abochornamiento con su elegante capa dándole curiosamente un aspecto desgarbado, e inmediatamente y sin poderlo evitar ella se echó a reír.

> ¿Qué pasa?

> Jajajaja

> ¿Irene estás bien?

El mago parecía aun más confuso al verla estallar de la risa, e Irene trató de explicarse.

> Jajaja es lo más absurdo que jajaja me ha pasado nunca jajaja tan ridículo jajaja nadie me creerá cuando lo cuente jajaja

La joven bruja casi lloraba de la risa histérica y compulsiva que le había entrado, mientras su acompañante se limitaba a mirarla con las cejas muy arqueadas.

Finalmente, Lupin se dejó caer sobre un tronco como improvisado asiento, pues parecía que el ataque de risa aun estaba lejos de concluir y sin duda necesitaba un descanso.

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Sirius Black gruñó cuando la puerta se abrió, despertándole de un agradable sueño. Se encontraba tumbado en un sofá con una manta cubriéndolo a medias mientras la chimenea ardía a escasos metros, pero ello no le impidió levantarse de un brinco al ver aparecer a la joven bruja de cabello oscuro que le saludó con una media sonrisa.

> Habéis vuelto muy pronto.- observó.

> Bien, no es extraño- habló Lupin, surgiendo del umbral de la puerta.

> ¿Qué ha pasado?

> Solo que nos has metido en el lugar más… "rarito" de Inglaterra.- respondió el licántropo, con un tono tan calmo que su amigo sintió un escalofrío en la espalda.

> Ha sido un día agitado así que yo me voy a dormir- se disculpó Irene con una sonrisa risueña- buenas noches Remus, Sirius.

Con paso tranquilo la joven subió las escaleras, no estaba enfadada con el animago, al contrario, lo compadecía por lo que le esperaba cuando Lupin se descargara con él.

En el camino de vuelta no se había mostrado muy contento y tampoco le parecía extraño, aunque ella lamentaba que la noche se hubiera acabado tan pronto.

La joven bruja luego de conseguir aplacar el ataque de risa que le entró tras huir del singular restaurante dejó que Lupin, que aun sintiéndose culpable por lo sucedido, le invitara a un chocolate caliente a Las Tres Escobas.

Allí tomaron sus bebidas compartiendo una charla agradable sobre Hogwarts, el Torneo de los Tres Magos e incluso las singulares formas de enseñanza de Ojo Loco Moody. Irene se había sentido tan a gusto que esperaba que aquel momento nunca se acabara.

Pero inevitablemente tuvieron que regresar, pues parecía que su ex profesor no se quedaría tranquilo hasta que le soltara un par de verdades a su buen amigo Black.

Se detuvo un instante al final de las escaleras, mientras escuchaba las voces del piso inferior.

> ¡Sirius por Merlín ¿en qué pensabas cuando nos mandaste a ese "antro"!

> ¿No os ha gustado?

> Si era una broma te has pasado, no puedes dejar que una jovencita entre en un sitio así ¡qué pensará de nosotros ahora!

> Oh, vamos Moony, seguro que no lo ha pasado tan mal- la voz del prófugo se volvió socarrona- además tenía a un caballero de brillante armadura para protegerla.

> Padfoot, te estás pasando.

> Está bien, está bien, me he equivocado…pero habrás aprovechado bien mi equivocación ¿no?

> ¡Sirius por favor!

> ¿Qué? No me digas que no hiciste nada rodeado de tan encantador ambiente…

El sonido de golpes interrumpió en la conversación.

Irene soltó una risita, cerró la puerta de su habitación y tras asegurarse de que no sucedería ningún asesinato bajo aquel techo, se dejó caer en la cama y suspiró. Había pasado una noche increíble…en todos los sentidos. Pero sobretodo había descubierto algo…

> Tengo posibilidades- susurró sonriendo- y no me daré por vencida.

ooooooooooooooooooooo

¿Alguien se dio cuenta de lo que significaba el titulo? XD

bueno, el capitulo ya se que es algo corto y que no explota del todo la situacion, pero no se me ha ocurrido nada mejor y no tengo demasiado tiempo para retocarlo XP de todos modos, espero opiniones, y sobre todo dejadme reviews por fiiiiii!

y muchas gracias por los que me habeis dejao, que me hacen feliz