No sabía cuanto tiempo había pasado, un día, dos días, tres días... una semana. La celda en la que se encontraba era constantemente iluminada y por lo tanto no le permitía diferenciar el día de la noche. Incluso si le traían algo para sustentarse, lo hacían a diferente tiempo y lo confundían peor.
No fue una vez, sino muchas las veces cuando pensó en el futuro que le deparaba. Pensó en las cosas que hizo, en los planes que tuvo, y en sus acciones que lo llevaron a esto... siguió sin entender. Al final... ¡todo fue culpa de ese maldito no-muerto!
¿Cómo se enteró de sus planes? ¿Quien le dijo sobre sus acciones cuando robó el grano? ¿Cómo terminó exactamente aquí?... Una parte de su recuerdo estaba confusa y borrosa, casi como si no recordara bien lo que hizo antes de aparecer aquí, en esta fría y solitaria celda.
De pronto el sonidos de las pisadas de unos tacones y algo arrastrándose casi parecido a un lagarto lo sacó de sus pensamientos, se levantó de la piel de un animal grueso que le servía como cama y se acercó hasta las barras de metal para ver. Esta sería la primera vez que ve a alguien vivo, ya que los encargados de alimentarlo eran simples esqueletos.
—¡¿A-Albedo-sama?! —No lo quería creer. ¿Por qué ella estaba en un lugar como este? ¿Lo estaba visitando? ¿Lo iba a sacar de aquí y luego escapar juntos?
—... ¿Hm? ¿No me tienes miedo? —Ella se mostró confundida, casi igual que Philip.
—¿Por qué debería? Eres una mujer extremadamente hermosa, tu presencia acaba de aliviar este sentimiento de soledad que he llevado aquí no sé por cuántos días.
Albedo asintió comprendiendo al instante. Se veía tan hermosa, tan perfecta incluso si ahora no mantenía su leve sonrisa de siempre.
—Ya veo ¿Qué es lo que recuerdas últimamente? —"Oh, está tan preocupada por mi" pensó Philip muy enamorado, ciertamente la ligera amnesia que sufrió con todos los acontecimientos pasados lo renovó a como era antes.
—Estaba en una reunión con el Rey Ramposa y otros nobles, unos elfos habían llegado y luego usted... después de eso, todo comienza a ser confuso Albedo-sama. Por breves momentos recuerdo a usted guiándome por un pasillo hecho por los mismo dioses, veo al Rey Hechicero frente a mi, luego a un paladín plateado, un Balfolk delgado y con cuatro brazos aunque los inferiores eran más grandes, negro con rojo era su color... muchos seres más aparecen y ellos tienen una charla.
—¿Recuerdas algo de esa charla? —Hubo un cambio tan sutil pero notable en su tono, Philip no pudo identificarlo pero ahí estaba—¿De lo que hablaron?
—No, desde que ambos caminamos por el pasillo no recuerdo la conversación que tuvimos... pero, oh, sí, en esa reunión de monstruos había un ser con cabeza de pulpo que usaba casi nada de ropa y tacones; era hombre, creo, porque lo único que recuerdo de ese momento es que me empezó a gritar cosas extrañas como: "Es mi creación", "dos hermanas", "mi hija", "¿cómo te atreves?" y... que serviría como un muñeco de experimento si alguien se lo permitía.
—¿Tabula... Smaragdina? —Bien, lo identificó, el tono de Albedo era de incertidumbre y repulsión, le sorprendió de que eso estaba dirigido al ser con apariencia de pulpo, por lo poco que recordó, bien podría ser superior a ella— ¿Fue él?
—C-creo que sí... Uh, Albedo-sama, me sacarás de aquí, ¿verdad?
Poco a poco, como si se tratara de una quemadura lenta, Philip empezó a recordar 'el cómo Albedo lo trasladaba a una oficina, sentía dolor en el proceso, ella lo había dañado y tenía una fuerza sobre-humana'.
—Por supuesto, pero primero ponte estos, es como prevención si alguien nos ve.
La Supervisora Guardiana le arrojó unas esposas con cadena, se veían y sentían ligeras a pesar de que eran tan o más duras que el metal adamantita. Se sorprendió ante este hecho que ignoró el sonido de la puerta abriéndose.
—Sí... sí, por supuesto. —Los colocó en sus muñecas y no sintió nada, solo un poco ajustadas pero eso era todo, por un menor pensó que esas cosas estaban encantadas o causarían algún tipo de dolor— Muchas gracias por venir a salvarme.
—¿Salvarte? Estás equivocado.
Pequeños recuerdos volvieron seguidos 'ella lo arrojó contra el suelo y le gritó, pidiéndole respeto ante el no-muerto, ante el ser que ella amaba con locura'.
—P-pero usted-
'El Rey Hechicero lo juzgó frente a otros monstruos que eran sus camaradas, cada uno de ellos mirándolo con asco, repulsión, superioridad. Tuvo un veredicto'.
—Dije que te iba a sacar de aquí, nunca que te iba a liberar de esta prisión y devolverte a esa choza que llamas pequeña mansión. —Por fin, una sonrisa se extendió por sus delicados y rosados labios. Era una sonrisa depredadora, torcida, malévola. Philip tembló.
El miedo se filtró por todo su cuerpo, recordó todo. Supervisora Guardiana Albedo, la mujer de la cual se había enamorado ciega y locamente sería la persona que se encargaría de hacerlo sufrir por el resto de su vida.
Sus piernas no respondían, su voz no salía. Su cuerpo ligero y su cabeza hecha un lío le impidieron buscar una ruta de escape. Ella dio una orden.
—Gusano. Sígueme, en silencio.
Caminaron por un largo rato, todo parecía un laberinto de hielo y piedras poco pulidas, cada vez hizo más frío, sus manos estaban heladas y su nariz junto a sus pómulos se volvieron rojos. No entendía como Albedo soportó con esa ropa delgada que definía su atractiva figura.
—Adelante, entra primero. —Señaló una puerta entreabierta, dentro había poca luz, lo suficiente para iluminar un pequeño espacio que contenía lo que parecía una mesa— Luego quítate toda la ropa, acuéstate en la camilla blanca y no te muevas hasta nuevas instrucciones.
Hizo lo pedido sin rechistar, su cuerpo ni siquiera respondía por un centímetro a sus verdaderas intenciones, tampoco estaba tenso en los pocos músculos que tenía. ¿Era un hechizo? ¿o eran las esposas que inmovilizaba sus manos? ¿quizás era un ítem de alto nivel?... La camilla estaba fría, muy fría...
—Ahora entonces, Neuronist fue buena conmigo y me dio este espacio ya acomodado para tu larga, muy larga estancia. ¿Sabes por qué estás aquí, no? Bueno, contestaré esa pregunta de todas formas.
Terminó de ajustar las correas que mantenían sus manos, brazos, piernas, pies, torso, cuello y cabeza quietas en la camilla. Su boca libre estaba cerrada pero por el rabillo del ojo vio un objeto extraño que parecía encajaría bien en su garganta para reducir los sonidos.
—Es porque me tocaste, te atreviste a ensuciar con tu asquerosa mano este pulcro y virgen cuerpo que reservo para mi dulce amor... Ora, parece que quieres hablar. Te quitaré esto pero a cambio te pondré esta otra cosa, espero no grites y acabes rápido con mi poca paciencia que tengo para ti~.
Las esposas en su brazo se deslizaron con facilidad cuando Albedo los tocó sin llegar a rozar su piel sin aseo. Cuando el objeto, el ítem, se alejó lo suficiente de su cuerpo, nuevamente pudo moverse y hablar. Pero fue lo suficiente inteligente como para no hacer lo último.
—Haremos algo muy simple esta primera vez, vamos a practicar las correspondientes afinaciones de garganta, como dice Neuronist. —Hubo un destello blanco pero no cegador, luego de eso, Albedo tenía un mandil blanco que cubría estratégicamente toda su parte delantera, unos guantes especiales también aparecieron reemplazando los antiguos lujosos de seda.
Albedo se inclinó para abrir un cajón a su costado que no vio al inicio, y de el sacó muchos pergaminos, bolsas transparente con líquido dudoso, agujas largas y gruesa, vendas e instrumentos cortantes y perforantes. Los ojos de Philip se abrieron a su máxima capacidad al darse una idea de lo que pasaría.
—Primero, comencemos con esta mano tuya que me tocó aquella vez. Estaré tomando más tiempo de lo debido pero creo que valdrá la pena para ser la primera vez, después de todo, Ainz-sama... no, desde ahora lo llamaré por su verdadero nombre, Momonga-sama me dio el permiso para divertirme con ustedes tres cada que quiera.
—¿T-tres...? —No evitó que esa pregunta saliera de sus labios secos y agrietados.
—Sí, tres. Tus incitadores están aquí también, en esa esquina de allá. Ellos van a ver todo el proceso de tu tortura, y cuando sienta que es suficiente jugar contigo, cambiarán de papeles.
Con las pocas fuerzas y movilidad que tenía, Philip giró la cabeza lo suficiente para ver a ambos nobles atados y amordazados en camillas verticales viéndolo con horror. Un vistazo más detallado revelaba manchas de sangre y heridas pequeñas en sus rostro demacrados.
—Comencemos.
Nunca, jamás, pensó que un humano podía soportar tanto dolor a la vez sin quedar inconsciente o morir en el proceso. Sus gritos resonaron por toda la habitación, haciendo eco para amplificar lo que sentía. Lloró, suplicó, rogó, maldijo, hizo cualquier acción para hacer que Albedo pare pero todo fue ignorado por una sonrisa satisfecha y feliz.
Sus brazos fueron perforados por largas barras de metal, sus piernas obtuvieron una quemadura de segundo grado y algunas de sus costillas sufrieron muchas fracturas por leves golpes que Albedo dio con su mano. Las fracturas de sus dedos fueron alternando lugares con otros tipos de dolor superpuestos.
—Realmente agradezco a Demiurge por haber creado las nuevas técnicas de tortura que utilizaré pronto en ti... ¿No sabes quién es Demiurge? Bueno, él es un compañero y subordinado Guardián de Piso, es un Arch-Demonio y comanda legiones enteras de demonios. Tuvo un papel importante hace ya un tiempo, su primera aparición como Jaldabaoth ayudó enormemente al crecimiento de Momonga-sama en su personaje de Momon el aventurero adamantita.
Gritó, gritó con tanta fuerza cuando Albedo torció en todas direcciones el penúltimo de los dedos de su mano derecha con tanta lentitud. Ella lo estaba disfrutando mucho mientras seguía explicando de lo que creía era necesario para pasar el tiempo. Sus oídos escuchaban pero su cerebro no lo comprendía. Los dos Barones miraban obligados la escena ante ellos, sus oídos crisparon con la gran revelación dada.
—¿Sabes quién más a colaborado tanto con Momonga-sama aparte de Demiurge y yo? Es su creación, Actor de Pandora... Es un tipo muy talentoso e inteligente, no lo dudo, pero tengo envidia de él porque comparte un vínculo más estrecho con mi amor de lo que yo lo hago... Seguro, tiene una personalidad muy extraña y extrovertida pero fue así como Momonga-sama lo hizo. Estoy muy segura de que eso es parte de un plan grande e imposible de descifrar.
Aquí Philip le dijo adiós a su último dedo intacto, con mucho esfuerzo vio sus manos, sus dedos estaban en todas direcciones, como las ramas de un árbol seco.
—Actor de Pandora es un Doppelgänger, un heteromorfo con la capacidad de transformar su cuerpo en cualquier cosa con vida al ochenta por ciento de su nivel. Él a veces lo suplanta como Momon para aliviar su carga de Líder Máximo de Nazarick... Pero su función principal es ser el Tesorero y financiero de la Tumba, además de poseer el título Guardián de Área.
Su garganta estaba rota de tanto gritar, sus ojos secos de tantas lágrimas que soltó y su cuerpo daba espasmos por momentos. Sabía lo que venía luego de que le rompieran el dedo. Cayeron una gotas en su nuevo dolor, era un ácido tan potente que no sólo dejaba un hueco que traspasaba su piel, músculo y hueso, sino que también cicatrizaba la herida para que no sangre.
—Listo, todos tus dedos y algunas partes de tu cuerpo están como quería. Ahora vayamos por otra cosa.
Lo siguiente que vivió fue peor. Albedo con una daga extraña y compacta abrió su pecho no sin antes conectarle un par de agujas en su cuello y brazo, según ella, para mantenerlo vivo y consciente. Sus órganos eran visibles, su corazón latía con fiereza dentro de su caja torácica. Hubo una presión en su estómago, y al siguiente segundo vomitó todo lo que comió horas antes.
Sus órganos estaban no sólo manchado de sangre, sino también de su inmundicia. El olor y la escena duplicaron su acción un par de veces más hasta vaciar por completo su estómago. Albedo la veía con el ceño fruncido y en desagrado.
—Si vas a vomitar todo el tiempo, será mejor que te saque ese órgano para que no interrumpa mi diversión.
Minutos después de cortar, cicatrizar, activar un pergamino y conectarle a más agujas, Philip perdió la capacidad de expulsar la poca comida que le quedaba en el esófago.
—Mira esto, tu piel es delgada y con poca grasa, puede que Demiurge me agradezca si le llevo un pedazo para la creación de más pergaminos.
Cortes, muchos cortes, todos con excelente pulso y precisión. La visión de Philip se iba por momentos pero nunca dejó de sentir, el dolor era persistente, infinito, y algo le decía que eso así sería por el resto de la eternidad.
No supo cuándo pasó exactamente, pero cuando Albedo por fin terminó, le mostró su trabajo con una gran sonrisa deslumbrante... Su piel fue extraída como si de un largo abrigo se tratase. Miró su cuerpo, era una masa roja de músculos, venas y partes de huesos. ¿Cómo diablos estaba vivo?
—Oh, parece que ya ha pasado una hora —Comentó mientras veía detrás de él, de seguro había un reloj de pared— tengo que volver pronto a mi trabajo de administración pero antes... Déjame decirte que has pasado un día y medio en esa celda, la percepción del tiempo diferido es una de las cualidades de ese lugar; es por eso que podrían sentir haber pasado semanas o meses cuando en realidad solo han sido horas o días.
Su delicada mano enguantada alcanzó su barbilla y abrió la boca de Philip con suavidad. Sus dientes fueron despojados con facilidad, tal y como cualquiera podría arrancar los pétalos de una flor. Adicionalmente, sus ojos también le fueron arrebatados de un tirón.
Su consciencia vacilaba pero el dolor seguía tan intacto como al inicio de esta pesadilla infernal.
—He terminado con mi obra de la tarde. Te dejaré así por una hora más, luego de eso vendrá Neuronist y utilizará un pergamino de alto nivel para volverte como nuevo. Tendrás un corto periodo de descanso ya que le permití a ella divertirse un rato con los tres... Ustedes dos, espero hayan disfrutado de lo que vieron, mas tarde, probablemente en seis o siete horas, les toca.
Y sonrió con tanta facilidad y delicadeza antes de darse la vuelta para salir de la habitación con poca luz. Era un monstruo entre los monstruos más horribles, desquiciados, maniáticos y... y... muchas otras cosas negativas. Philip no pudo pensar más, su cerebro estaba tan agotado, tan en shock. Su garganta seguía seca y prefirió que siga estándolo porque si de alguna manera vuelve a mencionar algo, ese sería un grito interminable.
Pasó un tiempo, una hora exacta cuando apareció un monstruo de apariencia horrible, gordo y salido de pesadillas. Tenía un traje muy revelador ajustado negro y se parecía al ser pálido que le gritó en la oficina, Tabula se llamaba ese.
—Oh querido, mira lo que hizo Albedo-sama en ti. —Exclamó sorprendida el monstruo. ¿Era mujer?— ¡Te ves muy hermoso! Me pregunto cuánto has gritado, cuánto dolor has sentido en esos sesenta minutos que estuvo jugando contigo.
Ella caminó y lo miró a detalle, tal y como alguien lo haría con un animal disecado. Luego sacó un pergamino de algún lado y lo activó. Philip sintió paz, todo lo que sufrió, todo el daño, todo desapareció y su cuerpo volvió a la normalidad. Por un momento pensó en agradecer a la criatura pero recordó sus palabras y su piel perdió el color. Ella iba a repetir el proceso.
—No pongas esa cara~. Tus amigos te van acompañar esta vez. ¡Todos haremos música para los Supremos!
Sus gritos resonaron de nuevo en la habitación, esta vez siendo acompañados por los dos Barones que incitaron todo. Al menos eso le dio algo de paz, esos malditos desgraciados sufrirían tanto como él.
—E-Eso es... —Exclamó media hora después la criatura llamada Neuronist, estaba sorprendida pero no por lo que hacía o veía, era por algo desconocido— ¡Un Supremo!
Dejó las herramientas de tortura a un lado y se limpió lo mejor que pudo antes de salir por la puerta. Se escuchó una conversación corta segundos después, la puerta se abrió de nuevo y ¡Oh! Era ese ser de nuevo, el pulpo pálido que vio en la oficina del Rey Hechicero.
—Bien, bien... mira lo que tenemos aquí. Puedes retirarte Neuronist, yo me haré cargo.
—Sin ofender o tratar de ir en contra de su sagrada orden Ser Supremo Tabula Smaragdina-sama, pero Albedo-sama me dejó estos tres a mi cuidado.
—Lo sé, y te daré una orden nueva. Retírate por cuatro horas y no menciones de esto a nadie, ni a mi creación Albedo, ni a mis compañeros Supremos, el único otro que puede saber y siempre podrá anular o modificar una orden de todos es Momonga. ¿Entendido?
—Sí, Tabula Smaragdina-sama. Me reriraré ahora, disfrute de su estancia y llámeme si necesita algo.
La monstruo se inclinó y desapareció tan rápido como pudo. Tabula Smaragdina, el nuevo torturador, dio una larga mirada a los tres patéticos humanos que estaban bañados en sangre, sudor y lágrimas. No lo demostraba porque no tenía una boca visible, pero ellos supieron que estaba sonriendo en extremo.
—Ahora, a ti te conozco, tú fuiste el que ensució el hombro de mi hija con tu asquerosa mano; entonces, eso significa que ustedes dos fueron los causantes del robo que prácticamente insultó nuestro gremio pero en especial a mí líder, mí Momonga... Jajaja... Pasaremos un buen rato juntos. Les agradezco de antemano por ser voluntarios en estos experimentos míos~.
