A riesgo de defraudar a los lectores por haceros imaginar muchas cosas, aquí esta el capi :P

Capitulo 18: Un beso legal nunca vale tanto como un beso robado.

Abrió los ojos sobresaltada, una pesadilla había recorrido sus sueños, producto de las emociones de la noche anterior. Con cierto temor, buscó en los alrededores con la mirada, sin hallar a los dos magos que compartían la vivienda con ella aquellos días.

Se encontraba en el salón junto a la chimenea, mientras la suave nieve caía en el exterior y el sonido lejano de una tetera hirviendo interrumpía el silencio.

Se llevó una mano a la cara, para limpiar las lágrimas que se le habían escapado mientras dormía. Irene temía que sus pesadillas se convirtieran en realidad y de nuevo quedar abandonada a merced del bosque y su oscuridad.

- ¿Cómo te encuentras?

La joven giró la cabeza para observar al mago que había hecho aparición y le dedicaba una mirada preocupada.

- Estoy bien.

Sirius Black se acercó unos pasos y tomó asiento a su lado. Su rostro pálido estaba marcado por unas profundas ojeras, y parecía sufrir las mismas dolencias que eran tan propias de su amigo Lupin.

- Lo siento mucho, Irene, fue culpa mía, no debí alejarme y…

- Estoy bien, de verdad- interrumpió ella, golpeándole suavemente el brazo- ha sido una gran aventura.

La bruja se obligó a sonreír, no quería que el mago se culpara por lo sucedido, había sido una experiencia nada agradable pero tan solo fue un accidente. Y estaba acostumbrada a los accidentes…demasiado acostumbrada.

- ¿Seguro que estás bien?

Ella asintió y Sirius se debatió entre una mueca de tristeza y una sonrisa.

- Tendremos que cuidarte mejor- le dijo, palmeándole la cabeza con delicadeza- eres un imán para los problemas.

La joven sonrió.

- Dime algo que no sepa.

- Irene, ya estás despierta ¿cómo te sientes?- interrumpió entonces aquella voz ronca que tan bien conocía.

- Bien, gracias- respondió, sin poder evitar que sus mejillas se sonrojaran ligeramente.

Lupin se acercó unos pasos, mostrando una sonrisa aliviada.

- Me alegra escuchar eso, temíamos que hubieras enfermado y que tuviéramos que llevarte a San Mungo.

- Remus es un poco exagerado a veces- exclamó Sirius, poniendo una mueca- así que por tu bien te conviene no estornudar siquiera o te llevará corriendo al hospital.

Irene soltó una risita divertida mientras Lupin miraba a su amigo con una ceja encarnada.

- Ya me dirás quien es el que lloraba de pena y culpabilidad…

- ¿Eso va por mi?- replicó Sirius.

- ¿Ves a alguien más?

- Los Black no lloramos, nos lamentamos con hombría, Remus, ya deberías saberlo.- respondió, hinchando el pecho con orgullo.

- Estaría de acuerdo si no hubiera tenido que secar el suelo de tus lagrimones.

- ¡Remus! Si sigues diciendo eso, Irene va a pensar mal de mí.

- ¿Es que no lo hace ya?

- ¡Por supuesto que no!...¿verdad?

Ella rió divertida, si estaban intentando animarla desde luego lo estaban consiguiendo.

- Irene si te encuentras mejor, entonces deberías almorzar- dijo Lupin, ignorando a su amigo y señalando la mesilla cercana donde habían dispuesto algo más que comida.

Sobre un elegante y estrecho mantel, había un plato rebosante de guiso que dejaba escapar un agradable aroma, a su lado varias cajas de ranas de chocolate se apilaban junto a un pedazo de tarta de manzana, mientras en el otro extremo una gran cesta con cintas azules ofrecía dulces de colores varios.

La joven arqueó ambas cejas en un gesto curioso, para luego mirar a los magos.

- No me digas que no te gustan los dulces- exclamó Sirius dramáticamente.

- Por supuesto que me gustan- sonrió ella divertida.

- Perfecto entonces, ahí tienes un buen arsenal para que lo devores tranquila…ya me he encargado de que Moony no te robara ninguno.

Lupin puso los ojos en blanco y la bruja contuvo la risa.

- ¿De donde habéis sacado todo esto?

- Que importa eso, tu solo debes comértelos, no me hagas darte explicaciones si no quieres oír sucesos escalofriantes…- respondió Sirius, fingiendo un tono tétrico.

Irene volvió a sonreír, justo como el mago esperaba que hiciera.

- ¿Y la comida? ¿Quién la hizo?

- Yo…y Moony también- exclamó con un gesto- pero yo hice la mayor parte.

De nuevo, hinchó el pecho con orgullo y ella se contuvo para no soltar una risita, Sirius era tan raro a veces, se comportaba como un adulto y al mismo tiempo como un niño. Esperaba que al menos no le hubieran destrozado la cocina.

Volvió su atención a la comida, pero entonces se percató que había una cesta, cubierta por una tela rojiza, colocada a los pies de la mesilla.

- ¿Qué es eso?- preguntó, señalando el objeto en cuestión.

- Ah, si- dijo Lupin, agachándose para tomarla y luego, dejándola sobre el regazo de la bruja- casi olvido tu regalo de navidad.

- ¿Re…regalo?- repitió, confundida.

- Lamento no habértelo entregado antes- se disculpó.

- ¿Por qué?- preguntó, aun sin comprender.

- Es lo normal en navidad- interrumpió Sirius- la gente da regalos a las personas que aprecia, ya sabes, se envuelven en papeles de colores con cintas y eso.

Lupin miró a su amigo, con una expresión en la cara que claramente decía "¿acaso crees que es idiota?"

Irene miró al mago un instante para luego fijarse en el prófugo, que sonreía divertido. Sonrió, Lupin le había hecho un regalo por que la apreciaba y no podía ser más feliz.

Metió las manos en la cesta mientras los magos continuaban su curioso duelo de miradas, sintió algo cálido y esponjoso, y asiéndolo suavemente lo deslizó hacia fuera.

Una exclamación llena de ternura volvió a centrar la atención de los magos sobre ella.

Irene contemplaba maravillada aquella bola de pelo blanco que sostenía, con sus diminutos ojos azules parpadeando graciosamente y moviendo una pequeña cola retorcida.

- Es un gato precioso- exclamó, abrumada.- Es lo más bonito que me han regalado nunca

Lupin sonrió - Me alegro de que te guste, tenía entendido que no tenías ninguna mascota.

- Solo tengo a Py, mi escarbato, pero no lo puedo sacar de casa a menudo ni llevarlo al colegio…¿de verdad es para mí? No tenías que hacerlo, te has molestado demasiado…

- Al contrario, ha sido un placer.

- Remus fue expresamente a buscártelo a Londres- aclaró Sirius con una sonrisa divertida.

- Aunque me temo que no es un gato cualquiera, es un kneazle, una hembra para ser más exactos - dijo Lupin, ignorando el comentario de su amigo.- tendrás que ponerle un nombre.

Irene asintió, sin perder de vista los ojos del diminuto animal que no debía tener más de un par de meses. Ciertamente tenía la punta de la cola encrespada y ligeras motas grises salpicando su pelaje, como era habitual en los kneazle, aunque nunca había visto ninguno tan pequeño ni con aquel color de pelo.

- Bien, te llamarás Wynn - exclamó de pronto- serás mi pequeña Wynnie.

- Muy apropiado- sonrió Sirius, acercándose para mirar de cerca a la mascota.

El mago la alzó amablemente con ambas manos dejando que colgaran las pequeñas patas y la cola peluda, el animal movió las orejas y emitió un sonido que se debatía entre el gruñido y el maullido.

- Ya tendrás tiempo de intimar con Wynn, Sirius - dijo Lupin, mostrando una sonrisa burlona- ahora dejemos que Irene tome su almuerzo con tranquilidad.

El animago frunció el ceño ligeramente y le devolvió el animal a su dueña, para marchar luego hacia la cocina.

- Muchas gracias.

Lupin miró a la joven bruja, que sonreía agradecida.

- No hay de que, ahora almuerza con calma…- el mago se giró para alejarse pero se detuvo a un par de pasos- Irene…

Ella levantó la cabeza para mirarlo.

- Muchas gracias por tu regalo de navidad, había estado buscando ese libro durante meses- sonrió- lamento no habértelo agradecido antes.

La joven dibujó una sonrisa, algo sonrojada.

- Me alegra que te gustase.

El licántropo hizo un gesto de asentimiento para luego desaparecer tras la puerta de la cocina.

- Sirius vamos a tener que limpiar aquí…- se oyó la voz de Lupin al otro lado de la puerta.

- No hay problema, un par de hechizos de limpieza y todo solucionado- respondió su amigo, con voz alegre.- Scourgify!

Un estruendoso sonido surgió de la cocina, e Irene, saltando de su asiento corrió a averiguar lo que sucedía. Al abrir la puerta Sirius, varita en alto, miraba a Lupin con gesto de disculpa.

- ¡Aaaah! ¡La cocina!- gritó ella.

Sirius se volvió a mirarla y encogiéndose de hombros, exclamó con elocuencia…

- Ups!

ooo

Irene observó el reloj de pared y sonrió amargamente, la semana se había acabado y era hora de regresar a Hogwarts. Había pasado los mejores y más extraños días de su vida, metida en aquella casa con un licántropo y un preso fugado…quizás, pensó, se había convertido en una excéntrica.

- ¿Estás bien?

Sonrió a Sirius, que cargaba con la cesta de Wynn, al tiempo que alargaba una mano para ayudarla a entrar en la chimenea. Flanqueándola al otro lado, se encontraba Lupin, que sostenía un tarro de cerámica lleno de polvos flu.

- Sí, es solo que…

- ¿Qué?

- Os echaré de menos.

Sirius parpadeó, sorprendido.

Irene no pudo evitar darle un abrazo afectuoso al mago, quizás lo compadecía por lo mucho que había sufrido, pero eso no evitaba que lo apreciara. Esperaba que todo le fuera mejor en adelante.

- Si lo que te preocupa es la casa, puedes quedarte tranquila, en cuanto te marches nosotros desapareceremos.- dijo el prófugo, sonriendo divertido - Tu abuela no sabrá que estuvimos aquí.

- Sí, después del estropicio de la cocina me voy a fiar…- respondió con burla.

Sirius frunció ligeramente el entrecejo, el día anterior cuando se había aventurado a hacer el almuerzo mientras la joven bruja dormía luego de su aventura con el hipogrifo, había terminado con una cocina que parecía haber sufrido el ataque de un ejercito de duendes… y al verlo la chica había puesto el grito en el cielo.

- Ya se que estaba un poco desordenado, pero lo dejamos impecable ¿o no?

La joven arqueó una ceja, si eso había sido "un poco desordenado" no quería ni pensar lo que sería un autentico caos.

- Está bien, me fiaré por esta vez…

El mago sonrió.

- Cuídate Irene, sé buena.

- Siempre lo soy- sonrió ella- dale recuerdos a Buckbeak.

- Claro.

Tomó la cesta donde descansaba la gata, y la acomodó bajo su brazo. Con la mano libre se volvió hacia Lupin y le abrazó de igual manera, para sorpresa de éste y diversión de su amigo. Sintió un irresistible deseo, y por ello se obligó a soltarse antes de lo que hubiera deseado.

- Pásalo bien- sonrió el licántropo- y ten cuidado.

Ella asintió y tomó un puñado de polvos flu, alzando el brazo. Pero se detuvo un instante, como si hubiera olvidado algo.

Los magos intercambiaron miradas.

- ¿Qué pasa?- preguntó Sirius.

Los miró, mientras recordaba lo mal que se había sentido meses atrás, sin saber si volvería a ver a aquel hombre que le hacía perder la cabeza y llenaba sus sueños. ¿Se iba a marchar de nuevo sin que nada hubiese cambiado? Aquella idea la horrorizaba, era igual que en sus pesadillas.

Pero ¿debía hacerlo? ¿realmente debía? O más importante aun ¿sería capaz de hacerlo?

- ¿Estás bien?- preguntó de nuevo el prófugo.

Irene se removió, armándose de valor, aquel famoso valor gryffindor que luego maldeciría durante semanas. Puso un pie fuera de la chimenea, y con un rápido movimiento se volvió hacia Lupin.

Y le besó.

Fue fugaz y un roce suave, tembloroso y apagado, pero que dejó al mago tan aturdido como lo habría hecho cualquier otro acto apasionado. Antes siquiera de darle tiempo a reaccionar, ella volvió a su posición inicial y tras dedicarle una mirada triste a Sirius (que ahora la miraba con cara completamente alucinada) exclamó.

- Hogwarts, despacho de Albus Dumbledore.

Las borrosas chimeneas pasaron velozmente ante sus ojos, y en apenas unos segundos, cayó estrepitosamente en el familiar despacho, no sin antes escuchar en un eco…

- Vaya Moony, tendrás que enseñarme esa nueva técnica de seducción silenciosa…

ooo

- Bienvenida.

Irene levantó la vista, sentada entre las cenizas de la chimenea y sonrió amargamente al director.

- Gra…gracias, señor.

- ¿Qué tal se encuentra su abuela?- preguntó Dumbledore, ofreciéndole una mano para ayudarla a levantarse.

- Pues…bien, gracias por dejar que me quedara con ella- respondió sacudiendo nerviosamente el polvo de su túnica.

- No hay de qué, señorita Brennan. Oh, veo que se ha traído un compañero- exclamó él, señalando la pequeña gata que maullaba molesta por las cenizas que llenaba su blanco pelo.

- Eh…sí, fue un regalo de navidad…puedo tenerla conmigo en el colegio, ¿verdad?- dijo, dubitativa.

- Por supuesto, por supuesto- sonrió Dumbledore amablemente.

- Bueno, esto, yo…será mejor que me marche.- se disculpó ella, acercándose a la puerta.

El director asintió, sin perder la sonrisa tranquila. Irene salió a toda velocidad, con Wynn asomando en la cesta, y recorrió sin detenerse todo el camino hasta la torre Gryffindor.

Finalmente se detuvo con la respiración entrecortada frente al retrato de la Dama Gorda. Y en su mente no hacía más que repetirse la misma escena una y otra vez.

- Soy estúpida.

Y precipitó su cabeza sobre el cuadro.

- No tendría que haber hecho eso- exclamó, dándose repetidos golpes en la cabeza.

- Por favor, no te des cabezazos aquí, estropeas la pintura- protestó la Señora Gorda.

Irene miró un instante a la mujer del retrato y volvió a darse de cabeza contra él.

No podía creer lo que había hecho, ni siquiera estaba segura de si en realidad todo no había sido mas que un absurdo sueño. ¡Por Merlín, le había besado! ¡Así sin más! Tendría que haberle avisado, al menos, no le habría puesto esa cara tan rara que tenía…Irene volvió a golpearse en la cabeza, igual que lo haría un elfo domestico. No había sido capaz de reprimirse, y se había metido de nuevo en el fango de los problemas, como era habitual. ¿Y ahora? ¿Qué pensaría de ella?

- Soy estúpida, estúpida, estúpida.

¿Y si creía que era una cualquiera? ¿una que iba besando a sus profesores? ¡oh por Merlin! ¿y si creía que ella había besado a otros profesores como…como… SNAPE!

- ¡Merlin soy la reina de las idiotas!

"Probablemente ahora pensará que me gusta…¡pero eso es mucho peor! Bueno, pensar que me he besado con Snape si que sería peor…pero no lo creerá ¿no?" meditó en silencio.

- ¡Irene!

- Es que soy estúpida, pero muy estúpida.

- ¡Irene, aquí!

Ante la llamada, la joven se separó del cuadro y miró tras de sí, donde una alegre Katie se acercaba con paso apresurado.

- Que bien que has regresado…- su amiga se interrumpió un instante- ¿estás bien? Tienes mala cara.

- Sí, no te preocupes, Katie.

- Tienes la frente colorada, ¿te diste un golpe?

- Ah, es que…Peeves me lanzó un casco de armadura mientras subía.- mintió rápidamente.

- Vaya, ese poltergeist cada día está más salvaje…lo cierto es que pensaba echarte un buen sermón por haberte largado sin decirnos nada, pero con esa cara que traes cualquiera te dice nada- sonrió la chica.

- Lo siento, fue una emergencia - se disculpó, bajando la cabeza.

- Sí, el director habló con nosotras, nos dijo que no nos preocupáramos, que ibas a pasar unos días con tu abuela ¿cómo se encuentra?

- Eh, esto, ella está bien- respondió, sintiéndose algo culpable por no mencionar lo que realmente había hecho durante la semana…¡y lo que acababa de hacer apenas unos minutos atrás!

- Me alegro- sonrió Katie- oye ¿seguro que estás bien? Tienes una cara horrible.

"¿Estoy tan horrible? ¿Por eso cuando le besé puso esa cara? ¿Soy tan fea? ¡ay Merlín! Le he creado un trauma al pobre Remus! ¿Qué voy a hacer!"

- Bueno…¿por qué no vamos al dormitorio y me cuentas lo que ha pasado estos días?

- Cla- claro.

Ambas entraron en la sala común, donde apenas había estudiantes. Los gemelos Weasley la saludaron a gritos desde el otro lado de la sala, y la joven les respondió con una sonrisa nerviosa, para desconcierto de los pelirrojos.

Al entrar en el dormitorio, Angelina y Alicia intentaban poner en orden sus pertenencias como buenamente podían, aunque les resultaba difícil con las túnicas de las chicas colgando por todas partes.

- Irene, ya has vuelto- exclamaron, y dejando sus quehaceres para otra ocasión.

- Hola chicas ¿qué tal?

- Nosotras bien, pero ¿y tú? Nos diste un buen susto ¿sabes? creímos que te había pasado algo grave cuando desapareciste.

- Tranquilas estoy bien.

- ¿Seguro que estas bien?

- Sí.

- Menos mal, por que casi matamos al idiota de Henry- exclamó Angelina.

- ¿Qué?- dijo Irene, sin comprender.

- Es que Angelina es un poco salvaje- rió Alicia- aunque Katie no se queda corta.

Las dos chicas en cuestión soltaron un bufido.

- ¿Qué habéis hecho?- preguntó Irene, temiendo lo peor.

- Bueno, el día de navidad, cuando te esfumaste así sin más…fuimos a hablar con Henry, y le preguntamos que te había hecho…

- Al principio no nos contestó, pero Angelina "le persuadió" y nos contó todo, con pelos y señales - continuó Alicia, dando a entender que los métodos de persuasión de la chica no eran precisamente delicados, probablemente le habría amenazado con lanzarle alguna maldición.

Irene se sonrojó ligeramente abochornada, no le hacia demasiada gracia que sus amigas supieran que Henry la había besado y que en respuesta ella le había abofeteado. Katie ya la había advertido de la posibilidad de que algo así sucediera.

- Nos preocupamos y te buscamos por todo el colegio - dijo Katie- aunque al final el director vino a decirnos dónde estabas…

- Pero eso no libró a Henry- apuntó Alicia- estaba muy enfadado por que le pegaste delante de Snape, ya que según él "no había hecho nada malo"- las chicas fruncieron el ceño con enfado al recordar las palabras que el ravenclaw había dicho - pero tuvo la mala idea de hablar mal de ti delante de los gemelos y…ya sabes, el orgullo gryffindor.

Irene arqueó las cejas, imaginándose las consecuencias.

- Lleva sufridos ya dos bombardeos de bombas fétidas- dijo Katie, con sonrisa satisfecha- tres veces le han metido bengalas dentro de la túnica, más un hechizo piernas de gelatina y una maldición furnunculus.

- Sí, tenía un aspecto espantoso- rió Angelina.

Irene sonrió, quizás Henry no fuera tan bueno como ella había creído en un principio, no imaginaba que después de lo sucedido hubiera ido por ahí criticándola, aunque empezaba a darle lastima. Tendría que hablar con los gemelos para que limitaran sus bromas exclusivamente a los slytherin…pero podía hacerlo mañana ¿verdad?

- Irene ¿y ese gato?- exclamó Alicia, de pronto, tomando cariñosamente el peludo animal entre las manos.

- Ah, chicas esta es Wynn.

- ¿De donde salió?- preguntó Katie.

- Lupin me la regaló.

Demasiado tarde se percató de lo que había dicho, pues cuando quiso darse cuenta sus compañeras de habitación la habían rodeado y le exigían respuestas a sus preguntas.

Irene tuvo que pensar deprisa, pues no podía contarles nada que pusiera en peligro a Sirius, así que inventó una sencilla historia donde su antiguo ex profesor se había cruzado en su camino cierto día en Hogsmeade, y le había regalado el animal en agradecimiento por el regalo que ella le había hecho en navidad.

Sus amigas parecieron darse por satisfechas con la explicación, y parecían contentas por la suerte de su amiga.

- Parece que la relación se estrecha poco a poco- sonrió Katie con picardía.

"No sabes cuanto" pensó la joven, recordando lo que había hecho antes de desaparecer por la chimenea.

De nuevo se maldijo por ello, sabía que ahora todo sería mucho más complicado. Aunque por ahora solo le quedaba esperar una respuesta, si es que la había…¿y si no la había? ¿y si nunca contestaba? ¿ y si…y si…

- Oye Irene, quieres dejar de poner esa cara de pánico- exclamó Angelina.

- Sí, chica, cualquiera diría que has visto a Snape en ropa interior- apuntó Katie, provocando que todas estallaran en carcajadas.

Irene también rió, relajando así parte de los nervios que la consumían, quizás…en el fondo…muy en el fondo…no hubiera sido tan malo…quizás…

- Ha valido la pena- suspiró con media sonrisa – y supo tan bien!

Sus amigas se encogieron de hombros sin comprender

ooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo

Supongo que dado el titulo que le puse os habías imaginado algo mas complicado y tipo culebron ¿no? XD si es así, lamento las decepciones juas juas

La nueva mascota de la protagonista al principio iba a ser una gata normal, pero me pareció un poco aburrido así que la cambie para que fuera un kneazle (uno de verdad y no medio como Crookshanks) para que vaya ampliando el zoo, y su nombre no es casualidad, Wynn suena como la palabra galesa Gwyn que significa blanco …y por qué estoy contando yo esto:P

Muchas gracias a mayu (ya me dirás cuanto te decepciono el capi por no tener nada sucio XD) a Ginny84, Elanta, Grisel, marce, Yuna aoki, LakotaSnape (lo de subir las historias si quieres te lo explico en un mail, mándame uno o agregame a msn vale?) y a tods los demás por los reviews! Seguid dejándolos por fa!