Capitulo 20 Amor: palabra de cuatro letras, dos vocales, dos consonantes y dos idiotas.
- Esto no es precisamente lo que yo esperaba.
- ¿Y qué esperabas¿Un camino de rosas?
Irene frunció ligeramente el ceño ante la respuesta de Fred.
- Ya falta poco- dijo George, girándose hacia la chica que se agarraba de su túnica.
- Eso espero- contestó ella, intentando vislumbrar algo de luz al final del túnel en vano.- ¿A dónde me habéis dicho que lleva esto?
- No te lo hemos dicho- sonrió Fred.
- Venga ya, chicos ¿a qué tanto secretismo? Primero me vendáis los ojos para que no vea la entrada del túnel, ahora no hay luz suficiente para ver un metro más allá¿y ni siquiera me vais a decir a donde demonios vamos a salir?
- Tranquila, tranquila- exclamó George divertido- te prometimos llevarte a Hogsmeade y allí te llevamos.
Irene suspiró, exasperada.
- Esta bien, esta bien, no preguntaré más.
Ligeramente molesta por el barro que se pegaba a sus zapatos, Irene continuó caminando en silencio, jamás se habría imaginado que un pasadizo llevara directamente desde el castillo hasta Hogsmeade, aunque claro, eso explicaba muchas cosas con respecto a los aprovisionamientos que siempre tenían los gemelos.
Por un minuto, lamentó que los pelirrojos fueran tan celosos con aquel lugar, si supiera donde se encontraba la entrada podría volver a utilizarlo si fuera necesario.
- Por aquí, casi hemos llegado- informó Fred, señalando con su varita una hilera de escaleras de piedra que ascendían en la oscuridad.
Luego de muchos escalones, alcanzaron una trampilla que abrieron en completo silencio, saliendo a un sótano lleno de cajas.
- ¿Dónde estamos?- preguntó la bruja, en voz baja.
- Sch! - George poniéndose un dedo sobre la boca, la instó a guardar silencio.
Guiada por los gemelos, ascendió por unas escaleras de madera, avanzaron en cuclillas hasta atravesar una puerta y cuando finalmente Irene se incorporó, no pudo evitar abrir la boca con asombro, al descubrir que se encontraban en Honeydukes.
Afortunadamente, la dependienta, una bruja mayor y rolliza, estaba demasiado ocupada con un pequeño grupo de niños de entre seis y cuatro años, para prestar atención a los tres jóvenes que habían interrumpido en la tienda.
Se escabulleron hasta el exterior, y solo entonces, la joven bruja dejó escapar un suspiro de alivio.
- Bien, misión cumplida- exclamó Fred.
- Sí, gracias chicos.
- No hay de qué- dijo George, guiñándole un ojo- nos veremos a las seis, delante de Honeydukes para el camino de vuelta.
- De acuerdo, hasta las seis entonces.- sonrió Irene, y tras un gesto de la mano, se alejó entre los transeúntes.
Anduvo unos minutos por la calle principal, hasta detenerse muy cerca de la oficina de correos. Aprovechando que las ruidosas lechuzas atraían la atención de aquellos que cruzaban por allí, se apoyó en una pared y sacó del bolsillo un trozo de pergamino que volvió a releer.
Mañana a las 4:30 en Las Tres Escobas.
Fdo: Tu amigo lanudo
PD. Para lo que quieras que tengas en mente…buena suerte.
Irene sonrió, preguntándose cómo había conseguido Sirius que Lupin estuviera en la taberna aquella tarde. Llevaba toda la semana insistiendo para que el prófugo lograra que su amigo estuviera en Hogsmeade al menos por un día, para que así ella pudiera hablar con él, cara a cara, tal y como le había aconsejado Katie.
Aunque para ello había tenido que salir del colegio a hurtadillas y hacer un trato poco ético con los gemelos.
Miró su reloj de pulsera, eran las 3:30, aun faltaba una hora, así que la joven decidió pasear tranquilamente por el pueblo, admirando los escaparates, que ahora estaban llenos de adornos en forma de huevos y conejos de pascua, propios de la fecha.
Sin embargo, apenas había terminado de examinar los nuevos modelos de escoba que ofrecían en un pequeño escaparate, cuando una imagen en el reflejo del cristal la obligó a girar sobre sus talones.
- ¡Merlín!- murmuró llevándose las manos a la boca, y escabulléndose rápidamente tras una esquina.
Allí mismo, caminando por la calle con paso firme se encontraba Remus Lupin.
Irene habría salido tras él, si no hubiera sido por que el mago no se encontraba solo.
A su lado paseaba una bruja joven, apenas un par de años mayor que ella misma, y con una larga melena azul eléctrico que atraía mucho la atención. Ambos charlaban en voz baja pero animadamente, y la joven bruja que los espiaba no pudo sino fruncir el ceño con disgusto.
- ¿Quién será esa?- se preguntó en silencio, mientras los seguía con la mirada calle abajo.
Cuando casi se habían perdido de vista, Irene salió de su escondite y los siguió a una distancia prudencial. Los vio entrar en Tiroslargos Moda, para salir cinco minutos más tarde, pero esta vez la chica de pelo azul había sido sustituida por otra chica, ésta con media melena de color pelirrojo.
La bruja espía parpadeó sorprendida. ¿Dónde estaba la chica del pelo azul¿Se habría quedado en la tienda¿Y por qué ahora Lupin iba con otra bruja? Sin duda se sentía confusa, pero igualmente siguió a la pareja que continuaba su camino despreocupadamente.
Durante un buen rato, los siguió aquí y allá por entre las tiendas, hasta que de nuevo ambos entraron en Dervish y Banges, y al salir, el mago había cambiado otra vez de pareja.
Irene los observó con los ojos y la boca completamente abiertos.
- ¿Qué demonios está pasando?- exclamó para sí.- No puede ser que…no ¡imposible¿y si resulta que él…? No, me niego a creerlo… Remus no puede ser un casanova…¿verdad?
A punto estuvo de darse un golpe contra la pared, para sacar aquellas ideas de su cabeza, cuando al ver que de nuevo Lupin y su acompañante se alejaban, tuvo que apresurarse a seguirlos.
Con sorpresa descubrió que se dirigían a la Casa de los Gritos, la casa más embrujada de Gran Bretaña según decía todo el mundo. La pareja se detuvo en una valla cercana, a una distancia prudencial de la casa y continuaron hablando.
Irene aprovechó el momento para acercarse sigilosamente, y escondida tras un árbol seco, escuchar la conversación que mantenían.
- …en el Ministerio están preocupados…- habló la bruja- ya le he dicho a Dumbledore todo lo que sé, y hay que ser cuidadosos con la información que sale…
- Lo comprendo, nadie quiere que te echen del trabajo – sonrió Lupin, amablemente.
Ella le devolvió la sonrisa, para entonces entornar los ojos, como si hubiera algo que la desesperara, y para sorpresa de la joven espía que continuaba oculta, su pelo que hasta entonces había sido morado y rizado, ahora era corto y de color rosa.
- Creo que prefiero el rosa- exclamó la chica, con gesto divertido.
- ¿Nunca usas un color más…normal?- le dijo el mago.
Ella se encogió de hombros.
Irene, asombrada aún, se dio un golpe en la frente con la mano.
- ¡Qué idiota soy! – se dijo, avergonzada de su poca perspicacia- no eran brujas distintas ¡era la misma¡una metamorfomaga!
- Ya es casi la hora de almorzar ¿vamos?- continuó Lupin- tengo que estar en Las Tres Escobas en unos minutos.
La bruja asintió, y lo siguió de vuelta a la calle principal, mientras un par de metros por detrás, Irene salía de su escondite y procedía a perseguirles de nuevo.
Al alcanzar la entrada de Las Tres Escobas, la pareja se detuvo, hablando en un susurro. Desde su posición a un metro escaso, Irene los observaba con los ojos entrecerrados.
Vio como la bruja de pelo rosa levantaba la mano, y tomaba un mechón de pelo del mago con gesto distraído, para luego reír con diversión.
La joven bruja que espiaba sintió como una indescriptible furia la llenaba de pronto, obligándola a cerrar los puños con fuerza y haciendo que su rostro enrojeciera.
- No puedo creerlo- murmuraba a media voz- ¿por qué le manosea el pelo¡Y él se deja así, sin más! Como se divierten los dos juntitos!
Irene sacudió la cabeza violentamente, nunca se había sentido tan aturdida como en aquel momento, llena de rabia…no, no era rabia, admitió, eran celos, simples y puros celos de esa mujer que estaba demasiado cerca del hombre al que ella adoraba. Dentro de su cabeza solo escuchaba las mismas palabras una y otra vez.
¡Sepáralos¡No dejes que le toque!
Tomó la varita en un acto reflejo, y apuntó en dirección a la pareja que acababa de abrir la puerta de la taberna para entrar. Pero se detuvo, mientras su cabeza buscaba darle alguna lógica a lo que veía.
- Probablemente solo sean amigos… aunque él deje que ella le ponga las manos encima…seguro que no se siente atraído por ella…aunque pueda cambiar de cara cuando le plazca… Así cualquiera lo conquista! Puede ser todo lo atractiva que quiera con solo arrugar la nariz!
De repente, la bruja de pelo rosa tropezó con un escalón y Lupin, rápido de reflejos, la sostuvo de los hombros para evitar su caída.
Y eso, provocó que Irene estallara.
Chispas azules brotaron de su varita, en dirección a la pareja. Quizás por que la rabia la cegaba en aquellos instantes, la joven bruja no fue consciente del lugar al que señalaba con la varita, e inesperadamente, el hechizo rozó a la metamorfomaga, que se había hecho a un lado al engancharse su túnica con el pomo de la puerta, y entró de lleno en el local.
No había transcurrido ni un minuto cuando gritos y exclamaciones varios surgieron del interior de la taberna.
Lupin, contempló perplejo la escena que tenía lugar en Las Tres Escobas. Los clientes habían saltado de sus asientos y miraban a su alrededor, algunos temerosos, otros enfadados, y con la varita en alto.
Al mirar más atentamente el suelo, descubrió como diminutas salamandras de fuego corrían como locas de un lado a otro, colándose en los vasos y platos de los clientes, incluso en sus túnicas si veían la oportunidad. Un par de brujas jóvenes gritaban histéricas y se sacudían las túnicas allí donde los animalillos se les habían trepado.
- ¡Merlín¿qué está pasando aquí!- exclamó madame Rosmerta cuando un par de salamandras salieron de sus bolsillos y corretearon por la barra.
- Tranquilos, yo lo arreglaré.
Lupin se giró hacia la voz que había hablado desde el umbral de la puerta, y con sorpresa descubrió a su antigua alumna, varita en mano, intentando hacerse cargo de la situación.
- Irene- exclamó, visiblemente asombrado- ¿qué haces aquí?
Ella ignoró la pregunta, demasiado ocupada en sentirse culpable por el lío que había provocado con su maltrecho hechizo.
Primero se desharía de todas las salamandras y luego ya se preocuparía de Lupin.
- ¡Evanesco!- gritó, agitando la varita.
Pero no fueron precisamente las salamandras las que desaparecieron con el hechizo.
Cuando quiso darse cuenta, Irene ya había hecho desaparecer todos los recipientes de la taberna, provocando que lo que fuera que contenían se desparramara por todos lados.
En las mesas se veían ahora salamandras nadando en charcos de hidromiel o cerveza de mantequilla.
Los clientes empezaron a gritar y quejarse en voz aun más alta, sin comprender lo que estaba sucediendo. Irene se llevó las manos a la cabeza en un gesto desesperado, ya no sabía que hacer para arreglarlo pues su cerebro ya no reaccionaba con racionalidad.
De pronto, el sonido de una pequeña explosión interrumpió los gritos indignados de los magos y brujas que llenaban el local.
Irene se tapó los oídos rápidamente y se agachó, sabía bien lo que estaba sucediendo, pues Hagrid lo había explicado muchas veces durante las clases, si una salamandra de fuego entra en contacto con algún producto que contenga alcohol, ésta explota irremediablemente.
Pronto el interior de Las Tres Escobas se llenó de salamandras explosivas ante los gritos aterrados de los clientes que huían a empujones.
Madame Rosmerta parecía al borde de un colapso nervioso, agitando los brazos desde la barra, intentando calmar a la clientela mientras un grupo de salamandras nadaban en una ola de cerveza de mantequilla que había surgido desde el alto de las escaleras al desaparecer los barriles que la contenían.
Irene ignoraba todo a su alrededor, solo atenta a la cerveza derramada en el suelo que ahora llegaba a la altura de sus tobillos.
Afortunadamente el caos solo duró unos minutos, ya que Lupin se hizo cargo de la situación. Moviendo ágilmente la varita, hizo desaparecer las salamandras y con ellas las explosiones.
Ayudado por madame Rosmerta, se conjuraron trapos y cubos que comenzaron a limpiar rápidamente el desastre, aunque parecía evidente que volver a hacer aparecer los recipientes desvanecidos iba a costar algo más de trabajo.
- Increíble ¿no?- exclamó la metamorfomaga, con una sonrisa- ha sido muy divertido.
Irene y Lupin le dirigieron una mirada perpleja, y la bruja de pelo rosa se removió incomoda
- Jeje bueno, esto…Rosmerta deja que te ayude!- dijo, acercándose a la propietaria.
- No querida deja ya lo hago y….¡cuidado!- un sonido estrepitoso siguió a la advertencia.
- Lo siento Rosmerta, no vi el cubo.
Mientras las dos brujas se afanaban en continuar limpiando, el mago se volvió hacia su antigua alumna.
- Irene.
Ella apartó la vista de la bruja de pelo rosa que había tropezado de nuevo, y miró a Lupin.
- ¿Puedes explicarme lo que ha pasado?
- Esto…bueno…yo…fue un accidente – tartamudeó ella, roja de vergüenza.
- ¿Un accidente? – repitió él, incrédulo.
- Sí – dijo, bajando la cabeza.
- Lo siento Irene, de verdad me cuesta comprender cómo se llena una taberna de salamandras explosivas por accidente.
La joven apretó los labios, sin intención alguna de confesar que en realidad había querido hechizar a la bruja que lo había estado acompañando por que estaba celosa de ella.
- Además ¿no tendrías que estar en el colegio? – continuó Lupin.
- Que importa eso- susurró en respuesta.
- Sí importa, por Merlín, Irene, dame una buena explicación por favor.
- ¡Ya he dicho que fue un accidente! – exclamó ella casi con un grito, sin duda perdiendo los nervios.
El mago no parecía saber porque expresión decantarse y la confusión se mostraba en sus ojos.
- Bueno, quizás deberíamos calmarnos un poco- dijo finalmente tras un suspiro- Avisaré a Dumbledore para que puedas…
- ¡NO! – bramó ella, sin poder creer que Lupin fuera a llevarla con el director.
Si alguien descubría que estaba allí ¡se quedaría castigada de por vida!
Ahora el mago parecía más sorprendido que antes.
- Deberías explicarte mejor – le dijo, moviendo las manos en gesto conciliador- de verdad tu comportamiento…me desconcierta.
Irene bufó, "mi comportamiento dice, si me comporto así es definitivamente culpa suya" pensó mientras fruncía el ceño.
Se había escapado de la escuela para hablar con él, había perdido su poca cordura por culpa de su 'demasiado cercana' amiga de pelo rosa, y por ello había terminado hechizando Las Tres Escobas al completo.
- ¡Claro! Todo por mi culpa!- dijo con sarcasmo.
No entendía como podía ser tan insensible¿cómo era posible que no comprendiera lo que sucedía¿Acaso debía colgarse un cartel luminoso en la frente para que se diera cuenta?
- Tengo que tomar el aire- dijo ella, llevándose una mano a la cara, y girando sobre sus talones.
- ¿A dónde vas?- exclamó Lupin con seriedad, reteniéndola por el brazo.
- ¡Déjame! – contestó sacudiéndose la mano del mago, para luego desaparecer.
Irene caminó rápidamente con la mente ofuscada, había llegado con la intención de declararle amor eterno esperando que le correspondiera, y había terminado gritándole, "genial, simplemente genial" se repetía constantemente.
Se detuvo al llegar a una esquina solitaria y tomó asiento en unas viejas escaleras, ocultando la cara entre las piernas. No entendía por qué no lo comprendía, le había dado un millón de pistas y no parecía darse por aludido, él que siempre parecía saber lo que ocurría ahora no se daba cuenta de nada…o no quería darse cuenta…
- Ni siquiera parece él, antes no era así…-meditó a media voz.
- ¿Y como lo sabes? Apenas le conoces.
La joven levantó la cabeza, rápidamente, para ver como dos brujas de túnicas de colores chillones cruzaban delante de ella, hablando en voz alta.
- …yo que tu no me arriesgaba a tener un negocio con él sin conocerle personalmente…
Ambas brujas desaparecieron de su vista luego de unos pasos, pero la frase que había escuchado de la fugaz conversación retumbaba en su cabeza.
- Apenas le conozco- se dijo, siendo consciente de cuanta verdad había en aquellas palabras.
Ella no sabía nada de Lupin, jamás en sus conversaciones tocaron temas personales, no conocía sus problemas, sus gustos, sus temores…nada. Ni siquiera Sirius le había dado alguna vez detalles al respecto. ¿Cómo podía amar a alguien del que solo tenía una idea vaga?
Se dio cuenta que el suyo era un amor idolatrado, amaba una idea…¿cómo era eso posible¿Cómo no se había dado cuenta antes de algo tan importante¡Qué estúpida había sido! Pero ahora la pregunta era ¿podía amarlo aun conociendo todos los aspectos de su vida? Y aun más ¿le correspondería él?
Tan sumida estaba en sus reflexiones que no vio al mago que se detuvo a su lado y solo cuando escuchó su nombre, reaccionó, levantando la cabeza.
- Irene ¿estás bien?
Ella sonrió involuntariamente, ante aquellas palabras que tan a menudo le había escuchado pronunciar.
- Lo siento – se disculpó la joven- no tendría que haberte tratado así. Estaba muy alterada y la pagué contigo.
- No importa – sonrió él, levemente.
En ese momento, las palabras de Katie retumbaron en su cerebro. Necesitaba una respuesta, aunque solo pensarlo le provocaba que las manos le sudaran.
- En realidad…- hizo una pausa para tomar aire - me gustaría hablar contigo de algo.
Lupin tomó asiento a su lado, luego de suspirar suavemente.
- Yo también quería hablar contigo.
- Ya, por lo que hice antes de irme en navidad ¿verdad?- dijo ella, con gesto casi divertido con el que ocultaba su nerviosismo.
- Lo cierto es que sí.- confirmó.
- Lo siento, fue un impulso, no lo pensé, las hormonas, ya sabes... Supongo que te habrás dado cuenta de que me gustas…un poco...
Definitivamente disimular no se le daba del todo bien.
- Bueno, algo sospeché después de eso.- sonrió Lupin.
Irene se alegró de que no pareciera enfadado.
- ¿Y si te pidiera una respuesta?
- Escucha Irene, tu sabes que yo…y tú no…
Lupin no parecía estar muy seguro de lo que decir.
- Ya, ya- interrumpió ella- no hace falta que digas más.
La bruja suspiró, no quería escuchar un rechazo diplomático.
- Yo te aprecio, y lo sabes, pero… – él sonrió con su característica tranquilidad.
- Lo sé.
Ella le devolvió la sonrisa, pensando en cuan encantador se veía.
Katie le había dicho que si Lupin no quería nada con ella debía olvidarse de él cuanto antes, pero…
¿Por qué no había perdido la esperanza de conquistarle¿Acaso no había escarmentado ya lo suficiente? ese hombre podía no ser como ella imaginaba, podía rechazarla un millón de veces, pero todavía lo adorada…¿por qué? Ni siquiera ella misma estaba segura del por qué.
"Quizás definitivamente soy idiota perdida" pensó "el amor me vuelve estúpida"
- Irene…
De nuevo le miró. Todavía había mucho por descubrir sobre Lupin, y al menos en eso, no pensaba rendirse. Empezaría desde cero y estaba segura de que no habría objeciones al respecto.
- Yo no espero que me correspondas- dijo suavemente- quiero decir, no pido una relación ni nada…pero me gustaría pedirte algo.
- ¿Qué?- dijo él, sin comprender a donde quería llegar.
- Déjame conocerte – el mago abrió los ojos con sorpresa a lo que ella sonrió –deja que me quede a tu lado… como amiga.- aclaró al final, aunque ella habría deseado no haber pronunciado ese "como amiga".
Lupin parpadeó contrariado para finalmente asentir con un gesto de cabeza.
- Seremos los mejores amigos.- terminó sonriendo.
Irene se sentía exultante, no podía creer que hubiera dicho todo eso sin tartamudear ni soltar alguna idiotez.
- Yo también debería disculparme- le dijo él, para su sorpresa – no respondí a tus cartas, por que no sabía como encararte, no me gusta poner estas cosas por escrito…espero que me perdones la falta de madurez.
- Claro, todo está bien ahora.
En un impulso, Irene le abrazó, esperando quererle tanto en el futuro como en aquel instante.
- Lo siento- se disculpó de nuevo, deshaciendo el abrazo.- no volverá a pasar.
- Tranquila, en realidad no me molesta- sonrió levemente él.
- ¿Qué?
La bruja le dedicó una mirada contrariada. ¿Qué demonios pasaba con él? No quería una relación amorosa pero no rechazaba unas muestras de cariño tan abiertas y comprometedoras¿Qué clase de comportamiento maduro y racional era ese?
Algo se le escapaba… ¿o es que Remus tenía desdoblamiento de personalidad?
- El sol se oculta- observó Lupin- si no quieres meterte en un lío deberías volver a Hogwarts. Vamos, te acompañaré…
- Al menos se preocupa por mí…o algo parecido - pensó llevándose una mano a la cabeza.
- ¿Usaste el pasadizo de Honeydukes?- interrumpió Lupin en sus reflexiones.
- ¿Qué? Oh, sí…
- Vamos a Honeydukes entonces.
- Claro…
- ¿Estás bien?
- Sí, perfectamente.
Él sonrió – Si necesitas algo, solo dilo.
- Si respondo una noche salvaje ¿me mirará mal?- meditó en silencio.
La bruja le siguió los pasos, sonriendo. Ahora eran amigos pero más adelante ¿Quién sabe? Si sabía jugar bien sus cartas, y se deshacía de la bruja de pelo rosa, podría…
Eso era, si potenciaba su encanto, podría conquistarle, por que Lupin no era de hielo ¿verdad?
- Entonces…el beso no te desagradó¿verdad?
- ¿Qué!- exclamó Lupin, ligeramente abochornado.
- Nada, nada.- sonrió, esa reacción era la respuesta a su pregunta.
El mago carraspeó.
- Mejor démonos prisa, Sirius debe estar esperándome, se suponía que estaría en la taberna…
Irene puso una mueca, quien sabe donde andaría el prófugo, se había citado con Lupin solo para que ella pudiera hablar con él, probablemente no aparecería por allí.
Tendría que acordarse de agradecerle todo lo que había hecho por ella, Sirius era realmente fantástico en muchos sentidos, quien fuera su pareja, conseguía sin duda un buen partido…como el prófugo mismo le había asegurado.
- Pero aunque es estupendo, no lo cambiaría por él.- meditó a media voz.
- ¿Qué dices?
- Nada, nada, solo recordaba algo que Sirius me dijo una vez- sonrió.
- ¿Y qué era?- se interesó él.
- Ah, no es gran cosa, se me ofreció como pareja.
- ¿QUE!
- Por si a ti no te interesaba- dijo con fingida inocencia.- por que claro, dice que yo siendo joven y guapa…
- Ese chucho aprovechado…
Ella se agarró al brazo del mago y le sonrió feliz, ahora que él andaba a grandes pasos, con furia contenida. Rió para sí, por que pasara lo que pasara, por Merlín que ese príncipe no se le iba a escapar.
ooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo
¿Muy profundo¿Extravagante¿Horrible¿No hay quien lo entienda? Sea cual sea la opinión de este capi, me gustaría saberla!
Bueno, lo he dejado aquí digamos en semi-conclusión (esa palabra existe?) :P para que no os penséis que se ha acabado pero no queráis asesinarme por dejarlo colgado en un momento delicado XD
¿Por qué todo esto? Bueno, tengo que disculparme con todos los lectores habituales por que mi norma de publicar los viernes se ha acabado, lo siento, pero es que me echan de casa (solo temporalmente :P) pero será hasta septiembre metida en un pueblo, digamos que "alejado de la mano de dios"…. Eso significa, nada de Internet por un tiempo, aunque prometo seguir con este fic (y con otros que tengo a medias) para poder ir subiendo capítulos de cuando en cuando durante lo que resta de mes y en agosto (ais, lo que me voy a gastar en el ciber…).
Se supone que no puedo contestar vuestros reviews, ya supongo todo el mundo se habrá enterado de este asunto, pero que sepáis que los leo todos así que me limitare a decir que muchísimas gracias a todos, los que seguís la historia desde el comienzo y los que acaban de encontrarla, y los que me dejáis reviews que siempre me animan mucho!
Gracias y hasta pronto! Y no os olvidéis de los reviews con vuestras opiniones!
