Capitulo 21 La casa vieja, sombría y misteriosa.

La soleada terraza de Florean Fortescue, daba la bienvenida a los transeúntes del callejón Diagon en aquel caluroso día de verano.

En una apartada mesa, un hombre oculto tras el diario El Profeta, observaba disimuladamente a un par de magos de túnica oscura, que hablaban en voz baja en un lugar cercano. Llevaba allí aproximadamente una hora mientras el hielo de su té se había consumido ya tres veces.

Tan ensimismado estaba en su tarea, que no se percató que una joven de cabello oscuro se había detenido frente al escaparate de Madame Malkin, admirando las túnicas verdes y amarillas, adornadas con broches de plata y oro; muy cerca de los hombres en los que tenía puesta su mira.

- Lleva ahí una hora…

- Es sospechoso, deberíamos hacernos cargo…

Desviando la mirada de un sombrero adornado con arañas doradas, Irene Brennan, clavó los ojos en los dos hombres que hablaban a un metro escaso del lugar en que ella se encontraba. Si alguien, en algún rincón del callejón, podía ser sospechoso de algo, eran sin duda esos dos.

El más alto, de tez morena y entrecejo fruncido tenía una cicatriz sobre la ceja que le daba el aspecto de un pirata de cuento. El otro, un hombre de rostro austero y mirada fría, escondía las manos en los bolsillos de su túnica, probablemente para sujetar su varita.

- Hay demasiada gente, no podemos atacar a un desconocido así como así.

- Nos ha estado espiando, no hay duda de ello.

- ¿Y si solo está tomando té? Si nos equivocamos…- dijo tras un escalofrío- al amo no le gusta que llamemos la atención.

El mago de rostro austero sonrió en una mueca.

- Sabes, hace mucho que no le doy trabajo a mi varita con un buen imperius

La joven bruja, se alejó lo más discretamente posible y rastreó con la mirada la terraza hacia la que los dos hombres habían dirigido sus gestos. Si aquellos magos iban a atacar a alguien debía impedirlo sin hacer cundir el pánico.

Entonces lo divisó, bebiendo de un largo vaso, al tiempo que hacía a un lado su periódico. Llevaba una túnica remendada y parecía tener algo de calor pues bajo su cabello castaño podían apreciarse gotas de sudor.

Irene contuvo el aliento al reconocerle, y sin pensarlo demasiado corrió hacia él. Cuando se detuvo, y el mago alzó la vista, ella le dedicó una sonrisa mientras su cerebro trabajaba a toda velocidad.

- Siento el retraso- exclamó en voz alta, tomando asiento frente a él- hubo un pequeño atasco con la red flu, algún gracioso había obstruido la chimenea.

- Irene

El mago parecía tan perplejo que solo pudo responder en un murmullo.

- ¿Llevas mucho esperando?- continuó con elevado tono de voz.

- ¿Qué?...

- Seguro que podemos aprovechar la tarde.

- Pero…

- Esos dos de ahí creen que les espías- susurró la bruja, inclinándose hacia delante.- debería ser más discreto si no quiere ser victima de un imperius, profesor.

Remus Lupin, alzó ambas cejas en un gesto de sorpresa. Ladeó la cabeza ligeramente, para observar a los dos hombres que ahora, parecían contrariados por la presencia de la joven en su mesa.

- ¿Podría servirme un zumo de calabaza, por favor?- pidió Irene al camarero en voz alta de nuevo.

Los magos de túnica oscura parecieron discutir unos segundos, hasta que finalmente, se alejaron calle abajo, hacia el callejón Knockturn.

- Si vas a seguirlos será mejor que te des prisa – dijo la bruja, con una sonrisa tenue.

Pero para su sorpresa él negó con la cabeza.

Ella se encogió de hombros y comenzó a beber de su vaso lleno de zumo.

- Te agradezco que me sacaras de una situación comprometida, aunque no debiste arriesgarte…

- Lo dices como si estuviera en peligro.

- Podrías haberlo estado.

- No soy yo quien va por ahí siguiendo magos tenebrosos- comentó Irene.

Lupin bajó el vaso que había estado a punto de llevarse a la boca, y le clavó la mirada.

- ¿Por qué piensas que son magos tenebrosos?

- Habría que estar ciego para no suponerlo – respondió- además ¿quién que no sea un mago tenebroso discute sobre si lanzar una maldición imperdonable a un completo desconocido?

Él dio un suspiro largo y profundo.

- Supongo que sí.

Ella sonrió mientras daba vueltas al vaso.

- ¿Puedo preguntar?

- Depende de lo que quieras preguntar.- respondió el mago.

- Es evidente mi pregunta ¿o no¿Qué hacías siguiendo a esos tipos?

- ¿Qué te hace pensar que los seguía?

- No soy tonta, no habrían querido echarte una maldición por nada…¿por qué los espiabas?

- No puedo contestarte a eso.

Irene frunció el ceño con desagrado. Odiaba cuando le respondía eso.

- Oh, vamos, con tantos secretos voy a empezar a pensar que eres un espía del ministerio o algo así.

Lupin puso una mueca divertida.

- Créeme que el ministerio no quiere tener nada que ver conmigo.

- ¿Cómo está Padfoot? Hace mucho que no sé de él.

Irene cambió bruscamente de tema por que no le gustaba nada escuchar lo mal que trataban muchos magos a Lupin por el hecho de ser licántropo. No hacía mucho que su ex profesor le había contado lo mal que lo pasaba para encontrar un empleo y ella, sintiéndose impotente, solo podía limitarse a tratar de animarlo.

Resultaba curioso lo mucho que ahora sabía de él, tan solo con haber tenido dos conversaciones tranquilas desde que "formalizaran su relación de amistad"

- Está bien, algo ocupado- sonrió levemente- creo que echa de menos que alguien le ría las bromas.

La joven rió divertida.

- Nunca cambiará ¿verdad?- dijo sin esperar respuesta.

- Oh sí, me dio un mensaje para ti, por si te veía.- interrumpió él.

- ¿Para mí?

Lupin rebuscó un instante en su bolsillo, y extrajo un pergamino pequeño, que le tendió.

Irene lo extendió rápidamente y casi al instante, soltó una carcajada.

¡Saludos de parte de un viejo amigo!

Si has recibido esta carta, es que Remus te ha encontrado, y si no es que el muy vago ha ido a por una cerveza de mantequilla y ha mandado a otro en su lugar…es un poco caradura pero no se lo tengas en cuenta…

Hacía mucho que no escribía a una chica guapa, eres muy afortunada de tener tan fabulosa oportunidad, no sabes cuantas chicas darían por tener lo que tú.

Pero me tienes muy abandonado últimamente. ¿Ya no te atrae tanto mi personalidad perruna? Puedo mostrarte el otro lado de mi encanto si quieres... Merlín ¿lo ves? antes las notas me salían mucho más sensuales y atractivas. Creo que he perdido mi toque...esto es el fin de Sirius Black.

En fin preciosa, que estoy muerto de asco y aburrimiento, a ver si te pasas a verme y charlamos un rato ¿vale?

Fdo. Tu mascota favorita

P.D. No se la dejes leer a Remus, o podré escuchar sus gritos indignados desde aquí.

- Creí que habías dicho que estaba ocupado- dijo ella.

- Sí, pero está ocupado en un trabajo que no le gusta- respondió Lupin con una mueca.

Irene volvió a reír.

- Me gustaría ir a verlo ¿Dónde se está escondiendo ahora?

- No puedo decírtelo.

- ¿Y como espera que le haga una visita si no me dices donde está¿Creéis que me saco la bola de cristal de debajo de la túnica y lo adivino?

Remus puso los ojos en blanco un instante, por qué no podría Sirius quedarse callado, ahora ella se enfadaría por que se sentía desplazada. Pero por mucho que Sirius dijera, Lupin se negaba en redondo a que la joven se acercara a Grimmauld Place, no iba a llevarla al cuartel general de la orden por muy aburrido que estuviera su amigo.

Irene terminó su zumo de un solo trago, para luego soltar un suspiro.

- Bueno, dile a Padfoot de mi parte que ya le enviaré una lechuza

El mago asintió despacio.

- Es lo mejor y lo sabes, él no puede ir paseándose por ahí tan tranquilamente, y mucho menos después de…

La joven bruja sintió un escalofrío en la espalda. Lupin se refería a lo sucedido al final del curso.

- A veces me gustaría creer que Dumbledore miente…- confesó en un murmullo.

Lupin arqueó una ceja, interrogante.

- ¿No crees lo que Dumbledore ha dicho?

- Para mi desgracia- suspiró ella – si que lo creo, pero es difícil cuando todos a tu alrededor te dicen que no son más que invenciones, mi padre dice que es imposible, que Quien-tu-sabes no puede haber vuelto.

- Voldemort no puede esconderse siempre, y pronto todos lo sabrán.

- No digas su nombre- susurró Irene, con gesto temeroso.

- Oh, sí, perdona.

- Remus…

- Dime.

- ¿Qué crees que pasará ahora?

- No tengo ni idea,- admitió - pero no te preocupes demasiado por eso. Tu solo has de preocuparte por tus estudios, lo demás, ya vendrá.- Lupin sonrió para tranquilizarla.

Irene asintió, más por apartar el tema que por que estuviera de acuerdo con el comentario.

- ¿Quieres otro zumo?

- Bueno, si pagas tú…

El mago sonrió.

- De acuerdo.

Compartieron algunos minutos en una charla agradable, hasta que finalmente Lupin se disculpó pues tenía algunos asuntos que resolver, según le dijo a la joven.

Irene se acercó al Caldero Chorreante con intención de regresar a su casa por la chimenea, pero al ver como su ex profesor se alejaba por la calle en dirección al centro de Londres, se detuvo.

Sentía mucha curiosidad, tenía que admitirlo, ahora que finalmente Lupin había comenzado a dejarla entrar en su vida (antes no había sido de forma voluntaria) parecía ocultar mucho más que antes, o al menos, eso pensaba la joven bruja.

- Quizás podría…

Irene sonrió con malicia para sí, pasear por Londres no estaba prohibido ¿verdad? Y si casualmente seguía el mismo camino que el mago…

Mientras salía por la puerta, se deshizo de la túnica, quedándose con la ropa muggle que solía llevar debajo cuando salía a la calle, su madre solía decir que siempre era mejor pasar desapercibida estuviera donde estuviera. A menudo, como en aquel instante, le daba sin duda la razón.

Siguió a Lupin a una distancia prudencial hasta llegar al metro que había al lado del parque de St. James, donde tuvo que arriesgarse a seguirle más de cerca, para no perderlo entre la multitud.

Cuando finalmente salieron de nuevo al exterior, luego de tomar una segunda vez otra línea de metro, Irene comprobó que se hallaban no demasiado lejos de la estación de King Cross. Miró el cartel que anunciaba que se encontraban en Camden Town y arqueó una ceja curiosa. ¿Hacia donde se estaría dirigiendo Lupin?

Se apresuró otra vez para no perderle, aunque empezaba a preguntarse si realmente Lupin podía llegar a ser un buen espía si ni siquiera se había dado cuenta que ella le seguía los pasos…

Lo siguió durante aproximadamente quince minutos, hasta que finalmente se detuvo en una calle oscura, llena de casas sucias y descuidadas. En una placa bajo una farola parpadeante podía leerse Grimmauld Place.

- Uh, sin duda el nombre le viene que ni pintado- murmuró.

Se escondió en una esquina, a tiempo de evitar que el mago la viera, pues Lupin paseaba ahora su mirada alrededor como si quisiera comprobar que se encontraba solo.

"Muy sospechoso, sin duda" pensó Irene.

En ese momento, el mago se detuvo entre dos de las viejas casas, concretamente entre los números 11 y 13. Cuando la joven bruja quiso darse cuenta, una puerta había surgido de ninguna parte y Lupin ya había desaparecido por ella.

- Pero ¿cómo?

Irene no comprendía lo que acababa de suceder, había sido magia, no había duda alguna pero ¿por qué alguien hechizaría una casa? Y una casa de magos oculta en un barrio muggle, aquello era aun mas extraño.

Se acercó despacio y se quedó mirando a apenas dos metros la pared de ladrillo que formaba parte de los números 11 y 13. Sabía que allí había una casa, la cuestión era ¿dónde exactamente?

Casi como si respondiera a sus pensamientos, de repente, una puerta maltrecha apareció ante sus ojos, seguida por dos ventanas sucias y opacas.

Irene abrió la boca asombrada, allí estaba la casa misteriosa.

- ¿Debería entrar?- se preguntó en silencio, pensando en si no habría ido ya demasiado lejos.

- Oh, hola.

La joven bruja, se giró bruscamente, con el corazón en la garganta por el sobresalto. Allí, justo a su lado, había una bruja sonriente de escandaloso pelo rosa. Y ella habría reconocido ese pelo en cualquier parte.

- Tú…tú eres la bruja metamorfomaga- dijo, sorprendida.

Era la última persona con la que esperaba encontrarse.

- ¿Nos conocemos?...- la bruja puso gesto pensativo- un momento, te recuerdo, eres la chica de las salamandras explosivas! - rió divertida.

Irene se sonrojó avergonzada.

- No sabia que esperaban visitas, si lo llego a saber, habría traído algo de buena comida.- rió de nuevo.

- Eh…- la joven no sabía que contestar.

- ¿Has venido a ver a Remus?

- Eh, esto, sí.- dudó un momento.

- Entonces vamos- sonrió la bruja- pero no hagas ruido cuando estés dentro.

Ella asintió con la cabeza y la siguió, aquello si que había resultado inesperado.

- Oh, vaya, no me he presentado- sonrió, levantando la varita y señalando la puerta con ella- soy Tonks.

- Irene Brennan, encantada de conocerte.

En ese momento, la puerta se abrió dando paso a un vestíbulo oscuro.

- No se ve nada- murmuró.

- Sí, es lo malo de este sitio, que siempre está tan oscuro que nunca veo la…¡auch!

- ¿Estás bien?- susurró Irene, preocupada.

- Sí, tranquila, será mejor encender alguna luz, Lumos- la punta de su varita se encendió revelando un amplio corredor en la penumbra.

En ese momento, una puerta al final del pasillo se abrió, dejando escapar algo de luz de su interior.

- Tonks ¿eres tú?- susurró una voz lejana.

- Sí, Arthur, tranquilo.

Irene se abstuvo de preguntar quien era el que había hablado desde la alejada habitación y siguió de puntillas a la bruja que iba delante de ella.

Aquel lugar le parecía extraño, y tétrico…demasiado tétrico. Una gran telaraña que pendía del techo, se enganchó en su pelo, e Irene soltó una exclamación de asco. ¿Qué demonios era aquel sitio? Debía llevar siglos sin limpiarse.

- Perdón por las telarañas- dijo Tonks- aun no hemos tenido tiempo de limpiar a fondo. Bajemos a la cocina, ten cuidado con las escaler…- un sonido estrepitoso interrumpió en la silenciosa casa.

- ¡Tonks¿estás bien¿te has hecho daño!

Irene bajó corriendo las escaleras por las que la metamorfomaga había caído ruidosamente, aterrizando con la cara en el suelo.

- Sí…bien…supongo…- masculló con la mejilla aplastada sobre la piedra.

- ¿Seguro que estás bien?- dijo Irene, arrodillándose a su lado para ayudarla a levantarse.

- Sí, tranquila, esto me pasa a menudo.

La joven sonrió, pues por un momento se sintió identificada con ella.

El sonido de pasos las interrumpió, y una cabeza asomó en la oscuridad. Irene soltó un chillido ahogado cuando el ojo azul de Alastor Moody emergió y empezó a girar.

- Ah, eras tú, Tonks- gruñó.

Moody dejó de mirar a la bruja y clavó sus dos ojos en Irene, que continuaba arrodillada junto a Tonks.

- ¿Y tú quien eres y qué haces aquí?

- Ah, esta es Irene- se apresuró a responder la metamorfomaga- viene a ver a Remus.

- ¿A Lupin?- gruñó Moody de nuevo, ahora su ojo mágico daba vueltas sin parar – Tonks esto no es una casa de citas, no puedes traerte a tus amigas al cuartel general.

Irene se puso roja de verguenza, pero sin dejar de preguntarse por qué Moody había dicho "cuartel general".

- ¿Qué!- exclamó Tonks, haciéndose la ofendida, aunque desparramada en el suelo no parecía imponer demasiado respeto – ¡Yo no la he traído! Estaba en la puerta y me limité a acompañarla.

- ¡Dejaste entrar a una desconocida! Si un mortifago toca a la puerta tu lo dejas pasar!

- Ella no es un mortifago.- protestó Tonks.

- ¡Podría serlo!

- Por Merlín Ojo Loco, si aun está en Hogwarts!

- ¡Los mortifagos se disfrazan hábilmente¡y tu les abres la puerta!

- Bueno, si el mortifago es guapo…

- ¡Juventud descerebrada!- exclamó Moody, irritado - ¡los mortifagos vienen y les abrimos la puerta¿Qué será lo siguiente¿Invitaremos a Voldemort a tomar el té¡locos, todos locos! Quién me mandaría a mi a volverme a meter en esta orden de chiflados!

Cojeando y haciendo un sonido sordo, Moody se alejó unos pasos, entrando en lo que se adivinaba como la cocina y desapareciendo de la vista.

- No le hagas caso a Ojo Loco- dijo Tonks, llevándose un dedo a la sien- esta un poco más paranoico de lo habitual.

- Ya, lo de 'alerta permanente' no se lo toma a broma.

Tonks se rió - ¿A ti también te lo gritaba a cada minuto?

Ella asintió despacio, aunque bueno, técnicamente lo había gritado su impostor… resultaba confuso cada vez que pensaba en ello.

La metamorfomaga la hizo pasar a la cocina, un lugar amplio y tan terriblemente sucio como el resto de la casa, aunque allí había mucha más luz y sobretodo, mucha más gente.

En la amplia mesa central, un hombre de aspecto cansado y escaso pelo pelirrojo se encontraba sentado al lado de Moody, al verla aparecer el mago alzó la vista y arqueó las cejas en un gesto curioso. Al fondo, un mago regordete y de aspecto andrajoso parecía dormitar en pie junto a una gran chimenea.

- ¿Esta es el mortifago disfrazado?- exclamó el mago pelirrojo, intentando contener una carcajada divertida.

- ¡Eso, reíros, reíros!- exclamó Moody- cuando se nos llene este sitio de mortifagos no digáis que no os avisé!

El mago se levantó de la silla bruscamente y renqueó hasta la puerta.

- Tranquilo, Ojo Loco, cuando los marcianitos verdes vengan a visitarnos ten por seguro que no los dejaremos entrar.- dijo Tonks, ahora que el auror subía por las escaleras.

- ¿Marcianitos verdes?- dijo el mago pelirrojo, sin comprender.

- Es una cosa que dicen los muggles…- puso gesto pensativo- en realidad nunca lo he comprendido del todo.

- Yo…esto, siento interrumpir pero…

Irene habló atrayendo la atención de los presentes, al tiempo que señalaba en dirección a la chimenea, junto a la que se apoyaba el mago regordete y somnoliento.

Un ruido extraño provenía de su interior, y las cenizas caían desde lo alto.

- ¿Qué pasa ahí¿Ves algo, Mundungus?

El susodicho había parecido despertar y miraba el interior de la chimenea con curiosidad.

- Hay un ruido raro aquí, pero no se ve nada.

- Deberías probar a encender una luz- sonrió Tonks, divertida.

El mago llevó la mano a la varita, y con ella y un sonoro Lumos, iluminó el interior de la ruidosa chimenea.

Se produjo lo que pareció un chillido muy agudo, y cuando quisieron darse cuenta, Mundungus había salido despedido por una ola de doxies que salían de la chimenea como agua de un grifo roto.

- ¡Salgamos de aquí!- gritó Tonks.

Las pequeñas criaturas se metieron bajo las túnicas de los presentes y entre su pelo. Irene gritaba desquiciada, sacudiéndose como podía, siguió a Tonks escaleras arriba y justo en ese momento un grito que parecía provenir de una mujer con muy mala leche retumbó en el corredor.

- ¡SUCIOS ENGENDROS¡COMO OS ATREVEIS A PONER UN PIE EN ESTA CASA¡ASQUEROSOS SANGRES SUCIAS¡FUERA¡FUERAAAA!

- ¡Por Merlín, esta casa es de locos!- gritó Irene, con las manos sobre las orejas, mientras un par de doxies tiraban de su pelo en dirección contraria.

- ¡Fuera bichos fuera!- gritaba Mundungus agitando la varita y hechizando a todo menos a los doxies.

- ¡Dung, apunta bien por lo que más quieras!- gritó Tonks que había recibido un hechizo Evanesco y ahora solo contaba con media túnica con la que taparse.

- ¡INMUNDICIA¡SUCIAS RATAS!

- ¡Por dios que alguien calle a esa vieja loca!

- ¡A mi no idiota, a los doxies, apunta a los doxies!

- ¡DESCEREBRADOS¡APESTOSOS!

- ¡Fuera bichos¡vamos, fuera!

- ¡Odio los doxies, odio los doxies!

- ¡ATAJO DE MAL NACIDOS!

- ¡Mundugus, apunta a los doxies, no a mi!

- ¡BASTA YA! – la voz masculina interrumpió repentinamente en el caótico espectáculo - ¿Qué pasa¿ibais a montar una orgía y no pensabais invitarme?

- ¡Sirius!

De nuevo, la chillona voz de mujer irrumpió.

- TUUUUU, TRAIDOR! TU Y TUS AMIGOS SANGRES SUCIAS! COMO OS ATREVEIS A PONER LOS PIES EN LA NOBLE Y ANTIGUA CASA DE LA FAMILIA BLACK!

- Que no vieja bruja, que esta casa ya no es noble ni antigua, ahora solo es vieja y llena de mierda.

- ¡VERGÜENZA DE MI CARNEEEE!

- ¡Sirius, vuelve arriba!- exclamó el mago pelirrojo.

- ¿Por qué? - pregunto Sirius haciendo un puchero - ¿Me vais a quitar los únicos momentos de felicidad del día en los que insulto a mi madre?

- No ves que tenemos un invitado - remarcó la última palabra.

- ¿Qué invitado?

- ¡CHUSMA AMANTE DE LOS MUGGLES!

- ¡Que te calles ya, vieja loca!

- Te ayudaré – dijo el mago pelirrojo, acercándose a Sirius para ayudarlo a cerrar las cortinas y silenciar al retrato de la mujer.

Con todo aquel griterío, los doxies parecían haberse detenido momentáneamente, pero cuando el silencio volvió a reinar, volvieron al ataque.

- ¡Siriuuuuss!- Irene gritó y se abalanzó sobre el mago.

Todos los presentes se quedaron de piedra.

- ¡Irene¿qué haces tú aquí?- exclamó sorprendido.

- ¡Que importa eso¡solo quítame estos bichos de encima! – gritó ella, tirando de su túnica.

- Está bien, quédate quieta, a ver.- apuntó con la varita y hábilmente se deshizo de las criaturas que estaban en su pelo, haciendo que salieran disparadas.

Aunque los demás seguían teniendo problemas para deshacerse de ellas.

- ¡Qué alguien me ayude aquí!- gritó Tonks, exasperada, aun tenia doxies tirando de su media túnica, que dejaba entrever un poco demasiado.

- ¡Vaya, sobrina¿Es necesario que vayas provocando de esa manera cuando solo están Dung y Arthur en la casa? Como se nota que eres una Black de la rama buena.

- ¡Déjate de decir chorradas y ayúdame ¿quieres!

Con algo de esfuerzo, consiguieron sacarle los doxies de encima. Mundungus seguía sacudiéndose torpemente ya que no parecía tener mucho éxito haciéndolo con la varita.

Irene se acercó a la metamorfomaga y le dejó su túnica, ya que por el momento ella no la necesitaba, pues seguía con la ropa muggle. Tonks la miró agradecida, y de nuevo, Irene sintió gran empatía por la bruja.

- ¿Y ahora alguien va a explicarme de donde han salido todos estos doxies chiflados?

- De la chimenea de la cocina- dijo el mago pelirrojo.

- Ya decía yo que allí dentro tenía que haber algo, hacía demasiado ruido…

- No habría pasado nada si Dung no hubiera metido la varita en la chimenea.

- ¡Hey!- protestó el mago en cuestión- ¡yo solo hice lo que me dijeron!

- ¡Pues aprende a pensar por ti mismo!

- Sirius…

El prófugo miró a Irene, que se había agarrado con una mano a su túnica.

- Cuando dijiste que estabas muerto de asco y aburrimiento… estabas de coña ¿no?

ooo

Sé que podía haber puesto una palabra más "elegante" pero no pude resistirme a poner esa ultima frase XD y ya ven que los titulos ingeniosos se me han agotado (se aceptan sugerencias :P)

Pero bueno, bueno, que tal el capitulo? Espero que haya sido un poco divertido jeje y mil gracias a Nariko que me ayudo con muchos diálogos de este capitulo.

Siento no haber publicado antes, pero entre que no he estado muy inspirada, y la lectura compulsiva del Principe Mestizo, que por cierto me ha dejado asombrada, confusa, intrigada y absolutamente perdida sobre como seguir con este fic, ya que hasta ahora había tomado los libros como una referencia básica para la historia…ya se que esto solo es un fic pero es que me gustaba seguir bien la historia…bueno, si no lo habéis leído todavía, mejor será que me calle, supongo que algo se me ocurrirá :P aunque por esto mismo no puedo prometer que no haya giros inesperados XD

En fin, muchas gracias por seguir leyendo, y gracias por los reviews! Y no os olvidéis de decirme que os parece (y las sugerencias son muy bien recibidas en este momento…) XD