Capitulo 22: Sacando a pasear al perro.
Irene bajó la mirada a la taza de té que descansaba sobre la mesa, para luego fijarse más atentamente en los magos que se encontraban acomodados a su alrededor.
- Entonces ¿se conocen?
Sirius hizo un gesto, asintiendo con la cabeza.
Al otro lado de la mesa, Tonks apoyó los codos en la mesa y les miró, curiosa.
- ¿Pero cómo?
- Es una historia larga, y no creo que Irene quiera que cuente los detalles escabrosos ¿verdad?
- Ni una palabra- dijo ella, con gesto amenazador.
Para sorpresa de todos, Sirius se echó a reír, y le dio una palmada cariñosa en la cabeza.
- Bien, si te conoce, no hay problema en que esté aquí – dijo el brujo pelirrojo - creo que Moody tendrá que aguantarse las ganas de desmemorizarla.
- ¿Desmemorizarla?- repitió Sirius.
- Estaba convencido de que era un mortifago disfrazado- respondió Irene con amargura.
- ¿Tú un mortifago? Eso es imposible – rió divertido- mirad esta cara y decidme si parece un mortifago.
Sirius cogió a la chica por la barbilla e hizo girar su cabeza varias veces.
- Pues la verdad es que no- dijo Mundungus, encogiéndose de hombros.
- Ya lo ves, eres demasiado adorable para ser un mortifago, además, tu color no es el negro, querida.
Irene se sonrojó ligeramente ante el piropo.
- No me digas que eres la novia de Sirius- dijo Tonks, visiblemente divertida.
- ¿QUE¡NO! – su sonrojo llegó a un limite alarmante.
- ¿Cómo que no!- Sirius hizo un gesto ofendido- ¿y nuestros planes de boda¿Y la luna de miel¡Si Remus iba a ser nuestro padrino!
- ¡Quieres dejar de burlarte!- exclamó Irene, enfurruñándose.
El prófugo soltó una carcajada mientras el resto de los presentes observaban muy sorprendidos la singular interacción entre aquellos dos.
- Lo siento, lo siento- se disculpó – pero llevo tanto tiempo aquí metido ¡sin reírme! que es inevitable aprovechar estas situaciones…te dejo que me lances un hechizo como venganza, venga.
- Déjalo, no quiero estropear tu cara, así que por hoy te perdonaré.
- Mi bonita cara querrás decir.- sonrió él, divertido.
- Bien, si todo está claro, quizás deberíamos presentarnos- interrumpió el mago pelirrojo, estirando el brazo – mi nombre es Arthur Weasley, este de aquí es Mundungus Fletcher, y ya conoces a Moody y Tonks por lo que parece y…sentimos lo de los doxies.
- Irene Brennan, y no se preocupe por los doxies - respondió ella, estrechándole la mano.- perdone pero¿ha dicho Weasley?
- Eso he dicho- sonrió él.
- Entonces¿usted es el padre de Fred y George?- exclamó con sorpresa.
- ¿Conoces a los gemelos?
- Claro¿Quién en Hogwarts no los conoce?- dijo ella sin esperar respuesta.
Arthur soltó un suspiro, provocando que los demás sonrieran divertidos.
- Aun no me has dicho que estás haciendo aquí ¿cómo encontraste este lugar?- interrumpió Sirius.
Irene puso una mueca, y se acercó a él para responder en un susurro.
- Llegué siguiendo a Remus.
- Oh- el mago sonrió divertido- ya veo.
- Pero no se lo digas, si se entera se enfadará.
- Tu tranquila, soy una tumba.- respondió guiñándole un ojo.
Las campanadas de un reloj que parecía provenir del vestíbulo interrumpieron en la conversación.
- Vaya ¿ya es tan tarde?- exclamó Arthur Weasley, mirando su reloj de bolsillo- tengo que irme.
- Yo también – dijo Tonks, levantándose de su asiento y derribando accidentalmente una taza.
- Hey Dung ¿tu no tenías que hacer la guardia ahora?- dijo Sirius.
El mago que parecía dormir con la cabeza apoyada sobre la mesa, se incorporó ligeramente.
- ¿Eh?
- Es la hora Dung- dijo Arthur- tienes que hacerle el cambio de guardia a Sturgis ¿recuerdas?
- Ah, si, si.
Mundungus se incorporó para luego despedirse brevemente con un gesto de la mano.
- Cuida bien de mi ahijado- exclamó Sirius antes de que desapareciera.
- Nosotros también nos vamos, si necesitas algo, ya sabes.
- Sí, gracias Arthur.
- Ha sido un placer conocerte- exclamó Tonks, agitando la mano de Irene- ven a visitarnos de vez en cuando, no hay muchas chicas con las que charlar por aquí.
La joven rió divertida y asintió.
Ambos magos se marcharon rápidamente, dejando solos al prófugo y la estudiante.
- ¿Quién es tu ahijado?- exclamó Irene, de repente.
- Harry- respondió Sirius con naturalidad.
- ¿Harry qué más?
- ¿Cómo que qué más? Harry Potter por supuesto.
- ¿Ha…Harry Potter¿El Harry Potter de la cicatriz¿Ese Harry Potter?
- Sí, ese mismo, aunque debería buscarle otro mote con más gancho, eso de Potter el de la cicatriz no va con su imagen…
- ¿Tu eres el padrino de Harry Potter¿Cómo¿Cuándo¿Dónde¿Por qué? Y sobretodo ¿por qué no me lo habías dicho?
- No preguntaste- sonrió él, con una mueca.
- Oh sí, es que yo cuando conozco a un mago siempre voy y le digo "perdone usted¿es por casualidad padrino de Harry Potter?"
Sirius sonrió divertido. – Vamos, estás exagerando.
- No exagero¡es que no sabía nada! Nunca me contáis las cosas importantes, así que más te vale que me cuentes cómo es que eres su padrino, qué es este sitio y qué es todo eso del "cuartel general"
- ¿Pero tú cuanto sabes?- exclamó Sirius con sorpresa.
- Soy una chica perspicaz…y ahora, desembucha.
- Lo siento, Irene, pero no puedo contarte nada.
- ¿Por qué no¿No te fías de mí? Y yo que pensaba que éramos amigos…
- No pongas morritos que ya sabes que conmigo no funciona…oh, vale, vale, te contaré parte de la historia...pero deja de mirarme así.
Irene sonrió ampliamente, dejando a un lado la cara de cachorro abandonado (que casualmente Sirius le había enseñado), y se preparó para una entretenida sesión de chismes.
- Vaya, quien iba a imaginar que eras el mejor amigo del padre de Harry y que encima formabas parte de una organización secreta…la historia es más compleja de lo que parecía - exclamó cuando la narración hubo terminado.
- No quería que supieras lo de Harry, él ya tiene bastante…
Irene miró un instante a Sirius, en aquel momento no parecía él, se veía preocupado y de algún modo amargado. La atmósfera de la tétrica casa parecía pesar sobre él.
- ¿Estás bien? –preguntó preocupada.
El mago asintió, perdido en sus pensamientos. Ella alargó la mano, poniéndola sobre su brazo y sonrió para reconfortarle.
- Te estoy preocupando¿verdad? – sonrió él - Remus hace lo mismo cuando no sabe como animarme.
- Es que no me gusta ver al rebelde y alegre Sirius Black con esa cara.
- Tranquila, estoy bien, además tú no tienes que cuidar de mí, el adulto aquí soy yo.
Irene rodó los ojos. – Si tú lo dices…
El mago soltó una carcajada.
- Eres una deslenguada ¿lo sabías?
- Claro, he aprendido del mejor.
- Descarada- rió de nuevo – Ya verás cuando se lo cuente a Remus.
- Hablando de él¿dónde está? Lo vi entrar en la casa pero no salir.- dijo Irene, con gesto pensativo.
- Se marchó apenas cinco minutos después de entrar- informó Sirius- tenía algo de prisa, no os cruzasteis por un pelo.
- Supongo que es mejor así, me habría echado un buen sermón si me llega a ver- suspiró ella.
- ¿A quien intentas engañar? Te encanta que te eche sermones- exclamó él con sonrisa socarrona.
- Ja, ja, que gracioso.
Por un instante, el mago borró su sonrisa - Te agradezco que hayas venido, Irene.
La joven lo observó curiosa.
- Esta casa no saca lo mejor de mí…
- Pues salgamos, el aire fresco te sentará bien.
- No es tan fácil, te recuerdo que soy un preso fugado y al parecer mi viejo disfraz ya no es útil.
- ¿Por qué no? Unos toques de varita y nadie te reconocerá.- dijo ella, sin comprender donde estaba el problema.
Sirius ladeó la cabeza, pensativo, y entonces sonrió.
- Sabes, creo que me has convencido. ¿Te apetece un paseito?
- Claro- sonrió- vamos allá.
ooo
Irene levantó la mano, haciendo de visera sobre sus ojos, mientras contemplaba la estructura de hierro que se alzaba contra el cielo azul.
- ¿Estás seguro de que quieres ir ahí?
A su lado un gran perro lanudo ladró en respuesta, y la joven sonrió.
- Está bien, como quieras.
La joven bruja caminaba mirando a Sirius Black y no podía evitar sonreír divertida mientras éste brincaba y daba vueltas sobre sí mismo.
Había tenido razón cuando le había dicho que con un toque de varita nadie le reconocería, ahora en vez de ser un gran y lanudo perro negro era un gran y lanudo setter irlandés pelirrojo.
- ¿Te he dicho ya que me gusta más tu nuevo look?
El animal se detuvo un instante y le dirigió lo que podía adivinarse como una mirada ofendida. Ella soltó una risita y le dio una palmada suave en la cabeza, ofreciéndole media manzana de caramelo que llevaba como ofrenda de paz.
- Señorita…
Ella levantó la vista un instante para mirar al joven que tenía delante, un chico de más o menos su edad que le dedicaba una mirada evaluadora, al tiempo que se rascaba nervioso el chaleco rojo.
- ¿Va a subir con él?- exclamó señalando al animal.
- Sí, claro- sonrió ella.
- Pero…
- Es muy bueno y no ensuciará nada, lo prometo.
Irene le dedicó una mirada suplicante (una de las muchas del repertorio de Sirius) y finalmente el joven accedió asintiendo con la cabeza no sin antes susurrar para sí lo raras que eran algunas chicas.
La bruja se dejó caer en el desgastado asiento, y Sirius la imitó, al tiempo que la maquinaria comenzaba a moverse lentamente. Echando un vistazo hacia abajo sonrió.
- Hacia años que no me subía a una noria….
El perro ladró en respuesta y ella asintió.
- Supongo que tu nunca subiste a una ¿cómo te sientes?
Sirius respondió dando varias vueltas y moviendo la cola exageradamente.
- Ya veo, me alegro de que te guste, los trastos muggles también son divertidos ¿verdad? Oh no….Sirius, tenemos un problema….
El animal le devolvió la mirada, sentándose sobre sus patas traseras sin comprender.
- El hechizo- dijo, señalándole- está desapareciendo.
Efectivamente el pelaje pelirrojo del animago comenzaba a oscurecerse rápidamente.
- Definitivamente, ese hechizo no era tan bueno como creíamos.
- ¡Sirius! Vuelve a transformarte en perro!
- Tsk, tsk, esas cosas se discuten en la intimidad del dormitorio, querida.- respondió él, guiñándole un ojo.
- Idiota- gruñó ella- Por Merlín, Sirius alguien podría verte.
- ¿Cómo quien¿Un muggle volador? Mientras estemos en este trasto nadie me verá.
- Pero…
- Nadie va a fijarse e nosotros.
La joven suspiró, dándose por vencida – Supongo que tienes razón.
- Eso, relájate, estamos aquí para divertirnos ¿no?
- Para que tu te diviertas querrás decir- sonrió ella.
- Lo que sea…
Irene le observó un instante, mientras una cuestión revoloteaba por su cabeza.
- ¿Puedo hacerte una pregunta?
- Claro. -dijo Sirius, asintiendo con la cabeza.
- ¿Aunque sea indiscreta?
- Oh, vaya, suena interesante ¿Cuál es la pregunta?
- ¿Por qué no…- ella meditó unos segundos la mejor forma de expresarlo- …no le has dado una madrina a Harry?
El prófugo arqueó ambas cejas, con sorpresa.
- Hmm, buena pregunta… pues no sabría decirlo – cabeceó pensativo- James solía decir que yo era demasiado rebelde y que por eso no me ataba a las mujeres…claro que nunca me paré a pensarlo.
Puso una mueca divertida, al tiempo que se encogía de hombros.
- Vaya, creí que ibas a decir que esperabas a la mujer de tu vida o algo así.
Sirius rió.
- Eso es algo muy típico de las mujeres, sin ánimo de ofender…
- ¿Qué quieres decir?
- Vosotras esperáis al príncipe azul o al menos, ese será siempre vuestro ideal, pero nosotros solo buscamos a la mujer que nos aguante y no quiera cambiar lo que somos, aunque no niego que si es por pedir, pediríamos muchas cosas mas…- y volvió a reír.
- Suena como si no creyeras en el amor.
El mago suspiró, y clavó la vista en el techo de metal.
- Eso es diferente, creo en el amor, pero…- ante la mirada interrogante de la chica, continuó- a menudo, es más un problema que otra cosa.
- ¿Qué intentas decir con eso?
- Creo que es mejor no enamorarse y solo esperar que alguien te quiera y te aprecie, para entonces corresponderle en consecuencia…
- Sirius…
Irene se preguntó si aquel modo de pensar tan triste, y tan indiferente, lo había provocado alguna relación fracasada o la soledad sufrida en Azkaban, o quizás ambas cosas.
Durante unos minutos se hizo el silencio.
- Estas vistas- murmuró el mago, ausente, mirando hacia el exterior mientras la cabina subía- me recuerda a volar en escoba…
- Lo echas de menos ¿no?
- No te imaginas cuanto daría por subirme de nuevo a una escoba – sonrió él con nostalgia.
- Cuando quieras te prestaré la mía.
Sirius soltó una leve risa. – Gracias.
- No hay de qué….- Irene se interrumpió un instante, al ver la extraña reacción de su acompañante - ¿Qué pasa¿has visto algo ahí abajo?
El mago tenía una expresión casi congelada, sin perder de vista a los transeúntes que paseaban bajo la noria a la suave luz de la tarde.
- Es él – murmuró con voz gutural – esa rata…
La joven apenas fue capaz de reaccionar cuando Sirius volvió a transformarse en el ya conocido can de pelaje oscuro, y saltó de la cabina aun cuando tres metros de distancia los separaban del suelo. Irene gritó, creyendo que el animago se habría estrellado, mas para su sorpresa, Sirius no solo parecía haber salido ileso sino que corría a gran velocidad alejándose a cada segundo.
Ella se vio obligada a imitarlo, y prácticamente saltó del aparato en marcha ante el horror del joven de chaleco rojo y el desconcierto de los paseantes. Cayó torpemente y de rodillas, pero no se dio tiempo para lamentarse, algo muy extraño le estaba ocurriendo al mago.
- ¡Esa chica está loca¡podría haberse matado!...pero juraría que ese perro era de otro color…- oyó exclamar al joven.
Pero tampoco se giró para responderle, sino que echó a correr tras el animal.
- ¡Padfoot, padfoot¡detente padfoot!- gritó desesperada, pero él ni siquiera se volvió a mirarla.
Durante varios minutos corrió por entre las concurridas calles de Londres, pero Sirius parecía haberse esfumado, se maldijo por no poder usar la varita ya que estaba rodeada de muggles.
- Vamos Padfoot ¿Dónde demonios te has metido? – murmuraba dando vueltas.
- Irene- susurró una voz a sus espaldas.
- ¡Dios! - gritó, dándose la vuelta sobresaltada - ¡que susto!
Ante ella, y para su sorpresa, se encontraba nada más y nada menos que Remus Lupin.
- ¿Estás bien?- inquirió él, preocupado.
- Sí, sí, bien…- suspiró.
- ¿Qué haces por aquí¿Y donde está Sirius?
- ¿Cómo sabes que…
Lupin le dedicó una mueca.
- Vengo de su casa y no estaba allí…además te vi pasar corriendo mientras gritabas "padfoot"
- Oh…
La joven se removió nerviosa, preguntándose que iba a hacer, nadie los iba a librar de un sermón esta vez, y eso no sería nada en comparación con lo que le esperaba si Sirius no aparecía en los próximos minutos.
- ¿Entonces? – dijo Lupin, esperando una respuesta.
- Em, esto…verás…lo cierto es que…Padfoot…él…bueno…está… por aquí…en… alguna parte.
- ¿En alguna parte?- repitió el mago, sorprendido.
- Sí, es que…él salió corriendo de pronto…
- ¿Qué salió corriendo!- exclamó él, ahora vacilando entre la preocupación y la sorpresa.
- Sí, no se qué le pasó- se interrumpió un segundo- aunque yo diría que vio a alguien, por que dijo "él" y luego lo llamó rata.
- ¿Rata!
La voz de Lupin había sonado como un chillido ahogado, Irene frunció el ceño. ¿Qué demonios estaba pasando?
- Irene, quiero que te quedes aquí, no te muevas ¿me has oído?
Su voz sonó tan firme que ella se limitó a asentir con la cabeza. El mago echó a andar rápidamente, buscando entre la multitud algún rastro de Sirius, o al menos, eso pensaba la joven.
- ¿Es qué nadie va a explicarse?- bufó, cruzándose de brazos.
Durante diez interminables minutos, Irene esperó, hasta que finalmente Lupin hizo de nuevo aparición y llevando consigo, aunque más bien era arrastrando consigo, a un irritado Padfoot.
El mago que tiraba del can por la cola, se alejó de los transeúntes y se acercó a un callejón oscuro a donde la bruja les siguió aun preguntándose lo que estaba pasando.
Cuando Sirius recuperó su forma humana, ahora lejos de las miradas de los muggles, mostraba en su cara un extraño gesto.
- Sirius¿qué te crees que estás haciendo?- la voz de Lupin sonó dura.- corriendo desbocado entre los muggles ¿por qué no te cuelgas un cartel ya de paso? Por Merlín ¿no eres consciente del peligro o qué?
- Era él, Remus, te juro que era él – respondió el animago, con voz irritada- se paseaba tan tranquilo entre la gente….
- Escucha, Sirius, sé que no es fácil estar encerrado, y te comprendo, pero Peter no…
- ¡PETER ESTABA ALLÍ, REMUS¡YO LO VI! RECONOCERÍA SU APESTOSO OLOR HASTA EN UNA CLOACA!
- De acuerdo, de acuerdo- concedió su amigo- pero aunque Peter hubiera estado allí¿no se te ha ocurrido pensar que quizás no estuviera solo?
Sirius gruñó, mientras Irene situada a una distancia prudencial, los observaba.
- ¿Peter? Pero ese no era el nombre del amigo que les había traicionado?- meditó ella en silencio- pero Sirius dijo que era un mortifago ahora….y si eso es verdad, y él estaba por aquí…¿habrá mortifagos en esta calle?
Sintió un escalofrío, ante el temor de que las tranquilas y agradables calles de Londres se hubieran llenado de asesinos.
- Avisaremos a los demás e inspeccionaremos la zona, pero debes dejar de corretear como un perro rabioso- continuó Lupin- si está por aquí, te prometo que lo encontraremos ¿de acuerdo?
El animago volvió a gruñir, pero terminó por asentir con la cabeza.
- Irene.
La joven se sobresaltó cuando el mago se volvió hacia ella y la llamó.
- Vete a casa, por favor.
- ¿Qu-qué? – exclamó ella, sin comprender a qué venía aquella orden.
- Este lugar es peligroso, vete a casa.- continuó Lupin.
- No quiero irme a casa- protestó ella, frunciendo el ceño.
- Irene, por favor- respondió él, con una mirada que no admitía replica.
La joven apretó los labios, conteniendo las palabras de disgusto. Después de todo aquel número ¿acaso no se iban a dignar a decirle lo que pasaba¿Cuántas veces la iban a dejar de lado?
Se preguntó por qué ese trato ¿es por que era una chica¿por que era demasiado joven¿por que la creían demasiado débil como para defenderse de un posible ataque? Cuanto más lo pensaba, más ofendida se sentía.
Así que tras patear una lata para descargar la indignación, Irene dio media vuelta y se alejó hacia la calle transitada de muggles, sin ni siquiera despedirse.
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Hola a todos otra vez! Como habeis comprobado estoy de vuelta en casa (aunque ahora parece la casa de terror, cuando tengo que escribir lo hago encima del microondas, que triste) pero bueno, ya se que el capi es cortito y ha dado poco juego (y pocas situaciones divertidas que es lo que gusta :P) pero ruego un poco de paciencia, ya que ando un poco liada estos dias y la inspiración me faltaba cuando escribia este capi. Aun asi, decidme lo que opinais!
Os agradezco mucho vuestro apoyo y vuestros reviews, y la paciencia que habeis tenido para que continuara, aun quedan muchos capis por delante, he hecho cuentas y es posible que llegue a los 32 o 33 capis, asi que espero que siga gustando hasta el final.
Para contestar y comentar más ampliamente los reviews que me dejais, voy a escribir yo misma un review cuando ponga cada nuevo capitulo, asi es mas comodo y no me arriesgo a que me quiten la historia por que no cumplo con las normas…asi que id a echar un vistazo :P
Hasta el proximo viernes!
