Capitulo 25: Sex Appeal Operation #002: Food Battle (and following party) Project

Durante la cena, el tema de conversación principal entre los alumnos era la divertida escenificación protagonizada por los gemelos Weasley a la hora del almuerzo. Algunos pequeños de primer año esperaban ilusionados que se repitiera, pues no recordaban haberse reído tanto en mucho tiempo.

Por su parte, las jóvenes gryffindor de séptimo curso, que esperaban no tener que repetir nunca más tan bochornoso espectáculo, volvían a sus planes iniciales para conseguir convertir a Irene Brennan en la chica más sexy de Hogwarts.

- Bueno, esta es la operación #002 –informó Katie- visto que la primera no fue demasiado bien.

- Fue un desastre- puntualizó Irene.- pero al menos alguien se lo ha pasado bien…

- Volvamos al tema en cuestión, ahora te toca aprender los gestos básicos de la seducción.

- No sabía que existiera tal cosa.

- Por supuesto que existe, y Angelina será la encargada de enseñarte.

La capitana que se encontraba sentada justo frente a ella, puso una mueca, indicando que no estaba para nada de acuerdo con dar ese tipo de lecciones.

- Como verás, la buena de Angie es toda una experta, y si no que se lo pregunten a Lee…

- En el próximo entrenamiento te comerás la quaffle –dijo Angelina lo bastante alto como para que la escucharan varios estudiantes que había a su alrededor.

- Como iba diciendo –continuó Katie, sin dar importancia al comentario de la capitana- empezaremos con la primera lección: el guiño de ojos.

- ¿El guiño de ojos?- repitió Irene, algo confundida.

- Sí, es perfecto para llamar la atención de los chicos, incluso puedes conseguir que se vuelvan irremediablemente torpes. ¿Por que no se lo muestras, Angie?

- ¿Tengo que hacerlo? –preguntó Angelina, con gesto cansado- y te recuerdo que no me gusta que me llamen Angie.

- Hazlo por nosotras, tú eres la maestra.

El halago pareció funcionar por que la capitana suspiró, pero giró la cabeza y buscó con la mirada en la mesa gryffindor. En ese momento, un chico alto de sexto curso miró un instante hacia donde ellas se encontraban, y Angelina aprovechó el momento para sonreírle y guiñarle un ojo con coquetería.

El chico, que pareció sorprendido al principio, sonrió con suficiencia y le hizo un gesto con la mano, tirando su copa llena de zumo por accidente.

- Ya te lo dije- dijo Katie- se vuelven muy torpes…

- Pues a mi no me parecía muy afectado- opinó Irene.- esperaba, no sé, algo más espectacular…

- No conseguirás nada mejor de McLaggen – le dijo Katie, señalando al chico al que Angelina había guiñado un ojo- tiene tanto ego que todavía me sorprende que no vaya arrastrando su cabeza por el suelo…

Irene y Angelina se rieron de buena gana.

- Está obsesionado con el quidditch, siempre persigue a los capitanes para que lo metan en el equipo, creo que Wood una vez le lanzó una maldición de lo harto que estaba…

Las chicas se rieron de nuevo.

- ¿Por qué no lo intentas tú, Irene?

- ¿Lanzarle una maldición a McLaggen?

- No seas tonta, hablo de probar la técnica de Angie.- dijo Katie.- solo tienes que sonreír y guiñar un ojo, es muy fácil.

- No estoy muy segura…

- Vamos, prueba con alguno de tercer o cuarto curso- la animó esta vez Angelina- eres lo bastante guapa como para que se queden embobados.

- ¿Tu crees? Bueno, está bien, lo intentaré…

Irene buscó con la mirada a algún chico, preferiblemente de apariencia tímida, por los alrededores. Divisó a un par de hufflepuff que se acercaban a la mesa, quizás para charlar con algún amigo. Katie le dio un codazo, indicándole que aprovechara la oportunidad.

Siguiendo los consejos de sus amigas, Irene esperó a que alguno mirara en su dirección, y cuando uno de ellos, un chico de pelo castaño y grandes gafas que resbalaban por su nariz, la miró, ella le sonrió y rápidamente le guiñó un ojo.

Pero justo en ese momento, alguien se interpuso en su campo de visión, y cuando Irene observó más atentamente a quien pertenecía la túnica oscura que la había interrumpido, se puso blanca de la impresión.

Katie se tapó la boca para evitar soltar una carcajada, mientras su amiga seguía como petrificada, y se preguntaba cómo era posible que la casualidad hubiera querido que Irene le guiñara un ojo con coquetería a Severus Snape.

El profesor de pociones, les dedicó una mirada mezcla sorpresa y asco, y tras hacer un gesto de desden con la cabeza, continuó su camino.

Angelina empezó a reírse, para luego ser acompañada de Katie.

- Lo que te hace falta es mejor puntería- rió la capitana.

- ¡Merlín!¡que vergüenza!¡le he guiñado un ojo!¡A Snape!

- Sí, y vaya cara te ha puesto- coreó Katie riendo- seguro que no es algo que le pase a menudo…

- Quizás hayas sido la primera en hacerlo, ¿cómo te sientes?

- Quiero esconderme en un agujero- exclamó Irene, llevándose las manos a la cara.

- Bah, que exagerada, lo que tienes que hacer es probar otra vez.

- ¡Ni hablar!

- Venga, vamos, o tendremos que obligarte…

- Ahí sigue ese pequeñajo de hufflepuff, inténtalo de nuevo- dijo Angelina- y esta vez apunta bien.

- ¡Callaos!- gruñó Irene, aunque sin ver más salidas, obedeció.

Repitió la acción mirando al muchacho de pelo castaño, y esta vez, dio en el clavo.

El chico se detuvo un instante, y miró tras de sí para comprobar que se dirigía a él. Irene volvió a sonreírle y a ofrecerle un guiño. Como consecuencia, el hufflepuff de cuarto curso se sonrojó exageradamente mientras continuaba su camino, pero al estar mirándola a ella, tropezó con su amigo y ambos cayeron al suelo, no sin antes llevarse por delante un plato de puré de guisantes que Lee Jordan había estado sosteniendo en su mano. El plato voló por encima de la mesa, salpicando a todos los que se encontraban por debajo.

George Weasley, ahora con el pelo adornado de guisantes, se levantó para responder al ataque del puré con un tenedor como catapulta y un trozo de jamón de york como munición. Trozos de jamón comenzaron a volar sobre las cabezas de los gryffindor, y cuando quisieron darse cuenta había comenzado una autentica batalla campal que rápidamente se había extendido por las otras mesas.

- A esto lo llamo yo reacción en cadena.- opinó Katie, refugiándose debajo de la mesa.

- Personalmente opino que, no te ofendas Irene, eres un peligro público.- dijo Angelina, sentándose en el suelo.- No vuelvas a guiñarle un ojo a un chico ¿vale? Al menos, no cuando yo este cerca…

- ¡Vosotras me dijisteis que lo hiciera! ¡Fue idea vuestra!

- Idea de Katie- puntualizó la capitana, esquivando al tiempo una zanahoria voladora.

- Esto solo ha sido un imprevisto, un daño colateral- opinó la cazadora- Además fuiste tu la que dijiste que esperabas un resultado más espectacular…

- Yo y mi gran bocaza –masculló Irene.

Katie se llevó a la boca su último trozo de pastel de manzana, ignorando la comida que iba de un lado a otro por el aire.

- Yo creo que a pesar de todo, ha ido bastante bien, sin duda en esto eres un as. Mañana deberíamos empezar con el siguiente.

- ¡¿Qué!- exclamó Irene, indignada- ni hablar, no pienso volver a seguir vuestros consejos. ¡Siempre acaba pasando algo!

- Sí que lo harás, estás desesperada- rió Katie- oh, vamos ¿no me dirás que esta táctica no es útil? Al menos hasta que…

- ¡¡¡BASTA YA!

La estridente voz de la profesora McGonagall hizo caer el silencio en el Gran Comedor, Irene se asomó por encima del banco, aun refugiada bajo la mesa con sus amigas. Tragó saliva al comprobar que a la jefa de su casa le temblaba la vena de la frente, y barría con mirada asesina la mesa de los gryffindor.

- ¡Esto es un escándalo, una vergüenza!- gritó la profesora- limpiareis este desastre ¡sin magia! Como vea una varita agitándose haré que Filch os haga fregar el suelo de las mazmorras con la lengua!

Hubo un escalofrío general. Poco a poco los estudiantes fueron saliendo de sus refugios y bajando los platos que habían usado como escudos, para ponerse a limpiar las mesas y el suelo salpicados de comida.

- Agradezcamos que Umbridge no haya visto todo esto, por que si no, ya me veía castigada a pasar el cortacésped por el bosque prohibido…

- Ejem, ejem.

Todos alzaron sus cabezas y contemplaron con horror, a la temida sapo Umbridge.

- Ahora si que estamos perdidos…

ooo

- No puedo creer que nos haya puesto en detención, si ya limpiamos todo el desastre ¡y sin magia!

Irene se dejó caer en el sofá, asintiendo ante tal declaración.

- Podría haber sido peor…- ante las miradas incrédulas de sus compañeras, respondió- ¿Qué? Lo del cortacésped habría sido peor ¿no?

- ¿Qué es un cortacésped?- preguntó Katie.

Irene suspiró.

- No importa.

Todos los gryffindor reunidos en la sala común resoplaban molestos al igual que las chicas de séptimo curso, pues todos ellos, sin excepción, habían sido castigados por Dolores Umbridge, y por primera vez, la profesora McGonagall no se opuso al respecto.

- Estar encerrados en la sala común todo el fin de semana es…¡es una pesadilla!- exclamó Lee Jordan, que se encontraba dándose cabezazos con su libro de encantamientos.

- Puedes salir a la biblioteca- dijo Alicia- y al Gran Comedor.

- Oh, sí, estoy saltando de alegría por ello.- bufó Lee.

- ¿Qué vamos a hacer?- se lamentó Angelina- teníamos entrenamiento intensivo este fin de semana ¡perderemos el próximo partido!

- Sobretodo con ese nuevo guardián…- murmuró un chico de segundo año que se encontraba muy cerca.

- ¡Nadie te ha pedido tu opinión, mocoso!- gritó la capitana.

- Vale, chicos, mantengamos la calma- intervino Patricia- el castigo nos afecta a todos, así que lo ultimo que necesitamos es mordernos entre nosotros.

- Yo te dejaría morderme si quieres- dijo George, riendo entre dientes.

- ¿Te has golpeado la cabeza o de verdad estas tan desesperado?- replicó ella.

Todos rieron, liberando así algo de tensión.

- Deberíamos intentar aprovechar esta situación…- meditó Katie- aunque no se me ocurre cómo.

- Exacto- apoyó Irene- ¡venga chicos, somos gryffindor! Algo se nos tiene que ocurrir, no podemos pasarnos todo el fin de semana vegetando como los arbustos del invernadero.

- ¡Eso es!- exclamó Fred.- ¡Hagamos una fiesta!

Todos giraron las cabezas para mirar al joven pelirrojo.

- ¡Es perfecto!- apoyó George, que parecía leer los pensamientos de su hermano.

- ¿Una fiesta? ¿Cómo?- preguntó Angelina- McGonagall nos matará si se entera.

- No tiene por qué enterarse.-sonrió Fred.

- ¿Y qué piensas hacer? ¿Ponerles tapones a los profesores para que no escuchen el escándalo? Además te recuerdo que no tenemos forma de conseguir comida o bebida…

- Por eso no te preocupes- añadió George- déjanoslo a nosotros.

- Si ellos ponen la comida, nosotros podemos insonorizar la sala común con algunos hechizos- dijo un chico de quinto desde el otro lado de la sala.

- ¿Y qué hacemos con McGonagall?

Nadie habló durante unos segundos, hasta que una chica morena de cuarto año, que se encontraba sentada al lado de Ginny Weasley, alzó la voz tímidamente.

- Yo…esto…bueno, tengo unas pociones para dormir que me dio madame Pomfrey…

- ¡Eso es perfecto!- dijo Katie.

- Genial, Emma -exclamó la más joven de los Weasley, dándole una palmadita a su amiga.

- ¿Y qué hay de los prefectos?- preguntó Leanne, una muchacha de sexto.

Ninguno de los dos prefectos de gryffindor se hallaban presentes, pero todos sabían que Hermione Granger no permitiría jamás una fiesta cuando se suponía que debían estar "reflexionando sobre sus acciones", como había dicho la profesora McGonagall.

- Oh, eso.- murmuró el pelirrojo- creo que también podremos solucionarlo.

- Fred, te recuerdo que el secuestro no entra en nuestros planes.- dijo Angelina.

- Lo sé, lo sé, desde luego, sois más desconfiados que mi madre- exclamó él, fingiéndose ofendido.

Se escucharon risas amortiguadas.

- Bueno, creo que podemos darle trabajo a todos, eso nos mantendrá ocupados, y de paso montaremos la mayor fiesta que Hogwarts haya visto- dijo Katie, sonriendo alegremente.

- Umbridge se arrepentirá de habernos castigado… no hay que dejar demasiados leones dentro de una misma jaula.- dijo George.

- ¿Por qué se comerán entre ellos?- preguntó Irene.

- ¡No! ¡Por que se comerán al vigilante y le robarán las llaves!

- Oh, ¿cómo es que no lo he adivinado? – respondió ella mirando al techo.

Fred chasqueó la lengua, y sonrió con perversidad.

- Bien, entonces ¿empezamos?

Pocas veces se había visto a tantos gryffindor colaborando para realizar una empresa, la idea de la fiesta había elevado mucho los ánimos y la perspectiva de tener que estar encerrados todo el fin de semana no parecía tan mala.

Irene, sentada junto a Katie y Angelina que discutían algún modo de poder practicar al quidditch dentro de la sala común, balanceaba distraídamente la pluma pensando en que hechizos podrían ser útiles para encantar algunos instrumentos.

De pronto, una lechuza parda entró por la ventana y se posó en la mesa, sobre los libros, y estiró una pata hacia Irene. Ella recogió el pergamino y le echó un vistazo rápido ante la mirada interrogante de sus amigas.

- Ah…solo es un mensaje de la abuela, quiere que vaya a verla en la próxima visita a Hogsmeade.- exclamó Irene, sonriendo rápidamente.

Katie y Angelina asintieron y volvieron a su discusión.

Irene suspiró, la mentira había resultado convincente, y con algo más de calma leyó la carta.

Querida Irene

¿Qué tal va todo en Hogwarts? Aquí no hay novedades, a menos que cuentes como novedad que Dung haya querido convertir la casa en un bazar de trastos de dudosa procedencia, otra vez. Molly está que se sube por las paredes.

Remus te envia recuerdos, sigue muy ocupado con los asuntos de ya-sabes-que, pero no has de preocuparte, él está bien y seguro que te echa en falta.

Te escribiré en cuanto tenga noticias, y no olvides escribirme, ya sabes que me aburro mucho por aquí. Si necesitas cualquier cosa, ya sabes donde estoy.

Gracias por el pastel de calabaza, estaba realmente bueno.

Fdo. Tu amigo lanudo.

PD. Buckbeak y yo también te echamos de menos.

Irene sonrió amargamente, no recordaba cuantas veces le había escrito Sirius diciéndole lo mismo, "Remus está muy ocupado, te envía saludos".

Tenía que admitir que se sentía abandonada, no era como si alguna vez Lupin le hubiera declarado amor eterno, pero aquella indiferencia o quizás, la falta de noticias por su parte, la hacían sentirse sola. Sirius parecía el único dispuesto a mantener el contacto y a animarla cuando se sentía desamparada, había llegado a depender mucho de su amistad.

A menudo se planteaba si Remus no pensaría en ella simplemente como en una hermanita, pues a menudo sus comentarios así lo daban a entender. Si eso era así, quizás la búsqueda del sex appeal era una completa perdida de tiempo.

- ¿Irene? ¿Estás bien?

- ¿Eh? ¿Qué?nm

- Parecías en trance, chica, ¿estás bien?- dijo Angelina.

- Sí, sí, solo estaba pensando.

- Pues deja de pensar, debemos ponernos en marcha si queremos que esta fiesta salga bien.- dijo Katie, levantándose de la silla.

Irene asintió, y guardándose el pergamino en el bolsillo, siguió a sus amigas al dormitorio. Al menos por unas horas estaría demasiado ocupada para sentirse sola o hacerse preguntas.

ooo

Los gritos de alegría quedaban amortiguados por la música que se expandía por toda la sala común. Las mesas rebosaban dulces, zumos de calabaza y cerveza de mantequilla, los asientos eran ocupados por los de primer año, que no parecían aguantar demasiado bien el estar despiertos hasta tan tarde pero que rehusaban ir a sus habitaciones.

Dos flautas y un violín encantados tocaban una vibrante melodía irlandesa sobre las cabezas de los estudiantes, que reían, gritaban, cantaban y bailaban con energía sin límites.

Cualquiera que hubiera visto tal espectáculo habría supuesto que como poco, Gryffindor había ganado la copa de la casa…aunque para los leones, no había excusa alguna para tamaña celebración.

- Oh vamos, Katie, estamos de fiesta ¿no puede esperar a mañana?

La joven bruja negó con la cabeza en respuesta.

- Siempre te quejas por que haces el ridículo, y ahora que hagas lo que hagas nadie se fijará en si haces el ridículo ¿protestas?

- Bueno, eso sí es verdad…

- Para querer convertirte en una chica sexy no pones mucho empeño ¿no te parece?

Irene suspiró.

- Solo serán unos minutos- habló Patricia, que se encontraba sentada en las escaleras que subían hasta los dormitorios- hazle caso y luego te dejará tranquila, ya lo verás.

- De acuerdo, de acuerdo ¿Qué tengo que aprender esta vez?

- A caminar.- respondió Katie, sencillamente.

- ¿A caminar? Quizás no te hayas dado cuenta, pero ya sé caminar, así es como me desplazo normalmente…

Patricia soltó una risita divertida, mientras Katie negaba de nuevo con la cabeza.

- Me refiero a que andes con…garbo. Que los chicos se queden mirando cuando pasas, ya me entiendes.

Irene asintió, más para zanjar la cuestión que por que estuviera de acuerdo con aquello.

- Bien, pues ahora, sube las escaleras y baja lentamente.- ordenó Katie.

Ella obedeció y luego de ascender, comenzó a bajar uno a uno los escalones de piedra.

- Cruza más las piernas, muévete más- indicaba la cazadora- Irene estás más rígida que mi escoba ¡contonéate un poco!

La joven bruja se movía de un lado a otro, pero solo conseguía mover la parte superior del cuerpo con rigidez, haciéndola parecer un robot de juntas oxidadas.

- Tienes que relajarte, suelta más el cuerpo- dijo Patricia, mientras sorbía de su botella de cerveza de mantequilla.

- Es más fácil decirlo que hacerlo- gruñó ella- y si me pongo nerviosa aun es más difícil…

Katie meditó unos segundos, entonces le arrebató la cerveza de mantequilla a Patricia, y se la tendió a Irene.

- Bébetela, ahora.- dijo con firmeza, ante lo que su amiga se limitó a obedecer en silencio.

Cuando Irene hubo vaciado la botella, le devolvió una mirada interrogante.

- Vuelve a intentarlo- le dijo Katie, señalando las escaleras.

De nuevo, subió y volvió a bajar, pero esta vez, sus amigas que la miraban desde abajo creyeron observar una leve mejoría, aunque aun parecía algo tensa.

Katie detuvo al primer chico que cruzó por su lado, arrebatándole un vaso que llevaba.

- No te importa ¿verdad?- le dijo con una sonrisa fugaz.

El chico no tuvo tiempo para responder, pues la cazadora ya se había vuelto hacia sus amigas y obligaba a Irene a beber el contenido del vaso.

- ¿Se puede saber que pretendes?- preguntó Irene, luego de terminar la bebida.

- Así te relajarás –respondió escuetamente Katie.

Tres vasos más tuvo que apropiarse la cazadora hasta que finalmente consiguió lo que deseaba, su joven amiga, algo aturdida por las bebidas, se deslizó por las escaleras con un movimiento suave y casi parecía flotar sobre el suelo.

- ¿Crees que ha valido la pena emborracharla solo para esto?- susurró Patricia.

- No está borracha- contradijo Katie- con un par de cervezas de mantequilla no te emborrachas, solo está relajada, sin preocupaciones ¡y el resultado no podría ser mejor!

- ¿Estás segura?

- Muy segura, además ¿tienes alguna otra idea mejor?

- Supongo que no, pensé en el hechizo piernas de gelatina, pero imagino que a ella no le haría mucha gracia eso ¿verdad?

Katie sonrió divertida, y observó como Irene, que parecía haberle cogido el gusto a las escaleras, subía y bajaba dando pequeños saltos al tiempo que tarareaba una canción que parecía decir algo de bubotuberculos que se agitaban.

- ¡Hey, chicas! ¿Qué hacéis aquí? ¿No os gusta la fiesta?

La alegre voz hizo que las tres amigas se giraran para mirar al joven pelirrojo que devoraba lo que parecía un pastelillo de crema.

- Solo estamos ayudando a Irene con un asuntillo.- respondió Patricia.

- Oh, ¿no será algo ilegal, no?

- No todos somos como tú, George.- replicó Katie.

- ¡Hey, George!- gritó Irene desde lo alto de las escaleras, saludando con la mano- ¿quieres ver lo que Katie y Patricia me han enseñado?

- Claro.- sonrió el pelirrojo, ante las miradas curiosas de sus amigas.

Irene levantó ligeramente los brazos y comenzó a descender por las escaleras con gran elegancia y sensualidad, George parecía perplejo, y Patricia a punto estuvo de aplaudir con entusiasmo, al menos hasta que Irene tropezó, perdió el equilibrio, rodó escaleras abajo y se estampó con la cara en la fría piedra.

- Ahora sé como se siente una piedra que cae por la colina- lloriqueó, cuando sus amigos la ayudaron a incorporarse.

- ¿Estás bien? – preguntó Patricia.

Irene, que se colgaba con un brazo del cuello del pelirrojo, asintió.

- Me gustaría tomar el aire…

- No podemos salir de la torre.- recordó Katie.

- Oh…- la joven bruja pareció meditar un instante- entonces bailemos ¿quieres bailar, George?

- Claro, siempre que no me vomites encima…- respondió él, quien ya había notado en la joven los efectos del alcohol.

- ¿Por qué iba a hacerlo?- dijo Irene, con gesto confundido- No eres tan feo…

- ¿No? Vaya, gracias- rió George.

Patricia le lanzó a Katie una mirada interrogante.

- ¿Qué?- dijo la cazadora.

- ¿Estás segura de que era cerveza de mantequilla lo que le diste?

- ¿Qué otra cosa podría ser, si no?- exclamó Katie, ofendida por la insinuación.

- Vete a saber, el contrabando no es exclusivo de los gemelos ¿lo sabias verdad?

- Pues…

Patricia suspiró y Katie puso una mueca, al tiempo que George y su amiga se mezclaban entre la multitud dando saltos y coreando una canción.

- Esta fiesta es genial- exclamó Alicia, que sentada junto a la chimenea mordisqueaba un trozo de regaliz- no sé como lo han conseguido, pero ha valido la pena.

- Ya os dije que no había que preocuparse.- exclamó Fred, hinchando el pecho con orgullo.

Angelina le dedicó una mirada curiosa al pelirrojo, para luego quedarse mirando una calabaza que flotaba por la sala común, esperando que un grupo de chicos de segundo año armados con sus varitas la alcanzaran. Al parecer alguien les había dicho que si la hacían explotar los dulces que tenía dentro lloverían dentro de la sala común…esperaba no estar debajo cuando eso sucediera.

- ¿Conseguisteis echarle la poción a McGonagall?

- ¡Por supuesto! ¿Acaso lo dudabas? Se tomó el té sin enterarse de nada…fue esa chica, Robins, la que tuvo que hacerlo, McGonagall no se habría fiado de algo que le hubiéramos dado George o yo.

Alicia rió. - Ahora mismo debe estar en su cama durmiendo a pierna suelta.

- Y mañana todo habrá terminado ya.

- Pero ¿qué le habéis hecho a la prefecta?- exclamó Angelina, señalando con el dedo hacia un sillón, donde Hermione Granger dormitaba junto a una pequeña de primer año.

- Nada, es que no tiene demasiado aguante…

- Déjame adivinarlo, la habéis emborrachado.- suspiró la capitana.

El pelirrojo se encogió de hombros, y todos los que se encontraban a su alrededor, rieron.

- Pues no es la única.- dijo George, apareciendo de entre la multitud, mientras arrastraba consigo a una aturdida Irene.

- ¿No me digas que está borracha? ¿Cómo es posible?- exclamó Alicia con preocupación.- Se suponía que no traeríais nada demasiado fuerte.

- Ni idea, o se ha tomado veinte cervezas de mantequilla o alguien le ha pasado algo de whisky de fuego.- respondió el gemelo, encogiéndose de hombros.

- ¡Irene, espabila! – dijo Angelina, dándole palmaditas en la cara.

- ¿Qué hay chicos?- respondió ella, arrastrando las palabras- ¿No es la mejor fiesta del mundo?

- ¿Qué has bebido?- le preguntó Alicia.

Ella puso gesto pensativo, y luego se rió.

- No lo recuerdo. Pero eso no importa ¡vamos a bailar!

- Pero si llevas una hora dando brincos sin parar…

- ¿En serio?- replicó Irene con gesto extrañado.

Sus amigas pusieron cara de circunstancia, pero George se rió.

- Tranquilas, yo la vigilaré…

- Vamos George- ella arrastró al pelirrojo hasta que se perdieron de vista.

- Que caballeroso está George, ¿verdad?- dijo Alicia.

- Nah, es que Irene se mueve de maravilla cuando está alegre.- exclamó Fred, entre risas.- A la próxima le pediré un baile yo también.

Como respuesta el pelirrojo recibió un par de collejas.

ooo

Cuando Irene abrió los ojos, sintió una punzada en la cabeza y una sensación desagradable recorrió su garganta. No estaba acostumbrada a beber, y sin duda aquellas eran las consecuencias de no saber cuando parar…o de no asegurarse de que era lo que bebía.

A su alrededor varias cabezas se iban incorporando ante los primeros rayos de sol, mientras otras roncaban o simplemente continuaban en el mundo de los sueños.

- Buenos días.

Durante unos segundos, la joven observó atentamente al chico que tenia delante. Se preguntó por qué estaba encima de él, con toda la pinta de haber pasado en igual postura toda la noche, allí, recostados en uno de los sillones de la sala común.

- ¿Buenos días?- respondió ella en un susurro vago.

- Fue una fiesta divertida ¿verdad?

Irene se apartó lentamente de él, se frotó los ojos repetidamente mientras intentaba recordar cómo es que había terminado durmiendo encima de George Weasley.

La ultima vez que se le habia ido la mano con la bebida, se habia pasado la noche charlando con un perro para luego despertar en la misma habitación que el hombre por el que el ministerio ofrecía diez mil galeones por su cabeza. ¿Qué habria sido esta vez?

De pronto, vagos recuerdos se fueron abriendo paso por su mente, y cerró los ojos con fuerza, como si eso hubiera podido hacerlos desaparecer.

- Seguro que tienes una jaqueca horrible- exclamó él, mientras se incorporaba- por que yo tengo la impresión que la mía va a explotar de un momento a otro.

- Sí – respondió, aun confundida.

- Bueno, será mejor que baje a desayunar, quizás así se me pase la resaca ¿quieres venir?

- Eeeeh, ve tú.

- Muy bien, nos vemos.- se despidió con un gesto de la mano y desapareció por el hueco del retrato, bamboleándose como si aun estuviera bebido.

Irene se tambaleó igualmente, y volvió a dejarse caer sobre el sofá, sosteniéndose la cabeza con una mano mientras con la otra se tapaba la boca.

- No irás a vomitar ¿verdad?

Giró la cabeza para tropezarse con una ojerosa Katie, que al parecer, sufría de las mismas dolencias de una noche demasiado intensa.

- No, estoy bien.- respondió Irene, con una mueca que indicaba todo lo contrario.

- Sí, ya te vi ayer, estabas muy a gusto con George.- replicó su amiga, arqueando las cejas con suspicacia.

- No hay nada entre George y yo- se apresuró a responder.

- Al menos hasta ayer, por que, por si no lo recuerdas, no os estabais escondiendo precisamente…

- Merlín, no sé en que estaba pensando…-murmuró ella.

- Querrás decir en qué no pensabas, por que si tu cerebro hubiera estado funcionando no te habrías pasado la noche besuqueándole.

- Estaba borracha ¿qué mas quieres que te diga?- replicó con una mueca amarga.- además ni que me lo hubiera "ya sabes" en mitad de la sala común.

Katie se encogió de hombros.

- Pero fue un bonito espectáculo, gracias a ti, varias generaciones de gryffindor han aprendido mucho…

Ella gruñó.- ¿Estás enfadada, no? Por liarme con George.

- No, solo me preocupo por ti…

- Sí, claro.- replicó con sarcasmo- Mientes muy mal, Katie. Si quieres maldecirme por besarme con el chico que te gusta, adelante.

- Él no me gusta, y no voy a discutir eso con una chica con resaca. Vamos a desayunar, a ver si así se te despeja el cerebro.

Irene obedeció, todavía aturdida y siguió a su amiga hacia el Gran Comedor no sin antes resbalar con los restos de calabaza salpicados de plumas y algo que olía como a goma quemada esparcidos por el suelo… al parecer los de segundo año habían alcanzado la calabaza flotante y sin duda se habían llevado una sorpresa. La próxima vez sabrían que no había que fiarse de lo que un Weasley dijera si no querías acabar disfrazado de pollo gigante.

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Como me gusta liar las cosas, de verdad…bueno, que tal el capi? Muy raro o muy absurdo? La operación sex appeal aun durará un par de capitulos, asi que hay chorradas para rato juas juas

Muchísimas gracias por los reviews! De verdad soy muy feliz leyendolos!

Dejaré un review para comentar lo que algunos habeis escrito asi que id a echarle un vistazo, ok?

Hasta el próximo viernes!