Capitulo 27: Sex Appeal Operation: Final Chaotic Project
La mañana de Halloween, Irene despertó con el golpe de una almohada sobre la cara.
- ¿Qué haces¿Te has vuelto loca?- le espetó a Katie, con evidente malhumor.- Es muy temprano.
- Arriba dormilona, ha llegado el día.- sonrió su amiga.
- ¿Dia¿Qué día¿no es mi cumpleaños, verdad?- respondió medio dormida.
Katie rodó los ojos. - Por supuesto que no, hoy es el día en el que te convertirás en la chica más sexy de Hogwarts. Chicas…
Como si hubieran sido invocadas, Angelina, Patricia y Alicia, surgieron tras Katie cada una de ellas, armadas con una "herramienta de belleza".
- ¿Qué vais a hacer?- inquirió Irene, ahora bien despierta y con cierto tono preocupado.
- Nada, solo te pondremos guapa, ya sabes, cuantos más corazones rompas, mejor.- sonrió la cazadora.
- ¿Puedo protestar o resistirme?
- Puedes hacerlo si quieres, pero no te garantizo una buena respuesta por parte de mi varita…
- Está bien, esta bien, me quedaré quietecita…loca sádica…
Katie no pareció ofenderse por el comentario y haciendo un gesto a sus amigas, se pusieron manos a la obra.
- De verdad, Irene, deberías hacer esto más a menudo, la poción embellecedora Tugwood es fantástica.- opinó Alicia mientras las cinco chicas bajaban por las escaleras hacia el gran comedor.
- Menos cuando se moja.- gruñó ella, que recordaba perfectamente la última vez que se había puesto aquella poción en la cara.
- Bueno, Irene, hoy es la prueba de fuego.- dijo Katie, volviéndose a su amiga con aire profesional.- y si lo consigues serás oficialmente la chica más sexy de Hogwarts.
- Aun no me has dicho que se supone que he de hacer.
- Debes conseguir que se produzcan cinco accidentes.- respondió Katie.
- ¿Qué! – dijo Irene, deteniendo el paso y mirando a la cazadora como si se hubiera vuelta loca.
- Lo que debes conseguir es que tu encanto provoque algún accidente.- aclaró Alicia.
- ¿Quieres decir que debo pasearme por el colegio con la esperanza de que algún chico se me quede mirando y por ello se estampe contra una armadura o algo así?
- Básicamente.- asintió Patricia.
- ¿Y por que tengo que hacer eso?
Katie suspiró, y empezó a rebuscar en su mochila hasta que finalmente sacó una revista abierta por la mitad, que le tendió a Irene.
- Lee esto.
Irene vio que se trataba de una edición bastante antigua de Corazón de Bruja, la revista de cotilleos más famosa del mundo mágico. Allí, en el centro de una de las paginas, una atractiva joven de unos dieciséis o diecisiete años de pelo claro y mirada penetrante, sonreía coqueta y saludaba.
Debajo de la fotografía elegantes letras rojas anunciaban: "Marjorie Capper, ganadora del concurso Belleza Brujeril"
- ¿Qué es este artículo?- preguntó Irene.
- Léelo, y lo sabrás.
Ella carraspeó y comenzó a leer en voz alta.
Marjorie Capper, estudiante de sexto curso en la escuela Hogwarts de magia y hechicería, ha sido galardonada por votación popular como la bruja más atractiva del año. Esta joven sencilla y de refinados modales ha tenido tal éxito con sus encantos personales que aquellos magos que la miran nunca permanecen impasibles.
- Si hay chicos a su alrededor siempre se produce un accidente- nos comenta Susan Perks, una de sus intimas amigas.- están tan ocupados mirándola que no se fijan en lo que hacen.
La señorita Capper ha logrado en un solo día, dos explosiones, un hipogrifo desbocado y un duelo por su honor, tan solo con sacar a relucir sus encantos. Esto supone todo un record, y podría considerarse la chica más sexy que ha pasado por la afamada escuela en los últimos años…
- Así que era esto- exclamó Irene
- Exacto, si logras vencer el record de Marjorie, tu serás la chica más sexy. Es simple.
- Simple decirlo, que no hacerlo. Pero no enviareis un reportaje detallado a Corazón de Bruja ¿verdad?
- No seas tonta, a nadie le interesaría leerlo.
- Vaya, muchas gracias.- replicó ella, frunciendo el ceño.
- Vayamos a desayunar y ya pensaremos en como batir ese record.- dijo Patricia, empujando a sus amigas.
Al llegar al gran comedor, Irene tomó asiento junto a un muchacho de tercer curso que miraba como hipnotizado su plato de huevos con tocino.
- Perdona¿te importaría pasarme el zumo, por favor?- le pidió al chico, que obedeció con aire distraído.
Pero cuando Irene le dio las gracias, el muchacho la miró y se quedó inmóvil, con la boca ligeramente entreabierta balbuceando algo incomprensible.
- ¿Estás bien?- preguntó Irene, preocupada por tan extraña reacción y poniendo la mano sobre la que el chico sostenía el zumo.
Él dio un ligero brinco ante el contacto, soltando la jarra que cayó con un ruido seco, y el zumo se derramó por la mesa.
- Lo…lo siento- murmuró él, sonrojándose, para luego huir en un abrir y cerrar de ojos.
- Que niño más raro…
- ¡Muy bien, Irene!
La joven se volvió para mirar a Katie con curiosidad.
- Has conseguido el primer accidente- dijo Katie, sonriendo ampliamente- aunque no ha sido gran cosa, desde luego es un buen indicio.
- ¿Qué dices? Pero si yo no le he hecho ni dicho nada a ese chico, creo que es más probable que no esté bien de la cabeza…- dijo Irene, llevándose un dedo a la sien.
Su amiga negó con un gesto.
- Ese niño se sonrojó mientras te miraba, creo que le impresionó mucho que le hablaras con tu dulce voz.- se rió ella.
- Cállate.
- Venga chicas, terminad de una vez o llegaremos tarde a clase.- intervino Angelina.
- Espero que aproveches bien las clases, Irene- continuó Katie, guiñándole un ojo- deben ser cinco accidentes, recuérdalo.
Al entrar en las mazmorras, Irene suspiró, no veía nada claro eso de ir provocando accidentes a su alrededor, siempre se veía envuelta en problemas ¿Por qué iba a querer crear más? Pero por otro lado, la idea de que los chicos de Hogwarts quedaran impresionados por sus encantos, la agradaba pues la hacía sentirse especial.
- Señorita Brennan, no tengo todo el día. Siéntese.- gruñó la fría voz del profesor Snape.
Irene obedeció y tomó asiento junto a un hufflepuff llamado Kenneth Dunstan, un chico agradable aunque muy silencioso con el que solía compartir los ingredientes para las pociones.
- Hoy comenzaremos la realización del suero de la verdad- habló Snape, paseando con su habitual gesto irritado por entre las mesas- les comunico que si alguno de ustedes tiene la intención de quedarse con alguna muestra del Veritaserum como recuerdo, se arriesga a ser expulsado de inmediato. Su uso, así como su posesión, esta estrictamente regulada por el ministerio…- esbozó una sonrisa cínica- aunque imagino que no he de preocuparme, ya que es poco probable que alguno de ustedes consiga elaborarla correctamente.
Irene miró por un instante a Snape, pues se le acababa de ocurrir una descabellada idea, una de las que seguramente, Katie aprobaría con entusiasmo. Su compañero Kenneth, era famoso por su impecable trabajo en pociones, incluso el profesor lo respetaba por su talento…lo respetaba todo lo que se le permitía a alguien que no fuera slytherin.
- Si consigo que falle en su poción seduciéndole, habré dado el primer paso hacia el titulo de chica más sexy del colegio…- meditó, sin tener en cuenta lo más mínimo lo que tal percance podría afectar al joven hufflepuff.
- Perdona¿me pasas ese trozo de ópalo?
Irene se volvió sobresaltada para mirar al chico que estaba a su lado, el cual parecía observarla también algo sorprendido. Al parecer, la poción embellecedora empezaba a surtir efecto.
- Si, claro.- respondió rápidamente y pasándole la piedra.
Comenzaron a elaborar las pociones, pero ella no dejaba de mirarlo por el rabillo del ojo, pensando en que hacer para confundirlo lo suficiente como para errar en su poción.
Decidió empezar con la primera lección que había "aprendido" de Katie y Patricia, aunque esta vez se decidió a usar una pluma como objeto que pasear por su boca.
- Mira hacia aquí, mira hacia aquí.- murmuraba, pero el joven Kenneth no parecía tener interés alguno en separar los ojos de su caldero.
Irene se decidió a sentarse algo más cerca de su compañero, hacer comentarios sobre los ingredientes, o fingir reírse de alguna broma, pero nada parecía atraer su atención.
Pensó que si le pasaba la mano por delante para alcanzar alguno de los ingredientes, atraería minimamente su atención, pero luego de pasar el brazo cuatro veces delante de su cara y que éste solo respondiera con una vaga mirada, ella se ponía cada vez más furiosa. ¿Ni siquiera podía resultar atractiva para un chico como aquel?
- Ahora verás- susurró para sí, echando una mirada rápida hacia el profesor, para asegurarse de que se hallaba lo suficientemente lejos.
Entonces, abriéndose ligeramente la túnica, se apoyó sugerentemente sobre la silla, inclinándose hacia su compañero hasta que sus labios casi rozaron la oreja del hufflepuff y con voz suave y sugerente, recitó uno de los versos que Katie le había mostrado:
- Chuparé tus labios rojos, ardientes como brasas, y mis mandíbulas serán como tenazas
Lo siguiente que supo fue que el frasco lleno de sangre de dragón caía de la mano de Kenneth, y hacia un sordo "plof" al caer en el caldero lleno.
Dos segundos después le siguió un sonoro '¡BOOOM!'
Una explosión, y un brillante color azul poción cubrieron todos los rincones de la mazmorra.
- Puaj, que asco.- exclamó Irene, ahora que su pelo como el de todos sus compañeros, chorreaba un líquido viscoso.
- ¡DUNSTAN!
La voz de Snape resonó en toda la mazmorra con furia incontrolada e Irene se llevó las manos a los oídos, pero sonriendo ampliamente como pocas veces en su vida. Había provocado una explosión, sí, y probablemente sufriría un castigo durante semanas, pero mientras miraba a un pringoso y alucinado Kenneth, se sintió inmensamente orgullosa de sí misma.
ooo
- Has sido tú ¿verdad?
Irene levantó la mirada cuando escuchó a una ansiosa Katie sentarse a su lado.
- ¿Qué cosa?- preguntó ella, fingiendo indiferencia.
- ¡Qué va a ser¡La explosión en las mazmorras! Todos hablan de ello! Dunstan no se había equivocado nunca con una poción.
Irene sonrió con cierta perversidad.
- Bueno, digamos que hoy…lo distraje un poco…
Katie empezó a reírse.
- ¡Así se hace! Muy buen comienzo, imagino que tus encantos lo descontrolaron, y ahora ¿Cuál es tu siguiente objetivo?
- No tengo siguiente objetivo- repuso Irene- ha sido una suerte que saliera bien parada del asunto de la explosión. Kenneth estaba demasiado avergonzado como para repetirle a Snape lo que yo le había dicho, y por eso no me han castigado.
- ¿Lo ves¡Así es como se hace!
Irene no respondió y tragó un pedazo de pavo frío.
- Muy bien, si no quieres desvelarme tu próximo movimiento, de acuerdo, así será más divertido cuando lo vea.- sonrió la cazadora.
- Katie, en serio, necesitas un hobbie.
- Vamos Irene, seguro que algo has pensado - le rogó- dime cual es tu próximo plan ¡cuéntame tu secreto!- exclamó en voz alta, provocando que algunos a su alrededor se giraran para observarla.
- Ya te he dicho que no tengo ningún plan, no seas pesada ¿No te has dado cuenta que no soy lo bastante atractiva como para vencer a Marjorie?- hizo un gesto con la mano- lo del sex appeal es una chufa.
- Oh, venga ya¿acaso estás ciega¡si eres muy atractiva! con lo guapa que estás, los chicos tendrían que hacer cola para atraer tu atención.
- Eso no te lo crees ni tú…- al darse cuenta que varias personas a lo largo de la mesa estaban pendientes de su conversación, frunció el ceño con disgusto- Muy bien, si eso es verdad, Katie, lo pondremos a prueba…-hizo una pausa y luego habló en voz lo bastante alta como para mantener la atención de los cotillas- ¿Quieres oír mi más oscuro secreto? Mi mayor secreto es que siempre que veo una rana le doy un beso con la esperanza de que se convierta en un guapo príncipe con el que poder casarme.
Ni siquiera habían transcurrido dos segundos cuando los susurros corrieron por toda la mesa. En una hora el rumor (convenientemente aderezado con otros detalles escandalosos) se habría expandido por todo el colegio.
- ¿Por qué has dicho eso?- inquirió Katie, desconcertada por aquella declaración.
Irene se encogió de hombros.
- Si tu afirmación es cierta, tendré en unas horas unos cuantos chicos convertidos en ranas sobre mi escritorio.
- ¡Que gran idea!- exclamó Katie, sonriendo divertida.- Me aseguraré de que el rumor llegue a todo el castillo.
- Hazlo si quieres, pero verás que no sirve de nada. Nadie sería tan estúpido…-susurró Irene.
De pronto, una chica de quinto curso de largo pelo moreno se acercó a ambas, con cara de estar tremendamente aburrida.
- Perdona¿eres Irene Brennan?- preguntó, dando un resoplido cansado.
- Sí.
- La profesora Grubbly-Plank quiere verte en cuanto puedas.
- Ah, de acuerdo, gracias.
La chica se marchó tan rápidamente como había llegado, e Irene suspiró.
- Seguro que ha perdido a Morgan otra vez – exclamó con resignación.
- ¿Morgan¿Quién es Morgan?- preguntó Katie.
Irene se levantó de su asiento y sonrió.
- Morgan es mi niño querido.- respondió, para luego apresurarse a salir del gran comedor ante la cara de circunstancia de su amiga.
Cuando alcanzó la cabaña de Hagrid, la profesora Grubbly-Plank despedía a un grupo de ravenclaw y hufflepuff de tercer año en lo que parecía haber sido una lección sobre los duendecillos de Cornualles ya que un grupo de ellos revoloteaban ruidosamente en una jaula.
- Buenos días, profesora ¿quería hablar conmigo?
La bruja, se alejó de un pequeño ravenclaw, y con una sonrisa que se diría de alivio, se acercó a Irene a grandes pasos.
- Ah, señorita Brennan, le agradezco que haya venido, sé que no debería confiar esta tarea a un estudiante, pero debo admitir mi incapacidad de nuevo con respecto a esto, y como Hagrid dijo que usted sabría manejarlos…
- No se preocupe, me encanta ayudar, y Morgan, bueno, siempre hace lo mismo.
- ¿Morgan?- repitió la profesora.
- ¿Acaso no falta uno de los thestrals?
- Así es, pero ¿cómo sabe cual de ellos es?
Irene se encogió de hombros.
- No es difícil de suponer.
La joven bruja encontraba a la profesora Grubbly-Plank una persona agradable, sin el carisma de un semigigante que amaba a los seres monstruosos, pero era de fácil trato y sabía mucho de criaturas mágicas. Sin embargo, la aparente nulidad de la bruja para manejar a Morgan le hacía bastante gracia.
- Es la tercera vez que sucede- suspiró la profesora, mientras ambas se encaminaban hacia el bosque- pero no es nada fácil vigilar de cuando en cuando a los thestral si no soy capaz de verlos…
- Creía que Hagrid les había dejado puestas las bridas para que pudiera contarlos.- dijo Irene.
- Y así fue, por eso me percaté de que faltaba uno- respondió ella- pero no puedo hacer nada más salvo dejarles la comida, sinceramente, cuando me dijeron que estaban entrenados…
- Están entrenados- repuso, con cierto tono desafiante- todos son muy mansos y obedientes…pero no con todo el mundo.
La profesora arqueó las cejas en un gesto curioso, y se limitó a cabecear en silencio.
Al alcanzar el limite del bosque, Irene dio un par de pasos hacia el interior, y se detuvo para soltar un silbido largo que produjo un suave eco a su alrededor.
Durante unos segundos nada sucedió y entonces lo intentó una segunda vez, y un minuto más tarde una figura oscura emergió de entre los árboles.
- Ah, ahí estás, Morgan. Escondiéndote de nuevo ¿eh?
El thestral se acercó a ella, con su brillante brida de color bronce, esperando que Irene le diera las suaves caricias de rigor sobre su escamoso hocico.
- Menos mal que ha aparecido- dijo la profesora- supongo.
Irene sonrió, mientras le palmeaba el lomo a aquel potro esquelético que había visto nacer el curso anterior, y que Hagrid había bautizado cariñosamente como Morgan. Sabía que aquellas bestias no eran precisamente agradables a la vista, pero para ella, el joven thestral era tan encantador como cualquiera de sus mascotas.
- Bueno, ahora que sé que todo está bien, volvamos a la escuela.- prosiguió la profesora Grubbly-Plank.
- Pero, Morgan…
- El thestral estará bien, señorita Brennan.
- De acuerdo, pero nos acompañará hasta la puerta del castillo…
- No, no, el thestral debe quedarse aquí.
- Dígaselo usted, pero no le aseguro que le vaya a hacer caso.
La profesora hizo un gesto de contenida exasperación y echó a andar a grandes pasos, mientras Irene se reía con disimulo.
- ¿Me acompañas, Morgan?
El animal evidentemente no respondió, pero la siguió durante todo el camino hasta el castillo.
- ¡Irene¡Irene!
Una alterada Alicia corría en su dirección a través del vestíbulo, agitando los brazos para llamar aun más su atención.
- ¿Qué pasa?
- ¡Ven enseguida¡McGonagall está hecha una furia!
- ¿Qué¡Pero si yo no he hecho nada!
- Ya lo sé, pero- Alicia la agarró del brazo y comenzó a arrastrarla- ¡vamos!
- ¡Adiós Morgan!- gritó Irene mientras era llevada en volandas escaleras arriba- ¡te veré luego!
El thestral permaneció unos segundos observándola alejarse, y luego, dando media vuelta, regresó al bosque, sacando exclamaciones llenas de curiosidad de los pocos estudiantes con los que se cruzaba.
ooo
- ¡Señorita Brennan!
Irene sintió un escalofrío en la espalda cuando la profesora McGonagall gritó su nombre.
Se encontraban de vuelta en la torre Gryffindor, justo delante del retrato de la Dama Gorda, pero el acceso parecía imposible ya que una gran masa de estudiantes se arremolinaban justo delante.
- Señorita Brennan, le ruego que detenga esta locura ¿se puede saber que les ha dicho a todos esos muchachos?- exclamó la profesora, con la vena de su frente latiendo frenética.
- Me temo que no se de que está hablando, profesora…- respondió Irene, confundida.
- Sígame, deprisa.- ordenó McGonagall, abriéndose paso entre la masa de estudiantes para llegar al centro.
Irene la siguió y cuando finalmente se detuvo, se vio obligada a taparse la boca para no soltar una carcajada.
Al menos una veintena de chicos de distintos cursos y casas, se encontraban allí, aunque ninguno de ellos con su aspecto habitual.
- Todos dicen que quieren verla a usted, al menos, todos los que aun pueden hablar ¿podría explicarme esto, señorita Brennan? –exigió la profesora.
Irene miró más atentamente a su alrededor, a un chico de hufflepuff que ahora tenía sobre los hombros, la cabeza de un flamenco de brillante color rosa; a un ravenclaw lleno de verrugas que parecía mantener una conversación con un sapo de color amarillo, y a dos gryffindor que se peleaban con un par de aletas que habían sustituido a sus extremidades.
- Yo no sé nada …- Irene ahogó la risa- sobre este…zoo, profesora.
- Es por el rumor, profesora.- habló una muchacha de quinto curso.
- Explíquese, señorita Brown.- dijo McGonagall.
- Hay un rumor que dice que Irene Brennan se convertirá en la amante de cualquier chico que pueda convertirse en rana.
Irene encarnó una ceja, la metamorfosis del rumor había sido curiosa, sin duda.
- ¿Qué¿Es cierto eso señorita Brennan?
- ¡Por supuesto que no!
- Solo es un rumor, profesora.- dijo Lavender Brown.
- Y el más popular del día.- opinó otro de los alumnos.
- ¡Por Merlín¿Me está diciendo que todos estos chicos querían convertirse en ranas por un rumor?- exclamó la profesora.- ¡Que vergüenza!
- No se enfade con Irene, profesora.- dijo Alicia, que las había seguido a una distancia prudencial.- No es culpa suya.
- No se preocupe señorita Spinnet, no voy a castigar a nadie por culpa de las hormonas de estos muchachos.
Ambas chicas soltaron una exclamación de alivio.
- Y todos ustedes acompáñenme a la enfermería, habrá que hacer algo con su aspecto si es que esperan tener una amante de verdad algún día –gritó McGonagall- y no se preocupen, les alegrará saber que estoy dispuesta a ofrecerles mi despacho para que practiquen a fondo la transformación humana…
- Lo has conseguido, Irene.- susurró la inconfundible voz de Katie.
- Seguro que tú te encargaste de aderezar bien el rumor.- exclamó ella, girándose a mirar a su amiga con el ceño fruncido.
- Si, bueno- replicó Katie, encogiéndose de hombros- ya sabes, un par de sugerencias picantes y todos caen en la red.
- Eres malvada…
- Que va, es que los chicos son unos ingenuos.
- Vamos a terminar metiéndonos en un lío.
- Que exagerada…oh, es cierto, tenemos una reunión en el dormitorio en cinco minutos.
- ¿Reunión?
- De nuestra operación sex appeal.- sonrió Katie.
- ¿Por qué?- dijo Irene, con sospecha.
- Por que se nos ha ocurrido una gran idea.
ooo
Cuando Irene llegó al Gran Comedor para la cena, observó curiosa los habituales adornos de Halloween, las velas brillando dentro de las calabazas, los murciélagos que revoloteaban de un lado a otro y los dulces que llenaban las bandejas de oro.
Angelina, sentada en la mesa gryffindor le hizo una seña con la mano para que se acercara.
- Alicia y Katie llegarán enseguida, estaban seleccionando los objetivos.- comentó con naturalidad la capitana.
Irene soltó una exclamación exasperada.
- ¿De verdad piensan seguir con ese estúpido plan?
- Por supuesto, nadie le sacará a Katie esa idea de la cabeza, además, promete ser divertido.
- Es cruel.
- No lo es, solo es un engaño temporal.
- Claro, como tu no te arriesgas a que te castiguen- bufó ella- esto podría terminar igual que la batalla de comida, y por si no lo recuerdas, todos fuimos castigados.
Angelina hizo un gesto con la mano.
- Oh vamos, como mucho solo volarán un par de hechizos ¿Qué podría pasar?
Irene frunció el ceño, era esa frase la que siempre marcaba el inicio de un desastre.
- Hola chicas- saludó Patricia, llegando hasta ellas con una sonrisa radiante.
- Se te ve feliz ¿buenas noticias?
- Ah si, pero ya os lo contaré más tarde, por que Katie me ha pedido que me coloque en posición, ya casi es la hora…
Irene miró a su alrededor y divisó a Katie muy cerca de la mesa de ravenclaw, y a pocos metros, junto a los hufflepuff se encontraba Alicia, que le hizo un gesto con la mano.
Patricia las despidió rápidamente y fue trotando hasta la mesa de los profesores.
- Bien, todas en posición- sonrió Angelina, divertida- vamos allá.
Irene suspiró y asintió, cuanto antes se acabara aquello, mejor.
Vieron entonces como Katie se inclinaba a susurrar algo a un ravenclaw de séptimo curso, que desde su mesa miró a Irene algo azorado. Tal y como habían pactado, Irene lo saludó con una sonrisa deslumbrante, jugueteó con su pelo y mordisqueó un pedazo de regaliz.
El joven ravenclaw, le sonrió en respuesta y se giró para susurrarle algo a Katie que continuaba a su lado. La cazadora les hizo una seña con la mano a sus amigas: El primer objetivo había sido conquistado.
Fue el momento de actuar de Alicia, que acompañaba a un hufflepuff de séptimo curso junto a la mesa de los tejones, le susurraba algo provocando a cada palabra que el chico hinchara el pecho y lanzara miradas por el rabillo del ojo hacia donde Irene y Angelina se encontraban. Ni siquiera habían pasado dos minutos cuando Alicia, imitando a Katie, les hizo una seña: El segundo objetivo había sido conquistado.
- Perfecto, ahora vamos.- dijo Angelina, tomando a su amiga del brazo y obligándola a levantarse.
Se encaminaron lentamente hacia Katie y el muchacho de ravenclaw, el cual ya se había levantado y se les acercaba. Pero Alicia y el joven hufflepuff les salieron al paso.
- Hola Irene, mira a quien te traigo, es Vincent- sonrió Alicia socarrona- Os dejaremos solos para que charléis…
Alicia y Angelina se alejaron dejando sola a la pareja, y mientras Irene y el muchacho hablaban, sus amigas se acercaron hasta donde se encontraba Katie y el ahora malhumorado ravenclaw.
- Lo ha hecho otra vez.- exclamó Alicia en voz bien alta, fingiendo enfadarse.
- Sinceramente ya no se que hacer.- respondió Angelina siguiéndole el juego.
- ¿Qué sucede, chicas?- preguntó Katie, haciéndoles un saludo con la mano y simulando preocuparse.
- Es otra vez ese chico- dijo Alicia, señalando al hufflepuff que había estado acompañando- Persigue a Irene a todas horas, y si no dejamos que charle con ella a solas nos amenaza con la varita.
- La pobre Irene ya no sabe como librarse de él.- continuó Angelina.
- Y nosotras no nos atrevemos, parece un tipo problemático.
- Dejádmelo a mí.- interrumpió el ravenclaw, sacando la varita e hinchando el pecho.
- Pero Steve, ese chico podría hacerte daño.- repuso Katie.
- Tranquilas, ningún hufflepuff es mejor que yo en encantamientos…
Katie puso una mueca divertida en respuesta cuando el chico se alejó de ellas.
- Veamos como de bueno eres…- susurró divertida.
Irene por su parte, al ver al joven ravenclaw acercarse suspiró fuertemente, tal y como había ensayado en el dormitorio con sus amigas.
- ¿Qué sucede?- le preguntó el hufflepuff, tal y como ella esperaba.
- Ese chico- dijo Irene, haciendo un gesto de cabeza en dirección a Steve- no hace más que perseguirme a todas horas, ya no sé como decirle que me deje en paz.
- ¿Ese chico te molesta¿Quieres que hable con él?
- ¿Lo harías de verdad? Te estaría muy, pero que muy, agradecida.
El joven hufflepuff sonrió con suficiencia, y girando sobre sus talones, fue a encararse con el ravenclaw. Irene miró primero a Katie y Alicia, y luego a Patricia, la cual intentaba distraer la atención de los profesores para evitar males mayores.
No habían pasado dos minutos cuando escuchó los gritos de ambos chicos, claramente, peleándose por ella. Puso una mueca, sabía que lo que estaba haciendo era cruel, pero tenía que admitir que no le desagradaba que dos chicos se pelearan por su afecto…
- ¡Aparta tu fea cara de bubotuberculo de ella!
- ¡Eres tu y tu ego los que tiene que hacerse a un lado!
- ¡Tarantallegra!
- ¡Depulso!
Irene temió que aquello empezara a desbocarse, y al mirar a Katie, esta pareció pensar lo mismo, pues corrió en dirección a los chicos con intención de detenerlos, pues ya habían conseguido lo que querían.
- ¡Furnunculus!
- ¡Everte statum!
- ¡Rictusempra!
Katie les dio alcance en ese instante y levantó la varita de Steve en el momento en que éste gritaba ¡Oppugno!.
Irene suspiró con alivio cuando el hechizo no impactó contra el hufflepuff, pero no se percató de que al levantar el brazo del chico, éste había hechizado una de las calabazas que flotaban sobre sus cabezas, una calabaza de sonrisa siniestra iluminada por la vela que ocultaba dentro, que ahora salía disparada.
- ¡No¡Espere!
El grito de Patricia las alertó, pues la chica no había podido distraer al profesor Flitwick, y el pequeño mago corría hacia ellos con intención de detener la pelea. Pero Patricia gritaba ahora por que la calabaza desbocada iba a toda velocidad, en dirección a su profesor de encantamientos.
- ¡Profesor!- gritó Alicia, dando la alarma a todo el Gran Comedor.
Pero fue demasiado tarde, el vegetal arremetió violentamente contra el pequeño profesor que salió disparado por los aires, agarrado a la calabaza. Se escucharon más gritos cuando Flitwick aterrizó sobre la mesa de los profesores, llevándose por delante, a lo largo de toda la mesa, las cenas de los demás maestros.
Los gritos de los alumnos más parecían divertidos que preocupados.
- ¡El profesor Flitwick está siendo atacado por una verdura!
- ¡Que alguien lo pare!
- ¡Deprisa, deprisa! Es una calabaza caníbal!
Cuando finalmente profesor y calabaza, se detuvieron al borde de la mesa, y los alumnos contenían la respiración, de nuevo un grito sacudió sus oídos.
La profesora Sprout sacudía su varita, echando chorros de agua sobre un incendiado profesor Snape. Al parecer, la vela que se encontraba en el interior de la calabaza había aterrizado sobre la túnica del profesor de pociones.
De pronto, comenzaron a llover pedazos de calabaza, Irene descubrió alarmada que Steve y Vincent habían decidido continuar con su pelea lanzándose calabazas el uno al otro. Algunos alumnos intentaban reducirlos, Snape soltaba maldiciones ahora empapado, y el profesor Flitwick vomitaba discretamente en la copa de vino de McGonagall.
- Reacción en cadena, si señor.- se escuchó hablar a Angelina.
Irene se volvió a mirarla.
- ¿Y tu preguntabas que qué podía pasar¡Esto es de locos!
- Lo sé- asintió la capitana, mientras el caos seguía apoderándose del gran comedor- pero ahora eres la chica más sexy de Hogwarts ¿no?
- ¿Qué!
- Pues eso, eran cinco accidentes ¿recuerdas? La explosión de pociones, los chicos-rana, esos dos peleándose por tu amor, el vuelo de Flitwick y el incendiario profesor Snape. Son cinco.
- Los dos últimos son consecuencia del mismo accidente.- objetó ella.
- Eso es según el punto de vista…- sonrió Angelina- y si me lo preguntan, dudo que la tal Marjorie consiguiera alguna vez algo tan espectacular.
- Dudo que conseguir "esto"- exclamó señalando a su alrededor- sea algo bueno.
- No es bueno, es grande- respondió la capitana divertida- y eso, también cuenta. Así que ¡enhorabuena Irene Brennan! Desde hoy eres la chica más sexy de Hogwarts!
Irene bufó sin poder ocultar una media sonrisa, por que al menos, todo aquel paripé se había terminado.
Un trozo de calabaza aterrizó sobre su cabeza, chorreándole el liquido anaranjado por el pelo, y soltó una maldición, si a las chicas más sexys de Hogwarts todo lo que les correspondía era una corona de calabaza aplastada, quizás hubiera preferido no haberlo sido nunca.
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Otro capitulo más, que para variar es una sarta de paridas, temo que este no me salió tan inspirado como los otros, pero bueno, si no os han dado ganas de dejar de leer entonces no fue tan malo XD
Con este se acaba la operación sex appeal y sí, en el próximo capitulo saldrá Remus…eso os hará felices a todas :P aunque espero poder terminar el próximo capitulo a tiempo, si me retraso un poco, no os asustéis, prometo terminarlo cuanto antes jeje.
Como siempre muchas gracias por esos maravillosos reviews que me alegran la vida! Comentarios y demás en el auto-review de rigor
Hasta el próximo viernes!
