He aquí estos dos mini fics de agradecimiento por los 150 reviews ¡gracias a todos!

La primera varita

El calor de la chimenea resultaba acogedor ahora que la nieve comenzaba a caer al otro lado de la ventana. En el gran sofá tapizado de azul, una mujer joven descansaba mientras su hijo, una pequeña criatura de apenas un año de edad, dormitaba en su regazo.

- Lily…¡Lily!

- ¿Eh? ¿qué?

- Lily ¿estabas dormida?

- No, solo descansaba los ojos- replicó ella, en un gesto que indicaba todo lo contrario.

- Lo siento.

- No te disculpes conmigo, sino con Harry, acabas de despertarle.

El hombre sonrió al pequeño que ahora le clavaba su verde mirada. Lo levantó del regazo de su madre y le puso un par de muecas para que riera, pero el niño se limitó a agitar los brazos con inquietud.

- Has perdido tu toque, James- sonrió la mujer.

- Imposible, nadie se resiste a los encantos de James Potter.

- ¿Ah no?

Él miró un instante a su esposa que ahora arqueaba una ceja, suspicaz.

- No he dicho nada, no he dicho nada…

Ella soltó una risita, y se levantó del sofá.

- Voy a preparar algo de café ¿por qué no te quedas con Harry y le cuentas un cuento?

- Claro – asintió él, acomodándose en el lugar que Lily había desocupado.- y bien Harry ¿qué cuento te gustaría escuchar hoy?

El pequeño parpadeó y abrió la boca, pero solo se escuchó un débil gorgoteo.

- Oh sí, una buena elección- exclamó James, asintiendo con la cabeza- ese también es mi cuento preferido, venga Harry- continuó, acomodándolo sobre sus rodillas – empecemos…

Érase una vez, en un lugar del que no consigo acordarme, vivía un joven mago llamado Win el Recogedor

- ¿Win? Creía que se llamaba Fin ¿o era Pin?- habló Lily, desde algún lugar de la cocina.

- Eso no importa ahora – respondió él- como iba diciendo, vivía un joven mago llamado Win, el Recogedor…

Sus amigos lo llamaban el Recogedor, por que al joven mago le gustaba recoger todo aquello que encontraba por el suelo. Recogía piedras, sapos, excrementos de gato, ya te haces una idea…bien, por aquel entonces, los magos no usaban varitas para hacer hechizos ¡ya sé que te sorprendes mucho Harry! Pero confía en tu padre por que esta historia es autentica.

Bien, como iba diciendo, los magos usaban la magia apuntando con el dedo y cosas parecidas, ya te imaginarás que el resultado no era muy bueno, pero la cuestión es que un día, el pequeño Win iba caminando y ¡oh! se encontró con una ramita abandonada en el suelo.

Así que la recogió y la guardó, y continuó caminando pero ¡oh! A solo unos pasos el joven mago se encontró con una pluma de fénix olvidada en el suelo, así que la recogió y la guardó. Win continuó su camino y de nuevo ¡oh! se encontró con una cuerda, así que la recogió y guardó.

Pero como el joven Win, además de recogedor era muy desconfiado, decidió atar la ramita y la pluma con la cuerda y atársela en la ropa interior para que nadie se la robara.

Así que Win continuó su camino con la ramita y la pluma metida en su ropa interior…

- ¿Crees que es adecuada esa historia para Harry?

- Vamos Lily, a Harry le gusta ¿a que si?

El pequeño abrió la boca y una larga baba se deslizó hasta la túnica de su progenitor.

- Ya lo veo- rió su mujer, que asomaba la cabeza por la puerta.

- ¡Ejem! Como iba diciendo…Win continuó su camino pero se encontró con otro grupo de magos, que jugaban a adivinar palabras. Sí, ya lo sé Harry, ese juego es muy aburrido, pero por entonces ni siquiera se había inventado el quidditch ¡si, si, es increíble! Bien, continuemos, Win se acercó a los magos y como era muy bueno en ese juego decidió unirse a ellos.

Estuvieron jugando durante mucho tiempo, mientras un mago hacía gestos, el otro intentaba adivinar la palabra, y así adivinaron muchas palabras, hasta que le tocó el turno a Win. Uno de los magos empezó a hacer gestos con las manos arriba y abajo, y Win lo miraba pensativo, y entonces en aquel momento supo cual era la palabra que estaba buscando.

-¡Incendio!- exclamó Win, muy feliz por haber adivinado la palabra.

Pero de pronto el joven mago empezó a dar saltos por todo el lugar.

Los magos que estaban jugando con Win, le preguntaron alarmados qué le pasaba.

- ¡Me arde el trasero!- exclamó él, y allí mismo se quitó la ropa, la ramita y la pluma.

Pues sí Harry, seguro que ya te lo has imaginado, Win le había prendido fuego a su ropa interior al pronunciar un hechizo, así que corrió y corrió hasta que encontró una charca, y se tiró dentro.

Pero el agua estaba llena de grindylows que le mordieron el trasero...

- Harry no necesita conocer los detalles escabrosos, James.- habló Lily desde el otro lado de la pared.

El mago se ajustó las gafas redondas, poniendo una mueca.

- Tu madre tiene muy buen oído ¿lo sabias?

El pequeño rió y agitó los brazos.

- Bueno, entonces te contaré el final de la historia…

Los magos que habían jugado con Win descubrieron que la ramita y la pluma habían provocado que se le incendiara "ya sabes qué" al joven mago, y se pusieron a experimentar con ella.

Pronto descubrieron que podían hacer otras muchas cosas con la ramita y la pluma, y muy pronto hubo muchísimas ramitas con plumas, y luego con pelos de unicornio o nervios de dragón. Y así fue como nacieron las varitas de los magos.

- ¿Te ha gustado, Harry?

El niño abrió la boca y soltó un resoplido, a lo que su padre rió.

- ¿Y la moraleja, James?- preguntó su esposa, saliendo de la cocina con un par de tazas de café.- Todos los cuentos infantiles tienen una moraleja.

- Oh, sí, por supuesto.- con un dedo apuntó a la nariz de su hijo, el cual se le quedó mirando fijamente - Bien, Harry, escucha bien a tu padre por que esta moraleja es muy importante…Nunca, nunca, te pongas la varita en el trasero.

oooooooooooo

La primera escoba voladora

Desde la ventana de la cocina podía apreciarse un viejo castillo sobre el acantilado ahora cubierto por una fina capa blanca. En el interior del hogar, Lily Potter lo observaba mientras a un metro escaso de distancia su hijo se peleaba con la cuchara y el plato de comida.

De pronto, sonrió y se volvió hacia la puerta que comunicaba con el salón, alzando la voz.

- James, tenemos visita.

El mago asomó ajustándose las gafas.

- ¿Visita?

- Es Sirius, o al menos, su moto- respondió, señalando hacia la ventana.

Una sonrisa apareció en su cara, y se dirigió apresuradamente hacia la puerta de entrada.

La mujer apenas tardó unos minutos en escuchar una alegre voz que provenía del vestíbulo y unos pasos apresurados que se acercaban.

- ¡Lily! Tan guapa como siempre!

- Hola Sirius, tu tan adulador como de costumbre.

- Ya me conoces- rió el joven que se abría paso a grandes zancadas – Oh, pero si está aquí el pequeño Harry ¿cómo está mi ahijado favorito?

Alzó al niño que le dedicó una sonrisa, y un golpe en la nariz con su cuchara.

- Muy enérgico, sin duda.- afirmó, limpiándose los restos de comida que le había dejado en la cara.

- Está muy inquieto hoy- suspiró Lily.

- Déjaselo entonces al tío Sirius, él se ocupará de todo- exclamó hinchando el pecho.

- ¿En serio?- dijo Lily, divertida- entonces dejaré que entretengas a Harry mientras preparo el almuerzo.

- Sin problema. Venga Harry, siéntate aquí con tu padrino.

Acomodó al niño sobre sus rodillas, mientras la madre del pequeño se afanaba en su tarea.

- Te contaré un cuento Harry, seguro que te gusta.

Lily rió por lo bajo, al tiempo que James entraba en la cocina.

- Recuerda que aun es muy joven, Padfoot, o sea que nada acerca de "como Sirius Black liga con las nenas".

Su amigo le dedicó una mirada ofendida, pero no le respondió.

- Veamos entonces- comenzó Sirius aclarándose la garganta y mirando a Harry- Había una vez, en una soleada colina, una gran casa en la que vivía una pareja de magos llamados Gloom…

El padre del pequeño contuvo la risa mientras su esposa le dedicaba una mirada curiosa.

- La señora Gloom barría todas las mañanas su reluciente porche, y esperaba allí con su escoba, la llegada de su marido. Cierto día, el señor Gloom llegó a su casa tambaleándose…

- Sirius, esa historia no será "subida de tono" ¿verdad?- advirtió Lily, arqueando una ceja.

- ¿Por quien me tomas?- exclamó Sirius, fingiéndose ofendido.

Ella suspiró mientras James negaba con la cabeza.

- Bien, continuemos Harry, el señor Gloom llegó tambaleándose hasta el porche de su casa, y su mujer lo recibió con el ceño muy fruncido.

- ¡Ya has vuelto a beber whisky de fuego, ¿verdad!- chilló la señora Gloom- ¡eres una vergüenza!

- Pero si yo no ¡hip! He bebido, querida ¡hip! - respondió el señor Gloom.

- ¡A mi no me mientas! ¡ya te has vuelto a gastar todo el dinero que yo había ahorrado para comprarme ese elegante sombrero con plumas de fénix! – la señora Gloom, cada vez más enfadada, agarró la escoba con gesto amenazador.

- Pero¿ para que quieres ese estúpido sombrero? Ni siquiera una mascara te haría más guapa…

La señora Gloom se enfadó muchísimo y comenzó a darle escobazos a su marido en la cabeza, persiguiéndole por toda la colina gritándole todo tipo de cosas que, tu madre no me deja pronunciar bajo este techo.- le dijo en un susurro.- pero cuando no esté delante, te las contaré.

- ¡Sirius!- protestó Lily, mientras el niño reía ante las muecas de su padrino.

- Bueno, bueno, sigamos, El señor Gloom, que aunque estaba borracho, no era tonto, sacó entonces su varita y le lanzó un hechizo ¿sabes que hechizo fue, Harry? – el pequeño dio una palmada y soltó un gritito.- ¡exacto! Pero que ahijado tan inteligente tengo…pues sí, Harry, el señor Gloom gritó ¡Wingardum leviosa! Y cuando se giró para mirar lo que había hecho su hechizo, la señora Gloom se agarraba con las manos a la escoba que iba flotando lentamente a unos centímetros del suelo.

- ¡Bájame ahora mismo!- gritó la señora Gloom, todavía muy enfadada.

- Suelta la escoba y deja que se vaya volando…- respondió el señor Gloom, que quería que su esposa abandonara un arma tan peligrosa.

- ¡No soltaré la escoba, por que te voy a dar una buena tunda con ella!

El señor Gloom se negó a deshechizar la escoba, y la señora Gloom se negaba a soltarla, asi que la escoba fue subiendo más y más, y llevando con ella a la señora Gloom se perdió de vista entre las nubes.

El señor Gloom, se quedó mirando al cielo durante largo rato, por si, por alguna casualidad, veía a su esposa caer…y entonces, de pronto, vio un reflejo oscuro que pasaba a toda velocidad por entre las nubes y que se le acercaba igual de rápido.

El señor Gloom lo miraba sin saber que era lo que se movía tan deprisa.

- ¿Es un pájaro?¿Es un dragón?...¡Merlín, no! ¡Es una esposa furiosa!

James aguantó a duras penas la risotada que amenazaba con escapársele, mientras Lily se debatía entre la risa y la preocupación por la influencia que aquel tipo de cuentos tendrían sobre su hijo

Sirius los ignoró, muy metido ya en la historia.

- Y así era, Harry, la señora Gloom se había montado en la escoba y ahora bajaba a toda velocidad, con la cara roja por la furia y armada con una nueva y terrible arma.

- ¿Un arma terrible?- se rió James.

- Si Lily te hubiera atizado a ti con algo igual, también pensarías que es terrible.- repuso Sirius.

James se llevó una mano a la cabeza y se rascó distraídamente.

- ¿Tu crees?

- Pero ¿cual es ese arma terrible?- preguntó Lily, curiosa.

- Lo sabrás en cuanto termine la historia ¡así que dejad de interrumpir por favor! Bien…

El señor Gloom, salió corriendo lo más rápido que pudo, mientras su esposa le perseguía, corrió hasta el pueblo más cercano, y lo atravesó a gran velocidad mientras todos los magos del lugar lo miraban, con la boca abierta.

- Y no me extraña, yo me habría reído de lo lindo si lo hubiera visto.- exclamó James.

- ¡Prongs, estás arruinando el final! Distraes a Harry con tus comentarios.- protestó Sirius.

- Está bien, está bien, me quedaré callado.

- Bien, pues como iba diciendo, todos en el pueblo vieron la escena protagonizada por los señores Gloom.

Y así fue como los magos descubrieron lo útil y rápido que podía ser una escoba voladora, y pronto todos quisieron tener una, sobre todo, las brujas, que siguiendo el ejemplo de la señora Gloom y como luego se convertiría en tradición, perseguirían durante muchas generaciones a sus maridos, montadas en escobas voladoras y armadas con un cucharón.

El pequeño Harry soltó un gritito, y agitó los brazos, cuando Lily empezó a reírse al final de la historia.

- ¿Te ha gustado, Harry?- le preguntó su padrino.

El niño en respuesta cogió la cuchara que permanecía en el plato y se la lanzó a Sirius a la cabeza, llenándole el pelo de puré de zanahoria. Sirius gruñó mientras los padres empezaban a reírse.

- Sabes Harry, me alegro de que todavía no sepas montar en escoba…