Capitulo 29: El amor es el triunfo de la imaginación sobre la inteligencia

Miró hacia arriba y una mueca de disgusto se formó en su cara cuando las nubes oscuras rugieron tras un ligero resplandor.

- Parece que la tormenta llegará pronto.

Katie se encogió de hombros, ocultando la cara tras una gruesa bufanda.

- Pero no hemos terminado, y no podemos irnos hasta tener todos los regalos.

- ¿Y si empieza a nevar y nos quedamos atrapadas?

- Nos quedamos dentro de alguna tienda y asunto arreglado. Podemos regresar por la chimenea.

Irene parpadeó, consciente de que su amiga tenía razón.

- ¿Qué pasa? ¿Por qué me miras así? – inquirió la cazadora dedicándole una mirada de sospecha.

- Es que, has dicho algo tan sensato que estoy sorprendida.

- ¿Qué?- exclamó ella, visiblemente enfadada.

- Relájate Katie, vamos, vamos, aun tenemos que comprarles un regalo a los gemelos y no nos queda mucho tiempo.- la empujó contra el viento que iba ganando intensidad.

Ella bufó y continuó a grandes pasos por el concurrido callejón, mientras Irene suspiraba.

- ¿Por qué tenemos que comprarle algo a los gemelos? – se preguntó Katie más para sí que para su compañera.

- Ellos siempre nos hacen regalos ¿recuerdas?

- Preferiría ahorrarme sus regalos, siempre es alguna estupidez inútil. El año pasado me regalaron un plato de gelatina verde que cantaba Jingle Bells, Merlín, ¿Quién querría algo así?

Irene se encogió de hombros, sonriendo divertida.

- Y hace unos días me embaucaron para que les comprara su nuevo producto "en fase experimental" – continuó la cazadora soltando un suspiro exasperado- siempre me lían, debo ser idiota.

- No más que el resto, los gemelos tienen demasiado talento para esas cosas y es difícil resistirse.

- A ti también te han liado un par de veces ¿eh?- sonrió Katie socarrona.

- Sí, y prefiero no recordarlo.

Su amiga se echó a reír divertida.

- Deberíamos resguardarnos, no me gusta como se está poniendo esto.- comentó, mirando de nuevo hacia el cielo.

- Sí, tendremos que refugiarnos en alguna parte.- musitó la cazadora.

De pronto, un sonido ajeno al ya habitual silbido del viento, les obligó a levantar las cabezas. Al hacerlo, ambas descubrieron con sorpresa que una lechuza parda se les acercaba, no sin cierta dificultad.

- ¿Quién sería tan insensato de enviar una lechuza con esta tormenta?

- Alguien con mucha prisa.- replicó Irene con gesto preocupado.

- Viene hacia nosotras- observó Katie- ¿será para ti o para mí?

- No lo sé, pero como no ayudemos a esa lechuza, me temo que nos quedaremos sin saberlo.

Su amiga asintió, y levantó la varita murmurando un hechizo.

El animal se deslizó despacio en su dirección, envuelto en suaves chispas de color, y ululó agradecido al aterrizar en las manos de las jóvenes.

- Parece que es para ti.- comentó Katie, cuando la lechuza estiró la pata en dirección a su amiga.

- ¿Por qué será que tengo un mal presentimiento?- murmuró ella.

- No seas agorera, solo léela, pueden ser buenas noticias.

Irene dejó escapar un leve "ja" al tiempo que desplegaba el papel húmedo pero cuidadosamente doblado que la lechuza había traído. No tardó ni dos segundos en reconocer la letra en tinta negra, apresurada pero elegante, y tan escueta como de costumbre.

Querida Irene,

Tenemos una especie de emergencia, ven a verme en cuanto te sea posible.

Fdo: Ese que es pero no es tu novio.

La joven bruja se mordió el labio, preocupada ¿habría sucedido algo grave? Sirius normalmente tendía a exagerar las minucias, pero también a quitarle importancia a los asuntos realmente graves, si algo, fuera lo que fuera, obligaba a Sirius a enviar una lechuza con aquel temporal, no podía ser una menudencia…¿verdad?

- Debo ir a asegurarme…- murmuró.

- Pero ¿qué es lo que pasa? ¿Una emergencia?- la voz de Katie la sacó de sus ensoñaciones.

- ¿Qué? ¡Ah! No, no es nada, pero tengo que irme…

- ¿No es nada pero tienes que irte con tanta prisa?- dijo su amiga, arqueando una ceja- no soy tan estúpida como para tragarme eso.

Pero Irene ya se alejaba a toda velocidad.

- ¡Lo siento mucho, Katie! – gritó agitando un brazo a modo de despedida.

- ¡Hey! No me dejes plantada – replicó su amiga, corriendo tras ella – al menos dame una respuesta convincente.

- ¡Te lo contaré otro día!- la respuesta viajó por el aire, ya que Irene había desaparecido entre la nieve y los transeúntes.

Katie soltó un bufido, su amiga tendía a desaparecer de aquella forma demasiado a menudo, y no había pasado desapercibida la peculiar forma en que recibía el correo. Se preguntó qué tan importante era el asunto que le estaba escondiendo.

- Descubriré lo que me ocultas, como que me llamo Katie Bell.

Irene golpeó suavemente, pero de forma insistente en la sucia puerta del numero12 de Grimmauld Place. La tormenta arreciaba y no le hacía mucha gracia permanecer en el exterior demasiado tiempo, aunque tuviera que refugiarse en aquella tétrica casa.

Maldijo un par de veces, tenía frío y estaba cansada, pero sobretodo estaba inquieta por lo que podía haber sucedido.

Cuando finalmente la puerta se abrió, despacio y en silencio, el rostro receloso de Sirius Black emergió de la oscuridad del vestíbulo.

- Oh ¿Irene?- exclamó el mago, ligeramente sorprendido- ¿Qué haces aquí? Deberías estar en casa, con este clima no es muy sensato ir haciendo visitas.

- Eso debería decirlo yo- replicó ella, entrando en la casa a grandes pasos y sacudiéndose la nieve de la capa.- Estaba preocupada y no tuve más remedio que venir.

- ¿Preocupada?

- Me enviaste una lechuza ¿recuerdas?

- ¿Lo hice? – preguntó, dubitativo.

- ¡Por supuesto que lo hiciste! El pobre animal casi no lo cuenta…- respondió, agitando ante sus narices la nota que había recibido apenas una hora antes.

- Oh, sí, cierto, cierto.- hizo una pausa - Pero ¿qué haces aquí?

Irene le miró unos segundos, arqueando una ceja.

- ¿Me estás tomando el pelo o qué? ¡Creía que algo grave había pasado! Además ¿qué demonios significa "una especie de emergencia"?

- Hum…¿una emergencia a medias?- sugirió, despreocupadamente.

Irene se llevó una mano a la cabeza, reprimiendo las ganas de asesinarle allí mismo.

Iba a continuar desahogándose con el mago, cuando de pronto se percató de algo.

- Sirius…¿qué demonios llevas puesto?

Él se miró un instante, y se rascó la cabeza con gesto distraído.

- Estaba en la ducha- respondió sin darle importancia- solo me dio tiempo a ponerme la capa por encima, no me gusta abrir la puerta estando desnudo, podría resfriarme.

La joven bruja puso una mueca, sin saber si debía sonrojarse avergonzada o increparle por su estupidez. Nunca nadie le había abierto la puerta vistiendo tan solo una toalla y una capa que apenas tapaba nada.

- Una ducha caliente es buena para aliviar la resaca.- comentó como para sí.

- ¿Estabas borracho?- preguntó.

- Solo me tomé unas cuantas cervezas- se defendió él, rápidamente- simplemente, se me subió el alcohol a la cabeza por que hace mucho que no bebo.

Irene suspiró, ahora entendía por qué le había enviado una lechuza en misión suicida, con el alcohol nublando su poco sentido común, debía estar agradecida de que tan solo se le hubiera ocurrido hacer eso.

- Eres un tipo raro ¿lo sabias, no?

- Sí, claro, eso es lo que os gusta a las mujeres.

- No lo sabes tu bien…- replicó ella, rodando los ojos.

- Pero ya que estás aquí, ven, hay algo que debo contarte.- continuó Sirius, haciéndole un gesto para que lo siguiera.

Se encaminaron hacia la cocina en silencio, el lugar parecía desierto, lo cual le pareció extraño.

- Los chicos están arriba- dijo el mago, como si le hubiera leído el pensamiento.- no hay nadie más.

Irene asintió, se preguntó si con aquel comentario le estaba dando a entender que era preferible que su charla permaneciera lejos de oídos ajenos.

Al entrar en la aun destartalada cocina, Irene tomó asiento, mientras Sirius comenzaba a rebuscar en la alacena.

- ¿Té o café?

- Café por favor- respondió ella, mirando al mago con curiosidad.- pero ¿no deberías ir a vestirte primero?

Sirius chasqueó la lengua.

- Encima que te dejo disfrutar de tan fabulosa vista…tener una novia postiza para esto, que baje Merlín y lo vea.

Irene soltó una carcajada. – Está bien, está bien, si quieres ir por ahí medio desnudo allá tú. Yo no voy a protestar por "las vistas".

El mago le dedicó un guiño tras poner la cafetera en el fogón, para acto seguido ir a sentarse frente a ella.

- Bueno, ¿y cual es esa especie de emergencia? – le preguntó, curiosa.

- Bien, verás, lo que te voy a contar probablemente no te haga nada de gracia, seguramente incluso afecte a nuestro plan…- Sirius hizo una pausa, parecía estar escogiendo las palabras adecuadas.

- Suéltalo ya.- exclamó Irene, con la tensión reflejada en el rostro.

- Esta mañana Molly estuvo aquí cotilleando, ya te haces una idea de lo mucho que salió de su boca, pero me contó algo que yo, la verdad, no me había esperado…- suspiró- la cuestión es que Molly dice que Tonks está enamorada de Remus, ella misma se lo confesó.

Durante unos segundos se hizo el silencio. La joven bruja abrió la boca pero no le salieron las palabras, estaba demasiado sorprendida.

Hasta aquel entonces, Irene había sospechado que la metamorfomaga tenia algún tipo de interés en su ex profesor, el cual solía tachar de simple atracción física; sin embrago, admitir estar enamorada de él era harina de otro costal. Tonks, quien en realidad le parecía una persona simpática y agradable, acababa de convertirse automáticamente en su rival. Una rival con posibilidades, que era lo que más temía en el mundo.

- Joder, ¿qué os da él que yo no sepa?- comentó Sirius medio en broma, intentando romper el incomodo silencio.

Irene suspiró, cuando creía tener la situación bajo control, de nuevo se le escapaba de las manos.

- ¿Le dijo algo más? ¿Remus lo sabe?- preguntó en un murmullo.

- No lo creo.- replicó el mago- y aunque mi buen amigo es bastante ciego para estos asuntos no creo que tarde mucho en percatarse, lo que pasa por la mente de Tonks es bien visible en su cara, y no lo digo en sentido figurado.

Ella soltó otro suspiro.

- De todas maneras, eso no significa que Remus esté interesado en ella- continuó Sirius- tienes las mismas posibilidades que antes, solo que ahora, bueno, nuestras acciones influirán en alguien más aparte de Remus.

- ¿Nuestras?- repitió la joven bruja – ¿Eso significa que me vas a ayudar?

- ¡Por supuesto! ¿Cómo osas dudar de mí?

- Pero Tonks…

- Tonks es mi familia – respondió serio pero tranquilo- y la aprecio tanto como a cualquiera de mis amigos, pero te prometí ayudarte con esto, y Sirius Black no falta jamás a su palabra.

Irene esbozó una sonrisa agradecida.

- Pero me sigue pareciendo poco conveniente, Tonks podría enfadarse contigo si se entera de lo que estás haciendo.

- ¡Qué más da si es conveniente o no! Además, ya sabes que…- Sirius se interrumpió de pronto y la bruja lo miró curiosa.

- ¿Qué pasa?

Con un gesto, el mago le pidió que guardara silencio. Ella aguzó el oído, percatándose entonces del sonido de pisadas, que sin duda bajaban por las escaleras hacia la cocina.

Sirius se deslizó silenciosamente junto a la chica y con un tirón suave la obligó a levantarse, Irene quiso saber si se trataba de algún intruso, pero no osó preguntar para asegurarse.

Ante la mirada interrogante de la bruja, el mago solo sonrió levemente antes de deshacerse de la túnica que llevaba puesta, dejándolo "en paños menores".

Antes de qué pudiera preguntar, la asió por la cintura, firme pero con delicadeza, y se inclinó a un lado, obligando al cuerpo de Irene a caer en la misma dirección. Ni siquiera tuvo tiempo de sorprenderse cuando Sirius alcanzó su oído para susurrarle un "lo siento" y acto seguido, plantarle un beso profundo, en aquella postura tan típica de las películas de arrebatadores romances.

El contacto apenas duró unos segundos pero cuando finalmente el mago se separó de ella, Irene se encontraba, aparte de muda de la impresión, sonrojada, desconcertada y furiosa.

- No ha estado tan mal ¿verdad?- le susurró con una sonrisa divertida.

Ella lo miró, alucinada - ¿Pero qué…

- ¡Oh! – Sirius la interrumpió teatralmente- Remus, no te había visto.

Irene se giró bruscamente, ahora blanca como la cera, para mirar al atónito mago que se encontraba en el umbral de la puerta de la cocina. Sirius parecía haber planeado bien aquel número, ya que se había asegurado que ella quedara de espaldas a la entrada y prevenir así que viera quien les estaba observando.

- Remus ¿estas bien? Tienes mal aspecto, amigo- continuó el mago, con cierto aire socarrón.

Lupin tardó unos segundos en reaccionar.

- Estoy perfectamente- respondió, acercándose a la mesa para tomar asiento.

Sirius e Irene le observaron atentamente cuando desde su asiento agitó la varita para servirse una taza de café. Normalmente no habría usado la magia para hacerlo, pero en aquellos momentos, sentía que la presencia de su amigo y la joven bruja irrumpía en su espacio vital, y no iba a acercarse a ellos a menos que fuera estrictamente necesario.

- ¿Qué tal te fue? – preguntó Sirius, yendo a sentarse junto a Lupin, como si nada hubiera pasado.

- Bien.- respondió escuetamente el licántropo.

El sonido de una taza estallando le produjo a Irene un escalofrío, Lupin había partido la taza que sostenía en su manos, aunque se apresuró a repararla con un gesto de varita.

- ¿Conseguiste la información?- sonrió su amigo, ignorando la cuestión de la taza rota.

- Sí.

- Dumbledore estará feliz de oír eso.

- Seguro.

Irene que no se había movido ni un ápice, percibió enseguida lo difícil que le estaba resultando a su ex profesor mantener la compostura, aunque no sabía si por la incomodidad de haber visto lo que no debía o por que realmente le molestaba lo que había presenciado.

Era la primera vez que se veían desde que Irene sufriera su "desdoblamiento de personalidad" y desde luego, le había causado una gran impresión, quizás una demasiado grande.

- ¿Por qué estás tan gruñón? ¿No has desayunado?- continuó Sirius con su habitual tono amigable.

- No estoy gruñón.

- Si lo estás, ¿verdad que si lo está, Irene?- le dijo a la chica, que rehusó contestar y miró para otro lado. Ya se sentía bastante avergonzada como para encima seguirle el juego.

- A ella no la metas en esto.

- A ella la meto donde quiero.- respondió Sirius, en claro gesto desafiante.

Lupin frunció el ceño. – Dudo que a ella le guste que la metan en asuntos ajenos.

- Mis asuntos son sus asuntos.

- ¿Desde cuando?

- Desde que la meto en ellos.

- Entonces deberías dejar de meter tus asuntos en sus asuntos.

- Mis asuntos se meten donde les place, ya les conoces.

- Por que el sentido común no es algo que predomine en tus asuntos.

- A mis asuntos no les hace falta el sentido común, se manejan muy bien sin él.

- Ya me he dado cuenta.

- Y se lo pasan en grande, ya que lo mencionas.

- No lo pongo en duda.

- Deberías probar a hacer lo mismo con tus asuntos.

- Me gustan mis asuntos como están, gracias.

Irene parpadeó, confundida. Tantos "asuntos" comenzaban a hacerle sospechar que había una segunda intención detrás de cada frase.

- Como quieras, señor gruñón- replicó el animago con una mueca.- pero que sepas que no pienso prestarte 'mis asuntos'. Tendrás que conformarte con 'tus asuntos' para pasarlo bien.

- Sirius, deja ya de tocarme las narices.

- Oblígame…

Remus se incorporó bruscamente y su amigo le imitó, ambos manteniendo un duelo de miradas. Irene preocupada por que empezaran a volar hechizos, se interpuso entre ellos, preparada para disuadirlos de hacer alguna estupidez.

- Irene, será mejor que te apartes- le susurró Sirius.

- Sí, aquí parece que tenemos unos asuntos que discutir.- replicó Lupin.

Pero no tuvieron tiempo para discutir nada, ya que en ese momento una ruidosa señora Weasley apareció por la puerta de la cocina, maldiciendo claramente a Mundugus por algo referente a unos calderos.

- Jamás tendría que haber dejado que…- la señora Weasley que hablaba para sí, se interrumpió al ver el panorama.- ¿Qué pasa aquí?

Nadie respondió a la pregunta, pero los dos magos no habían dejado de lanzarse miradas irritadas.

- ¿No pensarías en pelearos como si fuerais dos niños?- les replicó, poniendo las manos en las caderas.- Vuestras tontas disputas un día nos van a costar un disgusto, Remus, al menos tú intenta mantener la compostura, ya sabes que Sirius lleva unos días inaguantable.

Ambos gruñeron y apartaron la vista el uno del otro en gesto ofendido. Irene suspiró, feliz de que al fin se hubieran calmado, sin embargo, por la forma de hablar de la señora Weasley, aquella no debía ser la primera pelea de ambos magos.

- ¿No te habrán hecho nada, verdad querida?- le preguntó Molly casi inmediatamente, acercándose a la joven bruja.

- No, no…- no tuvo tiempo de explicar nada, ya que la señora Weasley, se había girado hacia el animago.

- Sirius ¿qué demonios llevas puesto?- inquirió rápidamente y con claro gesto escandalizado.

- Me parece que está bastante claro – replicó él con burla, tomando la túnica que había abandonado en una silla momentos antes, y volviendo a colocársela.

- Por Merlín, tienes aquí a una invitada y tú paseándote medio desnudo…

- A ella le gustan estas vistas- sonrió- si no, ya me habría tapado.

Remus soltó un suspiro exasperado, al tiempo que la señora Weasley se volvía a mirar a Irene, como si intentara averiguar si ella de verdad estaba disfrutando con aquello.

- Y ahora si no hay más preguntas inteligentes- continuó Sirius, agarrando repentinamente a la joven bruja por el brazo- mi novia y yo necesitamos un poco de intimidad.

La reacción ante tales palabras no se hizo esperar, la señora Weasley puso los ojos como platos y abrió la boca varias veces sin que saliera de ella un sonido. Por su parte, Lupin se encontraba rígido e inmóvil, con un gesto de asombro que nunca le habían visto antes.

- Si…Sirius…- Irene intentó protestar mientras éste la sacaba de la cocina y la llevaba hacia el vestíbulo.

Con un gesto, el animago le pidió que guardara silencio y ella obedeció con una mueca.

Subieron rápidamente por las escaleras y solo se detuvieron al alcanzar la puerta que comunicaba con el exterior.

- Bien, bien – murmuró Sirius, mirando hacia sus espaldas- parece que les ha impresionado.

- ¡Te has pasado!- exclamó ella, frunciendo el ceño y señalándole peligrosamente con el dedo.- si tienes problemas con Remus soluciónalo con él, no me metas a mi en esto. Creía que íbamos a acordar un plan minimamente inteligente…

- ¿Nunca te han dicho que en el amor lo que sirve es la imaginación, no la inteligencia?

- ¡A la mierda con la imaginación! ¡Solo por esto Remus me odiará de por vida!

- Ala, ala, que exagerada- sonrió él, confiado.- no va odiarte por que nos hayamos besado, Merlín, ni aunque nos acostáramos delante de sus narices lo haría…

Ella le lanzó una mirada asesina.

- Lo que quiero decir- se explicó rápidamente- es que Remus solo está sorprendido, un buen shock es lo que le venía haciendo falta, tanta mojigatería le reblandece el cerebro…

- Sirius…- le amenazó.

- Escúchame, si algo como esto no le hace reaccionar, nada lo hará. La cuestión era ponerlo celoso, bien, pues ya lo has hecho.

- Pero no hacía falta que estuvieras en paños menores para eso…

- ¿Paños menores? Irene que educada te has vuelto- sonrió divertido- no hace falta que uses ese lenguaje delicado conmigo, porque te aseguro que en cuanto vuelva a esa cocina empezaran a tacharme de exhibicionista…

- Y no estarían muy equivocados.- musitó ella

- Te molesta no haberlo visto todo ¿no es eso?

- Sirius deja ya de…

- Vamos, preciosa, no tienes que ponerte así solo por que Remus y Molly estén presentes.- la interrumpió de pronto.

Irene lo miró un instante, confundida.

- Ellos comprenden que las parejas tienen sus necesidades- continuó, guiñándole un ojo y haciendo un gesto con la cabeza.- y no les íbamos a ocultar "lo nuestro" mucho más tiempo.

La joven se volvió a mirar donde él le había señalado con aquel gesto, para descubrir que la señora Weasley les espiaba por la rendija de la puerta. Seguramente Lupin tampoco andaría muy lejos.

Miró de nuevo a Sirius y asintió con la cabeza, dándole a entender que le seguiría el juego, aunque aun no estaba dispuesta a perdonarle por haberla besado sin su consentimiento.

- Eres un chucho aprovechado.- murmuró entre dientes.

El animago sonrió divertido y la cogió de nuevo por la cintura, para repetir la escena que habían protagonizado delante de Lupin, aunque esta vez sin beso alguno. Sirius se limitó a apoyar la barbilla en el hombro de la chica, consciente de que si lo intentaba de nuevo no se iba a librar de una bofetada, y al fin y al cabo, lo único que deseaba era que Molly creyera que se besaban.

- Tendremos que interpretar bien nuestros papeles- le susurró.

Antes de darle tiempo a la bruja para contestar, el mago la empujaba ya hacia el exterior.

- Cuídate preciosa.- le dijo a modo de despedida.- y recuerda que el mundo es un lugar mejor cuando tienes un novio como yo.

Ella asintió torpemente y comenzó a bajar las escalerillas en dirección a la calle, con demasiadas cosas en la cabeza como para replicar. Sin embargo, la voz de Sirius le hizo detenerse una vez más.

- Espera, Irene.

- ¿Qué pasa?

- Se te ha caído un papel.

La joven bruja miró a su alrededor sin hallar nada.

- ¿Qué papel?- le preguntó extrañada.

- El de tu envoltura, bombón.

Irene se sonrojó vivamente mientras Sirius cerraba la puerta tras de sí entre risas.

- Idiota – respondió ella en voz alta, comentario que el prófugo ignoró deliberadamente con una sonrisa.

- Bien, y ahora…

El mago, nada más girarse hacia el pasillo, se topó con una aun sorprendida señora Weasley.

- ¿Pasa algo Molly?- sonrió divertido.

- Sirius, tú…

- ¡¡¡SIRIUUUUUUUUUUUSSS!

El grito proveniente del exterior la interrumpió, y ambos reconocieron la voz de la bruja que acababa de salir por la puerta.

- Es que no puede vivir sin mí.- exclamó él, haciendo un gesto con la mano, y dirigiéndose de nuevo a la cocina, haciendo caso omiso de la llamada.- Pero es mejor estar separados un par de horas al día, no quisiera que descubriera todos mis defectos demasiado pronto.

La señora Weasley le dirigió una mirada confundida y le siguió de vuelta al interior de la casa, esperando que las muchas preguntas que tenía en la cabeza le fueran contestadas.

- ¡Sirius maldita sea, aquí fuera hay una jodida tormenta! ¡No eches a tu novia a la calle cuando está nevando, idiota!

Pero ninguno escuchó aquellos gritos malhumorados que inundaron la calle de Grimmauld Place durante mucho, mucho tiempo…

oooooooooooooooo

¡perdon, perdon! Por que lo sé, he tardao más en actualizar que nunca, si es que soy más lenta que el caballo del malo…diox mio… solo espero que aun haya alguien que se acuerde de que iba este fic :P

Aunque este capitulo lo reescribí tres veces, (todo un record personal) sigo sin estar del todo satisfecha, pero bueno, hay que tirar pa delante con la historia, aunque no tenga tanto gancho como el anterior, creo que el capi 28 fue y será el que mas gusta XP….pero no habrá actualizaciones en un futuro cercano ¡gomen! Pero ya se sabe, los exámenes a la vuelta de la esquina, mi musa dando la vuelta al mundo sin mí, etc, etc.

Solo puedo avanzar que en el próximo capitulo Sirius no morirá a manos de Remus…al menos, no todavía XD

Al igual que los personajes no me pertenecen, tampoco la frase que da titulo al capi (la encontré por esos mundos de Internet) ni el fabuloso piropo de sirius, el cual pertenece a un tipo que me crucé una vez en la calle…no, el piropo no me lo dijo a mi, desgraciadamente…

Solo decir que muchísimas gracias a los que siguen leyendo este fic ¡y sus reviews que son tan apreciados! ¡gracias por tanta paciencia!

Y como no he podido hacerlo antes, y aunque sea un poco bastante tarde, feliz año nuevo! XD

Hasta la próxima actualización! Recemos todos por que sea pronto :P