Capitulo 30: Siempre se encuentra lo que no se busca.
Abrió un ojo pero solo percibió oscuridad, se removió ligeramente, buscando una postura más cómoda que le permitiera continuar soñando pero los ruidos provenientes del piso inferior le obligaron a permanecer consciente.
Se maldijo, maldijo a los personajes ruidosos que se encontraban en su casa, maldijo el frío que sentía en aquel momento, maldijo todo lo que se encontraba a su alrededor y al mundo entero, y sobre todo, maldijo a aquel que la había llevado a su estado actual.
- Irene, tienes visita.
La inconfundible voz de su madre llegó desde la puerta, y la joven bruja tras soltar un suspiro, emergió de entre las mantas que se amontonaban sobre su cama.
- ¡Felices fiestas!
Una alegre Angelina entró entonces en su habitación, seguida de una sonriente Katie, una cargaba un ramo de lirios blancos, y la otra una caja que desprendía un fuerte olor a jengibre.
- ¿Cómo está la enferma?- preguntó Katie, dejando la caja sobre la mesilla de noche y yendo a sentarse en el borde de la cama.
- Igual de enferma.- replicó Irene, amargamente.
- ¿Qué te han dicho los medimagos?- inquirió Angelina, mientras buscaba con la mirada un jarrón donde depositar las flores.
- Que debo descansar, tomar mucho liquido y esa estúpida poción una vez al día- explicó ella, haciendo un gesto hacia una botella verde que descansaba sobre la mesa.
- Entonces no es tan grave.- sonrió Angelina.
- No, pero es una tortura ¡achís!- estornudó violentamente- ¿veis lo que os digo? En cuanto me descuido los mocos me llegan al suelo…
Katie le dio una palmadita afectuosa en el hombro.
- Sé fuerte, los gryffindor podemos con todo.
- Yo ya no soy gryffindor- replicó ella, tapándose la cabeza con una manta- ni siquiera soy persona, soy un recalentado moco andante…de hecho, ni siquiera soy andante, en cuanto doy tres pasos me mareo y tengo que tumbarme otra vez.
- ¿Sigues con fiebre? Tu madre parecía un poco preocupada por eso.- dijo Angelina, quien ya había dejado las flores bien expuestas en un jarrón junto a la ventana.
Irene asintió antes de soltar otro fuerte estornudo, aquella gripe estaba acabando no solo con sus fuerzas, si no con su buen humor; llevaba días sin mejorar, aunque tampoco había empeorado de gravedad, y comenzaba a desesperarse al no poder hacer otra cosa que dormir y comer.
- Eso te pasa por quedarte jugando en la nieve cuando hay una tormenta.- dijo Katie, con sonrisa socarrona- Ya se que hacer Lupins de nieve es muy divertido, pero ten algo más de sensatez la próxima vez.
La joven se limitó a lanzarle una mirada asesina a su amiga, ni siquiera tenía fuerzas para replicarle.
- Imagino que te aburres mucho ¿verdad?- sonrió Angelina, retomando la conversación para evitar que su amiga se enfadara.
- No tienes ni idea, creo que hasta Wynn se volverá loca si no salgo pronto de la cama, me paso el día contándole los bigotes.
La gata de pelaje blanco que dormitaba hecha un ovillo sobre una silla, se irguió levemente al escuchar su nombre. Katie y Angelina se echaron a reír.
- Así que por lo que más queráis, contadme algo que me entretenga.
- No hay mucho que contar…- musitó la capitana- bueno, ayer nos tropezamos con los gemelos, parecían estar negociando algo de un local en el callejón Diagon…
- No desistirán nunca.- suspiró Katie- continúan con la misma idea de futuro desde que tenían once años, creo que no estaban presentes cuando repartieron la madurez.
Irene rió levemente.
- Si eso les hace felices, allá ellos. Y quizás cuando tengan su propia tienda nos hagan un descuento…
- Irene- su madre asomó la cabeza interrumpiendo- tengo que salir a hacer unos recados, no olvides tomarte la…poción o medicina, o lo que sea eso.
Ella asintió con obediencia.
- Y por favor vigila a tu escarpato, si vuelvo a encontrarlo haciendo un agujero en la pared, lo echaré a la calle.
- Escarbato, mamá- corrigió ella.
- Lo que sea- replicó su madre- Katie, Angelina, estáis en vuestra casa.
- Gracias señora Brennan.- contestaron a coro las dos amigas.
Irene suspiró cuando escuchó los pasos de su madre, en dirección a la calle.
- Bueno¿os apetece una taza de té?
- Claro- sonrió Katie.
- Pues ya sabéis donde está la cocina.- replicó Irene, hundiéndose en la cama con gesto cansado.
- Por que estás enferma, que si no…-suspiró ella.
Angelina y Katie tras algunas protestas por quien tendría que ir a hacer el té, terminaron saliendo ambas hacia la cocina, prometiéndole a Irene que no romperían nada.
La enferma las miró preocupada, preguntándose si sabrían manejar una cocina muggle, sin embargo, no tuvo tiempo de inquietarse demasiado por sus amigas, ya que apenas habían salido estas por la puerta, un extraño susurro se hizo eco.
- ¿Qué es ese ruido?- exclamó para sí, aguzando el oído- Suena como…como…
- Irene…
- ¿Mi nombre?
La joven bruja salió de la cama bamboleándose y se deslizó hacia la puerta que comunicaba con el pequeño salón junto a su habitación. Miró a un lado y a otro pero no había nadie allí, lo cual le resultaba extraño.
- Creí que a lo mejor esas dos se habían equivocado de puerta…- musitó.
- Irene.
Ahora la voz resonó clara y firme, y para ella, claramente reconocible.
- ¡Sirius!- exclamó, corriendo torpemente hacia la chimenea, donde una cara sonriente asomaba entre las llamas.
- ¡Irene! Me alegra que me escucharas.
- Pero ¿es que tú no piensas en lo que haces? Si mis padres llegan a estar aquí estarías en un buen lío.
- Sí, sí, lo que tu digas.
Irene suspiró, sabia que era imposible razonar con él.
- De todas formas ¿para qué me llamabas?
- ¿Para qué?- Sirius puso gesto ofendido- hace días que no sé nada de mi novia postiza ¡estaba preocupado¿es que ya no me quieres? No me digas que sigues enfadada por esa tonta actuación frente a Remus…
- Sirius, de verdad no...¡achis!- Irene estornudó y se desplomó de rodillas, recordando entonces que estaba enferma y que no era prudente permanecer demasiado tiempo fuera de la cama, pero sobretodo, recordando qué era lo que la había llevado a su actual situación.- Sirius, te odio.
- ¿Eh?- el animago puso cara de desconcierto ante tal declaración.
- ¿Quieres saber por qué no has sabido nada de mi estos días? Pues yo te lo diré…- replicó, con claro gesto molesto- por que gracias a que "alguien" me echó a la calle como si fuera un perro en mitad de una tormenta, llevo días sin poder salir de la cama.
- ¿Estás enferma?
- Tu perspicacia me asombra.- replicó tras otro fuerte estornudo.
- Pero…pero…¡eso es terrible!- gritó dramáticamente- mi novia enferma ¿Cómo es posible¿qué vamos a hacer¡tienes que ir a San Mungo ahora mismo¡un medimago¡necesitamos un medimago ahora mismo!
- ¿A qué demonios viene tanto escándalo? Además, fuiste tú quien me puso enferma.- murmuró ella, pero Sirius no la escuchaba y continuaba con su paripé.
- Tú no te muevas de ahí, y procura calmarte, respira despacio y no te alarmes ¡estaré a tu lado en un momento¡un medimago, tengo que encontrar un medimago!
Irene le lanzó una mirada con los ojos entrecerrados
- Sirius, tengo gripe, no un niño esperando por salir de mi útero…
- ¿Pero donde encuentro yo un medimago¡a San Mungo, vamos a San Mungo ahora!
Ella se llevó una mano a la cabeza, nunca sabía si el comportamiento del mago era natural o fingido, pero en esos momentos le resultaba muy irritante.
- Sirius ¿qué haces montando ese escándalo?- Irene escuchó aquella voz que provenía del otro lado de la chimenea, y que identificó rápidamente como la de la señora Weasley.
- ¡Molly, no me molestes!- respondió el mago, girando la cabeza- ¿no ves que tengo una emergencia¡mi novia va…¡mi novia va…!
- ¿No me digas qué…- la voz de la señora Weasley sonó alarmada- ¿desde cuando¿No le faltarán unos meses aun?
- ¡No voy a tener un hijo!- bramó Irene tan fuerte que hasta Sirius tuvo que apartar unos segundos la cabeza de la chimenea para frotarse las orejas.
- Lo sé, lo sé, no hace falta ponerse agresiva…¡Irene!
El mago la llamó al ver que ella se había incorporado y se alejaba tambaleándose en dirección a la puerta.
- Me voy a la cama, necesito descansar.- replicó- cuando te canses de gritar como una maruja histérica, avísame.- y tras aquella frase, se marchó dando un portazo.
- Creo que se ha enfadado…un momento¿maruja histérica?
ooo
- Se ha quedado dormida…
- Esa poción debe ser fuerte, ha sido tomarla y caer redonda.
Angelina asintió despacio, mientras Katie le hacía muecas a Irene para comprobar que efectivamente seguía durmiendo.
- Si lo llego a saber le regalo una almohada por navidad, seguro que me lo hubiera agradecido mucho.- suspiró Angelina.
Katie rió divertida y abrió la boca para contestar cuando el timbre de la puerta principal sonó. Ambas se miraron unos segundos en silencio, hasta que Katie se levantó de su asiento haciendo un gesto con la mano.
- Ya voy yo, quizás la señora Brennan se olvidó las llaves…
Angelina asintió y la observó salir en silencio.
Apenas habían transcurrido dos minutos cuando una apurada Katie entraba de nuevo a toda velocidad en la habitación con cara de haber visto algo muy sorprendente.
- ¿Qué pasa?
- ¡Angie no te lo vas a creer!- exclamó la cazadora, corriendo hacia ella- ¡Ayúdame, rápido!
- ¿Qué¿Pero qué pasa?
- ¡Tendría que haber traído la cámara!
- ¿Estás delirando¿De qué demonios estás hablando?
- ¡Lupin está aquí¡El profesor Lupin está aquí!
- ¿Qué¿Aquí¿Ahora?
- Quiere ver a este monstruo durmiente- dijo Katie, haciéndose con la varita y agitándola en dirección a Irene.- Así que ayúdame a que esté presentable.
- Pero ¿no deberíamos despertarla?
Por un momento, Katie sonrió maliciosa.
- No hace falta, le daremos una…pequeña sorpresa.
Angelina negó con la cabeza, resignada.
- Nos matará cuando se despierte, ya lo verás.
Y la respuesta al comentario fue un leve encogimiento de hombros.
Irene se pasó una mano por los labios, aquel desagradable sabor no desaparecía, y abrió la boca esperando que así dejara de tener aquella horrible sensación, pero al hacerlo sintió el calor del líquido que corría por la comisura de sus labios hacia abajo. Supo que ahora su boca era demasiado pequeña para contener todo el líquido que brotaba sin parar, y aquel sabor tan reconocible y desagradable llenaba su lengua. Se tapó la boca con ambas manos cuando en un gesto exasperado gritó, cerrando los ojos con fuerza, y rezando por que todo aquello dejara de estar pasando.
Y su deseo fue concedido.
Irene despertó incorporándose bruscamente y con los ojos abiertos como platos, la mirada fija en algún punto de la pared, y el corazón latiéndole con fuerza.
- ¿Una pesadilla?
Ella giró despacio la cabeza hacia la voz ronca y agradable que le hablaba, y cuando su cerebro comprendió finalmente a quien estaba observando, respondió con un extraño sonido y un escalofrío.
- Parece que has tenido un sueño desagradable.
Lupin se hallaba sentado en una silla a pocos centímetros de la cabecera de la cama, sonreía tranquilo mientras acariciaba distraído una gran bola de pelo negro que ella identificó rápidamente como Py, su escarbato.
- ¿Estás bien?- preguntó él, preocupado por que la chica no hubiera movido ni un músculo desde que se lo quedara mirando.
Irene abrió la boca para contestar pero se llevó las manos a la boca con aspecto de tener nauseas, sentía que si separaba los labios, la sangre volvería a manar de su boca igual que en aquella pesadilla.
- ¿No irás a vomitar, verdad?- esta vez la voz de Katie resonó desde el umbral de la puerta.- por que te advierto que no pienso limpiarlo.
- No seas bruta- la increpó Angelina, quien se encontraba a un metro escaso de su amiga.
Irene parpadeó varias veces, preguntándose qué hacían aquellos tres en su habitación, especialmente Lupin, a quien no recordaba haber dejado entrar en ningún momento.
- ¿Cómo te sientes?- preguntó el mago.
- Bi…bien.- mintió ella, tragando saliva y reprimiendo una mueca ante aquel sabor que permanecía en su boca.
- No pareces estar bien.- habló Angelina, preocupada- ¿quieres que vaya a hacerte un té o algo?
- ¡Eso! Angie y yo te haremos un té para que te sientas mejor.- dijo Katie, sin dejarle tiempo a responder – Vamos, Angie.
- Te he dicho mil veces que no me llames Angie- replicó la chica, mientras Katie tiraba de ella hacia la cocina.
- ¿Qué fue eso?- murmuró Irene, confundida con el comportamiento de sus amigas.
- Una forma un poco torpe de excusarse para dejarnos solos, creo.- replicó Lupin con su sonrisa tranquila.
- Oh…- la joven bruja volvió a mirarlo, esta vez con claro gesto curioso.
- Te preguntas qué hago aquí ¿verdad?
Ella asintió.
- Aunque me gustaría decir que he venido por iniciativa propia, me temo que prácticamente fui obligado a venir.- respondió él, quien no parecía nada molesto por tener tal obligación.
- Sirius…- suspiró Irene, comprendiendo.
Lupin movió la cabeza en gesto afirmativo.
- Estuvo dando voces sin parar hasta que uno de nosotros accedió a venir para ver cómo te encontrabas, tuvimos que disuadirle para que no saliera de la casa…de hecho, tuvimos que hechizarle, no podíamos fiarnos demasiado.- sonrió ligeramente divertido.
Ella rodó los ojos, y el mago contuvo una carcajada.
- Siento que hayas tenido que dejar tu trabajo para venir.
- Tranquila, hoy no tenía nada importante qué hacer y me alegra ver que no te estás muriendo como decía Sirius.
La joven puso una mueca divertida.
- Te he traído unos dulces de parte de Molly, y Sirius me pidió que te diera este libro para "hacer más llevaderos los interminables días en los que careces de su presencia"- continuó con un tono difícil de interpretar, tendiéndole un libro de pequeño tamaño y tapas negras.
- Gracias.- sonrió en respuesta.
- También me dio un mensaje sobre algo de una maruja pero sinceramente, no recuerdo exactamente cual era el asunto.
- No importa.- replicó ella con una mueca, imaginando lo que Sirius habría dicho y cuantas barbaridades se habrían incluido en el proceso.
Durante unos segundos permanecieron en silencio, lanzándose miradas esquivas y formulando preguntas en sus cerebros que no llegaron a salir de sus bocas.
- ¿Te sientes mejor? – fueron las palabras que forzaron la conversación.
La pregunta la tomó por sorpresa, y por eso le dirigió una mirada confundida.
- Por la pesadilla, parecías estar pasándolo realmente mal.- continuó él.
- Ah, eso. Si, tranquilo, estoy mejor, solo espero no volver a soñar nada igual nunca más.- suspiró.
- ¿Puedo preguntar qué fue lo que soñaste?- dijo, colocando Py en el suelo y levantándose del asiento para acercarse aun más a ella.
- Oh, bueno…solo soñé que sangraba por la boca…- respondió quitándole importancia.
- Vaya, eso no es nada agradable.- sonrió levemente, mientras volvía a sentarse esta vez al borde de la cama, algo que sorprendió a la chica sobremanera.
- No, no lo es…- Irene se sentía un poco cohibida con el acercamiento.
- ¿Sabes? Cuando estaba en el colegio y sufría alguna pesadilla realmente mala, Sirius siempre era el primero en querer hacérmelo olvidar.
- ¿De verdad?- se interesó.
- Sí, hechizaba algún slytherin incauto para que me riera….no es que sea un ejemplo muy correcto, pero admito que funcionaba.- suspiró con una mueca divertida.
Irene se echó a reír, olvidando por un instante cuan cerca estaban el uno del otro.
- Lástima, no tengo ningún slythein a mano para probar esa técnica tan útil.
- Eso es lo mismo que diría Sirius.- replicó el mago, negando con la cabeza.
Ella le dedicó una mirada divertida.
- ¿Hechizarías a un slytherin incauto para que me olvidara de mis pesadillas?- preguntó pícara, sorprendiéndose incluso a sí misma, pues aquella era una broma que habría encajado muy bien Sirius pero que jamás se habría atrevido a hacerle a Remus.
Lupin se inclinó ligeramente hacia ella y guiñándole un ojo, respondió.
- No lo dudes.
La joven bruja rió, ocultando su ligero sonrojo y su turbación.
- Aquí traemos el té.- anunció Katie, haciendo aparición con una bandeja llena de tazas humeantes. Angelina la seguía con gesto resignado.
- Gracias, chicas.- sonrió amablemente Lupin.
- No hay de qué profesor- respondió Katie, sirviendo las tazas- espero que os guste, por que es un milagro que hayamos salido con vida de esa cocina muggle….
- Ya os dije que tuvierais cuidado.- dijo Irene.
- Tranquila, ha sido divertido ver a Katie peleándose con el microondas- replicó Angelina con una mueca burlona- y no hemos roto nada, no te preocupes.
Irene suspiró mientras Lupin sonreía divertido.
- Pero en serio, esos trastos ¿Cómo te las apañas? – dijo Katie- quiero decir, ese trasto tan raro ¿micropandas era¿qué de útil tiene una caja que se ilumina y da vueltas a lo que pongas dentro? Hay otras formas de que admiremos tus jarrones chinos¿sabes?
Irene soltó una carcajada.
- Pero Katie, el microondas sirve para calentar la comida, no para que admires la vajilla.
- ¿Calienta la comida?
- Calienta cualquier cosa en realidad, pero a nadie se le ocurriría calentar nada que no fuera comida…aunque escuché una vez que una mujer quiso secar a su gato metiéndolo en el microondas…el pobrecillo acabó frito…en fin, hay gente para todo.
- ¿En…en serio? Je…esto, yo…vuelvo enseguida.- Katie salió escopetada de la habitación.
- Iré a comprobar que no maldice el microondas- suspiró Angelina divertida, y haciendo un gesto con la mano, salió tras su amiga.
- Me alegra tener una póliza de seguros.- murmuró Irene, provocando que Lupin soltara una breve carcajada.
De nuevo se hizo el silencio entre los dos, ella observando los copos de nieve que caían al otro lado de la ventana, él sumido en sus pensamientos.
- ¿Puedo preguntarte algo?- Lupin interrumpió con un tono de voz tranquilo pero incómodo.
- Adelante.
- ¿Por qué tú y Sirius…
Ella sonrió levemente. Había estado esperando esa pregunta, aunque no estaba muy segura de cómo responder. Aun era demasiado pronto para confesar que su relación era una farsa pero tampoco quería que Lupin creyera que estaba perdidamente enamorada de Sirius.
- ¿Por qué? – meditó unos segundos- Quizás…quizás por que con él no me siento sola.
- ¿Cómo?- el mago parecía sorprendido con la respuesta.
- Bueno ¿no es eso lo que todos buscamos¿no estar solos?
- Sí, pero…
- Además me cuida mucho- sonrió divertida- o eso intenta, no es de los que reflexiona demasiado, y suele meter la pata… pero eso ya lo sabes de sobra.
- Pero Irene, una relación así…quiero decir que, estar con él solo por eso…¿tu le quieres, no?- Lupin parecía estar cada vez más confundido.
Para su sorpresa ella se echó a reír, no es que la pregunta en sí le hiciera gracia, sino las circunstancias en que se encontraba. Irene sacudió la cabeza, allí estaba su amor platónico, sentado junto a su cama, preguntándole con claro gesto preocupado si estaba enamorada de su mejor amigo… estúpido e hilarante.
- ¿He dicho algo gracioso?
- Algo así…
- Bueno- suspiró él, imaginando que se estaba excediendo en su interrogatorio.- supongo que ya eres lo suficientemente adulta como para saber lo que significa una relación con el bueno de Sirius Black…
¡CRASH!
- ¿Qué ha sido eso?
- ¡Angelina¡Katie¿Estáis bien?- gritó Irene.
- Sí, muy bien- respondió la voz de Angelina luego de unos segundos.
Lupin se levantó de su asiento y se asomó a la puerta desde donde vio a ambas chicas arrodilladas en las escaleras recogiendo un par de tazas rotas.
- Lo siento, iba a subir más té, pero resbalé y se me cayeron.- murmuró Katie.
- ¿Necesitáis ayuda?- preguntó Lupin.
- Eh, esto, no, no se preocupe.- respondió la cazadora que parecía un tanto nerviosa.
- ¿Estas bien?- se escuchó susurrar a Angelina a su compañera, con gesto preocupado.
- Sí, perfectamente.
- No hace falta que hagáis más té.- dijo Irene, que había salido de la cama y se apoyaba en la puerta- y podéis usar la varita, aunque haya cosas muggles, sigue siendo la casa de un mago ¿sabéis?
- Claro, que tonta.- replicó Katie con sonrisa forzada, sacando la varita y agitándola, haciendo que las tazas rotas desaparecieran.
- ¿Estás bien, Katie?- preguntó Angelina, de nuevo.
- Sí, yo… creo que me voy a casa, estoy cansada.- dijo ella.
Irene observó a sus amigas con curiosidad, ahora se comportaban de un modo aun más extraño.
- ¿Os marcháis? – preguntó algo desilusionada.
- Sí, se hace tarde.- dijo Angelina mirando su reloj de pulsera y sonriéndole a modo de disculpa - Volveremos otro día.
- De acuerdo, gracias por la visita.- respondió la joven enferma, agitando la mano.
- Hasta luego Irene, adiós profesor.- se despidieron ambas chicas saliendo apresuradamente.
Apenas un minuto después de que las dos chicas se marcharan, Irene bajó las escaleras, salió al jardín y vio como sus amigas se alejaban por el camino. Frunció el ceño, preguntándose qué demonios acababa de suceder.
- ¿Ocurre algo?
- ¿Qué?- se sobresaltó al escuchar la voz de Lupin a su lado.- Ah, no, no es nada.
- Deberías volver a la cama…
Irene asintió, pero no obedeció, sino que durante unos instantes se quedó observando la nieve acumulada en su jardín, al principio solo cavilaba sobre lo que podría haber sucedido para que sus amigas se comportaran así, pero después de perder un rato la mirada en la nieve, tuvo la impresión de que faltaba algo en aquel lugar.
- ¡El muñeco de nieve!- exclamó de pronto.
- ¿Qué?
- Este año me he olvidado de hacer el muñeco de nieve.
- ¿Muñeco de nieve?- repitió Lupin, al tiempo que la chica corría hacia un montón de nieve y hundía en él los brazos.
- Irene, no deberías hacer eso, estás enferma.
Ella sonrió, por supuesto que sabía que estaba enferma pero no podía resistirse a la tentación, así que comenzó a darle forma a la masa helada como buenamente pudo, ya que nunca había tenido demasiado talento.
- Ahora hacemos la cabeza…-murmuró, amontonando una gran bola.
Cada año había repetido aquella misma acción en su jardín nevado, ante la mirada exasperada de su madre quien siempre debía hacerse cargo de ella cuando se resfriaba por seguir tan tonta tradición. Pero a Irene le encantaba hacerlo, aun si tenía gripe y su ex profesor la estaba observando.
- Este año ya estoy enferma- se dijo en voz baja- así que un poco más no importará.
Lupin sonrió resignado.
- ¡Vamos, Remus!- lo animó- ¿No te apetece hacer un muñeco conmigo?
- Me parece que ya estoy un poco viejo para eso.
- No eres viejo- protestó ella- Uno solo es viejo cuando dice cosas de viejos, como "estos jóvenes de hoy en día" o "en mis tiempos esto no pasaba"
El mago soltó una carcajada
- Quizás tengas razón.- replicó, acercándose a ella y ayudándola a colocar la gran bola de nieve que haría de cabeza.
- Ahora le hacemos los ojos…la nariz…falta la bufanda.- sonrió, mientras admiraba la gran cabeza de nieve.- Regreso enseguida, iré a buscarla.
- No es necesario- la interrumpió el mago, tomándola del brazo para impedir que se levantara- Puede quedarse con la mía.
- ¿Qué? No, ni hablar…- exclamó, al tiempo que Lupin se deshacía de su bufanda azul y la colocaba alrededor del muñeco.
- Le sienta mejor que a mi.- sonrió él, divertido.
- Pero…
- Considéralo un regalo, puedes guardarla para el muñeco de nieve del próximo año.
Irene abrió la boca sorprendida, para finalmente asentir con la cabeza.
- De acuerdo, gracias, Mister Snow estará bien abrigado esta noche.
Lupin soltó una carcajada.
- Bien, me alegra escuchar eso.
El mago se levantó y se sacudió la nieve de la capa.
- Bueno, ha sido un placer ayudarte con la vestimenta de Mister Snow, pero debo marcharme.
Ella respondió con una mueca desilusionada, pero asintió.
Ambos regresaron al interior de la casa y marcharon hasta el vestíbulo donde se encontraba el abrigo del mago, sobre la percha.
- Será mejor que te abrigues, si empeoras me sentiré responsable.- le dijo, cogiendo una manta que descansaba sobre una silla cercana.- Ten.
- Gracias…
Irene se arrebujó en la manta que Lupin le había tendido, mientras lo observaba colocarse la capa, listo para alejarse calle abajo.
- Espero que te recuperes pronto y vengas a vernos a Grimmauld Place.- sonrió el mago.
- Claro, cuenta con ello.- la joven bruja le devolvió la sonrisa sonrojada, aunque no sabía si por el frío o por su corazón exaltado.
Lupin que ya se encontraba en el exterior, hizo ademán de girarse pero se detuvo, y se quedó mirando en algún punto de la fachada de la casa.
- ¿Qué pasa?- preguntó ella, levantando igualmente la cabeza para mirar- No me digas que Py ha vuelto a hacer un agujero…
Pero no tuvo tiempo para completar la frase pues el contacto de una boca se lo impidió.
Un escalofrío recorrió su espalda, comprendiendo entonces lo que sucedía. Remus Lupin la estaba besando…por voluntad propia y sin estar bajo los efectos de ninguna droga.
Pero antes de que Irene pudiera responder a tan romántico gesto, el mago se separó suavemente, y sin decir una sola palabra, se alejó con paso apresurado. La bruja tuvo que sostenerse al marco de la puerta pues las piernas le temblaban.
Abrió la boca varias veces pero no le salieron las palabras hasta que Remus salió de su vista.
- ¿Por qué? - se preguntó en un murmullo.
Durante unos segundos permaneció quieta, observando la calle por la que el mago acababa de desaparecer, con su cerebro repitiendo la escena una y otra vez.
- Irene ¿qué haces en la puerta con esa cara de pasmada?
La joven parpadeó, dándose cuenta entonces que su madre había regresado y estaba plantada delante de ella.
- Vas a ponerte peor, entra en casa.- dijo la señora Brennan, entrando en el vestíbulo y dejando varias bolsas en el suelo.- Y ten cuidado con el muérdago cuando cierres la puerta.
Irene levantó la cabeza automáticamente y recordó con cierta sorpresa que había algunas hojas de muérdago colgando del dintel bajo el que se encontraba.
- ¿Por eso me besó?- se preguntó confundida - ¿Era por seguir la tradición¿O el muérdago era una excusa?
- Irene, cierra ya la puerta.- exclamó su madre que ya se encontraba al final del pasillo.
La joven asintió obediente y cerró la puerta lentamente, echando un último vistazo a las pisadas impresas en la nieve que se alejaban de la casa.
- ¿Qué voy a hacer contigo, Remus Lupin?- suspiró cerrando los ojos y regresando de nuevo al interior.
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Increíble, tantas paginas para contar prácticamente nada…bueno, de nuevo me disculpo por el retraso, pero últimamente me cuesta mucho escribir, así que sigo pidiendo paciencia (ya se nota que me salio un poco soso este capi, no pidáis peras al olmo…)
Como es costumbre, el titulo no me pertenece y la fabulosa pesadilla de la prota pertenece a mi subconsciente, tan inspirador él cuando se trata de joderme...
Con respecto al próximo capitulo, no puedo avanzar mucho ya que ni siquiera yo estoy muy segura de lo que voy a escribir jeje, solo decir que para no variar, todo este asunto se complicará más, e intentaré que Sirius tenga más frases (este hombre es mi ídolo XD)
Como siempre, dudas, sugerencias y cheques al portador son bien recibidos :P
Mil gracias por los reviews y los ánimos que me dais!
