¿Para qué te contrataron?

Llevaban alrededor de una hora caminando bajo la sombra de los árboles y las viviendas. Uno al lado del otro en silencio casi absoluto, escuchándose de vez en cuando el parloteo de Niji y las pisadas de ellos. Sasuke se encontraba una vez más absorto en el papel que cargaba consigo en ambas manos, le echaba una última mirada antes de guardarlo en su mochila.

Con el estómago vacío y sin ningún tipo de alimento, empezaron a sentir hambre, y a pesar de que el rugir de sus estómagos los delataba, ninguno mencionaba palabra alguna.

El sol empezaba a elevarse, y otra media hora había trascurrido. El fresco de la mañana empezaba a desvanecerse, y los rayos ya les calentaba la espalda.

Sumergida en su memoria, la escribana se encontraba divagando en los recuerdos que se escapaban del pasado. Abriendo heridas a lo largo del camino. ¿Cuándo sanarían? E incluso se preguntaba si algún día lo harían. Despertar y no sentirlo nunca más, pensando que la vida sería más sencilla si uno pudiera saber cuando se está equivocando.

Por supuesto que no se echaría para atrás.

Simplemente no había empezado con el pie derecho, comenzando con su compañero, a quien pensaba conocer un poco… pero era muy distinto a lo que ella recordaba unos meses atrás. No podía evitar pensar que tal vez ella había hecho o dicho algo que no había sido de su agrado. Algún acto, algún comentario, algo que ella no sabía.

Una vez más volvió a gruñir el estómago de la muchacha, llegando el ruido hasta los oídos de Sasuke, dándole él una mirada por el rabillo del ojo.

–En poco llegaremos a otra área de comercio. Comeremos ahí. –le comentó, apresurando un poco más el paso. –Deberías dejarlo extender un poco las alas.

–No creo que sea lo mejor –respondió Sakura mirándolo apenada, imaginando que él pensaba mal de ella al no dejar volar a Niji. Pero prometía no ser mala dueña.

En menos de medio kilómetro el área comenzaba a verse más poblada, y con muchísima más gente transitando las calles, volvía a animarse el paisaje.

Se acomodó el chal, asegurándose de cubrir bien su cabello, recuperó la postura y pintó una sonrisa en su rostro, siguiéndole el paso a Sasuke, después de que él había entrado en un local de ramen.

–¿No crees que sería mejor comer algo menos pesado? –le preguntó Sakura dudosa, tomando asiento frente a él en la mesa –Puede que nos digan algo por Niji… –insistió tratando de hacerlo cambiar de parecer.

Sasuke, miraba detenidamente el menú, escaneándolo de arriba hacia abajo. No tenía demasiadas palabras escritas, eran más bien dibujos de los platillos.

–No, no lo creo –le respondió retirando la vista del menú para verla a ella, y colocándolo en la mesa. Las mismas palabras que ella le había dado –¿Estás lista? –le preguntó, buscando a alguien que les tomara la orden.

–No, aun no… –respondió tomando de inmediato el menú por primera vez, buscando algo de su agrado al ver que el mesero se aproximaba a su mesa.

–Voy a pedir para los dos –habló Sasuke –ve a lavarte las manos para ir yo después –le dijo retomando su vista en el menú.

Sakura le sonrió a Sasuke, y se levantó de su asiento.

–Gracias –le dijo marchándose en busca del baño.

Ese sí se parecía más al Sasuke que había conocido en Konoha, serio, reservado, y para nada lucía estar fastidiado. Así lo recordaba a él.

Encontró el baño al final y entró a lavarse las manos.

En instantes salió del pequeño cuarto, y se sorprendió al ver a Sasuke parado frente a la puerta, cargando las cosas de ella en un hombro, y las de él en el otro, sosteniendo la jaula de Niji del asa.

–No creí haberme tardado tanto…

–Salgamos por la puerta trasera –le susurró Sasuke, inclinándose a la oreja de ella.

–¿Pero qué…? –preguntó la escribana tratando de encontrar la mesa donde se habían sentado ellos.

Sasuke la tomó del brazo sin darle explicación alguna y la llevó hasta la salida que era sólo para los empleados. Sakura le hacía preguntas al no comprender sus acciones, pero él no le respondía ninguna. Atravesaron un callejón, hasta encontrarse nuevamente en la calle principal, dejando tras sus espaldas aquel local.

–¿Por qué nos fuimos? ¿Qué pasó? –volvió a preguntarle la pelirrosa, deteniendo el paso y zafándose del agarre. No dispuesta a continuar sin dialogar primero.

–Eso mismo te preguntó yo –le exigió Sasuke, aun mirando detrás de ellos.

Le entregó a Niji, y continuó caminando hacia al norte.

–Viajaremos en carruaje, al menos hasta que salgamos de esta aldea –le informó, caminando más de prisa.

–Pensé que utilizaríamos el dinero en emergencias –le contradijo Sakura, empezando a caminar a un lado de él, viéndole con confusión.

–Entonces dime quién te está persiguiendo –le dijo, esperando una respuesta por parte de ella.

–Nadie, nos está siguiendo –respondió aun más confundida.

–¿Nos? –preguntó retóricamente –te aseguro que no es a mí a quien buscan.

Para suerte de ambos encontraron un establecimiento grande de carruajes no muy lejos del restaurante de ramen. Sasuke pagó el más económico que les ofrecieron, y continuaron con su camino, a una velocidad mucho más rápida.

Apenas se habían acomodado en sus asientos cuando Sasuke con sus manos sacaba algo de su mochila. Le extendió la mano a Sakura y le entregó un onigiri.

–Esto tendrá que ser suficiente hasta que lleguemos a la próxima aldea. –le dijo. Sacando uno para él también –Al atardecer saldremos de aquí y llegaremos a un área poco frecuentada. Por la mañana continuamos y estaremos en la aldea de la Palma. –le explicó el corto plan.

Al bajar el sol se podían ver a lo lejos las puertas que conformaban la salida de la aldea, y las escoltas que la resguardaban.

El coche pasó por una inspección ligera y rápida, y al cabo de unos minutos se hallaban bajando del carruaje, dirigiéndose al hostal donde pasarían la noche. No era una aldea grande ni muy conocida, justo lo que necesitaba.

–Una habitación con dos camas –le pidió Sasuke al dueño del hostal.

Después de registrarse y pagar por la noche de estadía, los dos muchachos fueron escoltados hasta su habitación. Cada uno se recostó en su cama, hasta que el rugir de la mañana volvió a hacerse presente.

–Iré a ver qué hay de comer –dijo Sasuke levantándose de la cama.

–Te acompaño –se ofreció la muchacha, dejando sus cosas a un lado a la cama, y buscando su chal sobre el buró que compartían.

–Es mejor que te quedes –se negó –y pienses en lo que te dije –dijo antes de cerrar la puerta detrás de él.

¿Pero quién se creía él dándole órdenes a ella? Nadie había votado por él para líder cascarrabias. Eran compañeros, no jefe y subordinado.

Además, ¿qué debía contarle? Su vida personal sólo era de ella.

Nadie los estaba siguiendo, se repetía una y otra vez. Hacía bastante tiempo desde la última vez que alguien dudaba de ella, y todo era más fácil cuando sólo se dedicaba a prestar sus servicios como escribana. Regresar al sur no parecía haber sido tan buena idea, pero no podía hacer ya nada el respecto, y si alguien la había visto nada iba a cambiar ese echo.

No quería mentirle a Sasuke, era su compañero, y ambos iban a donde mismo, con la misma determinación. Pero abrir las heridas del pasado dolía, y no traía nada bueno más que dolor, y un remordimiento que la carcomía por dentro. Todavía pesaba demasiado en su conciencia, estaba resignada que así sería.

Mientras ciertos rostros se marcaban aún más en su memoria, otros parecían desvanecerse más cada día.

No quería exponerlo a él y que lo asociaran con ella. No otra persona, no volvería a pasar lo mismo. Por eso mismo se había marchado, por eso mismo había desaparecido. Por eso mismo era mejor no hacer amigos… o tal vez sólo no regresar al sur… las dos cosas iban de la mano, pensaba ella.

Buscó entre sus cosas ropa interior para aprovechar y darse un baño rápido antes de que regresara Sasuke.

El restaurante situado en el primer piso del hostal se hallaba lleno, y supuso que conseguir comida tomaría más de lo que había pensado.

Se abrió el paso entre la muchedumbre, chocando con algunas personas que estaban un poco pasadas de copas. Algunas le sonreían y otras simplemente le daban un medio gruñido, pero el ignoraba todo porque lo único que quería hacer era llegar a pedir la comida y poderse ir a descansar.

El menú se veía sencillo, pero tratando de mantener los gastos al mínimo ordenó el platillo más económico para cada uno. Y alrededor de 15 minutos después le entregaron la comida en dos bolsas de papel color marrón. No tomarían nada, porque brazos extras no tenía, y no pensaba volver a bajar con todo ese gentío.

Subió al segundo piso con ambos manos ocupadas, y al acercarse a su habitación se disponía a tocar la puerta con su pie. Sin embargo, fue recibido por un fuerte portazo que lo tiró hasta el suelo, soltando las dos bolsas y regando la comida por el suelo.

El impacto había sido tan fuerte que el golpe lo desorientó, pero no más de tres segundos, y le sorprendió que la puerta no se hubiese trozado, por lo contrario, se había vuelto a cerrar por el rebote.

Pensando que había sido obra de Sakura se levantó del suelo en un instante. Tomó la perilla de la puerta molesto y la abrió de un jalón.

–Espero que el hambre se te haya ido, porque lo echaste todo al…

Pero lo que sus ojos veían lo hicieron reaccionar más rápido de lo que tardó en levantarse del suelo.

Bajó su mano izquierda a su pantalón, y de ahí saco tres kunais que lanzó con puntería exacta a sus blancos.

Las primeras dos fueron a dar a las muñecas del hombre que tenía a la escribana aprisionada contra la pared. La mejilla derecha de ella, al igual que sus costillas sentían el frío de la pared, pues su cuerpo sólo era cubierto por un camisón delgado, y el brazo derecho lo tenía torcido detrás de su espalda.

Las dos navajas rozaron las muñecas del hombre, haciendo que soltara el agarre que tenía en el cabello de la pelirrosa, soltando un gruñido, pero simplemente aflojando el agarre que ejercía él en el brazo de la muchacha.

Y la última kunai rozó la frente del otro individuo, quien se hallaba de cuclillas en el suelo, husmeando con rapidez en las pertenencias de Sakura, lanzando las cosas por todos lados. La velocidad y el filo le cortaron la mitad del flequillo, e hizo que le escurriera un fino hilo rojo sobre el tabique de la nariz.

Captando así con eficacia la atención de todos los presentes.

–La próxima irá directo a sus cabezas –los sentenció Sasuke parado bajo el marco de la puerta, con otro par de kunais ya en ambas manos, apuntando a los dos hombres.

El tipo más robusto, quien tenía a Sakura en sus manos la retiró de la pared, la atrajo hacia él jalándola del cabello y la soltó del brazo. Zafó de un tirón la kunai que había quedado clavada en la pared y la dirigió al cuello de la muchacha.

–No queremos nada contigo, es ella a quien buscamos –habló por primera vez el hombre que tenía a Sakura, retrocediendo hacia atrás.

Sasuke se mantuvo en silencio, examinando a los intrusos de pies a cabeza, y sus alrededores. Avanzó a paso lento hacia el hombre robusto, aun sin bajar las kunais que apuntaba a ambos.

–Sólo lo diré una vez más. –dijo parado a dos metros de distancia –La próxima ira directo a sus…

–No –lo interrumpió Sakura –i-iré con ellos –le dijo a Sasuke, con la mirada fija en las kunais que él sostenía.

El pelinegro no la contradijo, ni objetó, sólo la miró directamente a los ojos, tratando de descifrar cual sería el próximo movimiento.

–Es lo más sensato. –dijo el hombre bajando la kunai del cuello de ella, sin soltar el agarre en su cabello –Vamos, Ruji – le habló a su compañero en el otro extremo de la habitación.

Sakura apenas dejó de sentir el filo en su garganta y aprovechó el momento para desencajar con ambas manos la otra kunai de la pared. El hombre intentó jalarla del cabello al percatarse de lo que iba a hacer, pero no había sido lo suficientemente ágil, y terminó con el arma encajada en la pierna derecha.

El hombre soltó un grito de dolor y aventó a la muchacha contra la puerta del baño.

Perdiendo la fuerza en su pierna derecha, también desapareció su equilibrio y se tambaleó hacia atrás tratando de sostenerse de algo. Lo único que sus manos encontraron torpemente fueron las cortinas de la ventana, las cuales jaló y se trajo consigo mismo al suelo, terminando enredado en ellas, y rematando con un golpe en la cabeza con el tubo de éstas, quedando inconsciente.

Su compañero, un poco más bajo de estatura y delgado de complexión, no desaprovechó la conmoción. Dio un par de saltos entre las camas hasta llegar a la pelirrosa y se abalanzó sobre ella. Una mano recargada en la puerta, sosteniendo el cabello de ella, y la otra apuntando la kunai nuevamente a su cuello.

–¡Esto no era personal, mocosa, pero lo acabas de hacer! –dijo exaltado.

La escribana vio la cara de desquicio que el hombre tenía y se asustó al ver cómo le escurría poca sangre de la nariz.

Cerró sus ojos con fuerza, y aunque más pegada a la puerta no podía estar, lo intentó girando su cabeza en dirección hacia la ventana, sin importar que le jalara el cabello. Sintió un líquido tibio caer en su mejilla y abrió los ojos al instante.

–Pensé que la próxima sería mi cabeza –habló burlándose sin quitar la mirada de Sakura, quien lo veía con terror.

No les daría el gusto de verlo en dolor, la navaja encajada en su mano y clavada en la puerta dolía menos que una humillación.

Sasuke no respondió nada ante aquel comentario, y continuó avanzando, con el último kunai en su mano. Ignoró la presencia de aquel hombre, y rasgó de forma horizontal la puerta del baño, liberando así a la muchacha del agarre de aquel hombre.

–¿A dónde creen que van? –les preguntó el tipo con la mano todavía clavada, pero zafándose con la ayuda de la otra.

Sasuke vio la rapidez con la que el hombre se acercaba a ellos y empujó a Sakura afuera de la habitación, cerrando la puerta al salir ellos.

No teniendo la libertad de poder pelear sin preocuparse por el bienestar de la muchacha y de llamar mucho la atención al causar un alboroto, con lo poco que pudo pensar en segundos la tomó del brazo, y al ver la punta de la kunai desde afuera, jaló a la escribana para sacarla del trance y que echara a andar sus piernas.

Bajaron con rapidez las escaleras, aunque Sakura casi tropezó en el último escalón al escuchar al hombre gritar detrás de ellos desde el segundo piso.

–¡Aún no terminamos!

Ninguno de los dos muchachos se detuvo para verle la cara. Sasuke sólo le jaló el brazo a la pelirrosa e hicieron su camino a la salida del hostal, no sin antes ambos ser rozados por una kunai en el hombro derecho, pero recibiendo Sasuke una más en su espalda.

Sin dejar de correr soltó del brazo a la muchacha, se deshizo de la kunai en su espalda de un tirón, y la aventó al piso.

Corrieron hasta llegar a un área menos transitada, donde los árboles se encargaban de esconderlos de aquel par de ojos que los perseguían, y la oscuridad de la noche los hacía perderse entre la maleza del bosque. Se detuvieron a los pocos minutos de haber huido, ya que Sakura necesitaba detenerse a recuperar su respiración.

–¿Quiénes son esos tipos? –le preguntó Sasuke a la muchacha dándole la espalda, mientras trataba de descifrar qué camino debían tomar.

–Realmente no lo sé, pero…

–Sabes, ya no me importa eso ahorita, –la interrumpió Sasuke –tu cara no intimida a nadie… –prosiguió, presionando su mano contra su hombro derecho –¿pero en qué problemas te metiste? –dijo al último casi en un susurro, no siendo audible para ella.

Sakura con la cabeza gacha no sabía qué responder. Ni siquiera si debía responder algo o simplemente quedarse callada, escuchando el regaño totalmente fundamentado de Sasuke.

Sin mapa, sin brújula, y con las estrellas siendo tapadas por las copas de los árboles estaban perdidos. Su equipaje lo habían dejado atrás, junto con todo lo que poseían. La situación no se podía poner peor.

Sasuke empezó a caminar, guiándose por los escasos rayos de luna que se infiltraban a través de los árboles, esperando ir en la dirección correcta, cuando a los pocos minutos se dio cuenta de que el rozón en su hombro le dolía más que la herida en su espalda.

Fue ahí que recordó aquel pequeño detalle del cual no se había percatado.

–Sakura –la llamó parando en secó, volteando hacia atrás para verla –¿por qué no me has dicho que te duele el hombro derecho?

La muchacha abrió los ojos en asombro. No comprendía como es que él había notado el malestar en el rostro de ella, estaba segura que lo había escondido bien, más aparte le venía dando la espalda a ella.

Pero antes de que ella pudiera responder algo, él se le adelantó.

–La kunai que nos rozó cuando íbamos de salida tenía veneno. –se sentó en el piso cruzado de piernas –Tenemos que extraerlo –le dijo mirándola hacia arriba, pues ella aun seguía de pie a un lado de él.

–Sólo conozco un poco de primeros auxilios… –respondió la muchacha sentándose a un lado de él.

–Esto es sencillo, –se quitó su poncho y se arremangó la manga de su playera –yo lo haré primero para que veas. Debes de quedarte quieta y no moverte.

Y ella asintió con la cabeza.

Sin la necesidad de tener que batallar con la ropa de la muchacha, pues carecía de ella en esos momentos, tomó el brazo de ella y puso su boca en el hombro de ella, succionando el veneno con su boca.

La escribana cerró sus ojos ya que le dolía un poco, y giró su cabeza al lado contrario de él. Sasuke escupió el liquido y repitió el proceso una vez más.

–Era poco veneno y no era tan letal –le informó limpiándose su boca con el cuello de su playera –eso debería ser suficiente.

Sakura movió un poco su hombro en círculos y se hincó a un lado de Sasuke para hacer lo mismo.

Tomó el brazo de él y succionó el veneno de su hombro. A diferencia de ella, el pelinegro tenía un semblante de serenidad, pero la segunda vez que la muchacha repitió el procedimiento no puedo evitar moverse, girando su rostro al lado contrario de la escribana, zafándose del agarre de ella.

Sakura escupió el veneno de su boca y se dirigió a verlo con cara de reproche.

–Dijiste que no debíamos movernos.

–Me mordiste muy fuerte –le respondió mirando al suelo mientras se bajaba la manga para cubrirse el brazo.

–¡Claro que no! –se defendió la pelirrosa levantándose del suelo, sacudiéndose el camisón que llevaba puesto.

–¿A dónde vas? –le preguntó Sasuke mientras cerraba sus ojos y dejaba caer su espalda en el tronco de un árbol.

Sakura al ver que no tenía opciones se quedó parada en el mismo sitió del que se había levantado y después se sentó.

–A ningún lado.

Una vez sentada en el suelo se acostó, y se acomodó en posición fetal, con sus brazos debajo de su cabeza, sirviéndole de almohada. Apenas y cerró sus ojos cuando algo le había sido arrojado a la cara.

–Tapate, –le dijo Sasuke aún con los ojos cerrados –te puedes enfermar.

Sakura tomó el objeto con ambas manos y lo extendió para darse cuenta que era el poncho de él.

–Gracias, estoy bien así. No hace mucho frío –le respondió extendiéndole la mano para que lo tomara. No agregaría otra deuda más a la lista.

–No tenemos dinero para medicina. Es más, no tenemos dinero para nada… –le dijo el pelinegro, esperando que la culpa la hiciera hablar un poco del suceso anterior.

Al no poder refutar aquel reclamo se puso el poncho y se hecho nuevamente al suelo, viendo fijamente como Sasuke descansaba tan tranquilo.

No era justo, ella sabía que él no merecía pasar la noche en el bosque, y que todas sus pertenencias se hubieran extraviado.

–Los escribanos no somos del todo bienvenidos en el sur –le comentó la muchacha.

Y después de escasos segundos, al no recibir algún comentario por parte de él cerró sus ojos.

–¿Y quién es Haru? –preguntó Sasuke.

La muchacha abrió sus ojos nuevamente, pero él aún los tenía cerrados.

–Es un nombre del pasado –le respondió dándole la espalda.

–Pensé que tu nombre era Sakura.

–Y lo es –respondió con algo de confusión ante aquella pregunta.

–Haru Hatake… –volvió a mencionar Sasuke –Tienes un apellido de prestigio ¿por qué no lo usas?

–Porque sólo trae problemas –respondió en voz baja, pero el muchacho tenía unos oídos muy agudos.

–¿Sakura o Haru? –le preguntó enderezando su postura, mirando fijamente el cabello de la pelirrosa.

Le había dado un mal corte, pero habían salido casi ilesos de aquella situación.

La escribana sintió un escalofrió recorrerla del cuello hasta los pies, y juraría que alguien estaba detrás de ella. Bruscamente se giró y tocó el suelo donde creyó se hallaba alguien. Miró a todos lado y después dirigió su vista a Sasuke, quien seguía con los ojos cerrados.

–Sakura… –le respondió con trémulo, recargándose en el mismo tronco que él.

–Descansa, yo haré guardia –le dijo el pelinegro. Pensando ella que finalmente había abierto sus ojos.

–¿Para qué te contrataron? –le preguntó Sakura a su compañero.

–Para entrenar –le respondió acomodando su postura.

Con la rodilla flexionada y su brazo izquierdo apoyado en ésta. Manteniendo la mirada hacia el frente.

–¿Y a ti? –le preguntó a ella.

–Para enseñar. –dijo riéndose levemente –Ya no serás mi único alumno –aunque, con las rodillas flexionadas y sus brazos apoyados en ellas, se cubría casi la mitad del rostro.

–Entonces aprenderán pronto –comentó poniéndose de pie. Sacó un kunai de su bolsillo y se lo entregó a ella.

–¿A dónde vas? –le preguntó Sakura tomando el arma, viendo cómo se alejaba él.

–Haré una ronda para asegurarme que no animales cercas –respondió alejándose cada vez más.

–Voy contigo –protestó la muchacha poniéndose de pie al no querer quedarse sola nuevamente, pues la última vez no le había ido para nada bien.

–Y también necesito ir al baño… –fue lo último que dijo antes de desaparecer entre los arbustos.

Sin más opciones volvió a sentarse en el suelo. Con la kunai en la mano la movió en diferentes ángulos, viendo como la luz de la luna se reflejaba en la navaja, creando un destello en las hojas de los árboles.

"¿Qué son?"

"Es una kunai, y ésta es una shuriken"

"Están muy filosas, me puedo cortar"

"No si practicas"

"Pero no necesito usarlas"

"Ese es el truco… debes aprender a usarlas, esperando que jamás necesites hacerlo"

"Sakura…"

–Sakura…

Y de un suspiro hondo salió de lo más profundo de sus sueños, escuchando que la llamaban y la sacudían del hombro. Con las manos entrelazadas en la kunai la apuntó a lo primero que voy al abrir los ojos.

–Ten cuidado. –le dijo Sasuke esperando a que se la entregara. –Ya es hora de irnos. La aldea de las palmas no queda muy lejos de aquí.

Sakura se levanto del suelo y se percató de que el sol todavía no salía por completo, pero el cielo ya se estaba aclarando. Lanzó un bostezo al aire, que cubrió con una de sus manos, cerró sus ojos con fuerza, y estiró sus brazos lo más alto que pudo. Sacudiéndose el poco cansancio que le quedaba.

–Toma –Sasuke sacó un paquete envuelto en papel blanco debajo de su brazo y se lo entregó a la escribana.

–¿Qué es? –preguntó llena de curiosidad, dándole vueltas de izquierda a derecha.

–Algo que te hace falta. –le respondió dejándola atrás –Te espero más adelante, no tardes mucho.

La muchacha rompió la envoltura del paquete, y de éste sacó una prenda que extendió. Lo observó por un momento y se preguntó si Sasuke pensaba que ella era un hombre, o que la ropa de mujer simplemente no le favorecía a ella. Pero después sacudió su cabeza, deshaciéndose de aquellos pensamientos.

–Pero estos overoles le quedan a Sasuke… no a mí –dijo entre risas. Por supuesto que le tenía gratitud. –Gracias.