Equipo de tres
Las dos permanecían en silencio, sentadas alrededor de la mesa, una al lado de la otra. Piernas dobladas como si estuviesen hincadas, pero sentadas sobre estas; mano izquierda encima de la derecha descansando sobre el regazo de cada una, y por supuesto, no podían faltar las sonrisas que esporádicamente les regalaban a los invitados. Se tomaban decisiones importantes sobre el futuro de ambas, aunque escasamente se les pedía su opinión, y sus acciones se limitaban a asentar ocasionalmente con la cabeza. Amables, reservadas y obedientes. A una aún le faltaban dos años para siquiera empezar a ver posibles candidatos, pero a la mayor le restaba menos de un año de soltería.
Sabía que tardo o temprano el día llegaría, que era iluso desear que todavía faltara más tiempo porque dilatarlo no cambiaría nada. También era consciente de que esos temas no estaban abiertos a discusión. No se trataba de la vestimenta que usaría para dar un paseo, ni del instrumento que aprendería a tocar, o qué merendaría por la tarde. Era honesta consigo misma, no le desagradaba el muchacho sentado frente a ella, ni tenía nada en contra de su familia que lo acompañaba. Es más, hasta aprecio le tenía, pero… nada más.
En esas platicas siempre se sentía igual, relegada a formar parte de la habitación. Un adorno más, algo lindo que mirar. Placentero ante la vista, obediente ante los oídos, y cordial ante sus acciones; le repetían que así debía ser ella.
Los dos muchachos cruzaron la vista en lo que parecía ser coincidencia, que a pesar de estar en la misma habitación y sentados uno frente al otro, la mirada de ambos divagaba en la mesa y los rostros de los mayores. Y tan rápido como intercambiaron miradas, sonrieron tenuemente y regresaron a lo suyo: escuchar a los demás hablar, y asentar de ser necesario.
…
Mientras ambos comían el almuerzo, Sakura no había podido ignorar la conversación que se llevaba a espaldas de ella. Sasuke, a quien le era posible observar a las personas de dicha plática, sólo negaba con la cabeza mientras le daba una mordida al pan que sostenía en mano, sugiriéndole que ni siquiera pensara en hacerlo.
–No he dicho nada –se defendió la escribana, antes de que su compañero le reprochara algo, pues ya empezaba a reconocer las caras de él.
–Pero me doy una idea de lo que estás imaginando.
–¿Y desde cuándo lees mentes?
–Desde que empecé a viajar contigo. –la señaló con su dedo índice –Es una habilidad que tuve que aprender, pero que lamentablemente solo funciona en ti.
–¿Lo dices porque soy fácil de leer? –fingió sentirse ofendida, llevándose una mano al pecho.
–Eres predecible al ver tu cara –respondió él circulando en el aire el rostro de ella con su dedo índice.
Sakura se limitó a chistar, sabiendo que había sido acorralada. Volteó hacia la entrada del hostal, dejando ver únicamente su perfil.
–A ver, ¿en qué estoy pensando ahora? –preguntó Sakura.
–En algo que no puedo decir en público –respondió con seriedad, resumiendo su atención hacia su plato de comida.
–¡Sasuke! –lo llamó con lo que se conoce como un pequeño grito susurrado, ahogado de vergüenza.
Quiso ver la cara que había hecho ella y burlarse un poco, pero ni la vista levantó de su plato, continuando así tranquilamente con su almuerzo.
–Doy por terminada esta platica, y nos vemos al rato –se despidió nerviosa y fugazmente, dejando a medias su almuerzo.
–¿A dónde vas? Partimos antes de que se meta el sol.
–A donde sea que no me alcance tu mente. –salió apresurada del lugar.
Había tratado de contener la risa por demasiado tiempo que a estas alturas sólo se pudo manifestar en una sonrisa burlona. Se preguntaba en qué había pensado realmente su compañera porque el bochorno con el que había hablado y lo colorado de su rostro, dejaba que su imaginación volara.
Porque viajar y convivir con la escribana era diferente a sólo pagarle por sus servicios.
Sacudió la cabeza y continuó comiendo. Le hacía falta descansar un poco a su mente, pues todo el tiempo estaba a alerta, esperando que en cualquier momento alguien los atacara. Viajar con la escribana era diferente a viajar solo, no estaba acostumbrado a tener que velar por la seguridad de alguien más. No era difícil cuidar de alguien… era ella la que lo hacía complicado, llamando la atención a donde fuera que pusieran pie. De cierta forma extrañaba pasar desapercibido.
–No quise interrumpir tu almuerzo con la linda señorita, –sintió una palmada en su hombro izquierdo –pero como ya se fue podemos ponernos al corriente.
–Llegaste más temprano de lo acordado –no hacía falta levantar su mirada para saber de quién se trataba. Pocos se atrevían a tocarle el hombro y muchos menos tenían una placida historia que contar tras el encuentro. Y de entre esos, solo uno tenía una voz tan fuerte como la del susodicho, ahora sentado frente a él.
–Puedes fingir que te alegra verme, Sasuke. –dijo entre dientes, cruzándose de brazos.
–Deseaba disfrutar un poco más el almuerzo, pero en vista de que ya llegaste, será mejor irnos.
–Pero escuché que habrá una feria por la noche… –comentó el muchacho tratando de convencer a Sasuke.
…
Y desde la ventana de su habitación que daba hacia la calle, escondida tras la cortina observaba al grupo de personas que estaban afuera. Escribanos no eran, pero compartían las mismas libertades que ellos, viajaban de aldea en aldea, tratando de llevar alegría a quien pudiesen. Sí, tenía años que no tocaba el erhu, pero lo que bien se aprende no se olvida, o eso deseaba que fuera cierto.
Si tomara esa oportunidad podría recuperar algo del dinero que habían perdido por su culpa, y podría regresarle el favor a Sasuke comprándole un nuevo haori, así como él le había regalado una prenda a ella. Aunque realmente no conocía los gustos de su compañero. Siempre vestía colores oscuros, no era como que llevaran muchos cambios de ropa con ellos, y no habían hablado de lo que les gustaba o disgustaba.
Escuchó como una llave era introducida en el picaporte, tratando de abrir con calma la puerta, pero ella no le prestó importancia. Sólo podría tratarse de Sasuke, y si fuese algo urgente entraría con tal rapidez que no le daría tiempo de reaccionar a ella.
–Sakura… –la llamaron después de cerrar la puerta.
De hecho, seguía sabiendo muy poco sobre su compañero. Claro, sabía que tenía una familia, a los cuales conocía como "madre" y "hermano". Así siempre se había dirigido Sasuke hacia ellos, no tenían rostro alguno en la mente de ella, ni poseían nombre propio. "Madre" estaba casada con "padre", al cual nunca le había redactado una carta, al menos no con ella. "Madre" era compresiva, y temerosa del incierto futuro de su hijo. "Hermano" era mayor que Sasuke, y la mano derecha de "padre". No conocía mucho de ellos.
–¿Sakura?
–Sabes, –respondió sin quitar la vista de la ventana –he estado pensando que puedo ganar dinero si…
–Ya te dije que no es prudente, pero no vengo a-
–No, –lo interrumpió a media oración –ya lo pensé, y si tú haces la negociación…
Se dio la vuelta para verlo frente a frente y que confiara en ella. Su plan no tenía fallas, y sabía que bastaría con que la oyera para que aceptara.
–Vengo a presentarte a Naruto y decirte que ya nos vamos.
Frente a ella y a más o menos a metro y medio de distancia se hallaba Sasuke acompañado de un muchacho rubio al que ella no conocía. ¿Naruto? No se parecía al niño que varias veces vio a la par de Sasuke. La persona frente a ella diferente, eso sí, la sonrisa y ojos traviesos seguían siendo los mismos. Por su puesto, no esperaba ver a un niño de doce ser el compañero de ambos, pero… realmente ni ella sabía que esperar. Se había quedado sorprendida, y sin duda alguna alegre de por fin conocer a su compañero. Se veía que era de gestos amables y sonrisa cálida.
–A esos pensamientos me refería, Sakura –interrumpió Sasuke el incómodo silencio que se había formado, y avanzó hacia su cama para tomar la mochila que cargaba sus pocas pertenencias.
E instintivamente ella cubrió su frente con su mano derecha.
–Sakura. –se presentó sonriendo amistosamente y sin retirar la palma de su frente –Mucho gusto –e hizo una pequeña reverencia.
–Naruto. –le respondió con la misma sonrisa. –Veo que ya conoces el lado sutil de Sasuke con su poca paciencia –le susurró al pasar al lado de ella y rió en voz baja, dirigiéndose hacia su amigo. –¿Cargo con el morral de Sakura? –preguntó el rubio
–No. Ella puede –respondió Sasuke saliendo de la habitación.
–Así es de voluble –comentó Sakura encaminándose a recoger sus pertenencias.
–Eres demasiado paciente, Sakura.
–No, –respondió ella –sólo he cometido errores que no creo que él vaya a olvidar.
…
Apenas llevaban una hora en el camino y a Sasuke ya se le había colmado la paciencia en escuchar hablar a sus compañeros hasta por los codos. Que a Naruto le gustaba el naranja, y Sakura el beige; que a ambos les agradaban más los perros que los gatos, que a él le encantaba el ramen, y a ella el katsudon. ¿Que si preferían un día soleado o nublado? ¿Que si frío o caliente? ¿Que si la playa o las montañas, de noche o de día, otoño o primavera? ¿Arriba o abajo? ¿Que si té o café? Ninguno, chocolate caliente. ¿Izquierda o derecha? ¿Vino o cerveza? ¿clara u oscura?
Era evidente que habían empezado la relación con una muy buena pinta. Ambos parecían caerse bien, y compartían varios gustos y cosas en común, todo parecía indicar el comienzo de una buena relación, y no únicamente como compañeros.
–Entonces ¿qué prefirieres, Sasuke? –le preguntó Naruto realmente curioso.
–Vino –respondió antes de saltar un bostezo.
–Pensé que preferirías la cerveza clara –dijo pensativo.
–No conozco mucho de cervezas.
–¡Eso tiene que cambiar hoy! –exclamó Naruto sorprendido. –Conozco una taberna en… no la siguiente aldea, pero la que sigue. Y cuando lleguemos en la noche iremos a que prueben diferentes. –dijo dirigiéndose a ambos –Tienen una gran-
–¿Olvidas que tenemos el dinero contado? –cuestionó Sasuke –Y también el tiempo.
–Bueno, llegué medio día antes de lo planeado, y digamos que me debe un par de favores el dueño del lugar. –les sonrió Naruto a ambos a forma de complicidad –No veo ningún problema con que descansemos un poco ahí.
…
Ella nunca había puesto pie en uno de esos lugares, que no sabía en lo que se metía. Que si bien, no era un lugar del todo para señoritas, ella no era escrupulosa ni prejuiciosa. Aunque más bien, la curiosidad por saber que había detrás del par de puerta la había empujado a aceptar, junto a la oportunidad de llegar a conocer un poco más a sus compañeros. Eso sí, probaría únicamente de dos a tres cervezas, pues algo más de eso y podría caer dormida como lo hizo con el vino.
Sus compañeros iban en la tercera, mientras ella seguía disfrutando de su primera en la noche. Le había agradado bastante, era ligera y de sabor no fuerte; justamente como Naruto le había platicado.
Era cierto que la presencia de mujeres era poca en el lugar, pero no veía que a ninguna se le faltara al respeto y, de hecho, a cualquiera que quisiese propasarse con alguna muchacha, aquel individuo era rápida, y "respetuosamente" invitado a abandonar el lugar. Eso o a comportarse debidamente.
Y para la tercera cerveza la escribana se sentía mucho más relajada.
Sakura se la había pasado mayormente hablando con el hombre que atendía la barra, donde el trío había decidido tomar asiento, y de vez en cuando ella participaba en la platica de sus compañeros. Quería convivir con ellos, pero no sabía cómo hacerlo cuando sentía que ella salía sobrando, pues claramente la plática que ellos llevaban era la de un par de amigos que no se habían visto en un largo tiempo, tratando de ponerse al corriente sobre la vida del otro. Aunque honestamente, casi toda la plática había sido por parte de Naruto el cual hablaba casi sin parar, y Sasuke asentaba tomando de lo que era la quinta o sexta cerveza.
No, estaba segura de que era la sexta, después de todo, Naruto le había confiado llevar la cuenta. ¿Y Naruto? Él iba en su ¿séptima? No… era la sexta, igual que Sasuke.
–¿Verdad que es la octava, Sakura? –preguntó Naruto alzando la que llevaba en mano –y Sasuke va en la séptima.
–Sí… –respondió dudosa –Después de la sexta ya no puse mucha atención –confesó cerrando los ojos, deseando hacerse chiquita en su asiento, evadiendo la mirada del rubio.
–¡Qué importa! –la animó él entre risas, abrazándola a ella y Sasuke del hombro –brindemos por el comienzo de lo que nos espera.
–Salud –se escuchó decir a Sasuke tratando de mantener la compostura, alzando del asa el tarro de vidrio que tenía en mano. Estaba un poco ebrio, pero aún consciente de lo que decía, simplemente sin inhibición.
–Salud, porque Sasuke ha hablado –espetó la escribana volteando a verlo.
–Recuerda que leo mentes. Cuidado con lo que piensas.
–No te creo –lo retaba la muchacha entrecerrando los ojos.
–Es cierto, Sakura –reiteró Naruto con bastante tranquilidad después de darle un trago a su tarro. – Pero no le crees… ¿verdad?
Ella negó con la cabeza, sin quitarle a sus compañeros aquella mirada de desconfianza y escepticismo, especialmente al ver que Naruto sonreía vivaz.
–Deberíamos ponerlo a prueba –sugirió Naruto volteando ansioso de izquierda a derecha, esperando por la respuesta de ellos.
–Tal vez otro día, estoy muy cansado, y ya deberíamos de irnos –respondió Sasuke, y después bebió lo que le restaba en el tarro.
–Por si las dudas –musitó Sakura bajándose del banco en el que estaba sentada, cubriéndose la frente con la palma de su mano. Ella no se molestó en acabarse el ultimo tingo que le quedaba, y para eso Naruto no se hacía del rogar.
–Aquí no se desperdicia nada. – y antes de marcharse Naruto tomó lo poco que le restaba a él y la pelirrosa.
…
Sasuke había sido el primero en querer descansar y dormir, así que la guardia le había tocado a Naruto. Los tres iban en una carreta rápidamente transformada como "carruaje", nada elegante, donde parecía que lo usaban para trasportar paja y cosechas. El chofer iba adelante, al mando de los caballos, mientras que ellos tres descansaban rectos como troncos en la madera que hacía de suelo en la carreta. El único dormido era Sasuke; Sakura no podía conciliar el sueño y el rubio estaba de guardia.
–Se respira el aire diferente en el norte, ¿no crees? –preguntó Naruto viendo hacia el techo que había sido improvisado con un gran pedazo de manta.
–Me siento más relajada y tranquila, si a eso te refieres. –respondió ella acercando su espalda lo más que podía contra la corta pared de madera a un lado de ella para quedar viendo de frente a su compañero.
–Eso y muchas cosas más –suspiró cruzando los brazos detrás de su cabeza –. Es largo el camino que nos espera.
–Pensé que llegaríamos mañana por la tarde –cuestionó dudosa
–Tienes razón, –rió un poco y soltó un bostezo –tanto viajar hace que pierda la noción del tiempo.
–A veces a mí me sucede –le compartió al muchacho sobre el mismo padecer – ¿Cuánto tiempo llevas viajando?
–No demasiado… pero dejé la aldea antes que Sasuke… así que tal vez tres años. Aunque estoy seguro que no es nada comparado contigo. La primera vez que te vi tenía 12 años.
–¿Sí me recuerdas? –preguntó sorprendida, ya que cuanto mucho sólo el saludo había cruzado en ocasiones con él.
–Sí… eras más bajita que ahora.
–No he crecido más que dos centímetros, –le reclamó tratando de no reír con fuerza –ustedes se volvieron gigantes.
–También tenías el cabello largo en ese entonces –continuó hablando, esta vez girando para verla. En ese momento él era el sándwich, y se hallaba en medio de Sasuke y ella.
–Cortesía de Sasuke –la escribana sacó a lucir su corta melena sacudiendo su cabeza de un lado a otro como fuese que pudiese siendo que estaba acostada.
–No le quedó nada mal…
–Gracias por la mentira. Sé que me veo fatal.
–Claro que no. Aparte del cabello, eres muy linda de la cara y- –tan pronto como el comentario había abandonado su boca se giró para ver la interesante manta sobre ellos –¡tu personalidad! –titubeó –Ya sabes, la belleza va más allá de la apariencia física. –rió con nerviosismo al ser más honesto de lo que deseaba ser.
–Gracias, te acepto lo de cara bonita, pero personalidad… esa aun no la conoces.
Por supuesto que ambos estaban colorados del rostro, pero ninguno podía ver la cara del otro. La poca luz de la luna que se filtraba a través de los hoyos en la manta era exclusivamente suficiente para ver siluetas y pocos colores llamativos y oscuros dentro de la carreta.
–Pero tenemos tiempo para tratarnos. Así es como se hacen las amistades.
–Sí… –respondió en un susurro casi sólo para ella.
–¿De dónde eres, Sakura? –preguntó Naruto con la vista aun puesta en la manta –Si vamos a ser compañeros deberíamos conocernos.
–¿Por qué no empiezas tú primero? –le pidió.
–No hay nada interesante sobre mí. –respondió instantáneamente –Soy huérfano desde que tengo memoria. Puedo ser de Konoha, u otra aldea.
–Siento escuchar eso…
–Después de todo, Sasuke y yo crecimos en una casa hogar –de forma abrupta ignoró el comentario. –Pero háblame de ti, he viajado demasiado tiempo solo, y me gusta escuchar a los demás. Estas charlas me gustan, y no he tenido mucho éxito en bastante tiempo. Así que soy todo oídos –y fue así como se volteó por lo que sería el resto de la noche. Su atención absoluta era para ella, al igual que su mirada –¿Qué te hizo querer ser escribana?
–No fue algo que decidí, simplemente pasó… –comenzó a relatar –Las personas al saber que leía y escribía me pedían de favor que les leyera una carta o documentos oficiales.
–¿Tienes familia, Sakura?
–Sí… –titubeó un poco, no segura de si aun podía considerar a Kakashi como tal después de como se había portado ella hacia con él en los últimos años.
–¿Para qué te contrataron?
–Para enseñar a leer y escribir. Se está haciendo un poco más común aprender de estas cosas en el norte. –respondió recordando la estancia en la residencia de Kakashi –¿Y tú?
–Para entrenar.
–Igual que Sasuke… –susurró pensativa, preguntándose a qué se referían exactamente.
–Supongo.
–¿Supones? –indagó Sakura confundida.
–No lo he visto en bastante tiempo. Lo primero que supe de él fue por medio de una carta –pausó. –Que, por cierto –empezó a molestarse un poco al recordar su frustración –, andar buscando un escribano en el sur es mucho más complicado de lo que imaginé. Crees haber encontrado a uno y te corren negando serlo. Y cuando por fin hayas a alguien, te cobra demasiado porque hay pocas personas que estén dispuestas a correr el riesgo…
Sakura suspiró y recordó su travesía por aquel lado del país. Siempre encubierta y cautelosa. Entre más se adentraba en el sur, más complicado le era avanzar.
–Siempre trato de mantenerme lo más justa posible.
Ningún escribano era igual. Desde su caligrafía y estilo de escritura, hasta el costo por los servicios prestados. Había ciertas cosas que eran esenciales cargar, pero entre esos artículos, estaba la posibilidad de diferenciarse entre los demás. Las características variaban desde el color preferido de tinta que empleaban, el tipo de papel, la precisión de la pluma, la habilidad para redactar documentos o descifrar mensajes impresos a través de los caracteres mal escritos o la errónea gramática; hasta el trato hacia los clientes y el precio de sus servicios.
–No, no me refería a ti Sakura. –le reitero que su enojo no era hacia los escribanos, y mucho menos ella. –Es el estado en el que se encuentra el país –murmuró al final.
–Sólo quería que supieras que no trabajo así –respondió seriedad, pero sonriendo. Aunque inútilmente eso lo podría ver Naruto.
–Lo siento, Sakura. Mi intensión no era ofenderte –continuaba disculpándose.
–Lo sé, estoy de acuerdo contigo…
Entonces hubo un silencio corto. No era incomodo porque cada uno contemplaba sus propios pensamientos: comentarios, preguntas, dudas, sugerencias, y decisiones. Era el conjunto de todo eso que pasaba por sus cabezas que habían llegado al lugar en el que se hallaban, rodeados de las personas con las que viajaban. Compañeros en el trabajo encomendando a cada uno de ellos. Unos recluido, otros recomendados, y algunos obligados, o al menos así lo veían.
–¿Qué harás cuando terminemos con el trabajo? –continuó Naruto la plática. Deseando saber más sobre la escribana.
–No he pensado en eso… –respondió pensativa, contando con los dedos de su mano –¿Cuánto durará el trabajo?
–Tengo la ligera sospecha que no estas enterada del todo.
–¿Todo? –indagó nerviosa después de pasar saliva.
–Digamos que… un año. ¿Qué harás después?
–Estoy segura que regresaré a ser escribana, que es lo que mejor sé hacer. De hecho, es lo único que se hacer… –se avergonzó al darse cuenta de que poseía muy pocas habilidades. De entre las cuales, defenderse era en la que menos sobresalía –Y para ese entonces seremos amigos y tendremos mucho más de estas pláticas. Aunque realmente espero no sea en una carreta usada para trasportar alimentos, durante la madrugada.
Ambos trataron de no reír, e instintivamente se llevaron la mano a la boca; resguardando cualquier carcajada que pudiera traicionarlos y despertar a su compañero.
–¿Y tú? –susurró Sakura, dejando a resaltar su aliento mezclado con el alcohol de la cerveza clara y un ligero olor a naranja.
Naruto quiso reír, pero casi al instante se preguntó que tanto podría oler él, entonces se avergonzó porque él había tomado mucho más que ella. Pero si Sakura no había mencionada nada tal vez ni era para tanto, aunque podría tratarse de ella no quererlo hacer sentir incómodo.
–Naruto, ¿ya te dormiste? – volvió a hablar la pelirrosa al no recibir más que un silencio por parte de su compañero.
– No lo sé… –respondió en seguida, pausando antes de continuar –tal vez regrese a viajar.
–¿A dónde? –preguntó interesada en lo que él diría.
–Creo que es mejor que duermas –bostezó –, no queremos que se nos despierte Sasuke –sugirió Naruto levantando su espalda del suelo para sentarse con las piernas cruzadas.
–Tienes razón. Buenas noches, Naruto –se despidió la muchacha dándose la vuelta y quedando de espalda hacia él. –Buenas noches, Sasu- –se interrumpió ella misma ante su risa que quiso ahogar, pero que Naruto compartió con ella –que ya se durmió ¿verdad? –susurró apretando sus labios para no reír.
–Buenos noches.
Tanto Naruto como Sakura se quedaron asombrados al escuchar a su compañero. Ninguno había hablado de él… ¿verdad? ¿Qué tanto los pudo haber escuchado? ¿Desde el comienzo? ¿A mitad? ¿o simplemente por obra del destino acababa de despertarse? De todos modos, estaban seguros de que si algo indebido habían dicho, por la mañana les sería recalcado a ambos.
