Punitto Moe era uno de los más cultos, cautelosos e inteligentes del gremio, por tal motivo no era extraño ver a cualquier Supremo preguntándole algo de vez en cuando. Era normal, incluso para los NPC desde que empezaron a tener memoria.

Sin embargo, la curiosidad y ansiedad a veces sobrepasaba sus propias reglas de mantener la calma y trazar un plan. Cada que tenía una falla como esa se divulgaba por todo el Gremio y luego recibía unas cuantas palabras de la sensei cerebro de músculo.

"Ese no eres tú" comenzaba diciendo Yamaiko "Yo soy quien propone lanzarnos de frente sin miedo al éxito; tú, en cambio, haces estrategias complejas pero muy efectivas. No cambiemos los roles por favor, no creo poder ingeniármelas para salir todos vivos."

Por supuesto, nunca faltaba las bromas de Luci*Fer o Peroroncino. El primero mas que el segundo, aunque ya se había acostumbrado y entendía que no era de mala intención o con finalidad de hacerle sentir mal.

Todo esto se le vino a la mente luego de haber cruzado primero el portal. Él era un druida promedio en términos de Yggdrasil, si todavía estuviera en el juego o peor aún, si un jugador escondido por fin daba la cara para apoyar a los hombres bestias, este bien pudo ser su fin.

No tenía una defensa alta, su vida rondaba lo normal para los lanzadores mágicos. No tenía ningún buff aplicado, solo el hechizo [Volar]. Al menos su equipo de categoría Divina y el bastón de igual categoría le permitiría sobrevivir el ataque de un guerrero puro o un hechicero basado en ataque de fuego como Ulbert.

Y para variar, el lugar donde aparecieron estaba en pleno campo de batalla, con altura baja para que cualquiera pueda verlo. A su espalda estaba la muralla que protegía la Capital del Reino Dracónico y al frente una gran cantidad de semi-humanos con sed de sangre, agresivos y hasta en modo berserker se acercaban corriendo sin importarles nada.

Le confundió e hizo desorientar su falta de autocontrol, hubo varios zumbidos en el aire que no logró detectar a tiempo ni mucho menos pudo cubrirse con hechizos o sus brazos como mínimo. Eran flechas hechas de piedra y palo, todas chocaron con fuerza en el campo invisible que lo cubría.

—... Oh. —Fue lo único que dijo, su mente todavía poniéndose al día lo más rápido que podía.

—Son tan débiles. —Dijo una voz a su costado, era Touch-me, que en un momento ya había cruzado el portal y miraba directo a los hombres bestias que ni se detenían— Me repugna ver que existen seres como estos en este Mundo... Solo matan, torturan y comen personas vivas por diversión y no por necesidad.

El druida los siguió mirando y contempló las palabras de su amigo paladín. No sentía algo parecido a repugnancia, ira u odio, solo había indiferencia total aunque un poco de molestia se filtraba de vez en cuando.

Si se ponía a pensar, estos semi-humanos llenos de hambre, codicia y desinterés por el resto de especie le recordaba a los jefes o cabecillas de las mega-corporaciones. Las horas extras en el trabajo aburrido pero obligado si querías seguir manteniendo tu bolsillo para comer se había vuelto una pesadilla a la cual ya no quería volver a vivir.

Además, aquél mundo lleno de contaminación, de pobreza, indiferencia y falta de valores le daba razón suficiente para no querer volver... Sin embargo, todavía quería regresar, su poca familia y amigos que logró hacer estaban allí, atrapados.

No importaba si pasaban meses, años, siglos o milenios, si existía una manera de ir y volver traería a todos sus conocidos para que ya no sufran más... Hasta se podría vengar de su jefe y todos aquellos que lo despreciaron y humillaron.

—... Bajemos para intentar hablar y hacerlos razonar. —Dijo sin querer, su consciencia humana todavía tenía peso en él pero... Ya no era necesaria, ni siquiera era humano— Si no aceptan nuestra ofenda de paz, puedes matarlos a todos sin preocupaciones porque debe de haber otras avanzadas cerca a esta; del informe que recibí, solo veo un aproximado de cien mil hombres bestias de los trecientos mil. Las mujeres y niños deben de estar en aldeas dispersas y lejanas, si son inteligentes aceptarán rendirse sino... correrán el mismo destino.

Su amigo asintió y ambos comenzaron a descender despacio. Los semi-humanos por fin se detuvieron pero nunca bajaron sus armas; gruñeron, dieron mordidas en el aire, mostraron dientes y liberaron su sed de sangre para intimidar. Nada les resultó.

Cuando los Supremos tocaron tierra un gran hombre bestia con rasgos de oso avanzó con valentía y superioridad para enfrentarlos. El equipo que portaba brillaba pero no era de buena calidad incluso para este mundo. Lo único que llamó la atención de él eran los diferentes tipos de cráneos que lo adornaban en su totalidad.

—Debes de ser su líder o algún tipo de general con alto rango. —Analizó el estratega sin inmutarse de los sonidos; ya había recuperado la serenidad y su mente despejada estaba lista para actuar en cualquier momento— Queremos darles una oportunidad para sobrevivir pero necesitan escuchar.

El hombre bestia rió con ganas, los que estaban atrás de él imitaron su sentir, burlándose de paso y hasta siendo demasiados ruidosos. Todo con el simple fin de hacerlos fastidiar.

—¡Tontos! —Exclamó, su voz acorde con su corpulenta apariencia— Han venido hasta aquí en su arrogancia y ahora morirán por mis manos. Denme gracias por permitirles tal honor y privilegio, no cualquiera lo tiene.

Touch-me resopló, aunque el sonido que emitió era un poco parecido al que Cocytus hacía con sus mandíbulas al estar emocionado, feliz, irritado o simplemente sentía algo. Punitto Moe decidió en silencio ya no intervenir entre ellos, sentía que esto sería algo entre guerreros.

—Ni siquiera te conocemos ¿puedes repetir quién eres?

—¡Hmph! ¿cómo te atreves a preguntar tal estupidez? ¡Soy Bo Uck, general de las mejores fuerzas en nuestra tribu! Cuando te mutile vivo y debore tu carne, lamentarás haber dicho semejante idiotez.

Demostrando una calma digna de un monje sabio, Touch-me negó lentamente con la cabeza mientras respondía luego de un largo suspiro.

—No es buena idea decir tales palabras a seres como nosotros los Supremos. Si algún compañero mío que tenga un karma negativo o se sienta molesto te escuchara; cachorro, no seguirías vivo por tal falta de respeto y amenaza patética.

—¿Te atreves a dudar de mi declaración tomándola como una broma? —El gruñido que hizo el hombre oso hizo un gran complemento cuando su pelaje comenzó a erizarse— Eres tan estúpido que disfrutaré cada segundo que pasaré desgarrándote frente a otros humanos y dejándote ver el espectáculo de como devoro sus crías deliciosas; pasado el tiempo, cuando pidas la muerte, será algo difícil de alcanzar hasta que me sienta satisfecho.

—Adivino, ¿eso les haces a otros también? ¿piensas que los humanos son una fuente de carne la cuales pueden tomar cada que quieran para llenar sus gordos estómagos o complacer un absurdo y depravado fetiche en sus asquerosas celebraciones?

Los semi-humanos que escuchaban comenzaron a gruñir de nuevo; uno que otro le mostraba una sonrisa depredadora y llena de locura con sed de matar.

—¿Para qué otra cosa servirían entonces? Los humanos nos pertenecen como alimento aunque ellos todavía no lo sepan. —Declaró el hombre bestia y el resto de semi-humanos le apoyaron de inmediato— Al igual que tú... No te preocupes, cuando termine contigo utilizaré tu esqueleto como un trofeo antes de conquistar ese patético Reino Dracónico.

—... Ya lo veremos, Bo. —La pronunciación del nombre del semi-humano fue fácilmente reconocido como una burla— Te reto a un duelo, solo tú y yo. Prometo que pase lo que pase... No utilizaré gran parte de mi poder; ataca con todo lo que tengas.

Como era de esperarse, el semi-humano cayó en la trampa de provocación y sacando su espalda grande de doble filo corrió de frente a Touch-me para darle un corte inclinado con todas sus fuerzas.

Por supuesto, un guerrero puro como el Supremo paladín pudo fácilmente esquivar el ataque con unos movimientos de pies; ni siquiera se inmutó en desvainar su propia espada para contraatacar o simplemente matarlo. Lo único que quería era humillarlo frente a todos.

Mientras esos dos Guerreros tenían su encuentro, Punitto Moe miró al resto de hombres bestias, ellos miraban confundidos la escena. Su líder, aquél que mató a grandes guerreros y tenía una racha invicta respecto a las batallas, era manejado fácilmente como si se tratara de un pequeño niño aprendiendo a caminar.

Los sonidos que producían los cortes de espada en el aire indicaban la fuerza bestial del semi-humano. Sus músculos tensos y su postura equilibrada era significado de la gran experiencia que obtuvo a lo largo de vida.

—¡Argh! ¡Deja de esquivar! —Gritó colérico cuando ya pasado un par de minutos no pudo asestar ni un solo golpe de corte.

—Pero si ataco, morirás. No querrás morir tan rápido, ¿verdad?

El General gruñó de rabia y agitó lo más rápido y fuerte que pudo su espada mientras activaba su carta de triunfo, cuatro artes marciales complementarias [Máxima Aceleración] [Mayor Fuerza] [Encaje de Poder] [Mayor Encaje de Poder].

Touch-me dejó de moverse tras escucharlo. Quería probar, sentir y ver las habilidades de Guerrero que eran exclusivas de este Mundo. Además, estaba muy seguro de que no le pasaría nada con la gran diferencia de poder; Momonga-san anteriormente había platicado sobre el tema y todos escucharon atentamente, confiando en él.

El golpe conectó con éxito en el hombro izquierdo, en el cual estaba sujeto su capa roja; las defensas naturales de ser mayor nivel también las desactivó para poder sentir el ataque.

La sonrisa satisfecha que hizo Bo al ver que no lo esquivaría duró muy poco. Retrocedió varios metros y miró estupefacto el lugar donde se suponía debía de ser cortado como si fuera una hoja delgada. Luego miró su espada y esta estaba agrietada a tal punto que daba la sensación de romperse en cualquier momento.

—¿Qué... ? —Su voz salió baja, incrédulo.

El paladín de plata miró su hombro por unos segundos, buscando con esa vista de insecto algún tipo de corte o abolladura. Punitto Moe No se molestó en revisar también, él estaba seguro que no habría nada.

—Hm... ni siquiera en tu nivel y con esas mejoras fuiste capaz de dañar mi armadura de Campeón Mundial. —Dijo Touch-me, la decepción era notable en su postura— Supongo... que esperé demasiado de alguien como tú.

El hombre bestia retrocedió más, su espada bajó la postura de ataque, los hombros se alzaron mientras la cabeza trataba de esconderse y la nueva expresión que mostró sacó una leve risa al Supremo de la justicia.

—¿Qué... qué diablos eres tú?

—Ya te lo dije, soy un Supremo. Pero no te daré la dicha de conocer mi nombre; una basura de semi-humano como tú no merece tal conocimiento... Ahora morirás.

Hubo un sonido silvante pero nada más. Todos los hombres bestias miraron en cualquier dirección pero nunca encontraron el origen o el blanco herido. Sin embargo, cuando Bo sonrió tímidamente para recuperar su postura orgullosa y continuar, sintió que el mundo se ponía de cabeza en cámara lenta.

La comprensión llegó tarde pero al menos lo entendió cuando todo se volvió negro. Había sido decapitado con un corte limpio a una velocidad imposible de alcanzar para cualquiera.

—... ¿Escucharán ahora o necesitan otro ejemplo pero en gran escala? —Preguntó el Supremo Estratega mirándolos a todos sin delatar una sola expresión o emoción.

Hubo sacudidas de cuerpo y luego gruñidos, muchos gruñidos. Ambos Supremos miraron detenidamente a todos los que se comportaban de tal manera y notaron un detalle que se repetía: ojos rojos pero con la mirada perdida llena de furia.

Modo Berserker. Fácil de identificar estés donde estés porque en Yggdrasil era común ver este tipo de habilidad de doble filo en algunos jugadores semi-humanos.

Comenzaron a correr desesperados e inconsciente hacia ellos. No había nada más que hacer, salvarlo o detenerlos no era una opción si estaban en este modo. Touch-me sacó su espada pero antes de atacar gritó.

—¡Abajo!

Y la espada se balanceó seis veces en horizontal cuando la habilidad se activó con el movimiento de su brazo. Después de eso, una gran cantidad de cabezas cayeron; los cuerpos siguieron luego de unos instantes que parecieron eternidad.

Ahora, en el campo enemigo la muerte predominaba con fuerza. Los pocos semi-humanos que obedecieron la orden del paladín estaban asustados recostado en el pasto rojizo.

Touch-me movió de nuevo su espada pero solo para limpiarla en el aire, luego lo guardó y seguido de Punitto Moe fueron caminando hasta quedar cerca de los primeros sobrevivientes.

—¿Van a escucharnos? Esta es su última oportunidad.

¡L-lo haremos! —Gritaron en conjunto sin hacer esperar un segundo.

—Bien... Desde ahora formarán parte de nuestro Reino, no, de nuestro Imperio. —Corrigió orgulloso Touch-me pero luego declaró serio— Se tendrán que adaptar a comer carnes de animales comestibles y convivir pacificamente con otras razas semi-humanas y humanoides. Al más mínimo rumor que oiga sobre alguno de ustedes intimidando, serán castigados severamente.

Antes de que puedan aceptar, el Supremo con apariencia de plantas y enredaderas unificadas continuó.

—No obstante, no recibirán un trato como el resto de los ciudadanos. Tendrán que seguir un par de leyes más estrictas e inclusive estarán en un distrito recién construido. No serán esclavos pero cuando se necesite algo de ustedes, no tendrán otra opción más que cumplir con nuestras demandas. ¿Entendido?

¡Sí! —Gritaron de nuevo. Complaciendo sin querer de manera confusa a Punitto Moe que solo pudo decir lo siguiente.

—Hpmh, eso se ganan por no escuchar antes.

En un conteo rápido hecho por Touch-me, se dedujo un aproximado de doscientos hombres bestias. Un número pequeño comparado con los antiguos cien mil.

—Ahora entonces, esto no puede quedar así. —Dijo refiriéndose a todos los cuerpos y cabezas dispersos en el campo; ningún sentimiento de asco o náuseas se presentaron, entonces para ignorarlo llamó— Hanzo.

De su sombra se deslizó un ser delgado que se colocó en una rodilla para recibir la orden del Supremo al cual debía de obedecer y proteger.

—¿Cuál es su deseo, Supremo?

—Ve con Ainz e infórmale que necesito un gran grupo de agentes para llevar estos cadáveres a Nazarick. Adicionalmente, acércate a la creación de Peroroncino, Shalltear, y dile que se prepare para abrir un portal al nuevo distrito de semi-humanos. Cuando todo esté listo pueden contactar a mi oa Punitto Moe a través de un [Mensaje]. Eso es todo.

—Como ordene.

Al ver que no habría más detalle en la orden, el Supremo Estratega entregó un pergamino de teletransportación al Hanzo, quien con cuidado lo aceptó y activó instantáneamente para cumplir su deber en el menor tiempo posible. Desapareció y el campo volvió a quedar en silencio, al menos por unos minutos más, los cuales solo sirvieron para poner más nerviosos a los hombres bestias sumisos.

—Ya han escuchado mi orden. Cuando aparezca el portal ustedes cruzarán y explorarán su nueva residencia. Dos decenas se quedarán con nosotros y nos guiarán a los puestos de avanzada restantes y centros donde estén el resto de su tribu. No tienen que preocuparse por sus familias porque no serán tocadas a menos que nos falten el respeto como lo hizo su General. Y para evitar tales muertes, se llevará la cabeza y arma de Bo como muestra de evidencia. ¿Está claro?

¡Sí! —Volvieron a gritar sin moverse de sus posiciones. Cada uno tenía diferentes pensamientos con lo que ocurrirá en el futuro pero todos estaban de acuerdo con una cosa: Obedecer y agradecer de por vida a estos seres nombrados Supremos, que en sus bondades les dieron una oportunidad de vivir a pesar de la gran falta de respeto que recibieron desde el inicio de sus encuentros.

—Ya que tienes esto bajo control como debería ser, iré a la muralla para calmar esta falsa alarma de ataque. —Propuso Punitto Moe— Puede que tarde un poco, veinte minutos quizás, pero es para contactar a Draudillon y demostrarle que ahora nos debe un favor más grande que definitivamente costaría su Reino, tesoros y conocimiento.

—Entiendo, me gustaría conocerla luego de esto si queda tiempo. —Touch-me no tenía problemas con separarse, cada uno era nivel cien y podían lidiar con cualquier enemigo que intentaran atacarles, su amigo tenía magia y fácilmente se podía comunicar con los otros para refuerzos si lo necesitaban. Por supuesto, él también podía enviar un mensaje al igual que los otros miembros del Gremio, pero no revelaría tener tal poder hasta después de haber cumplido todas sus nuevas metas.

—Para que no esperes en vano, puedes comenzar a llevar algunos semi-humanos mientras que el resto estará aquí, vigilado por unas invocaciones mías de nivel decente. ¿Te parece bien la idea?

—Sí, eso sería de gran ayuda. Por favor hazlo.

Mientras Punitto Moe comenzaba su hechizo [Invocar Protectores de nivel intermedio: Salvajes de la Naturaleza], Touch-me seleccionó hombres bestias al azar que tengan apariencias sobresalientes para facilitar el momento de reclusión.

Los monstruos invocados tenían una anatomía un poco similar al del Supremo Estratega; sin embargo, eran más grandes y más oscuros, expulsando un aura de poder capaz de doblegar a todos los sobrevivientes.

Ahora que había dos grupos de semi-humanos, el primero se alineó cerca de Touch-me mientras que el otro fue rodeado por las invocaciones para evitar escapes. Uno nunca sabía y Punitto Moe quería evitar la huída.

—No quiero que alguno escape, si lo hacen, nuestra oferta de hacer ciudadano se cancelará para ese semi-humano y morirá en el acto por mis invocaciones.

Lo único que obtuvo fue una sumisión total, ni uno solo se atrevió a siquiera pensar en semejante idiotez. Otra vez Punitto Moe se sintió complacido al ver sus estados.

El paladín de plata hizo una seña y pronto fue guiado a la avanzada más cercana mientras uno de los hombres bestias rápidamente recogía la cabeza de su antiguo general junto a su arma. Touch-me se despidió casualmente de su amigo y desaparecieron rápidamente entre la vegetación.

Punitto Moe esperó un rato más, su cerebro, si es que tenía uno, formulando y armando oraciones con respuestas a futuras posibles preguntas que haría Draudillon y el cómo incitarla para que entregue su Reino. Cuando obtuvo lo necesario, sonrió para sí, aplicó magia de [Vuelo] y se alejó sin preocuparse de sus invocaciones o los supervivientes.

Lo primero en su lista era calmar a los guardias en la muralla, que aunque todavía estaban demasiado lejos, ellos todavía miraban en su dirección para ver los movimientos de sus enemigos derrotados.