Faltaban pocos metros de distancia en el aire para llegar a la muralla. Un grupo de soldados estaban estacionados cerca y un general parecía estar esperándolo. La mirada que desprendía era claramente temor, por lo tanto Punitto Moe decidió quedarse en el aire, moviéndose levemente cada segundo.
—Quédese donde esté... señor. —Le dijo el hombre con respeto sin llegar a temblar— Necesito saber de dónde vienen, cuales son sus intenciones, y quienes son usted y su compañero que se fue con una docena de semi-humanos.
—Pensé que Draudillon ya había expandido nuestros nombres a todos los ciudadanos. —Contestó en cambio, la duda que tuvo era genuina pero no demostró su confusión tan libremente.
—Es Reina Draudillon Oriculus para todos. —Exclamó de repente con valentía mientras los soldados detrás asentían con seriedad— No le falte el respeto a nuestra Reina y responda las preguntas que le hice, por favor.
Jugar con la mente humana siempre fue divertido para los intelectuales del gremio, especialmente para Tabula Smaragdina, seguidamente de Bellriver y un entrometido demonio con cuerpo de cabra que tenía el título catástrofe mundial.
Esto parecía una buena situación para utilizar algunos trucos mentales y hacerles caer en confusión, vergüenza y derrota. Era tentador, demasiado; pero la consciencia estable y la previsión de un futuro como el título que ahora mantenía lo hizo aterrizar de nuevo.
Punitto Moe soltó un suspiro bajo y profundo antes de responder. Era mejor aclarar todo ahora y poder seguir con el plan que él mismo hizo y le dijo a Touch-me.
—Hmm... Bien. Sólo porque tienes modales te complaceré, pero espero difundan lo que escucharán. Es un poco incómodo estar repitiendo lo mismo a cada ser vivo que nos ve.
Tuvo varios asentimientos en respuesta. Dejó que su mano con forma de enredadera se extendiera un poco y un aura verde oscuro envolviera su forma. Notó que la manera de presentarse de Momonga era muy efectiva en cualquier situación.
—Tengo muchos títulos pero el mayor de todos es que soy el Ser Supremo de la Naturaleza y la Estrategia. Pero entiendo que son un mundo joven y que probablemente no hayan escuchado de mi, por eso les diré otro título; soy uno de los nuevos Reyes del Imperio Hechicero, Punitto Moe.
No había terminado de hablar cuando el sonido de metal cayendo resonó en el área. Dando un vistazo rápido cualquiera se daría cuenta de que todos los humanos soldados estaban arrodillados y con la cabeza baja.
—Adicionalmente —Continuó Punitto Moe— mi compañero que es un paladín de plata se llama Touch-me, es el Ser Supremo de la Justicia; el título de Rey también aplica en él. —Esperó unos momentos antes de agregar— La razón por la que mi compañero se llevó a los hombres bestias es político pero se podría decir que también es un trato que tenemos con Draudillon. Ya no tienen que preocuparse de más ataques, nosotros nos encargamos de todo. Ahora si me disculpan, tengo una charla con Draudillon.
Nadie lo volvió a detener, es mas, ni siquiera le dirigieron la palabra, simplemente se inclinaron aún más y esperaron algo que el Supremo no captó. Punitto Moe apagó su aura y pasó volando encima de ellos con dirección al Castillo; no tenía tiempo para estos soldados.
Sin embargo, antes de alejarse lo suficiente, un pensamiento fugaz aclaró su mente. Miró hacia atrás sin detenerse y exclamó.
—Pueden levantarse, sigan con su deber de vigilar. Lo están haciendo bien.
—Gracias, Su Majestad. —Contestó el General por todo el colectivo; una ligera sonrisa ladina se asomó pero Punitto Moe asintió y se giró para no generar una charla innecesaria.
Bueno, lo que dijo era una gran mentira disfrazada de adulación. Esos soldados no habían podido divisar aquel enjambre de semi-humanos estando tan cerca y teniendo la altura como ventaja. "Idiotas" pensó sin reprimirse el Supremo verde.
Un par de segundos más de vuelo rápido y pudo llegar al Castillo. La Reina Draudillon ya le estaba esperando en el mismo balcón del cual se despidieron; estaba sola y su apariencia era diferente, lo que llamó la atención de Punitto Moe.
Al llegar aterrizar sin problemas caminó sin restricción hasta quedar cerca, lo suficiente para ver a detalle pero sin llegar a invadir su espacio de privacidad. Draudillon en ese instante se inclinó con respeto y le mostró una sonrisa dulce y genuinamente alegre.
—Punitto Moe-sama, muchas gracias por venir tan rápido a esta emergencia de último segundo. Lamento si llegamos-, si llegué a interrumpirle un preciado e importante momento con sus camaradas y líder pero como usted dijo, tenía que llamar si ocurría un ataque de los hombres bestias-.
—Draudillon, calma. —La detuvo sin sonar irrespetuoso. Sintió que si no interrumpía su parloteo de disculpa jamás terminaría— No estoy molesto ni fastidiado por tu llamada. Si yo te di aquél pergamino de mensaje era para que lo usaras y no lo mantuviera de reliquia.
Eso pareció calmarla, bajó la mirada y juntó sus manos sin dejar de sonreír. El vestido platinado que portaba combinaba con su color de piel y le hacía brillar cuando el sol reflejaba en ella.
—Ahora entonces, mi amigo Touch-me ya se está haciendo cargo de ese ataque. Con seguridad puedo decirte que cien mil de los hombres bestias fueron exterminados apenas nos teletransportamos a la zona intermedia entre ellos y la muralla. Si no es molestia, me gustaría ingresar, tomar asiento y pedir un poco de información a cambio de esta rápida respuesta de defensa.
—¡O-oh! Sí, por supuesto, por aquí por favor. —Su postura recta y delicada cambio a una de vergüenza pero no se dejó llevar demasiado por su sentimiento y se recompuso mientras comenzaba a guiar— Mi oficina a tenido un cambio para momentos como este, ahora hay asientos extras de muy buena calidad para ustedes.
—Se agradece la preparación de comodidades.
El recorrido no iba a tardar más de un minuto, eso estaba asegurado. Así que utilizando ese lapso, Punitto Moe dijo lo que llevaba rondando su mente desde que la vio.
—Veo has escuchado mi propuesta.
—¿Disculpe? —Preguntó confundida. El sonido de tacones y objetos contundentes chocando con suavidad no se detuvieron.
—Tu apariencia, me refiero. Ahora te ves joven, de unos veinte años; el vestido que utilizas acentúa tu figura y resalta tu belleza natural. Si mis compañeros estuvieran aquí para una votación estaría muy seguro de que tu belleza es similar al de Yuri Alpha, quien es la líder de las Pléyades.
Ella se detuvo y por ende Punitto Moe también. Era un cumplido, así que no había nada de que preocuparse. Solo esperó paciente a lo que sea diría Draudillon... o intentaba decir, su rostro sonrojado era intenso. Decidió cambiar el tema.
—Volviendo al tema principal. —Dijo y tomó asiento sin pedir permiso. Draudillon lo imitó sentándose en el asiento contrario— El contraataque está siendo controlado con facilidad por mi camarada. El número de enemigos totales es de trescientos mil según el informe; un gran ejército para este mundo, ¿no crees?
—... Sí, lo son. Antiguamente cuando capturaron varias de nuestras ciudades sus fuerzas rondaban los tres mil quinientos por lo mucho.
—Ya veo. Entonces, debes de entender lo que significa esta cantidad en esta ocación.
—Sí. —Fue firme, sin vacilación— Contestaré cualquier duda que tenga respecto a este Mundo. E incluso si no es suficiente le daré todos los escritos secretos del tema en cuestión.
Esa declaración hizo sonreír al Supremo y se notó en sus ojos dorados resplandecientes que se curvaron de felicidad.
—En ese caso, necesito toda la información posible de los Lores Dragones, incluido de los que ya han perecido. Pero, de quien más necesito es del Verdadero Lord Dragón de Platino. ¿No tendrás ningún problema, verdad?
—Por supuesto que no Punitto Moe-sama. Cumpliré gustosa su pedido. Que mi antepasado sea el Lord Dragón de la Brillantez no significa que tenga lazos fuertes con los otros Lores Dragones.
Con eso dicho, Draudillon relató todo lo que conocía, desde el Emperador Dragón hasta los Lores Dragones que gobiernan como un Consejo en Argland, la actualidad. Cuando tocó el momento de hablar sobre el Lord Dragón de Platino, la atención de Punitto Moe se multiplicó a tal punto que llegó a inclinarse un poco hacia adelante, en una posición de pura concentración.
Una vez Draudillon terminó, se levantó y caminó hasta su escritorio, de donde extrajo una pila de documentos ya previamente ordenados. Eran de color blanco pero las letras negras opacaban en gran medida todo.
—Tuve el presentimiento de que la primera información que pediría sería relacionado a los Lores Dragones, por tal motivo arreglé personalmente todo esto para no presentar ningún inconveniente o tardanza.
—Excelente previsión, ¿Qué le hizo anticipar mi pregunta?
—Bueno... Ya que ustedes son prácticamente los seres más poderosos existentes, creí que tratarían de buscar todo lo posible sobre los Lores Dragones, aquellos que sin sus llegadas o la de otros jugadores serían los más poderosos nativos.
Pensándolo mejor, era fácil llegar a esa anticipación. Punitto Moe asintió lentamente y comenzó a examinar los documentos. Por supuesto, no podía leerlos, así que tras unos segundos de mirar las escritura abrió su inventario y de el sacó un anteojos dorados.
En su rápida lectura no encontró otro detalle que Draudillon no haya dicho. Si miraba bien, parecía que la tinta no tenía mucho tiempo seca. La incógnita floreció en su cabeza y volteó para preguntar pero Draudillon se adelantó.
—No es mi deber ni tengo el permiso para preguntar, pero me gustaría saber algo Punitto Moe-sama.
—Permíteme aclarar dos cosas Draudillon. —Dijo y se arrepintió casi al instante. La joven-anciana Reina se encogió un poco en su asiento, seguramente pensando que sería castigada o reprendida— Primero, puedes llamarme sin honorífico, no mi importaría en absoluto y te considero como igual. Segundo, si tienes cuestiones, no dudes ni tengas miedo de expresarlas. Me gustan las personas directas, con noble sentido, buen liderazgo, leales y comprometedoras hasta el final que incluso si son abandonados o traicionados por sus más cercanos amigos o familiares, saldrá adelante sin remordimiento.
Eso fue... muy descriptivo de su parte. Esperó y luego movió un poco sus cortas piernas para continuar como si nunca hubiera dicho más allá que sus dos puntos.
—¿Y bien? ¿Cuál es tu duda Draudillon?
La Reina al escuchar su nombre movió su cabeza como resorte al Supremo. Había estado pensando en sus palabras, sus... gustos. Tanteó con un suave murmullo y luego se expresó con seguridad.
—Le he dado información sobre los Lores Dragones que conozco y se tienen registrados. Todos aquellos que son llamados "Verdaderos" son los más fuertes que hay; sin embargo, solo ha demostrado verdadera curiosidad sobre el Lord Dragón de Platino. ¿A qué se debe eso? ¿los Supremos han tenido una molestia con dicho dragón?
—No directamente pero sí. Ese lagarto gigante tuvo la osadía de atacar a nuestro líder cuando se encontraba negociando en paz con el Rey Ramposa, el Príncipe Zanac y Lakyus de Blue Rose... Posteriormente luego de ser superado en combate se escapó no sin antes amenazar y mostrar su desprecio a Ainz y al resto de nosotros que aún no habíamos llegado.
—Ya veo... Realmente no me lo esperaba. Las historias de la personalidad e inteligencia del Lord Dragón de Platino siempre fueron las más estimadas y circuladas a todos los que sabemos sobre él. Ahora sé que no son más que una fachada para su egoísta y orgulloso ser.
Si fuera otro tiempo y otro contexto, se escucharía avergonzada y herida. Hace años cuando la Teocracia todavía no le prestaba ayuda a su Reino, en un momento de desesperación había intentado comunicarse y pedir ayuda a ese dragón.
Lo que obtuvo en ese entonces era una negativa con el pretexto de que algo más grande estaba siendo enfrentado por él, y que si intentaba dejarlo de lado por ayudar, el Mundo podría volver a la época de los Reyes de la Codicia. Había sido tan ingenua al aceptar todo eso como una verdad absoluta, debió de prever.
—Del Mundo del que venimos, los Dragones siempre han sido catalogados como los más fuertes, poderosos e inteligentes, pero también los más codiciosos, orgullosos y egoístas. No me sorprende ver que aquí son iguales; en todos los otros mundos que he estado fue igual... Y ahora que sabes la verdad sobre ellos, estoy seguro de que podrás estar más preparada y calificada si en algún futuro te encontraras con uno de ellos.
Ella lo miró con ojos brillantes, húmedos que amenazaban con llorar. Una ligera sonrisa tímida adornó sus labios, sus mejillas se tiñeron de rosado y un fugaz pensamiento cruzó la mente de Punitto Moe. "Es déjà vu, ella era igual de hermosa cuando la conocí..."
Un [Mensaje] lo sacó de su recuerdo, levantó una mano y contestó despreocupado sin dejar de ver a la joven Reina delante de él. Al otro lado de la línea estaba el Hanzo que envío el paladín, explicó que ya estaban en espera. Dio el permiso y la comunicación terminó luego de darle una ubicación aproximada de Touch-me.
—Tengo que irme. Voy a supervisar el encargo que Touch le dio a otros subordinados. Agradezco este intercambio.—Sacó un pergamino y se lo entregó sin demora, luego se levantó de su asiento— Contiene el mismo hechizo y destinatario que el que te di. Nos vemos Draudillon.
La Reina asintió y despidió sin hacerla de larga. El pergamino lo sujetó cuidadosamente contra su pecho, demostrando la importancia que representaba. Punitto Moe desapareció segundos después.
