Quizás el hechizo lanzado a la semi-humana felina no fue la mejor idea. Todos los hombres bestias que estaban rodeando la zona se encongieron temerosos por tal muestra de poder, pero ningún escapó para no ser calificado como cobarde.

El último general que estaba vivo los miró de reojo sin expresión, al menos dejarse ver fue suficiente para atraer la atención de casi todos.

—Soy el General Uko, semi-humano de la raza minotauro. —Se presentó con formalidad el anciano— Me gustaría que me acompañen a una tienda de campaña especializada en reuniones, lo que discutiremos aunque sea el destino de esta aldea será de máxima prioridad y privacidad.

—... Puedes guiar. —Contestó Touch-me, con Punitto Moe caminando a su lado una vez que Uko se volteó para alejarse.

Los otros semi-humanos ya no teniendo nada que hacer decidieron retirase a diversos lugares pero sin llegar a abandonar la zona. Antes de que Punitto Moe llegara, Touch-me había colocado en los bordes algunos de los Caballeros de la Muerte para evitar escapes.

Mientras eso pasaba, el Supremo Estratega estaba en lo profundo de sus recuerdos. Según la información que recopiló Demiurge, existe o existía una Nación Minotauro en alguna parte lejana del continente; entonces, ¿cómo fue que este semi-humano terminó en estas tierras? Además, era el primer semi-humano anciano que veían.

La tienda de campaña en cuestión era pequeña, lo suficiente para albergar a siete semi-humanos. No había ni mesa, ni sillas, ni muebles; lo único que estaba era una gran alfombra de pelaje plateado y brillante. Con solo verlo uno sabría lo suave y acogedor que era sentarse o acostarse en el.

—Entiendo que los humanoides y algunas otras razas utilizan objetos en los cuales acomodarse. Lamentablemente esta aldea, o mejor dicho, esta avanzada no las tiene ya que las encuentra innecesarias. —Dando una mirada cansada se inclinó en un arco perfecto, tal y como lo haría cualquier habitante de Nazarick— Me disculpo profundamente si esto es inaceptable y una ofensa para ustedes.

Sus palabras eran sinceras y contenían una modulación perfecta que solo se conseguía con años de experiencia. Si tuvieran que compararlo, dirían que se parecía a su camarada Shijuuten Suzaku.

—Detente, no es necesario. —Habló primero Punitto Moe mientras elegía un lugar y caía sentado con lentitud— Esto es aceptable.

Touch-me siguió su ejemplo con un asentimiento. El semi-humano los imitó luego de unos segundos en silencio y muy agradecido; algo relacionado a la etiqueta, supusieron los Supremos.

—No perderé tiempo e iré directo al grano. —Comenzó diciendo el Paladín de Plata— Nosotros somos Reyes del Imperio Hechicero, el cual se encuentra entre el Reino de Re-Estize, el Imperio de Baharuth y la Teocracia Slane. Dos de esas tres Naciones ya son vasallos nuestros y hemos venido no por tener interés en ustedes, sino porque anteriormente formamos un contrato con el Reino Dracónico... Supongo ya sabe lo que eso significa.

El anciano asintió lento, sus ojos bajos y tristes, pero sin miedo o preocupación. Ni siquiera saber que ambos tenían títulos de realeza llamó su atención.

—... Lo hago, estoy versado en la política lo suficiente para entender como terminará esto.

—Sí, bueno. —Interrumpió la Enredadera de la Muerte a su compañero— Yo fui quien personalmente hizo el trato con Draudillon pero... dejé algunas lagunas en eso.

—... No entiendo. —Por primera vez, una emoción diferente se asomó en su arrugado rostro— ¿No vamos a ser masacrados?

—Verás Uko, nuestro líder que es el Emperador no quiere extinguir razas aunque fueran innecesarias o débiles. Él quiere formar una utopía, un lugar donde todos convivan sin resentimiento. Humanoides, semi-humanos, demi-humanos y heteromórfos; todos ellos vivos, felices y sin guerras, donde solo lo próspero sea el futuro.

—Lamentablemente la avanzada de cien mil semi-humanos no se rindieron cuando les dimos la segunda oportunidad y terminaron muertos por mi. —Declaró sin emoción Touch-me, algo lo había estado molestando desde que llegó pero hasta el momento no descubrió el origen, cosa que aumentó su fastidio— Sólo unos doscientos sobrevivieron y fueron trasladados a un distrito especial.

Como el precavido y paranoia que era, Punitto Moe notó facilmente la tensión en su compañero. Levantó un brazo y lo movió casualmente para retomar la conversación y atención de Uko.

—Entonces, como el último general de esta aldea con apariencia de avanzada, tiene la oportunidad de rendirse y volverse uno con el Imperio Hechicero... o perecer con los semi-humanos que en ese momento estarán de su lado. Después de todo, todavía quedan muchos semi-humanos.

—Nos uniremos con el Imperio Hechicero, no hay necesidad de agregar más palabras señor...

Que desliz, no presentarse en una conquista... Ambos Supremos ruegan a los cielos para que sus compañeros no se enteraran de esto, especialmente LuciFer, con él se desataría una pesadilla viviente durante semanas.

—Punitto Moe, Ser Supremo de la Naturaleza. Él es Touch-me, Ser Supremo de la Justicia. Esos son nuestros mayores títulos pero usted y el resto de los habitantes de este Mundo pueden llamarnos como Reyes.

—Disculpe, ¿este Mundo? Ustedes son... eh, ¿jugalordes?

Ambos Supremos se dieron una mirada cómplice y que sin necesidad de palabras supieron entenderse a la perfección. Touch-me enderezó su postura y activó su aura pasiva nivel 1 que era parecida al de Momonga. Se mostró de color pálido, como si un azul oscuro intentara combatir con un gris claro y fuerte.

Por otra parte, Punitto Moe comenzó a lanzar hechizo tras hechizo basados en anti-espionaje, protección, detección enemiga cercana y anti-detección, todos en susurros. Si alguien externo sin conocimiento lo viera, diría que estaba convocando algo monstruoso por el aura verde siniestro que lo rodeaba.

—¿Cómo obtuviste esa información? —Demandó el heteromorfo con el título Campeón Mundial.

—En mi Nación natal hubo una vez un Dios Minotauro que nos guío a ser mejores que otros semi-humanos. Nos dio enseñanzas, compartió su teecnolochia, y nos protegió hasta que aprendimos a ser más fuertes... —Sonaba tan lejano y con asombro, casi inconsciente de la situación actual. Tampoco hubo ni una pizca de mentira al continuar— Yo era demasiado joven cuando me separaron de mi familia, dijeron que debía estar aislado y protegido hasta tener edad suficiente pero nunca volvieron por mi y la cuidadora.

Viendo que no era una amenaza y que tampoco les estaba mintiendo o haciendo perder el tiempo, los Supremos se calmaron y volvieron a sus posturas iniciales. Touch-me hizo un ademán y agregó.

—Si tu historia personal tiene relación con la pregunta que hice, adelante. Pero no pierdas nuestra paciencia en detalles innecesarios.

—Lo hace. Cuando yo apenas tenía un par de años; nuestro Dios, el Sabio Minotauro, tuvo que hacer frente a enemigos desconocidos de gran poder pero que no lo superaban. Por seguridad se evacuó a muchos minotauros de gran posición de la ciudad principal, incluyéndome. Sin embargo, nuestro Dios luego de esa batalla nunca regresó y nuestra Nación quedó en penumbra. Al cumplir los treinta años me alejé por completo y tuve que ganar reputación para poder estar con otros semi-humanos hasta terminar aquí.

—Bien, suficiente. —Touch-me desactivó su aura y con un movimiento fluido se levantó—Este no es lugar para que sigas hablando.

Punitto Moe contempló algunas posibilidades antes de levantarse. El General todavía sentado en el suelo mantuvo la mirada baja pero sin preocupaciones.

—Y ya que estás de acuerdo con unirte al Imperio Hechicero, tu primera orden es comunicar a todos los semi-humanos su nueva lealtad. Una vez hecho eso, todos serán trasladados a un distrito para que lo habiten.

—Comprendo, se hará como ustedes dicten. —Y agachó la cabeza. Parecía no tener inconvenientes con nada, ni siquiera el saber que son jugadores lo alteró— No obstante, estoy seguro de que varios no estarán de acuerdo y tratarán de atacar tanto a ustedes como a mi.

—Me encargaré de ellos. No me gusta dar muchas oportunidades, especialmente a aquellos que rompen muchos de mis ideales y no entienden su posición.

El paladín sin mirar atrás salió de la tienda estando seguro de que Punitto Moe no tendría problema con encargarse de tontos atacantes ingenuos. Mientras, se dedicó a acercarse a un Caballero de la Muerte y mirarlo detalladamente, quería calmarse o haría una catástrofe.

Los pocos semi-humanos a su alrededor lo miraban con mucha cautela, todavía inseguros de su futuro a manos del último general, que aunque era el más fuerte de todos los semi-humanos resultó ser un anciano.

De vuelta a la tienda de campaña, Punitto Moe miró al general tratando de estudiar cuánto poder y valor representaba. Lamentablemente no tenía el hechizo [Discernir Enemigo] de Momonga para facilitar su tarea.

—Disculpa el actuar de mi compañero, no se siente a gusto estando aquí, rodeado de semi-humanos y sus... comidas humanoides.

Porque aunque no lo hubieran visto; los lamentos, gritos, súplicas y llantos llenos de dolor eran fáciles de escuchar gracias a sus respectivas razas y niveles altos.

—¿Se debe a su título de Supremo o es quizás porque el Rey Touch-me-sama es humano y por eso está incómodo?

—Mmh, supongo que por los dos, aunque no es humano. Todos los cuarenta y uno somos heteromórfos; él es un insectoide.

Sin decir más, Punitto Moe caminó a la entrada de la tienda de campaña. El General lo acompañó sin pensarlo pero manteniendo su distancia.

—Será mejor que des la noticia ahora, Touch-me y yo todavía debemos... visitar las otras avanzadas.

—Entiendo. No tardaré.

Ciertamente no lo hizo. Un aproximado de cuatro mil hombres bestias se reunieron en su plaza improvisada, el General dio la noticia aún encapuchado. Como era de esperarse, la mayoría, por no decir todos, mostraron oposición con gritos y agresividad al General.

Touch-me tampoco faltó a su palabra. Él soltó su aura opresora de miedo y sin decir palabra partió a la mitad a los semi-humanos más agresivos, siendo estos un aproximado de quince. Todos se quedaron en shock y poco a poco se alejaron sumisos.

—Su General ya tomó la decisión. Deben respetarla. De lo contrario, serán tratados como enemigos del Reino Dracónico, con quien tenemos un trato entre Naciones, la cual consiste en eliminar TODA amenaza que afecte su población.

Los siguientes minutos fueron utilizados para explicar los beneficios que obtendrían y la divulgación de la introducción al Imperio Hechicero. Ahora, la avanzada y aldea de cincuenta mil hombres bestias ya estaban al tanto de todo y lo que les sucedería ahora.

Las antiguas 'presas' fueron liberados de su confinamiento y llevados de regreso al Reino Dracónico a través de una [Puerta]. Estaban confusas, desnudas y aterradas pero no desperdiciaron su oportunidad de volver a casa con sus familiares.

El antiguo grupo de no-muertos encargados de trasladar los cadáveres ahora servían como guías a los nuevos ciudadanos. El proceso fue largo, pero todavía corto en comparación a como se esperó. El General antes de que crucé con el resto de semi-humanos tuvo una pequeña charla con Punitto Moe, quien le dijo que en la noche estaría invitado para compartir toda información con sus camaradas.

—Vayamos a las otras avanzadas. Para ahorrar tiempo yo iré a uno y tú a otro. Libera a todos los humanos y mata a los que se oponen... Todavía no hay espacio para albergar a tantos semi-humanos nuevos, por lo tanto no habrá problemas si nos deshacemos de grupos enteros.

—... Sé sobre tus pensamientos sobre ellos Touch-san, pero no por eso aniquiles a todos. Recibirás bromas de Ulbert y preocuparás a los otros si llegan a enterarse.

—Lo tengo claro. —Fue su respuesta, luego evadió con un despido— Nos vemos en Nazarick Punitto Moe-san.

Y utilizando el collar [Vuelo] que tenía en su inventario, el paladín de plata alzó vuelo y se desvaneció en la distancia con dirección a la avanzada más alejada y poblada.

El Supremo de raza Enredadera de la Muerte miró en silencio por donde su amigo se fue. Esperó paciente a que los Deboradores de Almas llevaran los últimos carromatos con muebles antes de alzar vuelo también e irse a una dirección opuesta.

El sol ya estaba cayendo en el horizonte y siendo cubierto por unas cuantas montañas. Quedaba cerca de tres horas antes de que el manto de la noche cubra toda la región. Adicionalmente, ese era el tiempo límite que tenían para no perderse la invitación de los humanos gobernantes a Nazarick.