Dentro de la gran tumba subterránea de Nazarick, específicamente en el octavo piso, una belleza de Clase Mundial apareció en la entrada segura que daba paso a la zona más peligrosa de todos los Pisos.
Previamente para no alarmar a la Guardiana de Área, Aureole; la contactó con un [Mensaje] explicando su llegada y su acción futura. No hubo impedimento luego de eso; una de sus delicadas cejas se alzó en interrogación pero no profundizó en sus pensamientos.
Al llegar a su destino que era la habitación con cúpula, ingresó y con sumo cuidado se paseó por el lugar mientras activaba la función mínima de respuesta para su pequeña hermana Rubedo. Tuvo que esperar como siempre un aproximado de diez minutos antes de poder hablar con ternura.
—Rubedo-chan, tu hermana Albedo-onee-sama a venido a visitarte. —Habló en tercera persona. Ese era el saludo entre ambas— ¿Cómo te encuentras hoy?
—¡Onee-sama! —Respondió la voz juvenil de Rubedo y parecía llegar de todas las direcciones posibles— Estoy muy feliz porque ya estás aquí; y también emocionada por la promesa que me hizo otou-sama*. ¿Cómo te encuentras tú?
(Forma muy formal para decir 'padre' *. Refiere a Tabula Smaragdina, por supuesto)
Albedo hizo una mueca de desagrado y molestia, sin preocupación de ser observada por la habitante o los guardias que rondaban fuera cada cierto tiempo. No le gustaba mentir, al menos no a ella y a su amado Momonga-sama. Pero sabía que si demostraba solo un poco de su fastidio, podría tener consecuencias graves.
Con la sonrisa más natural y con la voz más sincera que pudo expresar, contestó feliz, encantada de la vida que llevaba. Como si todo sentimiento negativo no existiera en su ser, y la mera idea sea absurda.
—De maravilla. Aunque mi trabajo en administración se ha reducido considerablemente por la llegada de los Supremos, todavía mantengo mi posición de Primer Ministro en el Imperio Hechicero. Lo cual es un gran alivio porque no me gustaría dejar de ser útil. Por supuesto, mi estado de ánimo también se debe a ti, Rubedo; conversar con mi hermana menor es una de las mejores cosas que me gusta hacer.
—¡Uwah! Debe ser maravilloso ver el mundo exterior, estoy esperando con ansias salir a explorar pero también a cumplir misiones como el resto de los Guardianes y seres de Nazarick.
Esa declaración hizo sonreír a la Supervisora Guardiana; el entusiasmo de su pequeña hermana fue suficiente para corroborar su hipótesis. Ahora solo necesitaba convencer a Rubedo para que pueda formar parte de su plan.
—Me gustaría ser quien te guíe y de un recorrido por todos los lugares, estoy muy segura de que encontrarás todo fantástico e interesante. No lo niego, aunque son criaturas débiles y no dignas de mención, han logrado crear y expandirse lo suficiente como para llamar la atención de los Supremos.
—¿Podrías contarme más? ¿Específicamente sobre el Imperio de Ainz-sama?
La súcubo sonrió de nuevo, esto podría utilizarlo como favor y enganche de publicidad. Gran estrategia contra alguien que prácticamente añoraba ver algo más que su confinamiento.
—Con mucho gusto lo haré. —Contestó agraciada pero luego bajó su tono para demostrar su desilusión— Pero temo que no tengo tanto tiempo como antes, la incorporación de nuevos semi-humanos por parte de Touch-me-sama y Punitto Moe-sama necesita una constante supervisión para evitar fugaz o disgusto a los otros residentes.
—Oh, entiendo. En ese caso, aprecio mucho que hayas venido a visitarme a pesar de tu apretada agenda.
—No te preocupes, Rubedo-chan. —Calmó con sinceridad— Cualquier cosa para mi pequeña hermana.
Largos minutos pasaron hasta volverse casi una hora, Albedo en ningún segundo había dejado de hablar con excepción cuando Rubedo tenía una pregunta del momento. Incluso entonces, sus palabras siempre estuvieron cargadas de atracción y encanto, casi como cuando un padre relata una historia a su hijo antes de dormir.
— -Dando por finalizado, Yuri Alpha junto a Pestonya y Nigredo que estaban supervisando y dirigiendo un orfanato de niños humanos, acaban de recibir la ayuda y supervisión constante de Yamaiko-sama, Ankoro Mochi Mochi-sama y Amanomahitotsu-sama.
—Uwah, Nigredo-oni-sama también está fuera de la tumba y trabaja con los ciudadanos del Imperio de los Seres Supremos. —Con solo escucharla uno podría imaginarse a una pequeña niña que tenía los ojos brillantes llenos de emoción.
—... Sé que tu estancia aquí es para proteger el noveno y décimo piso; y como la creación más fuerte tienes un deber severo e inquebrantable. Sin embargo, buscaré profundamente el permiso de Ainz-sama y Tabula-sama para al menos darte un recorrido en la superficie. ¿Qué te parece?
La respuesta en forma de pregunta llegó de inmediato, casi como si estuviera esperando con ansias soltarla.
—¿Harías eso por mi, Onee-sama?
—Por supuesto que sí Rubedo-chan. Pero, no se lo digas a nadie para poder tener más posibilidades de éxito, tampoco es que quiera ilusionarte con una falsa esperanza.
Hubo una pausa, como si estuviera analizando la propuesta. Finalmente, contestó.
—Yo entiendo. No diré nada de nada y esperaré paciente la respuesta; incluso si no obtengo el permiso de salir, me mantendré neutral y tranquila.
Ya que hizo una promesa propia sin influencias indirectas, Albedo no tuvo que preocuparse por si su hermana perdía la consciencia en medio de un berrinche caótico.
—Esa es mi pequeña hermana, me llenas de mucho orgullo. —El conteo mental que llevaba desde que llegó, terminó. Era tiempo de salir y volver a su rutina de administración... en su propia oficina, sin Momonga-sama— Tengo que volver al trabajo. Volveré en unos días con la respuesta; descansa bien Rubedo-chan.
—Gracias onee-sama, te deseo lo mejor en tus deberes.
Feliz del resultado, Albedo desactivó toda función en Rubedo. La habitación nuevamente quedó en silencio y sin la débil presencia de su hermana. Caminó hasta la entrada y utilizó el anillo del Gremio para trasladarse al pasillo que conducía a su propia habitación en el noveno piso.
—Albedo. —Dijo una voz imponente y levemente sorprendida a sus espaldas. Tuvo que girar el cuerpo completo al reconocer la voz de uno de los Supremos— Me sorprende verte aquí. ¿Estás buscando a uno de mis compañeros? ¿Tabula quizás?
—Temperance-sama. —Saludó e inclinó la cabeza. Este Supremo no era un peleador nato, pero la gran cantidad de experiencia que almacenó era suficiente para dejarla incapacitada si quería, por lo tanto tuvo que controlar el impulso de atacar— En realidad estaba yendo a mi habitación para continuar mi trabajo de administración.
—Ya veo. —Asintió firme— ¿Me permites acompañarte? He terminado mi recorrido en los primeros tres pisos y los otros deben de estar terminando recién.
Estaba segura de que con "los otros" estaba refiriéndose a Beast King Mekongawa, Genjiro y Variable Talisman. Estos cuatro Supremos se habían ofrecido a quedarse en Nazarick y supervisarlo todos los días, para deleite de los habitantes de la tumba.
Que ya estén terminando su recorrido solo significaba que tendrían tiempo libre hasta bien entrada la noche, cuando esos humanos lleguen, según su reciente informe. Y como Primera Ministro, no podía faltar de nuevo como lo hizo con la "aparición de Jaldabaoth" hace casi una hora, justo cuando estaba con su hermana.
Sacando a relucir una expresión avergonzada y llena de disculpa, agachó la cabeza mientras sus manos se juntaban un poco por encima de su útero.
—Pido disculpas pero no será necesaria su ayuda Temperance-sama. Es cierto que tengo trabajo, pero también necesito arreglarme y cambiar de atuendo para la visita de los Gobernantes humanos y sus séquitos.
—Oh, entiendo. Entonces puedes continuar. —Por suerte no impuso su autoridad para acompañarla, era como si comprendiera el significado de la situación para una mujer— Si necesitas algo de mi, puedes encontrarme en mi habitación, estaré descansando.
—Muchas gracias por su comprensión. Lo tendré en cuenta. —Giró sus talones y caminó hasta la entra de su habitación. En el camino no escuchó pasos a parte de los suyos; por un momento contempló la opción de teletrasporte pero era ilógico cuando todas las habitaciones estaban a solo unos pasos de distancia.
—Albedo. —Volvió a llamar y esta vez no giró completamente para verlo, solo su rostro. Temperance estaba en el mismo lugar, casi sin moverse— Si no te importa decirlo, ¿dónde habías estado? No te vi con nosotros en las Planicies Katze.
Un escalofrío recorrió su columna vertebral; el sentimiento de ser atrapada y juzgada para luego ser castigada pesó con furia en su corazón. Su mente trabajó muy poco cuando obtuvo una respuesta coherente.
—Estuve en el quinto piso visitando al prisionero Philip y sus compañeros, había prometido ir a verlos para su tortura casi diaria.
No era mentira, antes de ver a su pequeña hermana Rubedo, ella fue a ese piso para liberar un poco de su frustración y molestia. Al menos ahora ese tiempo servía para encubrir sus acciones en el octavo piso. El Supremo frente a ella la miró en silencio, sin expresiones faciales o corporales, parecía una estatua y eso la inquietó un poco.
—... Comprendo. —Su mirada parecía perdida sus propios ojos. Luego se volteó de manera casi brusca y se alejó mientras decía sus últimas palabras segundos antes de ingresar a su propia habitación— Puedes seguir tu camino, ya no te distraeré mas.
Por fin se quedó sola, sin nadie quien la mirara. Frunció el ceño y apretó los puños con tanta fuerza que sus guantes parecían ser su verdadera piel. Soltó un chasquido de lengua e ingresó a su habitación, la privacidad la envolvió y se sintió libre de soltar un aura de furia sin que nadie lo note.
Necesitaba un descanso que la tranquilizara, caminó hasta su dormitorio y con mucho cuidado se recostó en medio de la gran cama. Una leve sonrisa se asomó en sus labios, después de todo, estaba siendo rodeada de muchos Ainzs en formas de peluche, almohadas, mantas y damikuras.
