Su gran postura estoica, la sonrisa confiada y segura, mirada directa sin vacilación. El heteromorfo que apareció en total sigilo era musculoso y grande, casi unos o.
—Mekongawa, buenas noches. ¿Se te ofrece algo?
El Rey de las Bestias, como indica su nombre de jugador, habló.
—Solo estaba dando un paseo, los escuché caminando desde el décimo piso y quise pasar a saludar. —Era mentira, nadie podía escuchar desde otro piso pero eso ningún humano o ser de este Mundo debía de saberlo— No quería interrumpir, ahora mismo iré al gran comedor. Los demás con sus creaciones las Pléyades y Lupus me está esperando. Nos vemos; pasen una buena noche, humanos.
Su sonrisa regresó, realmente su amigo tramaba algo. Además, Ainz había visto esa sádica sonrisa antes en una de las hermanas Pléyades, en Lupusregina, cuando le dio la orden de vigilar y cuidar del pueblo Carne.
Carne, hace tiempo no lo visitaba en persona, como buen Gobernante debía velar por sus ciudadanos y darle lo mejor. Quizás ya era tiempo de convertir ese pueblo en ciudad, tenían la población adecuada y cada vez más se integraban.
—Nos vemos. —Se despidió a tiempo y después de todas las personas. Mekongawa asintió y desapareció para luego aparecer lejos, cerca de una esquina que daba paso al comedor de las sirvientas. Ligeros chillidos de alegría se escucharon y con eso supo que algunas sirvientas estaban en descanso.
Volvió a mirar al grupo de humanos, ellos todavía miraban el lugar donde apareció por última vez Mekongawa. Decidió acomodarlos en sus habitaciones para poder seguir su propio plan creado hace tan sólo unos segundos de contemplación.
—Entonces, como les iba diciendo, estas seis puertas principales que pueden ver serán sus habitaciones. Ustedes mismos pueden elegir cual desean aunque informo de antemano que todas están igual de acomodadas y diseñadas interiormente. —Tomó un ligero respiro innecesario y llamó. No eran sus deberes pero ya estaban preparados— Asesinos de Ocho Filos.
Seis de los doce que lo seguían bajaron con un sonido sordo llegando alertar a los guardias humanos. Sus camuflajes de invisibilidad naturales fueron disminuidos lo suficiente para ser vistos incluso por una persona de visión borrosa.
—¿Cuál es su orden, Ainz-sama? —Contestaron como uno solo en su formación lineal. Sabían a la perfección lo que tenían que hacer a continuación, era una orden del Supremo Uno después de todo. Pero el seguir el acto, una mentira planeada, los llenó de orgullo y satisfacción.
—Quiero que cada uno de ustedes se posicione en cada habitación para atender y cuidar a mis invitados hasta que lleguen las sirvientas designadas. Cumplan con sus pedidos y respondan sus dudas con los conocimientos que tengan y crean son necesarios compartir.
—¡Sí!
Tomándose muy en serio sus deberes, los Asesinos de Ocho Filos se dieron la vuelta para presentarse correctamente a los humanos invitados. Ellos mismos ya estaban informados sobre quiénes eran los superiores y de dónde eran. De tal manera, al cabo de unos simples segundos los gobernantes y sus séquitos ya estaban siendo dirigidos a sus habitaciones.
—Neia, un momento.
No solo la arquera se detuvo ante su llamado, también lo hicieron Lakyus, Evileye, Brain y Nimble. Este último con un ligero temblor, todavía no podía olvidar por completo el día de la Masacre en las Planicies Katze, no cuando Ainz le dejó bien en claro que mataba, mata y matará sin resentimientos porque es un no-muerto.
—¿Sí, Ainz-sama? —Baraja sonrió, sabía que sus ojos daban miedo con cada emoción o expresión que demostraba porque estaban descubiertos pero no le importó, Su Majestad era tan amable que nunca la trató diferente a pesar de ello. Y era solo su opinión la que sincera y profundamente le importaba.
—Ya que en estos momentos y hastas la próximas horas no tienes mucho que hacer, me preguntaba su querías acompañarme a dar un paseo. Planeo reunirte con Shizu y quizás conversar un poco. ¿Estarías de acuerdo?
Sonrió mucho más y estaba segura que hizo sentir incómoda a Remedios y otros miembros de los séquitos. Asintió sin demorar y colocó una mano en su corazón para demostrar lo feliz que estaba.
—¡Sí! Por supuesto Ainz-sama.
El Overlord la miró por unos instantes. Su su cráneo pudiera expresar sus emociones estaría con una sonrisa paternal.
—Rey Caspond, usted está de acuerdo con que la señorita Baraja me acompañe, ¿correcto?
No era una pregunta, pero aún así lo hizo por respeto a su "autoridad" como Rey Santo de Neia. El Doppelgänger Caspond negó con la cabeza pero afirmó con sus palabras.
—La joven Baraja ha servido fiel y servicial en todo momento desde que subí a mi posición. Como líder de una división de paladines y arqueros que me protege, debería de quedarse a mi lado en todo momento. —La emoción de Neia flaqueó pero nunca cayó— Sin embargo, usted está en lo correcto. Neia Baraja, tienes el resto de la noche libre para acompañar a Su Majestad.
—Muchas gracias, Caspond-sama. —E inclinó la cabeza. Después, se levantó y caminó hasta Ainz, quien giró un poco para indicar el camino que tomarían.
—Disfruten de la estancia y no duden en pedir lo que necesiten de mis subordinados, ellos los atenderán hasta el final de los segundos mientras estén en Nazarick. —Una última mirada y eso fue todo— Ahora si nos disculpan.
Ainz caminó y Neia junto a los Asesinos de Ocho Filos restantes lo siguieron unos pasos por detrás. Los 2 Reyes y el Emperador fueron los primeros conducidos a sus habitaciones, después fueron los séquitos.
Todos esos humanos estarían entretenidos con la arquitectura, comodidades, espacios y distintas habitaciones internas por, al menos, una hora. Si querían algo ligero de comer o tenían dudas ya sean de la misma Nazarick y sus habitantes o los Supremos, los Asesinos cumplirían sin error.
—¿Cómo has estado estos días, Neia? ¿Hay alguna novedad en el Reino Santo? ¿Cómo van con la reconstrucción?
La voz majestuosa del Overlord resonó por el amplio y lujoso pasillo. Neia se permitió unos segundos en contemplarla mentalmente.
—Han sido unos días agotadores pero muy buenos y productivos, Ainz-sama. Varios hogares, carreteras, plazas y muros se han levantado con anticipación. El número de escuderos para convertirse en paladines, magos y arqueros ha aumentado significativamente.
—¿Oh? Esas son grandes noticias. Tienen mi respeto por haberse recuperado tan rápido del ataque que hizo Jaldabaoth.
—P-pero es también gracias a usted que lo hemos logrado Su Majestad. —Debido a su nerviosismo y entusiasmo combinados, Neia volvió a su antigua forma de respeto para nombrarlo— Sin su ayuda alimentaria y de materiales para construir, nunca lo hubiéramos logrado; hasta me atrevo a decir que tardaríamos años.
Los Asesinos de Ocho Filos que caminaban por las paredes y el techo, asintieron varias veces estando de acuerdo con la humana de ojos enojados. La conocían desde hace unos minutos pero ya les caía bien por demostrar tanto respeto y fidelidad al Overlord, tal y como lo haría un habitante de Nazarick.
Ainz por su parte estaba un poco incómodo por ser adulado. Suerte para él, ninguno de sus amigos estaba presente por lo que nadie parecía notar su estado.
—Uhm... No estoy tan seguro de eso, pero agradezco tus palabras Neia.
Giraron en la misma esquina que lo hizo Mekongawa y ahí, al aproximado de unos treinta metros, estaba una gran puerta abierta en par que dejaba ver el interior lleno de sirvientas, mesas y sillas. La vista detuvo la negación futura de Neia.
Ambos aceleraron los pasos de manera inconsciente pero al estar ahora más cerca, listos para ser vistos por todos los presentes que estuvieran, redujeron la velocidad a una que se consideraría de ancianos con bastones de apoyo.
No hubo la necesidad de hacerla de larga; Ainz era un Supremo, el líder máximo de Nazarick, por lo tanto fue visto antes de siquiera cruzar el umbral.
—¡Es Ainz-sama! —Gritaron a coro algunas sirvientas homúnculos. La alegría que desbordaba era intensa y contagiante.
—Pase por favor Ainz-sama, no puede quedarse ahí en la entrada. —Esta fue Yuri, quien como ahora era líder de las Pléyades debía de servir casi personalmente a los Supremos, especialmente a Ainz.
Neia fue notada tarde pero tampoco es que le dieran mucha importancia. Todas ya estaban al tanto de humanos visitando la Tumba y esa mujer que acompañaba al Supremo Uno fue de las más leales, una servidora devota de juramento.
—Señoritas, guarden distancia y dejen caminar correctamente a Ainz-sama y su invitada. —Entonó Yuri cuando se volvió una multitud alrededor de su señor. Su ceño fruncido fue más que suficiente para avergonzarlas— Demuestren sus modales de Nazarick.
—¡Nuestras más sinceras disculpas Ainz-sama!
Como una sola retrocedieron varios pasos mientras mantenían la cabeza baja y los manos sujetadas entre sí al frente de su blanco mandil. El Supremo estaba un poco sorprendido, ellas normalmente se comportaban como perfectas sirvientas de élite, pero ahora, borrachas de la emoción por servir a varios Supremos, lo asaltaron como un grupo de fans.
—Señoritas, no se sientan tan mal. —Se alzó una voz por sobre todas interrumpiendo al Overlord que estaba a punto de hablar— ¿Podrían traer mismos postres, comida y bebida para la humana? Se los agradecería mucho.
La orden provino de una mesa aparta pero repleta de comida. Los asientos estaban bien distribuidos para dieciséis personas, y se notaba el alto estatus que tenían con solo todas las decoraciones y atenciones que recibía.
Yamaiko se levantó y las sirvientas se movieron de inmediato, el paso quedó libre y Ainz junto a Neia no dudaron en volver a caminar esta vez con dirección a esa mesa.
—Ainz-san, veo que has traído una invitada. —Parecía encantada con la situación, una mujer más al grupo de amigos varones— Mucho gusto señorita; mi nombre es Yamaiko, Ser Supremo de la Enseñanza y la Curación.
—S-soy Neia Baraja, Capitana de una división de paladines y arqueros pertenecientes al Reino Santo. —Realizó un arco de reverencia perfecto que todas las sirvientas lo consideraron bien hecho— El gusto y honor es mío al estar frente a ustedes Seres Supremos.
—Realmente eres una chica educada, joven y linda, realmente como Ainz-san te describió. —Ainz levantó una ceja inexistente, no había dicho que Neia era linda, pero tampoco lo iba a negar ahora. — Vengan, acompáñenos.
Con la seguridad de estar ahora rodeado de sus amigos, Ainz caminó hasta tomar asiento en uno libre, Neia lo siguió con silencio y se colocó a su lado. Ahora que todos estaban cómodos, la arquera levantó la vista para observar bien a los Supremos.
Eran seis y sabía sus nombres. Yamaiko, quien la saludó estaba a su costado junto a la misma sirvienta de cabello negro que les habló al inicio. Beast King Mekongawa, con quien se cruzaron en el pasillo; junto a él estaba una sirvienta pelirroja de gran sonrisa divertida pero escalofriante.
Garnet, un Supremo que era mayormente reservado pero muy amable. A su lado estaba Shizu, su amiga y sempai. Entendió que él era el llamado profesor cuando notó la muy sutil y leve sonrisa de la autónoma con solo estar sentada al lado de su creador.
Genjiro, un arácnido delgado. Estaba concentrado en darle de comer a la pequeña que lo acompañaba en el asiento izquierdo; dicha comida no era reconocible pero Neia podía jurar que eran insectos pequeños.
Luego estaba una mujer rubia y de ojos azules que sonreía en todo momento. La comida frente a ella eran puros postres, cada uno ya previamente sin envoltorio listo para comer. Mirando su regazo, Neia notó al Ser Supremo Herohero muy relajado y a gusto rodeado en los brazos de la bella dama.
Por último, el Supremo Nishikienrai. Había varios platos frente a él, algunos estaban por la mitad y otros ya terminados; su máscara o cubrebocas estaba puesta y no parecía haberse quitado en todo momento. Era confuso pero Neia no le buscó una solución; él era un Supremo, por lo tanto todo era posible.
La mujer a su lado sin embargo hizo que realmente se replantee la situación a fondo, mientras inútilmente trabajaba en no hacer una mueca vergonzosa de total confusión.
—¿N-Nabe?
La hermosa mujer de pelo negro y mirada fría puso atención en ella cuando la llamó. Recibió una evaluación de pies a cabeza antes de recibir una corta respuesta.
—¿Qué?
Realmente era Nabe. ¿Qué hacía la aventurera Adamantita del equipo Oscuridad aquí? ¿Dónde estaba Momon, el Héroe Oscuro? ¿Sabía de esto? ¿Qué relación tenía ella con los Supremos? ¿Y esa confianza que demostraba? Tantas preguntas y ninguna respuesta.
Ainz hizo el sonido de una tos para llamar la atención de sus amigos. Funcionó, como era esperado. Las Pléyades lo miraron también, atentas por si el Overlord les pedía algo. Las otras sirvientas que los rodeaban, decidieron darles su espacio para charlar y comer, no querían interrumpir.
—Nishiki, ¿te importaría darle una explicación a Neia sobre porqué Nabe, o mejor dicho, Narberal está aquí con nosotros? Te lo agradecería.
El ninja asintió, cruzó los brazos en su regazo y miró a Neia. Al cabo de unos segundos de quizás contemplar el como explicarlo, habló en tono suave y pausado, casi desinteresado.
