- ¡Ave Fénix! – se escuchó un grito proveniente de un sitio cercano a Seiya mientras combatía a Aiacos, pero este juez saldría volando al recibir el ataque del Fénix.
- ¿Ikki?
- El mismo, Seiya – dijo el peli azul llegando a la escena mientras se quitaba un poco el polvo.
- ¿Eres tú de nuevo Ave Fénix? – dijo el juez del Infierno – creí que estabas muerto.
- Eso pensé yo de ti – dijo Ikki – pero veo que es cierto lo que dicen… "Hierba mala nunca muere".
- ¿Qué has dicho?
- No importa, solo tengo que matarte de nuevo y asunto arreglado.
- Ikki, esta vez los espectros vienen más potentes, es como si fueron revividos con más poder todavía, incluso Aiacos me dio guerra incluso con mi Armadura Divina.
- ¿Qué has dicho? – eso impresionó un poco a Ikki, aunque no tanto – no importa, con o sin Armadura Divina, derrotaré a esta maldita sabandija.
- Lástima que tus palabras sean débiles contra mi Ikki de Fénix – dijo el juez – porque realmente esta vez te hará pagar por esa humillante derrota.
- Mira como tiemblo, mira como tiemblo – se burlaba el peli azul - ¡Atácame cómo vas, conejo Blas!
- ¡Morirás Ave Fénix!
- Hasta aquí llegatse – dijo Ikki.
- ¿Qué?
- ¡AVE FÉNIX A SU MÁXIMA EXPRESIÓN! – gritó Ikki mientras su Armadura pasaba de una simple Armadura a una de estado divino.
- ¿T-Tú también puedes hacer eso?
- Sí, así que… ya te jodiste – se burló Ikki - ¡Ave Fénix!
- ¡T-Te maldigo Ikki de Fénix! – gritó Aiocos mientras el ataque de Ikki lo despedazaba hasta que no quedó nada del juez del Infierno.
- ¡Va! ¿Eso fue todo? – dijo Ikki volviendo a su estado normal – pensé que sería más fuerte.
- ¡Shoko! – Seiya fue donde estaba su novia, que estaba peleando aun con Radamanthys.
- ¡No vengas! – gritó la peli rosa.
- ¿Qué?
- Seiya, quiero derrotar a este juez por mí misma, quiero demostrar hasta donde puedo llegar.
- Shoko – Seiya miró sorprendido a su novia - ¡Shoko, no es momento para esto! ¡Yo derrotaré a Radamanthys!
- ¡Yo lo derrotaré Seiya! – gritó más furiosa la peli rosa – entiéndeme, quiero superar el cosmos infinito, algo que realmente valga la pena alcanzar, déjame gozar un poco de esto.
- P-Pero…
- ¡Por favor!
- … - Seiya iba a volver a protestar, pero sabía que de nada serviría ya que cuando Shoko se proponía a hacer algo, lo hacía.
Seiya se tuvo que hacer a un lado para que su novia combatiera al juez de Wyvern.
- ¿Te rindes Pegaso? – dijo Radamanthys burlándose - ¿acaso piensas dejarle todo el trabajo a tu novia?
- No, siento que ella no necesita que la ayude, ella puede sola contigo.
- ¡¿Qué?! – dijo indignado el juez – maldito Pegaso engreído, ¡no creas que te saldrás con la tuya!
- ¡Meteoros de Equuleus! – gritó Shoko dándole de lleno a la Armadura Sapuri del juez.
- ¡Maldita yegua! – exclamó Radamanthys – es igual a aquella vez.
- ¿Qué pasa Radamanthys? – dijo Shoko – quiero seguir combatiendo o acaso quieres morir de una vez.
- ¡No seas engreída Equuleus! – exclamó el juez de Wyvern - ¡Deme más poder señora Hera!
- ¿Hera?
En eso, un gran poder emitió de la Armadura de Wyvern quien sorpresivamente generó un gran cosmos que incluso asustó un poco a Seiya.
- ¿Q-Que es este cosmos? – dijo Seiya - ¿la diosa Hera?
- Este cosmos está lleno de maldad – dijo Ikki – realmente ahora si es un digno rival.
- ¡Por el señor Hades! – gritó el juez elevando su cosmos al infinito y causando que el juez tomará un gran poder de proveniencia desconocida.
- ¿Hades? Pero él ya está muerto.
- ¡Gran Precaución! – gritó el juez mandando a volar a gran parte de los ahí presentes.
- ¡Shoko! – Pegaso voló como pudo hacia donde su novia estaba yendo.
- ¡Cadena de Andrómeda! – se escuchó una voz familiar para Seiya.
- Esa técnica es de… - el Pegaos miró hacia la dirección en la que salió esa cadena y era nada más que… - Shun.
- ¡Seiya! ¡Shoko-san!
- ¡Shun-san!
- ¡Más basura ha venido! – exclamó el juez – no importa cuántos sean, no podrán sobrevivir a mi poderoso cosmos.
- Te equivocas Radamanthys, nosotros somos los Caballeros de Athena y nuestro deber es proteger la tierra aun así si es a costa de nuestras vidas.
- Malditos Caballeros – dijo el juez muy enojados – ustedes han sido la causa por la cual el señor Hades murió, entonces no tengo más opción que llevarme tu cabeza y la de los Caballeros como recompensa a la diosa Hera por haberme revivido.
- ¿Hera? – la voz de Saori hizo eco en el lugar, al mismo tiempo que venía acompañada de sus Saintias y Shion - ¿Qué tiene que ver Hera?
- Athena, con que estabas aquí, pensé que ya algún dios te había matado.
- ¡No le hables así a la señorita Athena! – dijo Mii poniéndose en frente de Saori al igual que las demás.
- Radamanthys – dijo Shion mirando al juez.
- Yo te recuerdo – dijo Wyvern – ya te recuerdo, eres el Caballero que luchó contra Minos en la antigua guerra Santa y fuiste uno de los que sobrevivió… Shion de Aries.
- Así es, soy Shion de Aries y como has de creer, parece que la paliza que te dio Regulus no fue suficiente en aquel entonces.
- ¡¿Qué has dicho?! – exclamó furioso el juez.
- No nos subestimes Radamanthys, los Caballeros de Athena luchamos por el amor y la justicia, y si alguien tan fuerte pudo vencerte como lo fue Regulus, cualquiera con un poder similar podrá hacerlo. Recuerda que tenías parte del poder de Hades cuando luchaste con él.
- Ese maldito Caballero de Athena, nunca olvidaré esa maldita humillación que me hizo pasar.
- ¡Basta de tanta charla! – dijo Pegaso quien se notaba enojado y más incómodo por la presencia de Saori y los demás ahí.
- Seiya.
- Dime una cosa Radamanthys, ¿Qué demonios tiene que ver Hera en todo este asunto?
- Eso no te incumbe Pegaso – dijo el juez – ahora mismo acabaré con esa maldita yegua rosada que me debe una desde hace siglos.
- ¡No le tocarás un solo pelo a mi Shoko!
- Pues tendrás que irte al otro mundo con ella entonces – dijo Wyvern cuando notó un gran cosmos - ¿Qué es esto?
Todo el mundo miró hacia donde provenía ese cosmos lleno de vida y grandeza, pero a la vez transmitía superioridad y dinamismo.
Shoko estaba envuelta en un aura celeste mientras cambiaba a dorado junto a su Armadura.
- ¿Has dicho que soy débil? – dijo en voz baja la peli rosa – nunca en mi vida, me había preocupado tanto por lo que las demás pensaran de mí. Siempre fui alguien independiente, que no le importa en lo más mínimo su apariencia física u otras cosas. Pero si de algo estoy segura, es que odio… ¡Repito, odio que me llamen débil!
- Shoko.
- Seiya, sé que está preocupado por mí, pero recuerda, yo también soy una Saintia, un Caballero de Athena que lucha por la justicia, no necesito que me protejas siempre – en eso, el aura de Shoko cambió repentinamente a una dorada mientras varios destellos de electricidad se mostraban alrededor de ella – seré solo una Saintia del rango más bajo que hay, pero eso no significa que sea débil.
- Shoko – Kyoko miraba a su hermanita quien se veía algo molesta.
- Shoko / -san – decían sus compañeras.
- Nunca en mi vida dudé de hacer las cosas correctamente – dijo la peli rosa mientras se levantaba y su Armadura estaba sufriendo una transformación - ¡Radamanthys de Wyvern! ¡Puede darte poder cuantos dioses sean, pero nunca igualarás el poder de los Caballeros de Athena!
- ¿Q-Que le pasa a esta chica? – Radamanthys estaba, por alguna razón, temblando de miedo.
- ¡Tengo mis poderes! ¡Mi cosmos! ¡Aun no te he demostrado mi verdadero poder!
- ¡Entonces hazlo! – le gritó el juez - ¡Demuéstrame de lo que eres capaz!
- ¡Elévate cosmos… al máximo! – gritó Shoko causando que su Armadura sufriera una increíble transformación. Su tiara cambió haciéndose un poco más grande y de la parte de en medio, surgió lo que parecía ser una cola de un escorpión. La Armadura cambió a un color dorado mientras que, de la parte del torso, más bien, de la espalda, surgieron dos alas de color dorado, similares a las alas de la Armadura de Sagitario. Parecía ser que la Armadura de Equuleus se había transformado en una dorada, pero de una forma muy extraña.
- ¿Q-Que demonios es eso? – exclamó Wynern – esa misma Armadura era como la de…
- ¡AGUJA ESCARLATA ANTARES FLAMEANTE! – gritó la peli rosa lanzando con su dedo índice miles de agujas que Radamanthys con sus alas tapó su cuerpo tratando de evitar los ataques de la Saintia.
- ¡Tonta! Derroté al Caballero de Escorpio cuando usó en mi esa técnica, no creas que funcionará conmigo – dijo el juez seguro de su victoria.
Todos los demás veían la escena algo atónitos.
Las compañeras de Shoko no creían que su amiga tuviera semejante poder de ataque, más el hecho de que le estaba haciendo frente a un juez del Infierno.
Su hermana y su padre estaban idos viendo como la menor tenía ese gran poder. Aunque Jin no entendía mucho del cosmos, suponía que Shoko estaba haciendo algo grande.
Los Caballeros de Bronce eran otra cosa, aunque ellos despertaron el poder de las Armaduras Divinas, ese poder era algo descomunal, más por la transformación que había sufrido la Armadura de la Saintia de Equuleus.
Saori y Shion estaban en shock por la manera en que la joven Shoko luchaba ferozmente contra Radamanthys. El ex Aries sabía de antemano cuan poderosos eran los jueces del Infierno. Recordaba bien el momento en el que su viejo amigo Albafíca de Piscis se enfrentó a Minos de Grifo en la antigua Guerra Santa.
Seiya, por su lado, miraba con gran admiración a su amada. Realmente… agradecía a los dioses el tener una novia así de buena.
Unos segundos después, Shoko aumentó más el poder de sus Agujas Escarlatas, cosa que hizo que Radamanthys comenzara a retroceder debido al creciente número de ataques que le caían a él.
Hasta que…
El cosmos de Shoko llegó a su límite, por lo que luego de haber luchado al máximo contra el juez del Infierno, no pudo más con el enorme poder y solo cayó arrodillada.
- ¡Jajajaja! – río Radamanthys – al fin y al cabo, solo eres una humana que quiso igualarse a los dioses. Ni siquiera ese enorme poder sirvió para derrotarme.
- … - Seiya no dijo nada y solo comenzó a acercarse. Wyvern pensó que lo enfrentaría, pero en vez de eso, tomó a su amada peli rosa quien también deshizo su transformación y volvió a la normalidad mientras respiraba con dificultad. Por increíble que parezca, Seiya también deshizo su estado divino mientras cargaba a Shoko y depositaba un suave beso en sus labios – lo hiciste bien cariño, estoy orgulloso.
- ¡No celebres Pegaso! ¡La batalla aún no termina!
- No – dijo Shion para sorpresa de la mayoría – Pegaso tiene razón, no hay razón de luchar contra alguien que ya fue derrotado.
- ¿Qué? – de la boca del juez, salió una línea de sangre, cosa que dejó a más de alguna sin habla.
- Tan solo mírate… mírate el pecho Radamanthys.
- ¿Eh? – Wyvern miró a su pecho y efectivamente notó que pasaba. No, no era una rosa sangrienta, esta vez eran varios agujeros en el pecho del juez, habían sido tan poderosos que traspasaron la Armadura del espectro y se incrustaron en los puntos vitales del susodicho juez – e-estos son… ¿picaduras… de escorpión?
- No vas tan lejos Radamanthys – dijo Shion – no son simples picaduras de escorpión, son los Agujeros causados por la Aguja Escarlata.
- ¿Q-Que demonios?
- La técnica causa que el veneno del escorpión se incruste en tu cuerpo y viaje por todo el torrente sanguíneo hasta matarte lenta y dolorosamente.
- I-Imposible – dijo el juez – esa maldita…
- Así es Radamanthys – dijo Seiya – Shoko te atacó con sus Agujas Escarlatas, pero esas son diferentes, esas son Agujas Escarlatas Antares Flameantes, estas queman tus órganos mientras te desangras lentamente. Ese fue su objetivo en primer lugar.
- M-Maldita.
- Su plan no fue golpearte solo con miles de agujas escarlatas – habló el castaño – subestimaste el poder y el orgullo de Shoko.
- L-Lo volviste a hacer Equuleus – dijo el juez ya en las últimas – hace siglos lo hiciste… ¡¿Por qué lo vuelves a hacer ahora?!
- Chicas – Seiya se dirigió a las Saintias – atáquenlo y acábenlo de una malita vez.
- S-Sí – Katya, Erda, Mii y Xiao se encargaron de darle el golpe final al juez. Incluso Kyoko se unió.
- ¡Gran Erupción!
- ¡Puño estelar de las 7 estrellas!
- ¡Lágrimas enjoyadas!
- ¡Maelstrom celestial!
- ¡Meteoros de Equuleus!
El ataque combinado dio de lleno en el juez que ya estaba muy débil, por lo que su cuerpo quedó pulverizado al contacto del quíntuple ataque.
Ahora, los Caballeros de Athena estaban ante una nueva amenaza.
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Continuará…
